El futuro está cerca, no lo dejemos escapar…. Aunque cueste pensarlo, hay motivos para tener esperanzas. El resultado electoral ha dejado algunos. El gobierno, que tanto daño le ha provocado a nuestro sector, perdió las elecciones. Y además la ciudadanía ha repartido el poder. Tampoco quiso que otra vez alguien sintiera que podía hacer lo que quisiera. En el próximo parlamento será imprescindible dialogar y acordar y nadie podrá ejercer el poder arbitrariamente. Este, pensamos, es un motivo para estar esperanzado. Y nuestro sector ha sido uno de los actores principales para este cambio en la voluntad ciudadana. El conflicto del año pasado ha estado presente y de manera trascendente, a no dudarlo, en el resultado electoral. Además, muchos representantes del campo, en su mayoría dirigentes de las distintas rurales, han accedido a cargos electivos, como diputados o concejales. Será fundamental no dejarlos solos, acompañarlos, apoyarlos, acercarles proyectos e ideas para que puedan mejorar la política agropecuaria. Y también será imprescindible seguir trabajando desde las distintas entidades gremiales. No “dormirnos” en los laureles, no pensar que ya hicimos lo que había que hacer. Tener en claro que estamos en el comienzo de un camino que sin dudas nos llevará a un destino mejor para nosotros y para el país, pero que hacer y transitar ese camino depende en buena medida de nosotros. Si dejamos que lo tracen otros, ya sabemos cual será el final del viaje. Y decimos que no debemos relajarnos porque, de algún modo eso ocurrió después del voto “no positivo” y del rechazo de la resolución 125. Lo dijo el mismo Biolcatti: “nos relajamos, ese fue un error”. Si pensamos en la situación de la región en la que estamos insertos, nuestro querido y castigado sudoeste bonaerense, tenemos razones para sentirnos mal. A las nefastas políticas económicas nacionales, que le han quitado toda rentabilidad a las dos actividades centrales de nuestra región, la ganadería, sobre todo de cría y el trigo, debemos sumar la impiadosa sequía, la más grave de la que se tenga memoria. Sin pretender abrumar con cifras y porcentajes, hemos perdido una importantísima cantidad de hacienda, especialmente vacas de cría, la preñez ha sido muy inferior a la normal, lo que no debió malvenderse se encuentra en mal estado o directamente ha muerto, se han sembrado muchas menos hectáreas de trigo; y así podríamos continuar con cualquier actividad agropecuaria y con las que con ella están relacionadas. Pueblos y ciudades padecen también las consecuencias. Pero las nefastas políticas oficiales, en lugar de intentar paliar estas graves consecuencias, las han agravado enormemente. Primero, antes de que ocurran, cuando enormes recursos fueron transferidos por los productores de nuestra región, por vía de retenciones, precios manejados, impuestos distorsivos, etc. al poder central; muy diferente sería la situación si los productores contaran con esos recursos como reservas para paliar la contingencia climática. Y durante la sequía, negando cualquier tipo de ayuda, salvo algunos magros e irritantes “subsidios”, como el que entregó el gobernador Scioli de 42.000 pesos para distribuir entre productores que posean entre 1 y 50 vacas en el partido de Bahía Blanca (¿será que el que tiene 51 es considerado un oligarca?), y por medio del cual le corresponden unos 245 pesos a cada uno, algo así como 20,40 pesos por mes o 67 centavos por día!. Finalmente, quitando esperanzas para el futuro, ya que si las hubiera, sería posible y razonable tomar medidas que, aunque impliquen un sacrificio actual, devengen en progreso más adelante. Todo esto nos llena de indignación, como también las distintas noticias y denuncias de corrupción y enriquecimientos notables; algunos tan llamativos como el que ha logrado el matrimonio Kirchner, según su propia declaración. Allí no parece haber “ganancias extraordinarias” para aplicarles retenciones. Pero aún conociendo y sufriendo la penosa, crítica e irracional política oficial, y padeciendo desde hace varios años sus tremendas consecuencias, queremos dejar un mensaje de esperanza. Primero, aguardar que el clima comience a normalizarse; que al menos nos permita producir en condiciones climáticas normales. Del gobierno no podemos esperar mucho, más bien no podemos esperar nada. Pero así como nada podemos hacer para cambiar el clima, los hechos nos demuestran que si podemos influir en la política; y esperamos que en el futuro, quienes deban dirigir los destinos del país comprendan que el sector agropecuario es el más competitivo y el que dinamiza toda la economía nacional. Continuar con la acción gremial, ser solidarios con quienes comparten nuestra actividad y no pensar que lo que había que hacer ya se hizo, si no que esto “recién empieza” y que el futuro del sector está, esta vez, en nuestras manos. No lo regalemos. AGABB