INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN DIFERENTES

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INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN DIFERENTES CAMPOS DE ACCIÓN
La intervención psicosocial se pude aplicar en diferentes campos como el
laboral, la salud, el educativo, el comunitario y en las organizaciones entre
otras. Igualmente en estos campos, es susceptible de albergar diferentes
objetos de intervención como, estructuras grupales, sociales o fenómenos
sociales. Para mayor comprensión definiremos cada campo y su objeto.
Intervención psicosocial en el trabajo: Para realizar cualquier intervención en
el campo laboral, ha de tenerse en cuenta que, la noción del trabajo y el cómo
este sea asumido por cada sujeto y el cómo este se relacione con su ámbito
laboral, está influenciado por las diferentes estructuras individuales, grupales o
sociales de las que hace parte cada persona, además de encontrarse
mediado por la concepción que se tenga sobre el trabajo y como los diferentes
planteamientos teóricos existentes al respecto hayan permeado las estructuras
mentales de cada individuo trabajador. Ejemplo.
Etimológicamente la palabra trabajo en la lengua latina, se deriva de
“tripalium”, que a su vez significa herramienta para herrar caballos, configurada
con tres puntas afiladas, asimismo era, un instrumento de tortura, motivo por el
cual
“tripaliare” en latín significa torturar; de donde en la significación del
término se le asigna al trabajo una connotación de mortificación y sufrimiento.
(Diccionario de la lengua española. Vigésima Segunda edición, 19995)
En la edad Media, Bacon denomina al trabajo como un arte, mirado
como una actividad empírica y práctica que designa la acción de intercambio
entre el hombre y la naturaleza, dicha transformación o producción era una
“obra”, el arte era aquello que caracterizaba el oficio, como en el caso de los
artesanos y su tarea era de artistas, además de que tenía un propósito.
Dejándose reflejar en ello una visión antropológica donde el trabajo mismo
tiende a pensarse como una categoría alusiva al ser, como la especificidad del
ser humano en su vínculo con la naturaleza, pues desde esta visión, es a
través del trabajo y de las relaciones que a su alrededor se establecen, que el
hombre se hace hombre y se muestra hombre, en tanto le permite manifestarse
a sí mismo capaz y hacedor, verse al mismo tiempo como un producto de la
naturaleza y como creación histórica de la misma.
En esta misma dirección, afirma Bidet (1983) que sin el trabajo, como sin
el lenguaje, no puede ser pensada la especificidad del hombre. En este caso la
lógica inmanente del trabajo cubre la economía de tiempo ausente en otras
actividades humanas, tales como el rito, el afecto, el juego y la vida sexual;
siendo estas últimas dimensiones quienes, reclaman una duración mayor como
sinónimo de condición para una realización humana más exitosa.
Esta definición aunque atribuye especial valoración positiva al trabajo, no
implica asumir, que la esencia humana se encuentra definida por el trabajo; ni
tampoco exige restringir el abordaje del trabajo desde los modos de
producción, lo cierto es que el trabajo subraya un carácter humano y junto con
su desarrollo histórico, planteándose a la vez, que este no debe designarse
como un “modo de actividad subyugada al tiempo, sino como una dimensión
social que traspasa el devenir subjetivo de todo ser humano y grupo social en
el cual este se desarrolla.
Por otra parte La visión del trabajo como medio de relación social, se
atribuye a Braverman, (Mcnamee, Sheila y Gergen, 2006), quien afirma que el
trabajo, es la fuerza con la cual el hombre crea el mundo tal como lo conoce y
accede a las diferentes formas sociales que han surgido y puedan surgir en las
diferentes épocas históricas, visto así el trabajo humano, puede emanciparse
de la exigencia instintiva cuyas acciones están dirigidas a la sobrevivencia
propias de cualquier otro animal, para insertarse en objetivos más profundos, a
través del desarrollo de la capacidad de representación, del lenguaje y de la
comunicación por medio de los signos, pues es a través de ellos que el hombre
puede transmitir y delegar la ejecución de un trabajo determinado, es por ello
que según este planteamiento la fuerza rectora del trabajo es la conciencia y no
la sobrevivencia, ni la producción de riqueza y está en el libre albedrio de cada
sujeto otorgarle la significación acorde a su conciencia.
Para quienes profesan una visión Marxista frente al trabajo, verán en
este un instrumento de subyugación que aniquila y por tanto, nada bueno
puede venir de él. En tanto para la teoría crítica marxista, el trabajo es un
instrumento de dominio, junto a la tierra y al capital, es una categoría
totalmente simple, porque es una representación de los hombres como
productores, además de ser un medio general de crear riqueza, y un “destino
particular del individuo”, aunque viéndolo bien es en la época moderna, cuando
se cristaliza socialmente la visión del trabajo como, medio general de
crear riqueza.
Se cree menester diferenciar entre, los planteamientos del marxismo
ortodoxo y lo que dicen los marxistas posteriores, entre los que se destacan los
postulados de Horkherimer (1973-1984), quien sin petrificar las recetas
intelectuales de Marx, cuestionan las relaciones entre el trabajo y la libertad
humana ; planteando preguntas conectadas entre sí, como ¿puede el trabajo
ser una actividad generadora de sentido?;¿Trasciende el trabajo la racionalidad
instrumental o se agota en ella?; ¿Hasta dónde puede el trabajo
ontológicamente hablando cosificar a quienes intervienen en él?
En los albores de la modernidad, la categoría trabajo sufre un revolcón ,
en torno a las relaciones que genera y los efectos que produce dicha categoría,
tanto es así que, en los países capitalistas, hoy se dan serios replanteamientos
sobre la realidad laboral; en referencia al sentido del trabajo, la supuesta «crisis
de centralidad» del mismo, las formas no mercantiles de trabajo, los cambios
en el trabajo asalariado y en la organización social de la producción, las
consecuencias de esos cambios en la estructura social, las propuestas políticas
de modificación del tiempo laboral, sobre la disociación de trabajo etc.
En este sentido para quienes tienen una visión transformadora del
trabajo, propia de la época moderna, verán en este un medio de transformación
humana, potenciador de calidad de vida, que a la vez que es afectado afecta al
sujeto y le implican el tránsito por ciertos factores subjetivos, objetivos y por
agentes externos, que permean todos sus sentidos y trastocan el mundo de la
vida desde otro ámbito real.
Las diferentes posturas filosóficas y conceptuales frente al trabajo, se
traducen en acciones en el mismo, afectando significativamente el campo
personal, laboral, organizacional y social, aspectos que hacen que, la
intervención psicosocial en el campo del trabajo sea indispensable, no solo
para descifrar los factores subjetivos que permean al sujeto y a su mundo del
trabajo, el cual trasciende a su mundo de la vida, sino para procurar que el
tránsito por el mismo lejos de tornarse tortuoso y fuente de displacer y se torne
en fuente de vitalidad y se afronte con adecuadas herramientas las dificultades
naturales que este proceso conlleva en su desarrollo, aportando elementos
para un mejoramiento de la calidad vida en el mundo laboral, familiar y social.
Intervención psicosocial en la salud: Las intervenciones psicosociales, cobran
incidencia en la salud mental, en cuanto mediante estas se propende tanto por
la salud mental personal, como por la adaptación social en pro de salud
colectiva, desde donde la salud mental se vuelve asunto de salud pública.
En este sentido se concibe como salud mental, salud comportamental –
por contraste a los trastornos de conducta- y de personalidad sana o madura,
donde la autorregulación, el auto cuidado y la gestión de la propia vida son
esenciales para una vida sana. Postura que se complementa con la emitida
por OMS, en cuanto a que, la salud es un estado de bienestar físico, mental y
social y tanto el bienestar, como la salud y la calidad de vida son un bien social
y una meta en la que, tienen responsabilidad además del individuo, las esfera
socio-políticas y socio-económicas, a tal punto que, su disfrute o su carencia,
se sienta significativamente en cada sujeto en particular con repercusión en el
sistema social.
Dentro de este contexto, la madurez personal y la salud mental exigen
intervención psicosocial, que active con sus técnicas, la capacidad de gestionar
la autorregulación y el auto cuidado, para volver la experiencia de la vida un
tanto satisfactoria, sin desconocer que el desarrollo y logro de los objetivos
propuestos al respecto, dependen en gran medida no solo de las
características y aptitudes del sujeto y comunidad intervenida, sino que la
mayoría de las veces, se vincula en ello factores estructurales de orden social,
político o económico, que superan el nivel individual.
Tal como lo manifiesta Farriols, N, Palma( 2006), es interesante que las
intervenciones psicosociales en el campo de la salud centren los objetivos en
el control de determinados aspectos del ambiente que pueden afectar la salud
negativamente, permitir a los sujetos, grupos y comunidades intervenidas, el
desarrollo
psicosocial
en
un
ambiente
lo
más
normalizado
posible,
garantizando una óptima calidad de vida, facilitando el reconocimiento y
optimización sus propios recursos, así como los recursos que ofrece su
entorno, además de aportar elementos para disminuir las recaídas de
enfermedades mentales, viéndose imposibilitada la intervención psicosocial en
el accionar contra enfermedades crónico-degenerativas.
En concordancia con lo expuesto la intervención psicosocial en el campo
de la salud, debe ir prioritariamente encaminada a la mejora del bienestar y la
salud del ciudadano, evitando su manipulación con cualquier otro fin y
procurando que su utilización se haga dentro de los cauces más estrictos de la
ética profesional posible.
En este sentido puntual para promover la salud, no
se cree indispensable contar con el consentimiento expreso de todos y cada
uno de los miembros de la colectividad intervenida.
Intervención psicosocial en las familias:
Para captar la importancia de la
intervención psicosocial en el campo familiar, es necesario retomar la esencia
de la familia no solo como, la célula de la sociedad sino, como aquella entidad
asociada directamente a la causa y el efecto de la enfermedad mental, en tanto
es la matriz de la socialización primaria con dinámica interna y compleja que
circunda a sus miembros
y que encarna una dinámica propia, donde se
pueden encubar todos aquellos elementos psicosociales, que requieren de una
debida elaboración para el sano desarrollo individual y familiar.
Máxime
cuando toda acción profesional que se realce en este campo, incide en el
fortalecimiento o no de las funciones familiares, de sus soportes funcionales y
de los riesgos potenciales y actuales de las familias.
En este sentido, al realizar intervención psicosocial en el campo familiar,
se debe partir de identificar las motivaciones personales de cada miembro de la
familia, analizar su dinámica interna, estructura de roles, territorialidad es decir
lugar donde habita la familia, disponibilidad del espacio por miembro,
características socio-culturales, expectativas personales a corto, mediano y
largo plazo y las condiciones de salud en general etc., para así poder llegar a
un construir un pre diagnóstico que dé cuenta de los elementos básicos que
permean la problemática familiar, haciendo una exploración de la situación
específica de la cual deriva la problemática, contabilizando los elementos
básicos y diferenciando los momentos críticos de los traumáticos, lo que le
permitirá al profesional que haga la intervención identificar la situación de la
que cual emerge el requerimiento de la misma.
Además la intervención psicosocial con las familias exige que se
establezcan metas claras a corto y mediano plazo, lo mismo que los
indicadores objetivos, ello permitirá que, estos mecanismos se conviertan en
reguladores internos del sistema y ayuden a determinar el progreso en el
campo familiar.
También es posible la intervención psicosocial en el sistema familiar, a
través de la integración de la familia en redes de apoyo social, la mejora de las
relaciones personales del grupo familiar, la conexión con otros recursos
sociales, el desarrollo de habilidades parentales para padres que tienen
problemas de competencia para la crianza de sus hijos o desde una
perspectiva más preventiva en escuelas de padres dirigidas a la comunidad en
general.
Se considera importante nombrar que, son mecanismos facilitadoras
para el acompañamiento psicosocial a la familia, tanto las técnicas de trabajo
grupal como individual, pautas educativas y desarrollo estilos de comunicación
eficaces, acompañados con mecanismos accesibles para mejorar las
relaciones de ayuda y expresión de la afectividad.
Intervención psicosocial en la educación:
La intervención psicosocial en el
contexto educativo, exige que, el profesional que intervenga, despliegue su
accionar en lineamientos pedagógicos en los diferentes contextos donde
interviene, máxime cuando hoy la educación se ha convertido en una institución
básica para estructurar las relaciones sociales, por la que casi la totalidad de
los individuos transitan, conllevando la labor educativa, un trabajo político
donde intervienen el punto de vista interpersonal, intrapersonal, aspectos
culturales, disciplinares y de contexto, implicando el proceso educativo a la vez
cuestiones sociales que afectan plenamente al ámbito tanto teórico, practico,
como social y comunitario.
Esta visión integral de la educación reclama con urgencia en este
escenario, intervenciones psicosociales, que integren en su accionar elementos
intrínsecos al conjunto de los estamentos o sectores educativos y sociales, así
como de instituciones técnicas, medios de comunicación y todas aquellas
esferas que hagan parte del escenario educativo, solo así los científicos
sociales estarán asumiendo la educación como una auténtica responsabilidad
colectiva, ello teniendo en cuenta que la educación representa uno de
los pilares de la sociedad y es motor dinámico de todo cambio social.
Tal visión integral de la educación o más bien podría decirse socioeducación, van en concordancia con los planteamientos de M. Scheler, K.
Jaspers y J. Maritain y X. Zubiri, (Hoffman, 1996), quienes propugnan por una
educación social desde la antropología, el humanismo integral, lo existencial y
desde el proyecto personalista, esto complementado con los postulados de
P.Freire, quien defiende una educación como un mecanismo de concienciación
comprometida a favor de los más desfavorecidos.
En esta perspectiva la
intervención psicosocial en el campo educativo, debe enfocarse a trazar su
accionar desde la construcción social, abocándose a realizar Intervenciones
grupales inherentes al proceso educativo y concibiendo a la pedagogía social,
simultáneamente como ciencia y como proceso. Ciencia en cuanto forma parte
tanto de las ciencias pedagógicas como de las ciencias sociales y proceso en
tanto que representa el modo como la persona se integra en la sociedad, de
este modo la intervención psicosocial en el contexto educativo se puede
abordar de dos formas, la primera tiene relación con la intervención y la
segunda con la evaluación.
Desde el campo de la intervención psicosocial, esta cobra vitalidad y sus
efectos se sienten ya sea de forma directa o indirectamente en el proceso
educativo, por medio de acciones en el campo comunitario; intervención en
infancia, juventud y tercera edad; en contextos marginales; en capacitación y
en formación referida a valores y compromiso social, es decir las labores
básicamente son socioeducativas.
Por otra parte se pude centrar la intervención psicosocial en la reflexiónacción sobre el comportamiento humano, dado en referencia a situaciones
educativas, en el desarrollo de las capacidades de las personas, las
instituciones, familias, en los grupos y sistemas sociales reglados y no reglados
etc. Así mismo a nivel educativo, se pude intervenir psicosocialmente,
apoyando todos los procesos psicosociales que afectan el aprendizaje, o que
de este se derivan, independientemente de su origen ya sea personal, grupal,
social o de salud etc.
Asimismo es pertinente la intervención psicosocial en el campo
educativo para, promover la participación institucional, planificar, desarrollar y
evaluar los procesos de orientación y asesoramiento profesional y vocacional,
así como para la elaboración de métodos de aprendizaje, además de servir
como metodología preventiva, acta para
prevenir las consecuencias que
pueden generar la diferencia entre las necesidades educativas de la población
y las respuestas emitidas por los sistemas sociales y educativos. Siguiendo
este enfoque preventivo, las intervenciones psicosociales
educativo, contemplan
en el campo
tanto el asesoramiento a agentes educativos
(educadores, padres etc.) como el desarrollo de programas específicos de
capacitación en esta dirección, (Capacitación afectivo-sexual, prevención del
consumo de sustancias psicoactivas, etc.),
además de aportar elementos
didáctico – educativos sobre las áreas evolutivas, cognitivas, afectivas,
comporta mentales, psicosociales e institucionales entre otras.
Dicho de otra manera, desde la intervención psicosocial en el contexto
educativo, también se puede hacer análisis de la realidad educativa, y de los
factores sociales y culturales que influyen en el proceso enseñanzaaprendizaje, además de que, interviene en la prevención socioeducativa,
impulsando la cooperación y coordinación de los servicios, instituciones,
organizaciones y sociales del entorno, como si fuera poco quien haga
intervención psicosocial en este campo, también puede participar en el diseño
e implementación de planes de intervención comunitaria en el ámbito territorial,
local y nacional.
Otra forma de hacer intervención psicosocial en el campo educativo,
tiene que ver con la evaluación psico-educativa o evaluación psicopedagógica,
la cual es complementaria a la evaluación educativa y se refiere al proceso
evaluativo que, se lleva a cabo con determinados alumnos que presentan
dificultades en el aprendizaje, buscando conocer las necesidades y factores de
los estudiantes en su contexto escolar y familiar que afecta su vida y
rendimiento escolar.
Dicha evaluación psicopedagógica, aporta elementos para tomar
decisiones respecto a la escolarización inicial de un determinado alumno que
presenta necesidades educativas especiales, para la flexibilización del
período de escolarización, para la modificación de currículos y cambios
institucionales entre otros, lo cierto es que la intervención a este nivel, es un
proceso que implica unos conocimientos especializados para evaluar las
diferentes dimensiones en relación con el alumno, sus contextos escolar familiar, así como la utilización de ciertos procedimientos, estratégicos
específicos, de los que hacen parte: La recolección de toda la información que
pueda proporcionar el profesor encargado, el análisis de los trabajos del
alumno, anotando aspectos relevantes, el análisis del discurso de los
estudiantes evaluados, observaciones sistemáticas del alumno evaluado ,en
diferentes situaciones y contextos, en una situación de trabajo y en tiempo
libre, formulación de hipótesis acerca del problema que preocupa a la
institución educativa y acopio de procedimientos y métodos concretos a utilizar
en la evaluación, monitoreo y seguimiento.
También resulta útil apoyar la evaluación psicopedagógica con la
etnometodología, en tanto que esta también constituye un medio apropiado
para la reflexión del sistema educativo, sobre la base de que la institución
educativa es dinámica, en tanto que lo instituido es siempre resultado de un
proceso de una orientación reflexiva, que trasciende las prácticas cotidianas (lo
que se hace), para insertarse en cada uno de los actores que la viven, así que
mediante esta estrategia, además de las técnicas de observación, se usan
técnicas de recolección de relatos: entrevistas abiertas, semi estructuradas y
estructuradas, historias de vida, grupos de discusión, análisis de documentos
etc.
Debe tenerse en cuenta que, en la evaluación psicopedagógica, la
valoración se efectúa sobre las distintas áreas en función de la demanda, la
problemática y las necesidades, priorizando su funcionalidad y operatividad,
para proceder a analizar detalladamente las variables psicosociales que
influyen en el comportamiento humano dentro del mundo educativo, para
construir así un diagnóstico de la situación en particular, ello incluye la
descripción e identificación de dicha situación, la formulación de hipótesis
explicativas y la emisión de hipótesis de mejora.
Asimismo, la intervención psicosocial en el campo educativo, pude
enfocarse a la realización de evaluación institucional, buscando confrontar las
tensiones que puedan generar el “debe ser de la institución de acuerdo
con su Proyecto Pedagógico, y lo que es en realidad en su hacer del día a día,
a la luz de su pertinencia social, además que dicha evaluación es acta para
estudiar el cumplimiento de las metas previstas, con los recursos disponibles,
incluyendo la investigación sobre la flexibilidad institucional para adaptarse a
los cambios y las consecuencias que se deriva de ello, el cumplimiento de las
funciones asignadas y la correspondencia entre dichas funciones y los
resultados previstos.
Intervención psicosocial comunitaria: Para realizar intervención psicosocial
comunitaria, primero tendremos que reconocer que el hombre como ser
social, crea y recrea la sociedad a la cual pertenece, la misma que lo regula
a través de sus diferentes normas. Es así, como la concepción de la
sociedad ha evolucionada como ella misma a través de las diferentes
épocas. En Roma por ejemplo, se concebía la sociedad como, un grupo
voluntario de personas que tienen objetivos compartidos, para Aristóteles la
sociedad era un organismo vivo, mientras para el cristianismo representado
por Tomas de Aquino, la sociedad era una totalidad orgánica, regulada por
fuerzas trascendentes.
Durante el siglo XVI, se concibe a la sociedad como una totalidad en
construcción de orden artificial, en la época de la industrialización el concepto
de sociedad está definida como el conjunto de productores y no productores,
mientras Augusto comte enmarca las sociedades determinadas por el tiempo y
el espacio, de donde se originarían las sociedades estáticas y dinámicas.
Es apenas en el siglo XIX, cuando la sociedad se concibe como conjunto de
relaciones sociales observables, como una totalidad de estructuras sociales
independientes, conceptos influenciados desde el
funcionalismo por el
positivista Emilio Durkheim, quien marca lineamientos importantes, para
diferenciar sociedad de comunidad, asignando a esta última como un
subconjunto de la sociedad con construcciones colectivas en común. Ya para
el siglo XX, hasta hoy la sociedad es un sistema de convivencia entre
diferentes personas y grupos con una estructura específica, la cual conforma la
base de la dinámica social, al interior de la cual se desarrollan diferentes roles,
de tal manera que, la dinámica social es, la interacción que se dan entre los
individuos y los diferentes grupos o parcialidades de la sociedad a través de las
cuales se expresan los diferentes requerimientos sociales.
Desde esta concepción, la intervención comunitaria atañe tanto a la sociedad
como a la comunidad, ya que las sociedades se clasifican y determinan de
diversas maneras, según el punto de vista desde el que se inspeccionen,
teniendo en cuenta que, éstas se diferencian mas por su propia cultura, que por
sus diferentes estructuras o funciones.
Lo que si se considera pertinente al momento de realizar cualquier
intervención comunitaria es diferenciar las sociedades simples, de las
sociedades complejas, ya que las primeras aluden a grupos sociales
relativamente pequeños y geográficamente delimitados, cuyos miembros
observan interacción directa entre ellos, comparten la misma herencia social,
con
predominancia
de
esfuerzos
cooperativos,
además
de
que
la
especialización en su interior es poca y se gesta en ella unidad social
cohesiva, donde las tradiciones controlan el comportamiento de los miembros
del sistema social, de tal modo que la cultura permea la mayoría de los
comportamientos, los cuales están relacionados mas con lo sagrado que con
las creencias y valores seculares, aspectos, que hacen que allí las personas
generen dependencia unas con otras y se rijan generalmente por valores
tradicionales y por costumbres no formales.
En contraposición a las sociedades simples, las sociedades complejas,
se caracteriza por, habitar en espacios geográficamente próximos, porque sus
miembros sostienen poca interacción unos con otros, a tal punto de tocar el
anonimato, la interdependencia esta basa en la funcionalidad y en la
realización de tareas especializadas, lo que hace que el esfuerzo cooperativo
sea poco.
Además de que las sociedades complejas se caracterizan por observar
un profundo cambio cultural de una generación a otra, tener diversidad cultural
con presencia de subculturas, (las cuales algunas veces son más fuertes que
los lazos del sistema cultural principal), construir vínculos familiares inestables,
poseer variabilidad en la movilidad social y rigidez en su accionar interno;
Aspectos que favorece en gran parte la desintegración de estas sociedades,
las cuales a su vez suelen observar comportamientos inscritos dentro de la
instrumentalidad, pues para los miembros de las sociedades complejas, la
reflexión y experimentación son instancias no solo deseables sino
necesarias y
la riqueza es eje posibilitador de estatus, de poder político,
socioeconómico y de prestigio social.
Cabe decir que para realizar intervención psicosocial en el campo
comunitario, además de los planteamientos expuestos, resulta de gran utilidad
identificar las influencias que permean el escenario comunitario intervenido, así
por ejemplo, si este se encuentra dominado por intereses económicos,
primaran en sus prácticas sociales los valores, comerciales y materiales, si
prevalece la influencia familiar se destacaran en sus interacciones los vínculos
de parentesco y el status social estará mediado por el criterio de la
ascendencia, así mismo, si en el campo comunitario existe predominio de lo
religioso este aspecto será la directriz de todos los comportamientos de sus
miembros etc.
De acuerdo con lo expuesto, la intervención psicosocial en el campo
comunitario, inevitablemente tendrá que tener en cuenta el contexto en el que
se está desarrollando la problemática y adaptar la intervención al mismo, para
poder exitosamente prevenir,
y apoyar la resolución de los problemas y
necesidades que se presenten en las comunidades, teniendo en cuenta que, la
intervención debe propender por dotar a los sujetos ya sea individual o
colectivamente de herramientas que le permitan controlar el medio, las
condiciones adversas que se puedan presentar y los cambios sociales de la
que es objeto, dichas herramientas para que sean operativizables, tendrán que
ser accesibles a sus condiciones psicosociales, intelectuales, emocionales y
económicas entre otras.
Por consiguiente en este tipo de intervención psicosocial, el sujeto a la vez que
es protagonista de su desarrollo es coparticipe del desarrollo de otros, en tanto
participa en el control de su entorno a la par que trabaja por sus propios
objetivos, lo que va en la vía de la promoción de la salud y el bienestar
individual y colectivo.
Dado que, la intervención psicosocial en la comunidad enfatiza sus metas en el
incremento del bienestar social y la mejora de la calidad de vida de los
ciudadanos que la conforman, bajo una acción orientada por la promoción de la
competencia de los grupos y las comunidades buscando estudiar sus
problemas y generar recursos para superarlos, le resulta inherente a su
accionar el trabajo de investigación social e intervención comunitaria, desde
una perspectiva preventiva y proactiva, óptica desde la cual una de las
finalidades más importantes de la intervención psicosocial con las comunidades
es la prevención, focalizada en grupos de riesgo o grupos significativos con
respecto a una determinada problemática tratada.
Al igual que es propio del trabajo psicosocial comunitario, los programas
de participación social o sensibilización ante grupos o problemas concretos de
cualquier ámbito, complementado con los servicios de
atención directa a las
personas como especie de consejería y asesoramiento.
También se puede hacer intervención psicosocial en el campo
comunitario, a través de la conformación de equipos de apoyo como, los
servicios
sociales,
gubernamentales,
la
gerencia
dirección
y
y
gestión
coordinación
de
de
organizaciones
oficinas
de
no
desarrollo
comunitario y animación social, desarrollo de procesos de gestión y autogestión
con las comunidades, diseño e implementación de estrategias planes y
programas para la superación de los conflictos y fenómenos sociales devenidos
de
la
masificación
urbana,
de
las
transformaciones
sociopolíticas,
socioculturales y socioeconómicas entre otras.
Por otra parte la intervención psicosocial en el escenario comunitario, es
propicia para realizar acciones que dinamicen el accionar de las comunidades
desplegando una mayor conciencia sobre sí mismas, sobre sus potencialidades
y sobre sus recursos, estimulando con ello la posibilidad de reconstruir un tejido
social más solidario, bajo la creación y promoción de movimientos asociativos
e
impulsando a la generación de proyectos nacidos de las propias
necesidades de cada comunidad.
Dicho de otro modo y como diría
Carlos González, (1995),
la
intervención psicosocial comunitaria hace referencia a procesos intencionales
de cambio, mediante mecanismos participativos tendientes al desarrollo de
recursos de la población, al desarrollo de organizaciones comunitarias, a la
modificación de las representaciones de su rol en la sociedad para agentes
activos en la modificación de las condiciones que las afectan, marginan y /o
excluyen. En este sentido la intervención psicosocial comunitaria, debe
enfatizar su proceder en la aplicación de procesos participativos que, mediante
la reflexión, amplíen niveles de concientización y generan nuevas praxis
organizativas, que faciliten la viabilidad de las acciones, potenciando los
derechos y deberes de la población y la construcción de articulaciones sociales
que faciliten procesos de transformación social.
Desde donde, el rol del profesional de la intervención psicosocial en el
campo comunitaria está orientado a diseñar, ejecutar, y evaluar programas que
favorezcan cambios de actitud en la sociedad con respecto a los factores que
dificultan su integración y desarrollo, en gran medida mediante el incremento
de la sensibilización, concienciación y tolerancia social.
Otras formas de Intervención comunitaria.
Atención directa: Referida a la intervención psicosocial directa con la
población objetivo ya sea individuos, grupos o comunidades, a través de
evaluación, orientación y/o solución de problemas, con el propósito de avanzar
hacia la construcción de habilidades, competencias y recursos que permitan al
destinatario de la intervención enfrentar sus problemas con mayores
posibilidades de éxito.
Asesoramiento y consultoría: Es la intervención psicosocial dirigida al personal
o a la dirección de programas o servicios, respecto a la implementación de
opciones y alternativas para la superación de crisis, dichas intervenciones
suelen tener un efecto multiplicador al orientar y asesorar a aquellos que están
en contacto con la población objetivo.
Investigación: El profesional que realice intervención psicosocial en el
escenario comunitario necesariamente tendrá que realizar exploraciones,
estudios y trabajos de investigación que contribuyan a los avances propios de
esta rama, además de contribuir a investigar otras disciplinas, escenarios y
contextos para reformular y producir nuevos conocimientos.
Evaluación de programas: Referida a la Intervención psicosocial
que se
realiza, en el estudio sistemático de los componentes, procesos y resultados de
las diferentes intervenciones y programas, la cual exigen la utilización de
técnicas de evaluación especificas, junto al conocimiento del ámbito concreto
evaluado.
Dirección y gestión: Concierne a la intervención psicosocial en los niveles de
dirección y gestión, en los diferentes ámbitos.
Formación: Atañe a la realización de actividades formativas tanto con las
comunidades como con los mismos profesionales de la intervención, a través
de la incorporación y aplicación de modelos teóricos – prácticos y del uso de
técnicas de evaluación e intervención aplicadas a un
contexto social
determinado en sus diferentes niveles ya sea individual o colectivo.
Ello implica el identificar los marcos normativos, administrativos y organizativos
de la comunidad o sector intervenido, estudiar las características psicosociales
de los sectores propios de intervención, diseñar y aplicar las estrategias y
técnicas adecuadas propias a la población y al contexto de las mismas.
El profesional de este ámbito asume un compromiso muy especial en el
incremento de la calidad de vida de las personas y del bienestar de las
comunidades y ha de integrarse en la concepción de una ética global que
contemple el respeto estricto por los derechos humanos y libertades
individuales y colectivas.
Algunas Técnicas y Procedimientos Para hacer Intervención Psicosocial en el
campo comunitario.
Técnicas de Intervención grupal: Son intervenciones centradas en la ayuda
mutua, en el desarrollo de la solidaridad, participación ciudadana, competencia
para el análisis de situaciones y tomas de decisiones que afectan a un colectivo
y que permiten desarrollar objetivos de organización y dinamización
comunitaria, además del desarrollo de habilidades sociales y de trabajo
cooperativo, etc.
Técnicas de mediación: Se alude a aquellas
técnicas de negociación y
mediación que permitan reducir los diferentes conflictos sociales y avanzar en
la resolución de problemas, partiendo del
reconocimiento de la inmensa
diversidad de características e intereses sociales y culturales existentes,
premisa necesaria para poder llegar a promover cambios sociales positivos, así
como para ejercer la gestión de conflictos de manera tal que las consecuencias
destructivas, que a menudo se asocian a la intensificación de los mismos,
puedan ser prevenidas oportunamente y evitar así la desintegración social.
Técnicas de investigación social y de Construcción de conocimiento: Son la
aplicación de mecanismos para apoyar y construir investigación y evaluación
social del que hacen parte; las encuestas, las entrevistas, los grupos focales,
talleres participativos, paneles de discusión, historias de vida, observación
participante, construcción de indicadores sociales, etc.
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