Prejuicio Psicología Social y de las Organizaciones Curso 2009-2010 Algunos experimentos... Clark & Clark (1947): descubrieron que los niños negros (incluso con solo 3 años) preferían jugar con muñecos blancos. Goldberg (1968): dio a un grupo de mujeres varios artículos para leer. En algunos casos se les dijo que el autor era un hombre y en otros que era una mujer. Los resultados muestran que las participantes valoraban más los artículos cuando pensaban que los había escrito un hombre. Estereotipos Un estereotipo es una generalización o sobregeneralización que no necesariamente tiene que ser negativa ni implicar juicio de valor. Algunos ejemplos de estereotipos son pensar que todos los japoneses son buenos en matemáticas o que a todos los negros se les da bien bailar. Los estereotipos pueden contener algo de verdad, pero con frecuencia están equivocados. Aunque sea cierto que algunos japoneses son buenos en matemáticas, eso no quiere decir que todos los japoneses sean buenos en matemáticas, ni que haya algo inherente a los japoneses (por ejemplo, algún gen) que les haga ser mejores. Prejuicios Cuando los estereotipos generan actitudes negativas hacia un grupo distinguible que nos hacen pensar, sentir y actuar con hostilidad hacia ese grupo, hablamos de . Por tanto, un prejuicio se distingue de un estereotipo en que prejuicios a) Es negativo b) No es una idea sino una actitud: implica sentimientos y predisposición a actuar con hostilidad. Pensar que todos los japoneses son buenos en matemáticas no es un prejuicio porque ni es negativo ni me llevar a tener ningún sentimiento especial hacia ellos ni a tratarles de forma diferente. Pensar que todos los gitanos son unos ladrones sí es un prejuicio porque tiene una carga negativa y me lleva a percibirlos con hostilidad y a tratarlos de forma diferente. El término discriminación se usa para referirse a las conductas negativas que generan los prejuicios. Prejuicios raciales Aparentemente, los prejuicios raciales se están reduciendo en las últimas décadas (políticas de integración...). También parece que las propias personas afectadas por estos prejuicios comienzan a verse a sí mismas de forma más positiva. Sin embargo, aún pueden detectarse formas más o menos sutiles de prejuicio. Cuanto más íntimo es un aspecto de la vida, más fácil es que afloren el racismo. Prejuicios de género Al hablar de estereotipos de género es importante distinguir algunos conceptos: Estereotipos de género: creencias sobre cuál es la conducta real de hombres y mujeres. Roles de género: expectativas sobre la conducta ideal de hombres y mujeres. Prejuicios: actitudes positivas o negativas sobre cada sexo. Al igual que sucede con los prejuicios raciales, también parece que los prejuicios de género se han reducido notablemente desde los años 50. Sin embargo, hay muchos ámbitos en los que estos prejuicios siguen siendo obvios: Mucha gente no está de acuerdo con los intentos por promover la igualdad. Las mujeres siguen teniendo salarios más bajos. En países menos desarrollados las mujeres se ven más apartadas de la educación, de derechos fundamentales... Persistencia Una característica importante de los estereotipos y prejuicios es que suelen ser resistentes a la información contraria, como puede verse en el siguiente ejemplo de Gordon Allport: Sr. X: El problema con los judíos es que sólo se preocupan por su propio grupo. Sr. Y: Pero las estadísticas de las campañas de beneficencia muestran que, en proporción, han hecho donativos más generosos para las necesidades generales de la comunidad. Sr. X: Eso prueba que siempre están intentando comprar prestigio e introducirse en los asuntos cristianos. Sólo piensan en el dinero; por eso hay tantos banqueros judíos. Sr. Y: Pero un estudio reciente muestra que el porcentaje de judíos en el negocio de la banca es despreciable, muy inferior al porcentaje de los no judíos. Sr. X: Exactamente, no administran negocios respetables. Sólo invierten en la industria cinematográfica o en las salas de fiestas. Bodenhousen & Wyer (1985) Pidieron a un grupo de voluntarios que evaluasen las fichas de una serie de presos que querían pedir la libertad condicional. En algunos casos el delito se ajustaba al estereotipo del delincuente y otras no. Por ejemplo, a veces a un latino llamado Carlos Ramírez se le acusaba de haber cometido un robo y a un anglosajón llamado Ashley Chamberlaine de haber cometido malversación de fondos. En otros casos, los delitos se asignaban a la persona contraria. Los resultados mostraron que cuando los delitos se ajustaban a los estereotipos, los participantes eran más duros con los prisioneros e ignoraban información relevante para su puesta en libertad (por ejemplo, buen comportamiento). Esto demuestra que cuando tenemos un estereotipo sobre alguien sólo nos fijamos en la información consistente con este estereotipo, lo que podría explicar por qué los estereotipos son tan persistentes. Atribución causal La aparición y desarrollo de los prejuicios está íntimamente ligado a un proceso psicológico denominado atribución causal. Según muchos psicólogos, las personas tenemos una gran tendencia a buscar las causas de los fenómenos de observamos a nuestro alrededor. Por ejemplo, cuando un equipo de fútbol pierde un partido importante en todos los medios aparece gente tratando de explicar la derrota: el entrenador no ha hecho bien su trabajo, los jugadores no estaban motivados, los jugadores estaban cansados por otro partido, la táctica no era la adecuada… Atribución causal útil, porque al entender por qué ha pasado algo también podemos predecir mejor lo que sucederá en situaciones En general, este proceso de atribución causal es similares, podemos evitar que vuelva a pasar... Sin embargo, nuestro proceso de atribución causal también suele dar lugar a errores. Por ejemplo, podemos concluir que hemos aprobado un examen porque hemos llevado un amuleto y no porque hemos estudiado. También podemos concluir que hemos suspendido un examen porque era demasiado difícil y no porque habíamos estudiado poco. Error fundamental de atribución Con frecuencia, nuestro tipo de atribuciones es diferente cuando queremos explicar nuestro propio comportamiento que cuando queremos explicar el comportamiento de los demás. Error fundamental de atribución En general solemos atribuir nuestra conducta a la situación en la que nos encontramos y la conducta de los demás a sus características de personalidad. Este sesgo se conoce como error fundamental de atribución. Por ejemplo, cuando yo suspendo un examen tiendo a pensar que el examen ha sido difícil, que no he tenido tiempo de estudiar... (circunstancias). Sin embargo, cuando otra persona suspende, pienso que se debe a que es tonta, a que no se ha esforzado... (personalidad). Atribución y prejuicio El error fundamental de atribución juega un papel muy importante en la aparición y mantenimiento de los prejuicios. Por ejemplo, si las estadísticas muestran que los negros puntúan menos en los test de inteligencia, es probable que pensemos que se debe a algo inherente a ellos (su menor inteligencia) que a sus circunstancias (la marginación social, la falta de oportunidades...). Atribución y prejuicio El problema es aún más grave porque el propio proceso de atribución causal suele estar guiado por nuestros estereotipos, lo que inicia un círculo vicioso entre atribuciones y prejuicio. Si pensamos que todos los gitanos son esencialmente unos ladrones, entonces cuando nos digan que un gitano ha cometido un robo lo atribuiremos a esta disposición interna a robar y no a sus circunstancias. Esto a su vez fortalecerá nuestro estereotipo de que los gitanos son ladrones por naturaleza. Deaux & Emswiller (1974) Los participantes tenían que ver un vídeo en el que un hombre o una mujer hacían un experimento sobre percepción visual. Ambos lo hacían muy bien. Después se preguntó a los participantes por su opinión sobre los motivos de este éxito. Cuando quien lo hacía bien era un hombre, la mayoría de los participantes (tanto hombres como mujeres) atribuían su éxito a la habilidad personal. Sin embargo, cuando quien lo hacía bien era una mujer, tanto hombres como mujeres atribuyeron su resultado a la suerte. Este experimento muestra cómo los prejuicios afectan al tipo de atribuciones que hacemos y cómo, a su vez, estas atribuciones fortalecen los estereotipos. Profecía autocumplida Los prejuicios también se mantienen por medio de una profecía autocumplida que mantienen tanto los que marginan como los marginados: Los que ejercen el prejuicio tienen la expectativa de que las víctimas son peores, menos trabajadores, menos honestas... y estas expectativas pueden después convertirse en realidad. La gente que sufre el prejuicio llega a tener siempre la expectativa de que será una víctima y esta expectativa acaba convirtiéndose en realidad. Profecía autocumplida Por otra parte, si uno mismo espera que va a ser tratado con prejuicio, es posible que se comporte de forma inadecuada y acabe confirmado ese prejuicio. A esto se le denomina amenaza del estereotipo. Diversos experimentos ilustran este fenómeno: Si se dice a un grupo de estudiantes que está comprobado que las mujeres son peores en matemáticas y después se hace un examen de matemáticas, las mujeres obtienen menos puntos que los hombres. Si un grupo de personas hace un examen de matemáticas junto con otro grupo de personas supuestamente muy buenas en matemáticas (por ejemplo, estudiantes japoneses), sus notas son peores. Profecía autocumplida Si se hace pensar a un grupo de estudiantes que lo más probable es que suspendan una asignatura, su rendimiento en esa asignatura es peor. Si a una mujer asiática se le recuerda antes de un examen de matemáticas que las mujeres suelen ser malas en matemáticas su nota es peor que si se le recuerda que los asiáticos son buenos en matemáticas. Sesgo del endogrupo Recuerda que cuando hablamos del autoconcepto vimos que no sólo consta de una identidad personal, sino también de una identidad colectiva o social. Esto implica que en cualquier situación dividimos a las personas en diferentes grupos, nos identificamos con uno de ellos (“nosotros”) y, automáticamente, nos excluimos de otros grupos a los que se denomina exogrupo (“los otros”). Sesgo del endogrupo De la misma forma que tendemos a vernos a nosotros mismos favorablemente por el sesgo de autoservicio, también estamos sesgados para ver a nuestro propio grupo (el endogrupo) favorablemente. Este sesgo se denomina sesgo del endogrupo. Para conseguir esto lo que hacemos es ensalzar los logros de nuestro grupo y menospreciar los logros del exogrupo. Esto puede hacerse manteniendo prejuicios hacia el exogrupo. Por tanto, los prejuicios pueden surgir para mejorar nuestra identidad colectiva. Tenemos prejuicios negativos sobre el exogrupo para poder sentirnos orgullosos del endogrupo. Competencia económica y política Los prejuicios suelen aflorar con mayor facilidad en épocas de crisis económica y política, cuando la gente debe competir por los recursos. Por ejemplo, se sabe que los prejuicios contra los negros son mayores entre las personas con un nivel socioeconómico justo por encima del nivel socioeconómico medio de los negros. Sobre todo en áreas es las hay mucha competencia con ellos para acceder al mercado laboral. En este sentido, los prejuicios ayudan a mantener a las mayorías en una situación privilegiada. Por ejemplo, si hay escasez de empleo, los prejuicios para otras razas pueden servir para que no obtengan buenos empleos. De esta forma, es más fácil que los blancos puedan acceder a los trabajos bien remunerados. Fenómeno del mundo justo Todos queremos pensar que el mundo en que vivimos es justo, que nuestra forma de comportarnos y la de los que nos rodean es justa, etc. Por eso asumimos que cuando a alguien le va mal es porque se lo merece. Lerner (1965, 1980): unos espectadores deben ver una película en la que aparecen dos personas trabajando más o menos con el mismo esfuerzo. Por azar, una de ellas consigue un premio y la otra no. Los espectadores tienden a pensar que quién recibió el premio había trabajado más. Furnham & Gunter (1984): quienes más creen en un mundo justo, tienen más probabilidades de tener prejuicios contra los pobres. Correlación ilusoria Otro factor que parece influir en la aparición de prejuicios es la tendencia a percibir correlaciones donde no las hay. Cuando dos eventos extraños o distintivos ocurren a la vez tendemos a pensar que están relacionados. Por ejemplo, si un día comes helado de pistacho y después te sientes mal, es probable que atribuyas el malestar al pistacho que a cualquier otra cosa que hayas comido. Correlación ilusoria De la misma forma, cuando una persona nos llama la atención, somos especialmente proclives a atribuirle otras cosas extrañas que ocurran en su presencia. Por ejemplo, si presenciamos un robo (acción distintiva y extraña) y vemos a una persona de una minoría étnica en la escena (persona de una raza distintiva), podemos pensar que esa persona tiene algo que ver con el robo. Personalidad autoritaria Según, Theodor Adorno algunas personas tienen lo que él llama una personalidad autoritaria. Las características de la personalidad autoritaria son: Tienen creencias rígidas y valores “tradicionales” Son intolerantes con la debilidad (en ellos mismos y en los demás) Son punitivos Respetan la autoridad y las jerarquías de forma extrema Personalidad autoritaria Según la teoría clásica (probablemente errónea), se trata de personas que fueron educadas con autoritarismo en la infancia y que, consecuentemente, están especialmente preocupadas por las relaciones de poder y por el respeto a las costumbres. Personalidad autoritaria Aunque no hay muchos datos que apoyen la teoría de Adorno sobre la personalidad autoritaria, sí que parece cierto que las personas con este patrón de personalidad están predispuestas a tener prejuicios. Personalidad autoritaria Algunos estudios muestran que estas personas son más hostiles hacia las minorías; no hacia una minoría en concreto sino hacia todas en general. También tienden a ser más etnocéntricos. Creen que la forma en la que se hacen las cosas en su sociedad tradicional es la forma correcta de hacerlas; las demás sociedades están equivocadas. ¿Qué hacer? Como hemos visto en otros temas, es muy difícil cambiar las actitudes de las personas: si intentamos educar a la gente para que abandone sus prejuicios, lo que harán será simplemente ignorar esta información contraria a sus actitudes. Sin embargo, hemos visto que los cambios en la conducta suelen producir cambios en las actitudes. Por tanto, para combatir los prejuicios lo que hay que hacer es intentar que la gente se vea obligada a interactuar con las minorías en condiciones de igualdad. ¿Qué hacer? Una vez acostumbrados a estas interacciones, las personas necesitarán cambiar sus actitudes para hacerlas coherentes con su conducta. También es bueno que la gente sepa que se va a ver obligada a interactuar con las minorías. Al saber que esto es inevitable, la disonancia les hará verlo como menos malo. ¿Qué hacer? El problema es que suele ser muy difícil hacer que las minorías puedan interactuar con las mayorías en condiciones de igualdad. No basta con que la gente interactúe: hace falta que lo hagan como iguales. Además hace falta que todo el mundo perciba que la situación de interacción no es competitiva. Por ejemplo, si los hombres perciben la discriminación positiva hacia las mujeres como un peligro para sus propios trabajos, esto puede aumentar el prejuicio en vez de reducirlo. ¿Qué hacer? Al parecer, la mejor forma de hacer que desparezcan los prejuicios y la hostilidad es que los dos grupos tengan que cooperar entre sí para alcanzar una meta: En el estudio de Sherif y cols. con los Águilas y las Serpientes, la hostilidad entre los dos grupos de niños sólo desapareció cuando tuvieron que enfrentarse a problemas que sólo podían resolver juntos. Otros estudios de Aronson sugieren que una forma de terminar con los prejuicios raciales es hacer que los niños de diferentes razas dependan unos de otros para estudiar en la escuela (por ejemplo, que cada niño estudie parte de un tema y se la tenga que explicar al resto).