COMENTARIOS A LA PONENCIA DE CONSUELO AHUMADA “La Teoría Marxista de la plusvalía absoluta: una clave para entender las condiciones laborales en el período neoliberal” Diego Roldán Luna Ha sido muy grato para mí, en esta oportunidad, a través de la ponencia de Consuelo Ahumada, tener la oportunidad de refrescar aspectos importantes de los aportes de Carlos Marx sobre las leyes del funcionamiento de la Economía Capitalista de Mercado, aportes que en el marco de los clásicos del pensamiento económico-político, han contribuido, a mi juicio, a lograr una mayor comprensión de la lógica del comportamiento de un sistema, que históricamente ha generado un gigantesco desarrollo cumulativo de las fuerzas productivas. Y es que a pesar del ostracismo, quizás por la incomodidad que representa para los intereses de algunos, al que ha sido condenado el pensamiento de Marx en las esferas política, económica y no pocas veces académica, la vigencia de su análisis en los aspectos fundamentales se mantiene, al igual que el caudal de aquellos ríos otrora lugareños cuya presencia visible ha querido ser desmontada con placas de concreto, pero cuya fuerza permanece latente y aflora, además, en el devenir de los pueblos y de las regiones. Como todo fenómeno social, el sistema de mercado capitalista, que rueda incesantemente en una carrera a ultranza de producción y circulación de mercancías, desarrolla su dinámica en medio de crisis alimentadas por el carácter contradictorio de sus prácticas estructurales, carácter este suficientemente ilustrado a través del enfoque hegeliano del análisis del pensador alemán. Especialmente en lo que concierne con sus efectos sociales, no es difícil comparar el discurrir productivo del capitalismo con la eterna condena de Sísifo, ya que el supuesto avance hacia la consecución de la riqueza y el bienestar de las naciones, encuentra permanentemente la atracción ineludible del abismo, arrastrado por el peso de una riqueza inexorablemente producida y contradictoriamente cada vez más redundante y concentrada, situación que se expresa elocuentemente, no sólo en la miseria de la fuerza de trabajo, sino también en la ruina progresiva de capitales productivos, fenómeno este último que Marx denominó como la Centralización y Concentración del Capital. Como un pequeño preámbulo a los comentarios sobre la ponencia de Consuelo Ahumada, quisiera hacer una alusión a la naturaleza histórica del trabajo excedente. Como bien lo señala Marx en su capítulo sobre la jornada de trabajo1, el trabajo excedente o “plus-trabajo” no fue inventado por el capital, ya que dondequiera que una parte de la sociedad tenga monopolio económico o político de los medios de producción, existe el fenómeno de que el trabajador libre o el esclavo, el siervo de la gleba, el indio encomendado o el campesino aparcero, tienen que añadir al tiempo de trabajo necesario para vivir, una cantidad de trabajo suplementario durante el cual laboran para producir medios de vida destinados a quienes detentan el poder o la propiedad sobre la tierra u otros medios de producción. Sin embargo, anota Marx, “es evidente que en aquellas sociedades económicas donde no predomina el valor de cambio, sino el valor de uso del producto, el trabajo excedente se halla circunscrito a un sector más o menos amplio de necesidades, sin que del carácter mismo de la producción brote un hambre insaciable de trabajo excedente. Por eso donde en la Antigüedad se revela el más espantoso trabajo sobrante es allí donde se trata de producir el valor de cambio en su forma específica de dinero, es decir en la producción de oro y plata. En estas ramas, la forma oficial del trabajo excedente son los trabajos forzados llevados hasta la muerte. Sin embargo en el mundo antiguo esto no pasa de ser excepcional. Pero tan pronto como los pueblos, cuyo régimen de producción se venía desenvolviendo en las formas primitivas de la esclavitud y el vasallaje, se ven atraídos hacia el mercado mundial en el que impera el régimen capitalista de producción y donde se impone a todo el interés de dar salida a los productos para el extranjero, los tormentos bárbaros de la esclavitud, de la servidumbre etc, se ven acrecentados por los tormentos civilizados del trabajo excedente. “2 Marx C. “ El Capital”, Tomo I, capítulo VIII “La jornada de trabajo”, Sección 2, “ El hambre de trabajo excedente”, F.de C Económica, 5ª edición , México, 1968 2 Marx C Ibid, página 181. 1 La ponencia de Consuelo Ahumada, contiene dos temas sustanciales, estructuralmente articulados: El primero de ellos tiene que ver fundamentalmente con los principios teóricos marxistas de la producción y circulación de mercancías, ambos escenarios cuya articulación se constituye en la condición sine qua non para la creación y acumulación del capital3. En esta parte, la ponente cubre lo relativo al concepto de plusvalía, y la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, complementado esto último con algunos elementos del aporte de Lenin sobre el imperialismo, especialmente en lo que toca a los mecanismos para lograr una mayor apropiación de plusvalía. El segundo tema, cuya base teórica descansa en el primero anotado, cubre el punto central sobre la ideología neo-liberal y la justificación del deterioro de las condiciones laborales. Mi intervención en esta oportunidad pretende ofrecer algunos muy breves comentarios en relación con los dos temas, haciendo énfasis por supuesto en lo relativo a la plusvalía absoluta y el contexto neoliberal. En relación con el primer tema, como las dos partes de su contenido han sido suficientemente claras en relación con esos principios, voy a referirme específicamente, entonces, a dos grandes elementos críticos de ese contexto cuales son: la Creación de Valor y la Apropiación de ese Valor. Tal como lo expresa la teoría clásica, y lo explica suficientemente Consuelo Ahumada, el proceso de producción es en últimas un proceso de valorización del capital representado en los medios de producción, dado que la acción de la fuerza de trabajo, crea un nuevo valor adicional al ya existente en esos medios de producción, encarnándose finalmente ambos en el valor del producto obtenido. Es pues este producto un quantum integrado de trabajo anterior materializado en los medios de producción (lo que en las Cuentas Nacionales podría asociarse con Depreciación + Consumo Intermedio) y de trabajo nuevo añadido (asociable al concepto de Valor Agregado en dichas Cuentas). Dentro de este Valor Agregado, una parte debería cubrir el correspondiente valor de la fuerza de Sin realización (que se lleva a cabo en la circulación) el capital no puede consumar su ciclo, y que, por consiguiente, para el capitalista es lo mismo que si no hubiera extraído la plusvalía en el proceso de trabajo. 3 trabajo creadora y otra es Plusvalía, o Valor apropiado por el dueño de los medios de producción, lo que de nuevo, remitiéndonos al marco convencional de las Cuentas Nacionales, correspondería respectivamente a la remuneración a los asalariados y, al Excedente Bruto de Explotación e ingresos mixtos.4 El quantum de plusvalía obtenido en el proceso de producción, como bien lo ha sugerido la ponente, tiene en la práctica para los dueños de los medios de producción que lo obtienen, tres destinos genéricos complementarios: uno es la distribución parcial en diferentes rentas para otros agentes sociales no productivos; otro es la reinversión en igual, mayor o nueva cantidad de medios de producción, es decir la reproducción simple y/o ampliada de capital respectivamente, esta última condicionada en buena parte por la presión de la competencia, y un tercero, su atesoramiento o su consumo improductivo por parte de los dueños de los medios de producción. He allí fundamentalmente una de las importantes razones que impulsan a los dueños de los medios de producción a procurar obtener a toda costa la mayor porción posible de plusvalía, para lo cual aprovechan elementos institucionales, tales como la definición de la cuantía del salario mínimo en la economía formal, entre otros, y, alimentado todo ello con la informalidad rampante de la economía de nuestros países y el desempleo masivo que nutre un cada vez mayor ejército de reserva industrial, que lleva, como sabemos, a una baja progresiva del salario medio hasta colocarlo en los niveles conocidos de miseria. En todo este análisis que comparto con la doctora Ahumada, se parte de una premisa suficientemente sustentada en la Teoría del Valor planteada por los economistas clásicos y enriquecida por Marx, cual es la de que sólo el trabajo es fuente real de valor, valor que se crea en un espacio físico y a partir de una dinámica eminentemente social: el proceso de trabajo, proceso en el cual se articulan creativamente la fuerza de trabajo y los medios de producción, mediante la acción efectiva de la primera sobre los segundos y que da como resultante un producto determinado 5. Es importante advertir que en la asociación o comparación que hemos hecho entre los agregados de la teoría marxista para identificar la producción ( Capital constante-circulante + Capital Variable + Plusvalía) y los agregados en las cuentas nacionales, aparecen las mismas igualdades básicas, pero no exactamente el contenido de las variables, especialmente en lo que tiene que ver con la composición convencional del Consumo Intermedio. 4 Como lo expresa Marx en el capítulo V del Primer Tomo del Capital, en el proceso laboral la actividad del obrero “a través del medio de trabajo, efectúa una modificación del objeto de trabajo procurada de antemano. El proceso se extingue en el producto. Su producto es un valor de uso, un material de la naturaleza adaptado a las necesidades humanas mediante un cambio de forma. El trabajo se ha amalgamado a su objeto. Se ha objetivado, y el objeto ha 5 Independientemente, pues, de la composición orgánica del capital y por lo tanto de la proporción entre el capital constante y el capital destinado a remunerar la fuerza de trabajo en sus distintos niveles, el punto de partida del proceso de producción de mercancías es el proceso de trabajo mismo. Esto significa que solo la intervención del trabajo humano, en cualquiera de sus modalidades y de su temporalidad, es la única fuente posible de la acumulación capitalista, es decir de la creación de la riqueza de las naciones. La economía neoliberal, nos advierte Dufour6, profesor de la Universidad de París VIII, parece descubrir que el trabajo ya no es aquello sobre lo cual se basa la producción de valor, y que el capital no está constituido esencialmente por la plusvalía surgida del subproducto apropiado en el proceso de explotación del trabajador. Esto en la medida en que el capital se asocia cada vez más a actividades de investigación, ingeniería genética, internet, informática, comunicaciones, entre otras, donde la parte de trabajo asalariado poco o medianamente calificado es a veces extremadamente pequeña. Además, el capital pone en juego amplios movimientos especulativos en la gestión financiera. En las propias palabras de Dufour “Así la parte de la economía real decrece en la medida de la financiarización de la economía que se desarrolló considerablemente durante los últimos veinticinco años, a partir del desarrollo de nuevos mecanismos financieros y herramientas de gestión del capitalismo. Surge así, como un epifenómeno conquistador que viene a sumarse a la economía real, una economía virtual que consiste en crear mucho dinero con casi nada, vendiendo muy caro lo que aun no existe, ya no existe o no existe en absoluto, con el riesgo de crear imperios de papel que se deshacen rápidamente (los escándalos de Emron, World Company, Tyco,etc” Por supuesto, a lo anterior anteponemos la evidencia de que todo tipo de trabajo periférico que hace posible la construcción de instrumentos necesarios para esas mencionadas industrias de alto valor agregado, se ha producido históricamente a partir de la socialización que el capital hace del proceso laboral. ido elaborado. Lo que en el trabajador aparecía bajo la forma de movimiento, aparece ahora en el producto como atributo en reposo, bajo la forma del ser. El obrero hiló, y su producto es un hilado”. Ver Roldán D. “Cambio Técnico y proceso de trabajo” Material de clase, Maestría en Economía Aplicada, Univalle, 1991. 6 Dufour D.R “ La Nueva Servidumbre” Le Monde Diplomatique, France Octubre 2003 A la crítica, entonces, que de estas posiciones posmodernistas hacen Alex Callinicos y James Caporaso, yo añadiría, colega Consuelo, el aporte de Bihr y Chesnais, quienes nos recuerdan “...que cualquier mercancía, desde una lata de arvejas hasta una refinería comandada por computadoras, es la materialización y la adición de innumerables actos productivos, repartidos en la totalidad del espacio mundial y del tiempo histórico. El capital encierra ese trabajo socializado en el marco de la propiedad privada, de manera tal que unos pocos individuos o algunos limitados grupos sociales se apropian de una inmensa acumulación de operaciones productivas”7. Hasta aquí el esquema conocido de valorización del capital dentro del proceso de trabajo, y de su reproducción. En lo que concierne a la invitación que Consuelo Ahumada nos hace en su ponencia, a reflexionar sobre la forma y la cuantía como una porción sustancial de plusvalía es apropiada socialmente en el nuevo contexto del llamado neoliberalismo, podría expresar que, tal como ella lo señala, dentro del esquema de una nueva división internacional del trabajo la estrategia, entre otras, de trasladar operaciones manufactureras a los países pobres, está claramente articulada a la posibilidad de un aumento de la plusvalía absoluta como elemento fundamental en la disminución de los costos y el consecuente aumento de la masa de ganancia, lo que de alguna manera tiene efectos en la conformación de la tasa respectiva. Si entendemos genéricamente por salario, todo tipo de remuneración al trabajo productivo, sea éste formal o informal, el gran esfuerzo de las políticas remunerativas neo-liberales por disminuirlo nominalmente, es una clara manifestación de la importancia cuantitativa que la fuerza de trabajo tiene en los procesos productivos, especialmente dentro del tipo de industria que cada vez más se refuerza en los países satélites y que Consuelo Ahumada presenta con precisión. Y es precisamente en el nivel del salario, donde el aumento de la plusvalía absoluta obtenida por el capital tiene una de sus claras expresiones como mecanismo de salvaguardia de la ganancia. Retomando el concepto marxista de salario como la porción del valor creado por el trabajo, que “paga” la mercancía fuerza de trabajo, toda disminución de esa porción de valor en detrimento del trabajador, es un espacio 7/ Bihr A. Y Chesnais F.” Es posible todavía criticar la propiedad privada?, Tomado de le Monde Diplomatique, Octubre 2000. que se adiciona al valor apropiado por el capital, lo cual es, en esencia, un aumento de la plusvalía absoluta. En Colombia, en el contexto de los acuerdos con el gran inductor y condicionador de las políticas neoliberales, el Fondo Monetario Internacional, tenemos ejemplos muy recientes de algunos lineamientos de dichas políticas en el marco de Flexibilización laboral”. Es el caso de la Ley la llamada 789 del 27 de diciembre de 2002, sancionada por el Gobierno Nacional, por la cual “se dictan normas para apoyar el empleo y ampliar la protección social y se modifican algunos artículos del Código Sustantivo de Trabajo”. En esta ley, en su capítulo VI, Artículo 25, se modifica el artículo 160 del Código Sustantivo del Trabajo en lo concerniente al trabajo ordinario y nocturno, teniendo como resultado inmediato la baja en el salario medio, debido al nuevo tratamiento de la jornada de trabajo y por lo tanto al cambio de la naturaleza de la jornada nocturna y de la cuantía de la remuneración de las horas extras y de los dominicales. Estamos, todavía, esperando con ansias el aumento del empleo supuestamente resultante de ésta y otras medidas similares. Por otro lado y de manera indirecta, las pretensiones gubernamentales de diseñar una reforma tributaria donde los ingresos de los trabajadores, en general, se van a ver menguados por el pago del IVA sobre productos de consumo rutinario, así algunos de ellos no estén contemplados técnicamente dentro de la llamada Canasta Familiar, del DANE, constituyen otra forma indirecta de extracción de una plusvalía absoluta adicional, en la medida en que el Gobierno hará buen uso de ello, en una u otra forma, para favorecer las inversiones extranjeras y el gran capital en el país. De igual manera, el aumento en la “intensidad del trabajo” como manera de extracción de plusvalía absoluta, tiene su vigencia a partir de los brillantes esquemas tailorianos todavía en práctica, donde los incentivos a la productividad en forma a veces de bonificación, las más de las veces acompañados de presiones sobre el obrero para alcanzar determinados “estándares de eficiencia”, disfrazan la necesidad que tiene el trabajador de realizar un esfuerzo proporcionalmente mayor al incremento marginal del salario, para lograr aumentos marginales proporcionalmente mayores en la producción. Valdría la pena, Dra. Consuelo, incluir esta variable de aumento en la “intensidad del trabajo”, dentro de su interesante análisis. Qué oportuno sería, además, lograr realizar un ejercicio de medición y cuantificación de valores sobre extracción de plusvalía absoluta, referidos, por ejemplo, a las prácticas neoliberales acá en Colombia, en relación con el salario u otra variable afín. No quiero extenderme más allá de estos cordiales comentarios, en la medida en que la ponencia de Consuelo Ahumada es suficientemente ilustrativa en este tema. Gracias a ella por traernos estas reflexiones en el marco de esta importante línea de pensamiento y me uno complacido a la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, en la bienvenida que hoy le presenta al recibirla como uno de sus miembros correspondientes. Bogotá, Diciembre 10 de 2003