01-1. Sumario IT-85

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Agua y medio ambiente
Los lagos en la Directiva Marco del Agua
Miguel Alonso García-Amilivia
DESCRIPTORES
LAGOS
ESPAÑA
DIRECTIVA MARCO DEL AGUA
Introducción
España cuenta con un patrimonio lacustre limitado en cantidad, pero extraordinario en cuanto a su variedad. La escasa
disponibilidad hídrica de gran parte del territorio impide la
existencia de grandes lagos, como los que se prodigan en
buena parte de países centroeuropeos, pero favorece la presencia de otros sumamente interesantes, los lagos esteparios,
conocidos generalmente como lagunas y humedales, que son
únicos o muy raros en la Unión Europea. Estos lagos han venido siendo objeto de una degradación y destrucción sistemáticas, aunque no siempre intencionadas, de forma que la
superficie total actualmente inundada supone tan solo el
40 % de la que existía hace un par de siglos, a la vez que se
han perdido elementos insignia tales como las lagunas de Antela, la Nava, la Janda y el lago de Ivars.
La Directiva Marco del Agua da paso en España al primer
instrumento normativo que incluye a los lagos y humedales
en el conjunto de masas de agua continentales que son objeto de protección, como tales, desde un punto de vista integral. Hasta la entrada en vigor de la mencionada directiva, estos sistemas acuáticos podían verse amparados por figuras de
protección variadas, dependientes de su interés natural –generalmente por la avifauna–, como es el caso de la mayor parte de los humedales de importancia internacional incluidos
en la lista del Convenio de Ramsar, o también por formar
parte de espacios catalogados como Reservas de la Biosfera,
Parques Nacionales, Reservas Integrales o Parques Naturales.
Los humedales, debido a su problemática particular, contaron
con el documento Wetlands Horizontal Guidance para la implantación de la Directiva Marco del Agua. En la actualidad
ya se dispone de la Instrucción de Planificación Hidrológica
aprobada por la Orden ARM/2656/2008, de 10 de septiembre, la cual constituye la base para la elaboración de los planes hidrológicos de cuenca, conforme a lo establecido en el
artículo 82 del Reglamento de Planificación Hidrológica,
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aprobado mediante RD 907/2007, de 6 de julio. Como es lógico, muchos de los contenidos de este artículo han tomado
como referencia la mencionada instrucción.
En la fase de análisis de las características de las diferentes
demarcaciones hidrográficas españolas, y siguiendo los conceptos recogidos en el anexo II de la Directiva Marco del
Agua, la categoría lago se ha asignado a todas aquellas masas de
agua de carácter lenítico cuya superficie supere 50 ha, con independencia de su profundidad, o también a aquellas con extensión mayor de 8 ha y con profundidad máxima superior a
3 m. Además, en esta categoría se incorporan elementos lacustres que, aun sin cumplir los mencionados criterios de tamaño, constituyen Zonas Protegidas (aquellas que tienen que
ver con la protección del hábitat o de las especies: Lugares de
Importancia Comunitaria, Zonas de Especial Protección para
las Aves y Zonas Especiales de Protección –Red Natura
2000–), y Zonas Húmedas (lista del Convenio Ramsar y las
incluidas en el Inventario Nacional de Zonas Húmedas, RD
435/2004, de 12 de marzo). Las masas de agua de tipo lacustre que se encuentran próximas a la costa y conectadas con el
mar no se han asimilado a la categoría lago, sino que, en función del grado de influencia marina y de la naturaleza de sus
comunidades biológicas, son consideradas aguas de transición
(elevada influencia de agua continental) o aguas costeras (predominancia del componente marino).
Tipos de lagos
La Directiva Marco del Agua establece unos criterios de valoración del estado ecológico basados en elementos de calidad
biológicos y también en elementos de calidad hidromorfológicos y fisicoquímicos, en la medida en que estos dos últimos
condicionan a los primeros. La aplicación de estos criterios requiere la subdivisión de la categoría lago en tipos homogéneos
que alberguen comunidades biológicas comparables. Los ti-
pos se establecieron de acuerdo con los sistemas A y B descritos en el anexo II de la Directiva Marco del Agua, que tienen
en consideración descriptores geográficos y geomorfológicos.
Los tipos de lagos se recogen en la tabla 1. Se han definido
treinta tipos, nueve de los cuales son de alta y media montaña,
seis se encuentran ligados a procesos cársticos, doce son lagunas y humedales en cuencas sedimentarias, y tres son litorales.
Lagos de alta montaña
La mayor parte de los lagos españoles de alta montaña (sesenta y nueve designados) son del tipo “alta montaña septentrional profundo, aguas ácidas”. Es decir, lagos situados por
encima de los 1.500 m de altitud, de origen glaciar, con
aportación epigénica y régimen permanente, profundidad
superior a 10 m y aguas poco mineralizadas (conductividad
eléctrica < 500 μS/cm y alcalinidad total < 0,2 meq/L). Estos lagos se asientan en materiales cristalinos y son muy
abundantes en los Pirineos, aunque también aparecen elementos notables en los Montes de León, y las sierras de Urbión y Gredos. Son lagos dimícticos, es decir, pasan por dos
periodos de estratificación térmica, uno invernal, cuando
permanecen helados, y otro estival. Suelen ser de aguas muy
transparentes y oligotróficas, en general bien oxigenadas en
su totalidad durante todo el año. Poseen comunidades planctónicas y bentónicas; estas últimas diferenciadas en bentos litoral y bentos profundo. El bentos litoral suele encontrarse
poco desarrollado por la naturaleza rocosa del sustrato.
Los lagos del tipo “alta montaña septentrional, poco profundo, aguas ácidas” se diferencian del tipo anterior en que la
profundidad es inferior a 10 m, lo cual permite que la comunidad bentónica litoral se generalice en toda la superficie
de la cubeta lacustre (las fanerógamas hidrófitas no progresan
a partir de la mencionada profundidad), mientras que por
otro lado no llegan a presentar una estratificación estival estable. Estos lagos, en número de 17, se distribuyen por los
macizos cristalinos de los Pirineos, los Montes de León y el
Sistema Central.
En sustrato calcáreo se encuentran los tipos “alta montaña septentrional profundo, aguas alcalinas” y “alta montaña
septentrional poco profundo, aguas alcalinas”, que son similares a los anteriores, aunque la alcalinidad de las aguas supera los 0,2 meq/L. Se han designado cinco masas del tipo profundo, tres en los Pirineos y dos en la Cordillera Cantábrica,
y otras cinco del tipo más somero en los Pirineos.
Dos complejos lagunares, el complejo lagunar de humedales temporales de la Sierra de Urbión (La Rioja) y el complejo lagunar de humedales temporales del macizo de Peñalara (Madrid), corresponden al tipo “alta montaña septentrional temporal”. Se trata de lagos poco profundos (< 3 m) que
pueden llegar a secarse en verano y poseen comunidades biológicas adaptadas a esta circunstancia.
En Sierra Nevada (Granada), se encuentra la laguna de la
Caldera, situada a más de 2.000 m de altitud, que es el único
lago del tipo “alta montaña meridional”. Sus características,
aparte de encontrarse a una latitud inferior, son muy similares a las del primer tipo.
Tabla 1
Tipos de lagos en España
Número
Denominación
1
Alta montaña septentrional, profundo, aguas ácidas
2
Alta montaña septentrional, profundo, aguas alcalinas
3
Alta montaña septentrional, poco profundo, aguas ácidas
4
Alta montaña septentrional, poco profundo, aguas alcalinas
5
Alta montaña septentrional, temporal
6
Media montaña, profundo, aguas ácidas
7
Media montaña, profundo, aguas alcalinas
8
Media montaña, poco profundo, aguas alcalinas
9
Alta montaña meridional
10
Cárstico, calcáreo, permanente, hipogénico
11
Cárstico, calcáreo, permanente, surgencia
12
Cárstico, calcáreo, permanente, cierre travertínico
13
Cárstico, calcáreo, temporal
14
Cárstico, evaporitas, hipogénico o mixto, grande
15
Cárstico, evaporitas, hipogénico o mixto, pequeño
16
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización baja, permanente
17
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización baja, temporal
18
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización media, permanente
19
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización media, temporal
20
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización alta o muy alta, permanente
21
Interior en cuenca de sedimentación, mineralización alta o muy alta, temporal
22
Interior en cuenca de sedimentación, hipersalino, permanente
23
Interior en cuenca de sedimentación, hipersalino, temporal
24
Interior en cuenca de sedimentación, de origen fluvial, tipo llanura de inundación,
mineralización baja o media
25
Interior en cuenca de sedimentación, de origen fluvial, tipo llanura de inundación,
mineralización alta o muy alta
26
Interior en cuenca de sedimentación, de origen fluvial, tipo meandro abandonado
27
Interior en cuenca de sedimentación, asociado a turberas alcalinas
28
Lagunas litorales sin influencia marina
29
Litoral en complejo dunar, permanente
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Litoral en complejo dunar, temporal
Fig. 1. Lago Negre de Cavallers (Lleida).
Lago tipo 1: alta montaña septentrional, profundo, aguas ácidas.
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Fig. 2. Lago de Montcortès (Lleida). Lago tipo 15: cárstico, evaporitas, hipogénico o mixto, pequeño.
Media montaña
El lago de Sanabria es el representante del tipo “media montaña, profundo, aguas ácidas”. Se trata del lago glaciar con
mayores dimensiones de nuestro país (369 ha), y el único
con características comparables a los grandes lagos centroeuropeos. Solo se estratifica en verano y posee aguas muy poco
mineralizadas y oligotróficas.
En la Cordillera Cantábrica, sobre sustrato calcáreo y a
poco más de 1.000 m de altitud, se encuentran los lagos Enol
y Ercina, ambos emblemáticos del Parque Nacional de Picos
de Europa. El primero corresponde al tipo “media montaña,
profundo, aguas alcalinas” y el segundo al tipo “media montaña, poco profundo, aguas alcalinas”. La alcalinidad de las
aguas de estos lagos es superior a 0,2 meq/L. Estos lagos pueden llegar a helarse en algunos inviernos, de forma que el
Enol, más profundo (25 m), es potencialmente dimíctico. El
lago Ercina es más eutrófico que el Enol.
Lagos cársticos
Son lagos formados por disolución de rocas, que pueden ser de
tipo calcáreo (carbonatos) o evaporítico (yesos). Se han definido seis tipos atendiendo a la composición de la roca carstificada, el régimen de aportación hídrica y el tamaño. Todos poseen una alcalinidad elevada debida al calcio y un rango muy
amplio de mineralización total (conductividad eléctrica entre
500 y 50.000 μS/cm). El tipo “cárstico, calcáreo, permanente,
hipogénico” corresponde a la clásica torca y es característico de
la serranía de Cuenca; se trata de lagos con profundidad relativamente elevada respecto a la superficie y con gran tenden32
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cia a la estratificación que en algunos, como la laguna Grande
de El Tobar, es permanente (meromixis). Los ojos o “ullales”
pertenecen al tipo “cárstico, calcáreo, permanente, surgencia”;
son en realidad limnocrenos que pueden alcanzar cierta extensión y dar lugar a cubetas lacustres, suelen presentar aguas muy
transparentes y siempre mezcladas. Los sistemas que se nutren
de aguas superficiales y subterráneas simultáneamente en materiales calcáreos como el rosario de lagunas de Ruidera han sido incluidos dentro del tipo “cárstico, calcáreo, permanente,
mixto”. El Clot d’Espolla es el único del tipo “cárstico calcáreo
temporal”; constituye un caso interesante de laguna intermitente que se inunda de forma súbita cuando el nivel freático
del acuífero de Banyoles asciende y rebosa. Para el lago de Banyoles, el segundo lago más importante de España, se ha creado el tipo “cárstico, evaporitas, hipogénico o mixto, grande”;
este lago tiene su origen en la disolución de yesos y calizas por
corrientes ascensionales de las aguas subterráneas procedentes
de la Alta Garrotxa. El tipo “cárstico, evaporitas, hipogénico o
mixto, pequeño” está formado por lagos de diferente entidad,
generalmente poco profundos, entre los que destacan el lago
Grande de Estanya, el lago de Montcortès y el lago de Arreo.
La elevada concentración de calcio de las aguas de los lagos
cársticos hace que éstas sean poco productivas, porque este catión secuestra el fósforo disuelto necesario para la producción
primaria. Por esto son más resistentes a la eutrofización que
otras masas de agua que no posean esta característica. Suelen
presentar densos cinturones de vegetación macrofítica (Phragmites, Cladium) y coberturas notables de macrófitas sumergidas, tanto fanerógamas como algas caráceas.
Fig. 3. Laguna Honda (Guadalajara). Lago tipo 16: interior en cuenca de sedimentación, mineralización baja, permanente.
Lagos interiores en cuenca
de sedimentación desconectados de la red fluvial
Estos lagos son los denominados comúnmente lagunas o humedales, se encuentran distribuidos principalmente por las
grandes cuencas terciario-cuaternarias españolas de los ríos
Duero, Tajo, Ebro, Guadiana y Guadalquivir, aunque algunos
pueden aparecer también en cuencas de menor entidad cuando se dan las condiciones adecuadas. El régimen de aportación
es generalmente mixto, es decir, hipogénico y epigénico. Los
tipos se clasifican por el grado de mineralización de sus aguas
y por el hidroperiodo. La combinación de estos dos parámetros va configurando un conjunto de humedales extraordinariamente diverso y difícil de sistematizar desde el punto de vista ecológico, ya que las comunidades biológicas van organizándose de acuerdo con las propiedades que van adquiriendo
las masas de agua, tanto en cada unidad discreta como en su
evolución temporal, respondiendo a cambios muy tenues que
se van produciendo de continuo. Las especies acuáticas presentan grados de tolerancia determinados frente a la mineralización del agua; las hay estenohalinas (propias de rangos concretos de mineralización) y eurihalinas (que resisten cambios),
estas últimas pueden irse adaptando a las variaciones mediante cambios fisiológicos apropiados (osmorreguladoras, osmoconformistas). Otras responden incluso a la composición iónica, como las denominadas talasohalinas, aquellas halófilas propias de aguas con proporciones iónicas del tipo marino, y las
atalasohalinas que se desarrollan en aguas con equilibrios iónicos muy diferentes a los del agua de mar (aguas sulfatadas, carbonatado-sódicas, etc.). El grado de persistencia de las aguas
impone restricciones muy importantes a los organismos acuáticos, los cuales presentan adaptaciones muy concretas, las más
significativas se encuentran entre las especies de los lagos temporales, las cuales resisten al periodo seco mediante formas de
resistencia (huevos durables, fases de diapausa), como es el caso de los crustáceos y las algas y macrófitas, o ajustando el ciclo metamorfótico al hidroperiodo y abandonando el lago
cuando se seca, como hacen los insectos. Pero en un mismo tipo de lago pueden coexistir varias comunidades, que permanecen encriptadas y se van manifestando a medida que se producen las condiciones propicias de mineralización e hidroperiodo; esto complica la tipificación, cuyo objetivo es, como ya
se ha comentado, el poder agrupar masas de agua con comunidades biológicas que sean comparables y posean un referente común que permita establecer el estado ecológico.
Entre los lagos de mineralización baja (conductividad
eléctrica < 500 μS/cm), se han designado dos de inundación
permanente y once temporales. Los permanentes poseen una
profundidad superior a 5 m y son la laguna Honda (Guadalajara), sobre depósitos cuaternarios, y las masas de agua menos mineralizada del complejo lagunar de Altube, formado en
las arcillas del diapiro de Murguía. Ambos poseen potentes
orlas de vegetación litoral y los fondos cubiertos por macrófitos. Los temporales son más someros (profundidad < 3 m) y
generalmente dispuestos sobre materiales detríticos poco solubles; dos se encuentran en el complejo de Puebla de Beleña
(cuenca del Tajo), siete en la cuenca del Guadiana (lagunas
Grande, Marciega, Chica, Llana, Burro, Carril y Junco) y dos
en la cuenca del Guadalquivir (lagunas Dulce y Santiago).
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Los lagos de mineralización media (conductividad eléctrica entre 500 y 3.000 μS/cm) y permanentes aparecen también
en el complejo lagunar de Altube, relacionados con fracciones
más salinas del diapiro, y la laguna del Taray en Cuenca. En
el mismo grupo de mineralización se han incluido nueve masas. En la cuenca del Duero, la de Boada, mantenida por las
aportaciones del Canal de Castilla y las lagunas más pequeñas
del complejo Villafáfila; en la del Guadiana, las lagunas de
Caracuel, Ontalafia y la Veguilla; en la del Guadalquivir, las
lagunas del Comisario, Los Tollos, Capacete y Hondilla.
Se consideran lagos de mineralización alta o muy alta
aquellos que presentan una acusada evolución salina y, a lo
largo de su hidroperiodo, sus aguas, generalmente atalasohalinas, registran conductividades entre 3.000 y 50.000 μS/cm.
Se han designado cinco con profundidad superior a 3 m que
son permanentes, cuatro en la cuenca del Guadalquivir (lagunas de Medina, Dulce de Zorrilla, Tíscar y Honda de Jaén)
y una en la del Guadiana (Grande de Villafranca). Las de profundidad inferior a 3 m son temporales, y son mayoría; las 27
designadas se distribuyen por las cuencas del Duero (las tres
grandes y las pequeñas más mineralizadas de Villafáfila), Ebro
(lagunas de Laguardia, Sariñena y Roces), Guadiana (Manjavacas, Sánchez Gómez, Nava Grande, Prado, Hito, Larga de
Villacañas, Longar, Retamar y La Vega) y Guadalquivir (Dulce, Zarracatín, Los Jarales, El Chinche, Camuñas, Cerero,
Conde, Salada de Cádiz, Hondilla y Salada de Zorrilla).
Las aguas de los lagos hipersalinos poseen siempre mineralización muy elevada (conductividad > 50.000 μS/cm) y
composición atalasohalina. Generalmente, aparecen sobre
depósitos margosoarcillosos y las comunidades biológicas,
tanto propiamente acuáticas como del entorno palustre, se
caracterizan por poseer especies exclusivamente halófilas. Solo se ha designado un lago permanente con profundidad su-
perior a 6 m, la laguna de Chiprana en la cuenca del Ebro,
uno de los ecosistemas lacustres con mayor valor natural y
científico de nuestro país. El resto de lagos salinos son temporales. Se han incluido en este grupo trece masas. En la
cuenca del Ebro se encuentran las lagunas de Gallocanta, La
Playa y la Salada de Alcañiz; las dos primeras muy interesantes y relativamente bien conservadas y la tercera afectada por
excedentes de riego; en la del Guadiana, las del Camino de
Villafranca, Yeguas, Hoya Grande de Corral Rubio, Alcahozo, Salada de Pétrola, Salicor y Tirez; en la del Guadalquivir,
las lagunas de Fuentedepiedra y la Salada de Málaga.
Lagos interiores en cuenca
de sedimentación, de origen fluvial
Su régimen de aportación es mixto con predominancia de la
componente epigénica a través de cursos fluviales. Dos tipos
corresponden a llanuras de inundación. Del primero se han
designado tres masas de agua de mineralización baja o media
(conductividad eléctrica < 3.000 μS/cm): las balsas de Betoño
y Arkaute en Álava y la laguna de Fuentes de Nava en Palencia, esta última constituye un resto del desecado Mar de Campos o laguna de la Nava, que se alimenta del Canal de Castilla. El segundo tipo posee aguas más mineralizadas (conductividad eléctrica entre 3.000 y 50.000 μS/cm) e incluye seis
lagos, dos en la Mancha (laguna del Taray de Ciudad Real y
las Tablas de Daimiel) y cuatro en la cuenca del Guadalquivir
(Marisma del Guadalquivir, Veta de la Palma, Arroyo Sajón y
la Plana de Inundación del Partido). Un tercer tipo está formado por meandros abandonados, que son realmente singulares en nuestro país al haber sido las llanuras aluviales de los
grandes ríos ocupadas prácticamente en su totalidad. Su mineralización no llega a ser muy elevada (conductividad eléctrica entre 500 y 3.000 μS/cm) y son permanentes. Este tipo
Fig. 4. Laguna de Barillos (Zamora). Lago tipo 21: interior en cuenca de sedimentación, mineralización alta o muy alta, temporal.
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comprende tres lagos: los galachos de Juslibol y de la Alfranca en el río Ebro y los meandros abandonados del río Fluvià.
Todas estas masas de agua poseen abundante vegetación palustre, particularmente helofítica.
Lagos interiores en cuenca
de sedimentación asociado a turberas alcalinas
Se trata de lagos hipogénicos y permanentes de profundidad
superior a 3 m y rango de mineralización muy elevado (conductividad eléctrica entre 3.000 y 50.000 μS/cm). El único de
estas características en España es la turbera del Padul en el Parque Natural de Sierra Nevada. Actualmente es el resto de una
masa de agua originada por la inundación de una fosa tectónica cuya vegetación palustre ha dado lugar a depósitos de turba.
Lagos litorales
Los que aquí se tratan se encuentran cercanos a la costa, pero carecen de influencia marina. Los más litorales tienen su
origen en la dinámica costera, pero su aportación es totalmente continental, al menos originalmente. La salinidad es
muy variable y la conductividad puede alcanzar 50.000
μS/cm, son de régimen permanente y profundidad superior
a 3 m. La mayor parte de ellos se encuentran en la depresión
valenciana y constituyen los restos de un gran complejo palustre que se extendía por las costas de Alicante, Valencia y
Castellón de la Plana. El rosario de nueve lagos litorales mediterráneos incluye las albuferas Honda y Nueva, la Albufera de Valencia, Els Bassars-Clot de Galvany, el lago y marjal
de Almenara, la laguna del Hondo, los marjales de la Safor,
Pego-Oliva y Els Moros, y el Prat de Cabanes-Torreblanca.
En la costa de Tarragona se encuentran los Erms de Casablanca o Vilacoto y, en Girona, los restos del lago de Castelló (lago de Vilaüt) en el Alt Empordà. En los complejos dunares, las aguas poseen menor mineralización (conductividad eléctrica menor de 3.000 μS/cm) y pueden llegar a ser
muy dulces por la naturaleza cuarcítica de las arenas, y distróficos (dificultad para reciclar el carbono y acumulación de
sustancias húmicas). Todos se distribuyen por el litoral atlántico. Ocho han sido designados como permanentes, seis en
el litoral onubense (lagunas del Portil, Santa Olalla, Las Madres, Primera de Palos, la Jara y la Mujer), y dos en Coruña
(laguna de Vixan y Lagoa Boderia). Seis, todas en Huelva,
son temporales (los complejos lagunares del Abalario, Dunas
móviles de Doñana, lagunas del Coto del Rey, lagunas peridunares de Doñana, Navazos y llanos de las Marismillas, y
Turberas de Ribatehilos).
Repercusiones de la actividad humana
en el estado de los lagos
La metodología empleada en el análisis IMPRESS permitió
una aproximación incompleta del riesgo de incumplimiento
de los objetivos medioambientales en los lagos. Éstos constituyen unidades discretas a las que solo se pueden asignar presiones e impactos cuando se conocen de forma muy específica.
Las presiones y sus impactos asociados más comunes en
los lagos españoles se describen a continuación:
Fig. 5. Laguna Salada de Chiprana (Zaragoza). Lago tipo 22:
interior en cuenca de sedimentación, hipersalino, permanente.
Fig. 6. Laguna del Camino de Villafranca (Ciudad Real).
Lago tipo 23: interior en cuenca de sedimentación, hipersalino, temporal.
Presiones e impactos relacionados
con la hidromorfología de los lagos
• Represamiento y/o interconexión de lagos alpinos, generalmente con objeto de su aprovechamiento hidroeléctrico.
Las fluctuaciones de nivel del lago inherentes a este tipo de
aprovechamientos empobrecen la comunidad litoral, y los
trasvases desequilibran las comunidades biológicas propias
de los lagos implicados.
• Desecación para aprovechamiento agrícola y/o urbano de
los territorios inundados mediante drenaje. Esta práctica
ha eliminado más del 60% de los humedales ibéricos no
salados, en particular los de mayor entidad, como la laguna de Antela, el Mar de Campos o laguna de la Nava, el lago de Ivars y la laguna de la Janda.
• Alteraciones morfométricas, encaminadas en ocasiones a
prolongar la fase de inundación en los lagos temporales, y
consiguiente desequilibrio de sus comunidades naturales. Esta presión puede ir ligada a prácticas ganaderas, a modificación del hábitat para aves o a actividades lúdico-recreativas.
• Utilización y modificación de los recursos hídricos necesarios para el mantenimiento de los lagos, fundamentalmente por usos agrícolas y por vertidos. Esta presión conlleva
una gran familia de impactos como la desecación total por
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sobreexplotación de acuíferos, lo que ha sucedido en la
cuenca alta del Guadiana (práctica desecación de las Tablas
de Daimiel); intrusión marina en lagos costeros; paso de
régimen temporal a permanente, con eliminación radical
de las comunidades propias de aguas estacionales, por excedentes de riego (caso de Sariñena y Salada de Alcañiz) o
vertidos urbanos (algunos lagos manchegos).
• Cambios de uso del suelo en el entorno lagunar. Por ejemplo, el gran desarrollo del cereal en el entorno de las lagunas de Villafáfila atrae multitud de gansos que, durante su
reposo nocturno en el vaso lagunar, esquilman las poblaciones de Scirpus litoralis, el macrófito emblemático de estas lagunas, prácticamente extinguido en lagos esteparios.
Presiones e impactos relacionados
con la calidad fisicoquímica del agua
• Regadíos y vertidos, cambios en la salinidad que alteran la
composición de las comunidades naturales y contaminación por agroquímicos y aguas residuales.
• Introducción de especies exóticas o inapropiadas para el tipo de lago donde esta práctica se lleva a cabo. Por ejemplo,
los peces como carpa y carpín, y el cangrejo americano, resultan muy perjudiciales para la vegetación acuática, por lo
que en los lagos donde se instalan se altera la calidad de las
aguas y el hábitat para las especies autóctonas.
• Aprovechamiento ganadero de los lagos (aporte de nutrientes, pisoteo).
• Usos recreativos, como es el caso de las zonas de baño del
lago de Sanabria.
Establecimiento del estado de los lagos
El estado de los lagos se establece a partir del estado ecológico y del estado químico. Para alcanzar el buen estado es preciso que tanto el ecológico como el químico sean buenos.
Para establecer el estado ecológico de un lago en particular es preciso conocer las condiciones de referencia, es decir,
aquellas que tendría otro lago de su mismo tipo en situación
inalterada o con alteración poco significativa. Como las condiciones de referencia derivan del ejercicio IMPRESS, y ya se
ha comentado que éste no había permitido conocer con detalle las presiones e impactos en buena parte de los lagos, es
preciso llevar a cabo acciones que completen este vacío de información. Es probable que, excepto en los lagos de alta y
media montaña, y en los cársticos, sea difícil encontrar condiciones de referencia, de forma que, en los tipos en los que
esto no sea posible, se establecerán métodos alternativos para establecerlas, tales como modelos predictivos, paleodatos
o juicio de expertos (anejo V de la DMA). El estado ecológico se obtiene mediante el cociente entre el valor obtenido y
el de referencia de las métricas aplicables a cada indicador.
Los límites entre cada clase de estado se establecen mediante
cálculos estadísticos sencillos, y el que separa el estado bueno y moderado debe pasar por el ejercicio de intercalibración
que se lleva a cabo a nivel europeo. En el caso de los lagos españoles, el mencionado ejercicio se ve dificultado por la falta de muchos de los tipos existentes en el resto de Europa.
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El estado ecológico de los lagos se basa en indicadores de
los elementos de calidad biológicos, hidromorfológicos y fisicoquímicos.
Indicadores de los elementos de calidad biológicos
• Fitoplancton. Son algas unicelulares aisladas o agrupadas
que viven suspendidas en la masa de agua y llevan a cabo
la fotosíntesis. Se utilizan tres indicadores, dos relacionados
con la biomasa (concentración de clorofila “a” y biovolumen) y otro con la presencia de un grupo que se considera
indeseable (porcentaje de cianobacterias) por su relación
con la eutrofia y su potencial tóxico. También pueden utilizarse métricas basadas en especies y comunidades indicadoras como el ITP (índice trófico planctónico) de Barbe,
el SLA y el de Catalán (Agencia Catalana del Agua). En
general, el fitoplancton es adecuado para la aplicación de
estas métricas en lagos de alta y media montaña, en los
cársticos y en todos aquellos que tengan una masa de aguas
libres de cierta importancia. En los lagos interiores en
cuenca de sedimentación, puede no existir un auténtico
plancton, de forma que lo que se obtiene en la muestra es
una mezcla de especies que pueden ser planctónicas con
otras bentónicas que se resuspenden. También es habitual
encontrar en estos lagos aguas con mucha materia inorgánica en suspensión (suspensiones coloidales de arcilla) que
no permite el desarrollo normal del fitoplancton.
• Flora acuática: macrófitos. Los macrófitos son plantas superiores (fanerógamas), algas macroscópicas (carofíceas y
algas filamentosas) y plantas de otros grupos como briófitos (musgos) y pteridofitos (helechos), ligadas al medio
acuático. Las fanerógamas se suelen agrupar en tres tipos
biológicos: helófitos, plantas que solo tienen permanentemente inundado el sistema radicular, como la espadaña;
anfífitos, plantas con una parte aérea y otra inundada, como los nenúfares; e hidrófitos, que son especies totalmente sumergidas. Los indicadores tienen que ver con el grado
de naturalidad de la comunidad biológica y el porcentaje de
cobertura de la vegetación característica. La naturalidad se
evalúa a través de la presencia de especies autóctonas versus exóticas, como la caña (Arundo donax), el jacinto de
agua (Eichornia) o la Azolla. Por otro lado, la vegetación
característica es aquella formada por comunidades (o isocies, asociaciones de especies) propias de ambientes determinados, que pueden hacerse corresponder con los tipos
de lagos definidos; esto es razonablemente posible de llevar
a cabo con las especies de macrófitos, ya que muchas de
ellas poseen una valencia ecológica restringida.
Los macrófitos son el elemento de calidad más importante
en los lagos. En ausencia de presiones, éstos alcanzan un
equilibrio con las características hidromorfológicas y los
nutrientes del agua hasta configurar la estructura más ventajosa posible para cada ecosistema lacustre en particular.
Compiten con el plancton por los nutrientes de una forma
muy eficaz, con lo que aclaran las aguas; además producen
oxígeno y diversifican el hábitat para la fauna. En España
se utilizan varias métricas. Para lagos de montaña y cársti-
cos, la Agencia Catalana del Agua ha diseñado dos índices:
el número de especies para los primeros, y el porcentaje de
perímetro ocupado por helófitos para los segundos; también, en lagos prealpinos centroeuropeos se utiliza el IM
(índice de macrófitos), que tiene en cuenta la diversidad y
el valor indicador de las especies. Para lagos interiores en
cuenca de sedimentación, se puede utilizar el Ivh (índice de
valoración de humedales), que también combina la diversidad con un índice florístico basado en la importancia de
las especies presentes (criterios de rareza y conservación).
• Fauna bentónica de invertebrados. Son invertebrados que
viven asociados a los macrófitos y al sustrato del vaso lagunar, generalmente crustáceos (ostrácodos, branquiópodos
y copépodos), insectos en estado larvario y adulto, hidrácaros, moluscos y anélidos. La fauna que completa todo su ciclo vital en el medio lacustre, como es el caso de los crustáceos, que son además los más diversificados habitualmente,
es la que mejor puede describir el estado del lago. El desarrollo de sistemas para la evaluación del estado ecológico a
través de este elemento de calidad cuenta en nuestro país con
el precedente de la Agencia Catalana del Agua, la cual establece como métrica para lagos someros el QUAELS, basado
en la riqueza taxonómica, en la diversidad y en el valor indicador de los taxones; en lagos de montaña y cársticos, solo
contempla el número de taxones de macroinvertebrados.
• Peces. La fauna autóctona de los lagos ibéricos no es muy
rica, lo cual explica que nuestros embalses se hayan colonizado prioritariamente por especies exóticas. En lagos
profundos solo aparecerían especies autóctonas en Sanabria y en algunos cársticos, ya que en los lagos de alta montaña, cuando hay peces, éstos son introducidos. En lagos
someros, los peces autóctonos se limitan a aquellos relacionados con sistemas fluviales o a algunos de los costeros del
litoral mediterráneo donde viven pequeños ciprinodóntidos endémicos. Para este elemento de calidad biológica en
los lagos no se han desarrollado muchos indicadores y métricas; de momento solo las que tienen que ver con la proporción de individuos de especies autóctonas.
Indicadores de los elementos de calidad fisicoquímica
En los lagos, los elementos de calidad fisicoquímica, particularmente las condiciones generales (transparencia, temperatura, oxigenación, salinidad, acidificación y nutrientes), pueden
tener un significado muy diferente a lo que es habitual en el
resto de las masas de agua continentales, debido a lo cual, la
definición de sus condiciones de referencia requiere un profundo conocimiento de sus características. Los tipos de montaña y cársticos siguen generalmente los criterios habituales
de que las aguas deben ser claras (oligotróficas) y bien oxigenadas, aunque en los segundos se encuentran excepciones
aparentemente paradójicas, como los lagos meromícticos, que
pueden presentar de forma natural anoxia hipolimnética permanente (El Tobar), o los que quedan totalmente anóxicos y
dan lugar a comunidades bacterianas quimiosintéticas y fotosintéticas interesantísimas (Cisó, en el complejo de Banyoles).
La casuística de los lagos interiores de cuencas sedimentarias es mucho más compleja. Respecto a la transparencia, existen lagos que requieren turbidez muy elevada y permanente
para el desarrollo de las comunidades argilófilas, que en algunos tipos serían de referencia (Villafáfila, por ejemplo), mientras que en otros la claridad de las aguas es necesaria para el
mantenimiento de la vegetación. La mineralización en estos
lagos (conductividad eléctrica) es complicada de establecer, ya
que en la mayor parte de los casos posee una variabilidad temporal muy elevada ligada al ciclo hídrico. Y por su parte, los
nutrientes no tienen, generalmente, el mismo significado que
en los tipos de aguas profundas, donde domina el plancton y
la eutrofia afecta a la calidad de las aguas, sino que son aprovechados por la vegetación macrofítica con muchas menos
connotaciones negativas para el ecosistema acuático.
La evaluación de la calidad de las aguas a través de los
contaminantes específicos debe seguir los criterios de la Instrucción de Planificación Hidrológica. En el caso de los no
sintéticos, no se alcanzaría el buen estado si algún contaminante superase en un 15% el valor de fondo estimado en más
del 50% de los muestreos. Los sintéticos no deben detectarse en más de un 15% de los muestreos.
I
Indicadores de los elementos
de calidad hidromorfológicos
• Régimen hidrológico. Este elemento de calidad es difícil de
medir, ya que en la mayor parte de los lagos las aportaciones son difusas y constituidas por una mezcla de aguas superficiales, o subsuperficiales, y subterráneas. Además, hay
que tener en cuenta que muchos de los temporales dependen directamente de la precipitación local, la cual no es fácilmente previsible. Los indicadores son el requerimiento
hídrico ambiental y la fluctuación de nivel, y deben mantenerse dentro de unos rangos que aseguren el mantenimiento de los elementos de calidad biológica en buen estado en cada lago en particular.
• Condiciones morfológicas. También son propias de cada
lago en su estado original y deben ser las adecuadas para
mantener el régimen hidrológico adecuado y las comunidades biológicas, particularmente la vegetación macrofítica.
Miguel Alonso García-Amilivia
Doctor en Biología
Jefe del departamento de Limnología
y Calidad de las Aguas de URS España S.L.
Bibliografía
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– Casado de Otaola, S., y Montes, C., Guía de los lagos y humedales de España,
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– European Comisión, Common Implementation Strategy for the Water Framework Directive (2000/60/EC). Guidance document n. 12. The role of wetlands in
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– Ministerio de Medio Ambiente. Confederación Hidrográfica del Ebro, Metodología para el establecimiento del Estado Ecológico según la Directiva Marco
del Agua, 2005.
I.T. N.º 85. 2009
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