La teoría desarrollista de Raúl Prebisch y la política

Anuncio
La teoría desarrollista de Raúl Prebisch y la política de industrialización en América
Latina
Lic. Malena Castañeda Pérez
Ing. Yuri Morales Vélez
Introducción
En 1949, un conjunto de investigadores de la CEPAL lograron estructurar un
pensamiento común de desarrollo para América Latina, a partir del Informe
Económico de América Latina de 1949. Fue Raúl Prebisch quien redactó para la
CEPAL “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales
problemas”. Algunos meses después, todavía en 1949, volvería a presentar las
mismas ideas, con pequeñas modificaciones en la parte conceptual del “Estudio
Económico de América Latina”, y ya en 1950, redactó los cinco primeros capítulos del
“Estudio Económico de América Latina” que recibirían el nombre de “Problemas
teóricos y prácticos del crecimiento económico”.
A partir de ese conjunto de documentos, que contenían ya todos los elementos que
figurarían como la gran referencia ideológica y analítica para los desarrollistas
latinoamericanos, se inicia un proceso de teorización que ordena las concepciones
desarrollistas surgidas de experiencias nacionales y se transforman en un conjunto de
originales propuestas que tuvieron una gran repercusión, tanto en el plano académico
como político, en la casi totalidad de los países de la región.
Raúl Prebisch, quien fuera el responsable directo de la elaboración del citado Informe
de 1949, había sido director del Banco Central en Argentina durante la administración
del Presidente Domingo Perón, teniendo una participación activa en la política de su
país. Su formación económica era, en general, keynesiana, y ostentaba apreciable
dominio de la economía política clásica. Fue Secretario General de la Comisión
Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL-UNCLA)
y posteriormente de la Comisión de las Naciones Unidas para la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Fue en el seno de la CEPAL donde
tuvo lugar el programa de reflexión e investigación inaugurado por Prebisch en 1949
el cual se desprendía esencialmente del diagnóstico de la profunda transición que se
observaba en las economías subdesarrolladas latinoamericanas, que evolucionaban
del modelo de crecimiento primario-exportador, "hacia afuera", al modelo urbanoindustrial "hacia adentro", en parte como consecuencia del no funcionamiento correcto
de la "teoría de las ventajas comparativas". Se da un deterioro constante de los
términos del intercambio que afectan severamente a los países subdesarrollados.
Desarrollo
Desde mediados del siglo XX Raúl Prebisch comienza a desarrollar la teoría “centro –
periferia”, a partir de la cual postuló lo que sería la base del pensamiento desarrollista:
el cuestionamiento de la inserción de América Latina en el mercado mundial a través
de la exportación de productos primarios y la importación de manufacturas.
Prebisch parte con una clara crítica a la teoría prevaleciente del comercio
internacional según la cual todos los países se verían beneficiados si cada uno se
especializara en lo que sabe hacer mejor (ventajas comparativas y competitivas).
Para contrarrestar esta concepción liberal Prebisch elabora una propuesta alternativa
que distingue entre países desarrollados industrialmente, a los que denomina el
centro y los países subdesarrollados que constituyen la periferia.
Dicho en otros términos, el centro se refiere a las economías avanzadas del
capitalismo
que
se
caracterizan
por
ser
productivamente
homogéneas
y
diversificadas. La periferia, mientras tanto, está constituida por las economías
rezagadas desde el punto de vista tecnológico y organizativo, siendo su estructura
productiva heterogénea y especializada en productos primarios. La teoría centroperiferia de Prebisch le permite concluir que el subdesarrollo se genera a partir de la
relación existente entre ambas regiones y que la brecha entre el centro y la periferia
tiende inevitablemente a ensancharse.
Prebisch sostenía que el Tercer Mundo no podía desarrollarse porque los términos de
intercambio del comercio internacional eran desfavorables para estos países; el
mundo industrial los mantenía en una situación de dependencia.
Permanentemente se observaba que se producía una caída constante del valor o
precio relativo de las materias primas frente al valor de los productos industriales —
producidos en los países del Norte. Esta era la razón, según los desarrollistas, de
nuestro subdesarrollo y deterioro económico. El mayor volumen de exportaciones de
productos primarios no hacía otra cosa que deprimir aún más los precios.
Prebisch observaba que supuestamente bajo la teoría clásica los precios de los
productos manufacturados deberían caer, pero constataba que eran los precios de las
materias primas los que descendían con mayor rapidez. Entonces afirmaba que los
frutos del progreso técnico no se repartían de modo parejo en todo el mundo. A esta
aseveración siguió una secuela: la industrialización vía protección de la industria, para
así participar de los frutos del progreso técnico, y de ese modo corregir las reglas de
la teoría del comercio internacional.
Al iniciarse la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de los países de América Latina
ya contaban con siglo y medio de independencia política, con estados nacionales
consolidados y junto con ello, sus economías se estaban desarrollando y funcionaban
bajo los principios del capitalismo, aun cuando no estaban exentas de una
considerable presencia estatal. A esto se agrega el hecho de que muchos de estos
países habían iniciado, entre las dos guerras mundiales, un proceso de
industrialización modificando las alianzas políticas y transformando a la incipiente
burguesía industrial en parte plena de quienes ostentaban el poder.
Se puede considerar que estos países aprovecharon el debilitamiento del “centro”
para formular estrategias nacionales de desarrollo, que implicaban tanto la protección
de la industria nacional naciente y la promoción del ahorro forzado a través del
Estado, como una alianza entre empresarios industriales, burocracia y trabajadores.
Estas son precisamente las especificidades que atraen y facilitan la estructuración de
un pensamiento que en las décadas posteriores se conoció como desarrollista.
Raúl Prebisch incorporó a su teoría categorías y enfoques de la escuela neoclásica,
del keynesianismo, del social−institucionalismo y de la síntesis neoclásica, pero al
hacerlo utiliza el enfoque estructuralista. Es importante resaltar que Prebisch se
cuestiona el principio de las ventajas comparativas en relación a los factores, por
considerar que esta teoría no funciona en el capitalismo periférico por razones
estructurales, pero reconoce este principio válido para los países centro.
La postura de Prebisch sobre la industrialización de la periferia llevaba implícita y
explícita la idea de que la evolución de las sociedades suponía cambios estructurales,
cambios en sus estructuras productivas.
La reducción de las brechas entre los centros industriales y las periferias “agrarias”
solamente se podía realizar si se imprimía un nuevo rumbo al desarrollo de las
naciones latinoamericanas. El impulso “externo” o “hacia afuera”, tradicional impulsor
del crecimiento de las economías periféricas hasta entonces, ya no garantizaba el
pleno uso de los factores productivos, se estaba imponiendo la búsqueda de un
mecanismo que lo promoviera “desde adentro”.
El 75% de la población mundial está concentrada en Asia, América Latina y África,
que solamente cuentan con el 25% de la riqueza de la tierra, el 12% de la producción
industrial, el 4% de la investigación científica y cifras más alarmantes aún en lo que se
refiere a la calidad de vida. En cambio los países ricos, con la cuarta parte de la
población del Mundo, consumen el 70% de la energía mundial, el 75% de los metales,
el 85% de la madera, el 60% de los alimentos, etc. Esto quiere decir que si el
crecimiento económico de los pueblos del Tercer Mundo se duplicara, se necesitarían
diez veces más de combustibles fósiles y unas 200 veces más de la cantidad de
minerales.
Ya no se presenta la alternativa entre seguir creciendo vigorosamente de ese modo
(desde afuera por el crecimiento persistente de las exportaciones) o bien crecer hacia
adentro mediante la industrialización. Esta última ha pasado a ser el modo principal de
crecer.
La estructura productiva de América Latina determinaba por una parte, un patrón
específico de inserción en la economía mundial, cuya característica esencial era
producir bienes y servicios con una demanda internacional poco dinámica, pero que al
mismo tiempo era importadora de bienes y servicios con una demanda interna en
rápida expansión y asimiladora de patrones de consumo y tecnologías adecuadas
para los países de mayor desarrollo relativo, aunque con frecuencia inadecuadas para
la disponibilidad de recursos y el nivel de ingreso de las economías de menor
desarrollo.
La condición periférica de estos países, derivó en la idea de que la estructura
socioeconómica también determina el proceso de industrialización, la forma en que se
introduce el progreso técnico, la modalidad de crecimiento, así como el modo de
absorber la fuerza de trabajo y distribuir el ingreso.
Había razones también de índole monetaria internacional que así lo exigía; el sistema
de pagos acordado en Bretton Woods.
Prebisch consideraba a Estados Unidos como el nuevo “centro” cíclico, señalando que
presentaba un coeficiente de importaciones muy inferior lo cual dificultaría aún más
las condiciones para el crecimiento de la periferia. Los reiterados ciclos de
emergencia y desequilibrios en la balanza de pagos de la periferia y la reducción de
su coeficiente de importaciones, su control selectivo y/o devaluaciones apuntaban
claramente a la búsqueda de nuevas soluciones.
En Prebisch el fenómeno del progreso técnico su evolución y propagación al resto de
la colectividad tiene que ver con el supuesto de una baja de los precios o una
elevación de los ingresos reales, que es lo mismo en todo caso ya que el nivel
productivo ha elevado su capacidad productiva. Por ello el sistema industrial a través
de la productividad manufacturera supone una tasa de crecimiento mayor que la que
se refleja en sectores de la producción primaria u otros sectores de la economía
(“precapitalista” o no).
Sin embargo, Prebisch sostenía que ello no significaba que el proceso de
industrialización suponía sacrificar la producción y exportación primaria, generadora
clave de las divisas, sino más bien elevar el progreso técnico y su “propagación” hacia
el resto de la economía, a su “colectividad”.
Insistentemente Prebisch habla de las disparidades, no “asimetrías” como diríamos
hoy, entre economías centrales y la periferia, las cuales se manifiestan de manera
diversa en las respectivas economías y también en la forma de confrontar las
fluctuaciones cíclicas y no existe política anticíclica per se que impida la merma de los
ingresos de la periferia hacia el centro, en la menguante cíclica perdiendo con ello lo
ganado durante el periodo creciente del ciclo. Se
requería además, una política
específica que genere la propagación del progreso técnico. Esto se debe a que las
pérdidas de ingreso hacia fuera, obedecen a un fenómeno constitutivo de las
relaciones entre las economías en cuestión.
Si a los fenómenos en cuestión se le agregan las pérdidas que son producto del
declive en la relación de precios entre la periferia y el centro, tenemos un proceso
acumulativo-reiterativo durante el cual el centro no solamente se apropia de los “frutos
de su progreso técnico” sino de aquél generado por la propia periferia. El texto clásico
pone mucho énfasis en el fenómeno del deterioro de los términos de intercambio, no
obstante de señalar de paso que los “índices de precios” entre el centro y la periferia
no reflejan “las variaciones de calidad”, aspecto que será resaltado constantemente
por la literatura adversa a la interpretación del deterioro desde sus primeros días
hasta la más reciente que busca reiterar que la división internacional del trabajo es de
algún modo “natural” no una construcción.
El fenómeno más importante de la explicación sobre la apropiación o por lo menos la
salvaguarda de aquellos frutos de los aumentos de productividad, tiene que ver con
las diferentes formas en que las economías mantienen sus niveles de ingreso, en el
centro se hacen grandes esfuerzos para que los efectos de las fluctuaciones cíclicas
no castiguen hacia abajo los ingresos de los factores productivos en claro contraste
con las economía periféricas –dada la debilidad relativa de sus organizaciones
sociales-, donde los ajustes de las devaluaciones y las contracciones la obligan
sistemáticamente a ello.
Para la periferia, el aparente “equilibrio” momentáneo solamente produce los puntos
de partida que serán superados durante el alza cíclica para decaer mucho más en la
baja subsiguiente. Es que independientemente de que el nivel de precios reales o la
utilización de los recursos productivos sea mayor o no durante
la iniciación del
siguiente ciclo, lo que hay que entender, desde la perspectiva de Prebisch es que el
empeoramiento de los precios de la periferia con respecto al centro tiene su razón de
ser con el movimiento cíclico de la economía y la forma en que se manifiesta en los
centros y la periferia. Pues el ciclo es la forma característica de crecer de la economía
capitalista y el aumento de productividad uno de los factores primarios de crecimiento.
Hay en el proceso una disparidad continua entre la demanda y la oferta globales de
artículos de consumo terminados, en los centros cíclicos. En la creciente la demanda
sobre pasa la oferta y en la menguante ocurre lo contrario. La cuantía y las
variaciones del beneficio están íntimamente ligadas a esa disparidad. El beneficio
aumenta en la creciente y tiende así a corregir el exceso de demanda, por el alza de
los precios, y disminuye en la menguante y tiende así a corregir el exceso de oferta
por la baja de aquéllos.
El beneficio se traslada desde los empresarios del centro a los productores primarios
de la periferia mediante el alza de los precios. Cuanto mayores son la competencia y
el tiempo que se requiere para acrecentar la producción primaria, en relación con el
tiempo de las otras etapas del proceso productivo, y cuanto menores son las
existencia acumuladas, tanto más grande es la proporción del beneficio que se va
trasladando a la periferia. De ahí un hecho típico en el curso de la creciente cíclica: los
precios primarios tienden a subir más intensamente que los precios finales, en virtud
de la fuerte proporción de los beneficios que se trasladan a la periferia. Es interesante
entonces explicar que con el andar del tiempo y a través de los ciclos, los ingresos en
el centro hayan crecido más en la periferia. No hay contradicción alguna entre ambos
fenómenos. Los precios primarios suben con más rapidez que los finales en la
creciente, pero también descienden más que éstos en la menguante, en forma tal que
los precios finales van apartándose progresivamente de los precios primarios a través
de los ciclos.
Por otra parte, Prebisch pone énfasis desde un inicio en que la elevación del ingreso
en la periferia tiene connotaciones positivas respecto del centro ya que sus
exportaciones irán en aumento, por lo tanto elevar el nivel de ingreso interno no tiene
aspectos contraproducentes para los centros cíclicos. Además, Prebisch no deja de
resaltar, que inclusive países como los Estados Unidos siempre han logrado defender
sus niveles de ingreso con políticas proteccionistas, especialmente cuando intenta
defender aquellos sectores donde la productividad y el progreso técnico o no se
apareja o a quedado rezagado ante la competitividad extranjera.
Pero Prebisch juega con la teoría clásica para apoyar su caso, nos dice que si no
llegara a entorpecerse el juego espontáneo de las fuerzas económicas, en un estado
de plena y creciente ocupación del centro cíclico principal, se abriría el camino para la
solución de aquel problema fundamental que tanto preocupa a los países de la
América Latina ello aumentaría el coeficiente de importaciones de los Estados Unidos,
aunque no se tocaran los presentes aranceles, y se fortalecería su interdependencia
con el resto del mundo.
Hasta ahora, no se había logrado resultado positivo alguno, en el empeño de
interpretar con ayuda de la teoría clásica, las variaciones de balanzas de pagos y de
los movimientos internacionales del oro, en los treinta. Mal pudo haberse logrado tal
empeño, pues la teoría clásica, como se sabe, se basa en el supuesto de la plena
ocupación.
Sin rodeos Prebisch plantea que los procesos de capitalización en la región van a
requerir del capital extranjero aunque solamente lo sea por un periodo “transitorio”.
Existían elementos de escasez de recursos tanto por la exigua productividad media de
la economía y por las disparidades de ingreso que generan prácticas de consumo
entre los grupos de ingresos elevados propias de los países con un nivel de ingreso
promedio mayor. Por lo mismo hay que valorar el uso y finalidad de los recursos
limitados.
Aumentar la productividad media de la economía requiere “asimilar” la técnica
existente lo cual haría posible el traslado de la población de ciertos estratos de
ingreso hacia otros de mayor envergadura técnica.
Así la población “mal ocupada” se dirigirá a sectores con un mayor nivel productivo y
el ingreso por hombre se elevará coherentemente y que se propagaría hacia el resto
de las clases sociales como se dio “la experiencia de los grandes países industriales”.
Prebisch parece estar argumentando por analogía y de paso salen a relucir aspectos
económicos que solamente podrían funcionar bajo la perspectiva clásica que,
conforme pasen los años, serán el centro de ataque y el surgimiento del
estructuralismo latinoamericano el cual supone que heterogeneidad productiva relativa
es algo congénito a las economías, algo que a su vez da lugar a los obstáculos
estructurales y las diversas estrategias para superarlas. Por tal razón expresó “Hemos
insistido en que para lograr este aumento de productividad, es necesario aumentar
sensiblemente el capital por hombre y adquirir la técnica de su empleo eficaz. Esa
necesidad es progresiva. En efecto al aumentar en general los salarios, por la mayor
productividad de la industria, se extiende gradualmente el alza a otras actividades,
obligándolas a emplear mayor capital por hombre, a fin de conseguir el incremento de
productividad, sin el cual no podrían pagar salarios más altos”.
Pero Prebisch siempre mantendrá que además de los problemas estructurales existen
aspectos que no tienen nada que ver con aquellos que son por naturaleza
“monetarios” y ambos deben analizarse detenidamente, lo cual da lugar a políticas
paralelas anticíclicas. Retrospectivamente los estructuralistas ven los aspectos
cíclicos distinguidos por Prebisch, como efecto de la heterogeneidad estructural y de
las asimetrías de poder entre los agentes productivos, no un fenómeno a la par o
independiente de ellos.
Por otra parte, Prebisch no cree que la industrialización en sí misma liberará a las
economías periféricas de ciertos fenómenos negativos de la actual división
internacional del trabajo: Hay pues, que buscar otro tipo de medidas para conjurar las
consecuencias más agudas del ciclo en la actividad interna de nuestros países.
Conviene, ante todo descartar la idea de que el desarrollo industrial en sí mismo les
hará menos vulnerables a estos fenómenos.
Nos inclinamos más bien a creer que el desarrollo industrial hará más perceptible las
consecuencias del ciclo y acentuar el movimiento oscilatorio de la ocupación en las
zonas urbanas. No podemos concluir de esto que la industrialización tiene esta
desventaja desde el punto de vista cíclico. La tendría si la actividad económica se
dejara librada a sus propias fuerzas. De no ser así, el desarrollo de la industria podría
convertirse en uno de los elementos más eficaces de la política anticíclica.
Cuando dominaba en cierta forma la visión anticíclica, Prebisch dice: Téngase
presente que el reajuste del coeficiente de importaciones no significa disminuirlas. Las
importaciones tendrán la misma magnitud, se siga o no esta política anticiclica, puesto
que dependen, en última instancia, de las exportaciones y las inversiones extranjeras.
Sólo habrá que cambiar su composición para alcanzar la meta perseguida. Prebisch
siempre planteó que la industrialización significa “cambiar las composiciones” de la
importaciones no su monto, incluso éste a veces se incrementaría. Ante todo, la
sustitución de importaciones por producción interna requiere generalmente la
elevación de los aranceles de aduana, por el mayor costo que suele tener aquélla.
Desde este punto de vista, habría una pérdida efectiva de ingreso real. Pero, por otro
lado, la pérdida de ingreso provocada por las fluctuaciones cíclicas de la ocupación
suele ser ingente. Es muy probable que, en la mayor parte de los casos, lo que se
gana colectivamente al dar estabilidad a la ocupación, sea mucho mayor de lo que se
pierde por el costo más elevado de producción interna. Se concibe, sin embargo, que
la precariedad de recursos naturales y la ineficiencia de la mano de obra o de la
dirección técnica sean tales, que la pérdida por incremento de costo absorba una
parte excesiva del incremento de ingreso resultante de la mayor ocupación. No puede
negarse la importancia de este obstáculo.
Prebisch planteó que “mantenida dentro de ciertos límites, la sustitución de
importaciones no significa disminuirlas más de lo que permiten las exportaciones.
Todo lo contrario. Se sustituyen ciertas importaciones por producción interna a fin de
dar lugar al crecimiento de otras que requiere el desarrollo económico”.
Desde otro punto de vista, la sustitución de importaciones primarias en los centros
industriales acentúa la disparidad de tendencias entre ellas y la demanda de
productos industriales en los países periféricos. De ahí el dilema: que se plantea a
estos últimos o disminuyen su ritmo de crecimiento para mantener el equilibrio
exterior, o aumentan la amplitud del proceso sustitutivo y realizan nuevas
exportaciones para sostener y acelerar su ritmo de crecimiento.”
En general, Prebisch plantea alternativas para lograr cierta tasa de “crecimiento” ante
el desequilibrio congénito a que estaban expuestas las economías de la región. Y
muchas de sus participaciones insisten en la industrialización con “economicidad”.
Conclusiones
Prebisch no quería refutar a Ricardo sino que quería probar que las recíprocas
ventajas comerciales postuladas por Ricardo estaban repartidas desigualmente,
debido al proteccionismo del "Norte".
Si bien Prebisch abogaba para América Latina básicamente por un desarrollo según el
modelo "occidental" contemplando el factor productividad como el criterio cuasi
exclusivo de desarrollo, en su explicación de las causas del subdesarrollo
latinoamericano pueden encontrarse elementos críticos con respecto a los países
industrializados.
El modelo de sustitución de importaciones fue efectivo para establecer las bases
industriales de los países de América Latina.
Todas las teorías que abogan de un modo u otro por equiparar al mundo
subdesarrollado al del capitalismo avanzado, están viciadas ya en su misma base,
puesto que su consecución supondría una explotación insostenible para el planeta.
Estas teorías, por otra parte, carecen de la más mínima visión ecologista y del
desarrollo sostenible.
Bibliografía
•
“Crecimiento
económico.
Subdesarrollo.
Países
subdesarrollados.
Estructuralismo. Desarrollismo. Teoría de la dependencia y del centro
periferia.”
Disponible
en:
desconcertacion.bligoo.com/.../Desarrollo-versus-
Crecimiento.html
•
“Influencias del Desarrollismo en el Proceso de Desarrollo del Trabajo Social”.
Disponible
en:
trabajosocialayacucho.blogspot.com/2008/04/influencias-del-
desarrollismo-en-el.html
•
“Reivindicando
a
Raúl
Prebisch”.
economia.migueldearriba.net/category/economia/
Disponible
en:
•
Bernecker, Walther L. y Thomas Fischer. “Auge y decadencia de las teorías de
la
dependencia
sobre
América
Latina”.
Disponible
en:
www.politicahoje.com/ojs/include/getdoc.php?id=353...pdf
•
Bravo Orellana, Sergio. “Una perspectiva histórica del tránsito del populismo y
liberalismo a un sistema estratégico de gobierno”. Disponible en:
www.sergiobravo.com/otras_publi.php
•
Bresser-Pereira, Luiz Carlos. “Estado y mercado en el nuevo desarrollismo”.
Revista Nueva Sociedad No 210, julio-agosto de 2007, ISSN: 0251-3552,
<www.nuso.org>.
•
Casparrino, Claudio. "Nuevos dilemas del desarrollo periférico: Notas sobre la
heterodoxia conservadora, democracia y cambio social". La revista del CCC
[en línea]. Septiembre / Diciembre 2008, n° 4. Actualizado: 2009-01-13
[citado 2009-07-16].
Disponible
en
Internet:
http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/87/. ISSN 1851-3263.
•
Crespo, Ricardo y Federico Ast. “Raúl Prebisch, el economista argentino más
famoso del mundo”. Disponible en: http://www.materiabiz.com/mbz/
•
Frambes-Buxeda, Aline. “Teorías sobre la integración aplicables a la unificación
de
los
países
latinoamericanos”.
Disponible
en:
http://academia.unse.edu.ar/13pg/mims/TPI/lp/fRAMBESteoria%20EC%20integracion.pdf
•
Gabay, Ruth Eliana. “Revisitando a Raúl Prebisch y al papel de la CEPAL en
las ciencias sociales de América Latina”. Disponible en:
www.flacsoandes.org/dspace/handle/10469/552
•
Guillén R., Arturo. “Raúl Prebisch, crítico temprano del modelo neoliberal”.
Disponible en: www.ejournal.unam.mx/ecu/ecunam10/ECU000401006.pdf
•
Gutiérrez Garza, Estela. “Economía, teoría e historia: la CEPAL y los estilos de
desarrollo”.
Disponible
en:
168.96.200.17/gsdl/cgi-
bin/library?a=p&p=home&l=es&w=utf-8
•
Mallorquin, Carlos. “La Cepal y el estructuralismo esquivo de Raúl Prebisch”.
Disponible en: www.teoriaepesquisa.ufscar.br/index.php/tp
•
Marini,
Ruy
Mauro.
“La
crisis
del
desarrollismo”.
Disponible
en:
http://www.marini-escritos.unam.mx/026_crisis_desarrollismo_es.htm#1
•
Marx, C.: “El Capital”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, t. I, II, III,
1973.
•
Molina Molina, Ernesto. “Los supuestos teóricos de Marx y el problema del
desarrollo en las actuales condiciones de competencia tecnológica global”.
Disponible en: www.cubasocialista.cu/texto/cs0004a.htm
•
Molina Molina, Ernesto: Crítica a las Teorías Económicas Burguesas I, ENPES,
Tomo I, 1990.
•
Molina Molina, Ernesto: Teoría Económica, Imprenta del MINREX, 2003.
•
Molina, Ernesto: En busca de una Teoría Crítica para el desarrollo de América
Latina, Ruth Casa Editorial, 2007.
•
Montaño Jordán, José Antonio. “Pensamiento económico de Raul Prebisch”.
Disponible en: www.slideshare.net/.../pensamiento-econmico-de-raul-prebisch
•
Oscar Echevarría, Alina Hernández, etc., Instrumentos para el análisis
económico, P.P. 103-118 INIE, 2001.
•
Ricardo, A. y R. Yocelevzky. “Una búsqueda de claves para la interpretación de
las
crisis
actuales.
Un
tema
de
investigación”.
Disponible
en:
http://lodel.irevues.inist.fr/cahierspsychologiepolitique/index.php?id=322#tocto1
n1
•
Ruiz, Reinaldo. “Los fundamentos económicos del programa de gobierno de la
Unidad Popular: a 35 años de su declaración”. Revista Universum No 20 Vol. 1:
152 - 167, 2005
•
Schuldt,
Jürgen.
“Reivindicando
a
Raúl
Prebisch”.
Disponible
en:
www.lainsignia.org/
•
Vercesi, Alberto Juan. “La doctrina y la política económica del desarrollismo en
Argentina”. Disponible en:
www.aaep.org.ar/espa/anales/.../vercesi+comentario_regoli.pdf
•
Yocelevsky R., Ricardo A. “La ideología del desarrollo nacional en las ciencias
sociales latinoamericanas”. En: Política y Cultura. México: 1997, No 008.
Descargar