* Autorretrato Jorge Páez Vilaró el hombre múltiple Jorge Abbondanza JORGE PAEZ (1922-1994) fue una de las presencias dominantes en la pintura uruguaya de un periodo particularmente caudaloso en la materia, aunque hizo algunas otras cosas. Igual que ciertos contemporáneos como Vicente Martin y Oscar García Reino, se caracterizó no solo por el sello inconfundible de su obra sino por su producción torrencial y una actividad incesante que han quedado estampadas en su kilometraje curricular, una vastedad en la que competían las notabilidades plásticas de la época. Tan expansivo en su vida como en su trabajo, Jorge permite establecer un claro paralelo entre esos dos ámbitos, demostrando a que extremo su carácter se reflejó en una pintura que lo desdoblaba. En lo que fue la etapa culminante de su trayectoria, que lo mostró en pleno control de sus recursos expresivos y en la soltura más perdurable de su lenguaje, fue abandonando el impacto bastante dramático de su informalismo y la huella que ahí dejo el Grupo Cobra, para volver al mundo visible y embarcarse en una vertiente mucho más cordial, de seducción instantánea y paleta de un cromatismo radiante, donde retomó (en forma definitiva) la presencia de la figura humana y del paisaje urbano como herramientas medulares, a partir de las cuales desplego una modalidad ilustrativa radicada en las series del tango, los bodegones, las playas o los retratos de individuos Homenaje 43 famosos, resueltos can mano muy libre, donde las energías de trazo, el espesor de la materia y las manchas de color volcaron abundantes estímulos visuales, que allí persisten como constancia de unos estados de ánimo favorables y una reconciliación con la realidad. Esa etapa, que coincidió con la madurez de su vida, lo identifica en más de un sentido como puede hacerlo una caligrafía reveladora, porque allí se traslucen su naturaleza comunicativa, su espíritu burlón y su entusiasmo laboral, igual que en una rúbrica. Las siluetas voluminosas con que pobló sus cafetines, los rostros que asoman desbordándose en un primer plano, la pincelada negra que bordea cada forma y el recortado contorno del paisaje, delatan al hombre de opiniones certeras, autoridad risueña, personalidad invasora, temple bien fogueado y humor pegadizo, rasgos que en algunos casos suelen afianzarse cuando se ha vivido lo suficiente para saber lo que se hace, controlar lo que se dice y disfrutar lo que se ve. Por eso no hace falta recurrir al estupendo autorretrato que figura en esta muestra, para reconocer el semblante del artista. Pero el reencuentro con la pintura de Jorge Páez también debe servir para evocarlo de cuerpo entero, revestido de todas las actividades que enriquecieron su presencia en este medio. Porque el artista fue uno de esos agentes múltiples de la cultura, que a través de los años figuró a la cabeza de un espacio de arte (la Galería Windsor), fue un importante coleccionista de piezas precolombinas y coloniales, presidió la Comisión Nacional de Bellas Artes y creó el Museo de Arte Americano de Maldonado, donde programó intensas temporadas, actuando asimismo como coordinador y comisario en certámenes y envíos al exterior, al margen de su dedicación al oficio publicitario (en el Consorcio Americano), que también lo mantuvo ocupado en medio de ese ajetreo profesional. Así dejó constancia de cómo puede operar un hombre-orquesta, porque es esa facetada personalidad, y no sólo el perfil del pintor, lo que se refleja en estas obras que lo mantienen vivo. Piano tanguero 44 Síntesis biográfica Eduardo Sellanes Iglesias Jorge Páez Vilaró nació en Montevideo el 19 de mayo de 1922. Hijo de Miguel A. Páez Formoso y de Rosa Vilaró Braga. Recibió junto con sus hermanos Miguel y Carlos una formación humanista de gran riqueza cultural. De firme vocación artística concurrió a talleres de maestros nacionales, en los que afirmó sus condiciones para la práctica de las artes plásticas. Apenas terminada la segunda guerra mundial se trasladó a Inglaterra vinculándose a figuras de la talla de Ben Nicholson y Jacob Epstein entre otros. En 1957 organizó y llevó al Museo de Arte Municipal de Amsterdam una muestra de arte uruguayo, incluyendo a Torres García, que recorrió luego varias ciudades entre otras, La Haya y Rotterdam. En Utrech siguió cursos de museología con Sandberg, destacada figura en la materia. En Stedelijk Museum se vincula al grupo Cobra acercándose a Apple y a Corneille de los que sacó renovadas enseñanzas para la afirmación de su pintura e ideas. Concibió un nuevo arte de acuerdo a los cambios filosóficos, humanos, sociales y estéticos comunicados por el nuevo hombre de la post guerra. En la ciudad de Buenos Aires, en la Galería Pizarro, presentó su primera exposición; una serie de obras diagramadas bajo la tutela de sus relaciones con el grupo Cobra, dando lugar a elogiosos comentarios y al entusiasmo de los más jóvenes que en aquel instante estaban pautando el renacer de un arte más universal en la Argentina: Macció, Noé, de la Vega y Deira entre otros. Sus pinturas abstractas influenciadas por el grupo Cobra hacen que Páez se introduzca en un arte universal no dependiente de las escuelas oficiales, basado en las raíces de las tradiciones populares y en el arte primitivo local. Abstracto 45 Farallones A partir de la década del 60 comenzó a construir su propio universo dentro del informalismo con una fuerte densidad matérica. Con el transcurso de los años y bajo la influencia del arte pop indagó en temas populares e históricos uruguayos que incluían paisajes, retratos, bodegones y temas de tango. Como artista representó a Uruguay en la Bienal de San Pablo, Bienal de Venecia, Bienal de Córdoba y en numerosas exposiciones internacionales. Jorge Páez ha sido unos de los pintores latinoamericanos que obtuvo mayor cantidad de distinciones en compulsas internacionales, dentro de las cuales se destaca la Bienal de San Pablo que le otorgó en tres ediciones el premio Brindes Pombo por sus dibujos, el Premio Caio Alcántara Machado por sus pinturas informales y el Premio al Mejor Dibujante Latinoamericano por sus "Dibujazos". Fue colaborador de numerosos emprendimientos culturales en Uruguay, Argentina, Chile y Brasil. Fue miembro de la Comisión Nacional de Bellas Artes y del jurado de la X Bienal de San Pablo. Fue el organizador de la donación de arte uruguaya para el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de Quinta Normal, Santiago de Chile y el Museo de Arte Contemporáneo de San Pablo. Su vocación americanista le llevó a integrar la Sociedad Bolivariana del Uruguay e integrar la Comisión Nacional en pro del Monumento al Libertador en el Uruguay. Fundó el Museo de Arte Americano en Maldonado donde propulsó las artes plásticas latinoamericanas. Sensible al patrimonio histórico del país, Páez logró restaurar invalorables obras de la primera arquitectura portuguesa de la Colonia del Sacramento que datan del principio del siglo XVIII , entre ellos, su casa que hoy le rinde su homenaje y "El Rancho Portugués de 1726" en que instaló un hermoso y peculiar museo "Cerámicas y Baldosas Coloniales", con la base de una completa colección de piezas armadas bajo su supervisión. Como coleccionista de arte llegó a tener obras de Picasso, Miró, Chagall, Mondrian, Tápies, De Chirico y esculturas de Degas, Maillol, Rodin, Moore y Mariano Marini entre otros. Su completa colección de arte precolombino fue la base para la creación del Museo de Arte Americano de Maldonado. Jorge Páez Vilaró falleció en la ciudad de Montevideo el 26 de noviembre de 1994. Tecueme Hembra Tecueme Macho 47 Personajes y jinetes 48 Retratos y figuras 49 Arena 50 Sinfonía 51 52 Personajes La caída del Charlatán Familia 54 Dibujazo 55 José Luis Borges 56 Sinfonía. Öleo sobre tela, 0.60 m x 0.80 m - 2008 Carlos Gardel 57 Personajes del tango 58 Tango 59 Gorlero Puerto de Punta del Este 60 Playa Carrasco Mi viejo Pocitos 61 Montevideo 62 Encuentro en el Tupí 63