El Claustro de la Santa Iglesia Catedral de Tudela En la mitad de la nave del lado de la epístola, llamada de San Pedro, hay un altar dedicado al Glorioso Patriarca San José (antes de la Inmaculada Concepción y en tiempos más remotos de San Mauro) frente al cual, bajo una espaciosa tribuna del Palacio decanal, hoy episcopal, existe una amplia puerta que da acceso al antiguo claustro de la Santa Iglesia Catedral de Tudela, cuya descripción va a llamar nuestra atención por breves momentos. Antes, sin embargo, de pisar sus umbrales detengámonos un instante en el vasto vestíbulo, donde se venera el antiquísimo Santo Cristo del Perdón, instalado frente a la puerta de entrada, pues merece mención especial. A la mano derecha, luego de la entrada, hay tres sepulcros, cobijados por otros tantos arcos lancetados, sin inscripción alguna y de que no hay noticias que poder comunicar a nuestros lectores. Descubriéronse los referidos sepulcros, que están sostenidos cada uno de ellos por cuatro robustas y bien moldeadas columnas, el año 1783 y solo se encontraron huesos sin otro vestigio que pudiera delatar quiénes habían sido en ellos sepultados; el correr de los tiempos transcurridos desde la inhumación de los cadáveres en ellos depositados, había consumido hasta los indicios que dieran a entender de quienes eran los cuerpos enterrados. Un cuarto sepulcro, oculto por pequeño retablo del Santo Cristo antes mencionado como de persona más distinguida, se halla dispuesto en forma de arcosolio rematado por arco apuntado; lleva inscrita en el vano otra ojiva decorada con flores y figura simbólica en la clave, y en el tímpano antiguo Crucifijo como de medio metro de alto con otras dos imágenes de la misma factura, una a la derecha representando a la Sma. Virgen en pie al lado de la Cruz y la otra de San Juan Evangelista a la mano izquierda; todas tres efigies de mediocre o menos que mediocre escultura, de alto relieve, talladas en la misma piedra y pintadas así como el sol y la luna que figuran en lo alto, a los lados de la Cruz. También como los anteriores fué descubierto en el mismo año este sarcófago sin vestigios demos- —144— trativos de la persona que allí reposara, pero hay tradición de que es la última morada de persona Real y que esta fué el Infante Don Fernando, hermano del famoso Sancho VIII, apellidado el Fuerte. Lástima que la acción del tiempo no nos haya permitido comprobar la tradición que ha llegado hasta nosotros y aun se halla insinuada en la historia, si hemos de dar crédito a un manuscrito del siglo XVIII bajo el título de Diálogo sagrado, cuyas palabras no resisto a la tentación de consignar aquí. “El P. Moret supone por cierto que el Príncipe D. Fernando, hermano del Rey D. Sancho el Fuerte, está sepultado en esta Iglesia en el trascoro de ella; y el Sr. Sandoval en el Catálogo de los Obispos de Pamplona, dice que el Príncipe D. Fernando, llamado Calabaza, hijo de D. Sancho el Fuerte y D.ª Clemencia su mujer, yace sepultado a las espaldas del mismo Coro. No encuentro repugnancia en que los dos Príncipes estén depositados en el trascoro, porque casi juntos hay dos sepulcros; el uno entre la puerta del archivo de la ciudad y la de la Capilla de San Lucas, donde es voz común yace el Príncipe Calabaza, y el otro debajo del Cristo del claustro, en el que puede muy bien estar el Príncipe D. Fernando, hermano del Rey D. Sancho: ello es que los dos murieron en Tudela, y que viviendo el Rey, padre del uno y hermano del otro en esta Ciudad, no parece regular les diera otras sepulturas que las de la Santa Iglesia, a quien tanto amaba y a la que después reedificó con tanta sumptuosidad.„ No es ni puede llamarse con propiedad una Capilla el atrio descrito, aunque vulgarmente se le designe con este nombre, porque ni tiene ni ha tenido nunca altar que merezca tal denominación, pormás que en tiempos cercanos a nosotros se levantó, por disposición, del Cabildo, pequeño retablo para embellecer la Sda. Efigie y una mesa que semeja altar; pero la Santa Iglesia no permite celebrar el incruento sacrificio sobre tales sepulcros sino es a conveniente distancia. Siempre ha merecido este Smo. Cristo particular veneración de los fieles. En el año 1280 hizo testamento Juan Beltrán y entre varias mandas que hizo a cofradías y conventos de Tudela, deja nueve libras de aceite para la lámpara del Crucifijo del Claustro por estas palabras: “Et que la dita Maria, mi nodriza (a quien antes deja la mitad de una viña) done cada un año en su vida nueve libras de oleo a la lámpara del Crucifixo del Capitol de la Claustria de Tudela, et que via dado et partido el dito huelio en la Vigilia de Navidat et en la Vigilia de todos Santos et en las Vigilias de Sta, Maria et en —145— la Vigilia de la Pasqua de Resurreción et en la de Pentecostes.„ (Archiv. de la Cat. legaj. 9 de tests. núm. 14.) No fué este el único acto de devoción hacia el venerado Crucifijo; los fieles la promovieron adornándolo con alguna decencia a sus expensas y ofreciendo sus limosnas, por lo que el Cabildo diputó de su seno a los Canónigos D. Bernardo Ignacio Labastida y D. Francisco Javier Vicente y Colón se encargasen de recoger las limosnas que depositaban los devotos en una arquilla cerrada empotrada en la pared y las empleasen en el culto de la Sda. Imagen, fomentando de esta suerte la piedad de los fieles. El fervor de los que le visitaban en demanda de socorro en sus necesidades y apuros, que Él remediaba con mano generosa, les compelía a ofrecerse a visitarle de nuevo y dejaban sus ex votos en memoria de los favores recibidos, en tal copia que se vieron las paredes inmediatas llenas de símbolos demostrativos de su gratitud y más de una vez hubo necesidad de retirarlos para dar lugar a otros nuevos. A pesar de tales beneficios obtenidos, de las maravillas que por mediación de la Sda. Imagen se cree haber obrado el Señor y de las indulgencias liberalmente concedidas a los devotos que rezaren en su presencia por los Obispos de Tudela Sres. Larumbe y Casaviella, el correr de los años ha logrado agostar tan arraigada devoción, de que aun quedan ligeros vestigios, y secar la fuente de las limosnas. Además de este Sto. Crucifijo había en la entrada al Claustro una capilla con otro de tamaño natural, llamado de la Consolación, que con su capilla fué cedidos por el Cabildo en 1737 a las parroquias de Santa María y San Julián (1) para hacer la parroquial titular del Espíritu Santo por cuya razón se colocó este Santo Cristo en un altar colateral al principal, según puede verse aun en el día de hoy. MATEO GÓMEZ, Canónigo, (Continuará) (1) Cabildo ordinario a 15 de Febrero de 1737. Los Sres. Chantre, Arnedo, Pérez, Virto, Aguirre, Rapun, Resa y Martinez, Canónigos de la Sta. Iglesia etc. Este día a súplica de la Parroquia de Sta. Maria y San Julián. hecha por el Racionero D. José de Armendáriz y D. Miguel Vizcaino Prores. de dichas Parroquias, y también por memorial que al mismo tiempo dieron, prestó su consentim.to, en cuanto puede, para que la capilla del Sto. Cristo se una a la del Espíritu Sto. haciendo de ambas una, que sirva de parroquial, formando la puerta donde la tiene la del Santo Cristo con las modificaciones que advertirán y prevendrán en nombre de su Sria. los. dichos señores Chantre y Rapun a quienes nombra por comisarios con poder cumplido, y hacer auto a mi.=Lazcano, Srio.