Revivir especies extintas Jazmin Ortigosa Revivir especies extintas podría ya no ser sólo el argumento de una película. En junio del 2002, la revista Science publicó el trabajo que están realizando los científicos Don Colgan y Karen Fireston de la Unidad de Biología Evolutiva, del Museo de Australia. Han obtenido cantidades muy pequeñas de ADN perteneciente al extinto tigre de tasmania, Thylacinus cynocephalus, cuyo último representante murió en 1936 en el zoológico de Hobart, Australia, para después amplificar y reensamblar las alrededor de 3.5 mil millones de bases de su material genético. El ADN fue extraído de tres ejemplares de tigre de tasmania preservados en alcohol y el siguiente paso es crear una banco de ADN de este marsupial en bacterias congeladas. Una vez hecho esto, pretenden construir cromosomas sintéticos y núcleos para colocarlos ahí. Finalmente podrán clonar alguno de estos tigres insertando material genético en un óvulo ya fertilizado y colocándolo en una madre sustituta, una hembra del demonio de tasmania. Aunque hay muchos científicos que se muestran escépticos, Colgan cree tener una posibilidad del cinco por ciento de que el experimento sea exitoso. Otro caso parecido, y tal vez con mayor posibilidad de éxito, es el caso del bucardo o cabra montesa, Capra pyrenaica pyrenaica. Para 1989, sólo quedaba una hembra, que se trató de fecundar con una cabra muy parecida, Capra pyrenaica hispanica, logrando el nacimiento de Pepito. En condiciones naturales, no se tuvo éxito y se optó por congelar células de la madre que el 6 de enero del 2000 había muerto aplastada por un árbol. La obtención de células y óvulos de la Capra pyrenaica pyrenaica y el estudio de su ciclo de reproducción la colocan como uno de los animales con más posibilidades de volver a la vida. Pese a la posibilidad de clonar organismos extintos, muchos piensan que es mejor invertir ese dinero en la la protección de organismos en peligro de extinción y no tratar de recuperarlos una vez extintos. Fuente Science 7 June 2002: Vol. 296. no. 5574, p. 1797 DOI: 10.1126/science.296.5574.1797d