corte suprema de justicia - Supremo Tribunal Federal

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado ponente
JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
Bogotá, D. C., veintisiete (27) de marzo de dos mil doce (2012).
Aprobada mediante Acta de 27 de febrero de 2012.
Referencia: C-1569331890012003-00178-01
Se decide el recurso de casación que interpuso
MARIELA NIÑO PRADA, quien actúa para la sucesión de
GRACIELA NIÑO ESPEJO, respecto de la sentencia de 26 de
julio de 2007, proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santa Rosa de Viterbo, Sala Única, en el proceso ordinario
promovido por la recurrente contra ULISES NIÑO ESPEJO,
JAIRO MATEUS y HERNANDO ALBERTO SANTOS MORALES,
así como contra ROSA VIRGINIA NIÑO DE FONSECA, JULIO
CIRILO CAMARGO, GRACIANO MALAVER RINCÓN, CARLOS
ARTURO
GARCÍA,
CLEOTILDE
POVEDA,
LÓPEZ
JUAN
BLANCA
ESTELLA
SANDOVAL,
JOSÉ
ARAQUE
SOCHA
LORENZO
DE
ROJAS,
EDILIA
NIÑO,
JESÚS
RUIZ
MONCADA, EDUARDO ORJUELA FÚQUENE, MARÍA ADELA
RINCÓN CELY, VÍCTOR JULIO ARAQUE, PEDRO SÁCHICA
SISA, SEGUNDO SENÉN VEGA, BEYER ALFONSO ROJAS,
MARÍA LUDOVINA ROJAS DE ALONSO, ANA VICTORIA
PRIETO DE TORRES, JOSÉ AQUILINO MONTAÑEZ CELY,
MARÍA DEL CARMEN CÁRDENAS DE MONTAÑEZ, SAMUEL
MOLANO RINCÓN, JORGE GALÁN BECERRA, GLADYS
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Sala de Casación Civil
TORRES CRISTANCHO, ÁLVARO RINCÓN MORALES E HILDA
VERÓNICA VELANDIA DE RINCÓN.
ANTECEDENTES
1.- En el expediente se da cuenta que mediante
escritura pública 021 de 26 de enero de 1983, otorgada en la
Notaría Única de Santa Rosa de Viterbo, GRACIELA NIÑO
ESPEJO otorgó poder general a ULISES NIÑO ESPEJO, con
amplias facultades, entre ellas, para administrar, prometer en
venta y transferir los bienes suyos, el cual se prolongaría “hasta
por un año más después de su muerte”.
Fallecida la poderdante, el 2 de febrero de 1983, el
mandatario procedió a vender a HERNANDO ALBERTO SANTOS
MORALES, su yerno, el inmueble denominado “Pantanitos
Alameda”, según escritura pública 599 de 23 de abril de 1983,
aclarada mediante la escritura pública 836 de 20 de mayo de
1983, ambas de la Notaría 19 del Círculo de Bogotá.
Del mismo modo, transfirió a título de venta a JAIRO
MATEUS, también su yerno, el predio llamado “El Cebadero Sural
y Piedra Parada”, según escritura pública 1073, otorgada el 23 de
abril de 1983 en la Notaría 18 del Círculo de Bogotá.
2.- Conforme al libelo que originó el proceso y a su
reforma, la parte demandante solicitó, principalmente, que se
declarara la “nulidad absoluta” del mandato y de los contratos de
compraventa referidos, al igual que de las enajenaciones
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efectuadas luego a los otros demandados; o en subsidio, la
simulación absoluta de aquéllos.
Consecuentemente, que se ordenara la reivindicación
de los predios, o su actual valor en dinero, con los frutos
causados, y que se cancelaran los registros correspondientes.
3.- Las pretensiones se fundamentaron, en síntesis, en
que el mandato fue otorgado “sin ningún lineamiento respecto a
instrucciones de venta” o con “amplias facultades para toda clase
de negocios”; que como el mismo termina con la muerte del
poderdante, legamente no era posible prolongar los poderes
otorgados, porque ello desconoce las normas imperativas que
regulan el testamento y la sucesión por causa de muerte, y
porque no se concebía que la mandante pudiera comparecer
después de muerta, por interpuesta persona, a celebrar contratos.
Agrega la actora que nunca hubo precio, ni una
manifestación de voluntad real y seria, menos cuando los
adquirentes carecían de capacidad económica para celebrar los
negocios. El propio mandatario, por el contrario, continuó
poseyendo los bienes después de haberlos transferido, luego los
dividió y efectuó directamente la venta de los lotes obtenidos.
Afirma que el precio convenido, amén de irrisorio, no
entró a la sucesión, en tanto los sub-adquirentes tenían
conocimiento de la muerte del comitente, por ser una persona
prestante de la región, además debieron saber que la titulación
inicial era ilegal, frente a la protocolización del mandato otorgado.
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Añade que los yernos del mandatario se prestaron
“para fraguar el fraude concebido por Ulises Niño Espejo a
sabiendas de que el poder que ostentaba su suegro se había
obtenido a una moribunda, arrancada a las volandas con vigencia
notoria y protuberantemente ilegal”.
4.- Los demandados, en su mayoría, se opusieron a
las pretensiones, sin que, en estricto sentido, hayan formulado
excepciones de mérito respecto de la nulidad absoluta del
mandato, aunque sí en cuanto a las demás, al paso que otros
denunciaron el pleito para el saneamiento por evicción.
5.- El Jugado Promiscuo del Circuito de Santa Rosa de
Viterbo, mediante sentencia de 1º de junio de 2005, negó todas
las pretensiones y levantó las medidas cautelares, además se
abstuvo de resolver las excepciones de mérito y de pronunciarse
de fondo sobre las denuncias del pleito formuladas.
6.-
Apelada
la
anterior
decisión
por
la
parte
demandante, únicamente, el Tribunal la confirmó en el fallo
recurrido en casación.
LA SENTENCIA IMPUGNADA
1.- Sentado que el poder es de naturaleza unilateral y
que el mandato, por el contrario, es de carácter bilateral, el
Tribunal consideró, conforme a las facultades que en el caso se
habían otorgado, que se estaba frente al primero y no al segundo.
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2.- Seguidamente, el sentenciador identificó que,
según la apelante, el acto jurídico controvertido, destinado a
ejecutarse después de ocurrida la muerte de quien lo otorgó,
estaba viciado de nulidad absoluta, en cuanto que para que fuera
válido, debía otorgarse a través de un testamento, que no
mediante “un simple poder otorgado por escritura pública para
que el mandatario dispusiera de los bienes a su antojo”.
Esto, dijo, era enteramente cierto, si se estuviera
frente a un acto jurídico de esa naturaleza, cuestión que era
distinta a la del sub-judice, pues bastaba leer el contenido de la
escritura pública otorgada, para establecer que simplemente,
entre otras, facultaba al apoderado para que en nombre de la
mandante “transfiera, comprometa, en promesas de venta,
extienda escrituras y defienda en toda forma sus intereses”.
Desde luego, añadió, las facultades que fueron
reservadas para ser ejecutadas luego del deceso de esta última,
no irrogaban perjuicios a los interesados en la sucesión, porque al
no existir herederos en los dos primeros órdenes hereditarios, no
había asignaciones forzosas que atender.
Por lo demás, el “límite en el ejercicio de las facultades
otorgadas”, hasta un año después de fallecida la mandante,
constituía, por respeto al principio de la autonomía de la voluntad,
una excepción a la terminación legal del contrato, pues las
atribuciones “no se concedieron en razón de la muerte de la
poderdante representada, sino en virtud del consentimiento”.
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3.- En suma, para el Tribunal, el acto jurídico
impugnado no estaba afectado de nulidad absoluta.
EL RECURSO DE CASACIÓN
CARGO ÚNICO
1.- Denuncia la violación “directa” de los artículos 4º,
29, y 228 de la Constitución Política; 4, 5, 6 y 10, 94, 757, 946,
947, 948, 949, 950, 952, 961, 962, 963, 964, 967, 969, 1008,
1009, 1012, 1013, 1074, 1075, 1083, 1327, 1519, 1602, 1740,
1741, 1742, 1746, 1748 y 2195 del Código Civil; y 6º, 65, 69, 595,
596, 597, 598, 599 y 602 del Código de Procedimiento Civil.
2.- Lo anterior, según la recurrente, porque el Tribunal
dejó de aplicar las normas “especiales” que regulan la
administración
y
disposición
de
los
bienes
después
del
fallecimiento de su propietario, para en su lugar hacer operar las
reglas “generales” del mandato.
En efecto, no se tuvo en cuenta que la existencia de
las personas naturales termina con la muerte y que al dejar de ser
sujetos de derecho, la posesión de la herencia se defiere a sus
herederos, quienes amén de ser sus administradores, para
disponer de los inmuebles, requieren el decreto de posesión
efectiva, salvo la pública subasta en el proceso de sucesión.
3.- En sentir de la censura, por lo tanto, el mandato
con representación, conferido con amplias facultades, entre ellas,
para que el apoderado “transfiera, comprometa, en promesa de
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venta, extienda escrituras”, hasta un año después de la muerte de
la poderdante, contraría las normas de orden público señaladas.
3.1.- En primer lugar, por cuanto el mandato termina
con la muerte del comitente, y porque si los herederos no pueden
disponer de los bienes de la sucesión, esa facultad tampoco la
puede tener quien ha recibido un encargo para ser ejecutado
hasta el año siguiente al deceso de quien lo otorgó.
3.2.- De otra parte, porque el acto de disposición
destinado a ejecutarse después de los días del mandante, “debe
otorgarse mediante testamento” y no a través de mandato, pues al
morir aquel
“pierde su personería y la administración y
disposición de sus bienes queda sometida a las normas legales”.
3.3.- Finalmente, por no reunir el acto jurídico
impugnado los requisitos exigidos en la ley para la validez de un
testamento, como único medio para expresar la autonomía de la
voluntad con efectos después de fallecida una persona.
4.- Solicita la parte recurrente que casada la sentencia
del Tribunal, se “acceda a la pretensión principal y a las
consecuenciales”.
CONSIDERACIONES
1.- Se precisa, ante todo, que si el Tribunal negó la
nulidad absoluta de la cláusula que confería al mandatario la
facultad de disponer de los bienes del mandante, limitado en el
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tiempo hasta el año siguiente al deceso de éste, resulta claro que
al denunciarse la violación “directa” de las normas que se citan en
el cargo, a la recurrente le correspondía aceptar que el acto
jurídico censurado era distinto a un testamento.
Esto, porque dada la vía escogida para denunciar la
violación de ley sustancial, la problemática, como se sabe, queda
confinada a la subsunción de los hechos que han quedado
establecidos, en las hipótesis normativas que las gobiernan,
respecto a su elección, aplicación y alcance. En ese caso, en
palabras de la Corte, la censura debe discurrir su actividad
dialéctica sin “separarse, un ápice siquiera, de la quaestio facti,
cual y como fue apreciada por el sentenciador, so pena de
resultar inidónea la acusación en caso de que ello ocurra”1.
Así las cosas, toda alegación contenida en el contexto
de la acusación, referida al testamento, cae en el vacío, puesto
que, al margen del acierto, el Tribunal definió la controversia a
partir de haber fijado que el acto jurídico cuestionado se
circunscribía a un mandato, conferido para ser ejecutado hasta un
año después de la muerte del comitente.
Por lo mismo, que se trataba de un mandato “amplio y
suficiente”, dirigido, en general, a que el mandatario, por cuenta
del mandante, “transfiera, comprometa, en promesa de venta” y
extienda “escrituras”, respecto de todos sus “intereses”.
1
Sentencia de 14 de diciembre de 2010, expediente 2002-00047, reiterando doctrina anterior.
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Distinto es que, como se advierte en otro apartado de
la censura, a lo cual, por lo dicho, queda reducida la impugnación,
en el campo estrictamente jurídico, esa manifestación autónoma
de la voluntad no pueda surtir efecto alguno, por sustituir o
desconocer las normas que regulan la forma como en vida una
persona puede disponer de sus bienes luego de su muerte.
2.- Desde el punto de vista jurídico, la noción de
mandato viene asociada a la idea de favor o de encargo, ya sea
que el colaborador actúe en nombre propio o en nombre de quien
requiere del auxilio ajeno.
Se trata, entonces, de un instrumento de integración y
colaboración que facilita satisfacer intereses del comitente, en
cuyo beneficio se realizan actos que por circunstancias de diversa
índole, no puede o no desea llevar a cabo él directamente. Tal
herramienta permite, pues, que a través de una superposición
personal, un sujeto de derecho realice una gestión por o para otro,
ya
como
simple
benevolencia,
ora
a
cambio
de
una
contraprestación.
Según el artículo 2156 del Código Civil, atendiendo la
esfera de las facultades, el mandato es especial cuando
“comprende uno o más negocios especialmente determinados”, y
es general si “se da para todos los negocios del mandante” o “se
da para todos, con una o más excepciones determinadas”.
3.- Para el buen suceso de la gestión encomendada, el
mandante puede ceder o transferir algunas autorizaciones o
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facultades al mandatario, con el fin de que sean utilizadas
estrictamente de acuerdo con los términos convenidos, con
independencia de que el mandato lleve o no consigo la facultad
de representación, cual se previene en los artículos 1262 del
Código de Comercio y 2177 del Código Civil.
Por esto, tratándose del mandato no representativo, se
entiende que se ha celebrado el contrato y que el mandatario, en
cumplimiento del encargo, actúa en nombre propio, así en el
fondo lo haga por cuenta ajena, sólo que frente al tercero carece
de representación, en tanto los efectos jurídicos del negocio
realizado se radican en cabeza del encomendado, quien fuera de
responder ante la persona con la cual ha contratado, es el único
que podría exigir el cumplimiento de lo estipulado. En cambio,
exhibida la facultad de contratar en nombre y por cuenta de otro,
la relación jurídica se traba es entre el comitente y el tercero.
Frente a lo expuesto, al decir de la Corte, “se
distinguen claramente el mandato y el acto de apoderamiento, así
éste sea una consecuencia de aquél, para significar que el
primero por sí no confiere la representación del mandante y que el
segundo es autónomo e independiente. De ahí que se hable de la
coexistencia de dos actos jurídicos, uno bilateral, el mandato, y
otro unilateral, el acto de procuración”2.
3.- Mostradas, por lo tanto, las facultades, dentro de
las que por naturaleza se entienden comprendidas en el mandato,
2
Sentencia 140 de 12 de diciembre de 2007, expediente 2000-00310.
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se encuentran las de “administración”, de conformidad con lo
previsto en el artículo 2158 del Código Civil.
Entre ellas, “pagar las deudas y cobrar los créditos del
mandante, perteneciendo unos y otros al giro administrativo
ordinario; perseguir en juicio a los deudores, intentar las acciones
posesorias e interrumpir las prescripciones, en lo tocante a dicho
giro; contratar las reparaciones de las cosas que administra y
comprar los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de
las tierras, minas, fábricas u otros objetos de industria que se le
hayan encomendado”.
Por esto, de acuerdo con el inciso final de la misma
disposición, para “todos los actos que salgan de esos límites [el
mandatario], necesitará de poder especial”. Ahora, como dentro
de esas facultades no se encuentran enunciados los actos
jurídicos de enajenación o disposición, no cabe duda que para
ese efecto resulta indispensable otorgar ese “poder especial”, al
margen de la clase de mandato, porque se trata de asuntos de
importancia, respecto de los cuales no puede caber duda de la
autorización dada al apoderado para realizarlos.
En ese sentido, la Corte tiene dicho que para que el
“mandante en general pueda ejecutar actos de disposición, como
vender, permutar, hipotecar”, requiere que se le “otorguen
expresamente, en cláusula especial, cada una de esas facultades,
aunque no se especifiquen los bienes”3, puesto que “un poder
general”
3
sólo
lo
habilita
para
llevar
a
cabo
actos
de
Sentencia de Casación Civil de 14 de febrero de 1913.
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administración, “pero no lo faculta para los dispositivos salvo que
en dicho poder se otorgue autorización expresa para ejecutar
determinada clase de actos, como vender, hipotecar, etc.”4.
Esto mismo se reiteró posteriormente, al decirse que
para que el “mandatario general pueda enajenar bienes raíces del
mandante, fuera del giro ordinario de los negocios de éste”, el
Código Civil exige “un poder o facultad especial, esto es que en
alguna parte del contrato se exprese, como se hizo en el caso de
autos, que se faculta al apoderado especialmente para que venda
los bienes raíces del otorgante”5.
4.- No obstante que los precedentes citados abogan
por una cláusula especial para que el mandatario pueda disponer
de los bienes del comitente, así “no se especifiquen”, juzga ahora
la Corte que bajo la figura del mandato no es posible entregar al
apoderado esas mismas facultades especiales sobre todo un
patrimonio, universalmente considerado, porque así se desprende
de la sistemática del Código Civil.
4.1.- El artículo 1867, prohíbe en forma expresa la
“venta” de todo un patrimonio, in genere, y sanciona con nulidad
absoluta la enajenación de “todos los bienes presentes y futuros o
de unos y otros, ya se venda el total o una cuota”, restricción que
se justifica para no dejar sin efecto las normas que demandan
determinar el objeto de las obligaciones y para evitar que la
indefinición propicie abusos en perjuicio de los contratantes.
4
5
Sentencia de Casación Civil de 26 de febrero de 1913.
Sentencia de Casación Civil de 6 de febrero de 1951.
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“[L]o que la ley no acepta -tiene dicho la Corte- y ese
es el alcance de la norma citada, es la venta de una universalidad
jurídica, porque no puede haber transferencia a título universal”.
4.2.- Lo anterior debe mirarse en armonía con el
artículo 1008, donde únicamente se prevé la sucesión universal
mortis causa “cuando se sucede al difunto en todos sus bienes,
derechos y obligaciones transmisibles o en una cuota de ellos”.
Así mismo, con el artículo 1464, porque si bien permite
las donaciones a título universal, sea de la totalidad o de una
cuota de los bienes, exige de todas formas, entre otros requisitos,
un inventario solemne, so pena de nulidad.
De igual modo, con el artículo 1518, según el cual,
precisamente, sólo pueden ser objeto de las obligaciones las
cosas que sean comerciales, siempre que “estén determinadas, a
lo menos, en cuanto a su género”.
Por último, con el artículo 15 del Decreto 2148 de
1983, modificado por el artículo 1º del Decreto 231 de 1985,
donde se prevé que “quien otorgue poder especial para enajenar,
gravar o limitar un inmueble, lo identificará con el número de la
matrícula inmobiliaria, nomenclatura o nombre y lugar de
ubicación”.
5.- Como se observa, en esas disposiciones subyace
un principio general, en cuya virtud, a nadie le es lícito celebrar
negocios que impliquen la enajenación de todos los bienes que
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integran un patrimonio, a menos que se determinen o sean
determinables. Al fin y al cabo, como refiere la doctrina, la
“sucesión por acto entre vivos sólo puede ser a título particular”6.
Desde luego, si el mandante, directamente, no puede
transferir a título universal su patrimonio, no cabe duda que
tampoco se encuentra autorizado para otorgar mandato de
disposición en forma genérica, porque por esa vía se estaría
desconociendo una prohibición expresa del ordenamiento jurídico.
A la larga, en ese caso, el comitente entregaría al
mandatario una facultad de la cual carece, lo que torna nula esa
forma de gestión, pues bien es sabido que a nadie le es lícito
hacer a través de otro, lo que no le es lícito por sí mismo (licere
nemini debet per alium, quod non licet per se ipsum).
6.- Ahora, sin pasarse por alto que la muerte del
mandante se erige en una de las causales legales de terminación
del mandato, la Corte reconoce que esa regla tiene su excepción
en los casos en que es “destinado a ejecutarse después de ella”,
según los términos del artículo 2195 del Código Civil.
Sin embargo, en coherencia con lo dicho, respecto del
mandato post morten, en cuanto a facultades distintas de
administración se refiere, es claro que no pueden ser abstractas,
no sólo porque esas otras cuestiones son ajenas a su naturaleza,
sino porque como supra quedó explicado, para el efecto, en
cuanto a asuntos determinados, necesita de un “poder especial”.
6
Alessandri Rodríguez Arturo, Somarriva Undurraga Manuel, Vodanovic H. Antonio, Tratado de
Derecho Civil, Parte Preliminar y General, Ed. Temis, Santiago de Chile, pág. 393.
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Con mayor razón cuando, conforme al Diccionario de
la Real Academia Española, la expresión destinar significa
“ordenar, señalar o determinar una cosa para algún fin o efecto”,
de donde se sigue que la facultad, amén se de ser expresa, debe
versar sobre actos particulares y concretos que requieran ser
ejecutados después de ocurrida la muerte del mandante.
Lo contrario, implicaría aceptar que a través de un
mandato post-morten se pueden sustituir las normas imperativas
que regulan la sucesión por causa de muerte, por las dispositivas
que, frente a atribuciones generales, a bien tenga, en nombre del
mandatario, el apoderado, cuando, como bien es conocido, el
testamento es el único instrumento previsto en la ley para que una
persona pueda disponer de todo o de parte de sus bienes, con
pleno efecto después de sus días.
Esto significa, en suma, que el mandato destinado a
ser ejecutado después del deceso del comitente, respecto de
asuntos ajenos al giro ordinario de sus negocios, siempre que no
tengan por finalidad eludir las normas imperativas que gobiernan
la sucesión mortis causa, solo es válido en la medida en que
expresamente se identifiquen, precisen o concreten las cuestiones
sobre las cuales el mandatario puede obrar.
7.- En el caso, al concluirse que era válido el mandato
destinado a ser ejecutado hasta un año después de la muerte del
comitente, dirigido a que el mandatario, respecto de la mandante,
además, “transfiera, comprometa, en promesas de venta, extienda
escrituras y defienda en toda forma sus intereses”, el Tribunal
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violó en forma directa los artículos 1741 y 2195 del Código Civil,
citados en el cargo, entre otros.
Las facultades post morten, desde luego, no podían
ser de recibo frente a una cláusula de esa naturaleza. Sin
embargo, como así se hizo, contrario a lo concluido por el
sentenciador de segundo grado, el mandato se encontraba
afectado de nulidad absoluta, por cuanto, cual quedó explicado,
comprendía un objeto no permitido en la ley, como es la
disposición genérica de todo el patrimonio de un causante, y por
ende, la elusión de las reglas establecidas por la ley para la
transmisión hereditaria.
8.- El cargo, por lo tanto, se abre paso.
SENTENCIA SUSTITUTIVA
1.- Se advierte, ante todo, que la sentencia apelada
negó la nulidad absoluta del mandato y de los contratos de
compraventa que le siguieron, incluidos los ajustados con los subadquirentes, así como la simulación absoluta de aquellos,
decisiones que igualmente hizo extensivas a las pretensiones
consecuenciales de unas y otras, a la par que se abstuvo de
pronunciarse de fondo sobre las denuncias del pleito formuladas.
Precisión de capital importancia, para hacer notar que
la competencia de la Corte, en sede de instancia, se circunscribe
a resolver el recurso de apelación que interpuso la parte
demandante, pero sólo en lo que fue objeto de reproche,
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conforme a los escritos de sustentación de la alzada, en concreto,
en lo relativo a la negación de las pretensiones principales.
Esto, porque si bien ese medio de impugnación se
entiende interpuesto en lo desfavorable al recurrente único, como
en el caso, sin que lo pueda agravar, cual lo prevé el artículo 357
del
Código
de
Procedimiento
Civil,
el
mismo
precepto
complementa la prohibición al decir que el “superior no podrá
enmendar la providencia en la parte que no fue objeto del
recurso”. Y los contornos de la alzada no pueden ser otros que las
inconformidades
expresadas
en
el
escrito
obligatorio
de
sustentación, como así últimamente lo señaló la Corte7.
2.- En síntesis, el a quo desestimó la nulidad absoluta
del mandato, en términos generales, tras advertir que la comitente
gozaba
de
capacidad
plena
para
conferirlo
y
que
su
consentimiento había sido expresado libre de todo vicio.
Además, dijo, el apoderado aceptó en forma tácita la
gestión y cumplió la voluntad de la comitente, al vender los bienes
referidos en la demanda, mismos que estaban en el comercio y
eran determinables por sus características o medidas.
Acotó que no hubo exceso del mandatario, respecto
de los poderes otorgados, como tampoco en el término para
ejercerlos; que no había formalidades que cumplir por tratarse de
un acto consensual; y que el caso se exceptuaba de la
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Vid. Sentencia de 8 de septiembre de 2009, expediente 00585.
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terminación del mandato por la muerte de Graciela Niño Espejo,
dado que su ejecución se extendió hasta tiempo después.
3.- En el escrito de apelación, la demandante recaba
en la nulidad absoluta del mandato conferido para ser ejecutado
hasta por un año después de ocurrida la muerte de la comitente.
En lo esencial, según se afirmó en la demanda y su
reforma, entre otras razones que no interesan al caso, por haber
sido otorgado “sin ningún lineamiento respecto a instrucciones de
venta” o con “amplias facultades para toda clase de negocios”, o
al decir del escrito de sustentación de la alzada, por tratarse de
“un simple poder otorgado por escritura pública para que el
mandatario dispusiera de los bienes a su antojo”.
4.- Sin desconocer que el ordenamiento positivo
reconoce el mandato post morten, la Corte por economía se
remite a las consideraciones consignadas al resolver el recurso de
casación, en cuanto ese acto jurídico es nulo en forma absoluta,
por objeto ilícito, en los casos en que, respecto de facultades
distintas de administración, el mandato que se confiere no
determina en concreto los asuntos de que se trata, con mayor
razón cuando, de una parte, contiene atribuciones de disposición
de todo el patrimonio del mandatario después de fallecido, y de
otra, tiende a eludir las normas que gobiernan el modo de adquirir
el dominio de las cosas por causa de muerte.
Eso es lo que acontece en el sub-judice, porque en el
mandato se expresó que ULISES NIÑO ESPEJO estaba
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autorizado, hasta por un año después de la muerte del comitente,
para defenderlo de “cualquier forma”. Según las propias palabras,
para que “transfiera, comprometa, en promesas de venta,
extienda escrituras y defienda en toda forma sus intereses”;
igualmente, para “transar, desistir y representarme en la forma
que él crea conveniente”.
Sin lugar a dudas, el mandato post morten se
encuentra afectado de nulidad absoluta, por objeto ilícito, puesto
que la forma de otorgar facultades de disposición para ser
ejecutadas después de fallecido el comitente, no sólo contraria los
principios del ordenamiento civil a que se hizo referencia, sino
también las reglas especiales de la sucesión mortis causa.
5.-
La
nulidad
absoluta
de
los
contratos
de
compraventa ajustados en cumplimiento del mandado, así como
los celebrados con los sub-adquirentes, se solicita, acorde con la
demanda y su reforma, “como consecuencia necesaria”.
Según el artículo 1602 del Código Civil, las partes de
un contrato sólo pueden invalidarlo “por su consentimiento mutuo
o por causas legales”. Esto significa, sin más, que las
pretensiones dichas no pueden ser de recibo, porque la ley no
erige como causal de anulación, respecto de los actos y contratos
subsiguientes, la declaración judicial de nulidad del negocio
jurídico que directa o indirectamente los originó.
Precisamente, en palabras de la Corte, el artículo 1748
del Código Civil, “no prevé, como efecto propio de la sentencia
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declarativa de la nulidad de un acto jurídico, la invalidez de los
negocios jurídicos celebrados con terceros adquirentes (…),
sanción que por lo demás está reservada por la ley para aquellos
actos en cuya formación se omiten las exigencias expresamente
requeridas para dotarlos de validez -artículos 1740 y 1741 del
Código Civil- y por ello sólo se puede fulminar por las causas
expresamente determinadas por el legislador”.
6.- Con relación a las pretensiones restitutorias, la
material de los inmuebles enajenados, o su valor actual en dinero,
se entiende que su fundabilidad pendía de la nulidad absoluta de
los contratos de compraventa, pues en los términos de la
demanda y su reforma, fueron planteadas sucesivamente de
manera “consecuencial”, de donde, stricto sensu, no se trataba
del ejercicio autónomo de la acción reivindicatoria. Sin embargo,
como tales negocios de enajenación no sufrieron ningún
quebranto, por lógica, esto mismo debe seguirse de todos efectos
que sobre el particular fueron esperados.
7.- En suma, la sentencia del juzgado debe ser
revocada parcialmente, en cuanto negó la nulidad absoluta del
mandato otorgado, para en su lugar acceder a dicha pretensión,
sin que haya lugar a condenar en costas ante la prosperidad
relativa del recurso de apelación, como tampoco, respecto del
mismo punto, en primera instancia, en cuanto al demandado allí
involucrado, entendiéndose que se compensan, al no prosperar la
nulidad absoluta que contra el mismo fue enderezada.
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En coherencia, las demás decisiones adoptadas por el
a-quo quedaran incólumes, no sólo porque, aunque por otras
razones, la negativa a decretar la nulidad absoluta de todos los
contratos de compraventa y sus consecuencias, se mantiene, sino
porque ningún otro aspecto fue impugnado. Desde luego, como
en esos temas, relativo a los otros demandados, la parte actora
pierde totalmente el proceso, la condena en costas que al
respecto se impuso en su contra en instancia queda justificada.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley, CASA la sentencia de
26 de julio de 2007, proferida por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Rosa de Viterbo, Sala Única, en el proceso
ordinario de que se trata, y actuando en sede de instancia,
REVOCA parcialmente la sentencia de 1º de junio de 2005,
proferida por el Jugado Promiscuo del Circuito de Santa Rosa de
Viterbo, en cuanto negó la nulidad absoluta del contrato de
mandato en cuestión, y en su lugar la DECRETA, a cuyo efecto
se librarán las comunicaciones que sean de rigor, en tanto en todo
lo demás impugnado se CONFIRMA, por supuesto, sin ninguna
modificación en lo que aparece fue marginado de la apelación.
Sin costas en casación, por haber prosperado el
recurso.
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Cópiese, notifíquese y devuélvase el expediente al
Tribunal de origen para lo pertinente.
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
WILLIAM NAMÉN VARGAS
(Excusa justificada)
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
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