ALFONSO CAMARGO M. alma humana. Hay percepción también en las plantas. Puede hablarse de un “continuo de la percepción” en Leibniz, como lo veremos luego, que va de las percepciones insensibles o pequeñas percepciones al más elevado grado de percepción, o sea la apercepción. No es muy probable que Telesio haya influido sobre los filósofos “empiristas” en la forma en que influyó sobre varios autores “racionalistas”, pero los problemas tratados en ambos casos son similares51. Locke toma la percepción en un sentido análogo al del cogitare. “Como la percepción es la primera facultad de la mente ejercida sobre nuestras ideas, es la primera y la más simple idea que tenemos por vía de la reflexión, y algunos la llaman pensar en general”52. Según Locke, en la percepción, por ser una idea simple, el intelecto es pasivo. “Porque en la mera y nuda percepción la mente es, en términos generales, sólo pasiva, y cuanto percibe no puede menos que percibirlo”53. Sin embargo, podríamos decir que aquí se habla del intelecto pasivo pero en un sentido relativo, porque a diferencia de Descartes quien distingue percepciones de parte del intelecto y de parte de la voluntad, Locke habla de una percepción como la primera idea que llega a la mente luego que el sujeto ha advertido algo. Así lo expresa cuando dice que “siempre que haya sensación o percepción es que se ha producido realmente alguna idea, y que está presente en el entendimiento”54 y sólo llega al entendimiento cuando es advertido por este. Pero no descarta el hecho de que el hombre desde el seno materno pueda recibir ciertas impresiones y que luego harán parte de sus contenidos mentales. Más adelante, cuando habla de la potencia, afirma que la potencia de percibir es lo que llamamos entendimiento, es decir, es el entendimiento el centro de nuestras percepciones y al mismo tiempo, el que las hace posibles a través de los sentidos. Luego, la percepción que constituye el acto del entendimiento es de tres clases: la percepción de las ideas en nuestra mente, la percepción del significado de los signos y la percepción del vínculo o repugnancia, de acuerdo o desacuerdo que haya entre cualesquiera de nuestras ideas55. Cf. J. FERRATER MORA, o. c. pp. 2741-2742. Ensayo, II, IX, 1. 53 Ibid. 54 Ibid. 5. 55 Cf. Ensayo, II, XXI, 5. 51 52 43