76848199-Conductismo-Neoconductismo-y-Gestalt

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CAPÍTULO I I
CONDUCTISMO, NEOCONDUCTISMO Y GESTALT
FRIDA SAAL
El presente capítulo, dedicado a las escuelas psicológicas, requiere
una justificación que dé sentido a su ubicación en la estructura
global de la obra y permita también comprender el por qué de la
elección de determinadas corrientes dejando de lado otras. Selección discutible pero no arbitraria, cuyos criterios explicitaremos:
a] Lo que no nos proponemos: ofrecer aquí una síntesis histórica o el panorama completo de los grupos y subgrupos que se
disputan la "verdad psicológica"; más aún, las escuelas ele las
que sí nos ocuparemos, serán enfocadas desde la perspectiva crítica que nos orienta presuponiendo por lo general el conocimiento
de los postulados básicos por ellas planteados en sus textos originales. En consecuencia no habrá una exposición de sus tesis.
b] Lo que nos proponemos: ofrecer en estos dos capítulos, a
través de la selección de sistemas psicológicos que podríamos llamar paradigmáticos, el momenlo de ejemplificación de lo expuesto
en el capítulo 10 sobre los modos de explicación en psicología.
Las escuelas de las que nos ocuparemos en el presente capítulo
son: conductismo, neoconductismo y Gestalt, desarrollando en
el próximo la epistemología genética de Jean Piaget. Desde esta
perspectiva de análisis la elección de estas corrientes ofrece la
posibilidad de trabajar en sus productos contemporáneos la vertiente materialista mecanicista (conductismo y neoconductismo),
la vertiente idealista (Gestalt) ^ y en la vertiente interaccionista
el planteo constructivista de Jean Piaget.
Hay aún una razón más que nos mueve en esta elección y que
se relaciona ya no solamente con los modos de explicación sino
con la totalidad de nuestra empresa. Señalamos repetidamente
en el análisis crítico de la psicología académica que sus objetos
de estudio, conciencia y conducta, son las nociones accesibles a la
evidencia de la aproximación psicológica, efectos cuyas estructuras determinantes permanecen desconocidas. Si se toma el discur^En adelante diremos simplemente "la Gestalt" para hacer referencia a la
teoría de la Gestalt.
[261]
262
MODOS DE EXPLICACIÓN EN F S I C O L O C / A
so en torno a esos objetos empíricos como un conocimiento ya
alcanzado, las nociones de conciencia y conducta obturan el camino a la producción de los conceptos capaces de dar cuenta de
ellos. En tal sentido funcionan como obstáculos epistemológicos
que deben ser removidos.
No es casual, claro está, que se registre una activa oposición
al desplazamiento de problemática posibilitado por la ruptura
epistemológica del psicoanálisis que llevaría a replantear las apariencias y transparencias de "conciencia" y conducta". Trataremos de demostrar que es en su aspecto ideológico constitutivo
donde debemos detectar esta obturación inconsciente y estructuralmente determinada. Tanto el conductismo (en todas sus variantes) como la Gestalt han actuado y siguen funcionando como
obstáculos activamente resistentes al conocimiento psicológico que
pretenden servir.
La epistemología de J. Piaget será reubicada en una perspectiva
distinta, abriendo una serie de interrogantes cuya respuesta podrá ser elaborada en trabajos posteriores por quienes se interesen
y encuentren válidos tales cuestionamientos.
CONDUCTISMO
El conductismo es, pues, una ciencia natural que se arroga
todo el campo de las adaptaciones humanas. Su compañera más íntima es la fisiología.
j . B. WATSON, El conductismo.
Los planteos conductistas son presentados a menudo como revolucionarios. Si debiéramos preguntarnos ¿en qué consiste esta revolución?, y aún a riesgo de £squematizar podríamos señalar dos
aspectos fundamentales y solidarios: a] un aspecto teórico, que
implica la eliminación de la conciencia y sus derivados del campo
de estudio de la psicología; b] una serie de respuestas técnicas,
que constituyen un instrumental apto para producir "cambios
deseables" en el comportamiento de los hombres y ejercer así un
control eficaz sobre esos comportamientos.
Estos dos aspectos son solidarios según podremos entenderlo
después de repasar el estado de la psicología y el horizonte ideológico en que el conductismo emergió.
La psicología de comienzos de siglo se debatía con el lastre de
CONDIJCTISMO, NEOCONDUCTISMO
Y CESTALT
263
la herencia filosófica que la creación de laboratorios y la introducción del método experimental, tomado de la fisiología, no
podía hacer desaparecer. Ocupada de la conciencia —versión laica
del alma— podía combinar sensaciones, revisar introspectivamente sentimientos, o aún experimentar con la capacidad mnémica,
pero era estéril en cuanto a su capacidad de dar respuestas eficientes a las necesidades que una sociedad industrial desarrollada
planteaba. La psicología no podía presentar los éxitos y realizaciones que las ciencias físicas y naturales ya exhibían.
Baste lo dicho para caracterizar el estado de la psicología, pero
a ello debemos agregar la co-presencia de determinados "personajes teóricos" que marcan el rumbo y la dirección para un desarrollo fructífero en el sentido de satisfacer más adecuadamente
las exigencias de la estructura social y sus sectores dominantes.
!•? El positivismo: sus características esenciales han sido presentadas en los capítulos 7 y 10 lo que nos exime de entrar aquí
nuevamente en detalles. Tan solo señalaremos la situación paradójica del proyecto de Watson y sus continuadores: mientras por
un lado Augusto Comte, "fvindador" y primer sistematizador del
positivismo, dictaminaba la interdicción de la psicología como
ciencia, por el otro, el conductismo tomaba una orientación positivista para hacer de esta disciplina una "ciencia". Tal paradoja
es sóio aparente pues al hacer de la psicología una "ciencia natural cuya compañera más íntima es la fisiología", según la expresión de Watson en la frase que hemos elegido como epígrafe,
el conductismo, por el camino de la reducción biologista, permanece fiel a la interdicción comtiana. En otros términos, las doctrinas que se basan en la observación y análisis experimental de
la conducta no llegan a construir una psicología; simplemente,
ofrecen una solución de recambio y allí donde los autores clásicos hablaban del alma o de la conciencia estas escuelas injertan
un discurso biológico. A la especulación metafísica de unos sucede
la negación, por los otros, de la especificidad psicológica, con el
desplazamiento de una posible ciencia del sujeto hacia el terreno
de la fisiología.
Para la definición positivista la ciencia sólo puede serlo de hechos positivos, observables. Se impone pues el viraje desde el
eje de la conciencia al de la conducta; este cambio de objeto
obliga, por la indisolubilidad de lo que se estudia con el medio
para abordarlo, a un cambio de métodos. La introspección es
reemplazada por la observación y la experimentación. La ilusión,
ya despejada en el cap. 5, es la de alcanzar la cientificidad por
la vía de una elección metodológica.
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
2'' El pragmatismo: escuela filosófica nacida en suelo norteamericano y que tuvo en William James al expositor más convincente. Su divulgación ha conducido a sobresimplificaciones que
la desvirtúan. Así, las expresiones "Es útil porque es verdadero"
o "es verdadero porque es útil" ^ son equiparadas para establecer
que el criterio de verdad se define por la utilidad. Pero se suele
eliminar el contexto de esta cita, marco donde la polémica se
inserta. James recurre a esta expresión en el seno de un enfrentamiento entre el pragmatismo y el racionalismo: para este último la verdad es esencial, eterna, inmutable. El pragmatismo
desecha y refuta este "mito de la verdad" y se propone a sí
mismo como una alternativa filosófica fundada en la práctica
y la acción. Por tal motivo podemos reformular la expresión mencionada: si bien el pragmatista considera que lo útil es lo verdadero, la verdad es redefinida por él atendiendo a las jjosibilidades que habré de actuar sobre los objetos.
Sobre el trasfondo de esta filosofía encuentra su justificación la
actitud manipulatoria y de control de conductas que el conductismo ubica en el centro de su programa y a partir de la cual se
desarrollan las "técnicas psicológicas" que se analizan en detalle
en el capítulo 8.
S"? El evolucionismo: el impacto de la teoría evolucionista de
Darwin repercute en el campo de la psicología sobredeterminando las condiciones que conducirán a la crisis de las psicologías de
la conciencia. Dos aspectos de la teoría evolucionista son fundamentales para esta "revolución conductista". En primer lugar,
al ubicar al hombre como un punto más en la escala zoológica
gobernada por las leyes de la evolución, ofrece al conductismo
el respaldo para reducir la explicación de los fenómenos llamados
psicológicos a relaciones fisiológicas; es decir, justifica la reduc-:
ción biologista de su modo de explicación. En segundo lugar, le
permite importar el concepto de adaptación, cuya legitimidad en
el campo de la biología no nos cabe analizar, pero que al ser
ubicado en un campo diferente sin la reelaboración correspondiente fija implícitamente un objetivo a las "conductas deseables": el de adaptarse.
La coyuntura económica, política e ideológica de los años previos a la Primera Gran Guerra formula una demanda perentoria
de respuestas técnicamente eficientes para llenar las necesidades
de la producción. Positivismo, pragmatismo y evolucionismo abo^ James, W. Pragmatismo,
Buenos Aires, Aguilar, 1961, p, 170.
CONDUCTISMO, NEOCONDUCTISMO
Y CESTALT
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nan el terreno ideológico en el que brota el "conductismo", discurso teórico que es, a la vez, fundamento y retoño de la psicotecnología del siglo xx.
El proyecto conductista se sintetiza en un programa de apariencia neutra: "Dado el estímulo, poder predecir la respuesta o,
viendo qué reacción tiene lugar, inferir cuál es el estímulo que la
ha provocado".^ Decimos que sólo la apariencia es neutra ya
que allí se restringe la tarea del científico a la actitud expectante de observar y predecir un campo de fenómenos previamente
delimitados: el de los estímulos (E) y las respuestas (R). Esta
apariencia se desvanece en cuanto su discurso continúa: "El interés del conduelista en las acciones humanas significa algo más
que el de mero espectador; desea controlar las reacciones del hombre, del mismo modo como en la física los hombres de ciencia
desean examinar y manejar otros fenómenos naturales. Corresponde a la psicología conductista poder anticipar y fiscalizar la actividad humana.'"^ La claridad de la expresión no ofrece dudas
en cuanto a lo que señalábamos de la demanda de control y modificación para obtener "conductas deseables". Lo único que
permanece implícito y que es necesario detectar es ¿al servicio de
quién y en salvaguarda de qué objetivos, el conductista —"agente
del cambio"— entra a funcionar con eficiencia? La demanda y
el demandante permanecen en el anonimato, surgiendo a luz solamente los indiscutidos derechos de "LA CIENCIA".
La utilización del reflejo condicionado sirve como llave maestra en la creación de hábitos y abre el camino a la realización de
este proyecto y a la elaboración de su instrumental técnico. Si se
desarrollan sistemas de hábitos "adecuados", cada sujeto podría
ir a ocupar el lugar que le está reservado, sin roces, ni conflictos.
Pero esta utilización de los hallazgos de la reflexología, marca
también la diferencia entre esta psicología biologista y los estudios fisiológicos propiamente dichos. El conductista puede prescindir de estos últimos, puede escribir un tratado completo de psicología sin saber nada de nervios, músculos o visceras, tal como
lo decía Watson, ya que es sólo su instrumentación en un proyecto ideológico lo que le interesa. La fisiología es su compañera
más íntima por los servicios técnicos que le presta, no por el
marco de explicaciones que le ofrece.
El énfasis en los procesos de aprendizaje está estrechamente
ligado a ese proyecto que venimos detectando. Es más fácil, eco' Watson, J. B., El conductismo, Buenos Aires, Paídós, 1961, p. 33.
•* Watson, J. B., op. cit. p. 28. El subrayado es nuestro.
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
nómica, y segura la preparación adecuada de los hábitos "deseables" que su modificación; sigamos pues escuchando las explicaciones de Watson que no tienen desperdicio:
"El conductista tiene asimismo sus problemas en lo tocante al
adulto. ¿Qué métodos hemos de utilizar sistemáticamente a fin
de condicionar al adulto? ¿Por ejemplo, para enseñarle hábitos
de trabajo, hábitos científicos?. . . Una vez formados estos hábitos de trabajo, ¿con qué sistema de estímulos variables debemos
rodearlos si queremos mantener el nivel de eficiencia y su aumento constante? "Además del problema de los hábitos profesionales,
se plantea el de su vida emocional. ¿Cuál es la parte que trasciende su infancia? ¿Cuál estorba su adaptación actual? ¿Cómo podemos hacer que la elimine?" (pp. 25-26. Subrayado nuestro).
Este fragmento ilustra el carácter eminentemente técnico de
los planteos que se hace el conductista con vistas a un objetivo
indiscutido e indiscutible en su contexto que es el de la adaptación,
concepto clave y encubridor de una transpolación ya señalada:
así como los animales deben adaptarse al medio natural en que
viven, los hombres deben aceptar su medio social con idéntica
"naturalidad" y en consecuencia adaptarse. El conductista se arroga, sobre la base de este supuesto, el papel de ingeniero, elimina
lo que "estorba" y apuntala y acrecienta lo que aumenta el nivel
de la eficiencia. La reducción biologista ofrece pues al conductismo una doble utilidad: por el lado de la instrumentación de los
resultados de la fisiología puede elaborar técnicas y por la homologación de los medios puede racionalizar su discurso dejando
entre paréntesis a la estructura social.
Las técnicas que la psicología conductista es capaz de proponer son eficientes. Satisfacen así la demanda de otorgar a los
sectores dominantes poder para manipular y cambiar la conciencia y la conducta de los sujetos ideológicos. Pero ¿por qué estas
técnicas necesitan presentarse como frutos del árbol de la ciencia? Es la pregunta que D. Deleule reiteradamente plantea en su
libro La psicología mito científico. Y suscribimos sin reservas
la conclusión en la que desemboca: "La psicología moderna es
una colección de respuestas a una pregunta que el psicólogo nunca ha planteado y que podría formularse del siguiente modo:
¿cómo integrar lo mejor posible a los individuos en el sistema
social al que pertenecen? ¿Cómo conseguir que esta pertenencia
de hecho se convierta, para el individuo, en una pertenencia de
derecho?" ^
' Deleule, D., La psicología,
p. 80.
mito
científico,
Barcelona, Anagrama, 1972,
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Y GESTALT
267
Aparentemente Deleule no contestó la pregunta inicial sino
que la reemplazó por otras dos preguntas pero, al hacerlo, iluminó el proyecto tácito de la psicología conductista, puso al descubierto sus premisas y mostró que la razón de ser de esta escuela no está en una pretensión de saber para transformar sino
en una exigencia extraña a la ciencia y proveniente de una estructura social que exige transformar y que abomina del saber
porque, en este terreno, el saber sería explosivo. Éste es un tema que
comenzamos a trabajar en la primera parte y que desarrollaremos acabadamente en los cuatro capítulos de la cuarta parte del
libro.
NEOCONDUCTISMO
La herencia de Watson es reivindicada por los neoconductistas
y quizá vaga la pena indagar qué hay de nuevo en este "neo" que
precede a su nombre.
En rigor es difícil delimitarlo como corriente ya que entre sus
distintos representantes existen diferencias y disidencias no saldadas. De hecho, no constituye una "escuela".
Bajo la denominación de "neoconductistas" se reúne a un conjunto importante de investigadores y teorías psicológicas que trabajan y desempeñan un papel hegemónico en los EE.UU. Entre ellos comparten un método, el método experimental y aceptan
la crítica de Watson a la psicología anterior, aunque se postulan
como "superadores de sus excesos".
Nos encontramos pues con una determinación geográfica (los
psicólogos experimentalistas europeos no reivindican para sí el
título de neoconductistas), una metodología y una matriz común
que aspiran a superar. Es en el camino de tal superación que se
producen las bifurcaciones y diferencias.
Nuestra visión a vuelo de pájaro de estos autores, tomados en
su conjunto, arriesga ser sobresimplificada. No expondremos los
desarrollos que cada uno de ellos impulsó." Sin embargo, quisiéramos señalar la presencia de actitudes polares a través de la
mención de algunos de sus más conspicuos representantes.
' El lector interesado en los desarrollos neoconductistas puede consultar:
Fraisse, P., "L'évolution de la psychologic experiméntale", en Traite de psychologic experiméntale, dirigido por Fraisse y Piaget, t. i, pp. 2-70, y Marx
y Hillix, Sistemas y teorías psicológicos contemporáneos, Buenos Aires, Paidós,
1969, Tercera parte, capítulo x.
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍ/i|
Hay una linea de desarrollo que trata de centrarse en los aspectos neurofisiológicos subyacentes a la relación E-R, en talj
orientación podemos ubicarlo a Lashley. Otro grupo de investi-i
gadores centra su trabajo en la reelaboración de la relación E-R,
introduciendo "variables intermediarias" a modo de intentos ex-i
plicativos. El nombre de Hull merece especial mención entre
estos intentos. Este autor sigue usando el método experimental
y trata de dar un paso más adelante con la inclusión de hipóte-i
sis de las que deduce enunciados que son, a su vez, sometidos al
nuevas experiencias. El sistema de Hull alcanza un alto grado de
sistematización y formalización. Skinner se ubicaría en el polo
opuesto: siguiendo de cerca la tradición watsoniana entiende que!
su función, en tanto psicólogo positivista se limita a la descrip-;
ción y al control de las conductas, negándose sistemáticamente a!
todo intento explicativo o teórico. Lo que sucede entre E y Ri
corresponde a lo que llama "la caja negra". Skinner podría decir:!
no sabemos qué pasa allí dentro pero tampoco nos interesa ni nosj
incumbe, nosotros sólo nos ocupamos de lo que entra y de lo:
que sale, lo demás es metafísica (recordemos que para los positi-i
vistas toda referencia a las causas es metafísica).
Si nos preguntáramos a nosotros mismos, ¿cuáles son los "ex-i
cesos" de Watson que los neoconductistas quieren superar?, noí
debemos buscar la respuesta en los aspectos teóricos. Hemos traí-,
do ya las palabras de Watson y se hace comprensible que sus!
"excesos" se ubican en la "verdad" de sti discurso. Esta "verdad"!
necesita una explicación y puede ser enfocada a dos niveles; eli
primero, corresponde al grado de explicitación que encontramos!
en los textos de Watson del encargo social en la tarea que em-j
prende. Cuando el encargo es tan evidente fracasa su valor del
racionalización y produce reacción en los psicólogos "bienpensan-:
tes" que no pueden así asumir lisa y llanamente su tarea. El
otro nivel corresponde a la ubicación estrictamente biológica de
los hallazgos conductistas: descripción adecuada de hechos y leyes que tienen su lugar en el discurso biológico integrados al conocimiento estructural y funcional del organismo y sus sistemas de
integración.
Este reconocimiento es necesario ya que produce las nociones
que en psicología constituyen la materia prima de la ideología
con la que la ciencia debe romper. La ciencia no puede negar la
ideología sino que debe explicarla.
Hemos señalado al carácter simplificado de nuestra exposición.
No podemos entrar a evaluar las distancias que separan los respetables esfuerzos de Hull por formalizar y teorizar en su campo
CONDUCTISMO, NEOCONDUCTISMO
Y CESTALT
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de trabajo y la sistemática negativa de Skinner a todo intento
de teorización pero, a pesar de las diferencias que los separan entre sí, los neoconductistas dejan incólumes los dos pilares sobre
ios que asienta el conductismo: el modelo biologista no es cuestionado por ninguno de ellos y el objetivo adaptacionista es fielmente respetado.
Skinner, lo mismo (jue Watson, aparece como factor irritativo.
Su último libro: Beyond freedom and dignity ha despertado una
de las más enconadas polémicas en el ámbito de la psicología
norteamericana. Munido de la tecnología conductista. Skinner llega hasta las últimas consecviencias atacando al rnito liberal de la
libertad y la dignidad humana al que considera patrimonio del
pasado. Sostiene cpie el mundo está amenazado por los peligros
del hambre, la superpoblación, la guerra nuclear y la contaminación y no trepida en defender el uso de las técnicas de manipulación de conductas como único medio seguro de evitar tales peligros. Por supuesto que Skinner no cuestiona el orden social en que
(ales peligros se inscriben: las estructuras de poder, la posesión
privada de los medios de producción, la competencia por los mercados, etc., no son tocados ni mencionados como causas de tales
peligros. La planificación que Skinner sostiene que hay que realizar está explícitamente encuadrada en un proyecto político al
servicio del cual coloca su arsenal tecnológico.
Esto nos lleva, ya en el final de nuestra apretada síntesis sobre
conductismo y neo-conductismo, a algunas consideracions de resumen:
En primer lugar, conductismo y neoconductisrno se nos ofrecen
como una ideología de recambio (Deleule), más aceptable por
su apariencia de cientificidad que la apelación a la conciencia, en
una época dominantemente tecnocrátíca.
En segundo lugar, debemos señalar la trascendencia que tales
corrientes tienen en la psicología académica contemporánea. No
hay prácticamente centro de altos estudios en que esta corriente
no cuente con fervorosos defensores. Más aún, es dable esperar que
su difusión e influencia aumenten todavía en el futuro inmediato.
En tercer lugar, producen técnicas eficientes. I^is mismas se hallan marcadas por el contexto en que se aplican, en este caso
[¡articular, el de una formación social capitalista. Esto plantea la
delicada cuestión del uso de técnicas de inspiración conductista
en procesos históricos de transición al socialismo, uso determinado por necesidades coyunturales específicas de tipo político que
ileben ser evaluadas en ese nivel. Queda abierta la siguiente pre-
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
gunta: ¿podría el uso de tales recursos, en ciertos momentos de
la transición al socialismo, llegar a ser incompatible con el proyecto político mismo?
TEORÍA DE LA CESTALT
Para el espíritu precientlfíco la unidad es un principioi
siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. No
hace falta más que una mayúscula. Las distintas actividades se convierten así en manifestaciones variadas de una
única y misma Naturaleza. No se puede concebir que la
experiencia se contradiga y tampoco se separe en compartimientos. Lo que es verdad para lo grande debe ser
verdadero para lo pequeño e inversamente.
G. BACHELARD, La formación del espíritu científico, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1972 p. 103.
Los comienzos de la psicología de la Gestalt se ubican contemporáneamente con los del conductismo. Su aparición en Alemania
se produce con la misma pretensión de ser un movimiento "revolucionario" y es sobre sus condiciones de surgimiento, sus principios fundamentales y también sobre su significado que trata
remos de ubicar nuestra lupa para develar su sentido en un
contexto más amplio.
Wertheimer es el iniciador de esta corriente. Con su estudiO;
sobre el fenómeno Phi, nombre que dio a la ilusión de movimiento
inicia su enfrentamiento con las posiciones elementalistas vigentes y lanza su ataque contra el estudio de las sensaciones a las
que considera datos inexistentes.
En Alemania, cuna de la psicología de laboratorio, reinaba:
desde su nacimiento y de manera indiscutida la concepción elementalista que buscaba integrar los contenidos de conciencia a
partir de las sensaciones que deberían sumarse para dar cuenta
de tales contenidos, fueran estos percepciones, sentimientos o pen-!
samientos. Y también estaban, preparados especialmente para ese;
minucioso análisis introspectivo capaz de detectar los átomos en id
totalidad, los introspeccionistas adiestrados.
|
Este análisis introspectivo de los contenidos de conciencia ei»
busca de los elementos iniciales y fundantes de los actos psíquicosj
complejos, constituye el núcleo "experimental" de la hoy llamada!
psicología clásica. Quienes recuerden los razonamientos expuesto^
CONDUCriSMO,
NEOCONDUCTISMO
Y CESTALT
271
en el capítulo precedente no tardarán en detec;tar el esquema referencial del "empirismo" y la filiación de esta psicología en la
línea genética que nace en Aristóteles y se reformula con las tesis cartesianas de la res extensa, el empirismo inglés y el sensualismo írancés.
Ya señalamos al hablar del conductismo que los cambios v el
desarrollo de otras ciencias proporcionaban u^a imagen de progreso que, asentándose en condiciones estructurales específicas, exigía cambios también en el campo de la psicología. Hay que señalar pues las condiciones diferenciales que determinaron los
rumbos divergentes cjue adoptaron estas dos corrientes contemporáneas y nacidas en el escenario cubierto por un mismo telón
de demandas ec^uivalentes.
En Alemania, el espacio cultural estaba preñado por la influencia filosófica del idealismo, fundamentalmente de Kant. Recordemos entonces que el proyecto kantiano pretende nada menos
que hacer de la metafísica una teoría del conocimiento y comienza por reconocer las posibilidades, los presupuestos y los límites
del conocimiento humano.
A riesgo de redundar en algunos de los conceptos vertidos en
el capítulo 10, retomaremos este fragmento de la exposición.
Frente a la pregunta ¿cómo es posible el conocimiento? la respuesta kantiana es que su posibilidad radica en las formas puras
de la intuición sensible; estas formas son apriori y relativas al espacio y al tiempo. Corresponden al sujeto que asume el papel de
organizador de todo conocimiento posible, y IQ ordena mediante
dichas formas puras. Al organizar el sujeto al conocimiento sensible en el cuadro de las categorías de espacio y tiempo, se accede a
lo fenoménico, al conocimiento de las cosas tal como se nos aparecen, y (fe affi' también ai fi'mife del conocrrtiferito, por cuanta
de la cosa en si, nada podemos saber.
Este planteo del idealismo trascendente impHca una consecuencia directa sobre la posibilidad del conocimiento psicológico: si
el sujeto, en tanto organizador del conocimiento, es la condición
de posibilidad del mismo, no puede tomarse a sí mismo como
objeto de conocimiento. De allí la interdiccióii kantiana: no hay
lugar posible para una ciencia psicológica. Paradójicas conclusiones de desarrollos disímiles y paralelos: el conductismo se organiza sobre premisas positivistas tratando de superar la interdicción
de Comte; la Gestalt sobre las premisas del idealismo crítico,
frente al planteo de Kant.
El panorama en que la Gestalt irá a ocujjar su lugar no se
reduce a la psicología atomista de Wundt y a la influencia del
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN rSICOLOGÍA
idealismo filosófico. Es necesario tener presentes a otros dos interlocutores a los que la Gestalt se dirige, aunque con ellos la polémica sea asimétrica:
a] el materialismo: en este aspecto la Gestalt se ubica en el
polo opuesto al conductismo. Este trata de imitar a la física para
ver si puede por ese camino obtener iguales logros, la Gestalt
se opone porque ve en tal alternativa un peligro para el mundo
de los valores que trata de salvaguardar. Es por ello que podemos
considerar que el materialismo mecanicista es un enemigo, contra
el que esta escuela arremete con ánimo de cruzado. No pueden
aceptar que tanto la vida como el pensamiento y la conciencia
sean explicados por el ciego movimiento de los átomos. Quieren
reencontrar los principios capaces de restablecer la armonía y la
integridad en los tres reinos en que dividen la naturaleza: los de
la materia, la vida y el espíritu;
b] el esplritualismo y el vitalismo: constituyen en conjunto su
segundo interlocutor. Habíamos dicho que la polémica con ambos
interlocutores era asimétrica, porque la diferencia de la Gestalt
con el esplritualismo y el vitalismo es de matices y detalles mientras que un abismo insondable la separa del materialismo. Su desacuerdo con el esplritualismo no afecta a los planteos sino a las
soluciones propuestas. El esplritualismo hace pasar la frontera entre la vida y el espíritu quedando de un lado vida y materia
inanimada y del otro el espíritu, sustancia de origen divino que
separa al hombre del resto de la creación. El vitalismo separa por
un lado la materia inanimada y i-eúne a la vida y al espíritu por
el otro a partir de un principio organizador de la vida. Otra
posibilidad que se abre al pensamiento especulativo dentro de esta
problemática ideológica e idealista es la de buscar un principio específico para cada uno de tales dominios.
En este contexto y con tales interlocutores podemos ahora ubicar
el proyecto de la Gestalt, explicitado por uno de sus máximos representantes: "No puede ignorar [la psicología de la Gestalt] el
problema espíritu/cuerpo y vida/naturaleza, ni tampoco puede
aceptar que estos tres dominios estén separados unos de otros por
abismos insalvables. Es aquí donde debe ponerse de manifiesto
la virtud integrativa de nuestra psicología."'
He aquí entonces el lugar privilegiado otorgado a la psicología
desde la perspectiva de un proyecto que lleva por finalidad desde
su constitución una misión de salvaguarda de los valores. ¿Y por' Koffka, K., Principios de psicología de la forma, Buenos Aires, Paidós, 1953
p. 24. El subrayado es nuestro.
CONDUCriSMO, NEOGONDUCTISMO
Y GESTALT
273
qué esta misión le corresponde a la psicología? Esta aparece como
el punto de intersección de los tres reinos de la naturaleza: el
alma o la conciencia es propia del hombre, asienta en un cuerpo
en el que funciona el sistema nervioso y este cuerpo con sus nervios está constituido por elementos que, analizados, son los mismos
que existen en el reino de la materia. La psicología, por esta posición privilegiada del hombre, estaría pues llamada a demostrar
la unidad fundamental e indisoluble de la naturaleza y el espíritu,
salvando al mundo del caos del materialismo. Función ideológica
que no se asume como tal sino que se presenta como objetivo
"científico" y que marca la desproporción entre el proyecto, los
trabajos y los principios en que se funda.
El proyecto ideológico no es discutible siempre y cuando se asuma como tal y puede obedecer a una necesidad respetable que una
ciencia de las ideologías debería explicar. El problema es la pretensión de cientificidad con que este proyecto espiritualista necesita
disfrazarse. El análisis epistemológico pronto descubre que la psicología de la Gestalt no pasa de ser un tapizado nuevo para el
más viejo de los sistemas explicativos del mundo: el religioso.
Señalamos recién la desproporción entre el proyecto, los trabajos
y los principios de esta corriente. El campo privilegiado de trabajo
de la Gestalt es el de la percepción. Sobre la base de ciertos experimentos perceptivos que pueden consultarse en cualquiera de las
muchas "Psicologías de la forma" o en el capítulo "Percepción" de
algún libro de psicología general, los gestaltistas elaboraron sus
principios fundamentales que fueron luego aplicando progresivamente a diversos objetos empíricos: memoria, procesos de aprendizaje, conducta, personalidad, sociedad...
No abundaremos sobre el material empírico con el que elaboraron las leyes de organización de la percepción ya que ese material
<:s el que cubre la casi totalidad de las exposiciones sobre la
leoria de la Gestalt. Son, por otra parte, esas leyes empíricas de
la manera en que se organiza la percepción las que permitieron
una amplia difusión a esta corriente, y encontraron inmediata aplicación en el campo de la plástica, la propaganda, la educación,
etc. etc., echando sombra sobre los principios y la concepción
filosófica general. Ocultada que fue ésta bajo los mantos ideológicos de la "totalidad" y las "buenas formas" fue fácil promover
la idea del contenido "revolucionario" de la corriente.
274
MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOcijil
LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Comencemos por su enumeración:
19 ley de la organización o de la estructura.
2'' ley de la pregnancia o de la buena forma.
3'^ principio del isomorfísmo.
1'' Ley de la organización o de la estructura: es el principio fun
damental que da nombre a esta corriente y que conserva la mará
de su nacimiento como oposición al elementalismo. El térmim
alemán Gestait carece de equivalente en nuestra lengua. Se li
traduce, con reservas, por: estructura, organización, forma o confi
guración; en un sentido amplio, hace referencia a una integraciói
de elementos en oposición a la suma de sus partes.
El punto de partida de toda esta elaboración estaba dado po
una serie de fenómenos perceptivos de difícil explicación en téi
minos elementalistas: las ilusiones ópticas, el movimiento aparente
las constancias perceptivas, etc., fenómenos que ponían en crisis lo
intentos de explicar la percepción como el resultado de la sum;
de las estimulaciones parciales que proporcionaban las sensaciones
La ley de la estructura destierra a las sensaciones por considé
radas especulaciones de laboratorio y ubica a la percepción com<
dato primero que se da ya organizado y con significación. En otro
términos se suele hacer mención al carácter no aditivo del todo
que encuentra su expresión complementaria en la "ley del caráctei
del elemento". Si en una página en blanco hay un pequeño círcuh
rojo la percepción no resulta de la suma de la sensación de blanct
más la de rojo, más la tersura del papel, etc., sino que la percep
ción se organiza como totalidad donde son decisivas las condicione
relaciónales y donde el valor de cada elemento (círculo rojo en e
ejemplo) resulta de esa totalidad en la que se encuentra incluidc
y que variaría fundamentalmente, aún siendo el mismo elemento
si fuese incluido en otro contexto perceptivo, por ejemplo, en un!
página de color rojo.
2'' Ley de la pregnancia o de la buena forma: Esta ley es una res
puesta a la pregunta ¿cómo se organiza la percepción? Según lo:
gestaltistas, y esto es lo que expresa la ley de la pregnancia, h
percepción es siempre la mejor posible en consideración a la to
talidad de los factores coexistentes en el campo en un momentí
determinado. Las buenas formas no se encuentran definidas má
que por algunos atributos: simetría, simpleza, cualidad geométrica
etc., utilizando analogías tomadas de la física o de la geometría
CONDUCTISMO, NEOCONDUCTISMO
Y CESTALT
275
Es aquí donde entrarían a jugar las leyes empíricas de organización de la percepción. La falta de precisión en la definición
conceptual de lo que son las buenas formas se ha reemplazado
por una minuciosa y detallada investigación sobre las formas privilegiadas que adopta la percepción en determinadas condiciones.
Cada uno de estos resultados ha sido denominado arbitrariamente
"ley": "ley de la semejanza", "ley del cierre", "ley de la proximidad". El catálogo de tales leyes que sólo constatan una regularidad incluye actualmente más de quinientas. Porque son muchas
y porque de nada serviría, nos abstendremos de enumerarlas.
En la parte conceptual de la ley de la buena forma hemos subrayado, para llamar la atención del lector, la expresión "coexistentes en el campo". Kóhler "importó" desde la teoría física del
electromagnetismo el concepto de "campo" y lo hizo actuar como
noción psicológica. Piaget señala que la introducción de los modelos de campo ha sido nefasta para la teoría de la Gestalt; "En
efecto, un campo de fuerzas, lo mismo que un campo electromagnético, es una totalidad organizada, es decir que en él la composición de las fuerzas adquiere ciertas formas según la dirección e
intensidades, sólo que se trata de una composición que se produce
en forma casi instantánea, y aunque todavía se puede hablar de
transformaciones, son casi inmediatas".**
La aplicación de los modelos de campo a la psicología pretende ser más que una mera analogía, es una extrapolación que
tiene una finalidad explícita y cumple con el objetivo de refutar
al empirismo: en la medida en que la percepción— y, por extensión, todos los procesos psicológicos— se estructuran de acuerdo
a las leyes del campo, hacen jugar sólo a los factores coexistentes,
la experiencia no cumple papel importante y, si es considerada, lo
es sólo secundariamente como una de las tantas leyes de organización de la percepción. Por esta vía entra la concepción ahistoricista propia de la Gestalt. Las estructuras con que se maneja son
datos primeros, organizados instantáneamente y en consecuencia
no reconocen historia, ni génesis (entendiendo por tal que las
estructuras se organicen a partir de estructuras anteriores en el
sentido piagetiano que se verá en el próximo capítulo).
Por medio de este artificio de la noción de "campo", el apriorismo ocupa el lugar que el proyecto kantiano explícito de la
Gestalt requería.
Si las estructuras están dadas previamente a cualquier experien' Piaget, J., El estructuralismo,
Buenos Aires, Proteo, 1972, p. 50.
276
MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
cia y están presentes en todos lados, sólo se explican por la necesidad de la armonía en el plan divino.
Los gestaltistas comienzan postulando la existencia de un "campo" perceptivo y luego extienden esta noción a regiones cada vez
más vastas. Finalmente, todo (la personalidad, los grupos, las
instituciones, la sociedad) termina siendo comprendido como un
"campo". Podría pensarse que es simplemente una "forma de hablar" y tal vez lo sea. Pero esa "forma de hablar" no es nada inocente. Se presupone que, al igual que en la física, estos "campos"
se organizan en forma instantánea, que se puede prescindir de la
historia y que las acciones humanas se estructuran en función
de principios inmutables de acuerdo a las leyes de la "buena
forma". Obviamente, esta reducción fisicalista cumple un papel
similar al del reduccionismo biologista del conductismo. Lo que
sucede con los hombres en la sociedad depende de factores eternos e invariantes (sea la "adaptación" o el "campo") y nadie
tiene responsabilidad ni puede hacer nada en favor de la transformación radical de las condiciones en que esas acciones humanas
tienen lugar.
3*^) Principio del isomorfismo: Las críticas más virulentas dirigidas a la psicología de la Gestalt tomaron como blanco al principio del isomorfismo. Básicamente, la expresión iso-morphos refiere a igualdad de formas. ¿Igualdad formal entre qué cosa y
qué otra cosa? Entre el percepto (y si recurrimos nuevamente a
la percepción como ejemplificación de todo fenómeno psicológico no es por hallar placer en la redundancia sino por ser la percepción el caballito de batalla de la Gestalt) y el sistema nervioso.
Este principio expresa que si la percepción se da como totalidad
organizada, el sistema nervioso que posibilita y soporta a la percepción debe funcionar de igual manera.
Las críticas formuladas a esta concepción se centran en dos
puntos: la primera objeción plantea que, en tanto existe igualación de términos, es en este principio donde se juega el dualismo de la Gestalt; el segundo reparo es metodológico: las investigaciones y experimentos gestaltistas cubrieron el aspecto "percepción" pero dejaron intacto el tema de la estructura y función
del sistema nervioso; en consecuencia, la corriente gestaltista estaría opinando sobre algo que desconoce, practicando inferencias
infundadas, ejecutando una metafísica biológica.
Podemos evidenciar aquí la puesta en marcha de una explicación de corte reduccionista y psicologista porque se pretende
inferir las leyes que rigen la actividad nerviosa superior a partir
CONDUCTISMO, NEOCONDUCTISMO
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de análisis psicológicos efectuados sobre la forma en que percibimos los objetos.
En cuanto al modo de explicación propio de la Gestalt conviene señalar que procede por un doble reduccionismo, comienza por
un psicologismo según mostramos en el párrafo anterior, pero da
luego un paso más y postula que tanto la percepción como el sistema nervioso son isomórficos en su funcionamiento porque en
ambos regirían las leyes de los campos físicos; es por ello que, en
última instancia, la teoría de la Gestalt acaba en un reduccionismo fisicalisla.
Este reduccionismo fisicalista nos conduce a una aparente encrucijada teórica que podría expresarse así: ¿cómo es posible que
una corriente psicológica de neto corte idealista, que comienza
por un denodado ataque al materialismo desemboque en una formulación reduccionista fisicalista?
El mismo Koffka se ocupa de solucionar con lucidez el dilema:
"Si un proceso de pensamiento que conduce a una introvisión
lógicamente válida tiene su contraparte isomórfica en hechos fisiológicos, ¿pierde, por tanto, en rigidez lógica convirtiéndose en
sólo un proceso mecánico de la naturaleza, o es que hay que
considerar que el proceso fisiológico, al ser isomórfico con el del
pensamiento, comparte la necesidad intrínseca del pensamiento?
(p. 791, subrayado nuestro).
Aquí se ha producido un doble movimiento que va de lo complejo a lo simple en la explicación (si es que se puede hablar
de simple y complejo), desde el reino del alma hasta el reino
de la materia para seguir utilizando la terminología gestaltista,
pero para terminar atribuyendo al reino de la materia la "necesidad intrínseca del pensamiento". Con el proyecto original se
jiretendía buscar y encontrar el principio que diese cuenta de la
unidad de nuestro mundo. Al final se postula una "equilibra(ión hacia abajo" (desde el espíritu al mundo físico electromagnético) que oculta la "unificación hacia arriba" (la materia es
explicada por la Idea).
Por otra parte, en tanto que las Gestalten son los princi\nos organizadores de los tres reinos y carecen de historia, sólo
pueden ser apriori. Se satisface así la exigencia emanada del proyecto originario de restablecer la armonía de nuestro mundo, amenazado de disgregación por los "peligros de la ciencia" (por no
liablar de los "peligros de la historia").
Por estas razones elegimos como epígrafe la profunda reflexión
de Bachelard cuando trata lo que llama OBSTÁCULO DE LA UNIDAD.
Todas las invocaciones que en ciencia trataron de apelar a prin-
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MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
cipios Únicos sean éstos: integración, unidad o naturaleza, adquieren en la mayúscula de su invocación el lugar de Dios, a
quien no reemplazan sino que encubren.
Asi podemos comprender que la Gestalt, más que una corriente
psicológica se constituye como una cosmovisión que reivindica
hábitos de cientificidad para asumir la defensa de una concepción
filosófica en peligro, eligiendo dar la batalla en la zona de la
ciencia, en la región propia de la cosmovisión opuesta. Ideología de recambio en el terreno de los valores que llega a alcanzar índices de eficiencia en la investigación empírica pero que
no trasciende el límite del reconocimiento/desconocimiento propio de la práctica ideológica.
Y terminemos acotando que esta psicología de la Gestalt ha
ido resignando progresivamente empuje, vigencia y trascendencia
en el panorama psicológico actual. Perdidosa frente a la eficacia
de las técnicas de inspiración neoconductista y endeble frente a
la robustez teórica y heurística de la teoría psicoanalítica, fue quedando arrinconada en los vericuetos de los programas de psicología general y de historia de la psicología donde constituye más
un tema de examen que un motivo de interés. De los experimentos en que se fundara subsisten aún ciertas aplicaciones que continúan dando dividendos en el campo de la propaganda y la plástica aunque ahora, por lo común, incluidas dentro de esquemas
neoconductistas.
Los desarrollos especulativos con apariencia teórica de Gestalt
y conductismo, a pesar de sus cacareadas discrepancias, no desembocaron en confrontaciones violentas; por el contrario, terminaron en sospechosos maridajes que estaban posibilitados por sus
rasgos ideológicos comunes. Como ejemplos de tales contubernios
pueden mencionarse el "conductismo molar e intencional" de Tolman y la teoría de los "campos conductuales" de Kurt Lewin.
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