El aprendizaje humano Fernando Savater: El valor de educar. El aprendizaje humano es un fragmento del libro de Fernando Savater, El valor de educar, en el que da una visión personal del concepto “humano”. Por lo tanto, el texto se refiere al ser humano y, en concreto, a la necesidad de aprender a serlo. Nos situamos, así, ante un texto argumentativo por su intención, y humanístico por su sentido. Hay suficientes elementos formales y recursos expresivos para justificar esta consideración; empezaremos por comentar el contenido y continuaremos por la forma. La relación del contenido de este texto con uno humanístico está centrada en lo que supone el aprendizaje, para el ser humano. Esta temática va a tener una relación directa con un contenido abstracto, puesto que es el resultado de un razonamiento conceptual: busca una explicación sobre la idea de lo humano, desde la idea de otros pensadores, igualmente abstracta. Sobra decir que siendo un texto humanístico, la primera persona gramatical, sea singular o plural, va a indicar el punto de vista desde el que se redacta (nacemos humanos, concedemos, somos…). El tipo de lenguaje con que está constituido es especulativo, fruto de la expresión de reflexiones y opiniones –llegar a ser “humano”, probablemente, sea una importante verdad antropológica. A la hora de definir la forma de elocución vemos que es la suma de la exposición y la argumentación: expone una idea que, según el lector, puede ser novedosa o no, con lo que aporta información y, a su vez, quizá con más importancia, la presencia de opiniones de varios escritores, hace de éste un texto argumentativo. En el apartado del contenido, reconocemos la corrección y autenticidad del texto, al observar la coherencia con que está escrito. Para empezar, diremos que la estructura externa nos informa de que es un texto en prosa, organizado en dos párrafos enlazados mediante un marcador oracional, Desde luego, que nos permite saber que el planteamiento y definición del tema, que se presentan en el primer párrafo, se desarrolla y reafirma en el segundo. La progresión temática consiste en la sucesión de ideas que consolidan el tema, el significado de lo “humano”. El modo de desarrollo de los párrafos, lo trata mediante la definición, puesto que nos da una explicación de modo general de las características del concepto “humano”; pero, también, por medio de la ejemplificación, con las analogías que presenta para aclarar lo que los filósofos y escritores mencionados manifiestan. La estructura interna está organizada de forma especial, puesto que vemos, por una parte, los pensamientos de personalidades ajenas al autor de este texto – Graham Greene, Shakespeare, Píndaro- y, por otra, las reflexiones a que llega Savater, a partir de las anteriores, planteando si es un deber moral ser “humano”, o bien que el hecho de nacer no nos convierte en humanos y, por último, constata que es importante valorar el aprendizaje a lo largo de la vida de cada individuo, como mecanismo con el que alcanzar el objetivo: ser “humano”. Pero, tomando el texto en su totalidad, se ve una estructura deductiva o analizante, puesto que propone su tesis, acerca de la duda que conlleva el concepto “humano”, desde la primera línea y la va desarrollando, aportando, al final, una posibilidad para llegar a ello: el aprendizaje a lo largo de la vida. Savater emplea el argumento de autoridad, a partir de las citas que recoge de cada uno de los autores, es decir, reproduce literalmente lo que los escritores han dicho, cada uno en su tiempo. También hace uso del argumento de ejemplificación para aclarar puntos de vista (líneas 25 y 26). Su experiencia personal le lleva a un final abierto, con el que parece que vuelve al principio (líneas 7 a 10). Por último, en cuanto a las técnicas aplicadas, nos referiremos a que también incluye un argumento ligado a opiniones generalizadas, como el que relaciona al hombre con gorilas y chimpancés. Pasando al aspecto formal, es decir, a los elementos y recursos lingüísticos, que nos permiten valorar el texto como tal, gracias a lo bien cohesionado que se encuentra. En primer lugar, y en relación con el contenido, observamos que su consideración de texto humanístico, la vemos en el uso de vocablos con significados connotativos. El vocabulario evoca significados, que van a enriquecer la expresión y nos hace participar en la lectura, puesto que seremos nosotros los que seleccionaremos el que más interesa para el contexto (leche, ‘alimento líquido’; ‘primer alimento, necesario, para un mamífero, tras su nacimiento’. En el contexto, seleccionamos el valor de “necesidad” que el ser humano, tiene de apreciar la ternura). La mayor parte de los términos podrían ocupar páginas de otros tipos de textos, pero rodeados de fórmulas verbales en primera persona, nos la sitúa en un texto subjetivo: en este caso, Savater muestra sus ideas. Los nombres propios nos advierten, por otro lado, del amplio bagaje cultural con que cuenta el autor, al presentar las citas de las que parte para desarrollar su pensamiento. Puesto que nos encontramos con un texto de ideas, el autor maneja, mayoritariamente, sustantivos abstractos (compasión, expresión, empeño, verdad…); sin embargo, también aparece una terminología más concreta, específica de otras disciplinas (determinación genética). La adjetivación, en principio es valorativa y la mejor prueba es la recurrencia de “humano”, con el que según el contexto aparece como un elemento valorativo, pero, también, como clasificador (…intente ser humano…, Nacemos humanos, respectivamente); por lo tanto, vemos que el texto se enriquece con ambos tipos –recordemos que el texto además de argumentativo, era también expositivo y a cada una de las tipologías les corresponde la presencia de unos u otros. Las estructuras predicativas combinan verbos copulativos (ser humanos…, es curioso…, llega a ser…) con los predicativos, aunque estos tienen un significado de estado y expresión más que de acción (dice, cabe inferir, hay…). Los tiempos verbales se conjugan en un tiempo presente de indicativo, con un valor semántico de atemporalidad; también algún futuro y presentes en subjuntivo, con que claramente nos situamos ante un lenguaje especulativo, donde lo que expresa son ideas de siempre y que para siempre estarán en la conciencia del ser humano. Es frecuente encontrar oraciones impersonales, con las que el autor nos deja participar en una idea que puede ser la de todos (se refería, se emplea, habrá quien…). Asimismo, captamos el interés por explicar las ideas propias, cuando vemos el nexo es decir (… es decir, aquellas que han saboreado…), el uso de las aposiciones (Píndaro, el gran poeta griego,…). Si nos fijamos en todos los aspectos lingüísticos, que hemos repasado en el texto, podemos comprobar que nos llevan a comprobar que todo en él está cohesionado, tanto la morfología, como la sintaxis, el léxico y los signos de puntuación, nos los demuestran. Con el conector Desde luego… del que ya decíamos al principio, que inicia el segundo párrafo, aportando una cierta confianza y reafirmación entre lo que ha expresado en el primero y lo que va a decir después; con la Y… que nos advierte de la suma de información y con el Aunque…, para que veamos claramente que ideas que se oponen también pueden enriquecer nuestra visión de las ideas del autor; con ellos, decimos, podemos dar por concluido el comentario formal del texto. El género en que clasificamos el texto es el del ensayo personal, puesto que resulta claro que el autor plantea el tema con un tono conversacional, sin privarse de fórmulas estéticas como la enumeración o la antítesis que se reconocen, fácilmente en ambos párrafos: con la primera, muestra su pensamiento y ejemplos con un ritmo más rápido y, con la segunda, encontramos dos propuestas que contradiciéndose nos hacen pensar más y no ver solo un punto de vista; con ambas se le hace más fácil comentar más aspectos del tema, en menos espacio y con una sintaxis más sencilla.