Independencia e imparcialidad de los árbitros Tanto al momento de

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Independencia e imparcialidad de los árbitros
Por Msc. Christian Díaz Barcia, Abogado y Notario costarricense.
Árbitro de Derecho y Secretario Técnico Arbitral del Centro de Resolución de Conflictos del
Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos de Costa Rica
Tanto al momento de nombrarse los árbitros del Tribunal Arbitral, como al
aceptar el cargo y durante todo el proceso arbitral, la independencia y la
imparcialidad de los árbitros deben ser continuamente valoradas tanto por las
partes como por los árbitros.
Es necesario hacer una diferenciación entre cada uno de los conceptos, pues
no tienen el mismo significado en la práctica arbitral.
Por un lado, la independencia es cuando el árbitro no tiene ningún tipo de
vínculo profesional ni personal con alguna de las partes que lo pueda hacer
dependiente de ella. Por otro lado, la imparcialidad se refiere a cuando el
árbitro no tiene una forma parcializada de pensar en algún caso parecido al
que se va a ventilar en el arbitraje o puntos de vista respecto a la controversia
que hayan sido manifestados expresamente por el árbitro públicamente en
declaraciones, foros, charlas, conferencias o en publicaciones.
Ambos conceptos también están íntimamente relacionados con el deber de
revelación de los árbitros, los cuales, al momento de aceptar su cargo deberán
informarle a las partes de todas las circunstancias que razonablemente den
lugar a duda sobre su independencia o su imparcialidad. Esto es de suma
importancia en el derecho internacional pues uno de los valores fundamentales
y bases del arbitraje es la confianza que las partes tengan en los árbitros que
se nombren, así como el principio de transparencia respecto a los árbitros.
Internacionalmente también se ha hecho referencia a la llamada “apariencia de
parcialidad o de dependencia”, la cual puede ser evaluada en cualquier parte
del proceso arbitral. Como se mencionó líneas arriba, el árbitro al momento de
aceptar su cargo, debe revelar todas las circunstancias que razonablemente
den lugar a duda sobre su independencia o su parcialidad, en el caso de que el
árbitro no revele alguna de estas circunstancias y las partes o los otros árbitros
se enteren de éstas durante el transcurso del proceso, pueden fundamentar
una recusación del árbitro. Si la recusación es aceptada, acarrea la
consecuencia de que todo lo avanzado en el proceso puede tener que ser
revertido. Es ahí donde estriba la gran importancia del deber de revelación de
los árbitros.
Los árbitros deben asegurarle a las partes su independencia e imparcialidad ya
que éstas depositan no sólo su confianza para resolver un conflicto, sino
sumas elevadas de dinero.
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