Lectio Divina martes 20 de agosto 2013, vigésima semana Tiempo Ordinario -Ciclo –C- Lecturas: Jueces 6, 11-24; Salmo 84; Mateo 19, 23-30 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- NOSOTROS LOS CAMELLOS 1. Hagamos las LECTURAS Dijo Jesús a sus discípulos: -«Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.» Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.» Entonces le dijo Pedro: -«Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar? » Jesús les dijo: -«Les aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también ustedes, los que me han seguido, se sentarán en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.» 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? En continuidad con la parábola del joven rico, entrar en el Reino de Dios equivale en este texto a seguir a Jesús desde la pobreza. Con el ejemplo del camello y la aguja Jesús deja claro lo difícil que es para un rico renunciar a su riqueza para compartirla con los pobres y luego hacerse discípulo del Reino. Los discípulos se sorprenden de tal radicalidad, porque todavía no han comprendido que la seguridad de la comunidad no está en la riqueza, sino en el Reino de Dios. Un Reino que es para los pobres, para todos aquellos que se saben y se sienten necesitados. Los ricos, los que están satisfechos, los que tienen todo bajo control, serán siempre esclavos de sus seguridades y no estarán en condiciones ni tendrán el ánimo de ir tras la propuesta de Jesús. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? Hay una constante histórica que asocia bienestar y riqueza a la bendición divina: es la espiritualidad de la prosperidad y supone que Dios sonríe la suerte de algunos, aunque omitiendo que eso implica también que Dios oculta y niega su bendición a tantos. Pero ese no es el Dios Abbá de Jesús de Nazareth. No es posible llamarse discípulo de Jesús, vivir atado a los bienes, a la acumulación y al consumo mientras tantos -millones- son consumidos en la miseria, en el abandono y el olvido. Y a mayor riqueza, aún cuando sea ganada de manera legítima, mayor es la división. La opción por el Reino no admite medias tintas. Y nosotros... todos y cada uno de nosotros tenemos espacios cerrados por esas cosas de las que nos hemos vuelto incapaces de desprendernos, lo que nos ata, los que nos impide ascender. Tenemos tantas cosas gravosas que, en la misma sintonía de los apóstoles, ninguno de nosotros tendríamos muchas posibilidades de salvarnos. Pero la Misericordia inunda esta tierra andante que somos, nos vuelve de nuevo frutales. Y lo que parecía definitivo, se vuelve un constante peregrinar de camellos impensados que, a través de la Pasión y la Resurrección del Señor, nos hemos vuelto capaces de pasar por cualquier ojo de aguja. Y es una marcha que encabezan nuestros hermanos más pobres. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón El Reino de Dios es para las personas libres que estén dispuestas a asumir cambios y a caminar tras otros desafíos, sin mochilas que dificulten su andar. – A los ricos les gusta cubrirse con el manto de las apariencias y las mil justificaciones, para dar la espalda a la realidad y tranquilizar su conciencia, ahogando así la posibilidad de descubrir en Jesús y en la pobreza su mayor riqueza 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Reconocemos, oh Señor, que todo lo que te hemos ofrecido proviene de ti. Todo lo que tenemos, todo lo que somos, son dones tuyos. Hoy no queremos pedirte nada, sino sólo darte las gracias. Acoge nuestro reconocimiento, que es el don tímido de quien sabe que no tiene nada. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: El evangelio de hoy está claro y no hay que darle tantas vueltas. No necesitamos tanto para ser felices. LA FELICIDAD Y EL ACUMULA Cuentan que una vez iba Benjamín Franklin charlando con un amigo a lo largo de un río, cerca de un embarcadero. A lo largo de la orilla había muchos cestos grandes llenos de rojas y jugosas manzanas que estaban listos para ser embarcados. El amigo preguntó a Franklin: "Ben, ¿qué me puedes decir de la condición humana?". Ben quedó un momento pensativo. De pronto vió un niño que se dirigía hacia ellos muy contento, jugando y corriendo por la orilla del río. Franklin tomó una manzana de uno de los cestos y se la ofreció al niño, que la aceptó muy feliz con una sonrisa de oreja a oreja. Ben Franklin le dio una manzana más, y luego otra. El chico estaba muy contento. Pero cuando el hombre le brindó una quinta manzana, el niño no pudo sostenerlas todas y una se le resbaló, cayendo al río. El chiquillo al ver como su manzana se alejaba perdida en la corriente, rompió a llorar. Entonces Franklin se volvió a su amigo y le dijo: "¿Ves? esta es la condición humana. Este niño era feliz cuando no tenía ninguna manzana. Ahora que tiene cuatro, ya no lo es". Padre Walter Marchena y Padre Manuel Villareal