Untitled

Anuncio
RESERVA DE LA BIOSFERA
CALAKMUL
En el centro de la Península de Yucatán, ocultando lo que fue quizá el centro urbano
más extenso de la civilización maya, una vasta cubierta vegetal tropical de tonos
rojizos y cafés-verdosos en la época de secas y de un verde intenso al caer las
lluvias, se pierde en el horizonte abarcando valles y suaves lomeríos, en donde
retumba el grito del mono saraguato y se siente la presencia del venerado jaguar: es
Calakmul.
De la extensa planicie de roca caliza que conforma la Península de Yucatán, la parte
más elevada está ocupada por la Reserva de Calakmul. Sus 700,000 hectáreas
abarcan una serie de ondulantes colinas entre las que merodean valles de muy
diversos tamaños, cuyo origen se debe a la acción química del agua sobre las calizas
que a lo largo del tiempo las disuelve y pule, dando a las laderas su aspecto suave.
Responsables de este proceso son los 1,200 milímetros de lluvia anual, que se
concentran prácticamente en los meses de verano, y que se originan debido a la
colisión de las masas de aire procedentes del Golfo de México y del Caribe,
formando escurrimientos superficiales que descienden por las laderas hasta perderse
en los vericuetos del macizo calcáreo o acumulándose en las llamadas “aguadas”.
Las partículas que acarrea el agua se sedimentan en los valles, formando suelos de
mayor espesor y ricos en materia orgánica, inundados parte del año, a los que se les
denomina en maya ak’alche’, que significa “árbol bajo”, lo cual en realidad designa
el tipo de vegetación que en él crece, a saber, árboles que no sobrepasan los quince
metros de altura, con bromelias y orquídeas colgando de sus ramas, y numerosos
arbustos. En esta selva baja siempre-verde que ocupa el 35% de la superficie de la
Reserva, destacan el palo de tinte (Haematoxylon campechianum), y el pukté
(Busida buceras).
En las planicies y laderas suaves se han desarrollado suelos profundos y ricos en
materia orgánica, en donde crece la selva alta subperennifolia, llamada así porque
casi la mitad de sus árboles –que no pasan de los 35 m-, pierden sus hojas durante
las secas.
En este tipo de vegetación, el más abundante en Calakmul, destacan el ramón
(Brosimum alicastrum), el chicozapote (Manilkara zapota) y la guaya (Talisia
olivaeformis). El resto de la Reserva está cubierta por selvas medianas y altas, así
como por diversos tipos de vegetación que crecen en las partes inundables.
En esta vasta extensión de selvas que son parte de un continuo que llega hasta
Belice y Guatemala, denominado El Gran Petén, se han registrado hasta la fecha
380 especies de plantas, de las cuales 45 son exclusivas de la Península de Yucatán.
Si bien Calakmul no es rica en endemismos, su posición geográfica hace de la
Reserva un importante corredor indispensable para la preservación de la riqueza
biológica de esta región transfronteriza, principalmente para la fauna. Entre las casi
noventa especies de mamíferos que se estiman para Calakmul, se encuentran cinco
de los seis felinos que hay en México, así como seis de las siete especies de
marsupiales y dos de las tres de primates, y para muchas aves migratorias –la cuarta
parte de las 235 registradas para la Reserva-, esta región es una parada obligada en
su itinerario.
Bajo este verde domo palpitante de vida yacen restos de la civilización maya que
habitó esta zona, alcanzando en su apogeo una población de sesenta mil personas,
en una superficie cercana a los 30 km2, en donde se han detectado 6,750
construcciones de tamaños variados. Los mayas tuvieron que hacer frente al exceso
y a la escasez de agua, y con seguridad a los daños que causaban a la selva y a los
cultivos los constantes huracanes. No se sabe si abandonaron el lugar por un
agotamiento de los suelos o si fue a causa de una intensa y prolongada sequía, pero
de su capacidad para vivir en este ecosistema, nadie duda.
Durante muchos siglos esta región estuvo habitada por sus descendientes, quienes se
defendieron de los conquistadores y toleraron a los misioneros, hasta su abierta
pelea contra los hacendados durante la Guerra de Castas ocurrida el siglo pasado. La
extracción de chicle, de palo de tinte y de maderas preciosas va a ser la principal
actividad económica de nuestro siglo, la cual, en los últimos años, ha pasado a
manos de los ejidatarios, quienes siguen cuidando la selva de sus ancestros, al
mismo tiempo que viven de ella.
Descargar