Marcha del Agua

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ELAGUAESUNDERECHOHUMANOESENCIAL
La Convergencia por los Derechos Humanos saluda a los defensores y defensoras de Derechos
Humanos que han desarrollado la “Marcha por el Agua” en todo el país en los últimos 15 días.
Su iniciativa ha obligado a poner la mirada en una grave situación de derechos humanos que
repercute en derechos tan diversos como la seguridad alimentaria, alimentación y vivienda digna y
adecuada, la salud, el desarrollo y a un ambiente sano. De acuerdo con la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), también es un derecho de las y los trabajadores, es un derecho de
la niñez y la adolescencia, de las personas con discapacidades, de los pueblos indígenas y de las
personas desarraigadas.
Tenemos derecho al libre acceso al agua, al agua potable, a la disponibilidad del agua para los
cultivos de alimentos y al saneamiento de las fuentes de agua. En el 2012, la Organización de las
Naciones Unidas reconoció oficialmente este derecho como un derecho autónomo y ya, desde la
década de los años 70, varios convenios y tratados habían consagrado su noción. En Guatemala,
la Constitución Política de la República reconoce el agua como un bien público y garantiza el
derecho ciudadano sobre ella.
Sin embargo, la ausencia de una política pública para el uso, la protección y ordenamiento del
recurso hídrico en Guatemala nos ha colocado en una situación grave. La contradicción es que
Guatemala es un país de altas precipitaciones pluviales la cual genera –en teoría-, una
disponibilidad de agua para cada habitante muy superior a la mínima vital. Independientemente de factores geográficos que permiten la fuga del agua hacia otros espacios,
nuestras cuencas deberían ser capaces de proveer el agua necesaria para potabilizar y utilizar
para la producción de alimentos. No obstante, el 23.5% de la población guatemalteca no está
conectada a un servicio público de distribución de agua y, el estar conectado tampoco garantiza
tener libre acceso.
Según la Universidad Rafael Landívar (URL), la desertización ha aumentado dramáticamente en
Guatemala. Para el 2020 el 43% de la población estará viviendo algún tipo de estrés hídrico
(limitaciones en el acceso) y para el 2050 será el 64%. Esto es un futuro de SED, ENFERMEDAD
y HAMBRE. Agravado por el uso del mismo en extensiones de monocultivo que, según el estudio
de la URL consumen el 70% del agua disponible en el país. Para la Convergencia por los Derechos Humanos, está claro que mientras los ríos sean desviados
para suplir las necesidades de los grandes monocultivos y represados para generar electricidad
para vender fuera del país, Guatemala carece de futuro. No es viable seguir así. Ya estamos tarde.
Es por ello que no solo nos sumamos a la Marcha por el Agua sino que también exigimos al
Gobierno y al Congreso que desarrollen una política pública del agua comprehensiva y desde la
perspectiva de los derechos humanos. A los sectores empresariales y sociales que se han
privilegiado por el uso indiscriminado del agua, que apoyen para que en Guatemala se realice un
cambio radical en el uso de nuestros recursos. Ya nos condenamos a la sed en nuestro futuro
próximo; recuperemos el agua para las próximas generaciones.
¡EL AGUA ES VIDA, NO MERCANCÍA!
Guatemala, 22 de abril del 2016
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