EL INTERÉS PÚBLICO Y LAS MEDIDAS CAUTELARES DICTADAS CONTRA EL ESTADO NACIONAL A LA LUZ DE LA NUEVA LEY 26.854 Por Pablo Gallegos Fedriani La nueva ley de medidas cautelares exige -a los fines de otorgar la suspensión de los efectos de un acto estatal (artículo 13) o para el dictado de una medida positiva (artículo 14), como así también para el caso de una medida de no innovar (artículo 15)-, la no afectación del interés público. Tal requisito no se registra en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación sin perjuicio de que era considerado por la jurisprudencia de nuestros tribunales como algo para tener en consideración cuando, aplicando la citada legislación se dictaba una medida precautoria contra el Estado Nacional o sus entes descentralizados. La primera conclusión, que resulta obvia, es que la ley no ha hecho sino receptar la jurisprudencia vigente en los diversos tribunales. La primera pregunta que cabe hacer es ¿modificará el hecho de que esté inscripto en la ley un principio jurisprudencial el comportamiento de la judicatura al tiempo de dictar medidas cautelares contra el estado o la jurisprudencia continuará con su mismo derrotero al incorporarse normativamente algo que se presuponía jurisprudencialmente? Es así que oportunamente expresé, acerca del interés público: “La jurisprudencia ha sostenido, en reiterados pronunciamientos, que, para el otorgamiento de la tutela cautelar, resulta necesario resguardar el interés público comprometido en el acto administrativo sobre el que recae la medida. CASSAGNE afirma que este requisito, que no se funda en norma alguna, ha sido como una muleta procesal creada por los jueces para apoyar el rechazo de medidas cautelares y favorecer a la Administración. Si el derecho del particular resulta verosímil y se ha demostrado, llegado el caso, la configuración de una nulidad absoluta y manifiesta, no puede haber interés público que se oponga al restablecimiento efectivo y rápido de la legalidad administrativa. Se entiende que, en cualquier supuesto, aunque la jurisprudencia continuase aferrada a la exigencia de este requisito, su excepcionalidad se impone a la luz de razonables pautas interpretativas: a) la decisión sobre la apreciación de si la medida precautoria afecta o no el interés público corresponde al tribunal, y no a la Administración, en mérito a que esta no puede ser al mismo tiempo juez y parte; b) el interés público a ponderarse no es el del acto en sí mismo, sino el que se conculca con la medida suspensiva, debiendo tratarse -como se ha señalado- de un interés público específico y concreto que exija la ejecución inmediata del acto, la cual no puede fundarse en un interés público de tipo genérico; c) frente a una ilegalidad manifiesta, no se puede invocar el interés público para denegar la medida precautoria de suspensión de los efectos; d) el interés público no es siempre el interés que persigue la Administración sino el que representa el interés de la comunidad, y e) en la ponderación hay que hacer un balance entre el daño a la comunidad y el que se le ocasiona al demandante de la suspensión (Conf. Cassagne Juan Carlos “Las medidas cautelares en el contencioso administrativo”, LL diario del 28/3/01, pág. 1 a 5). En igual sentido, se ha dicho que en los litigios contra la Administración Pública o sus entidades descentralizadas, además de los presupuestos de las medidas de no innovar en general establecidos en el art. 230, CPCCN, se requiere, como punto específico, que la medida solicitada no afecte un interés público al que debe darse prevalencia, como es el ejercicio del control que tiene el Banco Central de la República Argentina sobre la actividad de las entidades financieras (Conf. CNCont.Adm.Fed., Sala V, 8/9/99, “Defensor del Pueblo de la Nación incid. med. c/E.N.-P.E.N.-decr. 210/99 s/proceso de conocimiento”).”(Ver, Gallegos Fedriani, Pablo Oscar “Las Medidas Cautelares contra la Administración Pública” 2ª Edición, actualizada. Editorial Abaco de Rodolfo Depalma, Edición 2006). Dicho esto, la pregunta que sigue es ¿Qué es el interés público? El interés público no es un concepto carente de contenido concreto; por el contrario, tal contenido debe ser reconocible y determinable, consistiendo en una cosa o un bien que es perceptible para cualquier componente de la sociedad. “Por ello, el interés público no puede ser algo abstracto, o como dijera Gordillo en una frase feliz, no puede entenderse como una estela de bienestar que se esparce insensiblemente entre el pueblo, como una noción mágica que implica todo lo bueno y mejor; ni tampoco el interés de un conjunto de habitantes tomados como masa, un bienestar general, omnipresente, una felicidad imprecisable” (Conf. Escola, Héctor Jorge, “El Interés público como fundamento del Derecho Administrativo”, Buenos Aires, Depalma, 1989). Por el contrario, el interés público tiene que aparecer siempre con un contenido concreto escindible, como algo definible. Si el interés público carece de contenido concreto deja de ser tal, transformándose en una mera apariencia, con la que muchas veces se busca justificar un exceso o una desviación en el ejercicio del poder. La simple invocación del interés público, como algo vago e inasible, no sirve para nada, es como una forma, dentro de la cual nada existe es una apariencia, cuando en verdad debe ser una realidad. Lo hasta aquí propuesto son interrogantes que deberán responder cada uno de aquellos que se sientan involucrados.