Los aciertos de un loco: la carrera política de Adolf Hitler

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Los aciertos de un loco: la carrera
política de Adolf Hitler
Ethan Ayala1 Resumen:
Mediante un recuento histórico de la carrera política de
Hitler, abarcando los años de 1920 a 1934, este trabajo
pretende analizar cuáles fueron los elementos que influyeron de manera determinante en que Hitler llegara al
máximo escaño de poder político en Alemania. Investigando las principales ventajas, tropiezos y aciertos que
tuvo en el camino, así como sus decisiones clave y los
personajes que le acompañaron, se concluyen algunas de
las estrategias políticas que lo convirtieron en el hombre
más poderoso de Alemania.
Palabras clave: política, estrategia, partido, elecciones,
legalidad.
Abstract:
1 Estudiante de octavo semestre de
la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Instituto Tecnológico Autónomo de
México, ITAM. Distrito Federal, México.
[email protected].
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Through an historical review of Adolf Hitler’s political
career, studying the period of time between 1920 and
1934, this essay intends to analyze which were the main
elements that influenced in a determinant way Hitler’s
arrival to the maximum seat of political power in Germany. By investigating the main advantages, mistakes,
and successes in his path, and also his main
decisions and the people that went with him
throughout the journey, we come to conclude
some of the political strategies that turned
Hitler into the most powerful person in Germany.
Keywords: politics, strategy, party, elections,
legality.
Introducción
El periodo de entreguerras que se suscitó durante
el siglo XX no es relevante únicamente por la parte económica, es decir, por la Gran Depresión que
comenzó con la crisis de 1929; también lo es por
la parte política, pues esta ofrece muchas de las
causas de la Segunda Guerra Mundial y las circunstancias que le dieron origen. Es de particular interés el periodo que va de 1920 a 1934 en Alemania,
porque enmarca la carrera política y el ascenso al
poder de la figura de Adolf Hitler, líder de origen
austriaco que gobernó a Alemania hasta 1945.
Hitler es, sin duda alguna, un personaje controvertido y odiado, pues legó un pasado de temor y
vergüenza a toda una nación. Sin embargo, también encontramos entre sus características a una
figura imponente, respetada y con gran capacidad
de liderazgo. La intención no es ignorar las cosas
terribles que hizo en vida, sino tratar de explicar,
desde el enfoque político, su ascenso al poder sin
que nadie pudiera prever o impedir que sucediera
el capítulo de la historia que nunca debió contarse.
¿Cuáles fueron las claves políticas que llevaron a
Hitler a pasar del anonimato a ser Führer del Tercer Reich? Esta es la pregunta central a la que se
intentará dar respuesta. Para lograr esto se estudiará la vida de Adolf Hitler de manera cronológica, dividiendo en tres partes el periodo que abarca de 1920 a 1934, y enfocando la atención en las
maniobras políticas, las decisiones estratégicas,
los acontecimientos y los personajes que le rodearon. La combinación de estas características arroja
una imagen clara de un atisbo de brillantez en una
mente retorcida.
Desarrollo
De la cervecería al golpe de Estado:
precipitación y fuerza (1920-1923)
En noviembre de 1918 se firmó un armisticio entre
Alemania y los países aliados, mientras un soldado
austriaco que peleaba por Alemania se encontra-
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ba en un hospital recuperándose de las heridas de
guerra. Al salir del hospital trabajó en el departamento político de la comandancia militar de Múnich, en Baviera. Fue así como este soldado, Adolf
Hitler, entró en contacto con un naciente partido
político que se reunía en cervecerías y ostentaba en
sus inicios el nombre de Deutsche Arbeiterpartei
(DAP, Partido Obrero Alemán). Anton Drexler, uno
de los fundadores, lo invitó a ingresar al partido
tras escucharlo en una de las reuniones, en la que
Hitler se puso de pie para refutar el argumento de
otro de los asistentes.
A principios de 1920 Hitler se unió al DAP. Inmediatamente pasó a formar parte del comité directivo como encargado de la propaganda, ya que
poseía notorias habilidades de oratoria y de convencimiento. Pronto renunció al ejército y se dedicó por completo al partido que el 24 de febrero
de 1920 (Morales Anguiano, 2003, p. 67) agregó a
su nombre la curiosa mezcla ideológica de “Nacionalsocialista”. Fue en esta época en la que Hitler
empezó a brillar, apoyado en parte por un oficial
del Estado Mayor de la comandancia de Múnich
llamado Ernst Röhm, quien era también parte del
ahora NSDAP. Este hombre protegía a Hitler y al
partido valiéndose de una brigada paramilitar de
voluntarios llamada Sturmabteilung (SA). Por otra
parte, fue la misma habilidad política de Hitler la
que le fue abriendo paso mediante un uso adecuado de propaganda para llamar la atención.
No se puede negar, sin embargo, que por mucha importancia que haya tenido esta ayuda
externa, la base del éxito de Hitler eran su propia energía y su habilidad como líder político.
Sin estas cualidades o no hubiera recibido ayuda alguna, o los resultados obtenidos hubieran sido insignificantes. (Bullock, 1964, p.69)
58
En el interior del partido sus éxitos y su popularidad le dieron una importancia creciente, por lo
que el resto de los miembros del comité directivo
decidieron limitar su poder. Con esta intención, el
comité sesionó sin él durante el verano de 1921,
mientras Hitler se encontraba reclutando afiliados
en Berlín. Este hecho se le presentó a Hitler como
una gran oportunidad de tomar el control, ya que
al volver a Múnich renunció al partido. El comité no
esperaba una respuesta tan drástica. Sabían que la
supervivencia del NSDAP dependía enteramente de
la permanencia de Hitler en él, y no podían darse
el lujo de dejar ir al hombre que había fortalecido
el partido. Para quedarse exigió la renuncia de los
miembros del comité y la convocatoria a nuevas
elecciones internas, otorgándose al nuevo presidente poderes casi ilimitados (Morales Anguiano,
2003, p. 68). Drexler y el resto de los miembros
renunciaron a sus cargos, dejando el poder del partido nazi en manos de Adolf Hitler.
Durante 1922 y 1923 Hitler siguió con su labor
de reclutamiento usando propaganda y discursos
multitudinarios, haciendo al partido uno de los
más importantes de Baviera. Mientras tanto las autoridades bávaras estuvieron todo el año de 1923
en constante conflicto con las de Berlín. Esto llevó a que en octubre se formara un triunvirato con
Gustav von Kahr en la cancillería bávara, el general
Otto von Lossow al mando del ejército y el coronel
Ritter von Seißer al mando de la policía. Sus planes eran independizar Baviera. Hitler sospechaba
y temía estos planes, por lo que se preparó para
realizar un putsch (golpe de Estado) antes de que
Kahr actuara.
La noche del 8 de noviembre se realizó una reunión
con todos los líderes políticos de Baviera, en la que
el discurso de Kahr fue interrumpido por miembros
armados de la SA que tomaron la cervecería que
servía como lugar para la reunión. Hitler anunció
el inicio de la Revolución Nacional y la creación de
un nuevo gobierno que incluiría a los miembros del
triunvirato y tendría al general Ludendorff a la cabeza, un héroe de guerra antirrepublicano. Ante un
descuido de Hitler, el triunvirato escapó del lugar
de la reunión y huyó a preparar la resistencia. Al día
siguiente, ante la negativa del ejército bávaro de
apoyarlos y el escape de von Lossow y Kahr, a quienes creían tener de su parte, los nazis marcharon a
los cuarteles de von Lossow, liderados por Hitler y
Ludendorff. Hubo disparos y se dispersó la marcha;
los líderes huyeron y pronto fueron arrestados.
Hitler enfrentó su juicio de manera extraordinaria.
Tomó a todos por sorpresa y, contrario a lo que
se esperaba, asumió la culpa del putsch, aclarando
sus razones y apelando a la ideología del Partido
Nacionalsocialista. Esto le hizo ganar más simpatía
porque las autoridades hicieron un espectáculo de
su proceso judicial, lo que Hitler aprovechó para
ser conocido fuera de Baviera. A esto se debe sumar la excesiva benevolencia del juez a lo largo del
proceso y en la sentencia, cortesía de la influencia de Franz Gürtner, ministro de Justicia bávaro y
simpatizante de los nazis. Hitler fue condenado a
cinco años en prisión, que terminaron por volverse
13 meses, llenos de cortesías y empleados para la
escritura de Mein Kampf.1
acudir a Hitler en busca de apoyo.2 La importancia de esta estrategia radica en que así evitó que
otras figuras relevantes del NSDAP lo suplantaran
como líder durante el tiempo que estuvo ausente.
Rosenberg no buscaría el poder para sí mismo y
ayudaría a Hitler a seguir siendo indispensable para
la organización. Al salir de la cárcel acudió a las autoridades bávaras, a quienes les afirmó que se apegaría a la legalidad. Realmente Hitler no tenía otra
opción, dado que tenía a un partido debilitado por
su ausencia y las condiciones económicas de Alemania habían mejorado significativamente, lo cual
les restaba poder a sus discursos antirrepublicanos
en la mayoría de la población.
Aprendió su lección a la mala: la precipitación y la
fuerza no eran el camino al poder que deseaba.
Mientras estuvo preso concedió la dirigencia del
partido a Alfred Rosenberg (Bullock, 1964, p. 127),
a quien consideraba de carácter débil y que podía
manipular para enemistar a diferentes bandos en
el interior del partido, haciendo a estos bandos
En febrero de 1925, cuando llevaba solo tres meses en libertad, murió el presidente de la república,
Friedrich Ebert, y se convocó a elecciones. Ludendorff, candidato de los nazis, obtiene muy pocos
votos, por lo que para la segunda vuelta el NSDAP
apoyó al mariscal Paul von Hindenburg, quien obtuvo la victoria por un estrecho margen. Las autoridades bávaras prohibieron a Hitler hablar en público tras las elecciones y hasta 1927. Durante este
tiempo se dedicó a lidiar con un problema interno:
los hermanos Otto y Gregor Strasser habían sido
enviados a dirigir el partido en el norte del país,
pero estaban ganando independencia y seguían
una línea ideológica mucho más socialista. Para
solucionar el problema se convocó a una conferencia nazi en febrero de 1926 en Bamberg (Bullock,
1964, p. 141). Durante los preparativos Hitler pagó
a altos mandos del partido que antes trabajaban
como voluntarios, para que estos dependieran de
él y lo apoyaran en la conferencia. Ahí Hitler logró
convencer a los disidentes de regresar a la línea del
partido dictada por él, especialmente a la mano
derecha de los Strasser: Joseph Goebbels. Por mayoría se aprobó que la cabecera del partido fuera
Múnich, lo que dio la estocada final a las sospechas
de cisma.
1 Mi lucha, libro escrito por Hitler, en el que plantea su
ideología.
2
“Hitler solía fomentar la competencia … , alentando una
especie de lucha neo darwinista … [esto] garantizaba su poder
personal, situándole en la posición de árbitro entre todas la
facciones rivales” (Roberts, 2005, p. 122).
De la cárcel a la
Cancillería: paciencia y
legalidad (1924-1933)
En esos primeros años en que el NSDAP no salió de
su nivel local, Hitler enfocó sus energías en consolidarse como líder del partido. Su gran estrategia
fue la de generar dependencia hacia su persona,
lo que le permitió estar en posición de chantajear
y de tomar control total del Partido nazi, estrategia
que veremos repetidamente en su vida. Las alianzas que sostuvo con Röhm, Ludendorff y Gürtner
fueron de igual manera vitales en esta primera etapa de formación política.
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En julio de 1929 el canciller del Reich logró renegociar con el extranjero los pagos por daños de guerra que debía Alemania. Estos nuevos acuerdos estaban contenidos en el Plan Young (Merker, 1944,
pp. 150-151). Los partidos nacionalistas se opusieron fuertemente y formaron una campaña conjunta, liderada por Alfred Hugenberg del Partido Nacionalista Alemán, para rechazar la aprobación del
plan en el Reichstag (Parlamento). El Plan Young
finalmente entró en vigor en marzo de 1930, pero
lo que fue una derrota electoral para todos los
nacionalistas, Hitler lo supo aprovechar para convertirlo en una de sus más importantes victorias:
el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y su
líder, Adolf Hitler, se dieron a conocer por toda la
República de Weimar a través de una campaña pagada enteramente por un partido político rival, el
de Hugenberg.
La crisis económica de 1929 fue especialmente
dura en Alemania y duró varios años. Esto trajo
un clima de desastre y desempleo similar a lo que
había a principios de 1920 como consecuencia de
la guerra, situación que permitió a Hitler retomar
la línea discursiva de sus inicios, logrando grandes
efectos. En 1930 el nuevo canciller, Brüning, disolvió el Reichstag en busca de mayoría para gobernar y convocó a elecciones. Los nazis emplearon
todas sus jugadas publicitarias con la combinación
Hitler-Goebbels, enfocándose en obreros y agricultores a nivel nacional. Estos dos elementos, crisis
económica y magnífica campaña electoral, trajeron
una sorpresa incluso para los mismos nazis: 6 409
600 votos, que se tradujeron en 107 escaños parlamentarios, convirtiéndose en la segunda fuerza
política a nivel nacional, solo detrás de los socialdemócratas (Bullock, 1964, p.165). En palabras del
propio Hitler: “Nosotros no luchamos por conquistar asientos en el Parlamento, pero ganamos asientos en el Parlamento para un día poder liberar al
pueblo Alemán” (Bullock, 1964, p.166).
En 1932 concluía el periodo del presidente Hindenburg y, tras infructuosas negociaciones de Brüning
con Hitler para aplazar el mandato, se efectuaron
60
las elecciones3. Tras una campaña intensa y exhaustiva que terminó con una elección en dos vueltas,
Hindenburg venció a Hitler 19 250 000 votos contra 13 417 460 para un segundo mandato (Bullock,
1964, p. 209). Es aquí donde hace su aparición un
personaje sumamente importante en la carrera política de Hitler y que solía operar en el Gobierno
tras bambalinas: el general Kurt von Schleicher.
Este hombre ofreció echar a Brüning de la Cancillería y convocar a elecciones parlamentarias si el
NSDAP apoyaba al nuevo canciller. Los nazis aceptaron, Franz von Papen fue nombrado canciller y
el partido de la esvástica arrasó en las elecciones
de julio4.
Schleicher apoyó a Papen porque pensó que podía controlarlo para lograr una mayoría en el Parlamento, pero ninguna de las dos cosas pasó y Papen
se vio obligado a disolver el Reichstag cuando pidieron su dimisión5. Hindenburg y Papen iniciaron
una campaña contra Hitler, haciendo público que
faltó a su palabra de caballero de apoyar al gobierno de Papen. El presidente incluso remarcó su falta
de honor por la incapacidad de controlar a la SA de
Röhm. Esto le costó a los nazis más de dos millones
de votos para el nuevo Parlamento (34 asientos) en
las elecciones de noviembre de 1932 (Calic, 1972,
p.171)6. Schleicher se convenció de que, al igual
3
La ley permitía que el presidente de la República de Weimar en funciones alargara su mandato al concluir los cinco
años originales sin necesidad de convocar a elecciones. Para
esto era necesaria una mayoría en el Reichstag, la cual solo
sería lograda con el apoyo nazi.
4
“A Hitler no le costaba nada prometer tan poco”, diría
Allan Bullock al respecto. Consultar Anexo 1 (Bullock, 1964,
pp.217-225).
5
Herman Göring, nazi electo presidente del Reichstag en
coalición con el Partido del Centro en agosto de 1932, dio inicio
a la sesión del 12 de septiembre cuando un diputado del Partido Comunista pidió un voto de no confianza sobre el nuevo
canciller. Papen al ver esto pidió la tribuna, pero fue ignorado
por Göring. La votación quedó 513-32 a favor de la destitución
de Papen, que a su vez tenía una orden para la disolución del
Parlamento. Cuando el presidente la vio, alegó que la orden
provenía de un canciller ya depuesto y se negó a acatarla. Hindenburg apoya a su canciller y se disuelve el Reichstag para
nuevas elecciones (Bullock, 1964, pp. 236-237).
6
Ver Anexo1.
que Brüning, Papen había fallado para concertar
la mayoría necesaria para hacer un gobierno efectivo y logró la exigencia de su dimisión por varios
miembros del gabinete. Él mismo fue nombrado
para ocupar la vacante de Papen.
El nuevo canciller se dedicó inmediatamente a negociar la mayoría, pero ante la determinación de
Hitler de obtener la Cancillería o nada, optó por
acercarse a Gregor Strasser. Papen, por su parte,
negoció con Hitler, Hugenberg y el Partido del Centro, entendiendo finalmente el punto de Schleicher
de la necesidad de tener a Hitler en el gobierno,
ya que ambos pensaban que podrían controlarlo
fácilmente. Hitler se enteró por medio de Papen de
las negociaciones del canciller con Strasser, a quien
acusó de traición. Strasser intentó defenderse, pero
fracasó por tener en su contra a Göring, Goebbels y
Röhm y renunció al partido (Toland, 1977, pp. 320321), llevando al fracaso el plan de Schleicher.
Tanto Schleicher como Papen dependían de los
escaños de Hitler para formar su gobierno, y al
creer que el juego político era solo entre ellos dos,
ambos se apoyaban en Hitler para hundir al otro,
empoderando al tercero. Consciente de su fracaso
y de las presiones de Papen al presidente, Schleicher dimitió el 28 de enero de 1933 (Toland, 1977,
pp. 327-328). Hindenburg otorgó de mala gana la
Cancillería a Hitler con un gobierno de coalición,
con la intención de lograr la tan ansiada mayoría
parlamentaria y de contener a Hitler. Papen fue vicecanciller y solo hubo dos nazis en el gabinete, el
resto fue para el Centro y los Nacionalistas (Calic,
1972, p.174). A pesar de los intentos de limitarlo,
Adolf Hitler había llegado al poder.
De Canciller a Presidente:
fuego y asesinatos (1933-1934)
Hitler de inmediato convenció a todos de la necesidad de nuevas elecciones parlamentarias. Durante
las campañas se descubrió una supuesta conspiración comunista, que llevó al arresto de los principales líderes del Kommunistische Partei Deutschlands
(KPD, Partido Comunista de Alemania) e incluso de
los miembros electos del Reichstag (Calic, 1972,
p.184). Aunado a eso, el 27 de febrero de 1933 un
joven comunista7 incendió el edificio que albergaba el Reichstag8 . Tras estos acontecimientos el
NSDAP consiguió el 43.9 % de los votos en marzo
de 1933 (Bullock, 1964, p. 354)9.
Hitler presentó al nuevo Reichstag la Ley para Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, o Ley de
Plenos Poderes, la cual le daba al canciller poderes
casi ilimitados y suspendía las garantías individuales. Con un discurso muy moderado urgió a que se
aprobara, dando seguridades a los estados, al presidente y a la Iglesia de que solo usaría los poderes
en caso de emergencia. Ante la aparente amenaza
comunista y la estabilidad económica a la que estaba llegando el nuevo gobierno, únicamente los
socialdemócratas se opusieron a la ley ese día en la
tribuna, mientras los nazis gritaban: “¡Queremos la
ley… o fuego y asesinatos!” (Bullock, 1964, p. 356).
Con 441 votos a favor y 94 en contra, la ley quedó
aprobada.
Durante 1933 Hitler fue tomando el control. Ministros del NSDAP fueron sustituyendo a los gobiernos estatales bajo pretextos absurdos y las Dietas
estatales fueron disueltas. La línea entre el partido
en el gobierno y el Gobierno mismo se fue desvaneciendo. Los partidos también fueron cayendo
uno a uno, hasta que el 14 de julio la Gaceta Oficial
publicó al NSDAP como partido único de Alemania
(Bullock, 1964, p. 285). Toda oposición dentro del
gabinete desapareció, la clase política era movilizada por el miedo a la nueva policía secreta bajo el
mando de Herman Göring, la Gestapo, y las masas
eran movilizadas por la estabilización de la economía, los nuevos empleos, el apoyo popular y tam7
Marinus van der Lubbe, quien posteriormente fue exonerado por un tribunal de Alemania Occidental (Bullock, 1964, p.
272).
8
Si ambos acontecimientos, o solo el primero, fueron maniobras de los nazis con miras electorales, es un tema ampliamente debatido.
9
Consultar Anexo 1.
61
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bién por la violencia de la SA de Röhm y la SS de
Himmler.
A
En esta época de control del aparato estatal Hitler tuvo que enfrentar dos problemas que podían
amenazar su posición: 1) La insistencia de Röhm de
sustituir al Reichswehr (ejército) con la SA, a lo que
el ejército se oponía10. Si se ponía del lado de Röhm
el ejército se levantaría contra él, pero si se negaba, la SA seguiría haciendo destrozos y perdería
la confianza del ejército, necesaria para mantener
la legalidad de su gobierno. 2) El delicado estado
de salud de Hindenburg, quien ya contaba con 86
años de edad.
Para asegurar que a la muerte del presidente fuera
él quien le sucediera, Hitler necesitaba el apoyo del
ejército. En un viaje que hizo para ver maniobras
navales a bordo del crucero Deutschland, se dice
que Hitler aseguró la lealtad de las fuerzas armadas, especialmente del ministro de Defensa Werner
von Blomberg. A cambio, Hitler debía poner fin a
Röhm y a la SA. El canciller no estaba convencido, pero ante la insistencia de Göring y Himmler,
la oposición de Papen y la amenaza de Hindenburg
de instaurar ley marcial, Hitler cedió. La noche del
29 de junio de 1934 y todo el día siguiente estuvieron marcados por una serie de asesinatos políticos
en toda Alemania, especialmente en Múnich y Berlín, perpetrados por oficiales de las SS y la Gestapo
contra altos oficiales de la SA, así como opositores
políticos del régimen, en lo que se conoce como
“La Noche de los Cuchillos Largos”. Ernst Röhm,
líder de la SA, Gregor Strasser, antiguo miembro
del partido, Kurt von Schleicher, antiguo canciller,
Gustav von Kahr, enemigo político de Hitler desde
el golpe de Estado, asistentes cercanos a Franz von
Papen, y muchos otros fueron asesinados.
Finalmente el 2 de agosto de 1934 murió Paul von
Hindenburg y una hora después, con el respaldo
del ejército, se anuncia la fusión de las oficinas de
62
10 La República de Weimar no tenía un ejército propiamente dicho, por las restricciones que le imponía el Tratado de
Versalles. Era la organización Reichswehr la que cumplía tales
propósitos, y por eso podía ser legalmente sustituida.
Presidencia y Cancillería en una sola, bajo la persona de Adolf Hitler. Se convocó al pueblo alemán a
votar un plebiscito que tenía por objeto confirmar
el nuevo cargo de Hitler. El 19 de agosto de 1934, el
89,93 % de los alemanes votaron a favor del plebiscito (Bullock, 1964, p. 322). Así, de manera democrática, se le concedía al Führer el poder absoluto
sobre el destino de Alemania. Con una elección sin
oposición alguna moría la República.
Conclusiones
La carrera política de Hitler está llena de elementos que la hacen sobresaliente, pero también hay
cosas que la hacen abominable. Vistos los sucesos
de mayor relevancia en el periodo estudiado, podemos tener un panorama general de su camino al
poder absoluto. La estrategia principal que usó a lo
largo de toda su carrera fue la misma: generar dependencia. Al volverse necesario en cada círculo al
que entraba, se colocaba a sí mismo en la posición
envidiable de chantajear, sobornar y rogar cuanto
quisiera, sabiendo que en poca o mucha medida
sus interlocutores habrían de ceder.
Lo primero que tuvo que hacer Hitler al empezar
su carrera política fue moldear el partido al que
ingresó y volverlo su partido. Fueron, sin duda alguna, sus dotes oratorias, y posteriormente demagógicas, las que lo ayudaron a ganarse a la gente
en una época difícil, en la que muchos optaban por
los extremos del espectro político a falta de soluciones claras de los moderados. En un sistema político parlamentario con sufragio directo como el
que se vivió en la República de Weimar, la fuerza de
los partidos estaba basada en la cantidad de votos
que se pudieran obtener, y dentro del NSDAP era
Hitler quien salía a conseguir los votos, y fue por
eso que desde un principio se colocó en la cima del
partido nazi.
Una de sus mayores ventajas sobre los políticos con quienes trató, fue su inmensa experiencia práctica, adquirida no en la cancillería
ni en el Reichstag, sino en la calle, que es el
nivel donde se gana las elecciones, el nivel en
el cual todo político, para llevarse la mayoría
de los votos, debe mostrar su efectividad. (Bullock, 1964, pp. 69-70)
Hitler nunca se comprometió completamente con
ninguna ideología, lo que claramente jugó en su
favor. Esto le garantizaba no estar atado de manos con nadie, ni siquiera con quienes tenían ideas
similares, como Hugenberg y sus nacionalistas. La
combinación ideológica del NSDAP pudo atraer
tanto a empresarios (quienes pagaban las campañas), que buscaban las ventajas comerciales del
nacionalismo, como a las masas alemanas (quienes
daban los votos), que buscaban seguridades sociales en tiempos de crisis económica.
Así como influyeron la casualidad y el contexto
económico-social para encumbrar a Hitler, también
determinaron su historia personajes como Röhm,
Göring y Goebbels, quienes dedicaron sus esfuerzos a beneficiar al partido y a su Führer. Por otra
parte, gente como Hugenberg, Papen y Schleicher
creyeron que Hitler era una persona fácilmente
manipulable y lo menospreciaron, dedicándose a
destruirse entre ellos sin saber que todo terminaba
favoreciendo al que consideraban insignificante.
Finalmente, la lección aprendida en 1923 le seguiría toda su vida, porque al apegarse a la ley y a
la Constitución de Weimar se creó a sí mismo una
fachada de legalidad y seriedad frente a políticos y
electores. Llegar al poder de manera institucional
y siendo invitado por el Gobierno fue la llave de su
éxito y el pilar de su legitimidad ante el extranjero,
lo que le dio oportunidad de maniobrar a su antojo
en el interior del Estado. La parte racional de un
hombre loco finalmente se dio cuenta de que “Las
revoluciones efectivas, dadas las condiciones de
vida modernas, se llevan a cabo con, y no contra,
el poder del Estado” (Bullock, 1964). En eso consistió su genialidad.
Bibliografía
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