INTRODUCCIÓN AL "FENÓMENO HUMANO" ( I I I ) hiitioiiulitluíl ilrl H o m b r e y Espíritu d r hi Tierra Arturo Gaete, s. j . La segunda parte de esta Introducción al Fenómeno Humano —ya un poco lejana J— terminaba con una imagen marina. Por el Paso de la Reflexión accede el Hombre al puente de mando de la Evolución. Durante más de un millón de años navegó con cautela cerca de la costa familiar, hasta que un día tuvo suficiente confianza en sí mismo para "soltar las últimas amarras que nos retenían todavía en el Neolítico". Y lo que encuentra delante de sí es "el gran oleaje de un mar desconocido, en el que recién acabamos de entrar." Y ahora surgen las grandes preguntas: ¿hacia adonde enfilar la proa del barco? Y más profundamente todavía: ¿podernos llegar ;i saber con seguridad que hay un puerto de llegada? No deja de ser paradojal el resultado: mientras la Cvolución marchó ciegamente avanzó segura hacia su meta, y ahora que tiene un conductor consciente a la cabeza estamos corroídos de dudas acerca del futuro y hay quien entrevé hasta la posibilidad de una vuelta a las edades minerales de la juventud del planeta. A esta pregunta podemos responder en una serie escalonada de respuestas y preguntas. —¿Hay una salida del Hombre hacia adelante? • MENSAJE, marco-abril 19M, pp. 102-106. — Es evidente, y esta no puede ser otra que la inmortalidad o la "sobrevida", como la llama Teilhard. 2 Un futuro absoluto "debe abrirse sin restricciones sobre espacios psíquicos que nada limita, en un Universo en el cual podamos fiarnos perdidamente." J —¿Pero "sobrevida" de quién? — "La Salida del Mundo, las puertas del Porvenir, la entrada en lo Superhumano, no se abren hacia adelante ni a unos privilegiados, ni a un solo pueblo elegido entre lodos los pueblos. No cederán más que al empuje de todos juntos, en una dirección en la que todos . .. puedan reunirse y totalizarse dentro de una renovación espiritual de la Tierra." 4 —¿Significa oslo que el destino que nos espera es una Super-colectividad anónima, donde la Persona se pierde en el Todo? —• De ninguna manera, ya que cuando se trata de operar una síntesis de centros "las partículas deben entrar en contacto mutuo de centro a centro, y no de otra manera,"5 Y ¡ Le Phénumi'iH' Hitwain, EdlllonS clu Seuil, p. 259 (281). Dchulo a las insuficieruías de la edición española, n.ulm irnos direciainuiiiií ilul I ranees, pero indicamos cnlrc paréntesis ul texto currvspuudiftiii' i-n Jn traducción publicada por Tauru.s •' p. 2Í8 (2801. ' pp. 271-272 (293-204). ' p. 293 (316). 413 esto en una relación de amor que "se desarrolla hasta abrazar la totalidad de los hombres y de l;i Tierra." 6 —¿Cómo es posible que las personas lleguen a converger en esta maravillosa totalidad, sin perder el carácter incomunicable que es propio de todu persona? — Solamente si un foco de Amor, colocado fuera del Tiempo y a la vez presente en él, las atrae y las unifica. A este foco Teilhard lo llama "el Punto Omcga".7 Resumiendo, —El Hombre tiene una salida hacia la "Sobrevida", —no como individuos o grupos privilegiados, sino como Humanidad, —a la vez totalizada y personalizada, —que converge en el Punto Omega. En este artículo abordaremos los dos primeros puntos, dejando para el próximo y último de esta "Introducción al Fenómeno Humano" los dos siguientes. La Sobrevida El problema que aquí abordamos no es un simple problema teórico, ni tampoco la vieja inquietad del hombre por su inmortalidad personal. Es mucho más lo que está en juego. Teilhard planlca con extraordinario vigor el sentido y alcance de la cuestión: Hubo un tiempo cu que la Vida no gobernaba más que esclavos o niños. Pura avanzur le bustubü alimentar los instintos ÓSCULOS. II cebo de los alimentos. Los cuidados de la reproducción. Una lu ehu semieonfusa para mantenerse a l;i luz. i/.undoso por encima de los demás, a riesgo do ahogarlos • • . Ahora bien: con el primer destello de Pensamiento aparecido sobre la Tierra, la Vida se erjcontrd con el hecho de haber generado un poder capaz de crl (icaria y de juzgarla , . . Nos damos cuenlii de que en el gran juego cumprometido, nosotros somos los jugadores, los naipes y lu apuesta. Nada y;i pudra continuar si abandonamos la mesa. Y nada tampoco nos puede obligar a quedarnos sentados allí. Y el juego ¿vale realmente la pena? . . . Los elementos del Mundo que se niegan a servir al Mundo por el hecho de pensar. O más exactamente aún, el Mundo que se rehusa a sf mismo al caer en la cuenta de sí por la Reflexión. He aquí el peligro. Lo que, bajo la inquietud moderna, se está Formando y creciendo es nada menos que una crisis orgánica de la Evolución. Y ahora ¿a qué precio, sobre qué bases contrac• p . » 5 (319) » p . 2W 315). 416 tuales, será restaurado el orden? Can toda evidencia el centro del problema está ahí, lín las disposiciones de espíritu critico en las cuales de ahora en adelante estamos, un punto apa rece claro. A la larca puesta en nuestras manos de hacer avanzar más lejos la Nnogáiesis no nos plegaremos jamás sino bajo una condición: y es que el esfuerzo que se nos pide tenga posibilidades de éxito y de conducirnos lo más lujos posible. El animal puede lanzarse hacia un callejón sin salida ü hacia el abismo, til Hombre no dará jamás un paso en una dirección que ik- antemana sabe cerrada Y he aquí precisamente el nial que nos perturba. Una vez asegurado esto ¿cuál e* el requisito mínimo para que pueda decirse I|LIL' delante de nosotros !a vía eslá abierta?" Recomendamos al lector las dos páginas siguientes, admirablemente escritas, donde Teilhard esboza su respuesta, lo que el llama "el salario de base"' de una Evolución devenida humana. Pero nosotros vamos a lomar como punto de apoyo de nuestro comentario un texto hasta ahora inédito, en el cual desarrolla en forma mucho más amplia su argumentación.' Ahí, al igual que Rlundel y Le Roy, se planten el problema de la Acción. No es éste simplemente uno de los grandes temas de reflexión, como lo son la Muerte, la Belleza, etc. Detrás del interés por !a Acción se esconde un vuelco total del pensamiento contemporáneo. Para el filósofo antiguo lo Real por excelencia ertí "lo inteligible", lo que puede ser entendido. En latín, intelltgere significa etimológicamente "leer adentro". El ojo del espíritu se asoma al interior de las cosas y mira (en latín intuilur!. Esa mirada en la esencia escondida es la "intuición". La filosofía antigua es. pues, ante todo una Metafísica de la Visión. Si se habla de la Acción es por vía de consecuencia. Muy diferente es la actitud del hombre moderno. Para él, lo Real por excelencia debe ser "operable y activante al máximum para nuestra voluntad."'" Y a partir de ahí se elevará, por caminos que varían mucho según los autores, a la consideración de la estructura general de la Realidad. Tal es la actitud en la cual Teilhard se coloca; pero manteniéndose siempre en el plano de la fenomenología y sin pasar a la filosofía estrictamente tal. » 1 10 n p , 254-?1ifi (276-2771. Se trata iid ensaya "C'onimcnt w crois", que aparecerá vn L-I tomo X do las Óbrn-,, li-.ii- vuliinu-n se cncucnlra i-" prepaI...mu desda h;u-i- mas tk un í ñ o y cunli-ndrú Bnavboa escrilus n.-l¡KÍusus d u T e i l h a r d . " A c t i o n L-1 A c t i v u l i u i i " e n s a y a O e u v r e s , t. I X . p p . 221-222. publicado vn ScitltCi i'¡ como podrá verlo el lector en la discusión sobre el argumento de la inmortalidad. Vamos a ciinr un largo icxlo de "Comment je crois"' que con I ¡ene una de las exposiciones más orgánicas de su pensamiento. poner cu movimiento esa cosa, en apariencia tnn pequeña, que ES I¡I actividad humana, hace falta nada meno!> que el atrafctívo tic un resultado ^destructible. Nosotros nos marchamos más que con ]a esperanza de una conquista ¡nmortaL" Y concluyo directamente: "Existe, pues, lo Inmortal delante de nosotros." Examinemos sucesivamente líi Mayor y el nexo de este razonamiento. La mayor, primero, lista me parece constituir un hecho psicológico elemental, aun cuando para percibirlo haga falia im;i cierta educación de la mirada Interior, Por \u que a mí concierne, la cosa es clara. En el caso de una acción verdadera (enn.-ndn por esto aquella en la cual uno d;i aijio de su vida) yo no me comprometo sino sólo cuando veo que puedo", como y;i lo decía el viejo Tucl Jidct. hacer "una obra para Meni¡m-". No se tr;im. por de pronto, de que tenga la vanidad de querer legar mi nombre a la posteridad. Perú una especie de instinto esencial me bice entrever, como única deseable, la alegría tte colaborar atómicamente tj establecimiento definitivo de un Mundo: > ninguna otra cosa finalmente pudría interesarme. Desprender una cantidad infinitesimal de absoluto. Liberar un poco de ser, para siempre. El resto no ea mis que insoponahlc vanidad, Muchas veces se me li;i puesto en tela de juicio el valor de o t e testimonio. Muchos de de mis amigos me han asegurado que ellos no experimentan nada semejante. "Cuestión de temperamento, rae han dicho. Ud. experimenta la necesidad de filo íofar. ¿PcfO [^11:1 qué razonar sobre las propias tendencias? Nosotros trabajamos, investigamos, porque esio nos gusta, como bebemos un vaso de vino . . . " —Y yo. porque esloy seguro de haber leído en el fondo de mí mismo un rasgo esencialmente humano, y por lo tanto universal, tes con testo: "Uds. no siguen hasto el final su corazón, ni M I pensamiento. Por esto, adamas, duermen en Uds. el "sentido cósmico" y la Fe del Mundo. Luchar, conquistar, les satisface y les atrae. Pera ¿no disciernen acaso que lo que es apaciguado en Udi por el esfuerzo es precisamente la pasión "de ser definitivamente más" —si un din (por más lejano que esté) nada debiera subsistir de la obra de Uds.. nade pata nadie?" Tal como aparves, su gusto d< la vida sigue siendo sentimental y frágil. Yo les doy la impresión de ser extraño y excepcional, porque trato <Je analizar el mío y de vincularlo con un rasgo estructural del Mundo, Pues bien, en verdad. yo les digo que antes de embarcarse mañana para la grnn aventura de donde debe salir su consumación, será preciso que la masa humana, toda entere, examine a fondo el valor del impulso que la lleva hacia adelante. ¿Vale verdaderamente la pena plegarnos, —o aún. como es preciso, apasionarnos— anle la marcha del Mundo? . . . T\l Hombre, mientras más hombre es, sólo puede darse a aquello que ama. Y finalmente sólo ama lo Indestructible. Multipliquen todo lo que quieran la extensión y la duración del Progreso. Prometan todavía cien millones de años de desarrollo a l;i Tierra. Si. al término de este período, aparece que el total de la conciencia debe volver ;¡ cero, sin que seo recogida en ninguna parle IH esencia secreta, entonces —lo declaro— de¡aremos caer las armai —y se hará la huelga. La perspectiva de una mucrlc (oral (es preciso rcflexio nar mucho sobre esta palabra para medir su poder destructor sobre nuestras almas), esta perspectiva, digo, si se hiciera conciente, secaría inmediatamente en nosotros las Fuentes del esfuerzo. Miren alrededoi de tídí. el número creciente de aquellos que lloran secretamente de tedio, y de aquellos que se matan para escapar a la vida . . . Se acerca el día en que la Humanidad se dará cuenta de que, en virtud de su posición misma en una Evolución cósmica que ella es capa/, de descubrir y criticar, se encuentra biológicamente colocada entns el suicidio y la ado ración." Pero entonces, si la mayor de mi razonamiento - verdadera, . . . it-npu el derecho de concluí''. •.; " I uego k> Inmortal existe". Y, en efecto, si el Mundo tomado en su totulidud es uljto infalible (primen etapa); y si. además, se mueve hacia el espíritu (se¡•muía etapa), entonces debe ser capaz de proporcionarnos lo que es esencialmente requerido para la continuación de semejante movimiento: quiero decir un horizonte sin limites hacía adelante. Sin lo cual, impotente para aumentar los progresos que suscita, se encontraría en la inadmisible situación de tener que desvanecerse en el tedio cada vez que la conciencia nacida en él llegara a la edad de la razón." '' 11 Be (rancia "arriérepensée. " Prcihahlciiu-iiti: Fallan algunas palabras en el icxlo de que dispunemus. "Cummi.'ne |e irui.s". pp. II H efl d texto [ninu-ugrufiado. 417 Traducido a otro lenguaje y reducido a su más concisa expresión, el argumento podría formularse de la siguiente manera: Si hay Acción finalizada, hay Inmortalidad. Es así que hay Acción finalizada. Luego hay Inmortalidad. En el texto recién citado, Teilhard desarrolla ampliamente la mayor; en cambio la menor está solamente apuntada de paso ("si el Mundo tomado en su totalidad es algo infalible . . . y si, además, se mueve hacia el espíritu"). Examinemos primeramente la premisa mayor. En una lectura rápida, la reacción del lector podría ser más o menos la siguiente: "Teilhard expresa de manera admirable el sueño de inmortalidad que late en el corazón de todo hombre. Pero de ahí a probarlo hay una larga distancia. ¿Y si, después de todo, la realidad no correspondiera a tan bellas expectativas?" Advirtamos que en la mayor no se descarta absolutamente la posibilidad de un universo absurdo que culminara en una muerte total del espíritu. Esto sucede solamente en la conclusión, y por la mediación de la premisa menor. Pero como ésta se encuentra aquí apenas esbozada, tendremos que buscar su fundamentación en otros lugares de la obra teilhardiana. ¿Cuál es, entonces, el verdadero alcance de la mayor? Explicitar que la inmortalidad está incluida en la idea de una finalidad del espíritu. En otros términos, que al nivel del espíritu la finalidad es total o nula, que no se puede afirmar simultáneamente la Acción finalizada y la Muerte definitiva. Si se afirma que hay Acción finalizada, es preciso afirmar también su requisito inevitable, la inmortalidad. El nexo entre ambas —nexo condicionado— es el asunto preciso de la mayor. Es cierto que se supone implícitamente que la condición se cumple, ya que se habla de una experiencia real. La confusión del lector se evitaría si Teilhard le advirtiera que en la menor se ocupará de probar que la condición se cumple. ¿Y cómo se prueba este nexo? Por un análisis de la experiencia humana, haciendo ver que lo que vale para el individuo, vule también para la Humanidad cuando esta toma conciencia de sí misma. "El Hombre . . . no puede darse sino a aquello que ama. Y no ama realmente más que lo indestructible." Y la razón de esto es el carácter esen418 cialmente ilimitado del espíritu. "La Conciencia, única en este sentido entre todas las energías del Universo, posee una magnitud en virtud de la cual resulta inconcebible, c incluso contradictorio, suponer que pueda detenerse o aún enrollarse sobre sí misma. Habrá puntos críticos en el camino, tantos como se quiera. Pero la detención o la reversión son imposibles; y esto por la sencilla razón de que todo acrecentamiento de visión intenta resulta ser esencialmente el germen de una nueva visión que incluye ludas las demás y que empuja todavía más hacia adelante." " Pasemos ahora a la fundiimcnUtción de la premisa menor. En el texto inédito largamente citado, Teilhard indica de pasada que "el Mundo lomado en su totalidad es algo infalible (primera etapa) y . . . se mueve hacia el espíritu (segunda etapa) a. A falta de un tratamiento iras explícito de la menor, nos tomaremos la libertad de "construir" un poco la argumentación. Las ideas son ciertamente de Teilhard, pero la disposición y el modo de concatenarlas son en parte nuestros. El punto en cuestión no es mostrar que la Acción pretende una finalidad, sino que esa finalidad —en lo esencial— se cumple. ¿La Acción de quién? Del Hombre en general. Aquí todavía no so precisa qué forma de inmortalidad es "el salario de base de la Evolución": si la inmortalidad de unus pocos privilegiados, si la de todos como colectividad anónima, si la de todos asociados en una Humanidad personalizada. ¿Y la prueba? Es todo lo que precede en El Fenómeno Humano o cu cualquiera de sus estudios globales de este género. En la base de toda la obra de Teilhard está la extrañeza que experimentaba frente a la incapacidad de la ciencia de su tiempo para integrar la Vida y c! Pensamiento en una interpretación coherente de la Realidad, "La Vida. porque en apariencia es tan rara y tan pequeña .. . continúa siendo considerada prácticamente por la Física . . . como una irregularidad o una excepción a las leyes superiores de la Naturaleza . . . La Vida es un epifenómeno de la Materia, así como el pensamiento es un epifenómeno de la Vida." '" Lo que Teilhard va a intentar es una "Zoología de posición" l7 es decir, colocar en series ordenadas todos » p. 256 1278). ''• E n el e n s a y a <.-n c u e s t i ó n IM fe t n el M u n d o y / J I fe i'n ti Espíritu son las etapas que preceden a lu ¡c en la inmortalidad. " I.,- Group» ZoologUfut tíumiin, pp. I4-1S (30). " Le Grwi/v Zuutt'gitiiii1 Himiain, [>. 52 iftl i. los fenómenos y contemplar la figura que resulta de esta ordenación. Esta figura Teilhard la ha descrito en diversos lugares18, pero hay un texto de 1928 particularmente significativo —"Les Mouvemenls de la Vic"— que permaneció inédito hasta su publicación en el tomo III de la Obras. ¿Qué podemos desprender de estos textos? 1" Que el Universo tiene una orientación, la cual, a pesar de los más increíbles obstáculos, se ha mostrado hasta aquí infalible. 2° Que, en ciencias positivas, no se requieren mayores pesos de evidencia para extrapolar legítimamente este movimiento hacia adelante. "En primer lugar, y sin salimos del campo, ni de los iruülodos de las ciencias de la materia, yn estamos en condiciones de poder observar que la Vida, lomuda globalmenle, se manifiesta como una tórnenle opuesta a la Entropía, l a Entropía, como se sabe, es el nombre que du la Física a esta caída, inevitable en apariencia, a consecuencia de la cual los corpúsculos... resbalan, en virtud de las leyes estadísticas de probabilidad, hacia un estado medio de ugitación difusa, estado en el que cusa todo cambio de energía úlil, en la escala de nuestra experiencia. Tudo parece descender en torno nuestro bada estu muerte de la Materia; lodo, menos la Vida. La Vida es, contrariamente al juego nivelador de la Entropía, la construcción metódica, sin ccs.u engrandecida, de un edificio eada vez más improbable. El Protozoo, el Mcluzoo, el ser sociable, el Hombre, la Hutnunidud . . .. son olios laníos desafíos crecientes a la Entropía . . . Si para apreciar los movimiento;; de 1¡I Vida no tuviéramos más que factores energéticos externos, su reducción total a la Entropía podría considerarse como mcís süstcniblc. Pero es preciso considerar otro aspeólo de las cosas. La Vida, tomada en su tulalidad, no se manifiesta sólo a nuestra experiencia como una marcha hacia lo improbable. Se traduce en nuestras investigaciones científicas en turma de una ascensión invariable, hacia una mayor conciencia. Bajo el ir y venir de las olas innumerables que son las formas organizadas, se dibuja una marea constantemente ascendente, hacia más libertad, más ingeniosidad y más pensamiento. ¿Es posible no atribuir n este enorme advenimiento más valor que el de un efecto secundario de las Fuerzas cósmicas?" " " . . . el fenómeno "conciencia" . . . No sólo es un fenómeno físico, sino el fenómeno. Ya sabernos, desde hace unos años, que la Materia tiende a desvn necerse hacia abajo por desagregación de los núcleos atómicos. He aquí que, simétricamente, la Vida se descubre como siendo el proceso exactamente inverso, el de una agregación corpuscular. Allí, caída hacia los grandes números, hacia los estados más prubables. Aquí, subida persistente, increíble, peni innegable, hacia los números menores, a través de lo improbable. Los dos movimientos tienen la misma amplitud: universal."™ En cuanto a lo primero, es la finalidad de que hemos hablado anteriormente perú Teilhard prefiere evitar esta palabra, dados los malentendidos que reinaban acerca de ella entre los científicos de su tiempo. En su lugar emplea los términos de "ortogénesis" y "aditividad dirigida". Con frecuencia dice que la Vida es un "azar dirigido".21 Una comparación puede ayudarnos a ctitendet la segunda conclusión. Imaginemos un equilibrista sobre una cuerda floja tendida entre dos montañas, Y por si el espectáculo fuera todavía poco estimulante para nuestros nervios, supongamos que en un momento dado el hace montar sobre sus hombros varios equilibristas más. Durante algunos instantes nos tienen a todos con el aliento suspendido. Pero si esto se prolonga más allá de un cuarto de hora, nuestra tensión comienza a aflojar. Y si se instalan cómodamente a comer y a dormir para poder resistir en la prueba durante días y semanas, perdemos todo interés y volvemos a nuestras casas. "Alga tiene que haber —inexplicable, pero real— que los estabiliza en este peligroso equilibrio inestable." Estamos aquí muy lejos de la prueba de !a in mortalidad a partir de la Acción que nos ofrecen un Kant o un Blondcl. Allí se trata de un análisis filosófico; íiquí de una extrapolación científica. El lector juzgará de su valor. En todo caso, Teiihard es lúcidamente consciente de lo que ofrece. "O la Naturaleza está cerrada a nuestras exigencias de futuro, y entonces el Pensamiento, fruto de millones y millones de años de esfuerzo, se ahoga apenas nacido en un Universo absurdo que aborta sobre si mismo. O bien existe una abertura . . . Dos direcciones, y sólo dos, una hacia lo alto, la otra hacia ahajo, sin ninguna posibilidad de quedar suspendidos a media altura. Ni en un sentido, ni en otro tenemos, por lo demás, una evidencia tangible. Pero, mientras tanto, y en esta espera, he aquí las invitaciones racionales a un acto de fe". 22 » Le Phénoménc HumOtt, PP- M, 115, 336 (»4, Ui, iti2): "Homi nisalion el Spccialiun" en La Vision du Passé. t. I1J, p p . 3(>S369 (341); "Une dátense de l'orlhygenése j propus des figures ilc In spéciation" en ÍM Vision du Passí, t. I J l . p, 389 (359). ÍUC. i-'c\ •" "La place de 1'Hutttinc daiü l'Uolverss" en ÍJJ Vislnn du Passi, t. til, p. 319 (299-.W0). U pp. 114-116 1132135). Ver también MENSAJE, marzo-abril 1966, " "Les Mouvements de la Vie" en La Vision du Passi, t. III, pp. 209-210 (1W-200). pp. 102-103. :: p. 258 (2801. 419 La Sobrevida de la Humanidad: El Espíritu de la Tierra ¿Cómo concebir más precisamente esta balido del Hombre hacia una Sobrevida? Bergson en La Evolución Creadora se representa la consumación del élan vital de una manera divergente, al modc de esos fuegos artificiales que se abren en la noche en un espléndido manojo de chispas centelleantes: son los santos, los héroes y los genios. En lugar de hundirse en la oscuridad algunos ejemplares privilegiados de la Humanidad "terminan por encomiar el camino buscado desde siempre por la Conciencia hacia su consumación. Una concenlración por medio de la descentración con respecto al resto. Solitarios y a fuerza de soledad, los elementos salvables de la Noósfera hallarían su salvación en el límite superior de su individuación, y por exceso de ella." ' Cuando Teilhard escribía El Fenómeno Humano otra forma de aislacionismo recorría Europa, menos filosófica, pero más devastadora: el Racismo. En ambos casos he Irata de. la misma láctica vital; ambas posiciones proyectan hacia el futuro uno de los procedimientos que la Evolución ha se guido hasta ahora: la supervivencia del más fucile. Y a primera vista parecería que la Paleontología confirma esta manera de ver las cosas. En efecto, cuando uno ordena los millares tic especies de! pasado, la figura que obtiene no es la de una linea recta sino la de un árbol: hay muchas ramas laterales —otros tantos ensayos infructuosos de la Vida— y unos cuantos troncos y tallos centrales por donde el movimiento se abre paso hacia adelante. » El defecto de esta argumentación consiste en no comprender que el Paso de la Reflexión es electivamente un paso: algo efectivamente nuevo parece con él y ya no es posible extrapolar sin más los procedimientos evolutivos del pasado. El Hombre continúa marchando por las vías milenarias por donde ha corrido la Vida, pero al mismo tiempo que las asume las transforma hasta el fondo. Ya en un artículo anterior apuntamos este fenómeno de continuidad y novedad. "El hombre aparece como cualquier otro grupo viviente . . . pero en aquello mismo en que se asemeja se advierten claramente las diferencias desde la partida . . . Antes a p p . Ml-264 (285-2S6). •' p p . 116. 124, 146, 172 v sobre y 230). A 20 H«lu 212 (1.14-115, 142, 165, 191 de llegar al hombre, la socialización se presenta como un fruto tardío, en el momento de la madurez de un phylum, y afecta sólo a un número restringido de miembros de ¡a especie. Nuestros antepasados, en cambio, nos aparecen sen lados en grupo alrededor del fuego: en sociedad desde In primera hora." 2 ' Hasta llegar al Hombre la Evolución se realiza bajo el signo de la divergencia, con la salvedad de las "agrupaciones de crecimiento" que ya mencionamos en el artículo ¿interior. A partir del Homo sapiens .se impone y de manera siempre creciente e! mecanismo de la convergencia.'*" El Hombre es la única especie que logra unir paradojalmente dos caracteres aparentemente contradictorios: ubicuidad y unidad. Ya son raras las especies que cubren toda la Tierra. Lo normal es que las especies sean "caseras" y se desarrollen sólo en determinados lugares de la Tierra. Pero cuando esto sucede la especie se divide y sub-diviiie en otros tontos grupos incapaces de entrecruzarse entre sí. El fenómeno de la "sociedad" se da igualmente dentro de límites muy reducidos: los hijos de una misma madre, los miembros del misino panal o termilera. El Hombre, en cambio, no pierde su unidad a medida que se ev BXtiende sobre la Tierra, sino que la acrecienta cada día más. "Zoológicamente considerada, (a Humanidad nos presenta el espectáculo único de una "especie" c;ipuz de realizar, aquello en que habían fracasado ludas las otras especies antes de ella: no MUIplemcnle ser cosmopolita, —sino cubrir, sin romperse, la Tierra con una soLi membrana organizada." •" ¿Cómo explicar el fenómeno? Para la biología tradicional es éste un hecho bruto, que constata sin poder dar razón de él. Pero basta introducir la dimensión de un "Interior" de las cosas para que todo se haga lúcido. Hasta el advenimiento del Hombre el grado de complejidad es demasiado bajo para que el Espíritu pueda emerger y ejercer su acción. La Evolución se desarrolla entonces bajo el imperio de las fuerzas mecánicas —dé la energía tangencial, como diría Teilhard. Es la era del Interior cautivo. Pero cun el Paso de la Reflexión se invierten los términos: no solamente emerge algo nuevo, sino que eso que emerge toma el con i rol de la Evolución. "A consecuencia de (a cantidad de energía interior MENSAJE, marzo-abril IW*. PI>. HS-10», Ahí su Indica coma referencia Le PMnomttta Humóte, pp. 225-226 (245-246). Véase lambicn r>. I0H Í2H>. » MF.NSAJE. marzo-abril l%s. pp. 103-104. cr. I.,- Phénomins lluninin, p. 121 (159-MU) v Le Urimpc /IOTÍUIJIÍ/IH; lluniuitt, pp. w-ion (ion. " p. 263 (290). liberada por la reflexión, la operación tiende entonces a emerger de los órganos materiales para formularse también o incluso sobre todo, en espíritu." :" Y lo propio del Espíritu no es encerrarse en si mismo, sino buscar a los otros y converger hacia ki unidad. Tal es la perspectiva en que se debe intentar releer el sentido de ¡os viejos mecanismos evolutivos. Sigue habiendo ramificación, formación de verticilos, selección y lucha por !u vida, Pero ahora, en lugar de principales, pasan a ser funciones secundarias al servicio de una obra global de cohesión. :'J La falsedad del ideal egocéntrico del individuo o de la raza aparece todavía más clara cuando uno contempla en su conjunto el vasto movimiento de la Vida. "En primer lugar las moléculas carbonadas, con sus millares de átomos agrupados simétricamente. En seguida la célula, donde, bajo un volumen mínimo, van montándose millares de moléculas en un sistema de engranajes figurados. Después, el Metazoo, en el que la célula no es casi más que un elemento Infinitesimal. Más allá todavía, como en forma de islotes, las multiformes tentativas llevadas a cabo por los Metazoos para entrar en simbiosis y elevarse con ellos a un estado biológico superior. Y ahora, como si fuera un germen de dimensiones planetarias, La capa pensante que, sobre toda su extensión, desarrolla y entrecruza sus Fibras, no precisamente para confundirlas y neutralizarlas, sino para reforzarlas, en la unidad viviente de un solo (ejido . . . " '" La Evolución ha sido una gigantesca marcha hacia la Complejidad, hacia la Conciencia y hacia la Unión, que debe culminar en un desmesurado "grano de Pensamiento". "Un nuevo dominio de expansión psíquica: he aquí lo que nos falta . . . La paz en la conquista, el trabajo en la alegría: ello es lo que nos espera más allá de cualquier imperio opuesto a otros imperios en una totalización interior del Mundo sobre sí mismo: es decir, en la edificación unánime de un Espíritu de la Tierra."" p p . 27(1-271 i : p . 2SI (Mil). p. 194 (211). ••' p : W t2<)l-i9 421