U R Í D I C A J C T U A L I D A D A Los aciertos de un loco: la carrera política de Adolf Hitler Ethan Ayala1 Resumen: Mediante un recuento histórico de la carrera política de Hitler, abarcando los años de 1920 a 1934, este trabajo pretende analizar cuáles fueron los elementos que influyeron de manera determinante en que Hitler llegara al máximo escaño de poder político en Alemania. Investigando las principales ventajas, tropiezos y aciertos que tuvo en el camino, así como sus decisiones clave y los personajes que le acompañaron, se concluyen algunas de las estrategias políticas que lo convirtieron en el hombre más poderoso de Alemania. Palabras clave: política, estrategia, partido, elecciones, legalidad. Abstract: 1 Estudiante de octavo semestre de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM. Distrito Federal, México. [email protected]. 56 Through an historical review of Adolf Hitler’s political career, studying the period of time between 1920 and 1934, this essay intends to analyze which were the main elements that influenced in a determinant way Hitler’s arrival to the maximum seat of political power in Germany. By investigating the main advantages, mistakes, and successes in his path, and also his main decisions and the people that went with him throughout the journey, we come to conclude some of the political strategies that turned Hitler into the most powerful person in Germany. Keywords: politics, strategy, party, elections, legality. Introducción El periodo de entreguerras que se suscitó durante el siglo XX no es relevante únicamente por la parte económica, es decir, por la Gran Depresión que comenzó con la crisis de 1929; también lo es por la parte política, pues esta ofrece muchas de las causas de la Segunda Guerra Mundial y las circunstancias que le dieron origen. Es de particular interés el periodo que va de 1920 a 1934 en Alemania, porque enmarca la carrera política y el ascenso al poder de la figura de Adolf Hitler, líder de origen austriaco que gobernó a Alemania hasta 1945. Hitler es, sin duda alguna, un personaje controvertido y odiado, pues legó un pasado de temor y vergüenza a toda una nación. Sin embargo, también encontramos entre sus características a una figura imponente, respetada y con gran capacidad de liderazgo. La intención no es ignorar las cosas terribles que hizo en vida, sino tratar de explicar, desde el enfoque político, su ascenso al poder sin que nadie pudiera prever o impedir que sucediera el capítulo de la historia que nunca debió contarse. ¿Cuáles fueron las claves políticas que llevaron a Hitler a pasar del anonimato a ser Führer del Tercer Reich? Esta es la pregunta central a la que se intentará dar respuesta. Para lograr esto se estudiará la vida de Adolf Hitler de manera cronológica, dividiendo en tres partes el periodo que abarca de 1920 a 1934, y enfocando la atención en las maniobras políticas, las decisiones estratégicas, los acontecimientos y los personajes que le rodearon. La combinación de estas características arroja una imagen clara de un atisbo de brillantez en una mente retorcida. Desarrollo De la cervecería al golpe de Estado: precipitación y fuerza (1920-1923) En noviembre de 1918 se firmó un armisticio entre Alemania y los países aliados, mientras un soldado austriaco que peleaba por Alemania se encontra- 57 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A ba en un hospital recuperándose de las heridas de guerra. Al salir del hospital trabajó en el departamento político de la comandancia militar de Múnich, en Baviera. Fue así como este soldado, Adolf Hitler, entró en contacto con un naciente partido político que se reunía en cervecerías y ostentaba en sus inicios el nombre de Deutsche Arbeiterpartei (DAP, Partido Obrero Alemán). Anton Drexler, uno de los fundadores, lo invitó a ingresar al partido tras escucharlo en una de las reuniones, en la que Hitler se puso de pie para refutar el argumento de otro de los asistentes. A principios de 1920 Hitler se unió al DAP. Inmediatamente pasó a formar parte del comité directivo como encargado de la propaganda, ya que poseía notorias habilidades de oratoria y de convencimiento. Pronto renunció al ejército y se dedicó por completo al partido que el 24 de febrero de 1920 (Morales Anguiano, 2003, p. 67) agregó a su nombre la curiosa mezcla ideológica de “Nacionalsocialista”. Fue en esta época en la que Hitler empezó a brillar, apoyado en parte por un oficial del Estado Mayor de la comandancia de Múnich llamado Ernst Röhm, quien era también parte del ahora NSDAP. Este hombre protegía a Hitler y al partido valiéndose de una brigada paramilitar de voluntarios llamada Sturmabteilung (SA). Por otra parte, fue la misma habilidad política de Hitler la que le fue abriendo paso mediante un uso adecuado de propaganda para llamar la atención. No se puede negar, sin embargo, que por mucha importancia que haya tenido esta ayuda externa, la base del éxito de Hitler eran su propia energía y su habilidad como líder político. Sin estas cualidades o no hubiera recibido ayuda alguna, o los resultados obtenidos hubieran sido insignificantes. (Bullock, 1964, p.69) 58 En el interior del partido sus éxitos y su popularidad le dieron una importancia creciente, por lo que el resto de los miembros del comité directivo decidieron limitar su poder. Con esta intención, el comité sesionó sin él durante el verano de 1921, mientras Hitler se encontraba reclutando afiliados en Berlín. Este hecho se le presentó a Hitler como una gran oportunidad de tomar el control, ya que al volver a Múnich renunció al partido. El comité no esperaba una respuesta tan drástica. Sabían que la supervivencia del NSDAP dependía enteramente de la permanencia de Hitler en él, y no podían darse el lujo de dejar ir al hombre que había fortalecido el partido. Para quedarse exigió la renuncia de los miembros del comité y la convocatoria a nuevas elecciones internas, otorgándose al nuevo presidente poderes casi ilimitados (Morales Anguiano, 2003, p. 68). Drexler y el resto de los miembros renunciaron a sus cargos, dejando el poder del partido nazi en manos de Adolf Hitler. Durante 1922 y 1923 Hitler siguió con su labor de reclutamiento usando propaganda y discursos multitudinarios, haciendo al partido uno de los más importantes de Baviera. Mientras tanto las autoridades bávaras estuvieron todo el año de 1923 en constante conflicto con las de Berlín. Esto llevó a que en octubre se formara un triunvirato con Gustav von Kahr en la cancillería bávara, el general Otto von Lossow al mando del ejército y el coronel Ritter von Seißer al mando de la policía. Sus planes eran independizar Baviera. Hitler sospechaba y temía estos planes, por lo que se preparó para realizar un putsch (golpe de Estado) antes de que Kahr actuara. La noche del 8 de noviembre se realizó una reunión con todos los líderes políticos de Baviera, en la que el discurso de Kahr fue interrumpido por miembros armados de la SA que tomaron la cervecería que servía como lugar para la reunión. Hitler anunció el inicio de la Revolución Nacional y la creación de un nuevo gobierno que incluiría a los miembros del triunvirato y tendría al general Ludendorff a la cabeza, un héroe de guerra antirrepublicano. Ante un descuido de Hitler, el triunvirato escapó del lugar de la reunión y huyó a preparar la resistencia. Al día siguiente, ante la negativa del ejército bávaro de apoyarlos y el escape de von Lossow y Kahr, a quienes creían tener de su parte, los nazis marcharon a los cuarteles de von Lossow, liderados por Hitler y Ludendorff. Hubo disparos y se dispersó la marcha; los líderes huyeron y pronto fueron arrestados. Hitler enfrentó su juicio de manera extraordinaria. Tomó a todos por sorpresa y, contrario a lo que se esperaba, asumió la culpa del putsch, aclarando sus razones y apelando a la ideología del Partido Nacionalsocialista. Esto le hizo ganar más simpatía porque las autoridades hicieron un espectáculo de su proceso judicial, lo que Hitler aprovechó para ser conocido fuera de Baviera. A esto se debe sumar la excesiva benevolencia del juez a lo largo del proceso y en la sentencia, cortesía de la influencia de Franz Gürtner, ministro de Justicia bávaro y simpatizante de los nazis. Hitler fue condenado a cinco años en prisión, que terminaron por volverse 13 meses, llenos de cortesías y empleados para la escritura de Mein Kampf.1 acudir a Hitler en busca de apoyo.2 La importancia de esta estrategia radica en que así evitó que otras figuras relevantes del NSDAP lo suplantaran como líder durante el tiempo que estuvo ausente. Rosenberg no buscaría el poder para sí mismo y ayudaría a Hitler a seguir siendo indispensable para la organización. Al salir de la cárcel acudió a las autoridades bávaras, a quienes les afirmó que se apegaría a la legalidad. Realmente Hitler no tenía otra opción, dado que tenía a un partido debilitado por su ausencia y las condiciones económicas de Alemania habían mejorado significativamente, lo cual les restaba poder a sus discursos antirrepublicanos en la mayoría de la población. Aprendió su lección a la mala: la precipitación y la fuerza no eran el camino al poder que deseaba. Mientras estuvo preso concedió la dirigencia del partido a Alfred Rosenberg (Bullock, 1964, p. 127), a quien consideraba de carácter débil y que podía manipular para enemistar a diferentes bandos en el interior del partido, haciendo a estos bandos En febrero de 1925, cuando llevaba solo tres meses en libertad, murió el presidente de la república, Friedrich Ebert, y se convocó a elecciones. Ludendorff, candidato de los nazis, obtiene muy pocos votos, por lo que para la segunda vuelta el NSDAP apoyó al mariscal Paul von Hindenburg, quien obtuvo la victoria por un estrecho margen. Las autoridades bávaras prohibieron a Hitler hablar en público tras las elecciones y hasta 1927. Durante este tiempo se dedicó a lidiar con un problema interno: los hermanos Otto y Gregor Strasser habían sido enviados a dirigir el partido en el norte del país, pero estaban ganando independencia y seguían una línea ideológica mucho más socialista. Para solucionar el problema se convocó a una conferencia nazi en febrero de 1926 en Bamberg (Bullock, 1964, p. 141). Durante los preparativos Hitler pagó a altos mandos del partido que antes trabajaban como voluntarios, para que estos dependieran de él y lo apoyaran en la conferencia. Ahí Hitler logró convencer a los disidentes de regresar a la línea del partido dictada por él, especialmente a la mano derecha de los Strasser: Joseph Goebbels. Por mayoría se aprobó que la cabecera del partido fuera Múnich, lo que dio la estocada final a las sospechas de cisma. 1 Mi lucha, libro escrito por Hitler, en el que plantea su ideología. 2 “Hitler solía fomentar la competencia … , alentando una especie de lucha neo darwinista … [esto] garantizaba su poder personal, situándole en la posición de árbitro entre todas la facciones rivales” (Roberts, 2005, p. 122). De la cárcel a la Cancillería: paciencia y legalidad (1924-1933) En esos primeros años en que el NSDAP no salió de su nivel local, Hitler enfocó sus energías en consolidarse como líder del partido. Su gran estrategia fue la de generar dependencia hacia su persona, lo que le permitió estar en posición de chantajear y de tomar control total del Partido nazi, estrategia que veremos repetidamente en su vida. Las alianzas que sostuvo con Röhm, Ludendorff y Gürtner fueron de igual manera vitales en esta primera etapa de formación política. 59 U R Í D I C A J C T U A L I D A D A En julio de 1929 el canciller del Reich logró renegociar con el extranjero los pagos por daños de guerra que debía Alemania. Estos nuevos acuerdos estaban contenidos en el Plan Young (Merker, 1944, pp. 150-151). Los partidos nacionalistas se opusieron fuertemente y formaron una campaña conjunta, liderada por Alfred Hugenberg del Partido Nacionalista Alemán, para rechazar la aprobación del plan en el Reichstag (Parlamento). El Plan Young finalmente entró en vigor en marzo de 1930, pero lo que fue una derrota electoral para todos los nacionalistas, Hitler lo supo aprovechar para convertirlo en una de sus más importantes victorias: el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y su líder, Adolf Hitler, se dieron a conocer por toda la República de Weimar a través de una campaña pagada enteramente por un partido político rival, el de Hugenberg. La crisis económica de 1929 fue especialmente dura en Alemania y duró varios años. Esto trajo un clima de desastre y desempleo similar a lo que había a principios de 1920 como consecuencia de la guerra, situación que permitió a Hitler retomar la línea discursiva de sus inicios, logrando grandes efectos. En 1930 el nuevo canciller, Brüning, disolvió el Reichstag en busca de mayoría para gobernar y convocó a elecciones. Los nazis emplearon todas sus jugadas publicitarias con la combinación Hitler-Goebbels, enfocándose en obreros y agricultores a nivel nacional. Estos dos elementos, crisis económica y magnífica campaña electoral, trajeron una sorpresa incluso para los mismos nazis: 6 409 600 votos, que se tradujeron en 107 escaños parlamentarios, convirtiéndose en la segunda fuerza política a nivel nacional, solo detrás de los socialdemócratas (Bullock, 1964, p.165). En palabras del propio Hitler: “Nosotros no luchamos por conquistar asientos en el Parlamento, pero ganamos asientos en el Parlamento para un día poder liberar al pueblo Alemán” (Bullock, 1964, p.166). En 1932 concluía el periodo del presidente Hindenburg y, tras infructuosas negociaciones de Brüning con Hitler para aplazar el mandato, se efectuaron 60 las elecciones3. Tras una campaña intensa y exhaustiva que terminó con una elección en dos vueltas, Hindenburg venció a Hitler 19 250 000 votos contra 13 417 460 para un segundo mandato (Bullock, 1964, p. 209). Es aquí donde hace su aparición un personaje sumamente importante en la carrera política de Hitler y que solía operar en el Gobierno tras bambalinas: el general Kurt von Schleicher. Este hombre ofreció echar a Brüning de la Cancillería y convocar a elecciones parlamentarias si el NSDAP apoyaba al nuevo canciller. Los nazis aceptaron, Franz von Papen fue nombrado canciller y el partido de la esvástica arrasó en las elecciones de julio4. Schleicher apoyó a Papen porque pensó que podía controlarlo para lograr una mayoría en el Parlamento, pero ninguna de las dos cosas pasó y Papen se vio obligado a disolver el Reichstag cuando pidieron su dimisión5. Hindenburg y Papen iniciaron una campaña contra Hitler, haciendo público que faltó a su palabra de caballero de apoyar al gobierno de Papen. El presidente incluso remarcó su falta de honor por la incapacidad de controlar a la SA de Röhm. Esto le costó a los nazis más de dos millones de votos para el nuevo Parlamento (34 asientos) en las elecciones de noviembre de 1932 (Calic, 1972, p.171)6. Schleicher se convenció de que, al igual 3 La ley permitía que el presidente de la República de Weimar en funciones alargara su mandato al concluir los cinco años originales sin necesidad de convocar a elecciones. Para esto era necesaria una mayoría en el Reichstag, la cual solo sería lograda con el apoyo nazi. 4 “A Hitler no le costaba nada prometer tan poco”, diría Allan Bullock al respecto. Consultar Anexo 1 (Bullock, 1964, pp.217-225). 5 Herman Göring, nazi electo presidente del Reichstag en coalición con el Partido del Centro en agosto de 1932, dio inicio a la sesión del 12 de septiembre cuando un diputado del Partido Comunista pidió un voto de no confianza sobre el nuevo canciller. Papen al ver esto pidió la tribuna, pero fue ignorado por Göring. La votación quedó 513-32 a favor de la destitución de Papen, que a su vez tenía una orden para la disolución del Parlamento. Cuando el presidente la vio, alegó que la orden provenía de un canciller ya depuesto y se negó a acatarla. Hindenburg apoya a su canciller y se disuelve el Reichstag para nuevas elecciones (Bullock, 1964, pp. 236-237). 6 Ver Anexo1. que Brüning, Papen había fallado para concertar la mayoría necesaria para hacer un gobierno efectivo y logró la exigencia de su dimisión por varios miembros del gabinete. Él mismo fue nombrado para ocupar la vacante de Papen. El nuevo canciller se dedicó inmediatamente a negociar la mayoría, pero ante la determinación de Hitler de obtener la Cancillería o nada, optó por acercarse a Gregor Strasser. Papen, por su parte, negoció con Hitler, Hugenberg y el Partido del Centro, entendiendo finalmente el punto de Schleicher de la necesidad de tener a Hitler en el gobierno, ya que ambos pensaban que podrían controlarlo fácilmente. Hitler se enteró por medio de Papen de las negociaciones del canciller con Strasser, a quien acusó de traición. Strasser intentó defenderse, pero fracasó por tener en su contra a Göring, Goebbels y Röhm y renunció al partido (Toland, 1977, pp. 320321), llevando al fracaso el plan de Schleicher. Tanto Schleicher como Papen dependían de los escaños de Hitler para formar su gobierno, y al creer que el juego político era solo entre ellos dos, ambos se apoyaban en Hitler para hundir al otro, empoderando al tercero. Consciente de su fracaso y de las presiones de Papen al presidente, Schleicher dimitió el 28 de enero de 1933 (Toland, 1977, pp. 327-328). Hindenburg otorgó de mala gana la Cancillería a Hitler con un gobierno de coalición, con la intención de lograr la tan ansiada mayoría parlamentaria y de contener a Hitler. Papen fue vicecanciller y solo hubo dos nazis en el gabinete, el resto fue para el Centro y los Nacionalistas (Calic, 1972, p.174). A pesar de los intentos de limitarlo, Adolf Hitler había llegado al poder. De Canciller a Presidente: fuego y asesinatos (1933-1934) Hitler de inmediato convenció a todos de la necesidad de nuevas elecciones parlamentarias. Durante las campañas se descubrió una supuesta conspiración comunista, que llevó al arresto de los principales líderes del Kommunistische Partei Deutschlands (KPD, Partido Comunista de Alemania) e incluso de los miembros electos del Reichstag (Calic, 1972, p.184). Aunado a eso, el 27 de febrero de 1933 un joven comunista7 incendió el edificio que albergaba el Reichstag8 . Tras estos acontecimientos el NSDAP consiguió el 43.9 % de los votos en marzo de 1933 (Bullock, 1964, p. 354)9. Hitler presentó al nuevo Reichstag la Ley para Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, o Ley de Plenos Poderes, la cual le daba al canciller poderes casi ilimitados y suspendía las garantías individuales. Con un discurso muy moderado urgió a que se aprobara, dando seguridades a los estados, al presidente y a la Iglesia de que solo usaría los poderes en caso de emergencia. Ante la aparente amenaza comunista y la estabilidad económica a la que estaba llegando el nuevo gobierno, únicamente los socialdemócratas se opusieron a la ley ese día en la tribuna, mientras los nazis gritaban: “¡Queremos la ley… o fuego y asesinatos!” (Bullock, 1964, p. 356). Con 441 votos a favor y 94 en contra, la ley quedó aprobada. Durante 1933 Hitler fue tomando el control. Ministros del NSDAP fueron sustituyendo a los gobiernos estatales bajo pretextos absurdos y las Dietas estatales fueron disueltas. La línea entre el partido en el gobierno y el Gobierno mismo se fue desvaneciendo. Los partidos también fueron cayendo uno a uno, hasta que el 14 de julio la Gaceta Oficial publicó al NSDAP como partido único de Alemania (Bullock, 1964, p. 285). Toda oposición dentro del gabinete desapareció, la clase política era movilizada por el miedo a la nueva policía secreta bajo el mando de Herman Göring, la Gestapo, y las masas eran movilizadas por la estabilización de la economía, los nuevos empleos, el apoyo popular y tam7 Marinus van der Lubbe, quien posteriormente fue exonerado por un tribunal de Alemania Occidental (Bullock, 1964, p. 272). 8 Si ambos acontecimientos, o solo el primero, fueron maniobras de los nazis con miras electorales, es un tema ampliamente debatido. 9 Consultar Anexo 1. 61 U R Í D I C A J C T U A L I D A D bién por la violencia de la SA de Röhm y la SS de Himmler. A En esta época de control del aparato estatal Hitler tuvo que enfrentar dos problemas que podían amenazar su posición: 1) La insistencia de Röhm de sustituir al Reichswehr (ejército) con la SA, a lo que el ejército se oponía10. Si se ponía del lado de Röhm el ejército se levantaría contra él, pero si se negaba, la SA seguiría haciendo destrozos y perdería la confianza del ejército, necesaria para mantener la legalidad de su gobierno. 2) El delicado estado de salud de Hindenburg, quien ya contaba con 86 años de edad. Para asegurar que a la muerte del presidente fuera él quien le sucediera, Hitler necesitaba el apoyo del ejército. En un viaje que hizo para ver maniobras navales a bordo del crucero Deutschland, se dice que Hitler aseguró la lealtad de las fuerzas armadas, especialmente del ministro de Defensa Werner von Blomberg. A cambio, Hitler debía poner fin a Röhm y a la SA. El canciller no estaba convencido, pero ante la insistencia de Göring y Himmler, la oposición de Papen y la amenaza de Hindenburg de instaurar ley marcial, Hitler cedió. La noche del 29 de junio de 1934 y todo el día siguiente estuvieron marcados por una serie de asesinatos políticos en toda Alemania, especialmente en Múnich y Berlín, perpetrados por oficiales de las SS y la Gestapo contra altos oficiales de la SA, así como opositores políticos del régimen, en lo que se conoce como “La Noche de los Cuchillos Largos”. Ernst Röhm, líder de la SA, Gregor Strasser, antiguo miembro del partido, Kurt von Schleicher, antiguo canciller, Gustav von Kahr, enemigo político de Hitler desde el golpe de Estado, asistentes cercanos a Franz von Papen, y muchos otros fueron asesinados. Finalmente el 2 de agosto de 1934 murió Paul von Hindenburg y una hora después, con el respaldo del ejército, se anuncia la fusión de las oficinas de 62 10 La República de Weimar no tenía un ejército propiamente dicho, por las restricciones que le imponía el Tratado de Versalles. Era la organización Reichswehr la que cumplía tales propósitos, y por eso podía ser legalmente sustituida. Presidencia y Cancillería en una sola, bajo la persona de Adolf Hitler. Se convocó al pueblo alemán a votar un plebiscito que tenía por objeto confirmar el nuevo cargo de Hitler. El 19 de agosto de 1934, el 89,93 % de los alemanes votaron a favor del plebiscito (Bullock, 1964, p. 322). Así, de manera democrática, se le concedía al Führer el poder absoluto sobre el destino de Alemania. Con una elección sin oposición alguna moría la República. Conclusiones La carrera política de Hitler está llena de elementos que la hacen sobresaliente, pero también hay cosas que la hacen abominable. Vistos los sucesos de mayor relevancia en el periodo estudiado, podemos tener un panorama general de su camino al poder absoluto. La estrategia principal que usó a lo largo de toda su carrera fue la misma: generar dependencia. Al volverse necesario en cada círculo al que entraba, se colocaba a sí mismo en la posición envidiable de chantajear, sobornar y rogar cuanto quisiera, sabiendo que en poca o mucha medida sus interlocutores habrían de ceder. Lo primero que tuvo que hacer Hitler al empezar su carrera política fue moldear el partido al que ingresó y volverlo su partido. Fueron, sin duda alguna, sus dotes oratorias, y posteriormente demagógicas, las que lo ayudaron a ganarse a la gente en una época difícil, en la que muchos optaban por los extremos del espectro político a falta de soluciones claras de los moderados. En un sistema político parlamentario con sufragio directo como el que se vivió en la República de Weimar, la fuerza de los partidos estaba basada en la cantidad de votos que se pudieran obtener, y dentro del NSDAP era Hitler quien salía a conseguir los votos, y fue por eso que desde un principio se colocó en la cima del partido nazi. Una de sus mayores ventajas sobre los políticos con quienes trató, fue su inmensa experiencia práctica, adquirida no en la cancillería ni en el Reichstag, sino en la calle, que es el nivel donde se gana las elecciones, el nivel en el cual todo político, para llevarse la mayoría de los votos, debe mostrar su efectividad. (Bullock, 1964, pp. 69-70) Hitler nunca se comprometió completamente con ninguna ideología, lo que claramente jugó en su favor. Esto le garantizaba no estar atado de manos con nadie, ni siquiera con quienes tenían ideas similares, como Hugenberg y sus nacionalistas. La combinación ideológica del NSDAP pudo atraer tanto a empresarios (quienes pagaban las campañas), que buscaban las ventajas comerciales del nacionalismo, como a las masas alemanas (quienes daban los votos), que buscaban seguridades sociales en tiempos de crisis económica. Así como influyeron la casualidad y el contexto económico-social para encumbrar a Hitler, también determinaron su historia personajes como Röhm, Göring y Goebbels, quienes dedicaron sus esfuerzos a beneficiar al partido y a su Führer. Por otra parte, gente como Hugenberg, Papen y Schleicher creyeron que Hitler era una persona fácilmente manipulable y lo menospreciaron, dedicándose a destruirse entre ellos sin saber que todo terminaba favoreciendo al que consideraban insignificante. Finalmente, la lección aprendida en 1923 le seguiría toda su vida, porque al apegarse a la ley y a la Constitución de Weimar se creó a sí mismo una fachada de legalidad y seriedad frente a políticos y electores. Llegar al poder de manera institucional y siendo invitado por el Gobierno fue la llave de su éxito y el pilar de su legitimidad ante el extranjero, lo que le dio oportunidad de maniobrar a su antojo en el interior del Estado. La parte racional de un hombre loco finalmente se dio cuenta de que “Las revoluciones efectivas, dadas las condiciones de vida modernas, se llevan a cabo con, y no contra, el poder del Estado” (Bullock, 1964). En eso consistió su genialidad. Bibliografía Bullock, A. (1964). Hitler: estudio de una tiranía, t. 1 (3ª ed.). España: Ediciones Grijalbo. Calic, E. (1972). Hitler sin Máscara. España: Plaza & Janés Editores. Davidson, E. (1981). Cómo surgió Adolfo Hitler: nacimiento y ascenso del nazismo. México: Fondo de Cultura Económica. Merker, P. (1944). La Caída de la República Alemana: el camino de Hitler al poder. México: El Libro Libre. Morales Anguiano, P. (2003). Adolfo Hitler. México: Grupo Editorial Tomo, S.A. de C.V. Roberts, A. (2005). Hitler y Churchill: los secretos del liderazgo. México: Taurus. Toland, J. (1977). Adolf Hitler, t. 1. España: Editorial Cosmos. 63