LA DEMANDA DE BIENES TURÍSTICOS El producto turístico se diferencia de todos los demás en una característica que le es propia: requiere en general de mucho tiempo de ocio para ser consumido. A diferencia de un frigorífico (un bien también especial, por ser duradero), de una naranja o de unos zapatos, el bien turístico (viajes, alojamientos, actividades deportivas) requieren de mucho tiempo para poder ser disfrutados. Eso plantea un problema notable, pues mientras que el problema de adquirir cualquiera de los bienes mencionados se reduce básicamente a disponer del dinero para comprarlos, el bien turístico requiere, además de dinero, de tiempo de ocio y de cierta organización familiar. Por ejemplo, no podemos disfrutar de una semana de vacaciones cuando nos apetece, sino cuando la empresa en la que trabajamos nos permite esas vacaciones, que suele ser siempre en determinadas fechas. Esa concentración de la demanda en determinados momentos explica, por ejemplo, el peakload pricing. Por tanto, las familias no deciden si compran o no el bien turístico en función de su precio. La decisión es mucho más compleja: primero hay que decidir cuánto se trabaja (lo que proporciona ingresos) y cuánto tiempo se dedica a otras actividades, entre las que se encuentra el ocio (necesario para consumir, sobre todo si se trata de bienes turísticos) y el trabajo en tareas domésticas. Veamos con más detalle este tema. La distribución del tiempo entre ocio y trabajo En efecto, el consumidor y el trabajador son la misma persona. El trabajador se enfrenta a dos posibilidades que son: emplear su tiempo en actividades que no le reportan ningún ingreso pero que le resultan placenteras, conocido como ocio y que es un bien; o emplearlo en trabajar por cuenta ajena a cambio de la percepción de un salario. El trabajo en sí es malo, y nadie trabaja por amor al arte. En el fondo se trata de un problema de elección como otro cualquiera. Cada individuo debe elegir qué combinación de ocio y renta (o ingresos) prefiere para lo que, es necesario suponer, posee un mapa de curvas de indiferencia. Hemos representado este problema en la Figura 1. En el eje de ordenadas (eje vertical) se representa el ingreso, una determinada cantidad monetaria, y en el eje de abscisas (eje horizontal) las horas de trabajo. Las horas de trabajo son el reverso del ocio, y cuanto más trabajamos más valoramos nuestro tiempo libre. Las curvas de indiferencia tienen esa forma extraña porque relacionan un mal (el trabajo) con un bien (el ingreso), en vez de dos bienes como hemos visto hasta ahora. Como siempre, curvas de indiferencia más altas representan niveles de utilidad o satisfacción mayores. El lector o lectora observará que más allá de cierto número de horas al día (Lmax) el individuo no ofrece ninguna hora adicional de trabajo, por mucho que se incremente el ingreso, pues es el límite de lo humanamente soportable. Se advertirá también que por debajo de cierto nivel de renta mínimo (ymin) la persona no ofrecerá ninguna hora de trabajo, pues no podría garantizar su subsistencia con menos. Si dividimos los ingresos por las horas de trabajo tenemos el salario por hora. Así pues, la inclinación o pendiente de las rectas de pendiente positiva que parten del origen son el salario. A lo largo de esas rectas el salario se mantiene constante, es decir, se cobra lo mismo por la primera hora (o día, o semana o mes) de trabajo que por la última. El individuo trata de alcanzar la curva de indiferencia más alta posible dado 1 un salario (una recta con una inclinación determinada). La solución es, como de costumbre, un punto de tangencia, como el A. Variando el salario (probando con otras rectas) el individuo responde cambiando su elección sobre las horas que dedica al trabajo (puntos B, C, D, E...). y E D C B A ymin 0 Lmax (a) L/t w OL w5 w4 w3 w2 w1 0 L5 L4 L1 L2 L3 L/t (b) Figura 1 2 En la parte inferior de la Figura 1 tenemos la curva de oferta de trabajo del individuo, construida con las elecciones de tiempo de trabajo del individuo a cada salario. Esta curva de oferta relaciona salario con tiempo ofrecido de trabajo (es lo que indican los ejes). Como puede observarse, la curva de oferta de trabajo se tuerce hacia atrás a partir de cierto punto. Esto debe interpretarse como que el efecto renta supera al efecto sustitución, es decir, cuanto mayor es el salario más caro se hace renunciar a trabajar y optar por el ocio, lo que incita a trabajar más (efecto sustitución); pero por otro lado más horas de trabajo hacen más valioso el ocio (efecto renta), lo que anima a trabajar menos. Todo depende de cuál de los dos efectos se impone al otro. La distribución del tiempo entre ocio, trabajo... y tareas domésticas Vamos a complicar ligeramente el problema de la oferta de trabajo aumentando las posibilidades de elección del individuo. Hasta ahora sólo podíamos elegir entre ocio no remunerado y trabajo. Una cantidad mínima de ocio es necesaria para el descanso y el consumo de los bienes de primera necesidad, pero también son necesarias cantidades adicionales para el consumo de muchos bienes de lujo, como los bienes turísticos, que son los que más tiempo de ocio requieren para su consumo1. Pero el trabajo era también necesario, pues es la fuente de renta. Ahora hay que considerar una tercera opción que es el trabajo doméstico. Este trabajo puede no estar remunerado pero es un proceso de producción que tiene como producto «bienes» en sentido estricto, como la preparación de una comida o la limpieza de la casa. Un gráfico como el de la Figura 2 nos ayudará a desarrollar el concepto. La curva cóncava que parte del punto (0, ymin) es la curva de oportunidades de producción, y mide los ingresos imputados que le proporcionarían al individuo las horas de trabajo doméstico. Ese rendimiento imputado podría ser el coste de mercado de las tareas domésticas, como lo que nos costaría contratar una cocinera o cocinero o un asistente que nos hiciera la colada o limpiara la casa en vez de hacerlo nosotros. La curva es cóncava porque, como la función de producción, muestra rendimientos decrecientes. Dibujamos además una recta de salario como la que pasa por el punto A y la superponemos a la curva de oportunidades de producción. Lo importante de esa recta, a la que llamaremos curva de oportunidades de mercado, es la pendiente, así que podemos trazar tantas curvas de oportunidades de mercado paralelas como queramos para cada salario. Representa el ingreso que nos proporcionará dedicar parte de nuestro tiempo a trabajar por cuenta ajena a cambio de un salario. El individuo puede elegir trabajar fuera de casa a partir de E, a partir de A o a partir de cualquier otro punto de la curva de oportunidades de producción, abandonándola y pasando a una curva de oportunidades de mercado. Es decir, el individuo se mueve por la curva cóncava y, según sea el salario que se le ofrece en el mercado, a partir de cierto punto sale de ella y pasa a una recta. Dada la forma de las curvas de indiferencia al individuo le interesará que la curva de oportunidades de mercado sea lo más alta posible, es decir, que sitúe la mayor cantidad de puntos posible por encima de la curva de oportunidades de producción. Para ello escogeremos la curva de oportunidades de mercado que sea tangente a la curva de 1 Si suponemos que el individuo no ahorra más trabajo supondrá necesariamente más ingresos y esto implica más consumo, lo que conduce necesariamente a la necesidad de más ocio para el consumo. 3 oportunidades de producción en un punto pues el individuo superpondrá, como siempre, su mapa de curvas de indiferencia (que ordena las preferencias entre ingresos en sentido amplio y trabajo, ya sea doméstico o por cuenta ajena) a la curva de oportunidades de producción y la curva de oportunidades de mercado y tratará de alcanzar la curva de indiferencia más alta posible con cualquiera de las dos. Puede ocurrir que la curva de indiferencia más alta alcanzable sea tangente a la curva de oportunidades de producción, en cuyo caso (el punto C, por ejemplo) el individuo opta por quedarse en casa haciendo trabajo doméstico y disfrutando de su ocio. En otros muchos casos la tangencia se producirá sobre la curva de oportunidades de mercado (el punto D, por ejemplo). Cuanto mayor sea el salario más inclinado se sentirá el individuo a trabajar fuera de casa, pues más altas serán las curvas de oportunidades de mercado y más a la izquierda estará el punto en que ésta es tangente a la curva de oportunidades de producción (los puntos G y E, por ejemplo, están a la izquierda de B). Además, y esto es muy importante, vimos que cuando el salario aumentaba la curva de oferta de trabajo podía volverse hacia atrás, cosa que será más difícil que ocurra ahora. La oferta de trabajo es aquí la diferencia entre el trabajo dedicado a las tareas domésticas y el total de tiempo trabajo por el que el individuo opta, es decir, las diferencias (L1’-L1), (L2’-L2) y (L3’-L3), pues las distancias (L1-0), (L2-0) y (L3-0) son el tiempo dedicado al trabajo doméstico. Es fácil comprobar que el tiempo dedicado al trabajo doméstico guarda una relación inversa con el salario, es decir, que L1 < L2 < L3, mientras que el trabajo por cuenta ajena guarda una relación directa, es decir, (L1’-L1) > (L2’-L2) > (L3’-L3), y ello aunque el tiempo total de trabajo decrece con el salario (aumentando el tiempo de ocio2). 2 El tiempo de ocio es obviamente la diferencia (Lmax-L1’) > (Lmax-L2’) > (Lmax-L3’). 4 y H F D A B E C G ymin 0 L1 L2 L1’ L3 L2’ L3’ Lmax L/t Figura 2 En definitiva, las decisiones sobre cuánto tiempo se trabaja y cuánto tiempo se dedica al trabajo doméstico o al ocio depende del salario de mercado y de las preferencias de los individuos. Pero estas decisiones complejas son muy importantes para la demanda de bienes turísticos, pues cuanto de más ocio dispongan las familias más posibilidades de consumir bienes turísticos tendrán, y mayor será la demanda de estos bienes. Pero por otro lado, los bienes turísticos (bienes de lujo, después de todo) dependen también de la renta de las familias, por lo que la relación entre ocio disponible y demanda de turismo no es tan directa o fácil como pudiera pensarse. Si los salarios suben y las familias deciden ganar lo mismo trabajando menos, podrían tener más tiempo para viajar; por otro lado, si deciden trabajar más sacrificando tiempo de ocio, la demanda de bienes turísticos podría verse reducida. Pero el lector puede encontrar fácilmente ejemplos en los que un mayor salario conduzca a una menor demanda de bienes turísticos. En definitiva, como ocurre con los bienes de lujo, pero especialmente con el turismo, su demanda es más volátil e impredecible que la de otros bienes. 5