Ér ase un r ost r o a un cuerpo pegado Curaduría: Pablo Ortiz Monasterio Teodoro Césarman, 1975. Distrito Federal, México. Negativo b/n, 6x6 cm. El caudal de fotografías —analógicas y digitales— que Pedro Meyer ha creado a lo largo de su carrera gravita alrededor de un gran tema: el ser humano. Está en cualquier grupo de sus imágenes, ya clasificadas por país o proyectos específicos, pero, formalmente, la representación de tan compleja naturaleza concierne al género del retrato. Es ahí donde el curador, Pablo Ortiz Monasterio, encuentra una constelación de realidades íntimas, públicas, cotidianas… Rostros de familiares, colaboradores, amigos y personajes famosos —como los de Norman Mailer, Jorge Luis Borges o Gabriel García Márquez—, junto a los de tantos seres anónimos «que emergen de las luchas de liberación y de la vida cotidiana»; manos que protegen, abrazan y cuentan sobre amores solidarios; cuerpos plácidamente entrelazados que son el retrato de los amantes… Sí, una multiplicidad de reflejos gestuales en la lente del fotógrafo. Sin embargo, en muchos retratos de Pedro Meyer también existen «capas más profundas» que traen «a la superficie contenidos no aparentes, opacos»; significados que se construyen, dependiendo de sus contextos, y anclan historias. Con aquella Mona Lisa en el museo de cera (1988) no sólo retrató a la Gioconda sino a la cultura de Occidente, y con el hombre disfrazado de cámara, que «se podría leer también como un autorretrato de Meyer fotógrafo», entrelaza este género al del paisaje. Están, por supuesto, retratos emblemáticos en la obra de Pedro: La señora y sus sirvientes (1977) —su madre— y Los Meyer (1940 | 2000). En este último hace verdadero el retrato para el que nunca posaron juntos su padre, él (niño y adulto) y su hijo Julio. Así, concluye el curador, Pedro Meyer es un fotógrafo «caleidoscópico que nos permite ver la realidad desde múltiples ángulos». Texto original completo: http://www.pedromeyer.com/galleries/portraits/indexsp.html Contacto con el curador: [email protected]