Siglo nuevo D ice la leyenda que cuando los Kikapú iniciaron la travesía, tuvieron que recorrer grandes extensiones de tierra en la Unión Americana. Cabalgando a pelo, los valientes guerreros enfrentaron el desierto, las bravas aguas de los ríos y las armas de los invasores. Cansados del viaje, cruzaron a lo que hoy es Coahuila, en el territorio mexicano, lugar donde el dios Kitzihaiata, envió a la gran tarántula, para que tejiera la telaraña que sostendría por muchos siglos el mundo Kikapú. Y debe ser cierto. Cuando se toma el desvió de la carretera de Múzquiz para llegar a la reserva, es común ver a lo largo del camino, como cruzan prudentes, con el misticismo que describe la leyenda, decenas de tarántulas, uno de los animales sagrados de esta tribu, cuya danza entre los sabinos (señor de los árboles), rinde tributo a la rique- 30 • Sn za natural de esta parte de Coahuila, donde las aguas claras del río Sabinas brotan con musicalidad de la tierra, el hogar de cerca de 900 familias indígenas. Un buen Kikapú debe cumplir los mandamientos de Kitzihaiata, el dios que los escogió para poblar la tierra. Cumplir con la iniciación y ritos de cacería del venado, fuego sagrado, bautizos, año nuevo, purificación, cantos, oraciones y ayuno. Además, debe estar preparado para el día de su muerte. De su animal sagrado y centro de vida, utilizan la piel, los huesos, la lengua y la carne. Creen que cuando un venado muere en el ritual, vuelve a la vida. Creen que si el venado se extingue, se extinguirá también el mundo Kikapú. Desde hace siglos la estructura social de la tribu se mantiene vigente. Cuentan con un jefe espiritual que a su vez es el sacerdote, el hombre sabio y justo. Encargado, además, de realizar las ceremonias, bautizos, despedida de los muertos y vigilar que las ofrendas a los espíritus se cumplan, así como el cuidado de la tierra. Chakoka Anico, cuyo nombre hace honor a la valentía: el que puede enfrentar a muchos oponentes, actualmente tiene 82 años, dice estar viejo y no tenerle miedo a la muerte.