La familia, pilar fundamental en los trastornos alimenticios

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La familia, pilar fundamental en los trastornos alimenticios
La familia es la institución social que recibe al ser humano desde su nacimiento
y del cual emerge más tarde la adolescencia. A la familia, se la considera la
escuela primaria frente a los desafíos sociales, en la cual los hijos aprenden
valores, principios, normas y costumbres que los regirán por toda la vida.
Si bien es cierto que hay ciertos comportamientos familiares que pueden influir
a la hora de que se origine un trastorno alimentario, preocupación excesiva por
la imagen y las dietas, conductas sobre protectoras que dificultan el desarrollo,
comentarios críticos sobre el cuerpo o el peso, se puede asegurar que no hay
un tipo de familia en particular que promueva trastornos como la bulimia y la
anorexia. Sin embargo, los factores negativos dentro de la familia,
posiblemente tanto hereditarios como ambientales, desempeñan una función
importante en la provocación y perpetuación de los trastornos del comer.
La indagación de las causas de los trastornos alimenticios ha de comenzar por
la familia. La mayor parte de los casos aparecen en el ámbito de familias cuya
condición socioeconómica es medio-alta; los padres se consideran normales y
totalmente dedicados al bienestar y la felicidad de los hijos. En un examen más
profundo, la familia puede presentar ciertas fisuras que se manifiestan en forma
de actitudes de insatisfacción por parte de uno o de ambos progenitores.
La atención y los estímulos de los padres se hallan siempre orientados al éxito
del hijo, a quien presionan para que haga las cosas cada día mejor y se
destaque en todos los ámbitos de su vida escolar y social. El niño puede
conformarse durante un largo período con el enfoque que los padres, y la
madre en especial, dan a su vida, y asimila toda la fragilidad emocional de
éstos. La mayor parte de los chicos que sufren anorexia nerviosa han
obedecido siempre a sus padres, renunciando evidentemente a expresar su
propia personalidad y a realizar concretamente sus deseos más personales.
La llegada de la adolescencia, o la presentación de otras circunstancias
desencadenantes, ponen en crisis la relación de dependencia con los padres;
las típicas exigencias de esta edad presionan en dirección a una mayor
autonomía. Como su identidad está en proceso de formación, las adolescentes
no poseen aún una estructura firme suficiente para afrontar los problemas que
les plantea el mundo adulto, por lo que siendo aun inmaduro, acaba sintiendo
miedo a crecer. Desde el punto de vista del subconsciente, comer significa
crecer; no comer se convierte por tanto en el método más inmediato para
conservar esa condición de dependencia pasiva en relación a los padres que
permite evadir la obligación de perseguir los objetivos de la vida que
constituyen sus expectativas, frente a las cuales el joven se siente impotente y
expuesta a un inexorable fracaso.
Como detectar
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Pérdida de peso en corto período de tiempo, realizando dietas obsesivas
y exageradas.
Conoce "a la perfección" el valor calórico y nutricional de los alimentos.
Su vida gira alrededor de la comida. Comienza a usa ropas holgadas
Si come lo que considera "mucho", lo compensa con actividad física
excesiva o algún método purgante.
Los horarios habituales de comidas de la familia los ocupa con otras
actividades
Empieza a jugar con la comida, cortándola en trozos muy pequeños,
dejando gran cantidad de desperdicio en el plato
Como ayudar:
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Es fundamental no “diagnosticar” desde la familia. Si la persona se queja
que se siente decaída, o que tiene la piel seca, o cualquier otro síntoma,
la respuesta debe ser siempre “pues debemos ir al médico a ver que te
dice”. Es una de las enfermedades más duras para una familia, porque
al no existir un tratamiento farmacológico no resulta tan fácil como
“tomar una pastilla”. La familia debe entender que no comer o vomitar se
trata de una consecuencia de un problema psicológico profundo, que es
lo que se debe tratar. No basta con obligar a esta persona a comer,
porque no va a curarse nunca.
Comer en familia, en armonía, protege a las adolescentes de desarrollar
trastornos alimenticios.
Evitar proponer y forzar al logro de metas académicas, deportivas, o
estéticas inalcanzables o no acordes a su capacidad mental o
constitución física, ya que ello les podría producir una disminución de su
autoestima
Recuerde siempre sus intensos sentimientos de miedo e inadaptación.
Los castigos y la impaciencia no harán otra cosa que agravar los
síntomas.
Evite concentrarte en su aspecto.
Cuando comience el tratamiento, sea natural y cariñoso, pero no discuta
sobre la comida, el peso o el aspecto. No insista en que coma o cambie
sus actitudes; conforme el tratamiento progrese, lo hará de forma
natural.
Es muy importante que los padres estén pendientes de sus hijos, que
promuevan la comunicación. Si creen que algo está pasando conversen con
ellos aunque no sea bien recibido el tema, si no logran nada busquen ayuda
profesional. Si su hijo o hija no quiere ir acuda usted como padre. Un cambio
en la familia hace un cambio en el adolescente.
Psic. Analía Gutiérrez Lebed
Unidad Educativa Monte Tabor – Nazaret
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