Intento de suicidio en la adolescencia Como expresión de acting

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Intento de suicidio en la adolescencia
Como expresión de acting-out extremo durante el proceso de separación y duelo de los padres
internalizados de la infancia.
Mirta Solán*
El suicidio está relacionado con un deseo de “vida” o de “muerte”.
El deseo de vivir mejor, se encuentra en uno de los polos del espectro que conduce al intento de
suicidio, en el extremo opuesto encontramos el deseo de morir.
Entre los deseos inconscientes que se esconden detrás del acto suicida, encontramos por un lado el
anhelo de fusión con una figura parental “pérdida”, la pérdida puede ser real o imaginaria.
Así como el anhelo de fusión puede representar el “motor” que empuja hacia el suicidio, también el
intento de separación puede ser uno de los móviles.
En el presente trabajo quiero referirme a la necesidad evolutiva del adolescente de atravesar
satisfactoriamente el período de separación de sus padres internalizados, para poder continuar su
evolución de un modo sano. Si, por diferentes motivos, esta separación interna no se hace posible, el
adolescente adopta como respuesta un acto concreto de ruptura extrema en la realidad extrema.
El adolescente en lugar de vivenciar la separación a nivel de proceso intra-psíquico, actúa de forma
paradojal por medio del acto suicida, intentando matar al progenitor internalizado y de este modo
conseguir hacer el corte imprescindible para continuar su proceso evolutivo.
En el año 1910, en su artículo Contribuciones al simposio sobre el suicidio, escribió Freud acerca del
suicidio de adolescentes: La función de la escuela secundaria, debe perseguir algo más que prevenir el
suicidio de los adolescentes. Debe transmitirles un sentimiento de placer por la vida y junto a ello,
apoyarles en sus necesidades de independencia y separación de sus lazos primarios en éste período
evolutivo.
Al final del simposio Freud concluye que no se puede llegar a una conclusión satisfactoria, basándose
en el material presentado hasta el momento, y se pregunta: “¿Cómo puede ser que bajo ciertas
circunstancias haya algo más fuerte que el instinto de vida?”. Agrega: “El camino hacia la respuesta
está posiblemente en el cuadro clínico de la melancolía y en la influencia del duelo no elaborado, bajo
circunstancias determinadas”.
Durante mi trabajo clínico con adolescentes, me pregunté en más de una oportunidad, cómo es posible
que seres que tienen toda una vida por delante, actúen llevados por impulsos destructivos y piensen en
la muerte como única solución a sus problemas. Esto en diversos cuadros psicopatológicos donde el
acto suicida aparecía como alternativa, una y otra vez.
El Intento de suicidio, por definición, está relacionado con cierto tipo de acción. El pensamiento
acompaña, generalmente la fase preliminar, pero finalmente, se trata de un acto, y más específicamente
de un acting-out.
Diversos terapeutas se refieren al acto suicida como acting-out, entre ellos, R. Littman, quien define al
acto suicida como un acto planeado, que representa “un desplazamiento no verbal de un conflicto
inconsciente”.Considera al acting-out como el elemento predominante del suicidio.
El conflicto interno, es desplazado al acto, los motivos pueden ser complejos, diversos y variados. Yo,
super-yo, ello y medio ambiente, todos ellos influyen en un solo acto suicida. Littman ve al acto suicida
como intento imaginario de resolver un conflicto. El diccionario psicoanalítico de Laplanche-Pontalis,
define el concepto de acting-out de la siguiente manera: “término que se utiliza en psicoanálisis para
definir hechos que se caracterizan por su impulsividad, aislados de las acciones corrientes de la
persona y que adopta la forma de agresión dirigida hacia el propio sujeto o hacia el mundo exterior.
Cuando dicho acto aparece en el transcurso de la terapia psicoanalítica, se la debe considerar como
expresión de la transferencia”.
Freud en su trabajo de 1914, “Recuerdo, repetición y elaboración”, se interesa por el fenómeno del
acting-out. Cuando describe el tratamiento analítico escribe: “se puede decir que el paciente no
recuerda nada de lo que olvidó o reprimió, pero actúa”.
Freud relacionó el fenómeno del acting-out con la compulsión a la repetición y dijo: “El paciente no
puede librarse de su impulso de repetir, finalmente, entendemos que esa es su forma de recordar”. Con
el propósito de evitar acting-out excesivo, durante el análisis, Freud presionaba al paciente para que
recuerde, en lugar de actuar y recomendaba no comenzar cosas nuevas significativas durante el proceso
de análisis, no realizar cambios importantes ni tomar resoluciones drásticas.
¿Qué sucede durante el proceso de la adolescencia con respecto al uso de acting-out?
Peter Blos sostiene que durante el proceso de la adolescencia, el mecanismo de acting-out, ocupa un
* Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1950. Psicóloga clínica, especialista en niños adolesentes y psicogeriatría. Reside
en Israel desde 1980
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lugar preponderante a nivel evolutivo. De acuerdo a Blos el acting-out representa en la adolescencia, lo
que el juego simbólico representa durante la infancia, y lo que la comunicación verbal representa en la
adultez.
Distingue entre acto, acción y acting. El adolescente, de acuerdo a su punto de vista, debe exagerar en
su intento de liberarse de la madre arcaica-omnipotente y luchar contra el impulso regresivo hacia la
pasividad.
De aquí la famosa frase “nadie me dirá lo que tengo que hacer”, hecho que moviliza de inmediato el
acting-out para poder controlar el destino. Aparece entonces la dificultad para diferenciar entre ideas
inconscientes y recuerdos inconscientes, el juicio de realidad es afectado y el mecanismo de proyección
toma un lugar central.
Durante la adolescencia, el proceso de decatexis de los objetos internalizados, amados y odiados, es
acompañado por un profundo sentimiento de pérdida, aislamiento y debilidad yoica, esto conduce a la
regresión como camino defensivo. Cabe preguntarse, ¿por qué éste proceso evolutivo natural que hace
uso del acting-out, llega a veces en casos extremos a utilizar recursos contra de la continuidad de la
existencia?
Winnicott en su libro “Realidad y juego”, habla de pensamientos normales, a nivel inconsciente de
“muerte y asesinato” en la adolescencia. Él considera que así como durante el período edípico, había
fantasías inconscientes de muerte, así hay fantasías de “asesinato” durante la adolescencia.
El conflicto central consiste en que: “crecer representa ocupar el lugar del padre”. Este hecho ahora es
posible, de verdad, Winnicott relata un juego típico de la edad de la latencia, “yo soy el rey del
palacio”. Es un juego que se jugaba ya desde los años 20 antes de Cristo. El grupo representa a la parte
masculina que hay en niños y niñas. Durante la adolescencia la dinámica simbólica del juego forma
parte significativa de la vida. El grupo concluye con la muerte de todos los rivales y la victoria final del
rey. Se puede comenzar el juego cada vez nuevamente, cuando el rival mata al rey y toma su lugar, y
así hasta el infinito.
Winnicott sostiene que en la fantasía inconsciente de todo adolescente está presente la “muerte de
alguien”.
¿Qué sucede cuando el progenitor no puede continuar cumpliendo su rol simbólico en éste período de
la vida del adolescente. Por ejemplo, cuando el progenitor compite y se transforma en adolescente
como su hijo, o renuncia a su responsabilidad de padre.
Winnicott dice que en el juego de la vida, el adulto renuncia justo en el momento en que vienen a
matarlo simbólicamente.
¿Qué le queda entonces al adolescente por hacer? Él se transforma en la “institución”, hecho que le
resulta muy amenazante. Toda posibilidad de pensamiento, imaginación, toda lucha por conquistar
independencia y la misma rebelión, triunfaron demasiado pronto, entonces el adolescente cae en su
propia trampa.
En esa trampa, ya no hay lugar para el juego y el asesinato imaginarios, la realidad, del juego, se
transforma en realidad concreta. Entonces el adolescente intenta, a través del intento de suicidio, matar
a su rival imaginario que renunció tan fácilmente en la partida.
El mismo juego se transformó en una trampa, y su precio es demasiado alto.
Winnicott considera que el rol de los padres durante la adolescencia es muy difícil. El rol no consiste en
hacer algo sino en estar allí, “sobrevivir” como padres, pero con una condición que el propio adulto
crezca a su vez.
El adulto maduro debe creer en su madurez más que nunca. Allí donde haya un adolescente debe haber
un adulto que lo pueda enfrentar, para el proceso inconsciente que el adolescente atraviesa, estos
hechos son cuestión de vida o muerte, según Winnicott.
Varios adolescentes, a los cuales traté por intentos de suicidio recurrentes, presentaban dificultades para
identificarse con figuras parentales, que eran percibidas como iguales, como pares, sin la asimetría
necesaria para representar figuras de autoridad.
En el año 1915 Freud escribió en su trabajo “Los instintos y sus destinos”, acerca del odio respecto de
las relaciones objetales. Freud sostiene que el sentimiento de odio surge como consecuencia del
rechazo primitivo respecto al mundo externo, que provoca una fuente continua de estímulos, lo que
produce displacer en el yo narcista-arcaico.
Como consecuencia de ello, las relaciones amorosas, nos muestran a menudo, la ambivalencia que hay
implícita en ellas. De manera que hay sentimientos de odio dirigidos al mismo objeto amado. Es muy
frecuente, por ejemplo que cuando una relación amorosa caduca, aparece el odio que había estado
reprimido hasta ese momento.
M. Klein en 1951 en su artículo “Los orígenes de la transferencia”, señala que el bebé siente amor y
odio respecto al pecho materno, desde el comienzo de sus días. Durante los tres primeros meses de
vida, predomina el splitting, entre el pecho bueno y el malo, y los mecanismos de defensa
característicos de éste período son esquizoides.
Estos mecanismos le son útiles al bebé par defenderse de la ansiedad típica, de ésta etapa, la ansiedad
paranoide. Si la hostilidad y la ansiedad paranoide en éste período de la vida no son muy intensas, y el
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splitt no es demasiado rígido, el bebé podrá en un período posterior sentir culpa y depresión, en la
medida necesaria, con respecto al objeto amado que teme perder.
Esto le permitirá sentir amor y respeto por el objeto y podrá internalizarlo como bueno, lo que
fortalecerá su “ego”, disminuirá sus sentimientos de frustración y le permitirá tener un sentimiento de
continuidad interna, estableciendo núcleos objetales que no “pierden amor”.
Si el niño durante su infancia, puede relacionarse con un nivel de frustración necesaria que caracteriza
al período depresivo, podrá más tarde, alejarse del primer objeto de amor y orientarse hacia nuevos
objetos, sin odiar al primero en demasía.
Por el contrario una fijación en el período esquizoparanoide, ocasiona un splitt muy rígido y fuerte
entre un objeto ideal y uno odiado y traerá como consecuencia un alejamiento hostil de todo objeto
primario.
No será posible en éste caso, cuidar de un núcleo estable y bueno con un objeto primario, dentro del
mundo interno, cuando sea necesario alejarse del mismo. H. Rosenfeld investigó la tendencia de los
individuos al acting-out, sobre todo durante el proceso transferencial basándose en la teoría kleiniana,
llegó a la conclusión, que el monto de hostilidad con el cual el sujeto se alejó de su primer objeto,
determinará la medida en que más tarde durante la terapia, el mismo haga uso de acting-out. Este será
mesurado y parcial, o exagerado y masivo.
Si relacionamos esto con el acting-out suicida, es probable, que quien haga uso del mismo, se haya
alejado de su primer objeto con un caudal grande de hostilidad.
En la adolescencia, en la que el acting es normal y natural, aparecerá la necesidad de utilizarlo en toda
su magnitud en forma de acto suicida.
Adolescentes que hayan atravesado procesos de internalización y separación en los que la hostilidad no
haya sido tan predominante, utilizarán el acting de manera más moderada y menos peligrosa, sin llegar
al acto suicida.
Expondré algunos ejemplos clínicos, de adolescentes a los cuales traté, en los cuales el intento de
suicidio aparece como síntoma que trajo al adolescente al tratamiento, o como parte del proceso
transferencial, intentando expresar la imposibilidad de sobrellevar una separación del terapeuta.
1.- Laura, 12 años:
Llegó a consulta tras dos intentos de suicidio.
Antecedentes familiares: padres divorciados hacía un año y medio, Laura y su hermano quedaron con
su madre.
Desde el divorcio, la madre comenzó a demostrar una actitud provocativa respecto del sexo masculino,
en una búsqueda constante de aventuras románticas, con el pretexto de vengarse de su ex-marido que
la había traicionado, éste fue según ella, el motivo aparente del divorcio.
La madre declaró que “quería empezar a vivir”, dejó de funcionar como madre y ama de casa, con la
excusa de tener que trabajar para mantener a sus hijos, y luego divertirse, ya que era joven.
Laura tomó el rol de su madre, en la casa, y respecto de su hermano, menor que ella con 4 años.
Además Laura vivía con la preocupación constante de que su madre salía con hombres de rasgos
psicopáticos, que de vez en cuando la golpeaban, pero ella no podía cortar el patológico vínculo con
ellos.
Laura, me dijo en la primera entrevista, que no deseaba morir, se encontraba en una trampa, no tenía
quien la escuche, quería hacerse oír.
Durante el tratamiento, realicé trabajo terapéutico, con Laura, y además se trabajó el vínculo Lauramadre, para ayudar a diferenciar roles y expectativas de cada una.
Laura pudo expresar el conflicto edípico latente que no había salido a la luz hasta ese momento.
El vínculo con el padre, malogrado desde el divorcio como consecuencia de su relación con otra mujer,
mejoró sobremanera.
En éste caso el intento de suicidio representa el intento de matar una figura fantasmática de madre,
que en la realidad claudicó de su función, y en lugar de madre funcionó como contrincante-hermana.
2.- Sharón, 14 años:
Realizó sus dos intentos de suicidio, después de un largo período de tensiones y peleas con sus padres.
Ellos no la dejaban salir con sus amigos que ella elegía, especialmente varones y volver a altas horas
de la madrugada.
¿Por qué un conflicto típico de adolescentes debe llevar a una salida tan extrema?
Cuando investigué la constelación familiar, recibí una imagen de madre muy competitiva respecto de
Sharón, discutía con ella al mismo nivel, no sabía poner límites por un lado, y por otro se comportaba
con rigidez y falta de empatía.
La madre se comportaba de manera provocativa con su marido, en presencia de Sharón. El padre
seductor con respecto a su hija, no renunciaba a ella y la utilizaba como objeto de flirt.
En este caso el intento de suicidio, aparece como única salida posible para enfrentar un rival que
renunció demasiado pronto en la realidad, de manera que el desafío de continuar creciendo se
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perturbó.
Las dos adolescentes descriptas, presentaban rasgos histeriformes, como así también sus madres. En
ambos casos, el intento de suicidio, fue una demostración, un pedido de auxilio. Se realizó a través de
píldoras pero no en una cantidad que pudiera ser mortal, sino ocasional un llamado de advertencia.
Estos intentos Litman los define como moderados, expresan acting-out demostrativo, en una necesidad
de suministro afectivo y/o advertencia respecto del medio circundante.
De acuerdo a Rosenfeld, se trata de individuos que realizan acting-out durante el proceso de separación
de sus objetos internalizados, en un nivel de hostilidad no demasiado exagerada, aunque importante.
El joven que describiré a continuación realizó un intento de suicidio durante el tratamiento, éste estuvo
relacionado con el proceso transferencial que tuvo a cabo durante el período de vacaciones mío.
3.-Dan, 13 años:
Antecedentes familiares: vino a consulta como consecuencia del síntoma de fobia escolar severa. El
joven fue abandonado por sus padres biológicos cuando contaba con dos meses de edad. Fue
entregado a sus abuelos paternos. Los padres biológicos, tuvieron tres hijos más, que fueron criados
por ellos.
Nunca tuvieron una explicación al respecto.
Dan tuvo síntomas de ansiedad de separación desde muy pequeño, y al comienzo de la adolescencia,
desarrolló fobia escolar.
Durante el tratamiento, como consecuencia de un viaje mío al exterior de un mes de duración, Dan
tomó su bicicleta, sin faroles, y salió al camino por la noche, con intención de ser atropellado y morir.
Se cayó y se hirió, pero no de gravedad.
Dan dijo que “no tiene sentido vivir”. El intento de suicidio, apareció después de unos meses de
iniciado el tratamiento.
Durante mi ausencia le di el teléfono de un colega psiquiatra, en caso de que se sintiera mal, pero Dan
no hizo uso del mismo.
Durante un primer período, después del accidente, trabajé con Dan en la terapia el tema del enojo,
desilusión y pena que le produjo el abandono de sus padres. Así mismo se elaboró el modo hostil en
que Dan se alejó de su madre (adentro suyo).
En un segundo momento se vinculó la imagen de la abuela paterna con una imagen sustituta benévola,
contenedora y paciente, pero Dan todavía no podía “salvar” esta imagen dentro suyo, hasta que no
resolviera el duelo por los padres abandónicos.
El intento de suicidio fue interpretado como intento de separación hostil de la terapeuta en el presente,
en lugar de su madre biológica en el pasado.
A partir del trabajo terapéutico Dan pudo perdonar a sus padres internos. Se separó en forma
simbólica de ellos y continuó su proceso de evolución adolescente con posibilidad de expresar en
palabras, sentimientos que hasta entonces habían sido negados y/o eran proyectados a través del
acting-out, el alejamiento y el silencio.
4.- Tali, 20 años:
Fue tratada por mi en la sala de adolescentes, por medio de internación completa. Llegó después de un
intento de suicidio grave, intentó matarse con el fusil durante su servicio militar, se salvó
milagrosamente, porque el fusil no disparó, a causa de un desperfecto. Tali expresó su enojo y
amargura respecto a sí misma y al mundo entero, dijo que la frustración es tan grande que no desea
vivir, desea paz y tranquilidad, no puede sobrellevar la ira que la inunda, y desconoce el motivo de la
misma.
Durante la terapia, pudimos abordar la vivencia traumática relacionada con el nacimiento de Tali, ella
es una de dos mellizas nacidas prematuras, al séptimo mes de embarazo de la madre. Estuvieron en
incubadora durante ocho semanas, en completa desconexión de la madre.
Tali fue descripta por su padre como enojadiza y desconforme desde siempre, sin motivo aparente. Tali
escuchó por boca de su madre, cómo fue el parto de ella y su melliza. Dos mese antes del intento de
suicidio Tali participó de jornadas vivenciales, donde regresó al estado de su nacimiento, desde ese
momento la confusión, la angustia y el enojo no la abandonaban.
Durante la terapia pudo relatar lo que vivenció regresivamente en las jornadas y lo vertió en palabras.
La internación fue interpretada como entrada en un útero que la alimente y contenga hasta que esté
madura para salir al mundo.
Tali sentía ambivalencia, enojo y culpa respecto a su hermana melliza de la cual intentaba
diferenciarse y separarse durante toda su vida sin éxito.
Tali pidió librarse de la internación, cuando según ella logró lo más importante “su deseo de vivir”.
Con respecto a todo lo demás que le quedaba por elaborar pidió hacerlo de manera ambulatoria.
Es interesante destacar que la internación de Tali duró dos meses, como el tiempo de duración de la
incubadora, después del nacimiento prematuro.
Se liberó de la sala, al sentir un nacimiento simbólico nuevo, con deseos de conseguir individualidad, e
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independencia. Este fue tan solo el comienzo de un camino de individuación y diferenciación en el
proceso de separación y duelo de las figuras internalizadas de la infancia.
En estos dos ejemplos el intento de suicidio descripto es severo, las personalidades básicas son
caracteropatías con rasgos simbióticos, hostiles y confusionales, con un grado pobre de individuación.
En estos tratamientos se trabajó mucho la transferencia, como posibilidad de lograr una “separación
reparadora” que permita futuras despedidas simbólicas, no traumáticas. Las interpretaciones apuntaron
a elaborar los sentimientos de culpa, enojo y depresión involucrados en el proceso de duelo.
De acuerdo a D. Meltzer, el adolescente debe concluir su proceso de separación y duelo de los padres
internalizados de la infancia.
A partir de la elaboración de la ansiedad depresiva, que es equivalente a la ansiedad del bebé cuando
descubre que no puede salvar a su madre y no puede salvarse a sí mismo de sus propias fuerzas
autodestructivas.
El adolescente debe concluir su tarea satisfactoriamente a partir de poder salvar su objeto interno, que
le permita depender de él, y soportar el dolor sin deprimirse.
De acuerdo a Blos para que el adolescente pueda separarse de sus padres internalizados, debe atravezar
un proceso de desilusión de sus padres y de su yo-grandioso.
Además debe poder perdonarse el no ser perfecto, sólo así podrá separarse con éxito, porque quedarán
dentro suyo como figuras benevolentes que se separaron sin dejar hostilidad.
Los padres tienen una tarea no menos fácil, deben elaborar el duelo de su hijo de la infancia, que
requiere que crezcan y se desarrollen como padres.
Deben prestarse además como objetos fantasmáticos de “asesinato”, tarea no sencilla, pero a lo mejor
es una forma de ayudar a nuestros jóvenes a continuar imaginado, jugando, creciendo, actuando y sin
desear suicidarse.
Referencias
1. Freud Z. Contribuciones al simposio sobre el suicidio (1910) V.II P. 1636-37 obras completas.
Biblioteca nueva. Traducción Luis López-Ballesteros y de Torres.
2. Littman R. edited by Edwin Schneidman, Norman L. Farberow and Foreword by Karl A. Meninger
the Blakiston Division McGraw-Hill Book Company Inc. N. York, Toronto, London 1957. Some
aspects of the treatment of the potentially suicidal Patient P. 111-119
3. Laplanche-Pontalis. Diccionario de psicoanálisis. Concepto de Acting-out P. 10
4. Freud Z. Recuerdo, repetición y elaboración (1914) V.II P. 1684 Obras completas, Biblioteca nueva
5. Blos P. La transición adolescente. Asappia. Amorrortu. Editores (1979) P. 215-218
6. Winnicott. Realidad y juego. Biblioteca mayor. Gedisa (1971) P. 186-189
7. Freud Z. Los instintos y sus destinos (1915) Obras completas. Biblioteca nueva. Traducción LópezBallesteros V.II P. 2051
8. Klein M. Los orígenes de la transferencia (1951) Obras completas Tomo VI, Paidós-Horme P. 261270
9. Rosenfeld H. Psychotic States . N. York 1966 Rev. of Psychoanalysis V.22 N° 4 1966
10. Meltzer D. Seminario de Novarra. Acerca de la adolescencia. Cuadernos de Psicoterapia Iinfantil.
Edit. Borca. Roma 1978. Traductor Humberto Gobbi.
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