UNIVERSIDAD DE LA REPUBLICA FACULTAD DE PSICOLOGIA TALLER DE 2º CICLO Serie: FICHAS DE ESTUDIO Nº 3 INTEGRACION DE SABERES Prof. Adj. Psic. Alberto Servillo1 Vamos a continuar trabajando la temática de aprendizaje, reformulando la pregunta que habitualmente uno se hace acerca de este tema; en general uno se pregunta ¿qué es aprender? Pero esta pregunta es muy general y entonces vamos a reformularla ¿cómo se aprende? En este cómo se aprende nosotros vamos a intentar desarrollar cuáles son las condiciones concretas de producción del conocimiento. El ser humano se caracteriza particularmente por ser sujeto de conocimiento, es decir, sujeto cognoscente. Los seres humanos tenemos la capacidad potencial de conocer el mundo que nos rodea y de ir conociéndonos en ese acto. ¿Cómo es que el hombre puede llegar a conocer? El ser humano puede conocer cuando puede tomar conciencia de cuáles son sus posibilidades para aprender, es decir, que el cómo aprende parte de una tarea que es entender las capacidades inherentes que nos constituyen como sujetos humanos. Esa capacidad potencial que todos tenemos para poder aprender, esa toma de conciencia, no se da anticipadamente sino que es un proceso , se construye y se desarrolla en relación al vínculo con los otros y con la naturaleza que nos rodea. En ese proceso de intercambio el ser humano va develando, va descubriendo, cómo aprende. ¿Qué quiere decir entonces, ser consciente de las posibilidades de aprendizaje? Es poder reconocer la propia capacidad para aprender. Ser consciente de las posibilidades de aprendizaje, significa poder reconocer las capacidades para poder aprender. Entonces, aprender significa, por un lado, que hay algo que uno tiene que aprender, y al mismo tiempo significa poder reconocerse como sujeto de aprendizaje, como protagonista, es decir, como persona capacitada para aprender. Entonces, esto nos lleva al tema del poder, pero a un aspecto que no tiene que ver con la autoridad, sino al poder como posibilidad, qué es lo que puedo, de qué soy capaz. Desde la situación de posibilidad, toda persona puede reconocerse básicamente de dos maneras: como que puede o como que no puede. Es decir, el sujeto puede reconocerse como afirmando o negando sus propias posibilidades. Por ejemplo, cuando una persona, ya sea niño o adulto comienza un nuevo ciclo de aprendizaje, esta pregunta del poder surge con mucha fuerza. En los momentos de 1 Exposición del Encargado de Taller de Segundo Ciclo de la Facultad de Psicología Psic. Alberto Servillo -a partir de la compilación de clases sobre Aprendizaje dictadas por la Psic. Ana Pampliega y la Psic. Rosa Jaitin en la Escuela de Psicología Social Dr. Enrique Pichon-Rivière de Buenos Aires entre los años 1984 y 1987- realizada el 21/4/2002 en Taller de Segundo Ciclo. ingreso a la escuela, al liceo, a la Universidad, una de las preguntas que uno se formula es: ¿podré? Esta pregunta surge con mucha claridad frente a los nuevos contextos de aprendizaje. Si bien el miedo a no poder se reinscribe en cada apertura de un ciclo de trabajo, ya que uno se pregunta si va a poder lograr lo que se propone como meta en ese momento, la entrada a los nuevos contextos educacionales resultan aún más costosos, es decir, presentan aún más dudas. La persona que aprende, aprende siempre en relación con otro y es en la relación con ese otro donde uno va construyendo la imagen de posibilidad o imposibilidad. A medida que uno va aprendiendo con los otros, uno va ratificando o va rectificando lo que cada persona cree que puede. Es decir, las personas se reconocen como aptas o como no aptas para poder aprender desde la imagen que el otro le devuelve. El otro nos va ratificando o rectificando esa imagen de si puede o no puedo. A veces uno puede más de lo que creía, a veces uno puede menos de lo que cree. ¿Pero qué sucede en esta situación? Cuando uno se instala en la situación de aprendizaje, la búsqueda es siempre la de un reconocimiento positivo que toda persona busca cuando aprende, uno quiere poder. Y esto nos remite a una relación en el tema del poder, que es el tema del valer, ¿cuánto valgo? Cuando las personas aprenden se sienten valoradas y ese valor, cuando uno siente que está respondiendo a sus propias expectativas, a las expectativas de los demás, ese valor tiene un signo positivo. Por otra parte la desvalorización, el negar el propio valor le otorga a cada persona una imagen negativa de su propia capacidad. Entonces, ¿qué es lo valioso, qué es lo que vale? Todo esto depende de la escala de valores de cada uno; pero en todo caso el reconocimiento de las propias posibilidades deviene de la imagen que uno construye en la relación con otros y en la relación con el objeto de conocimiento. Por ejemplo, es muy común escuchar cuando un niño ingresa al liceo: “lo que pasa es que los chicos no saben nada al entrar a secundaria, porque la escuela no los prepara lo suficiente”. Esta definición implica entender a este sujeto, el niño de primer año, este joven, desde una imagen de discapacidad, como sujeto que no sabe, como si fuera una tabla rasa que tuviera que llenarse de lo que se consideran los verdaderos conocimientos, los del liceo, en este caso. Pero esta misma situación podemos pensarla en relación al ingreso a la universidad, y dentro de la facultad en relación a cada ciclo, y dentro de cada ciclo en relación a cada curso. Pero esta misma situación puede ser definida de otra manera, como la de un niño que terminó la escuela, como alguien que terminó un ciclo. Habría entonces, dos maneras de definir una misma situación: desde un lugar el sujeto no sabe; en la primera situación es el propio sistema educativo quien va determinando donde está lo valioso para saber y adaptarse a él. Esa sería una manera de entender la situación; la otra, sería entender a ese sujeto, a ese adolescente, como un sujeto con posibilidades y experiencias previas que en realidad van a tener que redefinirse en función de las nuevas exigencias de aprendizaje. Entonces, el poder como posibilidad, en esta situación, está definido de dos maneras, implicando un reconocimiento o desconocimiento del propio saber o del saber del otro. Habría muchos ejemplos en este sentido, cuando uno ve a un bebé puede decir: “mira ese bebé gatea o puede definirlo como que todavía no sabe caminar; son dos maneras de ver una misma conducta, una desde el reconocimiento de la posibilidad, del poder, y otra desde lo negativo, desde lo que aún no ha alcanzado. Entonces, en los dos ejemplos que tomamos, el valor se define desde un sujeto que tiene o no tiene lo que se considera un saber adecuado. Y cuando decimos tiene o no tiene estamos hablando de “tener”; es decir, hablamos del poder, del valer y ahora del tener. De ahí a “dime cuanto tienes y te diré cuanto vales” hay solo un paso. Y el tener nos conduce al núcleo del concepto de aprendizaje, porque tener significa ser propietario, poseer ese saber. La pregunta que surge es ¿cómo las personas se hacen dueñas del conocimiento? Entonces surge el tema de la apropiación; cómo algo que supuestamente no me es propio, no me pertenece, pasa a ser propio. Este planteo nos lleva a otras preguntas, ¿dónde está el saber?, ¿quién es el dueño del saber?, ¿dónde tenemos que buscar el saber? El saber está en los libros, está en los maestros, ¿dónde está?, ¿quién lo tiene? Y cuando uno se pregunta dónde está el saber, también surge la pregunta dónde está el saber verdadero. Generalmente el tema del saber es puesto en lo que se llama el saber legitimado, es decir, el saber que está aceptado socialmente como saber valioso, es decir que está instituido, en ese sentido, como saber y desde ese lugar, el saber es vendido como saber de otros. En general, los sujetos van a las instituciones educativas a aprender, a apropiarse de un saber que aparentemente es la institución la que lo posee, la que detenta ese saber. Entonces, desde esta concepción, uno va a comprar un saber que es un saber de otros; ese saber es un instrumento de poder. Si las personas que van a esas instituciones acceden a esos conocimientos como tales, son definidas como las personas que pueden aprender, y del mismo modo, la persona que no puede acceder a ese saber, es definida como la persona que no puede aprender. Desde nuestra concepción de aprendizaje, partimos de la premisa, que el saber está en cada uno y decimos que el saber es la interpretación particular que cada persona tiene o asigna a su propia existencia. Y este saber es lo que Pichon Rivière denomina “marco referencial”, es decir, la lectura particular que cada sujeto hace de su realidad: Esta noción se diferencia de la noción tradicional de saber. En general existen ciertas categorizaciones de la realidad; por ejemplo, hay ciertas concepciones de lo que está permitido, de lo que está prohibido, de lo que es valioso, de lo que es útil; qué conocimientos son útiles y cuales no, qué conocimientos son valiosos y qué conocimientos no sirven para nada. Y en este sentido la sociedad impone una definición de la realidad, en tanto define lo que es valioso, y eso es lo que realmente hay que aprender, esa es la realidad que hay que aprender. En este sentido impone una definición de la realidad que considera valiosa y es el sujeto el que debe apropiarse de esa concepción para poder integrarse así en la sociedad en la cual vive. Es lo que en algún sentido Ana Pampliega denominó “matrices de aprendizaje” reflexionando acerca de lo que Pichon Rivière decía de “aprender a aprender”, es decir, que hay modos de aprender a aprender, y ese modo de aprender a aprender tiene que ver con lo que la sociedad instaura como valioso, como verdadero, como legítimo, que tiene que ser aprendido. Instaura una visión de la realidad y nos va diciendo qué tenemos que aprender y cómo tenemos que aprender. Estos modelos o matrices de aprendizaje están determinados por la articulación de distintos factores sociales, relaciones sociales en general, desde las instituciones, desde la organización familiar, es decir, desde los distintos ámbitos en los que se desarrolla nuestra experiencia como sujetos del aprender. Esto nos lleva a diferenciar distintos tipos de saberes. El primer tipo de saber es el saber que nos sirve para el desempeño cotidiano. Todas las personas organizan la realidad de acuerdo a ciertos parámetros, como un reconocimiento colectivo, como maneras de codificar las relaciones que los hombres mantienen entre sí y con la naturaleza. Esto quiere decir que hay modos colectivos de pensar y de actuar (dominante colectivo) y que cada persona puede o no integrarse a esos grupos de los que emerge y en los que se siente identificado, se siente reconocido. Por ejemplo, el modo de hablar de cada sujeto funciona como una manera particular de pronunciar el mundo, varía de acuerdo a la clase social y a partir de ese modo de hablar podemos identificar la extracción social. Esto quiere decir que no es solo lo formal de la palabra, sino que hay un modo de hablar, de entender las enfermedades, de entender la salud; modos particulares de entender la vida. Este saber cotidiano nos precede, nos antecede como sujetos y nos vincula de manera específica a determinadas prácticas de interacción social. De acuerdo a estas prácticas y a los intercambios particulares que establecen los hombres entre sí y con el medio vamos leyendo los distintos modos de entender la realidad. De acuerdo a los niveles de inserción cada grupo legitima lo que debe saber, qué se debe saber para pertenecer a un grupo que funciona en determinado espacio y en determinado tiempo. El contexto histórico determina lo que se debe saber. Lo fundamental es entender que el saber puede tener distintos orígenes; hay distintos lugares desde donde uno puede saber, distintos sectores sociales que poseen distintos saberes. El problema central es saber cómo ese saber se hace propio, cómo uno accede a ese conocimiento, que puede ser descubrimiento de otro, y qué uso pueden hacer los sujetos de ese saber que poseen, qué utilidad se le da. En ese sentido, y si lo pensamos históricamente, el saber se ha ido desarrollando en función de la división del trabajo, desde donde los individuos se iban especializando, profundizando y accediendo a distintos sectores del saber. El conjunto de individuos que pertenecen a un grupo poseen un saber y ese saber los hace reconocerse como pertenecientes a un grupo que posee ese saber. Uno se reconoce, se identifica como perteneciente a un grupo y ese reconocimiento a uno le da identidad. Si para aprender uno tiene que renegar de su código, de su historia, de lo que es como sujeto, se mutila el saber cotidiano. Al negar la propia experiencia e intentar acoplarse al modelo prestado del otro, no sólo nos sometemos a este otro, sino que quedamos imposibilitados para desarrollar un sistema de pensamiento, progresivo, autónomo, y en ese sentido, no podemos acrecentar nuestra visión de la realidad. Entonces, ese saber relegado no puede ser conscientizado, no puede ser codificado, instrumentado, integrado. Aparece como un saber no legitimado, negado, no existe, no es saber. El saber del otro aparece como verdadero saber. En segundo lugar, distinguimos otro saber que ocupa un nivel diferente en relación al saber cotidiano, y es lo que llamamos saber popular. Son aquellos conocimientos que presentan cierto grado de sistematización y cuyos principios y reglas descansan en metódicos sistemas de indagación. Si bien este conocimiento surge como un modo de resolver las prácticas de intercambio de los hombres entre sí y con la naturaleza, estos modos de resolver las cosas concretas en relación con el medio, determinan conocimientos que aunque no sigan los principios de la ciencia oficial, poseen un grado de estructuración lógica. Esto se hace más evidente en ramas de la medicina donde hay un saber desde los curanderos, las comadronas, etc. Si pensamos en la teoría psicoanalítica de Freud, el descubrimiento del inconsciente tiene que ver con el conocimiento popular de los sueños como expresión de deseos. Pero este saber popular no estaba sistematizado como la teoría que hoy conocemos. No obstante era un saber que tenía leyes de funcionamiento. Hay un tercer tipo de saber que son los conocimientos trasmitidos a través del sistema educativo. El problema de las instituciones educativas es que trasmiten aquellos conocimientos que consideran e instituyen como válidos; definen la realidad de determinada manera y desde esta caracterización se produce un proceso de aculturación donde aparece algo como valioso y algo como no valioso. Por ejemplo, la aculturación de que son objeto las culturas indígenas, de las que no sabemos nada, como si no existieran, como si no tuvieran vigencia. Entonces, esto es importante porque se buscan sistemas de consenso que establecen que lo que se aprende en la escuela es lo valioso, lo verdadero. Esto produce serios trastornos de identidad en las personas que aprenden porque no se sienten reconocidos en esos conocimientos, no se sienten identificadas. Y estos mecanismos psíquicos son básicos para poder desarrollar un proceso de conocimiento. La integración de estos tres niveles de saber, el saber cotidiano, el saber popular y el saber instituido e institucionalizado es lo que organiza la visión del mundo, y lo importante de este planteo es la recuperación del propio saber. Poder reconocer el valor de los propios sentidos en el proceso de aprendizaje y la capacidad potencial de aprender de cada sujeto. Las personas aprenden cuando pueden tener una visión unitaria de sí mismas, cuando se pueden reconocer como sujetos históricos y totales. Desarrollar la capacidad de aprendizaje sería la posibilidad de transformar las condiciones del entorno y transformarse en ese proceso de conocimiento. -------------------------