Área Protegida Provincial BOSQUE PETRIFICADO DE SARMIENTO y su pionero descubridor Recopilaciones Antonio Torrejón (*) Los lectores de un mapa de la provincia del CHUBUT, podrán identificar un área señalizada como Bosque Petrificado SZLAPELIS, al sur de la Colonia Sarmiento, 160 km. al oeste de Comodoro Rivadavia. Es el apellido de la familia propietaria del campo en el que se halló un yacimiento de troncos petrificados, en medio de una geografía quebrada y yerma, pero que hace 60 millones de años, antes de que se elevara la Cordillera de los Andes y le impidiera el paso a los vientos húmedos del Pacífico, estaba cubierta de densos bosques de espléndidas y gigantescas coníferas. Hoy, por justas razones, este yacimiento junto con otro, conocido como Ormaechea por el mismo motivo que el anterior, se agrupan bajo el nombre común de Área Protegida Provincial “Bosque Petrificado de Sarmiento”. Don Casimiro Szlapelis era un personaje de esos que se recuerdan, en muchas comarcas medio olvidadas de nuestra geografía Argentina, por su impulso progresista y también por su solidaridad. Conocí a don Casimiro cuando ya tenía el mismo, edad de jubilado. Fue 14 y 15 de febrero de 1965, el 13 había sido recibido en audiencia por el entonces Gobernador del Chubut, escribano Roque González. Yo transitaba el desafío de organizar turisticamente mi provincia natal En un momento dado le mencioné mi proyecto de crear una reserva natural que protegiera los yacimientos de troncos petrificados, para seguir colocando –jalones- que por su atractivo hicieran circular a los turistas, por la mayor parte de los rincones de la geografía de esa Jurisdicción. Ante mi desconcierto y sin mayor preámbulo, el Gobernador hizo ingresar a la persona que, en la antesala, estaba esperando su turno de audiencia. No se equivocan. Era don Casimiro Szlapelis. Me presentó:”…explícale al hombre tu proyecto, Antonio”. Un par de horas más tarde, salíamos los dos rumbo al aeropuerto de Trelew, donde abordamos el Pequeño avión, bautizado: “Chimango”, un monomotor “Luscombe”, modelo 1947, que Casimiro, con sus setenta años a cuestas, acababa de comprar y traer, en vuelo visual, desde Buenos Aires. Por supuesto que nada supe de estos intimidantes detalles antes del despegue. Volamos hacia el norte sobre Sierra Chata y el bajo del Gualicho, para volver hacia el sur del área de las Sierras de “El Sombrero” y “Cuadrada”, hasta que aterrizamos para las constataciones de campo en terrenos apenas aptos para emergencias ineludibles. Dormimos en la Estancia de los “Perón” y a la primera hora del día 15 se repetiría la modalidad de ver el afloramiento de truncos y aterrizajes, así lo hicimos un par de veces más y cerca de la mayor parte de los afloramientos de árboles petrificados que son una constante en la parte central de la Patagonia continental. Total don Casimiro no volaba porque tenía apuro. En aquellos años y en medio de la Patagonia no lo había. Es cierto que los caminos eran malos, el mantenimiento casi nulo, las distancias interminables... Todo contribuía a que vehículos y pasajeros llegaran maltrechos a destino. Pero más que para evitar estos infortunios, Casimiro volaba por placer. Nuestra prioridad la habiamos fijado en la latitud sur que era la parte geográfica que yo quería reforzar turísticamente. Después de otros rodeos, por los alrededores de la Colonia Sarmiento acabamos identificando en el campo de la familia de Dn. Casimiro uno de los enclaves paisajísticos, sembrado de troncos petrificados, perfectamente apto para el propósito de la reserva y ese es el lugar que señala el viejo mapa, al que más tarde se adicionaría el de Ormaechea. Este fue mi primer encuentro con Casimiro, en la búsqueda en manos del adecuado “baqueano”, de lo que podía hacer de atracción turística la Provincia del Chubut en la Patagónia Argentina. Me fui enterando luego de la versatilidad del personaje. Casimiro Szlapelis era original de Lituania, donde había nacido en 1895. Cuando aún niño, la familia emigró a nuestro país, afincándose en Gualeguaychú (E.R.), a principios del siglo pasado. Allí iniciaron una pequeña explotación agropecuaria. Duró muy poco. Una manga de langostas, nada inusual entonces, fundió el emprendimiento y doblegó la voluntad de los Szlapelis, que decidieron ir bien lejos, donde no hubiera langostas. Y fueron a la Patagónia. A Colonia Sarmiento más precisamente. No lejos de allí se estaba gestando una gran empresa y el futuro de Comodoro Rivadavia: La Explotación Nacional de Petróleo, que sería después: Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Fue el tiempo en que se iniciaron, también, los trabajos para el trazado del ferrocarril de Comodoro a Sarmiento. Un mérito más de Ezequiel Ramos Mexía. Se inauguró el 25 de mayo de 1914. En 1917, el amigo Casimiro se había comprado un gran Buick y le aproximaba clientes al tren como taxista, recorriendo la zona llevando y trayendo pasajeros y encargues a domicilio. Al lituano lo fascinaban las máquinas y las invenciones tecnológicas. Si se sumaba un poco de aventura y calculado riesgo, mejor. Así lo atrapó la aviación que se estaba asomando a la región, la Aeroposta mediante. Contaba Casimiro que ya en 1933 había hecho sus “primeras tiraditas en avión”, como lo expresaba él, pero que en realidad fueron vuelos en un planeador, que compró con unos amigos. Próspero Palazzo, un destacado piloto de la Aeroposta, paso por Sarmiento en 1933 y ante el entusiasmo de los “planeadores”, les recomendó crear un aeroclub, comprometiéndose a procurarle un avión de segunda mano y un instructor de vuelo. El aeroclub se constituyó en 1935 y Palazzo cumplió parcialmente con su promesa. No anduvo con muchos rodeos Próspero para identificar al instructor: envió a su propio hermano Vito. Veinte eran los candidatos para hacer el curso. Absolutamente impracticable, protestó Vito, que era piloto, pero con los pies en tierra. Sacó a relucir su pragmatismo y sin elucubrar mucho juntó veinte papelitos en una bolsa. El curso se abría, pero sólo para cuatro y don Casimiro… salió quinto. Pero .. más vale quinto con suerte, que cuarto sin documentos! El cuarto, un alemán escapado de la guerra, era indocumentado y no calificó. Y Casimiro pudo comenzar a despuntar su anhelo de pilotar un avión. Se convertiría en el decano de los pilotos en actividad lo que le valió, por invitación de la Aeronáutica, participar de los encuentros con los astronautas “Collin y Aldrin”, cuando estos visitaron el país. Cuando nos conocimos en aquella tarde de la audiencia en 1965, Casimiro estaba allí porque era el Jefe Distrital Sarmiento de Vialidad Provincial. Durante años se dedicó, o al menos dedicó buena parte de su tiempo, a mantener los caminos del pago chico o a abrir picadas con herramientas de “tracción a sangre”, ya que los tractores eran escasos. “Abrir caminos” en sentido literal y metafórico podría haber sido el lema de la vida de Casimiro. Que fue un personaje, lo testimonian las denominaciones que lo recuerdan: en Comodoro Rivadavia una calle lleva su nombre, en Alto Río Senguer el Aeropuerto y la escuela Provincial Nº 716. Realmente, Casimiro, que falleció nonagenario no hace mucho, era como lo recuerda la gente de la zona “un hombre bueno” pero también un pionero. Así lo recuerdan muchos patagónicos, que escucharon de sus solidaridades y hazañas. (*) Fundador de la Institución Turística, y de las Áreas Protegidas de la Provincia del Chubut, 1964-1976-1996-2000