Sistemas Avanzados de Monitorización y Gestión Energética

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Sistemas Avanzados de Monitorización y
Gestión Energética
REDUCCIÓN DE COSTES ENERGÉTICOS (III).
En las anteriores entregas, se describieron los procesos básicos para reducir el coste
energético, bien mediante medidas aplicadas solo a reducir el coste sin reducir el consumo
(medidas “primarias”), como mediante estrategias de ahorro de consumo y eficiencia
energética. Ya se apuntaba al inicio del mismo que en los procesos que se describieron faltaba
una etapa fundamental en el proceso y que es la que se describirá con detalle a continuación,
además de mostrar la forma de resolver todos los interrogantes a los que no era posible
responder al carecer de herramientas o sistemas de información.
Mejora continúa aplicada a la gestión energética.
El siguiente diagrama muestra cómo estructurar el proceso de ahorro, gestión energética y
reducción de costes energéticos de cualquier organización. Se trata de un proceso dividido en
3 etapas ordenadas secuencialmente que va aparejado al nivel de inversión necesario (no se
trata de un dogma, pero si de un proceso lógico) y con un punto de partida que representa la
situación de una instalación al inicio del proceso de gestión energética, independientemente
de las acciones orientadas al ahorro de costes realizadas hasta ese momento.
REDUCCIÓN DE COSTES ENERGETICOS
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La primera etapa ya descrita con anterioridad es una etapa con inversión nula o mínima en la
que se trata de optimizar las condiciones de contratación del suministro energético, eliminar
recargos en la factura o concienciar y formar al personal de la organización para aplicar buenas
prácticas en relación al ahorro energético. Es una etapa que si no se dispone de un perfil
técnico adecuado en la organización puede requerir el apoyo de un profesional externo
dedicado a la gestión energética que entienda muy bien todos los procesos de contratación de
los suministros e interprete perfectamente los conceptos reflejados en las facturas y contratos.
La segunda etapa es la etapa crucial de todo el proceso de mejora continua pues trata no solo
de las herramientas necesarias para identificar perfectamente cómo, cuando, donde, quién y
cuanto cuesta y cuanta energía consume cada sección, sistema o equipo de nuestra
instalación, sino que dota a cualquier instalación de un sistema que permitirá realizar el
análisis y seguimiento permanente del consumo a lo largo del tiempo, identificando y
anticipando cualquier desviación. Además reportará la información histórica necesaria no solo
para tomar las decisiones óptimas de inversión en eficiencia energética sino también evaluar la
eficacia de las medidas implantadas.
Esta segunda etapa, considera además un aspecto fundamental en el proceso, que es
optimizar las instalaciones existentes antes de tomar cualquier decisión de inversión. En
muchas ocasiones el consumo excesivo de una parte de la instalación no es consecuencia de la
antigüedad de la tecnología empleada sino de la discordancia entre la demanda a atender y las
prestaciones y/o modo de explotación/operación de los equipos y sistemas. Como
consecuencia, hay equipos que trabajan lejos de su punto óptimo de funcionamiento para
cada situación. Establecer el modo más idóneo de operar las instalaciones buscando el modo
más eficiente de funcionamiento en relación a la demanda a satisfacer será una tarea
importante a abordar antes de tomar la decisión de renovación/sustitución de los equipos.
Medir y analizar el comportamiento tras el ajuste de las condiciones de funcionamiento y
compararlo con el consumo anterior, permitirá reducir el consumo, mantener bajo control el
equipo o sistema y anticiparse a cualquier desviación.
La tercera etapa y última es la etapa en la que se abordan los proyectos de inversión para
mejorar la eficiencia energética de la instalación, ordenados por su volumen de inversión y
mejor relación coste-beneficio. Nuestra capacidad de inversión servirá para definir los límites
de los proyectos que se pueden llevar a cabo y la eficacia o mejor relación coste-beneficio
indicará a cuales darle prioridad frente a los demás dentro de la capacidad inversora. Gracias al
sistema de información implantado en la segunda etapa se dispondrá de datos e información
de funcionamiento real de las instalaciones que ayudará a definir la situación de partida y
comparar el resultado de las inversiones realizadas comparándolo con las previsiones. No
disponer de sistema de información supone asumir hipótesis y realizar comparaciones
estimadas.
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Una vez realizadas las inversiones (sino antes) es necesario repetir de nuevo el proceso desde
el principio pues los ahorros conducirán a reducciones en la demanda de energía y potencia y
por tanto se puede afirmar con total certeza que se podrán mejorar las condiciones de
contratación del suministro en cuestión. Las nuevas inversiones podrán modificar parte de las
buenas prácticas que se realizaban en la empresa y será necesario adaptarlas a la nueva
situación. Disponer de un sistema que registre de forma continua cómo es el perfil de consumo
de múltiples puntos de nuestra instalación y analizar cómo, porqué, cuando y cuanta energía
demanda en cada situación cada uno de ellos, nos permitirá establecer puntos de control o
vigilancia y corregir rápidamente desviaciones. Detectaremos además oportunidades de
inversión e ineficiencias que optimizaremos gracias a las herramientas de gestión energética y
los sistemas de control locales. Evaluaremos además el impacto real de las medidas adoptadas
y por último se realizarán nuevas inversiones priorizadas por los criterios antes descritos. Y
vuelta a empezar.
Habremos implantado un proceso de mejora continua en nuestras instalaciones que despejará
muchas de las incógnitas que existen tanto cuando una instalación se encuentra en el punto de
partida como aquellas en las que se han realizado acciones pero que no dispone de
herramientas de monitorización y gestión energética y técnica de las instalaciones, que
impiden verificar su efecto real y tener la instalación bajo control.
Para ilustrar el significado de lo que puede llegar a suponer implantar un sistema de gestión
energética, fabulamos la siguiente situación. Una empresa cualquiera que dispone de un
sistema de control de gestión realiza un análisis mensual de la evolución de sus pedidos de
productos. Detectan que existe un interés creciente y paulatino en la demanda de uno de ellos
con unos márgenes muy interesantes para la empresa. El sistema de información le ha
permitido detectar ese incremento progresivo, realizar día a día el seguimiento, y definir
estrategias de futuro para focalizar una parte importante de sus esfuerzos a optimizar sus
procesos y maximizar su productividad en esa área en crecimiento, reduciendo el esfuerzo en
las áreas en decrecimiento o de menor margen. Supongamos ahora la misma empresa que
carece de sistemas de información y todo se lleva a mano o está solo en la cabeza de los
diferentes responsables. En las diferentes reuniones (sin datos, solo opiniones o sensaciones)
cada responsable expone la situación y parece que puede existir esa tendencia pero no se sabe
cuantificar ni que evolución tiene, ni compararla con el pasado o con el resto de ventas de
productos,… Solo se sabe que a final de mes las ventas totales de la empresa parecen crecer
pero no se sabe porqué.
Esta situación final describe lo que sucede en cualquier empresa que hasta la fecha solo
dispone como referencia de su consumo la información de la factura de la compañía. Mes a
mes observan un consumo creciente. Preguntados los diferentes responsables de producción o
mantenimiento comienzan a especular sobre las posibles causas y en qué áreas se han
producido posibles incrementos. El mes siguiente sigue sucediendo lo mismo y las hipótesis
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anteriores no parecen confirmarse y se buscan otras causas. Por el contrario, las empresas que
disponen de un sistema de información relacionado con el consumo energético podrán
detectar en qué áreas/equipos/sistemas se están produciendo los incrementos de consumo,
cuánto cuestan, a qué productos o secciones afectan,… y podrán realizar el seguimiento de
forma instantánea pudiendo corregir de modo inmediato las causas de desviaciones de
consumo, reduciendo costes, y detectando y evaluando las áreas prioritarias de actuación de
eficiencia energética.
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