Diario Penal Nro 120 – 02.09.2016 ¿Qué te ha pasado justicia? A propósito del caso Villar Por N. Francisco Oneto. 1 La justicia ha perdido cualquier cuota de sentido común. En estos días estamos asistiendo públicamente, al calvario que está sufriendo un médico de 61 años, quién según se puede saber en virtud de todo lo que se transmite por los medios masivos de comunicación gozaba de una excelente reputación, por haberse defendido de dos delincuentes que cuando finalizaba su jornada laboral, intentaron sustraerle el vehículo que había comprado, fruto del trabajo y esfuerzo de toda una vida. A este Sr., El Dr. Oyhanarte, pretende imputarlo de homicidio. Sr. Juez, use el sentido común. Suponiendo que sea que este señor, re-ingresó a su domicilio a buscar el arma y luego salió y le disparó al delincuente, existen dos circunstancias que es imposible soslayar. Como primera medida, el delincuente aún estaba ahí, arriba del auto de la víctima, la afectación al bien jurídico propiedad aún no se había concretado, y el Sr. Villar evitó que se concrete. Es de suponer asimismo existió proporcionalidad en el medio empleado ya que el delincuente se encontraba armado con un pistolón calibre 16 según trascendió, y además, un detalle no menor Sr. Juez, arriba de un vehículo automotor, con el cual podía poner fin a la vida de, la única víctima de estos actuados, el Sr. Villar. Así el artículo 2240 del Código Civil y Comercial señala que “Nadie puede mantener o recuperar la posesión o la tenencia de propia autoridad, excepto cuando debe protegerse y repeler una agresión con el empleo de una fuerza suficiente, en los casos en que los auxilios de la autoridad judicial o policial llegarían demasiado tarde. El afectado debe recobrarla sin intervalo de tiempo y sin exceder los límites de la propia defensa”. Es decir, la necesidad de defenderse deriva de que la agresión también sea actual, es necesario que haya o todavía exista la posibilidad de defensa, o lo que es lo mismo, que sea posible evitar la lesión del bien jurídico amenazado2, en este caso, la propiedad. Es opinión generalizada en la teoría que las causas o fundamentos de justificación se encuentran en todo el ordenamiento jurídico: es indiferente que la realización de una acción típica esté autorizada por el derecho civil, por el derecho administrativo o por el derecho penal3. Como se dijo, en el caso, la acción se encuentra justificada por la norma del art. 2240 del CCCN. Como segunda medida, suponiendo que el Sr. Villar se hubiese extralimitado en el ejercicio de su derecho ¿Es posible exigirle a un ciudadano común que, mientras está siendo asaltado, y su vida está siendo amenazada por dos personas armadas, de los cuales, a la postre se comprobaría ostentaban un frondoso prontuario, evalúe de forma exacta si concurren los extremos de la legítima defensa, su exceso, o si por el contrario no se encuentran presentes? ¿Sr. Juez, estuvo Ud. alguna vez en un enfrentamiento armado? ¿Estuvo en una circunstancia parecida a uno? ¿Empuñó alguna vez un arma?. No se le puede exigir a un ciudadano común, que muy probablemente no conoce lo extremos de la legítima defensa, ni que ella se encuentra regulada en el art. 34 inc. 6 del Código Penal, y 1 Abogado. T° 117 F° 336 CPACF. T° 8 F° 284 CALM. T° 119 F° 781 CFACCSM. Sala penal del STJ de la Pcia. de Córdoba “SERAFÍN, Mirko Antonio p.s.a homicidio agravado por el art. 41 bis, etc. Recurso de Casación” (Expte. “S”, 02/2012).3 Enrique Bacigalupo, Derecho Penal Parte General, Ed. Hammurabi, P. 352.2 que muy probablemente razona de forma intuitiva que tiene derecho a no dejarse matar, y a defender lo que le pertenece4 que merite de forma exacta la concurrencia de dichos extremos. Lo que pasa por la cabeza de una persona en esa situación, sólo esa persona lo sabe. No me olvido, que seguramente no serán pocos los que se pregunten “¿lo mató por el auto? ¿la vida no tiene más valor?”, no pasa acá por qué cosa tiene más valor. En la legítima defensa no se pondera el valor de los bienes jurídicos en juego, en ese caso estaríamos hablando de un estado de necesidad disculpante, es decir, cuando yo afecto bienes jurídicos de un tercero de menor valor que el mío, el cual estoy salvando, por verme afectado por un mal que no estoy obligado a soportar, aunque puede no ser injusto. En la legítima defensa, por ser el mal que sufro injusto, no existe esa ponderación entre el valor de los bienes jurídicos afectados. ¿Y la proporcionalidad? La proporcionalidad es entre el ataque y la defensa, no entre los bienes jurídicos afectados. No va a faltar quien cuestione al médico por tener armas, ¿cuál es el problema con tener armas? No es ningún delito si están registradas en debida forma, es una actividad lícita, regulada por el dec/ley 395/75, y por obra y gracia del art. 19 de la CN, nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni privado de hacer lo que ella no prohíbe. Sin dejar de mencionar que el art. 21 impone a los ciudadanos el DEBER de armarse en defensa de la Constitución. Si, el DEBER. El problema con las armas, son cuando éstas están en manos de delincuentes. Si tiene armas es un violento. NO! Violento es quién viene y te quiere sacar todo lo que tenés, incluso la vida! No quien se vale de armas para defenderse. En suma Sr. Juez, no le busque el pelo al huevo, no le busque la quinta pata al gato, no busque ser políticamente correcto. Después de todo, la regla cuatro del decálogo de Couture nos enseña que uno debe luchar por el derecho; pero el día en que se encuentre en conflicto el derecho con la justicia, debemos luchar por la justicia, y eso se le exige Sr. Juez. Justicia. 4 A propósito véase Carta Encíclica Pacem in Terris de Su Santidad Juan XXIII, apartado 27 donde reza “ A la persona humana corresponde también la defensa legítima de sus propios derechos; defensa eficaz, igual para todos y regida por las normas objetivas de la justicia” (http://w2.vatican.va/content/john-xxiii/es/encyclicals/documents/hf_jxxiii_enc_11041963_pacem.html).-