A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 26 de Febrero de
2013,
habiéndose
dispuesto
en
el
establecido,
Acuerdo
2078,
de
conformidad
que
deberá
con
observarse
lo
el
siguiente orden de votación: doctores Genoud, Negri, Kogan,
Hitters, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte
de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia
definitiva
Víctor
en
Raúl
la
causa
contra
L.
Montajes
109.981,
Rudi
de
"Titizano
Vidaurre,
Leonardo
Hantabal.
Despido arbitrario, etc.".
A N T E C E D E N T E S
El Tribunal del Trabajo n° 3 del Departamento
Judicial
Quilmes
hizo
lugar
parcialmente
a
la
demanda
promovida, imponiendo las costas del modo que especificó
(fs. 480/493).
La parte actora dedujo recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley (fs. 503/506), el que fue concedido
por el citado tribunal a fs. 507/508.
Dictada
la
providencia
de
autos
(fs.
519)
y
hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la
Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I Ó N
de
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Genoud dijo:
I. El tribunal del trabajo rechazó en todas sus
partes
la
Vidaurre
pretensión
contra
deducida
por
Rodolfo
Hantabal
Juan
Víctor
y
Raúl
Titizano
"Roura
Cevasa
S.A.", mediante la cual les había reclamado el pago de
haberes adeudados, salarios por vacaciones, sueldos anuales
complementarios e indemnizaciones por despido injustificado
y sustitutiva del preaviso, así como las previstas en los
arts. 9 y 15 de la ley 24.013; 2 de la ley 25.323; 16 de la
ley 25.561 y 132 bis de la Ley de Contrato de Trabajo.
En cambio, acogió parcialmente la acción dirigida
contra
Leonardo
Ariel
Hantabal,
en
cuanto
le
había
requerido la cancelación de los salarios correspondientes a
los meses de octubre y noviembre de 2003, el sueldo anual
complementario,
la
indemnización
por
las
vacaciones
no
gozadas del mismo año y la asignación dineraria contemplada
en el decreto 905/2003, desestimándola respecto de dicho
codemandado
por
los
restantes
rubros
mencionados
en
el
párrafo anterior.
1. En lo que concierne a los coaccionados Juan
Rodolfo Hantabal y "Roura Cevasa S.A.", el a quo desestimó
la demanda en el entendimiento de que el actor -sobre quien
recaía la carga de hacerlo- no logró acreditar la relación
laboral invocada en el escrito de inicio.
Destacó que no resultaba suficiente, clara, ni
convincente la escasa prueba aportada al efecto, siendo
irrelevantes
rebeldía
tanto
por
la
parte
absolución
de
de
de
dos
las
posiciones
los
en
coaccionados
(materializada -destacó- mediante un pliego común a las
tres demandadas, cuyas posiciones no se referían, en su
mayoría,
a
declaración
hechos
del
personales
único
testigo
de
éstas),
que
declaró
cuanto
en
la
la
causa
(quien se mostró impreciso en sus dichos, manifestando una
evidente intención de favorecer al accionante; vered., fs.
474). Añadió el sentenciante que no era aplicable al caso
la norma del art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo, ya
que
las
causas
demostraron
que
"lo
motivaron
los
contrario",
servicios
dejando
de
sin
Titizano
efecto
la
presunción allí establecida (vered., fs. 476).
Por
denunció
otra
el
actor
parte,
y
en
escrito
el
contrariamente
inicial,
a
lo
tampoco
que
se
acreditó -a juicio del tribunal- que el accionante hubiese
sido contratado por Juan Rodolfo y/o Leonardo Hantabal para
proporcionarlo
demostrado
la
fraudulenta
en
a
"Roura
Cevasa
configuración
los
términos
S.A.",
de
del
art.
una
29
no
habiéndose
interposición
de
la
Ley
de
Contrato de Trabajo (vered., fs. 474).
Finalmente, consideró el a quo que no resultaba
viable
condenar
solidariamente
a
la
coaccionada
"Roura
Cevasa S.A." por aplicación del art. 30 del citado cuerpo
legal,
toda
accionante
vez
que
en
el
extemporáneamente,
al
ello
no
fue
solicitado
escrito
de
contestar
el
por
demanda
el
sino,
segundo
traslado
previsto en el art. 29 de la ley 11.653, etapa procesal que
no era oportuna para ampliar el objeto de la pretensión
(sent., fs. 487 vta.).
2. Sentado ello, consideró probada el juzgador
-en conclusión firme- la relación laboral entre el actor y
el coaccionado Leonardo Hantabal.
Empero,
consideró
que
el
actor
tampoco
pudo
demostrar las modalidades de la prestación que denunció en
la demanda.
Precisó
denunciada
que
(oficial
no
se
acreditó
especializado),
ni
la
que
categoría
la
relación
debiese haber sido encuadrada en el ámbito del Convenio
Colectivo de Trabajo 260/75 de la Unión Obrera Metalúrgica.
Por
el
contrario,
codemandado
respectivo
se
como
teniendo
encontraba
en
cuenta
inscripto
empleador
de
la
que
en
el
el
industria
citado
registro
de
la
construcción, y que el actor desempeñaba sus tareas en las
obras
donde
aquél
realizaba
montaje
de
estructuras,
concluyó -con sustento en el art. 1 inc. "a" de la ley
22.250- que correspondía encuadrar el vínculo en el ámbito
del Convenio Colectivo de Trabajo 76/75 de la Unión Obrera
de la Construcción, determinando que el trabajador se había
desempeñado en la categoría de medio oficial (vered., fs.
477 y sent., fs. 485 y vta.).
En lo concerniente al salario, resolvió el a quo
que debía descartarse el denunciado en el escrito de inicio
($ 1.500 mensuales, importe negado por el empleador, quien
refirió en su réplica que el actor percibía $ 366,87), no
pudiendo computarse a favor de éste la inversión de la
carga de la prueba prevista en el art. 39 de la ley 11.653,
habida cuenta que el coaccionado Leonardo Hantabal no fue
oportunamente
registros
intimado
laborales,
para
que
incumbiendo
exhibiera
por
tanto
los
libros
al
actor
y
la
demostración del salario alegado, sin que hubiese producido
prueba
alguna
tendiente
a
acreditar
semejante
aserto.
Luego, concluyó que correspondía determinar la cuantía de
la remuneración con arreglo a las escalas previstas en el
convenio colectivo que declaró aplicable al caso: $ 9,28
por día para el mes de agosto de 2003; $ 1,63 por hora para
el mes de septiembre de 2003; $ 1,79 por hora para el mes
de
octubre
de
2003
y
$
1,95
por
hora
para
el
mes
de
noviembre de 2003 (vered., fs. 476/478; sent., fs. 486).
3. Finalmente, el tribunal de origen consideró no
demostrados la autenticidad, el envío ni la recepción de
los telegramas presuntamente remitidos por el actor a los
demandados. Puntualizó que aquél no produjo prueba alguna
tendiente a la acreditación de dichos hechos, al punto tal
que no diligenció el oficio al correo que había ofrecido en
la demanda. Destacó, asimismo, que si bien sí se acreditó
la autenticidad y recepción de los telegramas remitidos por
el
coaccionado
Leonardo
Hantabal,
no
cabía
efectuar
"deducciones" del texto de dichas comunicaciones, desde que
no corresponde a los jueces "adivinar" el contenido de los
despachos telegráficos remitidos por el actor, pues de lo
contrario, se estaría violando la garantía de defensa en
juicio de la contraparte, al valorar extremos negados que
no resultaron acreditados en el caso (vered., fs. 478 y
vta.).
II. Contra dicha resolución, la actora interpuso
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, en el que
denuncia absurdo y violación de los arts. 14, 23, 29 y 30
de la Ley de Contrato de Trabajo; 12, 34, 35, 39 y 40 de la
ley
11.653
y
de
la
doctrina
legal
que
identifica
(fs.
503/506).
Plantea los siguientes agravios:
1. En primer lugar, cuestiona la conclusión del
tribunal relativa a que no correspondía aplicar al caso el
art.
39
de
la
ley
11.653
para
determinar
el
salario
percibido por el actor.
Señala
precepto
legal
que,
citado,
al
el
desestimar
tribunal
la
aplicación
vulneró
la
del
doctrina
legal establecida por esta Suprema Corte en la causa L.
89.910, "Calvigioni" (sent. del 9-IV-2008), en cuanto se
resolvió que, cuando lo que se discute en el litigio es el
monto y cobro de las remuneraciones, cabe la aplicación al
tópico de lo normado en el art. 39 -segunda parte- de la
ley 11.653, que lisa y llanamente adjudica al empleador la
carga de la prueba contraria a la reclamación.
Máxime
cuando
-añade-
el
codemandado
Leonardo
Hantabal fue declarado rebelde durante la sustanciación del
proceso, absolvió en rebeldía las posiciones y no presentó
registración laboral alguna, ni ofreció puntos de pericia
contable.
2.
También
critica
la
sentencia
de
grado
en
cuanto liberó de responsabilidad a los codemandados "Roura
Cevasa S.A." y Juan Hantabal.
En lo que respecta a la primera, dice que mal
pudo el a quo desvincularla en su carácter de "contratante
fraudulenta", invocando en sustento del agravio lo resuelto
por este Tribunal en el precedente L. 52.868 (sent. del 12IV-1994), en cuanto se señaló allí que "quien pretende la
condena
solidaria
de
la
empresa
contratista
de
los
servicios de la empleadora, debe invocar y demostrar en el
caso
la
configuración
de
los
presupuestos
a
que
se
subordina la aplicación del art. 30 de la Ley de Contrato
de
Trabajo".
Agrega
-con
cita
de
la
doctrina
legal
establecida en la causa L. 66.847 (sent. del 4-IV-1997)que "el acto fraudulento al que alude el art. 14 de la Ley
de Contrato de Trabajo no requiere para su concreción la
concurrencia de la voluntad viciada del trabajador", sino
que se trata, objetivamente, "del intento fraudulento de
eludir las normas imperativas del orden público laboral".
Desde otro ángulo, señala que el fallo atacado
viola "grosera absurda y arbitrariamente" la doctrina legal
vinculada al art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo
(conf. causas L. 89.910; Ac. 30.749; L. 66.867).
3. En lo que respecta a las misivas remitidas por
el
actor,
restarle
reputa
entidad
absurda
la
probatoria,
decisión
toda
del
vez
que
juzgador
el
de
telegrama
cursado el día 10-XI-2003 obra acompañado en original a las
presentes
actuaciones,
funcionario
del
correo
con
firma
oficial,
lo
certificada
que
da
fe
del
de
su
imposición por la oficina de correos y de su autenticidad.
Máxime cuando el coaccionado Leonardo Hantabal respondió
los
telegramas
cursados
por
el
actor,
lo
que
implica
reconocer que las había recibido. Sobre esa base, considera
que
deben
considerarse
auténticas
y
recibidas
las
cartulares enviadas por el actor.
Asimismo, denuncia absurdo en "la consideración
de la confesión ficta" de los coaccionados Leonardo y Juan
Hantabal (fs. 504).
4. Afirma que el a quo valoró de manera absurda
la pericia contable.
Dice que surge de dicha prueba que la coaccionada
"Roura
Cevasa
registraciones
S.A."
exhibió
contables,
ya
sólo
que
uno
parcialmente
de
los
libros
sus
fue
rubricado el día 27-IX-2001, es decir, en fecha posterior a
la denunciada por el trabajador como punto de inicio de la
relación laboral (1997). Luego -concluye- ante la carencia
de documentación respaldatoria y la falta de exhibición de
las
registraciones
contables,
"debe
prevalecer
la
presunción a favor del actor del art. 23 de la LPL" (fs.
505 vta.).
5. Plantea que el juzgador aplicó absurdamente el
convenio
colectivo
de
trabajo
de
la
industria
de
la
construcción.
Señala que, en tanto fue el codemandado Leonardo
Hantabal quien negó que el actor se hallase encuadrado en
el Convenio de la Unión Obrera Metalúrgica, afirmando que
lo estaba en el de la U.O.C.R.A., debió aquél acreditar
semejante
aseveración.
Por
lo
demás,
resultando
que
el
propio tribunal determinó que las categorías invocadas por
ambas partes debían ser dejadas de lado, queda corroborado
que dicho coaccionado mintió cuando afirmó que el actor
revistaba
en
la
categoría
de
peón
del
convenio
de
la
construcción, por lo que debió suponer el a quo que también
faltó
a
la
verdad
en
cuanto
denunció
que
resultaba
aplicable dicha convención colectiva.
Agrega
que
el
convenio
de
la
U.O.C.R.A.
y
el
estatuto de la ley 22.250 requieren determinados requisitos
(registraciones, informes mensuales, libreta de aportes),
no probados por el empleador en autos, cuyo incumplimiento
es
causal
de
nulidad
y
tiene
como
consecuencia
el
encuadramiento en el régimen de trabajo estable de la Ley
de Contrato de Trabajo.
III. El recurso es improcedente.
1. Invirtiendo el orden de tratamiento de los
agravios por razones metodológicas, debo señalar, en primer
lugar, que aquéllos dirigidos a rebatir la decisión del
tribunal
en
cuanto
desestimó
íntegramente
las
acciones
deducidas contra los codemandados Juan Hantabal y "Roura
Cevasa S.A." no resultan atendibles.
a. El lacónico cuestionamiento afincado en que el
tribunal vulneró la doctrina legal elaborada en torno al
art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo es manifiestamente
insuficiente.
En efecto, se limita la quejosa a señalar que el
fallo "viola grosera absurda y arbitrariamente la doctrina
citada
ut
supra
con
respecto
al
Fallo
L.
89.910,
Ac.
30.749, L. 66.867, referido a la presunción del art. 23 de
la LCT" (textual, rec., fs. 504 vta.), para afirmar más
adelante
que,
ante
la
falta
de
exhibición
de
las
registraciones contables por parte de "Roura Cevasa S.A."
"debe prevalecer la presunción a favor del actor del art.
23 de la LPL" (fs. 505 vta.).
Planteada en esos términos, la crítica debe ser
desestimada de plano, habida cuenta que, más allá de su
indudable inconsistencia, en ninguno de los precedentes que
individualiza (a los que, por lo demás, no identifica con
el
mínimo
de
precisión
que
es
exigible
a
un
recurso
extraordinario, incumpliendo con la carga de enunciar en
términos
claros
transgredida;
cuestiones
y
concretos
arg.
art.
vinculadas
la
279,
al
doctrina
C.P.C.C.)
alcance
de
la
que
se
se
reputa
resolvieron
presunción
de
existencia del contrato de trabajo receptada en el art. 23
de la Ley de Contrato de Trabajo.
A lo expuesto cabe añadir que la hipotética falta
de exhibición de libros o registraciones laborales ninguna
relación guarda con la citada norma, como -confundiéndola
inexcusablemente con aquella otra presunción contenida en
el art. 39 de la ley 11.653, que tiene un contenido y una
función completamente distinta a la receptada en el art. 23
de
la
ley
laboral
de
fondo-
pareciera
indicarlo
la
recurrente a fs. 505 vta.
A todo evento, se impone señalar que el tribunal
explicitó
los
fundamentos
por
los
cuales
consideraba
inaplicable
contrato
al
de
caso
trabajo
la
presunción
(vered.,
fs.
de
existencia
476),
sin
del
que
la
impugnante se haya detenido a rebatirlos, lo que demuestra
la
palmaria
orfandad
argumental
de
agravio
y
sella
su
suerte adversa.
b. Tampoco es fundado el cuestionamiento relativo
al
rechazo
de
la
responsabilidad
solidaria
de
la
codemandada "Roura Cevasa S.A.".
El
recurso
luce
-también
en
esta
parcela-
manifiestamente insuficiente para conmover lo decidido en
la
instancia,
toda
vez
que
-sin
cuestionar
las
razones
blandidas por el a quo para desestimar la aplicación al
caso tanto del supuesto contemplado en el art. 29 de la Ley
de
Contrato
de
Trabajo
(al
no
haberse
probado
la
interposición fraudulenta invocada en el escrito de inicio;
vered., fs. 474), cuanto del receptado en el art. 30 del
mismo texto legal (al no haber sido invocado en la demanda,
sino recién en el segundo traslado; sent., fs. 487 vta.),
se ciñe el quejoso a señalar que dicha coaccionada debe ser
responsabilizada solidariamente con Leonardo Hantabal en su
carácter de "contratante fraudulenta", para acto seguido
invocar doctrina de esta Corte vinculada al citado art. 30
de la Ley de Contrato de Trabajo (rec., fs. 504).
Aún
soslayando
que
ha
arribado
firme
a
esta
instancia la decisión del tribunal de considerar que el
planteo fundado en esta última norma resultaba inatendible
por
extemporáneo
(lo
que
define
la
suerte
adversa
del
agravio), ignora el recurrente -cuyos inconexos argumentos
dejan
traslucir
una
confusión
conceptual
entre
la
interposición fraudulenta regulada en el art. 29 de la ley
laboral
y
la
subcontratación
lícita
de
actividades
contemplada en el art. 30 de la misma norma- que, como
reiteradamente
lo
ha
declarado
esta
Suprema
Corte,
el
fraude no es presupuesto de operatividad del art. 30 de la
Ley
de
Contrato
de
Trabajo
(conf.
causas
L.
46.372,
"Medina", sent. del 5-III-1991; L. 42.638, "Peñalva", sent.
del 10-IV-1990; L. 42.689, "Delucchi", sent. del 22-VIII1989; L. 35.562, "Abbiatti", sent. del 22-III-1988; entre
otras).
c.
Por
último,
debiendo
permanecer
firme
la
sentencia en cuanto desestimó la acción dirigida contra
"Roura
Cevasa
S.A.",
la
crítica
vinculada
a
la
absurda
valoración de la prueba pericial contable (estructurada en
torno a las supuestas irregularidades que presentarían las
registraciones laborales de dicha empresa; fs. 505 y vta.)
ha
devenido
abstracta,
por
lo
que
no
corresponde
pronunciarse al respecto.
2.
Los
restantes
agravios
introducidos
en
el
embate tampoco son atendibles.
a. No acierta el quejoso en cuanto cuestiona el
encuadramiento de la relación laboral que lo vinculó al
codemandado Leonardo Hantabal en el ámbito del convenio
colectivo de trabajo de la industria de la construcción.
Liminarmente,
se
impone
precisar
que
tanto
la
calificación profesional de la actividad que desarrolla el
trabajador,
cuanto
el
encuadramiento
convencional
de
una
relación de trabajo, constituyen cuestiones que -en tanto
requieren de debate y análisis de los escritos postulatorios
y
de
las
pruebas
arrimadas
por
las
partes-
resultan
privativas de los jueces de mérito (conf. doct. causas L.
101.666,
"Martínez",
"Bassetti",
sent. del
sent.
del
27-IV-2011;
9-XII-2010; L.
91.831,
L.
101.584,
"Figueroa",
sent. del 16-IV-2008; L. 84.586, "Aguilar", sent. del 8-XI2006). En consecuencia, su revisión ante la Suprema Corte
queda subordinada a la demostración del absurdo, que impone
al recurrente la carga de acreditar que el razonamiento del
juzgador
deriva
incompatibles
con
en
las
conclusiones
constancias
contradictorias
objetivas
de
la
o
causa
(conf. L. 97.961, "Pérez", sent. del 27-IV-2011; L. 100.981,
"Dupont", sent. del 5-V-2010).
Partiendo de esa base, se impone desestimar el
cuestionamiento, toda vez que la postura del recurrente se
agota
en
señalar
-de
un
lado-
que
recaía
sobre
dicho
codemandado la carga de acreditar que la relación laboral
debía quedar encuadrada en el convenio de la U.O.C.R.A. y
-del
otro-
que
no
se
verificaron
en
el
caso
ciertos
requisitos previstos en la aludida normativa convencional
(fs. 505 vta./506), pero tampoco en esta parcela se ocupa
de rebatir los fundamentos esgrimidos por el sentenciante
para
fundar
actividad
la
conclusión
que
desempeñaba
interpretación
que
formuló
contraria,
el
del
afincados
empleador
Convenio
en
y
en
Colectivo
la
la
de
Trabajo 76/75 y del art. 1 de la ley 22.250, precepto este
último cuya violación tampoco ha denunciado (sent., fs. 485
y vta.).
Cuadra
recordar,
en
ese
contexto,
que
es
insuficiente el recurso extraordinario de inaplicabilidad
de
ley
en
el
que
el
interesado
omite
controvertir
idóneamente el análisis y fundamentos desarrollados en el
pronunciamiento, limitándose -en cambio- a evidenciar su
criterio
discrepante
y
criticar
posibles
fisuras
en
la
evaluación realizada por los sentenciantes, sin demostrar
que tales aspectos secundarios del fallo logren conmover la
estructura que lo dota de sustento (conf. causas L. 94.033,
"Brites", sent. del 16-III-2011; L. 89.586, "Gatica", sent.
del 11-VI-2008; L. 88.769, "Fernández Alonso", sent. del 6VI-2007; L. 86.418, "Maldonado", sent. del 27-XII-2006).
b. Igualmente improcedente es el agravio relativo
a la cuantía del salario.
(i)
Si
bien
es
cierto
que
los
argumentos
explicitados por el tribunal para fundar este tramo del
fallo no resultan enteramente acertados, no lo es menos que
dicha circunstancia no alcanza para conmover la solución
adoptada en la instancia.
(ii) En efecto, como quedó señalado, el juzgador
descartó tener por cierta la remuneración denunciada en el
escrito de inicio por aplicación del art. 39 de la ley
11.653. Puntualizó que aun cuando el coaccionado Leonardo
Hantabal no exhibió los libros y registros laborales, dicha
falencia no le era imputable, habida cuenta que no le fue
debidamente notificado el auto que lo intimaba a hacerlo
(vered., fs. 476 y 478).
Dicho razonamiento no luce correcto, toda vez que
-como lo destaca el recurrente a fs. 503 vta./504, con cita
de la doctrina legal de este Tribunal- cuando lo que se
discute
en
el
remuneraciones,
legal
no
litigio
el
establece
llanamente
adjudica
contraria
a
la
es
segundo
el
párrafo
presunción
al
monto
del
alguna,
empleador
reclamación
y
la
(conf.
cobro
citado
sino
carga
causas
de
precepto
que
de
las
la
L.
lisa
y
prueba
87.155,
"Arteche", sent. del 16-II-2011; L. 101.012, "Román", sent.
del 6-X-2010; L. 89.910, "Calvigioni", sent. del 9-IV-2008;
L.
81.158,
"Gianmaría",
sent.
del
24-VIII-2005;
entre
muchas).
El a quo confundió la presunción establecida en
el primer párrafo del art. 39 de la ley 11.653 (que, como
es
sabido,
traslada
hacia
el
empleador
la
carga
de
demostrar los hechos o datos que debieron consignarse en
los
libros
o
registros
laborales,
siempre
y
cuando
el
empleador no los exhibiera a requerimiento judicial, o no
reuniesen
las
exigencias
legales
o
reglamentarias
y,
además, el trabajador hubiere prestado declaración jurada
sobre tales circunstancias) con la inversión de la carga de
la prueba contemplada en el segundo párrafo del precepto
ritual
citado
empleador
la
(que
carga
pone
de
directamente
demostrar
la
en
cabeza
insinceridad
de
del
las
alegaciones del trabajador relativas al cobro y monto de la
remuneración, sin necesidad de declaración jurada alguna).
judicante
(iii)
Sin
no
alcanza
embargo,
-en
el
el
caso-
señalado
error
del
para
modificar
lo
resuelto.
Ello así, porque el importe salarial que el actor
denunció haber percibido en el escrito de inicio ($ 1.500),
lo fue en relación a una categoría profesional (oficial
especializado del Convenio Colectivo de Trabajo 260/75 para
la industria metalúrgica; demanda, fs. 133 y vta.) que no
resultó acreditada en autos, puesto que el juzgador tuvo
por
demostrado
-en
conclusión
que
no
ha
podido
ser
desvirtuada por el quejoso- que el actor debió haber sido
encuadrado en la categoría de medio oficial del Convenio
Colectivo
de
Trabajo
76/75
para
la
industria
de
la
construcción (vered., fs. 477; sent., fs. 485 y vta.).
Es exclusivamente dicha circunstancia -y no el
hecho de que no resulte imputable al empleador la falta de
exhibición de los libros- la que impide tener por cierta
la remuneración denunciada en el escrito de inicio por
aplicación del art. 39 -segundo párrafo- de la ley 11.653,
habida cuenta que -como lo ha declarado esta Corte- no
opera la inversión de la carga de la prueba contemplada en
el segundo párrafo del art. 39 de la ley 11.653 si el
salario que se denuncia en la demanda se calculó sobre la
base de una categoría profesional no acreditada y, por el
contrario, se demostró el desempeño del actor en otra de
menor nivel (conf. causas L. 105.054, "Céccoli", sent. del
24-VIII-2011; L. 104.596, "Avit", sent. del 10-VIII-2011;
L. 96.351, "Bonifacich", sent. del 6-IV-2011; L. 103.429,
"Iturbe",
sent.
del
17-XI-2010;
L.
76.650,
"Benítez",
sent. del 1-IV-2004; L. 42.064, "Sánchez", sent. del 30-V1989).
c.
absurda
Finalmente,
valoración
del
los
agravios
intercambio
relativos
epistolar
y
a
la
de
la
confesional lucen igualmente insuficientes para modificar
la sentencia.
(i) En lo que respecta a las misivas acompañadas
por
el
actor
(cuya
autenticidad
y
recepción
fueron
consideradas no demostradas por el a quo; ver fs. 478 y
vta.), la crítica debe reputarse inoficiosa, porque -más
allá de lo que pudiera opinarse sobre el acierto sustancial
de lo resuelto- el recurrente ni siquiera se detiene a
explicar en qué sentido debería modificarse la sentencia en
caso de que el agravio resultase favorablemente acogido, lo
que demuestra que en ese punto el recurso extraordinario no
se basta a sí mismo.
(ii) Y en lo que concierne a la confesional, la
queja
(recurso,
fs.
504)
no
sólo
adolece
de
la
misma
deficiencia resaltada en el párrafo precedente, sino que,
además, es palmariamente insuficiente, habida cuenta que el
tribunal explicó detalladamente las razones que lo llevaron
a descartar su entidad probatoria (fs. 473 vta./474 y 477),
sin que se haya introducido en el embate argumento alguno
destinado a controvertir la fundamentación esgrimida por el
juzgador.
d. A tenor del cúmulo de razones expuestas, se
impone
concluir
en
que
el
accionante
no
ha
logrado
demostrar el absurdo imputado al decisorio.
Cuadra
recordar
que
la
mera
exhibición
de
un
criterio discrepante (conf. causas L. 102.979, "Bulacio",
sent. del 20-X-2010; L. 80.599, "Ruíz", sent. del 27-VIII2003;
L.
crítica
34.291,
del
"Garau",
interesado
sent.
basada
del
sólo
21-V-1985),
en
o
razones
la
de
preferencia
o
conveniencia
personal
(conf.
L.
98.181,
"Duarte", sent. del 28-V-2010; L. 84.287, "R., R.", sent.
del 31-VIII-2007; L. 81.383, "Arrospide", sent. del 24VIII-2005) distan, en mucho, de constituir una vía idónea
para
demostrar
el
absurdo.
Ello
así,
pues
no
cualquier
crítica autoriza a tener por acreditado dicho vicio; por el
contrario,
su
existencia
supone
la
comprobación
de
circunstancias que bien pueden calificarse de extremas, y
que exceden el marco del mero disentimiento -o de una mera
discrepancia de opinión- porque se requiere algo más: el
error grave, un desvío notorio, patente o palmario de las
leyes de la lógica o una grosera desinterpretación material
de
la
prueba
producida
que
conduzca
a
conclusiones
inconciliables con las constancias objetivas de la causa
(conf. L. 103.049, "Olivan", sent. del 24-VIII-2011; L.
100.603,
"Taverna",
sent.
del
13-VII-2011;
L.
104.563,
"Ojeda", sent. del 6-VII-2011; L. 100.712, "Deciano", sent.
del 10-III-2011).
IV.
desestimar
el
En
virtud
recurso
de
lo
señalado,
extraordinario
traído,
corresponde
con
costas
(art. 289 del C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
Los
señores
jueces
doctores
Negri,
Kogan
e
Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor
Genoud, votaron también por la negativa.
Con
lo
que
terminó
el
acuerdo,
dictándose
la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se
rechaza el recurso extraordinario traído; con costas (art.
289, C.P.C.C.).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
HECTOR NEGRI
JUAN CARLOS HITTERS
HILDA KOGAN
LUIS ESTEBAN GENOUD
GUILLERMO LUIS COMADIRA
Secretario
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