184 Ciro Nolberto Güechá Medina en tales circunstancias, se empezó a hablar de la facultad de la Administración para celebrar contratos privados como contratos administrativos; hecho que empieza a determinar un cambio en la concepción de la competencia para el conocimiento de los conflictos surgidos de unos y otros y que culmina con la asignación a la jurisdicción de lo contencioso administrativo de las controversias nacidas de los contratos administrativos37; dando muestra, de la formación de un control de legalidad especial frente a los contratos del Estado. Así las cosas, es la noción de cláusula exorbitante (cláusula de caducidad)38, la que influye enormemente en el origen del contrato administrativo y de una u otra forma, del control de legalidad dentro de nuestro ordenamiento jurídico; ya que este criterio, como una muestra del principio de subordinación de la Administración a la ley (principio de legalidad), determina la existencia de contratos administrativos, pero también de contratos privados de la Administración, en la medida en que su no inclusión dentro del texto del mismo, determinaba la naturaleza del contrato; surgiendo entonces, la idea de dos clases de contratos de la Administración: los contratos Administrativos y los contratos de derecho privado de la Administración39. 37 38 39 proceso. La facultad que le ha reconocido la legislación a la administración pública desde hace mucho tiempo de poner fin unilateralmente al contrato, principalmente por incumplimiento del contratista (résiliation en el derecho francés), se ha convertido en un instrumento de traslado de competencias. Rodríguez Rodríguez, Libardo. Derecho administrativo general y colombiano, decimotercera edición, ob. cit., p. 356, refiere que la polémica en cuanto al conocimiento de los conflictos derivados de los contratos administrativos, se define con la expedición del decreto 528 de 1964, que en los artículos 30 y 32 atribuyó la competencia a la jurisdicción contencioso administrativa, el conocimiento de los asuntos derivados de los contratos administrativos. Pero la argumentación en el sentido que la polémica fue resuelta con esta norma, no es del todo cierta, porque los contratos de derecho privado que celebraba la Administración, los seguía conociendo la jurisdicción ordinaria. Villar Palasí, José Luís. Principios de derecho administrativo, tomo iii, Universidad Complutense, Madrid, España, 1983, p. 24, al referirse a las cláusulas exorbitantes, remonta sus orígenes a los denominados derechos exorbitantes que le asistían al príncipe, en los siglos xii a xvii; que en otra lectura, no eran más que potestades del gobernante en ejercicio de su poder soberano y que determinan las prerrogativas propias de la Administración como las llama Péquinog en su libro Des Contrats Administratif. Dualidad de contratos que celebraba la Administración y que algunos autores identifican con la existencia de dos jurisdicciones para el conocimiento de los conflictos surgidos de los mismos; así lo plantea el profesor Jaime Vidal Perdomo, en su ob. cit., p. 200, cuando dice: En primer término influye la existencia de dos jurisdicciones, la ordinaria (jueces civiles, penales, laborales) y la administrativa (Consejo de Estado y tribunales administrativos). Puede afirmarse que la dualidad de jurisdicciones conduce a la dualidad de contratos de la Administración, argumentación que debemos recibir con alguna reserva, porque si bien es cierto, la existencia de una jurisdicción administrativa que influye en la formación del contrato administrativo, no