EL ACELERADOR Y EL FRENO Todos los que manejamos automóvil sabemos que una vez que hemos engranado la marcha, tenemos tres cosas con qué controlar su desplazamiento: el timón, el acelerador, y el freno. El timón lo usamos para mantener el vehículo sobre la carretera, el acelerador para aumentarle su velocidad, y el freno para disminuirle su velocidad. Vale la pena calificar las funciones del acelerador y del freno con la palabra “generalmente”, porque si vamos en bajada, y quitamos el pie del acelerador, reducimos la velocidad, y si quitamos el pie del freno aumentamos de velocidad. En todo caso el acelerador es el instrumento idóneo para incrementar la velocidad, y el freno para disminuirla. En el desplazamiento o desarrollo de la economía sucede algo similar con respecto a la efectividad de la política monetaria por un lado, y de la política fiscal por el otro. No son simétricas en su efecto de acelerar o frenar la economía. Veamos adelante. Nota: al timón lo podemos comparar con el conjunto de leyes y costumbres que mantienen a la economía por un rumbo individualista (capitalista) o colectivista (socialista) o una mezcla intermedia. La política monetaria es muy eficiente para frenar una economía recalentada, pero no lo es para reactivar una economía en recesión. La receta para frenar con política monetaria es aumentar las tasa de interés y disminuir el efectivo disponible al sistema. Al ocurrir esto, algunas actividades de inversión y consumo qué antes se hubiesen realizado, ahora con la presencia de más altas tas de interés y la existencia de menos liquidez, ya no se van a llevar a cabo. Por ejemplo, ya no compraremos la nevera que íbamos a comprar porque por un lado ya no nos alcanza el ingreso mensual para pagar las ahora más altas cuotas mensuales, y por otro lado el banco tiene menos dinero con el cual financiárnosla. Simultáneamente la fábrica de neveras ya no ejecutará la inversión que tenía prevista para expandirse porque piensa que ahora se venderán menos neveras, y además necesita un mayor nivel de rentabilidad para poder hacer servicio a los ahora más caros préstamos. Muy eficiente la aplicación de la política monetaria par frenar. Pero no es simétrica su eficiencia para estimular la economía. La receta para estimular (acelerar) es disminuir las tasas de interés y hacer más efectivo disponible al sistema. Pero sucede algo cómo “podemos llevar al caballo al arroyo, pero no podemos obligarlo a que tome agua”. Por ejemplo, si estoy desempleado, como algunos lo estarán en una recesión, nada importa que las tasas de interés sean iguales a cero porque no voy a comprar la nevera. Si la gente no compra neveras, tampoco la fábrica se expandirá. Prueba de la asimetría de la política monetaria, es observar la efectividad con la que la Reserva Federal de Los Estados Unidos, frenó la economía empezando a mediados del año 2000, cuando en Junio del 2000 aumentó las tasas de interés de un 4.70 %, a un 6.64% en Julio del 2000, un aumento del 41 %. Contrarréstese ese éxito de enfriar la economía contra el fracaso de reactivarla a pesar de haber disminuido las tasas en un 46% del nivel del 6.50 % en Diciembre del 2000, al presente nivel del 3.5 % en Agosto del 2001. La política monetaria es un buen freno, pero un mal acelerador. La política fiscal es un tanto más difícil de analizar porque están involucrados tanto el tamaño del déficit fiscal así como el nivel del gasto público. Es mejor tener proporcionalmente un mayor déficit acompañando un menor nivel de gasto público, que tener un menor déficit junto con un mayor nivel de gasto. Por esto quiero decir que es mejor que las finanzas públicas estén desequilibradas en un 10% pero con un presupuesto de $ 1,000 millones, a que estén desequilibradas en un 1 % pero con un presupuesto de $100,000 millones. Política fiscal tiene que ver con el gasto público. Es fácil pensar cómo si hay una recesión, un aumento en la construcción de carreteras por ejemplo, va a emplear mano de obra desempleada. El aumento en el gasto público echa la bola de nieve a rodar. Ahora si para financiar el gasto, el gobierno aumenta los impuestos, lo “bueno” que hizo con la mano derecha, lo deshizo con lo que hizo con la mano izquierda.. El aumento en el gasto en buen lenguaje keynesiano tiene que ser deficitario. De igual forma hay varias experiencias probadas tal como la implantación de programas de disminución de impuestos de los presidentes Kennedy y Reagan, creando inicialmente déficit fiscales, pero que reactivaron la economía, eventualmente cerrando la brecha fiscal. La política fiscal es un buen acelerador. Le da un impulso a la economía y de allí ella camina ya sola. Pero el anverso no funciona así. Si la economía está “sobrecalentada” y se disminuye el gasto público, se le quitará un poco de dinamismo, se le quitará un poco de impulso, pero una economía sobrecalentada ya tiene su dinámica propia. pero el momento el impulso, pero si el momento de la economía es grande, ella seguirá caminando recalentada.