Imaginación y psicoterapia

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IMAGINACION Y PSICOTERAPIA
La imagen en psicoterapia: sentido y vivencia
Imagen y psicoterapia. Sueño Despierto.
La imagen en psicoterapia
sentido y vivencia
Trabajo presentado en la Jornada Científica "La imagen en psicoterapia:
sentido y vivencia", organizado por la Sociedad Argentina de Sueño
Despierto Analítico de Desoille, y la Asociación Argentina de Psicoterapia,
el 16/10/93. ( Ver enlaces). Publicado en la Revista Nº 1 de la Sociedad
Argentina de Sueño Despierto Analítico de Desoille.
Intentaré referirme al tema de este Encuentro desde mi personal
experiencia terapéutica con el Sueño Despierto de Desoille, adquirida como
paciente y como terapeuta.
Brevemente recordaré que el método tiene dos momentos: 1) el primero
es el que denominamos sueño despierto propiamente dicho; el segundo
consiste en sesiones de análisis también llamadas de búsqueda de sentido
o interpretación.
El primer momento nos lleva a desarrollar el punto relativo a la experiencia
o vivencia de imaginar, mientras que el segundo, al sentido o significado
que ella tiene en la experiencia terapéutica.
Desde un marco de referencia fenomenológico, la imaginación como
función, como actividad de la conciencia o como dimensión humana, se
caracteriza fundamentalmente, como conciencia imaginante, por poner
ante nuestros ojos un objeto ausente: ausente a la mirada de la
percepción, presente a la mirada de la conciencia imaginante.
Es decir que la conciencia imaginante nos presenta, con un soporte real o
sin él, la posibilidad de hacernos presente un objeto ausente, o un sentido
distinto del que las cosas tienen en el mundo habitual y cotidiano. La
actividad de la imaginación puede ser también un puro juego imaginario.
Siempre tiene, además de sus características propias y distintivas, una
función mediadora entre percepción y pensamiento, la afectividad y la
razón, etc.
Veamos un ejemplo: cuando la niña juega a las muñecas, la muñeca es la
hija ; en el juego juega con su hija, imagen u objeto imaginado o
imaginario, que ha configurado con su conciencia imaginante. Y ella, la
niña, es una mamá, imagen con la que juega al identificarse con ese papel.
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Ahora bien, en el Sueño Despierto de Desoille, la intencionalidad de la
conciencia ha de suspender su mirada, habitualmente referida a las
necesidades de la acción, orientada a la percepción y dirigida hacia el
mundo exterior, para construír, a instancias del terapeuta y generalmente
a partir de una imagen de partida dada por éste, una configuración
imaginaria que ha de poner en palabras: el sueño despierto soñado ha de
ser verbalizado. Vayamos entonces distinguiendo un sueño despierto
soñado, un sueño despierto verbalizado, y luego un sueño despierto
interpretado.
La imagen de partida dada por el terapeuta actúa como disparador y obliga
al paciente no sólo a una reorientación de su conciencia, a la instauración
de un nuevo acto -la conciencia imaginante-, sino que ésta ha de
seleccionar y organizar, del flujo de lo vivido, aquellas imágenes que
suscita la imagen de partida: ella marca o prefigura un sentido, señala un
camino. A este trabajo ha de seguirle casi simultáneamente el esfuerzo de
poner en palabras, es decir, de verbalizar el sueño despierto que él va
soñando, y así se da ahora el esfuerzo de traducir en palabras, organizar
en los cuadros sociales del discurso verbal coherente y con sentido
comprensible para el terapeuta, el sueño despierto imaginado. Se produce
aquí, como diría Malrieu, una verdadera re-creación que es el pasaje de la
experiencia visual, a otro modo de expresión, el lenguaje verbal, o si se
quiere el pasaje del lenguaje analógico al digital.
Este esfuerzo da como resultado un producto: el sueño despierto
verbalizado, y que luego será interpretado. El sueño despierto verbalizado
es entonces en producto de la conciencia imaginante expresado en
palabras (y por ello síntesis de la conciencia imaginante y significante a la
vez).
La primera parte del método de Desoille nos invita, como pacientes, a
construír un mundo imaginario en un espacio imaginario, a movernos en
él, a protagonizar nuestra acción, a crear un escenario, objetos,
personajes y, simultáneamente, a verbalizar este mundo imaginado.
Hay aquí, me parece, al par que la manifestación de una particular
intencionalidad de la conciencia, la conciencia imaginante, un hallazgo
notable. Desoille no nos propone solamente imaginar: nos propone una
imaginación en acto, en acción, una acción imaginada y vivida.
Su propuesta resulta movilizadora puesto que, a diferencia del soñar
despierto a solas, del sueño diurno que bien podría ser una satisfacción
alucinatoria de deseos que no comprometiera al soñador a enfrentar la
realidad, el sueño despierto se realiza a propuesta del terapeuta que
ofrece al paciente su reparo, como diría Nicole Fabre, que lo asiste con su
directividad, que lo anima a iniciar y a sostener la acción imaginaria, a
enfrentar y resolver situaciones en el plano imaginario y a compartir con el
terapeuta esa su construcción imaginaria.
El sueño despierto soñado es una producción que expresa en imágenes un
pequeño drama. Si no fuera verbalizado podría quedar en un puro fluír de
imágenes y permanencería en el plano subjetivo: no podría ser material de
análisis y tampoco conoceríamos su valor terapéutico. Podría, sí, tener un
valor formativo para el desarrollo personal, pues al fin y al cabo como bien
ha dicho Stern, un hombre es lo que él imagina. En esto me parece que
ocurre algo semejante al juego de los niños que antes de su empleo como
recurso terapéutico fue, es y será no sólo expresión de la personalidad
infantil, sino una actividad que contribuye al desarrollo de ésta última.
La imaginación en acto está, para Desoille, ligada a la afectividad, relación
que, por otra parte, han considerado también Baudoin y Ribot, entre otros.
Ahora bien, hasta acá, desde la subjetividad del soñante, el soñar
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despierto es imaginación movilizadora de la afectividad. El terapeuta actúa
sobre la imagen, e indirectamente sobre la afectividad.
El sueño despierto imaginado, vivido, dramatizado imaginariamente
pertenece pura y exclusivamente a la subjetividad del paciente: las
imágenes fluyen y se suceden, se modifican por sí mísmas o gracias a la
directividad del terapeuta, pero, quedarían en el plano del vivir como
vivencia. En este plano, imagen y afectividad se hallan estrechamente
ligadas.
En torno a la imaginación y tomándola como punto de partida se han
movilizado, hasta aquí, la afectividad y la palabra. Nos parece asistir al
nacimiento del lenguaje, a aquellos momentos en que la palabra surge
como prolongación del gesto, mezcla de gesticulación y acción. Hasta aquí
el lenguaje del soñante ha sido un producto mixto: mitad emotivo, gestual,
a veces figurado, y mitad convencional, verbal, e informativo pues debe
decírselo a un otro significativo que es el terapeuta.
El paciente, autor y actor imaginario va narrando, en su propio lenguaje, la
trama de su ensueño, que bien podría compararse con una dramatización
teatral que incluye: un cuerpo imaginario en movimiento, en un
escenario, con un determinado ritmo o tiempo del ensueño, en un espacio
imaginario y con una dinámica de los personajes actuando. Aquí el público,
testigo, co-autor y co-director es el terapeuta.
Posteriormente habrá que descifrar el sentido o los sentidos ocultos del
drama así expresado.
En mi experiencia el sueño despierto verbalizado es registrado por escrito
por el terapeuta, quien también anota sus intervenciones directivas.
Algunos terapeutas como Sofía Sabre, Cecilia Argibay y Beatriz Coscia,
entre otros, piden al paciente un informe escrito del sueño despierto, que
deberá cumplimentarlo para la sesión siguiente a la del sueño despierto.
Yo no he hecho eso, pero sí, en algunos casos les he pedido que escriban
sus impresiones o lo que el sueño les sugiriera. Me ha parecido interesante
sintetizar también aquí el modo en que Myriam Fusini Doddoli pide el
informe escrito del sueño despierto para la siguiente sesión. El informe ha
de ser dividido en tres partes o columnas:
IMAGENES
Descripción
de las
imágenes
encontradas
en el sueño
despierto, con
sus
características
en situaciones
estáticas y en
movimiento.
ESTADOS DE
ANIMO
Revivir los
estados de
ánimo
experimentados
en el sueño
despierto.
Asociarlos con
estados de
ánimo vividos en
el pasado o en el
presente.
EXPLICACION
Proceder a una
explicación
general del
sueño despierto,
más que a un
ensayo de
interpretación
del sentido de
cada parte,
refiriéndola lo
más posible a
acontecimientos
o experiencias
personales.
Por mi parte, en las sesiones siguientes al sueño despierto paso
directamente a un trabajo compartido, donde junto con el paciente
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buscamos el sentido de sus imágenes. Ingresamos así en el segundo
momento del método donde pasamos de un marco de referencia
fenomenológico a uno interpretativo.
El trabajo consiste fundamentalmente en preguntar y anotar sus
respuestas, pero también a veces en pedirle al paciente que dibuje lo que
veía en el sueño despierto, por ejemplo una escalera, porque el dibujo se
halla más cercano al lenguaje visual, a las "figuras" de los sueños
despiertos.
Para circunscribirme al tema diré que encontramos aquí escenas e
imágenes que expresan a veces directamente un sentido: el papel del
'soñador despierto' está claramente expresado y no hay porqué pensar que
detrás haya un sentido latente. En otros casos el papel de encubrimiento
existe y asistimos al fenómeno del disfraz (que incluye los procesos de
simbolización, desplazamiento, condensación, etc).
Es precisamente en estas sesiones donde se recorre el camino inverso,
pues vamos del sueño despierto narrado al sueño despierto soñado y a las
relaciones que éste tiene con el pasado, el presente o el futuro del
paciente.
El sueño narrado es un producto que muestra no sólo los conflictos y
dificultades del paciente, sino sus intentos de solución, sus ensayos de
conductas adaptativas en el sentido de una adaptación activa, así como
sus posibilidades de conductas creativas, sus nuevos modos de encarar la
realidad y la solución de sus conflictos.
El sueño verbalizado y analizado, como forma de lenguaje es simbólico.
Expresa o encierra, a veces oculta, no un único sentido o significado, ya
que puede ser visto desde diferentes puntos de vista, desde diferentes
marcos teóricos, así como también el propio soñador puede encontrar en
él diferentes sentidos: un mismo sueño visto por el mismo soñador en
diferentes momentos de su vida puede ser auto-interpretado de distinta
manera. Pasa aquí como en las obras de arte: el Quijote, el Proceso de
Kaffka o el cuadro de van Gogh que vistos o leídos por nosotros en
diferentes épocas de nuestra vida nos revelan diferentes sentidos.
Creo que en el caso del sueño despierto como método terapéutico serán
las asociaciones del paciente, que el terapeuta busca mediante un hábil
interrogatorio en sesiones cara a cara, las que darán la pauta del sentido
adecuado de la interpretación. En todo caso, el lenguaje simbólico del
sueño despierto es interpretado e interpretable en función de las
asociaciones del paciente, de su historia y situación personal, de su
pasado, su presente y su futuro. En las sesiones de búsqueda de sentido
se dan preguntas, señalamientos, interpretaciones, etc., y será una
devolución sintética la que permitirá finalmente al terapeuta realizar un
engarce dinámico entre el sueño despierto imaginado, las asociaciones del
paciente, sus auto-interpretaciones y las interpretaciones del terapeuta,
surgidas, facilitadas por las imágenes y verbalizaciones del paciente.
A modo de ejemplo de lo dicho hasta aquí, sintetizo un sueño despierto
definitorio referido a una paciente con una dispareumia de etiología
psicológica a quien, después de varios sueños, se le da como consigna el
poder de achicarse o agrandarse. (1)
En síntesis, ella imagina que se achica hasta convertirse en una pelotita, y
se agranda hasta sentirse un monstruo; frente a su incomodidad se le
sugiere que puede cambiar de tamaño y decide entonces retomar su
tamaño normal. En su sueño despierto sale a una avenida, se sienta en un
café, mira a la gente como si fueran maniquíes sin vida, y sintiéndose el
Mesías los alienta a que dejen de ser muñecos y puedan sentir para
obtener libertad. Ellos entonces, se dan la mano y se besan. Hecho esto se
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dirige a su casa para encontrarse con la gente que ella quiere.
Las asociaciones revelan que en el juego de agrandarse y achicarse
aborda sucesivamente conflictos, aparecen fantasías concientes e
inconcientes, algunas fobias, etc., hasta que aborda directamente el "no
abrirse" a su marido. A partir de allí quiere tener su tamaño normal, y
convertirse en una mujer normal.
Sus asociaciones permiten a la terapeuta hacer señalamientos e
interpretaciones que resultan eficaces porque han sido sugeridas por un
continuo juego de intencionalidades concientes e inconcientes. Finalmente,
como ya dije, es una síntesis de devolución la que me permite engarzar
dinámicamente el sueño despierto imaginado- verbalizado con el sueño
despierto asociado e interpretado.
Dije alguna vez que el sueño despierto es el lenguaje de la penumbra. La
metáfora sirve en varios sentidos: para diferenciarlo y a la vez compararlo
con los lenguajes de los sueños y la vigilia.
Quiero destacar que la posibilidad terapéutica del sueño despierto no se
reduce a ser un producto interpretable, pues si así fuera quedaría reducido
a una técnica proyectiva. Tampoco se reduce a ser una técnica de
producción de imágenes que, al concretarse u objetivarse, permite una
descarga. Es la síntesis entre intuición y pensamiento, visión y palabra,
vivencia del pathos y experiencia del logos, pasaje de la imaginación en
acto a la palabra, y posteriormente el diálogo, lo que le da su carácter
singular como método terapéutico.
Síntesis de afectividad, imaginación, pensamiento y palabra en un continuo
movimiento de ida y vuelta, el método permite construír y reconstruír una
compleja red, trama o estructura de sentido.
La particularidad del método, en suma, reside en cuatro puntos que
comparto con Fusini Doddoli : 1) Las posibilidades de abreacción intensa,
con consecuencias de naturaleza profundamente catártica, permitiendo la
recuperación de la libido y la agresividad. 2) La posibilidad de crear
asociaciones continuas y cadenas de imágenes ricas y dinámicas, aptas
para facilitar la integración de entidades psíquicas separadas. 3) La
abundancia de posibilidades dinámicas y de modos operatorios que
implican la energía investida, su desplazamiento y su condensación. 4) Y
sobre todo, la posibilidad de utilizar indistintamente la representación
visual y la verbalización. (2)
Citas
(1) Presentado en un Ateneo Clínico el 21 de Noviembre de 1990, y que está en la
Biblioteca de SASDAD). Actualmente puede leerse en la Revista Nº 6 de la Sociedad
Argentina de Sueño Despierto Analítico de Desoille: "Aproximaciones a un enfoque
integrativo en un proceso terapéutico Sueño Despierto".
(2) Fusini Doddoli M., Le reve éveillé dirigé, Les Editions ESF, 1970, 17, Rue Viete,
París, XVIIe.
Imagen y Psicoterapia
Sueño Despierto
En este artículo me propongo jugar con algunas ideas acerca de la imaginación y de su
papel en la vida y en la psicoterapia. (Por ahora no diferenciaré imaginación de fantasía)
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Fichte decía que la filosofía que se elige depende de la clase de hombre que se es.
Parafraseándolo, y, salvando las distancias, diríamos que las imágenes que se eligen
dependen también de la clase de hombre que se es. Vivimos configurando mundos. Todo
ser humano configura el mundo en el que vive: biológicamente, podemos decir que en un
mundo humano sólo existen cosas configuradas por el hombre, en un mundo de moscas
sólo existen cosas de moscas... como ha dicho acertadamente un biólogo. Ahora bien en
el mundo de cada hombre existen cosas de hombres, así como cosas de este hombre en
particular.
Cuando X... una paciente de más de treinta años, narra las penurias de sus fantasías
hipocondríacas, vinculadas a una madre, que la desatendía, y que recurría a manejos
histéricos, para atraer la atención de la persona que ella deseaba, no podemos dejar de
pensar que en el mundo de la paciente, la única forma de ser atendida parece ser la de
llamar la atención imaginándose gravemente enferma, así como casi al borde de la
muerte.
Y cuando una paciente histérica, nos cuenta que se halla "abrumada "por su trabajo en
su casa, como madre, como ama de casa, como docente... no podemos dejar de pensar
que el mundo fantaseado por ella es el de una persona tan ocupada que no tiene tiempo
de hacer el amor con su marido. . Cuando F., una mujer de casi cincuenta años nos
cuenta que arrastra un problema porque no es feliz en su matrimonio, pero no se atreve
a separarse, aunque fantasea con hacerlo, continuamente, pensamos que esas fantasías
tal vez nunca se concreten porque esta mujer no puede prescindir de sus fantasías con
respecto al significado que tiene para ella, y para la sociedad en la que vive, el hecho de
ser una mujer casada.
Cuando una mujer, próxima a los cuarenta y cinco años, se siente atraída por un hombre
que no es su marido, bien está que nos preguntemos acerca de la rutina de su vida, y las
fantasías que el nuevo candidato despierta en ella.
Qué significa para cada uno jugar un determinado papel social? ¿ Dónde termina la
fantasía y dónde comienza la realidad? Y, en nuestro propio trabajo ¿dónde termina la
fantasía y dónde comienza el pensamiento? O mejor donde concluye el pensamiento, ¿no
comenzó la fantasía?
Vemos a un señor casi anciano caminar por la calle como si fuera un joven con un traje
casi ridículo: él se siente joven, ésa es su fantasía, aunque nuestra percepción nos diga a
nosotros otra cosa.
Parece ser que ésta es una constante: la de Don Quijote y Sancho Panza...Los caballeros
andantes para don Quijote, eran sólo molinos de viento para Sancho Panza. Donde la
imaginación, la "loca" de la casa, se apodera del buen juicio, se instaura la "locura". Si la
imaginación se apodera de nuestras ideas, tiñe nuestros pensamientos y nuestras
percepciones, si los juegos de lo imaginario, se alejan de la realidad y nosotros le
conferimos la creencia en lo real, si a la alucinación, la creemos una percepción, si a
nuestros juicios, o seudo razonamientos, los creemos derivados de la realidad, sin
comprobaciones fehacientes, comenzamos a delirar.
Entonces, nos preguntamos, ¿cómo puede la imaginación ser el punto de partida de una
experiencia psicoterapéutica? En qué casos y en qué condiciones la experiencia
imaginaria contribuye a la salud mental? ¿Qué status científico tiene la imaginación para
fundar una experiencia psicoterapéutica?
La respuesta que se nos ocurre es que la psicoterapia por S. D. convoca a la imaginación,
para someterla al juicio de realidad. Allí donde el juicio de realidad está conservado, el
paciente puede imaginar, imaginarse a sí mismo en un contexto imaginario, y analizar o
interpretar , luego, ese mundo imaginario. Es como si le dijéramos: imagine, sí, pero
sabiendo que está imaginando. Rompa el discurso racional, coherente, sueñe, acérquese
a sus fantasías, para luego volver a la realidad. Sumérjase en su "locura" para luego
volver al mundo de la coherencia y de la racionalidad. Sueñe... como cuando cada noche
se sumerge en las oscuridades de su sueño nocturno, construya una fantasía, pero
sabiendo que ésa es solamente una fantasía. Juegue con sus imágenes, construya un
mundo imaginario, para luego ver, con nosotros, si Ud. cree o no en sus fantasías. Delire,
pero sabiendo que delira. Imagine, sabiendo que imagina. Fantasee, sabiendo que
fantasea. Construya un mundo fantaseado, sabiendo que está fantaseando. Juegue...
sabiendo que está jugando. Delire... sabiendo que está delirando.
Es que para hacer sueños despiertos terapéuticos, el terapeuta debe estar con
un pie en la realidad y con el otro en las construcciones imaginarias de su
paciente. Y el paciente ha de estar con un pie en sus configuraciones
imaginarias, y con otro en la racionalidad de un discurso que sea comprensible
para su terapeuta: pues al comunicar su mundo imaginario, al contárselo a su
terapeuta, el paciente sabe que al haber podido poner nombre a sus productos
imaginarios, ha dado un paso hacia la coherencia. Por eso exigimos: juicio de
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realidad conservado, conciencia lúcida, inteligencia media. Para hacer sueños
despiertos terapéuticos, la imaginación debe pasar por el filtro del registro
verbal. La comunicación requiere la utilización de un código: y es ese código de
un lenguaje compartido, lo que hace que el paciente esté más cerca de la salud,
que de la enfermedad.
En un Sueño Despierto, el paciente se expresa con el lenguaje de los literatos o de los
poetas: la palabra surge de sus visiones, se halla en ese punto en que, desligándose de
la realidad de la percepción, se permite ver una realidad teñida por sus matices
subjetivos, lenguaje poético, figurado, expresivo. Difícil de definir, de separar, de
conceptualizar. Lógica hecha de alusiones, condensaciones, desplazamientos, más que de
géneros próximos y diferencias específicas. Lógica del fantasma, cercana a los visitantes
de la noche, pero puesta en palabras. Lenguaje personal y, al mismo tiempo,
compartido: lengua y palabra. ¿De qué habla el paciente en sus fantasías? De angustias,
placeres, temores? De hadas o de brujas? De monstruos o de príncipes? Ese es el fondo
de su alma. Mundos imaginarios de la infancia. De los adolescentes, de los hombres y
mujeres maduros. Mundos imaginarios... Ellos ¿nacieron con nosotros y fueron luego
reemplazados por la palabra organizada en un discurso? Si hay algo en el psiquismo más
elemental, parece ser una imagen más que un pensamiento.
Habría que seguir paso a paso, metódicamente, el desarrollo infantil , para comprobar la
existencia de esos mundos imaginarios, que pueblan los mundos de los niños. Hoy
asistimos a una imaginación guiada desde afuera: imágenes impuestas por la televisión,
y por todos los medios electrónicos, a disposición del niño actual: la imposición de
modelos violentos, descarnados, deshumanizados, va conformando una mentalidad que
parece alejarnos cada vez más del contacto, de la humanización, y del pensamiento
racional.
Veamos las imágenes que siguen y observemos, cada uno, las impresiones que nos
producen y las resonancias afectivas que ellas suscitan en nuestro ánimo:
Muchacha leyendo
Pierre Auguste Renoir
(1874-1876)
Retrato de una loca.
Théodore Géricault
(1822-1823)
Cada una de estas imágenes, que, como vemos, son cuadros de artistas famosos,
suscitan en nosotros distintas emociones. Ahora bien, cada una de ellas, como sus
nombres lo indican, aluden o se refieren a dos rostros distintos, y cada una de ellas, pone
de manifiesto, por otra parte, no sólo aquello a lo que se refieren: la lectura de una joven
y linda mujer, o el rostro-retrato de una loca, sino el mundo que en cada una de ellas es
el mundo de Renoir, en un caso, y el de Géricault, en otro. O, al menos, un momento de
ese mundo. Conociendo la pintura de Renoir reconocemos su estilo, a través de
cualquiera de sus obras. Tal vez pasa lo mismo con Géricault, a quien conocemos menos.
En la obra está presente no sólo aquello a lo que se alude, sino también, el espíritu de
quien la creó en un momento dado. El artista expresa o refleja su personalidad tanto en
el tema elegido, como en la forma en que lo ha plasmado. Lo mismo ocurre con las
obras literarias o poéticas, escultóricas, etc. Y, aunque no seamos artistas, las
construcciones imaginarias de nuestros sueños despiertos, ponen de manifiesto tanto
nuestros intereses, como los momentos especiales que estamos viviendo y las
características de nuestra personalidad. Estas creaciones de los pacientes no son puras
ensoñaciones, ni tampoco obras de arte, pero son una forma de lenguaje, que como el
mito, la danza, las artes plásticas, el juego infantil, etc. expresan o manifiestan
situaciones que pueden aludir a realidades externas, pero que ponen de manifiesto,
también la subjetividad de sus autores, quienes crean o configuran un mundo valiéndose
de soportes materiales, que el artista crea y modela para sugerir un sentido o significado,
y que a la vez lo reflejan a él, que seguramente ha proyectado algo de él en esas obras.
Un Sueño Despierto es como una pequeña obra imaginaria que tiene al paciente como
protagonista, y que es quien da forma al relato para narrar su Sueño Despierto al
terapeuta
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Freud veía en los sueños un lenguaje figurado, que expresaba un pensamiento latente.
La distinción entre ambas formas de expresión se da también en los Sueños Despiertos
Terapéuticos. Pero en éstos parece que convocamos primero a las imágenes y a
continuación o casi simultáneamente a las palabras, que involucran distintos sentidos o
significados, y que, desde Freud lo sabemos, pueden encerrar significados latentes.
Vamos de la cuasi percepción que es la imagen, a la categorización. Imagen y palabra se
juntan en el S. D.
El relato tiende el puente entre la imaginación del paciente y la escucha del terapeuta.
Allí, en el mundo imaginario verbalizado, paciente y terapeuta se comunican.
Más tarde, tal vez cara a cara, el paciente descubrirá uno o varios sentidos que serán
puestos nuevamente en palabras : recuerdos, situaciones vividas, o incógnitas que
deberá desocultar o develar o comprender. Y tal vez llegará a construir, con su
terapeuta, un nuevo modo de ver la realidad que lo asusta, o lo perturba, un modo en
general más sano para encarar la realidad de su vida. Imágenes más bellas o más
realistas, podrán reemplazar a sus antiguos fantasmas, el mundo, "su" mundo imaginario
se transformará y con esta transformación, la vida se reencauzará por carriles, más
felices, pero también más adaptados a la realidad de su ser-en-el-mundo.
Buenos Aires, 11 de septiembre de 2003.
Importante: Para una más acertada diferenciación del Sueño Despierto
Terapéutico y otros estados similares, es conveniente leer el trabajo de la
autora: "Hacia una caracterización esencial del Sueño Despierto Terapéutico".
(Publicado por SASDAD) http://www.sasdad.org.ar
Se aconseja leer el trabajo del Dr. Mario Berta: Imágenes que curan. (Ver en el link
Sección bibliográfica en este sitio)
Sugerencia importante. Para una adecuada comprensión de las obras y del
mundo de Renoir, y de Géricault, conviene que el lector, busque las biografías
de ambos pintores.Así verá la relación entre la biografía y la producción de
ambos, del mismo modo que los Sueños Despiertos de los pacientes, guardan
relación con la vida de éstos, y con el momento en que dichos sueños fueron
narrados.
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