Cesión de créditos laborales, subrogación y desistimiento de acción

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220-70062
Asunto: Cesión de créditos laborales, subrogación y desistimiento de acción revocatoria concursal.
Me refiero a su escrito radicado en esta entidad el día 8 de agosto del presente año con el No. 2001-01-070062, en
el cual consulta, de una parte, si un tercero que paga las obligaciones laborales de una sociedad abocada a un
proceso concursal liquidatotrio se subroga en todos los derechos y privilegios inherentes a dichos créditos y, de
otra, si "existiendo en la empresa, una acción revocatoria (instaurada por la Superintendencia) de un inmueble
cedido por la administración anterior a un tercero como dación en pago, el acuerdo a que lleguen los trabajadores
con el tercero que adquiere las acreencias, respecto al desistimiento de la revocatoria, obligaría a los demás
acreedores, siendo que los trabajadores cuentan con más del 75% del monto de las acreencias".
A efectos de darle respuesta al asunto consultado, esta Oficina se permitirá hacer las siguientes precisiones y
consideraciones de orden legal.
1.
De la irrenunciabilidad de los derechos derivados de la relación laboral.
Sea lo primero poner de presente que conforme a lo establecido en el artículo 14 del Código Sustantivo del
Trabajo (C.S.T.), las disposiciones que regulan el trabajo humano son de orden público y, por
consiguiente, los derechos y prerrogativas que ellas conceden son irrenunciables. A su vez, el artículo 15
ídem dispone que es válida la transacción en los asuntos del trabajo, salvo cuando se trate de derechos
ciertos e indiscutibles. Es más explícito aún el artículo 142 de la misma obra cuando refiriéndose al salario
establece que éste es irrenunciable y no se puede ceder en todo ni en parte, a título gratuito ni
oneroso. Y, finalmente, el artículo 340 reafirma dicho principio cuando dispone que las prestaciones
sociales establecidas en el C.S.T., ya sean eventuales o causadas, son irrenunciables, salvo que se trate
de las excepciones allí previstas, relativas al seguro obligatorio de los trabajadores mayores de cincuenta
(50) años, y las que se generen como consecuencia de invalidez o enfermedad existente en el momento
en que el trabajador entra el servicio del empleador, las cuales son susceptibles de renuncia.
No obstante que las normas citadas resultan suficientemente claras, esta oficina se abstendrá de emitir
pronunciamiento sobre su aplicabilidad al caso concreto planteado en la consulta, como quiera que es la
autoridad del trabajo correspondiente a quien compete interpretarlas y dilucidar la procedencia de la
operación allí prevista.
Ahora bien, en el evento que resulte procedente la cesión aludida, esta comprendería también sus
privilegios, fianzas e hipotecas, pero no traspasa las excepciones personales del cedente al cesionario,
conforme con lo establecido en el artículo 1964 del Código Civil, en concordancia con el 1670 ídem.
A su vez, la subrogación es una institución jurídica en virtud de la cual los derechos del acreedor se
transmiten con todos sus accesorios a un tercero que ha pagado y, por lo tanto, la obligación debida
subsiste a favor de ese tercero. En otros términos, hay mudanza de acreedor sin que se extinga la deuda.
Es requisito indispensable que el pago sea hecho por un tercero, pues, si lo efectúa el mismo deudor u
otra persona a su nombre o por su encargo, no habrá subrogación sino extinción. La subrogación puede
darse por ministerio de la ley, tanto en los casos previstos en el artículo 1668 ibídem, como en los
artículos 957, 1423,1579, 1736, etc.; también se efectúa subrogación por virtud de una convención del
acreedor, cuando éste, recibiendo de un tercero el pago de la deuda, le subroga voluntariamente en todos
los derechos y acciones que le corresponden como tal, en cuyo caso, la subrogación está sujeta a la regla
de la cesión de derechos de que trata el artículo 1960 y siguientes del mismo Código Civil.
2.
De la acción revocatoria concursal.
Debe advertirse ahora que el trámite consursal en sus dos modalidades se caracteriza, entre otros, por el principio
de la universalidad, el cual, desde el punto de vista objetivo, significa que éste comprende la totalidad del
patrimonio del deudor abocado al proceso, y que tratándose de una liquidación obligatoria cobra una particular
importancia atendiendo justamente a su finalidad: "Mediante la liquidación obligatoria se realizarán los bienes del
deudor, para atender en forma ordenada el pago de las obligaciones a su cargo". Desde el punto de vista subjetivo
la universalidad implica que al trámite concursal deberán concurrir, sin excepción, la totalidad de los acreedores del
deudor.
De otra parte, el principio de la igualdad, expresado en la máxima par conditio omnium creditorum, se traduce
en que todos los acreedores del deudor falente concurren en igualdad de condiciones jurídico procesales al trámite
liquidatorio, sin perjuicio de las prerrogativas y privilegios que concede la naturaleza de los respectivos créditos.
De allí que tanto el liquidador, cualquier acreedor reconocido en el trámite liquidatorio o, a partir de la vigencia de la
Ley 550 de 1999 la Superintendencia de Sociedades, se encuentren legitimados para incoar las llamadas acciones
de incremento patrimonial, esto es, la acción revocatoria concursal o la acción de simulación de que tratan los
artículos 183 y 184 de la Ley 222 de 1995, cuya finalidad es incrementar el activo liquidable del deudor en beneficio
de todos sus acreedores, cuando se den los supuestos de hecho y de derecho allí previstos.
Ahora bien, una cosa es que los acreedores, sean estos privilegiados o no, puedan ceder sus derechos de crédito a
un tercero, y otra muy diferente, que un eventual desistimiento de la acción revocatoria incoada por la
Superintendencia de Sociedades contra el tercero cesionario pueda ser oponible a todos los acreedores,
independientemente del porcentaje que representen éstos respecto de la totalidad de las acreencias a cargo del
deudor.
En efecto, nótese que los supuestos de hecho y de derecho para la viabilidad y procedencia de la acción revocatoria
y el cumplimiento de su finalidad no pueden sujetarse a la posibilidad de que un porcentaje de acreedores del
deudor concursado ceda sus derechos de crédito a un tercero contra quien se dirige la acción, ni mucho menos
concluir que por ese hecho se legitiman para desistir de la misma, entre otras razones, porque quien está llamado a
renunciar a las pretensiones de la demanda de revocación, en los términos de lo previsto en el artículo 342 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil, es el demandante y no terceros, así sean éstos, en últimas, los
beneficiarios del éxito de la acción, pues, se reitera, la acción revocatoria persigue la integración de la universalidad
patrimonial del deudor en favor de la totalidad de los acreedores, sin excepción.
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