Narrar un país Describir el mundo La cita indirecta la tomamos de Tolstoi: “Describe tu aldea y serás universal”, sentencia que parece cobrar mayor sentido al revisar el catálogo narrativo de LOM Ediciones, donde nombres como los de José Miguel Varas, Jorge Guzmán, Ramón Díaz Eterovic, Beatriz García-Huidobro, Juan Mihovilovich, Guadalupe Santa Cruz, Jaime Casas y Fátima Sime, entre otros, resultan imprescindibles a la hora de listar las novelas y cuentos de las últimas décadas en Chile. Sin embargo, viene siendo tiempo de que atendamos a lo más reciente y descubramos que la biblioteca ha crecido y quedan libros por leer. Este especial, sin duda, busca recoger parte de nuestra tradición y abrir las estanterías donde los libros guardan silencio. Pero antes quisimos hacer la siguiente pregunta a algunos de nuestros autores consagrados: ¿Qué ha significado para ti publicar en LOM? 1 ¿Qué ha significado para ti publicar en LOM? Para mí ha tenido varios significados. “participar de una comunidad Creo que el fundamental tiene que ver con algo de corte más bien afectivo. que en ningún momento ha Sentirse acogido y valorado, ser recibido desviado sus principios” en una comunidad naciente y formar parte de ella, participar de algún modo en su crecimiento y constatar que en ningún momento se ha desviado de sus principios fundadores y los ha mantenido durante tantos años. Esto hace que uno no solo sienta complacencia personal, sino también orgullo y esperanza de que en Chile aún haya espacios que se mueven por intereses sinceros y que su fuerza interna es capaz de derrotar a ese otro Chile que nos quieren imponer. Beatriz García-Huidobro LOM Ediciones significa ser parte de un proyecto que he visto nacer y desarrollarse desde sus primeros libros, casi artesanales, hasta la actualidad, en que es una editorial consolidada, con activa e importante presencia en el medio editorial chileno. Por otra parte, significa ser parte de una editorial que ha acogido con entusiasmo mi trabajo literario, que ha publicado y reeditado mis novelas, creando con ellas un catálogo vivo que los lectores pueden encontrar sin dificultad, lo que permite que prácticamente todos mis libros se mantengan en circulación; cosa que, al menos en Chile, pocas editoriales hacen con sus autores. También ha sido importante su apoyo para proyectar las novelas de Heredia hacia otros formatos, como DVD y libros gráficos. Y, finalmente, diría que ser un autor de LOM, más allá de las consideraciones literarias, ha significado contar con la amistad de sus editores y de muchas de las personas que trabajan en la editorial y con las que habitualmente nos encontramos en las librerías, en ferias de libros, presentaciones y otras actividades. Por todo esto último, y después de más de una década de trabajo con la editorial, más que un autor me siento un amigo de quienes le dan vida a la editorial. “más que un autor, me siento un amigo de quienes le dan vida a la editorial” Ramón Díaz Eterovic 3 Nuevos escritores. Nuevas lecturas Gonzalo Maier Leyendo a Vila-Matas (2011) Andrés Montero La inútil perfección y otros cuentos sepiosos (2012) Miguel Lafferte Máquinas de escribir (2012) Daniel Campusano La incapacidad (2012) Rossana Dresdner Pasajeros en tránsito (2012) Nicolás Vidal La luz oscura (2013) 4 Libros como pasaportes de entrada, retornos y huidas, cuentos para recuperar el encanto, formas móviles de entender el país, los registros de la memoria, cruzados de exilios y una derrota a contrapelo de la esperanza fundada en la palabra. Leer como una forma de sobrevivencia, más cuando escribir aventura una apuesta estética e ideología, acaso como el giro necesario para la recuperación del habla. Si la patria es la escritura, publicar es una expresión de la existencia ganada. Pero antes se debe dejar de ser un nombre y apellido en un catálogo. Seis libros, seis autores, seis respuestas para una pregunta que ni el mismo Jean Paul Sartre terminó de responder y que nuestro Óscar Hahn apenas esbozó, diciendo: “Porque el claro porque la sangre porque el papel/ porque la carne porque la tinta porque la piel”. Roberto Contreras Director de Carcaj 5 ¿Cuál es el rol de la escritura hoy? 6 Gonzalo Maier Yo soy de los que creen que la literatura está para salvar vidas. Así, tal cual. Sin metáforas. Que los libros hacen todo un poco mejor y más fácil. Que conversar de libros, tal como discutir de fútbol, es más barato y práctico que ir al sicoanalista. Que solo leyendo Madame Bovary o Hijo de ladrón n uno descubre qué es lo que piensa realmente de las traiciones, de uno mismo o –ya que estamos en esto– de la vida. Chesterton decía que envejecer es darse cuenta de que el resto siempre tuvo la razón. Pues bien, leer es una forma de envejecer rápido, de intuir “el papel de la literatura, que el mundo es más grande de lo que decía, es demostrar que ni pensamos, que seguramente todo lo que los mapas ni los buenos creemos es falso. Las razones de por qué se escribe son fáciles de sospechar y casi profesores son capaces de siempre huelen a vanidad y sobaco, en resumir el mundo” cambio los motivos para ponerse a leer son tantos y tan alegres que no sacamos nada con intentar enumerarlos. El papel de la literatura hoy, entonces, es el mismo que tuvo hace chorrocientos años, cuando Cervantes se reía de la moral medieval o hace poco menos, cuando Donoso ventilaba las sábanas de una casona polvorienta. El papel de la literatura, decía, es demostrar que ni los mapas ni los buenos profesores son capaces de resumir el mundo. O como aseguraban en una serie de televisión sobre ovnis y ciencia ficción, que hay vida allá afuera. 7 Andrés Montero La nostalgia es la tristeza melancólica que sienten los seres humanos al recordar – más bien al extrañar – algo que el pasado ha dejado atrás, generalmente de manera irremediable. La nostalgia es el recuerdo de lo que fue y ya no es. La literatura universal, sin duda, ha hecho de la nostalgia uno de sus más recurrentes aliados. De un modo u otro, los escritores han intentado siempre mostrar que el pasado, si es que no fue mejor que el presente, al menos es digno de recuerdo. No solo en lo relativo a la historia universal: también a cada una de las pequeñas historias personales que han ido forjando, desde la infancia, la esencia de aquel escritor que hoy se sienta a recordarlas, a veces inconscientemente, para dejarlas plasmadas en sus obras. La literatura no es otra cosa que un reflejo de las nostalgias que construyen la identidad de los pueblos. El escritor recoge nostalgias y las funde con las suyas propias, y a eso hemos llamado literatura. ¿Pero cómo puede la literatura del siglo XXI recoger las nostalgias actuales, cuando el mundo experimenta tan rápidos y profundos cambios? Cada día, la tecnología se deja obsoleta a sí misma. Lo que es nostálgico para un grupo etario no lo “la literatura no es otra es en absoluto para el siguiente. Y cada cosa que un reflejo de las día todo será, inexorablemente, más y nostalgias que construyen más rápido, y cuando un libro aparezca la identidad de los pueblos” para evocar nostalgias estará obsoleto antes de agotar su primera edición. ¿Cuál es, pues, el rol de la literatura hoy? No tengo dudas de que sigue siendo la evocación de los recuerdos, porque esta es una esencia que no se va a perder nunca. Pero estamos frente a recuerdos nuevos. Recuerdos a futuro, o bien, recuerdos que aún no existieron como realidad. La nostalgia del siglo XXI es la nostalgia de lo no vivido, y por ende, el rol de la literatura es descubrir los deseos no expresados más profundos de los pueblos. Lo único que nos permite ver expresadas nuestras nostalgias no vividas es la ficción. 8 9 Miguel Lafferte A Dostoyevsky le gustaba la ruleta, Hemingway practicaba la caza y la pesca, Bukowski apostaba a los caballos. Dicen que Bolaño era bastante bueno jugando al PlayStation. Alguien dijo una vez que la ficción es la realidad mejorada, y para mí la lite“los libros son pequeñas e ingeniosas máquinas capaces ratura es sobre todo eso: ficción (o la posibilidad de una pugna entre distintas de generar, por un tiempo realidades, «reales» o imaginarias). ilimitado, la ilusión de un Hay en todo ello algo deportivo, algo mundo coherente” azaroso y lúdico, como en un juego de apuestas. Y como en un juego de apuestas, las cosas pueden llegar a ponerse bastante serias. Aceptar como posible una situación descrita en un libro siempre me ha parecido un desafío. La apuesta puede ser alta o baja, arriesgada o cauta. Puede tratarse incluso de una apuesta suicida (uno puede suicidarse mediante un ritual japonés o con una caminata en la nieve). O quizá se trate más bien de una sobrepuja: de saber, como en un remate, quién da más. No existe en la lectura placer más grande que aceptar 10 10 la apuesta del autor, ¡aunque parezca escandalosamente alta, o incluso absurda!, y ver qué sucede a continuación: cómo sale del embrollo en el que acaba de meterse, cómo mantiene una tensión imposible, cómo concluye esa frase despeinada y extrañamente poética, aparecida de la nada. Este placer, que para mí se halla estrechamente vinculado al moldeado del carácter (puesto que incluye la posibilidad del acobardamiento, o del fracaso por exceso de temeridad), también puede experimentarse mientras se escribe, sobre todo si uno supone que el lector, como uno mismo (y aquí hablo soºlo por mí: escribo para mí mismo, o para un lector que en esto de aceptar apuestas es una versión mejorada de mí mismo), cubrirá el monto de la apuesta y pasará al siguiente movimiento. Los libros son pequeñas e ingeniosas máquinas capaces de generar, por un tiempo limitado, la ilusión de un mundo coherente, o en cualquier caso, cuyas contradicciones son finitas. Tal vez aquí radique la «mejora» de la realidad que supone la ficción (¿pero no es el mundo, el mundo de cualquier persona, también un mundo limitado y finito?). Ya sea leyéndolos o escribiéndolos, los libros nos someten a la dura prueba, ética y moral, de creer y descreer, de seguir el juego más allá del ridículo y el absurdo. La lectura puede ser una práctica del escepticismo, pero también puede ser todo lo contrario. Como dice un personaje de Stephen King, la escritura y la masturbación se parecen en el hecho de que ambas requieren de una mano rápida y de un cierto compromiso con la falsificación. Puede decirse que no hay lectura sin algún grado de compromiso, y ese compromiso con la falsificación (¿falsificación?, pero ¿y si todo fuera cierto?) no viene incluido en el libro. 11 1122 Daniel Campusano Por un lado, de seguro es la misma que ha tenido en cualquier época: aproximarse a los comportamientos humanos y aludir a los insondables matices emocionales que mueven nuestros vínculos. La literatura ha demostrado cómo el género humano posee conductas e impulsos que nunca dejarán de repetirse mientras exista el planeta. Un poema de amor de un poeta “un poema de amor de un de la dinastía Tang en el siglo I puede poeta de la dinastía tang identificar a un enamorado chileno del siglo i puede identificar en el 2013. O las debilidades humanas a un enamorado chileno retratadas en las obras de Shakespeare en el 2013” pueden encontrarse fácilmente en una cámara de diputados o en cualquier oficina comercial del mundo. Pero si existe algo que podría aportar la literatura en la velocidad actual, es precisamente la posibilidad de un freno, más que nunca un descanso, una detención de la máquina en que naturalmente circulamos. Curiosamente, hoy en día la ficción, que se supone está lejos de la tierra, puede convertirse en el más certero cable terrenal. Darse tiempo para la lectura, para la fantasía, significa hoy una autorización para inmiscuirnos y ensimismarnos; para separarnos un rato de una cotidianidad dominada por estímulos e interrupciones continuas: ruidos, obligaciones, exigencias de disponibilidad y, por supuesto, mensajes de redes sociales que nos condicionamos a responder con urgencia para sostener nuestras relaciones. Actualmente, estar leyendo con el celular en silencio le otorga a la ficción un sentido de desconexión más real y sensible que en cualquier otra época. 13 Rossana Dresdner En un mundo tan cambiante, me parece que preguntas tan cerradas como esta tienen poca vigencia. Porque si hay algo que el avance del conocimiento, y de las herramientas de acceso al conocimiento, nos ha demostrado, es que muchas de las verdades que guardábamos como inamovibles, ya no lo son. Y no necesariamente porque hayan estado equivocadas, sino simplemente porque han ido cambiando. Entonces me preguntaría, ¿qué es literatura? ¿Qué es un texto literario? ¿Se refiere a la palabra escrita? ¿Se refiere a la palabra impresa? ¿No entran los textos digitales en el concepto literatura? ¿O los textos orales? ¿Tiene la literatura relación directa con el objeto libro? ¿Y qué es un libro? ¿Son libros los e-books? ¿O los cómics? ¿Es, por ejemplo, el cómic del Detective Heredia, de Ramón Díaz Eterovic, literatura? No creo que la literatura tenga un rol per se. Al igual que otras herramientas “¿tiene la literatura de comunicación y expresión creadas relación directa con el por el ser humano, juega el rol que objeto libro? ¿y qué es un libro? ¿son libros los e-books? éste en un momento le otorga. Personalmente me interesa que existan ¿o los cómics?” personas más tolerantes, reflexivas, conscientes, cuestionadoras, propositivas, creativas. Y creo que para eso es necesario tener una visión amplia del mundo, de las personas que lo habitan y de sus realidades. Si accedo a ello a través de la literatura, a través de otras disciplinas, o a través de la experiencia concreta, creo, es secundario. 14 15 Nicolás Vidal Una época de cambios vertiginosos. La explosión de Internet ha conllevado un desarrollo exponencial de los medios audiovisuales, ahora al alcance de todo el mundo. Para muchos (incluidos algunos escritores), las series de televisión y el cine terminarán por reemplazar a la literatura. Un arte obsoleto, que ya no tiene mucho que aportar, al que las masas terminarán dando la espalda hasta transformarla en un pálido reflejo romántico de lo que alguna vez fue. Muchos escritores terminan comentando los capítulos de una serie norteamericana en lugar de “muchos escritores terminan hablar sobre sus lecturas. Para ellos, la narrativa se escribe en televisión. comentando los capítulos de una serie norteamericana Confirmando lo que dicen, eso de que la literatura será solo un pálido reflejo en lugar de hablar sobre romántico de lo que alguna vez fue, voy sus lecturas” a remontarme a casi cien años atrás citando una frase de Marcel Proust: “La obra del escritor no es más que una especie de instrumento óptico que ofrece al lector para permitirle discernir aquello que, sin ese libro, él no podría ver de sí mismo. El hecho de que el lector reconozca en sí mismo lo que dice el libro es la prueba de la verdad de este”. En esas palabras, me parece, reside la magia de una obra literaria, lo que la hace un arte superior: no es otra cosa que la capacidad de mutar en tantas obras como lectores de ella existan. Por más que vivamos en una sociedad tecnologizada, cosificada, donde prima lo inmediato por sobre lo imperecedero, de todas formas siempre se valorará la creatividad, porque ella le permite al ser humano continuar con su desarrollo (bueno, dependiendo del significado que se le quiera dar a esta palabra). Paradójicamente, en esta selva prevalecerá el que tenga la capacidad de crear por sobre el que no la tenga (este se limitará a obedecer las instrucciones del primero). La sociedad está tendiendo a formar individuos que solo almacenan y reproducen información. Pero la literatura es mucho más que eso. ¿Está en crisis la literatura? Me parece que la crisis está en el formato. 16