EL TÉRMINO LATINVS DESDE ENNIO, AANALES

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EL TÉRMINO LATINVS DESDE ENNIO, AANALES, Frag. 22
HASTA CUBA 1998
MATILDE
ROVIRA
SOLER
Universidad Con~plzitensede Madrid (España)
Motivaciones para un título y un estudio inusual:
La recepción de la convocatoria a este Congreso Intei-nacional sobre Contemporaneidad
de los Clásicos que se iba a celebrar en una ciudad tan interesante y añorada como nos resulta La Habana, ha coincidido en España con una afluencia de programas en prensa, radio
y televisión, discogsafia, cine ("Festival de Cine Latinoamericano", "Crónicas latinas"...)
en los que el témino latinoamricano o simplemente latino se venía imponiendo sobre el
tradicional hispanoamericano, que desde hace algo inás de treinta años viene siendo rechazado también en España, en muchos sectores y por diversas causas, segusamente similares
o por reflejo de las que en el Sur de este Continente han ido tsansfosmando su denominación desde hace más de un siglo, desde 1860 exactamente, si creemos a Manuel Seco que
histosia el término en su Diccionario de dudas y d$cziltades para la lengua española.
Y es que también en la España oficial el término ha ido cambiando, empujado, como
ocurre siempre en la historia de las lenguas, por el cambio experimentado en cada vez más
amplios sectores de la sociedad. Quizás el año 98 y sus celebraciones de también muy diverso significado, conisibuían al avance y casi anulación de todos los demás términos con
que se venía designando a este Continente y sus habitantes, desde todos los puntos de vista
y muy diversas posturas. Parecía como si hubiera hecho falta un siglo exacto desde que
España "había salido por barcos" de esta isla para que se volviera a conectar con el ambiente que respecto a su colonización se respiraba en el centro y el sur de este Continente:
una especie de odi et amo, que quedó más patente todavía tras los llamados Fastos del 92.
Y para coi-soborar lo que se venía detectando, la tradicional Gala de la Hispanidad del
12 de octubre de este 1998 se realizó en "todos los pueblos de Latinoamérica según
nuestra TV oficial: un dato inesperado por inusual, que resultaba doblemente oportuno para esta comunicación, en los tiempos en que se estaban recogiendo datos, mientras se investigaban las causas del desuso que estaba suEendo el téimino hispanoamericano, viendo que cada vez lo rechazaban más sectores, también por diversas causa, claro.
El tema, La contemporaneidad de nuestros clásicos grecolatinos, me llevó a estudiar
hasta que punto pervivía nuestro concepto latinus en su transposición a este Continente:
llegaba a esta idea en una playa, pensando en otras playas de estas Islas en las que, como
en otro tiempo Eneas en las playas del Lacio del rey Latino, tras una larga navegación desde Troya, había desembarcado otro desarraigado de una patsia, no importa cual fuera, con
unas naves y unos hombres, costeados con las joyas de una aventurera Isabel de Castilla
que financiaba, porque su situación en su patria no le permitía viajar.
Inevitábleinente relacioné desembarco en el Lacio y desembarco en La Española, y ello
me llevó a pensar que aquel Asylum del que nos habla Tito Livio en su Ab urbe corzdita 1,
o Virgilio en el canto 8, v. 342, tuvo mucha semejanza en cuanto al origen de los que allí
se ensolaron con Rómulo y las consecuencias subsiguientes, (rapto de las sabinas, guessas
continuadas con los pueblos limítrofes...), con los que se ensolaron en las naves de Colón o
en las siguientes navegaciones, con las que continuaron sus viajes y aventuras hacia este
continente.
En ese punto, se hace inevitable el recuerdo de aquellos Prisci Latini que describía Ennio en los Annales, Fr. 22 (en edición de Piero Santini, Firenze, Felice Le Monnier, 1978),
haciendo referencia a la Satzirwia terra:
Qziani prisci cnsci populi tenuere latini
de donde Varrón, en Lingua Latina 7,29 considera necesario explicar el otro término, casci, por consideras su procedencia de pueblos distintos al Latino, aunque de los integrados
en la Liga Septiniontiuni y ya entonces formando paste de la nacionalidad; pueblos a los
que se ha dado en llamar, a pesar de su confluencia heterogénea, la raza latina:
cnscus, signiJjcat vetzts, ssezindo eius origo snbinn quae zrsque rndices in oscnm
Iingunm egit.
cascz~nivetus esse signiJicat ennius quod ait: Qzmii prisci casci populi tenuere latini...Ideni ostendit quod oppiduni vocntur Cnsinum (hoc etiarn ab Sabinis orti
Snmnites tenzierzmt) et nzinc nostri etiain nunc Forum Vetus appellant. Item signiJicat in Atellanis aliquot Pappuii~seneni quod Osci cnsnnr appellant...
Viejos, que serían aquellos nborigines, autóctonos o primeros habitantes del Lacio y de
Italia, cuyos reyes legendarios fueron Latinus, Saturnus y Faunus , como nos cuentan
Catón en Origines, 7; Cicerón, de Republicn, 2,5; Salustio, Cntilina 6,l; Livio en ab urbe conditn 1, 1,5, entre otros autores...
Y ¿de dónde llamar a estos pueblos, de otras playas y de otro Continente, latinos, como
aquellos que habitaron en el Meditemaneo, en la desembocadura del Tiber, cuando
Lnfinus est nd Lniium perfinens en Varrón ,Ling Lniinn 5.
aunque también( y para este caso nos va a servis):
Latine scire, est scire Lntine loqui en la pro Caecina oratio, 19, 55 de Cicerón,
que aún dirá sobre esta lengua en Verrinas, 1,2:
Latine speciatiin est loqui aperte, clave, plane, nullo astu, nulla malitia, nullafraude, nnlla metaphora, nullo verbi ambigz~ipraetextu....
Es decis un modelo de lengua que corresponde por raices e historia con la que hoy aquí
nos permite entendernos sin esfuerzo ni traductores, ya que estamos hablando una lengua
neolatina, lo que resulta ser un hecho que no necesita demostración en estos pagos, del sur
del Continente americano, donde se puede utilizar, por ejemplo, esta palabra, pago, como
aldea o lugar de procedencia, igual que pagus le llamaron Cicerón, Cesar, Virgilio, Tito
Livio o Tácito, mientras que en España, sin embargo, este término se ha conocido y utilizado como un ainericanismo, que nos ha llegado a través de la lengua española que, en el
XIX y principios del XX, traían nuestros llamados indianos, dado que esta palabra latina
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no tuvo carta de naturaleza entre nosotros, (ni tampoco entre los italianos, según los diccionarios consultados) y no sabemos (no sé, por lo menos), en qué momento ni de qué
fuente se implantó en el Continente americano, aunque deducimos que tuvo que ser por algún acceso directo a fuentes latinas, en sus textos directamente, dado que el español originario que aprendieron los aborígenes de estas tierras americanas no parece queutilizara este
término, sino que fueron estos hablantes, o sus descendientes, los que nos lo transmitieron,
de vuelta de sus aventuras o desventuras coloniales.
Aunque esta no fue la forma normal de transmisión del léxico. El camino usual ha sido
generalmente, el acceso a través de la lengua de Castilla primero, y después de otras lenguas de nuestra península y en diversas etapas, entre las que se incluye también el portugués, en algunas zonas y en viajes y colonización en zona distinta, como sera el caso de
Brasil; más tarde el contacto comercial con otras lenguas neolatinas de Europa diversifican formaciones y crean nuevas vías de relación pasa este español de América, normalmente igual y a veces diferente por distintas causas, pero que puede sentir igualmente que
su lengua se ha de considerar también como neolatina, llegando a hacer suya la afirmación, que queda constante, de Dámaso Alonso, Catedrático de Filología Románica en la
Universidad Complutense y Director de la Academia de la Lengua española durante muchos años y que escribe en 1959 en Estudios lingüisticos Peninsulwes:
"El español del siglo 1 y 11 decía lo mismo que puede decir el del siglo XX: soy
latino, hablo latín, pienso como latino. Nuestra patria antigua es Roma"
un convencimiento que transmitió sin duda a quienes, en Améiica o en Europa, le quisieron escuchar en cualquiera de las múltiples misiones lingüísticas para las que llegó a tantas
Universidades.
Con ese convencimiento y formación, se ha seguido estudiando durante varios meses,
confieso que con encuestas encubiertas realizadas en mi entorno, para conseguir diversas
respuestas a mi pregunta:
;cuando y porqué salta de golpe el nombre "Latinoamérica," "Latinoamericano", "América Latina", y otras formas relacionadas con el concepto?.
;Porqué va creciendo hasta anular todas las demás formas de denominación" y ¿hasta qué punto algún sector de nivel cultural alto, es consciente de su
filiación cultural o lingüística, al menos respecto de aquellos Prisci Latini y sus
descendientes que conformaron el Imperio romano y la Romanidad subsiguiente.
...
Una definición de Latinidad con la que estan de acuerdo los diccionarios latinos :
Forccellini y el Thesaurus de la Teubner de Leipzig, por ejemplo, que la toman de la
Rethorica ad Herennium, 4, 12,17, como la mayoría:
Latinitas est quae sernzoneni purum consewat ab omni vitio renlotum...
Y en el mismo sentido recoge varios textos de Cicerón y Suetonio, Aug. 47, y de otros
muchos Latinos.
Con estos datos y unas cuantas ideas antiguas y otras que se iban adquiriendo sobre
América Latina, Latinoamérica y Latinoamericanos o panlatinismo
y sus derivados, llegué a un conocimiento algo inesperado al consultar una documentación
que me parecía importante y básica: el Dicciomrio de dudas y dijkulfadespara la lengua
española, de Manuel Seco, que nos explica que estos téiminos:
"fueron creados en Francia, en 1860, y utilizados para aropar la política iinpeiialista de de Napoleón 111, en su intervención en México. Fueron rápidamente adoptados por escritores hispanoamericanos residentes en Francia".
Tomando el testimonio de Seco como el principio del hilo conductor, pasamos a hacer
una breve historia de cómo hemos sabido que surge el apelativo, su contexto, sus significados y los que irá adquiriendo a lo largo del siglo:
1860 es la fecha citada por Manuel Seco, para el comienzo de la operación encaminada
a cambiar el concepto existente, bajo el que se aglutinaban los pueblos del Centro y el Sur
del Continente americano.
Se trataba de un tésmino nuevo con el cual se quería introducis el protagonismo en
América de otros europeos, que no habían participado en descubrimientos, ni conquistas,
ni colonizaciones, añadiendo el ingenioso adjetivo que nos ocupa:
América Latina y latinoamericanos, sus habitantes
haciendo referencia a algo tenían todos en coinún y también con los neolatinos de Europa:
la Cultura y la Lengua latinas
en las que estaban por igual Sud y Centroamericanos, franceses, hispanos, italianos o portugueses.
La oportunidad de que cundiera el tésmino radica también en que el tradicional
Hispanoamérica e hispanoamericanos
estaba tan en entredicho y en retroceso en esos momentos, como inestables y en inoviinientos independentistas estaban las colonias de América.
Efectivamente, un trasfondo de Servicios Secretos se encargará de divulgar el apelativo
"América Latina": con ello parece que pretendieron dar cobertura ideológica al deseinbarco de Maximiliano en Méjico. La meta-pretexto se llamará panlatinismo, con el que
se legitimará el expansionismo fiancés.
Existe una carta de 1853, que Lamennais, personaje al servicio de Napoleón, dirige
desde Lima, al chileno Francisco Bilbao, en la que dice que
"la providencia ha destinado a América meridional para ser el contrapeso de la raza
anglosajona. jfuerzas ciegas de la materia!: América no llenará esta misión sino
uniéndose con otras dos naciones latinas: Italia y Francia"
Pero resultará más concreta otra carta del propio Emperador Napoleón 111 al General
Forey, el 3 1 de julio de 1862:
"Siempre habrá personas que pregunten por qué vamos a gastar hombres y dinero
para instalar un gobierno en Méjico.
En el estado actual de la civilización, la prosperidad de América no es indiferente para Europa....Tenemos interés en que la República de Estados Unidos sea
poderosa y próspera, pero no tenemos ninguno en que se apodere del Golfo de Mejico y desde alí domine las antillas y América del sur.
EL TÉRMINO
LATINIS DESDE
ENNIO,ANNALES,
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Por el contrario, si Méjico conserva su prestigio y mantiene la integridad de su
territorio, si con el apoyo de Francia, se consolida en él un gobierno estable, habremos devuelto a la raza latina del otro lado del Oceano su fuerza y su prestigio, garantizando la seguridad de nuestras colonias y las de España, restableceremos nuestra influencia en el Centro de América."
Y a partir de aquí existen testimonios de intelectuales franceses y (hasta entonces) hispanoamericanos, de los que podremos citar inuchos nombres entre los recuerdos que siguen en torno a la pregunta que nos surge sobre el origen del término latinoamericano:
Es evidente que estaba en el ambiente, en el aire de París porque América Latina aparece en una conferencia que, el 24 de junio de 1856, da el chileno Francisco Bilbao, donde
utiliza también el gentilicio latinoamericano, y en otros escritos hablara también de raza
latinoamericana'.
Tres meses después, el colombiano Jose María Torres Caicedo escribe Las dos Américas:
La raza de América Latina
al frente tiene la sajona raza.
Pero será en una obra más extensa y en prosa"onde plantea la difusión del Panlatinismo,
que basará en la teoiía de Simón Bolívar de que la unión latinoainericana será posible,
gracias al uso de una sola lengua: la lengua que nos une.
Por la misma época actuará un francés al que se puede considerar el ideólogo del Panlatinismo expansionista: Michel Chevalier (1806-1879. Catedrático en el Colegio de
Francia. Escritor sobre Política Econóinica en la Revue des Deux Mondes) que propone un
programa geoideológico, según el cual Europa quedaría dividida en tres grandes bloques
raciales:
germánico o anglosajón
I
1
latino
Inglaterra
cuyos líderes serán
eslavo
Francia
Rusia
I
1
afirmando que "aparte de su origen, la unidad del bloque latino descansa en la tradición
cultural común" que basa en el catolicismo romano, de la misma manera que el protestantismo unía a los pueblos sajones...
En cuanto a América, distingue consecuentemente dos bloques:
angloamericano 1 hispanoamericano
y los analiza', teorizando con que "el mundo latino se encontraba amenazado por el sajón,
cuyo expansionismo sólo podía conjurarlo Francia"
1
F. BILBAO, La antérica en peligro. Santiago de Chile, 1941.
' Unión L U ~ ~ I ? O ~ ~pe17santiento
I ~ ~ ~ ~ ~ CdeUBolívar
I ~ C Ipara,formar
,
una liga Aiitericana, su origen y desarrol10. París, 1865.
5
Lettres sur 1 ilnteriqlie dli Nord. París, 1836.
Esta idea irá ganando adeptos. Múltiples castas, artículos y ensayos3la seguirán, creando un clima propicio para un cambio en los conceptos, que llevará a un cambio en los términos con que se designan.
Es sintomática la aparición, en 1857, de una ''Revue des roces latines", cuyo título evidencia el origen del sentido racial que se puede detectar en la nominación América Latina
(aunque no racial en el sentido biologista del término, según ya antes hemos previsto). La
revista está orientada a defender un argumento básico: admitiendo que los sajones fueran
superiores para cronstruir una civilización técnica, los latinos tenían una cultura espiritual
más alta.
En ese sentido, Alfonso de Lamartine escribía una carta en París, 7 de agosto de 1861,
al ya citado Torres Caicedo, quien la publicará en su biogafia5:
"Los americanos del Norte no han llevado al nuevo mundo sino la civilización materialista, fiía como el egoísmo, ávida como el lucro, prosaica como el mercantilismo anglosajón: Vds. han llevado las virtudes y los gustos elevados de la raza latina".
Pero, en realidad, esta opinión generalizada en ese entorno de sudamericanos en el París de la época de Napoleón 111, no conduce más que esa aventura fiancesa que puso un
Emperador en la América Central, Maximiliano, en Méjico...de tan triste final que dejó
campo abierto para el expansionismo del Norte que pretendía fienar. El sueño del liderazgo
fiancés resultó tan expansionista como el que pretendía fienar y con el inconveniente de la
lejanía que hizo más incómoda la injerencia.
Sin embargo la idea del panlatinismo pervivió en la América que, desde entonces, irá
llamándose Latina y latinoamericanos, cada vez más, sus habitantes, pero creemos que,
aunque a estas alturas de nuestra exposición debía no ser necesario, es por lo menos conveniente recordar que el origen del término que se va imponiendo encierra una contraposición del Sur, que quiere reafmarse en su identidad de cultura superior, "latina", fiente a la
"nordomanía" (Chevalier) con la que se extiende lo sajón y que no significa un movimiento antihispanidad, como en los más duros momentos paternalistas, creimos detectar
los españoles de los años 1960-1975.
Porque esta idea, asociada estrechamente al tema de la identidad de América, se difundirá en este Continente con la aparición en 1900 de ~ r i e f del
, mguayo Jose Enrique
Rodó. Obra embleinática en la que se presenta la oposición inetafórica entre el espisitual
Ariel de la cultusa "hispanoamericana" y el materialista Calibán, de la '~samericana",pero
que, conforme avanza la obra, van cambiando su significado, segun las interpretaciones
que se harán, llegando a considerarse a Asiel como el elitista, contrapuesto al negro Calibán, que pasará a considerarse el símbolo del pueblo mestizo.
La obra, publicada poco después de la entrega de llaves de la fortaleza de Santiago de
Cuba por el Gobernador español a un General de la América del Norte, fue acogida con
entusiasmo por la Generación del 98 y Clarín en Los lunes del imparcial de Madrid, la
4
M. ROJAS MIX, Los cien norilbies de An~énca.Madrid,1992, pags.357-361
Emayos biogrújcos y crit~culitemria, París, 1863.
6
J.E. RODO, Ariel., Valencia
5
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411
elogia porque
%representauna reconciliación entre España y América y muestra una fe tenaz en la
unión entre españoles peninsulares y españoles americanos".
Entendiendolo así, Clarín añade
.ya se sabe que hoy los Etados Unidos del Norte procuran atraer a los americanos
latinos, a todo el Sus, con el señuelo del panamericanisino; se pretende que olviden
lo que tienen de latinos, de españoles, mejor, pasa englobaslos en la civilización
yanqui; se les quiere inocular el utilitarismo angloamericano."
Efectivamente, Rodó usa los términos acostumbrados de Hispanoamérica y patria
hispanoamericana, y afirma que
"dentro de esta pattia cabe la adhesión a la América española y al sentimiento regional que suscita cada nación..."
pero dice también América Latina y de latinoamericanos, sentando otra vez las bases
teóricas de la cuestión en otra obra que interesa más especialmente a nuestro estudio, La
América nuestra7,donde habla también del
"americano latino como heredero de una raza, de una tradición y de una religión,
que lo hacen ser de cultusa refinada y espiritual; heredero de un ocio creador, que
viene de la tradición clásica y le une a ella".
Ideas de Rodó que analiza y comenta mas recientemente el poeta y pensador también uruguayo Mario ~enedetti'.
Una larga lista de autores de este siglo que utilizan y razonan sobre el término, sería
interminable, porque el uso de los términos América Latina y latinoamericanos sigue
creciendo, lo que parece imparable tanto como lo es el sentimiento dual, odi et amo, de una
gran parte de los americanos del Sus, respecto a los del Norte, cuando reservan para su
identidad el ser continuadores de la cultura clásica.
Noticias de la forma de aparición del nombre iba teniendo, junto con interpretaciones
diversas, cuando Ana Masía Aldama, que ha llegado a ser una gran conocedora de Alejo
Carpentier, me proporcionó dos textos de Carpentier en El recurso del ntétodo que, en el
cap. 4", saca como consecuencia del fmal del enemigo Hofhann que
"Lo importante era que, con ello , se afianzara, ante el conflicto que empavorecía al
mundo, nuestra conciencia de Latinidad, porque nosotros éramos latinos, profundamente latinos, entrañablemente latinos, depositasios de la gran tradición que, a
través de las Pandectas romanas, fundamento de nuestro derecho, de Virgilio, Dante, El Quijote, Miguel Ángel, Copéinico ..."
Es decir, dentro de nuestro concepto de Latinidad, ¿Cómo se produce la implantación
'J.E. RODÓ, La Anléricrr nuestra. Selección de Arturo Ardao. La Habana,1970.
8
M. BENEDETTI, Ge~zio~,fgwa
de Jose Emqtre Rodó.Buenos Aires, 1966.
del espíritu de los Latinos de Roma, corno receptores no sólo de su arte y su Literatura y la
de sus Humanistas, que los continúan en el Renacimiento de la cultura clásica, sino haciéndose eco de lo que ha sido y es la herencia más concreta desde el punto de vista social:
el Derecho, que representa bajo el nombre de conjunto de Digesto o Pnndectns.
Esta afirmación tan conecta sobre la Latinidad, a que se acogen como fosma de ser, parece que permite las derivaciones del concepto a que nos había sometido unas paginas antes, en el cap. 3", cuando hace reaccionas, apelando también a la Latinidad, a Aunt Jemina, que la elige como táctica contra el traidor Hofinann, de quien resalta su apellido y su
formación alemana, en el convencimiento
"de que habsía de erigisse en símbolo de la Latinidad ... Al fin y al cabo Latinidad no significaba 'pureza de sangse' ni 'limpieza de sangse', como solía decisse
en desusados términos de Santo Oficio."
Y resaltamos lo que afiima a continuación:
"Todas las razas del mundo antiguo se habían malaxado en la prodigiosa cuenca
mediterranea, madre de nuestra cultura. Tremenda cama redonda había sido aquella,
de romano con egipcia, de troyano con castaginesa, de helena famosa con gente de
color quebrado. Varias tetas había tenido la loba de Rómulo y Remo...para cuanto
cholo o zamba se colgara de ellas."
Para continuar con el paralelo que íbamos buscando y que decíamos quedaba autorizado
por la ortodoxia anteriormente expuesta:
"Decir Latinidad era decir mestizaje, y todos éramos mestizos en América Latina;
todos teníamos de negro o de indio, de fenicio o de moro, de gaditano o de celtíbero- con alguna Locíon Walker, pasa alisarnos el pelo, puesta en secreto de arcones
familiares. ¡Mestizos éramos y a mucha honra!"
Para terminar con un "Aleajacta est. Resuelto estaba!?' que sigue autorizando su impronta
de Latinidad.
Realmente este texto resulta el eslabón que andábamos buscando: ponía en boca de
Carpentier lo que estábamos detectando respecto al término latino unido al de América:
se había ido convirtiendo en una cuestión de distinción de raza, de identidad, para significar, dignificando sus orígenes superiores desde la cultura latina y de sus antepasados romanos,que una mayoría culta identificaba como su diferencia con respecto al vecino del
Norte, al que también se empezaba a llamar usamericano como una fosma de mebatarle
esa posesión, que desde hace años venían comprobando, del nombre americano en exclusiva.
Era claramente una cuestión de raza, pero de raza antes de que la palabra estuviera
cargada de biologismo, como quedó después del triunfo del fascismo, y continúa después
de su derrota, manteniendose en el fascismo residual...La idea, aunque alguien crea que es
mía, sólo lo es en su redacción y consecuencias: manca de Martín stabb9: Porque se trata
9
E n Améncu Latina en blrscu de m a identidad. Venemela,1969, pag. 68
EL TÉRMWO LATIN15 DESDE ENNIO,
A ~ W L E SFRAC.
,
22 HASTA CUBA1998
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de una raza mestiza, un contrasentido en térininos racistas, pero igual que lo era la raza latina del Lacio, y coincide que con un mismo aglutinante, la Lengua Latina de la que,
evolucionada en el tiempo y el espacio, nos servimos todavía y gracias a la cual todos
nos reconocemos sin duda alguna (Dámaso, Carpentier, Benedetti, Cortazar, y hasta
Cervantes,...):
Hacia los años 60, nuevas circunstancias relanzan la idea de la América Latina:
*la Revolución cubana, donde se le llama así casi exclúsivainente, retoma la idea de
Martí:
"Ainérica latina unida fsente a la América iinperialista"
y le dan al adjetivo un sentido revolucionario, mientras que además lo extiende a todos los
campos de la vida cotidiana: (discos, Festival de Cine Latino,...)
*El pensamiento de César Augusto sandino", maestro y revolucionasio, habla de "naciones indohispanas", de "raza indohispana", de "nuestra América racial", pero también de "Patria latinoamericana"y "nacionalidad latinoamericana"".
*También desde Chile, el Prof. Salvador Allende, que guardaba un ej. de Gzieria de
Guerrilla, dedicado por el Che ("a Salvador Allende que por ohos medios busca lo mismo") habla de la América latina, en línea con Mastí y Bolívar: La idea de Améiica Latina
es para él un proyecto de liberación de la miseria, en una utópica patria socialista":
"Reivindicar esa identidad implica conquistar la independencia económica, garantía
de la independencia política y reivindicar la cultura".
Y en materia cultural, retoma la idea de Bolívar sobre "una lengua que nos une...", reivindicarla
"sin sentirnos inferiores... al contsario, debemos sentimos orgullosos de los aborígenes que trazaron los caminos de nuestra raza..."
a havés de la educación fomentar una mentalidad común: piensa en escuelas fsonterizas,
con maestros de distintos países que
"creen conciencia del pasado, del presente, del futuro; que conjuguen un lenguaje
latinoameiicano..., una patria latinoamericana..."
coincidencias de términos que no son casuales.
Es decis, otsa vez el recuerdo a la lengua y la cultura que nos une, que nos ha llevado
desde Bolívar y Martí, tras la injerencia del neolatino Napoleón 111, con Lamastine, Rodó,
Dámaso Alonso, Alejo Caspentier, Cortázar, Benedetti, el Che Guevara y su revolución,
Orfeo negro cuando Brasil recuerda que usa una lengua neolatina, portuguesa, Sandino y
Carlos Fonseca, Allende y sus aborígenes...volvemos a la patria literasia en la que se enaltece esta lengua neolatina, recordando el Canto General de Pablo Neruda, que el griego
Katzantzakis paseó por los escenarios multitudinarios de Europa hace unos quince años,
10
Elpe~~sa?iuento
vivo de Sandino. La Habana,l980.
C. Fonseca, Ideanopolit~code Alrglcsto César Saildino. Managua, 1980.
12
Discursos de Allende. La Habana. 1975.
11
en el que resonaba el Grito de Gabriela ~ i s t r a l " :
"jAmérica, América! ¡Todo por ella, porque nos vendrá de ella desdicha o
bien! ...Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolívar...Periodista...Artista: muestra
en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, de exquisitez y hondura a
la par, que tenemos... Dirijamos toda la actividad como una flecha, hacia ese futuro
ineludible: la América Española, unificada por dos cosas estupendas: la lengua que
le dio Dios y el dolor que le da el Norte ..."
13
En Recados para Aniéricu. 1978
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