LA MARCHA CAMPESINA UNA MARCHA HISTORICA Víctor Vacaflores Pereira y Hugo Moldíz Mercado* La marcha campesina y de colonizadores exigiendo la aprobación de una Ley INRA favorable a sus intereses, los antecedentes y sus posteriores consecuencias, deben ser ubicadas en un contexto, en un escenario de cambios que suceden en el país. EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN La política económica neoliberal está terminando de transformarse en un modelo capitalista que pone en entredicho la existencia misma de la nación: sobreexplotación intensiva de la mano de obra, incorporación de una lógica individualizante y concentración del poder político en un núcleo cada vez más pequeño de la burguesía. En definitiva, se trata de una política económica que está imponiendo una visión de la economía, la sociedad y del hombre que nada tiene que ver con la solidaridad, reciprocidad y equilibrio. Es una forma vertical de articular las relaciones sociales y una manera agresiva de destruir las utopías, los sueños y la esperanza. Por tanto, las políticas de ajuste estructural ampliadas y reforzadas, en Bolivia y toda América Latina, están convirtiendo a nuestros países, en una nueva forma de colonias en la víspera del siglo XXI. El proyecto neoliberal en nuestro país en su fase de transición, prácticamente está a punto de concluir. Todo empezó en 1985 con el 21060, que antes de ser un instrumento meramente económico, se convirtió en una herramienta que condensaba el propósito oligárquico de transitar de una economía y modelo societal proteccionista a un modelo facilitador de la penetración del capital trasnacional. Desde ese año, se ha seguido de manera religiosa los dictados de los organismos financieros internacionales, con tanto celo y sumisión, que han provocado efectos negativos a corto plazo y nada anticipa que las cosas vayan a cambiar en el mediano y largo plazo. Es más, a pesar de que con cinismo el BID, BM y FMI han recomendado a los dos últimos gobiernos bolivianos no descuidar la parte social, la pobreza y la desocupación, todo apunta a que el neoliberalismo camina sobre un barril de pólvora a punto de explosionar. Capitalización, Reforma Educativa, Participación Popular, destrucción de la Seguridad Social, Ley de Hidrocarburos, Código de Minería, Privatización, Ley INRA, etc. son parte del paquete de cambios que una oligarquía en recomposición viene ejecutando. Las clases hegemónicamente dominantes que antes gobernaban con intermediarios (llamada burguesía burocrática), hoy físicamente han comenzado a tomar las riendas de la ejecución de sus medidas en todas las esferas de su poder. Por eso, desde una óptica neoliberal, la transformación del conjunto de componentes que hacen a la sociedad boliviana, no podía exceptuar el tema tierra. La recomposición neoliberal vía Ley INRA no podía permitir que ésta este dislocada del conjunto de reformas, mas aún, era necesario complementarlas, para hacer del área rural, en especial de la parte oriental, un componente mas del mecanismo de libertad de fuerzas para dizque entrar en el mercado mundial. Liquidar la brecha entre la "Bolivia atrasada" y la "Bolivia moderna", según formulación del "Plan de Todos", exige liquidar las relaciones precapitalistas y no capitalistas vigentes en la mayor parte del área rural o, lo que es lo mismo, ampliar las relaciones de producción capitalista de las ciudades y las minas al campo. "Modernizar" el área rural implica, para los intelectuales del capitalismo, una subsunción real de la economía agraria respecto a las relaciones de producción capitalista predominantes en la formación económicasocial boliviana. Producto de este "orden programático", después de 11 años, el neoliberalismo se apresta a encarar el tema tierra, de cuya resolución depende la viabilidad o no del capitalismo. En esa dirección, la actual administración está tendiendo un cerco sobre el mundo campesino con reforma educativa, participación popular, etc. para luego asestar el golpe sobre la propiedad de las tierras. Con la Ley INRA, reforma a la Seguridad Social, Código de Minería y reformas judiciales, se estaría completando un período de transición del modelo, luego del cual --según el gobierno y sus aliados-vendría el despegue y crecimiento económico. Por lo demás, es importante tener en cuenta la modificación en la estructura de las exportaciones bolivianas después de la crisis de la minería mundial. La exportación de los "no tradicionales", entre los que destaca la soya, azúcar, algodón y madera, ha desplazado en los últimos cinco años al petróleo y gas a un distante tercer lugar y este año se ubicará en primer lugar, por encima de la minería nacional, repitiendo el éxito alcanzado en 1994. Esta claro, por tanto, que la ampliación de la frontera agrícola con destino al mercado externo pasa por convertir a la economía mercantil simple, de la que los campesinos son sus actores principales, en una economía capaz de atraer tecnología e inversión. Se trata de realizar el viejo sueño capitalista de convertir a los campesinos en proletarios rurales y de crear un poderoso ejército de reserva laboral para que los salarios sean bajos y las utilidades grandes. Por ello, lectura, reflexión y debate sobre la Ley INRA no puede escapar al espíritu, intencionalidad e interés de la oligarquía. Una lectura coherente de la nueva política de administración de tierras, debe hacérsela en este contexto. Sería de ingenuos pensar que Ley INRA sea liberadora y progresista y contradiga la política de incorporación de la economía y sus factores al proceso de transnacionalización. EL ESCENARIO RURAL El proyecto de mercantilización de las tierras -esencia del proyecto- se plantea en un sector que aporta con aproximadamente 16% al PIB y abarca a 40% de la PEA. Pobreza alarmante (rondando del 95 al 98%), en todos los rincones de la vida cotidiana campesina-originaria-indígena, incluso relaciones esclavistas de trabajo definen al sector. Lo universalmente conocido, es el atraso en infraestructura, servicios, índices preocupantes de migración, analfabetismo, morbi-mortalidad elevada y una exclusión secante. Prosperidad limitada y ambición por ampliar sus fronteras en el sector empresarial del oriente, es la otra cara de la moneda. El achicamiento del Estado no podía cerrar su agenda sin antes favorecer a empresarios que desde la década de 50 se enriquecieron a costa del Estado. Algo más, había que dar facilidades para que las inversiones directas o encubiertas de los transnacionales, terminen de convertir al sector agropecuario en un rubro definitivamente capitalista. Son 2 Bolivias, 2 intereses contrapuestos, 2 realidades que se niegan mutuamente, pero, un solo Estado, un solo poder, una sola política, una sola Ley: las clases dominantes. La actual economía campesina definitivamente es un obstáculo para los intereses oligárquicos, marcha en dirección contraria a la modernización, a la globalización y a la política económica neoliberal. En la primera prima, a pesar de la subsunción formal al capital, una lógica andina-amazónica de reciprocidad económica, política y cultural; en la segunda, se impone la lógica del intercambio lucrativo y utilitarista. Por ello, para el capital es preciso y urgente su transformación previo desmantelamiento de la lógica andina que es antieconómica, antihistórica y antimodelo. El proyecto es liquidar la base material-cultural de las relaciones de reciprocidad y complementariedad y sustituirla por la lógica individualizante del capital. Pero en este escenario está presente también un movimiento campesino originario (Colonizadores entre ellos) que desde hace dos años atrás, ha comenzado a erigirse con una fuerza y presencia política no conocida. Simplemente ocurre que ha tomado cause un protagonismo especialmente quechua, cuya singularidad es ver al país como un conjunto de problemas económicos, políticos, sociales, culturales que responden a intereses de clases, a visiones distintas, a opciones en pugna. En la línea de las luchas anticoloniales, el VI Congreso de la CSUTCB realizado en Cochabamba recupera en lo político la propuesta del Instrumento Político ya planteado en 1988 en Potosí, acierto del Movimiento Campesino de Bases (MCB) que también propuso en ese evento la Asamblea de Nacionalidades como espacio de reconstrucción de la identidad y forjación del poder comunitario, multinacional y socialista. El VI Congreso dejó claro también la distancia entre los originarios y el supuesto representante aymara Cárdenas, "impostor" y "felipillo moderno" según reza el voto resolutivo (VI Congreso Documentos y Resoluciones Pag. 36). Un Congreso extraordinario sobre Tierra-Territorio e Instrumento Político, realizado en Sta. Cruz en marzo de 1995, decide un hecho trascendental: construir un Instrumento Político para los campesinos, obreros, pobres y excluidos. Un acto de autoestima colectiva, un acontecimiento histórico de los campesinos que deciden anular los intermediarios para representarse a sí mismos. Este alcance histórico es pues, una avanzada ideológica comparable solo a la alcanzada por el sector minero. En la comprensión consciente de sus mejores cuadros y en la intuitiva de sus bases, está expresada una ruptura con los moldes dominantes y coloniales de acción. Por lo demás, adquiere particular importancia histórica la reafirmación de la existencia de pueblos y naciones originarias, que supera el concepto clasista de campesino, y la demanda de territorio, que trasciende la estrecha reivindicación del derecho a la tierra. Es decir, se reinicia, producto de la "memoria larga", la lucha por la recuperación del territorio como espacio ideológico y de organización económica, social y política, indispensable para el desarrollo de un poder no occidentalizable. La presencia campesina en el Congreso de la COB en Trinidad y en su continuidad en Cochabamba, ratifican este proceso cualitativo que vive el sector. No fue solo el peso de su documento político o la apertura de sus cuadros dirigenciales que discutieron de igual a igual con los dirigentes esclarecidos de otros sectores, sino, su decisión, su disciplina, su empuje, e incluso una presencia cualitativa (ASP) dentro el CE de la COB. Notoriamente, un nuevo y joven liderazgo campesino ha comenzado a proyectarse, con capacidad de interpelar a la sociedad, de exponer con claridad y coherencia sus demandas y sin la clásica sumisión colonial. Es un paso a terminar con la doble contradicción de dominación política del capitalismo colonial: la de clase y la de nación (es). Este movimiento campesino originario es quién decide, organiza y emprende una histórica marcha sobre la ciudad de La Paz. UNA GRAN JORNADA DE LUCHA La decisión de protagonizar una marcha hacia la sede de gobierno, fue una marcha histórica por el componente de los sujetos sociales presentes. Si bien la Marcha fue planificada entre la CSUTCB, CSCB y la CIDOB, no es menos cierto que la misma terminó de convertirse simple y llanamente en una marcha campesina y de colonizadores. Hablamos y hablaremos de campesinos en términos genéricos, en el entendido de que los mal llamados colonizadores, que no pueden colonizar su propio territorio, son pues quechuas y aymaras, campesinos y originarios ancestralmente dueños de estas tierras y territorio. Los indígenas de la amazonía que habían iniciado la marcha desde Sta. Cruz el 15 de agosto para atravesar conjuntamente sus hermanos de "la Unica" y la Confederación de Colonizadores más de 1.000 Kms., terminaron frenados en Samaipata, esperando pasivamente hasta el final del conflicto, hasta el momento en que sus dirigentes con "bombos y platillos" organizaran conjuntamente el gobierno un acto de entrega de la Ley INRA impuesta. Esto fue para ellos una "victoria", "su victoria". Lo que podía haber sido una marcha de los originarios: campesinos e indígenas, terminó siendo solo eso, una marcha de los campesinos quechuas y aymaras. Marcha histórica sin duda por las connotaciones políticas, organizativas, de complementariedad y de conciencia visto internamente; para el exterior, quedó evidenciado que existe una gran mayoría del país que es campesina, extremadamente pobre, excluida y marginada en su propio territorio. Esto fue por ello, una marcha campesina, así debe quedar en la memoria. Los indígenas terminaron sucumbiendo bajo los cantos de sirena del gobierno o negociando del lado opuesto de los campesinos. Los 30 mil campesinos marchistas que habían recorrido 200-300-700--900 Kms. para tomar La Paz, nos hicieron recuerdo que es ese el perfil más común de nuestras naciones originarias y que ese puede ser el camino en el futuro para ejercer en los hechos lo que históricamente se les niega. Mas allá de los sacrificios estoicos, la marcha campesina en el proceso cualitativo que vive, fue en nuestro criterio una excepcional jornada o cruzada de lucha. La gran marcha viene luego, por el Territorio, por un Estado propio multinacional; marcha donde los delegados por comunidad ya no serán necesarios, pues habrán de movilizarse pueblos enteros y tomar físicamente el país. Su significación y trascendencia no disminuye por ello. Llamada también "marcha del siglo". Seguro que se constituyó en el acontecimiento de masas más extraordinario de estos últimos 10 años de la historia reciente boliviana y la más extraordinaria movilización campesina de los últimos 50 años. Otros factores no cumplidos, hicieron que la marcha y presencia campesina en la ciudad de La Paz, no se convierta en un hecho histórico de significación mayor. Si bien no ocuparon tierras, como el 52, dieron un paso gigantesco al reconquistar una identidad afectada y distorsionada por el nacionalismo boliviano de los últimos 50 años, lo que es un arma de gran valía para seguir construyendo su poder desde las comunidades. PROPUESTA CONTRA PROPUESTA Es preciso que la verdad histórica prevalezca al manipuleo informativo y propagandístico de sectores interesados y a juicios de valor, pudiendo ser ellos muy respetables. La propuesta gubernamental (MNR, MBL, MRTKL, UCS) luego de la intervención del Consejo Nacional de Reforma Agraria (CNRA) y del Instituto Nacional de Colonización (INC) en 1992, fue plasmada en el proyecto INTI a principios de 1994. En réplica, la CSUTCB, en el mismo año, hizo conocer su proyecto denominado INKA. De estas dos propuestas, emerge como acuerdo, el llamado INRA consensuado del 15 de agosto de 1995. Este acuerdo burlado, da origen a nuevas movilizaciones y a un reencuentro gobierno-campesinos, de donde surge el INRA concertado, el 30 de mayo del 96. El gobierno movimientista, por segunda vez, falta a su palabra y modifica el proyecto INRA, de la misma forma que lo hizo con maestros, con la COB y con otros sectores: promete, amenaza, consensúa, reniega de los acuerdos y luego termina reprimiendo. Entonces ¿quién rompió el diálogo? ¿Quién faltó a su promesa? ¿Quién después de ofrecer vinos y festejar los acuerdos se burló de los campesinos?, ¿Quién montó un show publicitario para demostrar al pueblo que el gobierno se flexibiliza ante las demandas campesinas? Quién?. Evidentemente, el actual Estado que es anticampesino, el gobierno es anticampesino, lo son sus socios y los políticos del actual esquema. La dirigencia campesina y su equipo de apoyo, en todo momento respondió con solvencia técnica a todas y cada una de las propuestas del gobierno. En su fase final, desde la reunión del 28 de septiembre en todos los debates fue demostrando las incoherencias, las contradicciones, las afecciones y agresiones a los intereses de campesinos e indígenas. Como muy pocas veces, el debate y enfrentamiento técnico de parte del movimiento popular pudo ser sostenido sin doblegarse. Fue así, proyecto contra proyecto, propuesta contra propuesta. La marcha y las movilizaciones se desarrollaban, entonces, como un mecanismo de presión para evitar nuevas burlas. El gobierno sin embargo, se encargó de mentir todo el tiempo. Desprestigió la marcha, desprestigió a los dirigentes, sobornó a algunos, manipuló, presionó a sus militantes e hizo cuanto pudo para deslegitimizar las demandas campesinas. Una revisión sencilla del proyecto INTI de 1994 puede esclarecer cuáles eran los alcances de la propuesta del gobierno. Los tan mentados beneficios para los campesinos e indígenas se los encontrará como producto de las iniciativas, en su caso, como producto de la presión campesina. No existen reivindicaciones para los trabajadores del agro propuestas por el esquema gubernamental que no estén en la dirección del modelo. Es así que la incorporación de la mujer con los mismos derechos de administración de las tierras que los hombres, libera simplemente la fuerza de trabajo que requiere la dinámica de acumulación de capital en el agro. Los empresarios, que están obligados a pagar por las tierras (adjudicación) y no a dotarse, simplemente están garantizando la legalidad de sus propiedades e iniciando la lógica de que la tierra cuesta y debe pagarse por ella. La ley establece que los pequeños propietarios y las tierras tituladas colectivamente no pagarán impuestos, pero las modificaciones a las extensiones a la propiedad agrícola que serán hechas mediante reglamentación especial, y no vía ley como propuso la CSUTCB y CSCB, podrá convertir de la noche a la mañana esta pequeña propiedad en mediana, por lo que el pago de impuestos es cuestión de tiempo. La coyuntura no daba para imponer en el presente momento histórico, la tributación directa. Se han abierto sin embargo opciones que posibiliten hacerlo en el futuro. De parte de la dirigencia campesina, las respuestas a cada una de las ofensivas gubernamentales, fue respondida, es verdad, en el terreno, bajo la iniciativa del gobierno. Cierta buena fe condujo desde su inicio a creer que negociando puntos de vista contrapuestos podría evitar que se consume toda la intención del bloque dominante. En esa dirección debe leerse la propuesta de la CSUTCB y CSCB del 18 de septiembre y específicamente la propuesta de INRA del 2 de octubre del 96 presentado a la Cámara de Diputados. Vale decir, los campesinos elaboraron una contrapropuesta de Ley dentro las reglas de juego impuestas por el poder; en ella se puede apreciar una respuesta de transición -limitada es cierto- mientras se termine de elaborar la demanda de territorio para los originarios de la parte andina. La idea de modificar el sistema de administración de tierras, se fue convirtiendo en algo más que eso. El proyecto de modificación del Servicio Nacional de Reforma Agraria que tenía la finalidad de reformar la política de administración de las tierras (sólo eso!), se fue convirtiendo al paso de los meses, en una ley que hace ya innecesaria la famosa Ley de Tierras. Queda pendiente el Catastro Rural, que juntamente a la Estrategia para la Transformación Productiva del Agro y el Agropoder, constituyen la propuesta movimientista para el sector productivo rural. En su significación ideológica, los proyectos que estaban en pugna no eran de ninguna manera conciliables; se enfrentaron dos formas de ver la función de la tierra. Es más, en lo ideológico, la Ley INRA busca materializar el viejo sueño colonial de "bolivianizar" a los pueblos y naciones originarias y, por tanto, de sentar las bases de nuevas formas de sujeción y/o dominación. Por una parte, la clase dominante que entiende a la tierra solo como un factor productivo que requiere ponerla en condiciones para producir, generar excedente, sujeto de inversión, de capitalización y de tecnología, a bien de posibilitar niveles óptimos de maximización para la exportación. En esta dirección, el BID fue uno de los primeros en insistir y digitar para que el agro boliviano sufra transformaciones acorde a la globalización, proyecto que fue expresado, impulsado y ejecutado por vía de la Interventora Lavadens. Ese fue el vehículo e interlocutor. Evidentemente, existen otras posiciones ultrareaccionarias que no entienden la transición necesaria para el modelo - que insistían en que la pequeña propiedad y propiedades comunitarias también deben estar sujetas a la evaluación económica, que la propiedad agraria "puede ser adquirida y extinguida de acuerdo a los modos que para el efecto señala la Ley Civil: compraventa, usucapión, sucesión hereditaria, donación y otras" (J.L.Roca) La Razón 12/V/96. Estos con mirada mercantilista ven en la pequeña propiedad y las llamadas Tierras Comunitarias de Origen, un obstáculo y un impedimento, son a decirlo en otros términos tierras ociosas e inútiles. Para la visión campesina-originaria, la tierra es parte de ellos. Individuos y comunidad son parte de la tierra, de una unidad indisoluble. No es una mercancía, ni en la propiedad, ni en la función reproductiva. Su cosmovisión integra en una armonía la complementariedad, la solidaridad, el ayni, la minka, su religiosidad y la visión del hombre-comunidad ligada a la tierra como partes de un todo. La propia suficiencia alimentaria vista desde la óptica andina-amazónica está por ello, lejos de la lógica occidental que tanto daño ha causado con sus alimentos donados. La visión es social, colectiva y profunda y naturalmente anticapitalista. Entonces el afán, lucro y los excedentes para el mercado chocó por ello con la visión comunitaria. ELEMENTOS QUE HACEN A UNA VISION CRITICA Una revisión puntual de los aspectos sobresalientes, vistos críticamente desde quienes hemos tomado partido por los campesinos, podrían ayudarnos a enjuiciar con imparcialidad histórica y podrían arrojar elementos que nos ayuden en las futuras confrontaciones con las clases dominantes: 1 La consigna, bandera y síntesis de la marcha inicialmente campesina-indígena por la INRA consensuada (aunque era la concertada), se cualificó al proponer: "Tierraterritorio derechos políticos y desarrollo". Consigna, que gradualmente fue perdiendo su unidad, quedando al final , solo la lucha por la tierra. Acuerdos iniciales entre gobierno e indígenas, demagógicamente estipulaban la posibilidad de "estudiar" que los originarios-indígenas se representen a sí mismos, sin intermediarios, sin partidos, además de la creación de fondos financieros de apoyo al desarrollo de sus pueblos. En el proceso, la demanda de Desarrollo y Derechos Políticos fue desplazada hasta quedar finalmente en el olvido. La dirigencia campesina presionada y chantajeada permanentemente, no pudo sostener la consigna. Marchistas de lugares distintos y dirigentes manejaban indistintamente diversos nombres de la marcha, expresando de esta manera la falta de unidad en los objetivos a conseguir. Incluso al interior de la CSUTCB, no hubo unanimidad en el tema de los derechos políticos, pues con buena o mala intención, se bloqueó la demanda en virtud de que ella daba pié a la consolidación de la ASP. Por esta razón, no entra el tema, en la Plataforma de Demandas de los 17 puntos del 18 de septiembre. La propia Plataforma no pudo ser discutida en ningún momento con el gobierno. 2. La marcha, como parte de la movilización, terminó siendo insuficiente como elemento de presión. Cerca de 20 a 30 mil campesinos en la ciudad de La Paz pudieron en verdad convulsionar al país, ligado a movilizaciones en el interior, bloqueos de caminos y acciones más contundentes. En el futuro, si se tiene capacidad de cruzar el territorio con semejante cantidad de hombres, se tiene que contar con un plan de movilización general. 3. Por lo menos para los campesinos, se dejó al descubierto que la legalidad actual no tiene nada de democrática. El país fue militarizado, se imprimió una represión simulada y la abierta también, cuando las víctimas directas e indirectas de la represión alcanzan a siete. Los empresarios, ellos sí pudieron bloquear caminos, tomarse la Prefectura de Santa Cruz y el aeropuerto de Viru-Viru; ellos no subvertían el orden y no eran pacibles a procesos como Alejo Veliz y Evo Morales. Esta democracia es una suerte de dictadura cuyo rasgo distintivo dentro el capitalismo salvaje es su afán de legalidad, su discurso de legalidad, su rostro de legalidad. Por ello en el plano superestructural jurídico están empeñados en constitucionalizar todo, dejando para el pasado que el simple ímpetu de las fuerzas productoras arrasen con todo a su peso. 4. La imagen internacional del gobierno no sumó puntos. Al interior, cuánto el MNR no hubiese querido que se llegue a la firma de un acuerdo que lo potencie políticamente. Parte de la victoria campesina esta ahí, en una Ley INRA que fue impuesta, que será aplicada contra los sujetos más importantes del agro boliviano. 5. Infelizmente, la ausencia de los máximos dirigentes de la "Unica" en el primer tramo de la marcha (Sta. Cruz -Samaipata) fue decisiva para que el gobierno consume una ruptura entre ambas direcciones. Las indecisiones, incoherencias de la máxima dirección de la CSUTCB y CSCB ayudaron a que se pierda la vigilancia sobre un sector que simplemente no tiene la visión, experiencia y madurez política para leer epistemológicamente las intenciones gubernamentales. Una cosa decía el gobierno, otra se negociaba y otra era la que finalmente estaba dispuesto a imponer. De haber acompañado los ejecutivos de la dirigencia campesina disciplinadamente al CIDOB, otro hubiese sido el resultado. Este hecho sirvió para que la dirigencia indígena se autoafirme y se auto convenza de que estaban en una línea correcta y responsable. Algo más, la dirigencia de la CIDOB, está convencida que los quechuas y aymaras no sabían lo que querían, cuando en los hechos los indígenas del Oriente y la Amazonía terminaron fortaleciendo los mecanismos de dominación colonial. Definitivamente, no se hicieron los suficientes esfuerzos por coordinar con la CIDOB, evitar que el gobierno los aísle y separe. El triunfo gubernamental al respecto se consumó con los resultados ya conocidos. 6. La llegada precipitada y forzada el día 26 de septiembre a la ciudad de la Paz como tope máximo, bajo el pretexto de que en esos días se introduciría el proyecto INRA al Parlamento, la heterogeneidad y dispersión de los marchistas no le dieron el tiempo suficiente para madurar y homogeneizar los objetivos a conseguir. La marcha cocalera y la marcha indígena de 1990 precisamente tuvieron la virtud de resolver este problema. 7. Por la magnitud de la marcha, hubo un sin fin de limitaciones organizativas y logísticas. Al respecto, corresponde evaluar a los protagonistas para extraer enseñanzas para el futuro. El cerco sobre La Paz de Tupac Katari en dos oportunidades con cerca a 40 mil hombres muestra la complejidad que es alimentar a semejante cantidad de hombres y garantizar un mando militar cuyas instrucciones lleguen de manera rápida y precisa a sus ejecutores. 8. Siendo absolutamente justa y necesaria la marcha campesina, no logró legitimidad ante la sociedad boliviana como era de esperarse. Pudo más la desorientación y el bombardeo del gobierno que recurrió a los más bajos argumentos y maniobras para hacer aparecer a los marchistas como intransigentes e intolerantes. La ausencia de una política o estrategia de comunicación, explicación y persuasión ante la sociedad boliviana, no fue trabajada en ningún instante. Primó el voluntarismo y espontaneidad. Obviamente las limitaciones y el monopolio comunicacional de las clases dominantes jugaron bien su rol. 9. El proceso de las negociaciones estuvieron también marcadas por una dinámica precipitada. Toda la iniciativa chantajista del gobierno terminó imponiéndose. La dirigencia campesina no pudo marcar el ritmo en concordancia a la incorporación de otros sectores que estaban en conflicto con el gobierno o que se alistaban para entrar a la pelea. Acá, la propia COB habiendo aprobado en un ampliado ponerse a la cabeza de la lucha campesina, no encontró la fórmula para hacerla realidad. 10. La conducta de los dirigentes de la CIDOB que según dijeron "maduros" y "tolerantes" ya habían llegado a un acuerdo con el gobierno, cuando los campesinos aún no iniciaban las discusiones (29 de septiembre), esperaron misteriosamente hasta el final para firmar unilateralmente una ley INRA que es atentatorio a los aymaras y quechuas. En definitiva, la aceptación de las demandas indígenas, que no son tales, solo fueron posible gracias a la presión campesina. Entonces, así no se acepte esta dramática realidad, sus pocas conquistas fueron obra de los 30 mil marchistas campesinos. Se estableció también que los indígenas no hicieron nada en la ronda de negociaciones por respaldar ninguna demanda campesina. De oyentes y observadores, solo insistían en ¡firmar yá! un convenio. La penetración de las sectas en el universo indígena jugaron su papel, pues su falta de comprensión política terminó viabilizando el proyecto gubernamental. Sobornados o no, su actitud y su práctica fue y es desde todo punto de vista reprochable. 11. Quizá la ausencia de conducción política en todo el desarrollo de la marcha fue la deficiencia mayor. Una dirección política centralizada que defina con meridiana claridad los objetivos, sus tácticas, las políticas, los aliados, las contradicciones del momento, la organización interna, los enemigos principales y secundarios, la denuncia nacional e internacional, la conjugación de intereses diversos para golpear certeramente al enemigo, etc. etc. No hablamos de una conducción externa, sino desde el interior que era posible, pues existían materiales ideológicos y humanos suficientes para que sea posible. 12. La solidaridad de la población ratificó simplemente que puede contarse siempre con su pleno respaldo para futuras jornadas de lucha. Algo más, en sus niveles más empobrecidos, víctimas del modelo, se redescubrió la fuente de actores sociales que están en condiciones de incorporarse a una lucha de proyecciones vastas. La cultura excluyente e individualista es resistida con la paciencia de Lot, en espera del momento de provocar hazañas que requiere nuestro país. Llama la atención sin embargo, la ausencia de las ONG's especialistas dicen en el tema agrario, pues brillaron por su ausencia cuando más se los necesitaba. Queríamos escucharlos, necesitábamos el aporte de sus técnicos experimentados en décadas de trabajo "a favor de los campesinos". Siendo el tema tan fundamental como es el factor tierra, nadie mejor que algunos que trabajan sobre ella. Volveremos a reflexionar en otra ocasión sobre esta ausencia, quizá cuando los aludidos se atrevan a abrir la boca sin miedo a que su actual relación con la esfera gubernamental vía participación popular se los permita. 13. Pero lo trascendental es que el movimiento campesino ganó en experiencia, se ahondó la conciencia, se fortaleció la autoestima colectiva, se ratificó el protagonismo político de los campesinos-originarios en el actual espectro nacional. El cruce y relación de cerca a 30 mil campesinos de distintas latitudes se fusionó en una sola lucha, permitió identificar a sus enemigos comunes, percibir consciente o instintivamente la necesidad de construir su propio proyecto, su propio Estado. Esta asimilación se expresará seguro en los futuros enfrentamientos, fusionando la "memoria larga" con esta experiencia de "memoria corta". 14. La marcha y sus resultados también ha permitido que los pueblos y naciones originarias arriben, con diversas intensidades es verdad, a la conclusión de que el camino legal para la materialización de sus intereses estratégicos se está cerrando cada día, y que se requiere transformar la movilización social en una poderosa movilización política que trascienda el límite de la legalidad constitucional. La resistencia a la actual Ley INRA sancionada irónicamente por Víctor Hugo Cárdenas, requiere a decir verdad un plan que esté más allá de la amenaza de los dirigentes campesinos. Este es el primer desafío, seguido de la propuesta que ya se teje para pelear por el territorio y no precisamente por la eufemísticamente llamada "Tierras Comunitarias de Origen" (TCO). Victoria o derrota?, Son palabras que no pueden expresar la compleja acumulación de fuerzas sociales. Podría decirse que fue una victoria coyuntural del gobierno al haber aprobado una ley que querían y al haber subyugado a los indígenas que lo único que buscaban era legalizar jurídicamente sus TCO. Los campesinos marchistas aplicaron la máxima de que "las peleas se pierden o se ganan, pero se dan". Su paciencia histórica cargada de innumerables enseñanzas -como la precedente- , permitirán encontrar una salida para acabar su exclusión colonial. La Paz, 7 de noviembre de 1996 * Víctor Vacaflores Pereira, Strio. de Relaciones Internacionales de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, de Bolivia y Hugo Moldíz Mercado, periodista, oficiaron de asesores de la Confederación de Colonizadores de Bolivia (CSCB) y de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) en el proceso de negociaciones entre gobierno y campesinos sobre la Ley INRA.