Sistematización Modelos explicativos de la violencia

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PREVENIR
Cambiando la cara de la violencia
Sistematización
Modelos explicativos de la violencia
en El Salvador, Guatemala, Honduras y
Nicaragua
Publicado por:
Deutsche Gesellschaft für
Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH
Apdo. Postal 755
Bulevar Orden de Malta, Edificio GIZ,
Urbanización Santa Elena,
Antiguo Cuscatlán
La Libertad, El Salvador
T +503 2121 5100
F +503 2121 5101
Responsable de la Publicación:
Rubeena Esmail
Directora
Programa Regional
Prevención de la Violencia Juvenil en Centroamérica
(PREVENIR)
Coordinación:
Elisabeth Frey
Coordinadora de Componente
Estrategias Municipales de Prevención con Participación de Jóvenes
Programa Regional
Prevención de la Violencia Juvenil en Centroamérica
(PREVENIR)
Autores:
Otto Argueta
Sebastian Huhn
Diseño y diagramación:
Luis Cabrera
San Salvador, 2014
Las opiniones expresadas en este documento no reflejan, necesariamente, el punto de vista de la GIZ.
Sistematización
Modelos explicativos de la violencia
en El Salvador, Guatemala, Honduras y
Nicaragua
ÍNDICE
Presentación1
1.Introducción
3
2. Situación de la criminalidad violenta en Centroamérica
5
2.1. Violencia, criminalidad y criminalidad violenta - definiciones 5
2.2. Homicidio doloso6
2.3. Distribución territorial de los homicidios dolosos
9
2.4. Otras formas de criminalidad violenta
11
2.5. Recuadro: Carácter, utilidad y límites de las estadísticas de criminalidad
13
3. Modelos explicativos de la criminalidad violenta en Centroamérica
15
3.1. Introducción15
3.2. El modelo histórico y la sociedad de posguerra
16
3.3. El modelo de la violencia pandillera19
3.4. El modelo de la criminalidad organizada
26
3.5. El modelo de las respuestas sociales y del Estado a la criminalidad violenta 28
3.6. El modelo del discurso público de la seguridad y criminalidad
33
4. Reflexión final
35
5. Bibliografía36
TABLAS
1 Víctimas de homicidio doloso de edad entre 15 y 24 años
9
2 Homicidios dolosos cometidos por armas de fuego
9
3 Ranking departamental según número de homicidios en El Salvador en 2013
10
4 Ranking departamental según número de homicidios en Honduras en 2013
10
5 Número y tasa de delitos contra el patrimonio a nivel nacional
en El Salvador, 2007-201311
6 Varios delitos en Honduras en 2010
12
7 Modelo histórico y modelo de sociedades de posguerra
19
8 Principales explicaciones al fenómeno de las maras
26
9 Problema más importante del país 34
GRÁFICOS
1
2
3
4
5
6
Violencia y criminalidad6
Tasa de homicidios por cien mil habitantes, 2000 - 2013
7
Homicidios dolosos según sexo en El Salvador, 2005 - 2013
8
Homicidios dolosos según sexo en Honduras, 2005 - 2013
8
Investigaciones sobre maras y pandillas
20
Investigaciones sobre políticas anti-maras
21
PRESENTACIÓN
El Programa Regional Prevención de la Violencia Juvenil en Centroamérica (PREVENIR), es un programa
de cooperación técnica desarrollado en el marco de la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, impulsada por el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). El Programa es financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania y cofinanciado por el Gobierno de
los Países Bajos. Se implementa a través de la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit
GmbH (GIZ) en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua y su objetivo es fortalecer la articulación
intersectorial de las organizaciones e instituciones que trabajan en la prevención de la violencia a nivel
municipal, para contribuir a disminuir la violencia que afecta a la población joven.
Para prevenir la violencia es importante conocer sus causas, que en Centroamérica son múltiples y diversas. Desde hace más o menos una década, las ciencias sociales han desarrollado diferentes modelos
para explicar la violencia en Centroamérica, sobre todo en los países del llamado Triángulo Norte y Nicaragua. Cómo las investigadoras y los investigadores explican las causas, depende de cómo ven el fenómeno de la violencia y definen su objeto de estudio. En este sentido, algunos entienden que la violencia
en Centroamérica son los actos violentos que ejercen las maras, otros se enfocan en los delitos violentos
cometidos por el crimen organizado y algunos tratan de explicarla como hechos de violencia social que
suceden en los barrios y hogares. Tal como se observa en la primera parte del presente documento, no
existe una sola manera de caracterizar el fenómeno de la violencia en Centroamérica y las estadísticas
de violencia tampoco ofrecen una imagen homogénea, sino que abren un espacio de interpretación y
cuestionamiento. Como resultado, la manera de investigar las causas de la violencia con métodos cualitativos o cuantitativos es diferente, así como también las explicaciones que los investigadores ofrecen.
Con el objetivo de hacer uso de estas perspectivas académicas y las explicaciones que las ciencias sociales brindan, el Programa PREVENIR encargó en 2012 al investigador guatemalteco Otto Argueta y al
alemán Sebastian Huhn, la sistematización de los estudios más relevantes de Suramérica, Norteamérica
y Europa. Ellos revisaron la literatura concerniente, en español, inglés y alemán y organizaron bajo cinco
modelos, las explicaciones científicas de la violencia en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
De tal manera, al Programa PREVENIR, la sistematización le está sirviendo como insumo para un proceso
de capacitación sobre conceptos de violencia y prevención intersectorial, que se está realizando con
actores locales en varios municipios. En 2013, el documento de sistematización fue actualizado, para
que incluyera los más recientes estudios sobre la violencia en Centroamérica. Creemos que la Sistematización de los modelos explicativos de la violencia en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua es
además un insumo valioso para el debate sobre la violencia en Centroamérica y que en adición ofrece
pautas para diseñar medidas preventivas. La idea es ponerla a disposición de un público más amplio,
esperando que nutra discusiones críticas y productivas.
Rubeena Esmail
Directora
GIZ-PREVENIR
1
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
2
1.INTRODUCCIÓN
Hasta los años noventa el interés de las ciencias sociales hacia Centroamérica giró en torno a las guerras
civiles, los procesos de paz, la transición a la democracia y el autoritarismo. Así mismo, temas como la
pobreza y desigualdad social dominaron el interés
de las instituciones académicas dentro y fuera de la
región. No obstante la importante producción académica de ese momento, durante los últimos diez años
la región centroamericana ha despertado nuevamente el interés de académicos y analistas. Esta vez, la
mayor parte de los debates y las investigaciones han
girado en torno a la violencia y criminalidad en la
región.
lo tanto, sin claridad conceptual y empírica, las políticas para afrontar dichos fenómenos corren el riesgo
de generar efectos adversos. Un atentado político,
una ejecución, un asesinato por robo y un asesinato
por motivos sexuales son todos homicidios en primer término. Sin embargo, los cuatro actos criminales podrían tener muy poco en común acerca de sus
motivos, efectos, objetivos o legalidad en términos
judiciales, lo que significa también que la forma en
que el Estado y la sociedad enfrentan estos problemas no puede ser la misma para todos.
Este documento tiene como objetivo central sistematizar estudios académicos que persiguen explicar la
violencia en la región. En la primera parte se muestra la situación general de la criminalidad violenta en
Centroamérica, a partir de los datos estadísticos disponibles hasta el momento. La segunda parte presenta cinco modelos académicos que pretenden explicar
la violencia en Centroamérica. Estos modelos son
el resultado de la sistematización de las principales
investigaciones académicas sobre el problema de la
violencia en la región. Cada modelo aborda la violencia desde una perspectiva diferente y hace énfasis
en temas como por ejemplo, aspectos estructurales e
históricos, violencia juvenil (maras), tráfico de drogas
y crimen organizado, discursos sobre criminalidad y
las respuestas del Estado (políticas represivas, uso de
los militares en seguridad pública y seguridad privada). Los cinco modelos en su conjunto muestran la
amplia gama de explicaciones posibles del problema
de la violencia en Centroamérica, de ahí que éstos
son complementarios y se ajustan a diferentes niveles
de comprensión de la violencia.
El debate se concentró en la preocupación de que
si bien las transiciones democráticas de los años
noventa despertaron grandes expectativas en Centroamérica, rápidamente se observó que el problema de la violencia estaba lejos de disminuir y que,
por contrario, aumentó hasta el extremo que hoy
en día el Triángulo Norte centroamericano presenta
las cifras de homicidio doloso más altas del mundo.
Adicionalmente, el fenómeno de las pandillas –maras–, como también la violencia asociada al tráfico de
drogas, son temas que justificadamente preocupan a
políticos, académicos, la sociedad civil y organismos
internacionales.
Así como se persigue desde la academia entender las
causas y dinámicas sociales, económicas, culturales
y políticas de estos y otros fenómenos más, se pretende también evaluar críticamente la forma en que
los gobiernos reaccionan ante dichos problemas. Las
políticas represivas, el uso de militares en seguridad
pública y la “guerra contra las drogas” permiten observar la evolución y acción de las instituciones del
Estado y de la política en general, así como sus consecuencias para la sociedad entera.
Así, este documento parte del supuesto que abordar académicamente el fenómeno de la violencia
en Centroamérica, requiere abarcar tanto la dimensión cuantitativa como la cualitativa del fenómeno.
Respecto de la primera, por lo regular la principal
fuente de información son los registros estadísticos
producidos por las instituciones públicas. Esta es la
base de la mayor parte de análisis cuantitativos sobre
la violencia. Por otro lado, la dimensión cualitativa es
amplia y diversa en cuanto a métodos y fuentes de
información.
Desde el punto de vista académico, las causas de la
violencia y criminalidad son múltiples y no existe una
explicación simple o monocausal. La sola claridad en
la definición de los conceptos es de por sí compleja. Violencia y criminalidad son conceptos generales
usados para describir y explicar fenómenos muy diferentes en sus formas, motivos y consecuencias y, por
3
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Si bien las estadísticas criminales son la herramienta más usada por políticos, medios de comunicación, organismos internacionales y estudios académicos, es necesario tener presente el contexto en el que éstas se producen y
sus limitantes. De igual manera, los modelos explicativos que las ciencias sociales han desarrollado para abordar
la violencia no persiguen ser absolutos. Al contrario, éstos se complementan entre sí y se concentran en diferentes
facetas del fenómeno con el objetivo de abarcar su complejidad. La producción académica sobre la criminalidad
y la violencia en Centroamérica ha sido considerablemente abundante. Por esa razón, nos concentramos aquí en
algunos de los estudios teóricos y empíricos más importantes de los últimos años producidos por académicos y
centros de investigación de la región y del continente, así como Estados Unidos y Europa. Existe una diferencia
entre los estudios analizados en este documento y los estudios producidos dentro del campo político o técnico
que, si bien aportan abundante información, tienen la característica de no profundizar en las causas de los fenómenos. Esto se debe a que dichos estudios buscan ser descriptivos para así generar recomendaciones e incidir en
la generación de políticas públicas y reformas institucionales técnicas.
Para organizar el análisis de la literatura existente partimos de las principales preguntas que han guiado la producción académica. Entre otras ¿Cómo se pueden explicar las altas cifras de criminalidad y como se puede disminuir
y prevenir el problema? ¿Cómo se puede explicar, disminuir y prevenir el problema de las maras? ¿Cómo se puede
explicar, disminuir y prevenir el problema del tráfico de drogas y de la criminalidad organizada? ¿Cómo influyen
las medidas estatales y privadas –como la seguridad privada– en el problema? y ¿Cómo influye el discurso público
en el problema?
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
4
no generan tanta preocupación por el hecho de no
quebrantar ninguna ley vigente o bien por el hecho
de producirse a partir de una justificación legal. Por
ejemplo, la pena de muerte o la represión policial
contra una manifestación en las calles, si bien son
hechos violentos, están reguladas dentro de las leyes
de cada país. Así mismo, existen deportes violentos
como el boxeo y en algunos casos el fútbol o un concierto masivo, que pueden ser considerados como actos violentos pero que no constituyen un delito en sí.
2. SITUACIÓN DE
LA CRIMINALIDAD
VIOLENTA EN
CENTROAMÉRICA
2.1. Violencia, criminalidad y
criminalidad violenta - definiciones
La complejidad del problema de la violencia y criminalidad empieza por su definición. El uso del término “violencia” en Centroamérica ha sido fraguado,
fundamentalmente por su carácter más extremo, es
decir, por aquellas situaciones de extrema violencia
que captan la atención de los medios de comunicación. En la discusión pública, en la política y en los
medios de comunicación se usa el término violencia
para denominar una gama muy amplia y muy diferente de hechos. El homicidio doloso se utiliza como
referente casi exclusivo de la situación de violencia,
la cual está compuesta por una diversidad de actos
de agresión, muchos de los cuales no existen como
delito, han sido definidos como tal muy recientemente o bien pese a ser delitos no quedan plasmados en
los registros.
Así, el término violencia en general debe ser delimitado al momento de analizar lo que está sucediendo
en una sociedad, en la comunidad o el barrio para así
poder identificar con mayor claridad los problemas y
las causas de los hechos violentos.
Desde el punto de vista científico se persigue diferenciar entre los delitos violentos como homicidios
y otras violaciones a la integridad física y los delitos
no necesariamente violentos como el robo o las violaciones a las leyes que regulan el consumo de psicotrópicos. Es decir, la “violación” intencional a las
leyes, con o sin uso de violencia, cae dentro de lo
que se define como criminalidad. De ahí que en la
discusión pública, los actos que constituyen el fenómeno de la criminalidad tienen en común su carácter
“ilegal” en términos jurídicos, es decir, el común denominador entre ellos es que atentan contra las leyes
vigentes. Por esta razón, el término “criminalidad” es
más apropiado y más específico que el de violencia
en general, al momento de por ejemplo hacer uso de
las estadísticas ya que éstas reflejan actos criminales
y no de violencia.
El término violencia es difícil de definir y además de
medir en términos estadísticos. De manera general
y con el afán de delimitar su extensión, un primer
paso es entender la violencia como la violación intencional de la integridad física de otra persona.1 Un
segundo paso es considerar que la forma en que una
sociedad define y aborda el tema de la violencia y de
la criminalidad cambia constantemente. De ahí que
actos de violencia que antes no eran considerados
delitos, recientemente si lo son. Por ejemplo, la violencia intrafamiliar y la violencia infantil, así como la
violación y otras formas de violencia sexual no eran
consideradas delitos sino hasta hace pocas décadas
en diferentes países, sociedades y contextos. Por
otro lado, existen acciones sumamente violentas que
La mayoría de datos estadísticos, informes de instituciones públicas, medios de comunicación, trabajos
académicos y reportes internacionales en Centroamérica, abordan fundamentalmente la criminalidad
violenta. Por esta razón, los hechos violentos como
homicidios dolosos, secuestros, enfrentamientos entre pandillas o entre grupos armados del narcotráfico, sicariato, extorsión, entre otros, son los que reci-
1 En las ciencias sociales existen muy diferentes conceptos y definiciones de la violencia. El sociólogo alemán Heinrich Popitz se pronunció contra una
definición muy amplia del concepto de la violencia. El abogaba por una definición de la violencia como violación intencional de la integridad física de
otra persona (Popitz 1986). Esta definición permite excluir otras dimensiones como la “violencia estructural” de Galtung (1969) o la “violencia simbólica”
según Bourdieu (véase Schultheis 2008) que ameritan un tratamiento teórico y metodológico diferente. El sociólogo Johan Galtung definió la violencia
más amplia con el fin de incluir injusticia estructural en el concepto de la violencia. El sociólogo Pierre Bourdieu optó por el entendimiento de violencia
simbólica como mecanismo indirecto y no físico de represión social. Mientras estos conceptos claramente tienen su derecho teórico como político, en el
contexto de este documento más bien se apartan de lo esencial, de la violencia física y directa de una persona contra la otra. Como discusión de los
diferentes conceptos científicos de la violencia, véase Imbusch 2003.
5
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
ben mayor atención. Por otro lado, crímenes no necesariamente violentos como el hurto, el consumo de drogas y
el fraude, son por lo regular poco reportados y, por lo tanto, no son visibles en las estadísticas criminales. Existen
crímenes como el lavado de activos, el cohecho y la malversación de fondos que, a pesar de ser crímenes graves,
son relegados de los reportes oficiales sobre criminalidad debido a que no necesariamente implican violencia
física, entre otras razones.
El gráfico 1 visualiza la explicación anterior y muestra el punto de intersección entre violencia y criminalidad
denominada criminalidad violenta.
Gráfico 1: Violencia y criminalidad
Violencia
Criminalidad
Criminalidad
violenta
VIOLENCIA NO CRIMINAL
CRIMINALIDAD VIOLENTA
CRIMINALIDAD NO VIOLENTA
Por ejemplo:
⋅⋅ Pena de muerte
⋅⋅ Represión (legal) por la policía
⋅⋅ Autodefensa (legal)
⋅⋅ Boxeo (deportivo)
Por ejemplo:
⋅⋅ Homicidio
⋅⋅ Robo
⋅⋅ Violación
⋅⋅ Agresión
Por ejemplo:
⋅⋅ Hurto
⋅⋅ Abuso de drogas
⋅⋅ Fraude
⋅⋅ Corrupción
⋅⋅ Lavado de dinero
2.2. Homicidio doloso
Para comprender de mejor manera los alcances de las estadísticas en el análisis de la violencia y la criminalidad, es
importante destacar las diferencias e implicaciones que tienen los fenómenos criminales específicos al momento
de ser convertidos en un dato estadístico.
El homicidio doloso generalmente es el indicador estadístico más difundido en materia de criminalidad violenta. A pesar de las críticas sobre la forma en que los datos son recolectados y registrados, dichos datos son los
más significativos de todo el conjunto de estadísticas criminales. Además de los aspectos técnicos específicos, el
homicidio doloso recibe especial atención debido a su alto impacto en la sociedad. Adicionalmente, esos datos
permiten hacer comparaciones a nivel nacional e internacional acerca de la situación de la violencia criminal.
Por otro lado, desde el punto de vista técnico, la cifra oscura –que es la cantidad de hechos no reportados o
estadísticamente no registrados– es mucho más baja en el caso del homicidio doloso que en otras formas de
criminalidad violenta.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
6
Gráfico 2: Tasa de homicidios por cien mil habitantes, 2000 - 2013
100
90
Tasa de homicidios
80
70
El Salvador
60
Guatemala
50
Honduras
40
Nicaragua
30
20
2013
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
0
2000
10
Fuente: Elaboración propia con base en OEA 2012 (a partir de datos de las policías nacionales) (para 2000-2011 y para Honduras, 20002004); datos proporcionados por las policías nacionales de El Salvador y Guatemala (para El Salvador y Guatemala, 2012-2013); datos del
IUDPAS, véase www. iudpas.org (2.9.14) (para Honduras, 2005-2013); datos de la Policía Nacional de Nicaragua, véase www. policia.gob.
ni/cedoc (2.9.14) (para Nicaragua, 2012).
en los cuatro países. Ambos factores resaltan a través
de la comparación internacional. En Alemania la tasa
de homicidio doloso era de 0.8 en el año 2011, la tasa
más alta en el continente europeo era la de Rusia con
9.2. En Estados Unidos la tasa era de 4.7 en el año
2012 (UNODC 2014: 126-132).
El gráfico 1 muestra la cantidad y el desarrollo temporal de las tasas de homicidio doloso en Centroamérica entre los años 2000 y 2013, así como las diferencias entre los cuatros países. Se puede observar
claramente la diferencia entre Nicaragua, por un
lado, y El Salvador, Guatemala y Honduras por el
otro. La tasa de homicidios dolosos en Nicaragua es
comparativamente mucho más baja que en los otros
tres países. Además, se puede observar que la tasa en
Guatemala es más baja que en El Salvador y Honduras, al menos desde el año 2006. Adicionalmente, el
gráfico muestra que la tasa en Honduras es la única
que sube considerablemente desde el año 2005.
Los datos sobre homicidio doloso también permiten
extraer otro tipo de información valiosa para analizar
la criminalidad violenta en la región, por ejemplo,
el sexo y la edad de las víctimas. En El Salvador, en
2011, el 89 por ciento de las víctimas fueron hombres, en Nicaragua fue el 92.6 por ciento y en Honduras el 93.2 por ciento en el mismo año (UNODC
2014: 136). En Guatemala fue el 86 por ciento en el
2010 (OEA 2012: 21). Esta observación coincide con
situaciones similares en otros países.
Si bien las cifras pueden incluir errores al analizarlas
en detalle, no se puede dudar de la alta cantidad de
homicidios dolosos ni de su aumento generalizado
7
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Gráfico 3: Homicidios dolosos según sexo en El Salvador, 2005 - 2013
4000
Nº de homicidios
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
HOMBRES
3422
3484
3150
2831
3790
3430
3730
2264
2271
MUJERES
390
437
347
348
592
570
630
322
216
Fuente: Elaboración propia con base en FUNDAUNGO 2012 (a partir de datos del Instituto de Medicina Legal de El Salvador) (para 20052011); datos proporcionados por la PNC El Salvador (para 2012-2013).
Gráfico 4: Homicidios dolosos según sexo en Honduras, 2005 - 2013
Nº de homicidios
7000
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
HOMBRES
2042
2800
2967
4160
4902
5854
6592
6566
6121
MUJERES
175
202
295
313
363
385
512
606
636
Fuente: Elaboración propia con base en IUDPAS, véase www.iupdas.org (2.9.14).
De igual manera, los datos disponibles muestran la alta cantidad de adolescentes víctimas de homicidio doloso
en la región. La tabla 1 muestra el porcentaje de población joven en Centroamérica y el porcentaje de homicidios
dolosos cometidos contra este grupo de población. Esta información es sumamente valiosa en términos de prevención de la violencia ya que, al menos desde la perspectiva de las víctimas, este es el grupo más afectado y por
ende, las medidas preventivas deben estar orientadas fundamentalmente hacia dicho grupo.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
8
Tabla 1: Víctimas de homicidio doloso de edad entre 15 y 24 años
País
Porcentaje de la población total entre
15 y 24 años
Porcentaje de víctimas de homicidio
doloso entre 15 y 24 años
El Salvador (2008)
19%
31%
Guatemala (2010)
20%
27%
Nicaragua (2008)
22%
27%
Fuente: OEA 2012.
Finalmente, los datos de homicidio también permiten observar el uso de armas de fuego en la ejecución de este
tipo de delito en la región. La mayoría de homicidios dolosos cometidos en El Salvador, Guatemala y Honduras
han sido con de armas de fuego.2 En Nicaragua, si bien el dato es menor, el uso de armas de fuego es aún significativo (tabla 2).
Tabla 2: Homicidios dolosos cometidos por armas de fuego
País
%
El Salvador (2012)
62%
Guatemala (2010)
84%
Honduras (2012)
83%
Nicaragua (2010)
52%
Fuente: OEA, véase http://www.oas.org/dsp/espanol/cpo_observatorio.asp (2.9.14).
2.3. Distribución territorial de los homicidios dolosos
Por lo general, cuando se hace referencia a la cantidad de homicidios dolosos o a la tasa de homicidios por cien
mil habitantes, se habla de números a nivel nacional. Sin embargo, el homicidio presenta importantes variaciones
territoriales que permiten identificar con claridad los lugares en donde dicho crimen tiene mayor incidencia y de
ahí, tratar de establecer las causas de dicho fenómeno.
Si bien la unidad del territorio nacional es bien justificada por diferentes motivos: cuentan las mismas leyes y las
mismas acciones políticas en términos de control del crimen y prevención entre otros, la violencia también tiene
fluctuaciones espaciales y depende de factores más locales. Es decir, los factores socio-espaciales juegan un papel
importante para la investigación de la violencia así como para su prevención. Esta situación tiene implicaciones
en el análisis de los factores de riesgo y protección, así como en la evaluación de éxitos y fracasos de las medidas
de control y prevención.
Las tablas 3 y 4 muestran el ranking departamental según número de homicidios en El Salvador y Honduras en el
año 2013. Estos datos permiten identificar las diferencias a la interioridad de cada país, lo cual podría ser la base
para un análisis más detallado de las características particulares de cada región.
En El Salvador, es importante destacar las enormes diferencias entre la cantidad más alta, concentrada en San
Salvador y la más baja, concentrada en Morazán. Estos datos muestran cómo el centro urbano suele ser más propenso a la comisión de homicidios.
2 Con frecuencia, en la discusión pública no se analiza suficientemente la relación entre la existencia de armas de fuego y la violencia. Es necesario
tomar en cuenta que la sola existencia de un arma no explica en sí su uso en un acto de violencia. Por ejemplo, la cantidad de armas de fuego por
número de habitantes es mucho más alta en Suiza y Finlandia que en Centroamérica (Graduate Institute of International Studies 2007).
9
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Tabla 3: Ranking departamental según número de homicidios en El Salvador en 2013
Posición
Departamento
Número de Homicidios
1
San Salvador
781
2
La Libertad
233
3
La Paz
192
4
Santa Ana
180
5
Usulután
177
6
Sonsonate
175
7
San Miguel
146
8
Cuscatlán
145
9
La Unión
120
10
Ahuachapán
95
11
Cabañas
85
12
San Vicente
77
13
Chalatenango
52
14
Morazán
41
Total
4,360
Fuente: IUDOP 2014 (a partir de datos de la PNC El Salvador).
La misma situación se presenta en Honduras, en donde los departamentos Cortés y Francisco Morazán presentan
los índices más altos de homicidios. En éstos departamentos están situadas las dos ciudades más grandes del país,
San Pedro Sula y Tegucigalpa respectivamente.
La distribución territorial es fundamental tanto en materia de interpretación de los datos, como en lo relativo a la
prevención de la violencia. Esto requiere profundizar en los contextos de cada región y ubicar las áreas al interior
de cada departamento en donde se cometen la mayoría de los homicidios.
Tabla 4: Ranking departamental según número de homicidios en Honduras en 2013
Posición
Departamento
Número de Homicidios
1
Cortés
2253
2
Francisco Morazán
1171
3
Yoro
612
4
Atlántida
492
5
Comayagua
354
6
Santa Bárbara
329
7
Olancho
305
8
Colón
260
9
Copán
238
10
Lempira
170
11
Choluteca
132
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El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
10
12
Ocotepeque
114
13
El Paraíso
97
14
Intibucá
61
15
Gracias a Dios
54
16
La Paz
54
17
Valle
37
18
Islas de la Bahía
24
Total
6,757
Fuente: IUDPAS, véase www.iudpas.org (2.9.14).
2.4. Otras formas de criminalidad violenta
Tal como se mencionó anteriormente, los datos disponibles sobre homicidio doloso en Centroamérica, si bien poseen limitaciones, son a pesar de eso los datos más confiables. Lo contrario sucede con los datos sobre otras formas de criminalidad violenta. Los datos son registrados de formas muy diferentes en cada país, lo cual representa
una gran limitación para la comparación. Presentamos algunos datos de El Salvador y Honduras, para esbozar a
modo de ejemplo el panorama de la criminalidad y de la violencia, aparte de los homicidios.
La tabla 5 muestra la sistematización de información disponible sobre delitos a nivel nacional en El Salvador y
presenta una división entre los delitos contra el patrimonio que incluye robo, hurto, robo de vehículo, hurto de
vehículo, robo y hurto de vehículo con mercadería.
Tabla 5: Número y tasa de delitos contra el patrimonio a nivel nacional en El Salvador, 2007-2013
Delitos
contra el
patrimonio
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Robo
6,674
6,278
6,301
5,366
5,769
5,521
5,346
Hurto
9,643
9,830
9,869
9,629
10,871
10,254
9,268
Robo de
Vehículos
1,421
1,179
1,215
999
1,095
838
1,082
Hurto de
Vehículos
1,998
2,031
2,159
2,312
2,476
2,301
2,492
Robo y
hurto de
vehículo con
mercadería
468
334
331
239
161
161
149
Total
20,204
19,652
19,875
18,545
20,372
19,075
18,337
Fuente: FUNDAUNGO 2012 (a partir de datos de la PNC El Salvador y DIGESTYC) (para 2007-2011); datos proporcionados por la PNC El
Salvador (para 2012-2013).
En el caso de Honduras, el acceso a datos sistematizados es más difícil. Los datos disponibles están disgregados y
dispersos. La tabla 6 muestra un conjunto de diversos delitos, agrupados por el tipo de denuncia interpuesta en
el Ministerio Público por el año 2010.
11
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Tabla 6: Varios delitos en Honduras en 2010
Delito
Número
Robo
18,569
Violencia doméstica
10,310
Homicidio
7,234
Amenaza
5,353
Niñez en situación de riesgo social
5,274
Hurto
4,478
Lesiones
3,274
Robo de vehículos terrestres, naves aéreas, buques
2,838
Violencia intrafamiliar
2,779
Daños
2,606
Estafa
2,144
Usurpación de bien inmueble o Derecho real
1,431
Investigar delito
1,334
Otros fraudes
1,323
Abuso de autoridad
1,228
Total
70,175
Fuente: Informe de acciones del Ministerio Público, 2010.
Como se puede observar, las formas de registro y catalogación de los datos sobre criminalidad es sumamente
diferente en cada uno de los países de la región. Esto representa un problema no solo a nivel comparativo, sino
en relación a la percepción de la violencia criminal y sus consecuencias en la sociedad. No obstante, si bien las
estadísticas de criminalidad por sí solas no explican nada acerca de las causas y los mecanismos de los fenómenos
de criminalidad, éstas ayudan al planteamiento de preguntas científicas precisas y urgentes. Preguntas que aún no
están suficientemente respondidas por las ciencias sociales, pero que juegan un papel importante para entender,
prevenir y combatir la violencia en Centroamérica, como por ejemplo:
• ¿Por qué tiene Centroamérica tasas tan altas de homicidio doloso?
• ¿Por qué las tasas de homicidio doloso son considerablemente más bajas en Nicaragua, a pesar de ser un
país más pobre que El Salvador, Guatemala y Honduras y de que los cuatro países tienen ciertos problemas
comunes, como el tráfico de drogas, alta cantidad de armas de fuego, historia de regímenes autoritarios y de
guerras civiles?
• ¿Qué explica que Honduras tiene actualmente las tasas más altas de homicidio doloso en la región y en el
mundo?
• ¿Por qué es tan alto el porcentaje de víctimas de homicidio entre jovenes?
• ¿Cuál es la relación entre la existencia de armas de fuego y la violencia?
• ¿Cómo se puede explicar que la violencia es más alta en algunos lugares que en otros dentro del mismo país,
aunque estos lugares sean similares en términos socio-económicos?
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
12
otras acciones es mucho más difícil. Por ejemplo, la
denuncia de un delito puede ser objeto de calumnia
(como en el caso de estafa de seguros), o bien puede no ser reconocido como delito por los tribunales
después de un proceso judicial. Además, suele transcurrir mucho tiempo entre la denuncia de un delito
y su reconocimiento o rechazo por los tribunales. Es
decir, las estadísticas siempre cambian con el paso
de tiempo.
2.5. Recuadro: Carácter, Utilidad
y límites de las estadísticas de
criminalidad
Las estadísticas oficiales de criminalidad son la única
fuente existente para la evaluación de la criminalidad
y de su variación interanual y espacial. No obstante,
en el debate público la interpretación de las estadísticas de criminalidad a menudo cae en diversas trampas de interpretación y de comparación histórica e
internacional. Por estas razones, es necesario aclarar
brevemente qué son las estadísticas de criminalidad
(véase por ejemplo Maguire 2002; Muncie 1996,
2004; Young 2004, 2011. Para Centroamérica véase
Huhn 2012).
También es necesario diferenciar entre distintos tipos
de estadísticas criminales. En primer lugar están las
estadísticas sobre denuncias de delitos y las estadísticas sobre reconocimiento de delitos por parte de la
policía o los tribunales. En segundo lugar están las
estadísticas sobre crímenes reconocidos por tribunales y las estadísticas de víctimas. Finalmente, existen
las estadísticas que se refieren al esclarecimiento
oficial de delitos. Cada sistema de estadísticas varía
entre sí y varía de país a país. Esto supone un panorama sumamente complejo al momento de comparar y
tomar una dimensión real de lo que verdaderamente
está sucediendo en el país.
En la mayoría de países es la policía –incluyendo la
medicina forense y las fiscalías– y los tribunales quienes colectan los datos sobre crímenes denunciados,
descubiertos o sentenciados durante un año. Estas
estadísticas no reflejan la criminalidad “real”, sino
más bien documentan el trabajo de las instituciones
en la recolección de los datos. Así, las estadísticas
de criminalidad no son estadísticas científicas –elaboradas por motivos científicos– sino más bien, son
informes laborales de instituciones estatales (véase
Cremer-Schäfer 1998).
Adicionalmente, existen limitaciones de carácter técnico en las estadísticas sobre crímenes. Cada delito
registrado estadísticamente, necesita de personas
que descubren y registran dichos delitos. Este problema está relacionado con el número total de policías en un país, el número de personas dedicadas al
registro estadístico y de personal jurídico, así como
su distribución espacial.3
Lo que frecuentemente es ignorado, es que el problema principal es la llamada cifra oscura de la criminalidad. La cifra oscura describe el número de delitos no
reportados o de casos no descubiertos por la policía
o no confirmados por los tribunales (para una discusión más detallada véase Huhn 2012, 87-91).
La presencia policial en este contexto, puede tener
una función central en el aumento de infracciones
registradas. Cuando no hay policías disponibles, las
personas cometen muchas infracciones jurídicas entre sí, que quedan sin saberse y no son registradas.
Un ejemplo de ello es el aumento en el registro del
consumo de psicotrópicos. En conclusión, cuando
aumenta la presión política por el control de un determinado delito, aumenta también su registro activo
por parte de los agentes de policía y eso se manifiesta
en las estadísticas criminales.
En principio, solamente es posible elaborar estadísticas exactas de criminalidad después de mucho tiempo porque, en última instancia, los tribunales son la
única institución legitimada para definir si un acto
constituyó un crimen o no. Por lo regular, hay menos
duda en términos de recolección de datos estadísticos cuando se trata de homicidios dolosos, especialmente cuando ha habido uso de armas de fuego.
La determinación exacta de un delito en el caso de
3 En la sociología y criminología alemanas, este fenómeno entró en debate bajo el título de el “síndrome de Lüchow-Dannenberg” (Nissen 2003: 121).
Durante los años noventa, la presencia policial en el pueblo Lüchow-Dannenberg en Alemania aumentó debido a la existencia de un centro de almacenamiento de desechos nucleares en dicho lugar. Esto provocó que el pueblo se convirtiera en el centro de las protestas contra la producción de energía
nuclear. Paralelamente, la cantidad registrada de contravenciones a la ley aumentó extraordinariamente. Los estudios lograron demostrar que el número
de delitos no se había expandido antes simplemente porque había menos supervisión policial.
13
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
En este contexto y relacionando lo anterior con el
caso centroamericano, se hace necesario tomar en
cuenta los enfoques principales del trabajo policial.
En los últimos años, el procesamiento penal de la
criminalidad juvenil y del tráfico de drogas ha sido el
centro del trabajo de la policía, contando con el apoyo de la cooperación internacional para el desarrollo.
Desde el punto de vista científico, no sorprende que
en ese contexto, se reporten más delitos asociados
a delincuencia juvenil y consumo de drogas ilícitas.
Visto así, no es posible responder a cabalidad si la
cantidad de esos delitos aumentó o si se han reportado más de esos delitos en comparación con otros
tiempos en que el trabajo policial estaba orientado
hacia otros objetivos.
privado. Consecuentemente, la denuncia por delitos
sexuales o por maltrato de niños fue considerablemente baja. Factores tales como cambios en las leyes,
el aumento de la sensibilidad pública y la atención
social hacia este problema contribuyeron al aumento
en la denuncia de este tipo de violencia lo que se
reflejó en las estadísticas criminales posteriores. Este
proceso histórico hace difícil la comparación de las
estadísticas en términos temporales, por lo menos al
largo plazo.
Otra limitación se refiere finalmente a la historia de
las instituciones centroamericanas. Debido a que las
estadísticas criminales son reportes del trabajo de las
instituciones y debido a que estas instituciones tienen el monopolio en la producción de esa información, la interpretación de las estadísticas criminales
depende entonces de las mismas instituciones estatales. Si bien son las instituciones públicas quienes
tienen la legitimidad en la producción del dato estadístico, es importante que su interpretación y control
esté abierto a diferentes actores de la sociedad civil
y la academia. De lo contrario, se corre el riesgo de
caer en un círculo vicioso en el que, generalmente,
las instituciones usan las estadísticas para justificar
la demanda de fondos o de personal o para presentar éxitos en la lucha contra el crimen ( Young 1988:
164). El carácter no democrático de las instituciones
estatales antes y durante las guerras civiles, disminuye la credibilidad de sus estadísticas criminales.
También se puede inferir que durante los conflictos
armados, muchos crímenes políticos no fueron incorporados en las estadísticas oficiales. Los reportes
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de
Guatemala, por ejemplo, demuestran este problema
muy claramente.
Finalmente, la interpretación de las estadísticas de
criminalidad también debe ser cuestionada desde
un punto de vista histórico y normativo. La primera limitación tiene que ver con el discurso público
sobre criminalidad. Las estadísticas criminales están
fuertemente influenciadas por la atención pública a
la criminalidad, así como por su interpretación como
problema social en general y especialmente sobre
ciertos tipos de delincuencia, como lo es la delincuencia juvenil, por ejemplo. Cuando el tema de la
criminalidad tiene importancia en la política o en el
discurso público y es así mismo amplificado por los
medios de comunicación, las personas generalmente
tienden a reforzar sus sentimientos como víctimas
de un delito y consecuentemente, tienden a denunciar más delitos a la policía. Esta situación no cuenta
tanto para delitos graves como el homicidio doloso,
pero sí para otros actos criminales como el hurto, el
vandalismo, la extorsión o la violencia intrafamiliar.
La segunda limitación tiene que ver con el hecho de
que la interpretación de ciertos tipos de delitos como
delincuencia, depende en gran medida de las leyes
existentes y de su historicidad. Un ejemplo de ello
es la violencia contra las mujeres y contra la niñez.
Hasta hace poco tiempo, en el discurso público y en
algunos casos en las leyes mismas, el maltrato y la
agresión contra las mujeres y los niños era interpretado como un problema de tipo personal y por lo tanto
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Para resumir, es importante señalar que el valor informativo de las estadísticas de criminalidad generalmente tiene límites muy graves y su interpretación
requiere de un alto nivel de crítica en términos técnicos y políticos.
14
Se presentan aquí cinco modelos de análisis de la
violencia criminal en Centroamérica y en especial del
Triángulo Norte. Si bien es posible que otros modelos puedan ser identificados, se tomó como criterio
para la selección de estos cinco el brindar un panorama general y diferenciado sobre las grandes líneas de
análisis del problema en la región. Así, cada modelo
explica una parte del problema y su análisis en conjunto permitirá una visión de la complejidad multicausal de la violencia en la región.
3. MODELOS
EXPLICATIVOS DE
LA CRIMINALIDAD
VIOLENTA EN
CENTROAMÉRICA
3.1. Introducción
En primer lugar se aborda la perspectiva histórica, la
cual persigue brindar explicaciones a partir del análisis de los fenómenos en el tiempo. La criminalidad
actual es explicada a partir del concepto de la violencia pública, el cual permite observar el fenómeno
de forma más amplia y continua en el tiempo. Este
modelo persigue identificar, además de los orígenes
estructurales de la violencia, la forma en que ésta es
reproducida a través de los años y más allá de los
cambios en los gobiernos y contextos políticos.
Esta sección presenta de manera sistemática, diferentes perspectivas de análisis de las ciencias sociales
sobre la violencia criminal en Centroamérica. Los
modelos académicos propuestos por las ciencias sociales, no persiguen brindar explicaciones totales o
monocausales a un fenómeno tan complejo como la
criminalidad. Se busca entonces, generar explicaciones coherentes sobre aspectos específicos del problema, con base en el uso de métodos y herramientas
analíticas válidas y sobre todo comprobables.
En segundo lugar se presenta el modelo que explica
la violencia en la región, producto del análisis de la
violencia pandillera, específicamente el análisis del
fenómeno de las maras como principal causa de la
violencia criminal en el Triángulo Norte centroamericano. Las pandillas juveniles y las maras han captado
la atención de los medios de comunicación, del discurso político y de las organizaciones internacionales. Las ciencias sociales también se han interesado
por este fenómeno, tanto para brindar explicaciones
como para evaluar críticamente las acciones tomadas
por los gobiernos y la comunidad internacional.
Durante los últimos quince años, se ha producido en
la región una considerable bibliografía especializada
en estos temas. A pesar de los límites ya mencionados
de las estadísticas criminales, las investigaciones hacen uso de diferentes métodos para explicar, desde
múltiples perspectivas, el problema de la violencia
criminal, sus diversas formas de expresión, sus causas históricas, sociales y estructurales y la pregunta
cómo se puede prevenir y combatir el problema.
Si bien los modelos aquí presentados buscan brindar
herramientas para el análisis de la violencia en Centroamérica, cada uno lo hace desde diferentes perspectivas y con diferentes énfasis. Los modelos son
el resultado de la sistematización de las principales
investigaciones existentes en y sobre la región. Las siguientes preguntas sirvieron de guía para identificar
cuál es el centro de análisis de cada modelo: ¿Cómo
se pueden explicar las altas cifras de criminalidad y
cómo se puede disminuir y prevenir el problema?
¿Cómo se puede explicar, disminuir y prevenir el
problema de las maras? ¿Cómo se puede explicar,
disminuir y prevenir el problema del tráfico de drogas y de la criminalidad organizada? ¿Cómo influyen
las medidas estatales y privadas –como la seguridad
privada– en el problema? y ¿Cómo influye el discurso
público en el problema?
En tercer lugar se presenta el modelo que explica la
violencia a partir de la influencia que el tráfico de drogas y la criminalidad organizada tienen, tanto en su
producción como en su aumento. Este es otro ámbito que ha motivado el interés de las ciencias sociales
por la región centroamericana. Durante los últimos
veinte años se ha observado el aumento de la actividad de grupos criminales ligados al tráfico de drogas
y otras actividades criminales organizadas, como el
lavado de dinero, el tráfico de armas y de personas.
Ha llamado la atención la forma en que los gobiernos
nacionales han adoptado medidas de seguridad ante
el problema y la influencia que las presiones internacionales tienen en este tipo de políticas. Este modelo
15
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
busca explicar la alta vulnerabilidad de la región ante
la influencia que la criminalidad organizada, tanto
nacional como internacional, tiene en el fenómeno
de la violencia.
El modelo histórico
Las explicaciones históricas son usadas recurrentemente para argumentar que la violencia tiene causas
estructurales y de larga duración en las sociedades
centroamericanas, que existen ciclos de mayores o
menores niveles de violencia y que unas formas de
violencia son más intensas que otras en diferentes
momentos de la historia. No obstante esos argumentos son válidos, las explicaciones existentes tienden
a ser muy generales y limitadas en cuanto a la información empírica que las sustenta. Esto se debe
fundamentalmente a que una explicación histórica
requiere disponer de una gran cantidad de fuentes
de archivo y el trabajo continuo de muchos años.
En cuarto lugar se aborda el modelo que se enfoca
en las respuestas estatales y sociales al fenómeno de
la criminalidad, es decir, la forma en que el Estado
y la sociedad reaccionan ante el problema de la violencia criminal y las consecuencias que esto genera.
En Centroamérica se ha observado que las acciones
de los gobiernos impactan de manera diferenciada,
tanto en la criminalidad en sí, como en la sociedad
en general. Los actores privados, entendidos como
los ciudadanos en general, están relacionados con
la criminalidad tanto como victimarios, por el hecho
que los criminales también son ciudadanos, y como
víctimas tanto directas como indirectas. De esta situación y de la interrelación con las instituciones del
Estado, surgen aspectos que llaman la atención de las
ciencias sociales, tales como la proliferación de la seguridad privada y la organización vecinal para luchar
contra el crimen.
Para reducir la excesiva generalización, una estrategia
metodológica en la investigación histórica, es abordar el problema a partir de la violencia pública como
concepto delimitado temporalmente. Se persigue
entonces, identificar de qué forma, el uso de la violencia pública ha tenido una función central dentro
del conjunto de relaciones políticas que dieron lugar
y que han hecho posible la formación del Estado en
Centroamérica, desde las últimas décadas del siglo
XIX.
Finalmente, se aborda el modelo del discurso público sobre la criminalidad. Este modelo persigue analizar la influencia que el discurso público tiene en la
forma en que la criminalidad es definida como un
problema social y con ello, los efectos que produce
la forma en que la sociedad y los gobiernos hacen
frente al fenómeno.
Para los historiadores es importante evitar que la
definición de criminalidad, tal como la entendemos
hoy, sea una limitación. Es decir, visto a lo largo del
tiempo, las acciones que se estudian podrían no haber sido consideradas como criminales en el pasado,
pero son, al final de cuentas, acciones de violencia.
Muchas acciones que hoy son consideradas como crímenes, años atrás no lo eran y por lo tanto tampoco
existían datos al respecto. Por eso, en el modelo histórico las acciones violentas se analizan de una forma
más general, para poder de ahí obtener explicaciones
para las acciones criminales modernas.
3.2. El modelo histórico y la sociedad de posguerra
Existen pocas investigaciones que brindan explicaciones causales de la violencia y la criminalidad en
Centroamérica. Dada la complejidad del fenómeno
(o mejor dicho de los fenómenos que forman parte del problema general de la violencia), pretender
identificar causas generales ha supuesto un arduo
y muchas veces infructuoso trabajo. Hasta este momento, es posible identificar el predominio de dos
tendencias de explicación dentro de la perspectiva
histórica sobre las causas de la violencia en la región.
La primera es lo que se conoce como el modelo histórico, que busca encontrar causas estructurales de
largo plazo y la segunda el modelo de la sociedad de
posguerra, más ligado a la historia reciente.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
En el modelo histórico se entiende por violencia
pública, todas aquellas acciones violentas –criminales o no– que son realizadas por agentes del Estado, grupos guerrilleros, facciones políticas armadas,
escuadrones de la muerte, ejércitos privados, entre
muchos otros. No obstante, al analizar históricamente estas acciones, las divisiones que se crean entre
una y otra forma de violencia pierden claridad.
16
El carácter público de la violencia desde el punto de
vista histórico, radica en primer lugar en la amplia visibilidad de las acciones violentas. En segundo lugar,
en el potencial que las acciones de violencia tienen
para afectar grandes cantidades de personas y, en tercer lugar, en los vínculos directos o indirectos que las
acciones de violencia tienen con el Estado (Holden
2004).4 Visto así, los historiadores van más allá de la
limitación temporal que impone la división entre acciones delictivas –porque violan una ley vigente– y
acciones violentas no delictivas.
y la conservación del poder político dependen del
conjunto de relaciones que se establecen con actores privados, grupos subalternos y con otros grupos
políticos. La violencia pública sirve, en ese contexto,
para garantizar la conservación del poder político de
un grupo frente otro, o bien, al interior del mismo
grupo gobernante.
Las principales investigaciones dentro de este modelo han identificado que desde finales del siglo XIX, el
acceso al poder político dependió de un conjunto de
prebendas y beneficios privados, ofrecidos a cambio
del apoyo político a las autoridades. Los gobiernos
liberales de finales de ese siglo, lograron estabilizar
a los nacientes estados centroamericanos, a través
del uso de ejércitos nacionales, en parte integrados
por tropas mercenarias y de la policía. La violencia
pública se llevó a cabo tanto desde el Estado hacia
los grupos subalternos, como también desde el grupo gobernante contra otros grupos competidores.
En ese momento, los caudillos no solo eran líderes
políticos locales, sino que contaban con ejércitos privados dispuestos a luchar por el poder político frente
a otro caudillo, ya fuese del mismo país o bien de un
país vecino.
El planteamiento central de este modelo, es que el
uso y control de la violencia pública, ha sido un mecanismo central en la forma en que se han establecido las relaciones políticas en Centroamérica. Estas
relaciones existen entre las personas privadas y la
clase política, así como también entre las personas
privadas entre si y entre diferentes grupos de la clase
política entre sí. Esto incluye las relaciones que se establecen entre los grupos subalternos (campesinos,
obreros, minorías étnicas, población pobre y excluida, etc.) y entre éstos y los grupos políticos. Para los
historiadores la violencia pública ha tenido una función central en el sostenimiento del orden político y
social en Centroamérica, incluyendo el tipo de relaciones económicas y de dominación. Esta situación
se puede observar en diferentes momentos de la historia política de la región. De ahí que se argumente
que la continuidad de la función de la violencia pública y la forma en que ésta se reproduce explica, en
gran medida, la violencia y criminalidad actual en la
región. Según el modelo, ese largo proceso histórico
ha creado las bases sociales, políticas y económicas
de la violencia criminal de hoy en día.
De igual manera, el uso de la violencia sirvió para
garantizar el orden económico, así como también
el orden político. Durante los años treinta del siglo
XX, la crisis económica mundial agudizó la vulnerabilidad del modelo agroexportador y condujo al establecimiento de fuertes dictaduras y regímenes autoritarios para conservar el orden social. Las fuerzas
de seguridad pública se concentraron en la represión
de la oposición política y de los grupos subalternos.
Fue en este contexto en que ocurrió la matanza de
campesinos salvadoreños en 1932, o las férreas dictaduras de Jorge Ubico en Guatemala, Maximiliano
Hernández Martínez en El Salvador y Tiburcio Carías
en Honduras. Posteriormente en esta misma línea,
surgió la larga dinastía familiar de los Somoza en Nicaragua.
El modelo histórico plantea que tanto actores privados como actores estatales, han hecho uso excesivo
de la violencia pública para estabilizar relaciones
políticas patrimoniales. Por relaciones patrimoniales
se entiende el brindar apoyo a un determinado grupo político, con el propósito de obtener a cambio
beneficios particulares, que el control del Estado y
de las instituciones provee. Es decir, que el acceso
Durante la segunda mitad del siglo XX, el uso de la
4 Este modelo de análisis fue desarrollado principalmente por el historiador norteamericano Robert Holden en su libro “Armies Without Nations: Public
Violence and State Formation in Central America, 1821-1960” (Ejércitos sin naciones: violencia pública y formación del Estado en Centroamérica, 18211960) del año 2004. Otros trabajos de importancia en esta línea son los escritos por William Stanley “The Protection Racket State: Elite Politics, Military
Extortion, and Civil War in El Salvador” (El Estado extorsionador: políticas elitistas, extorsión militar y guerra civil en El Salvador) (1996) y el libro de
Patricia Alvarenga “Cultura y ética de la violencia: El Salvador, 1880 – 1932” escrito en 1996.
17
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
violencia pública alcanzó niveles extremos, especialmente durante los conflictos armados en El Salvador,
Guatemala y Nicaragua. Honduras no tuvo conflicto
armado como los otros países, pero conservó el patrón represivo y violento por parte del Estado, las élites económicas y actores subalternos, que reprodujeron el uso de la violencia pública. En este contexto,
además de los Ejércitos y grupos guerrilleros, la violencia pública también fue ejercida por organizaciones paramilitares tales como las Patrullas de Autodefensa Civil en Guatemala y ORDEN en El Salvador,
entre otros. Durante este período, grandes grupos
de población civil fueron vinculados a la violencia
pública, tanto como víctimas de uno u otro bando
en conflicto, o bien como perpetradores de violencia.
La sociedad de posguerra
Sobre la base del modelo histórico, algunas investigaciones observan que ciertas estructuras sociales,
políticas y económicas no fueron sustancialmente
alteradas por los conflictos armados ni después de la
firma de los acuerdos de paz. Esto parte del supuesto que el fin de los conflictos armados inaugura una
etapa de cambio en las sociedades, de tal manera que
una sociedad de posguerra adquiere un conjunto de
características específicas que la diferencian de otros
períodos y de otras sociedades. Para este grupo de investigaciones, la sociedad de posguerra y los problemas y retos que ella implica, explican en gran medida
la situación actual de violencia y criminalidad en la
región. Esto se debe a que una sociedad de posguerra no solamente tiene que lidiar con los problemas
no resueltos a través de los conflictos armados, sino
también, con las consecuencias de éstos, es decir, la
polarización y fragmentación social, el gran número
de víctimas, los grupos armados remanentes, la gran
disponibilidad de armas en la sociedad, ejércitos y
policías vinculados a violaciones de derechos humanos e instituciones débiles, entre otros aspectos más.
Ocurrió entonces que la violencia pública se expandió por todos los ámbitos sociales, mientras que la
capacidad del Estado de controlar su uso fue cada vez
más limitada. Sin embargo, los años de los conflictos
armados, si bien con altos grados de intensidad, no
son la excepción del uso histórico de la violencia pública. Hubo una mayor concentración e intensidad
de un tipo de violencia, la conocida como violencia
política por sus supuestas motivaciones, pero el uso
de la violencia pública para conservar o bien acceder
al poder político, ya era una constante en la historia
de la región.
Desde esta perspectiva se argumenta que el final de
la guerra en Centroamérica es, o pudo haber sido,
un cambio de rumbo en la trayectoria histórica de la
región. Así, se esperó que los procesos liberales de
construcción de la sociedad democrática, que implicaron la liberalización económica, la apertura política
y el final de la confrontación armada, conllevaran a
la democratización y el desarrollo en la región. Sin
embargo, la existencia de fuertes continuidades
históricas como las presiones internacionales en la
región, los orígenes históricos, sociales y culturales,
los legados de la violencia y los procesos de paz, han
sido frenos para la democratización y han generado
condiciones para el aumento de la criminalidad y la
violencia (Kurtenbach 2010).5
Ese tipo de constantes es justamente uno de los
puntos centrales que el modelo histórico pretende
analizar. Al mismo tiempo que se pregunta sobre las
causas de ese uso recurrente de la violencia pública,
se pregunta sobre aquellos aspectos que explican su
cambio, su aumento o su reducción.
Desde el punto de vista histórico se puede finalmente
mencionar, algunas obras recientes de historiadores
que reconstruyeron la violencia criminal en el siglo
XIX y en la primera mitad del siglo XX en Centroamérica. Esas obras prueban empíricamente que la
extensa violencia criminal existía en Centroamérica
desde hace siglos (véase por ejemplo Herrera 2007,
2011; Linares 2011; Moodie 2005; Moreno 2011).
Complementariamente, desde el punto de vista de la
ciencia política y la economía política, se argumenta
que la violencia y la criminalidad en Centroamérica
se explican como el resultado de la existencia de es-
5 La autora analiza un conjunto de factores que explican la continuidad de la violencia en la región y argumenta que los procesos de transformación
política inacabados y la permanencia de problemas estructurales explican, en gran medida, la violencia actual en la región. Al mismo tiempo, Kurtenbach
analiza el rol que las presiones internacionales tienen al momento de introducir modelos políticos y económicos que aumentan las tensiones ya bastante
débiles, que los Estados deben afrontar (Kurtenbach 2010).
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
18
tructuras sociales y económicas, que en determinadas circunstancias ejercen presión social que puede conducir a
actitudes violentas. Estas estructuras son, entre otras, el carácter híbrido de los regímenes políticos (democracias
con fuertes estructuras autoritarias) y la estructura rentista de las economías que produce altos niveles de desigualdad y pobreza. Al mismo tiempo, la debilidad o inexistencia de estructuras de impedimento, se convierte en
un estímulo para el surgimiento de la violencia. Entre estas estructuras se pueden mencionar el bajo desempeño y
el carácter represivo de las fuerzas de seguridad, precariedad del sistema penitenciario y la escasa independencia
judicial (Zinecker 2007a, 2007b, 2008, 2013).6 En el caso de El Salvador, Guatemala y Honduras, se identifica que
la introducción de nuevas rentas, generadas fundamentalmente por las remesas, la maquila y el narcotráfico, han
aumentado la presión que de por sí ejercen en las ya existentes estructuras de desigualdad y exclusión, generando
escenarios de alta violencia criminal.
Estos modelos explicativos permiten identificar causas en el nivel macro-económico y social. El aporte que realizan es que explican el contexto en el cual la violencia se desarrolla y las fuerzas estructurales que lo han condicionado en la sociedad de posguerra.
Tabla 7: Modelo histórico y modelo de sociedades de posguerra
Tema central de la
explicación
Factor explicativo
Valor explicativo
Perspectiva científica
Violencia pública y
formación del Estado
Función de la
violencia pública
en las relaciones
políticas
patrimoniales
-Visión amplia y continua de la violencia
pública, su visibilidad, efectos en la sociedad
y sus relaciones directas e indirectas con el
Estado.
Historia
-Identifica cómo el uso y control de la violencia
pública han sido parte de la historia política
de Centroamérica y cómo eso afecta aún hoy al
Estado y la sociedad.
Violencia y posguerra
Persistencia
de estructuras
sociales,
económicas
y políticas
que frenan el
desarrollo de la
democracia y la
paz
-Pone en evidencia la situación estructural
(pobreza, debilidad del Estado, características
del régimen político, modelo económico, etc.)
que crea el contexto y estimula el surgimiento
de la violencia criminal.
-Evidencia como la introducción de nuevas
rentas (remesas, maquilas, venta de droga
al menudeo, etc.) aumenta la ya existente
presión social producida por estructuras de
desigualdad y pobreza.
Ciencia política,
sociología, historia,
economía política
3.3. El modelo de la violencia pandillera
Durante las últimas décadas ha predominado la tendencia a explicar la violencia en Centroamérica a partir de la
presencia y el crecimiento de las pandillas juveniles, conocidas como maras. Para las ciencias sociales, el centro de
atención es la acción colectiva que grupos de personas realizan bajo la forma de una pandilla y se plantean, entre
otras, las siguientes preguntas: ¿Cómo se agrupan? ¿Cómo construyen su identidad? ¿Qué papel tiene la violencia
en las pandillas? ¿Qué explica su proliferación? ¿Qué relación tienen con otras formas de violencia y criminalidad?
¿Cuál es su impacto real en la situación general de inseguridad? De las múltiples opciones existentes para abordar
este fenómeno presente en diferentes lugares del mundo, durante los últimos años el modelo de la violencia
pandillera ha girado en torno a su asociación con los aspectos relativos a la juventud. Este paradigma se ha hecho
dominante en la región centroamericana y se ha enfocado fundamentalmente en las pandillas conocidas como
6 La autora combina el análisis de estructuras sociales y económicas macro con perspectivas de análisis provenientes de la criminología. De esta
interacción, Zinecker identifica cómo la introducción de nuevas dinámicas socio-económicas propias de las sociedades de posguerra, ejercen presión
sobre las constantes estructuras de desigualdad y exclusión, de tal manera que la violencia criminal es el resultado de las enormes disparidades características de las sociedades centroamericanas. Las condiciones propias de la posguerra sumadas a las reformas institucionales incompletas, explican
en grandes rasgos la situación de alta criminalidad violenta de la región, la cual es concebida como compensaciones a la ya existente desigualdad
socio-económica (Zinecker 2007a, 2007b, 2008, 2013).
19
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
maras. Si bien las pandillas juveniles han existido siempre en la región, fue hasta finales de los años noventa en
que se empezó a analizar como un problema social propio de las sociedades de posguerra. No obstante, existen
importantes diferencias en las perspectivas desde las cuales este fenómeno se aborda.
En los últimos años se han realizado una gran cantidad de investigaciones sobre el fenómeno –en Centroamérica
y fuera de la región–, que en la mayoría de los casos se complementan mutuamente. No obstante, existen también
discrepancias sobre algunos temas relativos a las maras y pandillas –especialmente acerca de su extensión, su
involucramiento con el crimen organizado y la violencia ejercida por mareros–, que resultan en parte del carácter
clandestino del fenómeno y de las dificultades y peligros de investigarlo a través de investigaciones de campo.7
A manera de síntesis, el tema de las maras y pandillas juega un papel muy importante en el contexto de la violencia y la criminalidad en Centroamérica por tres razones. En primer lugar, las maras indudablemente son uno de
los grupos más violentos en la región. En segundo lugar, en el campo político y social, las maras son el grupo más
señalado como responzable del problema de la violencia y criminalidad. En Guatemala, pero especialmente en
Honduras y El Salvador, la discusión política y social sobre el problema de la violencia es casi exclusivamente una
discusión sobre las maras. En tercer lugar, como se verá más adelante, desde hace aproximadamente una década,
las políticas anti-maras han sido el eje de todos los esfuerzos estatales contra la violencia y la criminalidad. Por
tanto, las maras son el centro del debate sobre violencia y criminalidad (a la par del narcotráfico), a pesar de que
el conocimiento científico del fenómeno es aún limitado.
En términos generales, los estudios sobre maras y pandillas se han concentrado en uno o varios aspectos de
los mostrados en el gráfico 5. Un tipo de investigación se ha concentrado en la historia del fenómeno, otro en
discutir la fenomenología y el restante en debatir el carácter de las maras y pandillas, como una forma extrema o
pervertida de una subcultura juvenil, como una forma de crimen organizado o como una amalgama de ambos.
Gráfico 5: Investigaciones sobre maras y pandillas
Génesis
Historia
Fenómeno de las maras
y pandillas
Fenomenología
Causas y contextos
Carácter, extención y
transformación
Violencia
Crimen organizado
Interpretación
Subcultura juvenil
Aparte del fenómeno en sí, las investigaciones también han analizado los diferentes enfoques de las políticas
anti-maras (gráfico 6). Hasta el año 2012 se pueden resumir estas medidas como represivas o preventivas. Con la
tregua pactada por las principales maras de El Salvador en marzo de 2012, se agrega una tercera forma de políticas
anti-mara, que se puede caracterizar como negociación (volveremos sobre eso más adelante).
7 La mayoría de investigaciones “directas” se realizaron por medio de entrevistas con mareros en cárceles, con ex-mareros en el exterior o con exmareros que ingresaron a iglesias evangélicas en El Salvador, Honduras y Guatemala (sobre el rol de las iglesias evangélicas y los mareros véase
Brenneman 2012).
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
20
Gráfico 6: Investigaciones sobre políticas anti-maras
Renovación
Políticas anti-maras
Represión (mano dura)
Tregua
Finalmente, se puede diferenciar entre trabajos cualitativos y etnológicos sobre el tema y algunos estudios
cuantitativos complementarios. Ambas categorías nos
ofrecen resultados empíricamente válidos sobre elementos centrales del fenómeno de las maras. Los trabajos de la primera categoría se basaron sobre todo
en entrevistas con mareros y observaciones, dando
como resultado abundante conocimiento sobre la
cultura de las maras, sus actitudes, las estructuras locales y las motivaciones individuales para pertenecer
a una mara.
Carácter de las investigaciones sobre maras y
pandillas
A partir de facetas investigadas, se puede distinguir
entre las investigaciones y sus diferentes aproximaciones científicas. En primer lugar, se puede diferenciar entre los estudios sobre maras que han generado
información primaria a traves de entrevistas u observaciones participativas, y los estudios que ofrecen
información secundaria de literatura o de entrevistas con expertos científicos o estatales y estadísticas
formales e informales. La primera categoría aporta
información sobre el caracter cultural y la autoconciencia de las maras y pandillas, su organización y sus
actividades. La segunda revela información sobre la
cantidad y extensión de esos grupos y sobre su evaluación por expertos científicos o estatales. Así, los
dos tipos de investigaciones se complementan, aun
cuando hay discrepancias entre los autores que se
contradicen, en particular cuando se refieren a la extensión de los grupos y al carácter como subcultura,
o como grupos del crimen organizado y generadores
de violencia.
Los trabajos de la segunda categoría trataron de generar información cuantitativa por medio de estadísticas policiales, jurídicas, encuestas de opinión y
de victimización, etc. Estos trabajos contribuyerón
a trasladar la información etnológica de la primera
categoría del nivel local al nivel nacional y regional.
Finalmente es importante acentuar nuevamente, que
se tiene que leer y calificar todos los trabajos científicos sobre maras y pandillas de manera cautelosa.
Primero, porque no siempre se pueden trasladar los
resultados locales de estudios etnológicos a otros lugares con diferentes contextos. Segundo, porque se
tienen que poner en tela de juicio las proposiciones
de estudios cuantitativos con poco uso de fuentes
primarias; y tercero, porque algunos trabajos reflejan
poco conocimiento sobre las maras y más bien lo que
reproducen es el conjunto de prejuicios y miedos de
la mayoría de la sociedad o de corrientes políticas.
En segundo lugar, se puede diferenciar entre estudios
centrados en un solo país y estudios comparativos o
con foco regional.8 Uno de los principales esfuerzos
centroamericanos por investigar este fenómeno fue
realizado por ERIC, IDESO, IDIES y IUDOP entre
2001 y 2006, que produjo cuatro libros que sentaron
las bases del estudio del fenómeno en la región.9
A continuación se abordarán las perspectivas sobre el
8 El primer estudio sobre el tema en Guatemala es de Levenson/Figueroa/Maldonado (1988) y posteriormente Merino (2001, 2004) y Winton (2007). El
Salvador es el caso más estudiado. En 1989 Hananía de Varela/Velásquez publicaron el primer texto sobre el caso salvadoreño. Otros estudios muy importantes sobre El Salvador fueron publicados por Smutt/Miranda (1998), Cruz/Portillo (1998), Cruz (2001) y Santacruz/Cruz (2001), Santacruz/ ConchaEastman (2001), Santacruz (2010), Ward (2013). El caso de Nicaragua es muy bien analizado por José Luis Rocha y Dennis Rodgers (véase bibliografía
en Rodgers/Muggah/Stevenson 2009: 31-32 así como Rodgers/Rocha 2013). Las maras en Honduras son menos investigadas que en los otros países
centroamericanos. Los trabajos más completos sobre maras en Honduras son de Castro/Carranza (2001), Peetz (2012) y Gutiérrez Rivera (2013). Desde
la perspectiva comparativa, regional o internacional se puede mencionar ERIC/IDESO/IDIES/IUDOP (2001, 2004), ERIC/IDIES/IUDOP/NITLAPAN/DIRINPRO
(2004), Cruz (2006), Demoscopia (2007) y Fundación Arias (2006), Savenije (2009, 2011), Zilberg (2011), Wolf (2010), Winton (2012), Brenneman (2012).
9 ERIC/IDESO/IDIES/IUDOP (2001, 2004), ERIC/IDIES/IUDOP/NITLAPAN/DIRINPRO (2004), Cruz (2006).
21
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
estudio de las maras, así como los temas, preguntas
y resultados que plantean. La primera es la perspectiva que analiza la historia del fenómeno como un
factor explicativo del mismo. La segunda se refiere a
estudios que analizan las causas que conducen a los
jóvenes a integrarse a las maras. La tercera hace mención de las investigaciones que analizan la naturaleza
de la violencia producida por las maras, sus causas,
dimensiones y efectos.
mara 18.10 Vale mencionar que estas pandillas eran de
carácter regional y no de carácter nacional, es decir,
las maras fueron un fenómeno transnacional desde
sus primeros días. No obstante, eso no significa que
los mareros actuaron de forma inter- o transnacional.
La historia de la génesis de las maras en Los Ángeles y
en Guatemala, Honduras y El Salvador, muestra que
las pandillas se fundaron como grupos locales. “Salvatrucha” y “Dieciocho” eran más bien etiquetas, que
señales de grupos unitarios y organizados.
La historia del fenómeno de las maras como factor explicativo
La segunda fase de migración centroamericana ocurrió durante los años 90. En 1996 el gobierno estadounidense aprobó el Illegal Immigration Reform
and Immigrant Responsability Act, una ley que ordenó la deportación de migrantes delincuentes a sus
países de origen. En consecuencia, miles de jóvenes fueron retornados, especialmente a El Salvador,
Guatemala y Honduras. Muchos de estos jóvenes ya
eran miembros de una pandilla, o bien se aliaron a
las maras en Centroamérica. La falta de familiares y
estructuras comunitarias fueron importantes factores para que se incorporaran a las maras. Además, el
hecho de quedar estigmatizados como delincuentes
después de su retorno y las reducidas posibilidades
socio-económicas, reforzaron la mara como opción
de sobrevivencia (Rodgers 1999). El carácter de las
maras en los años 90 y en los primeros años del siglo
XXI, todavía era local y de crímenes a pequeña escala.
Estudios del contexto histórico, entrevistas a mareros
de la primera generación y otros testigos de su época, han reconstruido la historia del fenómeno de las
maras en Centroamérica. Este modelo se centra en el
argumento de que si bien las pandillas juveniles en
los países centroamericanos han existido desde hace
mucho tiempo, el fenómeno de las maras en particular fue importado de los Estados Unidos.
La variable más importante en este contexto fue la
migración hacia los Estados Unidos especialmente
en dos épocas. Primero en los años 70 y 80, cuando debido a los conflictos armados miles de jóvenes
centroamericanos migraron a los Estados Unidos,
muchos de ellos a la ciudad de Los Ángeles en California. Las pandillas juveniles en esas ciudades tuvieron una importante función como forma de organización, tanto de jóvenes marginalizados como también
de actores vinculados a crímenes, como el tráfico de
drogas.
En resumen, los estudios argumentan que desde su
inicio las maras fueron un fenómeno transnacional
altamente vinculado al fenómeno migratorio.11 De
esta manera, el modelo explica el hecho que en Nicaragua no existan pandillas tan violentas como en los
otros países, dado que la mayoría de los refugiados
nicaragüenses se ubicaron en Miami en los años 80,
donde las pandillas eran mucho menos violentas y
organizadas (Rodgers/Muggah/Stevenson 2009: 9).
Durante ese momento, la diferencia más importante
entre estos grupos fue la etnia o el país de origen.
Existieron pandillas de jóvenes de origen asiático,
afro-americano y latino, por ejemplo. Los jóvenes migrantes centroamericanos formaron pandillas o ingresaron a las ya existentes como mecanismo de defensa
y protección en medio de un entorno sumamente
violento. Este modelo ha identificado que fue en este
contexto en donde surgieron la mara Salvatrucha y la
Si bien la génesis de las maras es importante para
comprender la violencia asociada a ellas, las maras se
han trasformado desde los años noventa hasta la ac-
10 Últimamente Ward (2013) ha reconstruido la génesis de la mara Salvatrucha en Los Ángeles y ha acentuado que la mara no fue fundada por migrantes salvadoreños, pero que ellos se juntaron con la Salvatrucha.
11 Para la historia de las maras véase Rodgers 1999. Este estudio muestra cómo el contexto de la migración y el efecto producido por las políticas
migratorias en los Estados Unidos, fueron fundamentales para la transformación de las ya existentes pandillas juveniles en la región centroamericana.
Sin embargo, no es suficiente explicar el fenómeno únicamente a través de factores externos a la región. Por esa razón, muchos autores insisten en las
condiciones del contexto nacional que recibieron a los retornados y que, dadas las circunstancias socio-económicas precarias, fue el escenario ideal para
la proliferación y consistencia del fenómeno. El estudio analítico más reciente es el de Levenson (2013), quien aborda desde la perspectiva histórica
los cambios que han llevado a la profundización del fenómeno de las maras y sus prácticas violentas.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
22
tualidad. Factores socio-económicos, políticos, sociales, escasez de oportunidades laborales y educativas
y, no en última instancia, políticas represivas como
la “mano dura”, contribuyeron a que las maras pasaran de ser un fenómeno nacional y se convirtieran
en un problema regional. Así mismo, otra transformación ha sido la profesionalización de su organización y sus actividades delictivas. Constantemente,
actores políticos y cuerpos de seguridad asocian con
o definen a las maras, como cuerpos paramilitares,
crimen organizado y grupos terroristas (Bruneau
2005; Mainwaring 2006). Sin embargo, no existen
pruebas empíricas para sustentar dichos argumentos
en su carácter general.12 Lo que si es cierto es que la
actividad delictiva de las maras varía en cada uno de
los países, en cuanto a la extensión e intensidad de
sus acciones. Hoy en día la situación podría haber
cambiado. En casos aislados pero frecuentes, se comprobaron nexos entre mareros y el crimen organizado en Centroamérica y además es muy probable que
las maras aumentaran el nivel de organización como
resistencia a la mano dura y la encarcelación masiva.
No obstante, la gran mayoría de los estudios citados
en este capítulo interpreta las maras como subcultura
juvenil y no como organización criminal en términos
históricos y sociológicos. Eso no excluye un nexo de
mareros con el crimen organizado en la actualidad,
pero científicamente se tiene que distinguir la subcultura violenta y criminal de los grupos del crimen
organizado, que existen por razones diferentes, que
actúan de forma distinta y con otros objetivos y que
finalmente requieren diferentes repuestas políticas y
sociales.
énfasis en explicar los factores que motivan el ingreso de los jóvenes a las maras. Basado en el hecho de
que en la actualidad las maras ya no están integradas
únicamente por migrantes retornados, el modelo
entonces trata de responder por qué los jóvenes se
integran a dichos grupos. Esto busca explicar los mecanismos de reproducción del fenómeno y se enfoca
tanto en los factores internos de las maras, como en
los factores externos propios del contexto social de
cada país. Estos estudios tratan de identificar factores
de ingreso a las maras, diferenciándolos de manera
cuantitativa y cualitativa.
Santacruz/Concha-Eastman (2001) y Demoscopia
(2007) hicieron más de 1,000 entrevistas a mareros
activos. Estos estudios cuantitativos muestran que el
40 por ciento de los encuestados dijo haber ingresado en una mara para tener “una buena vida”. El
21 por ciento entró por tener amigos en la mara y
otro 21 por ciento lo hizo para escapar de problemas familiares. El estudio además indica que jóvenes
desempleados tienen mayor riesgo de ingresar a una
mara, ya que solo un 17 por ciento de los mareros
entrevistados tenían un empleo. Entonces, se pueden identificar factores sub-culturales, psicológicos
y económicos, como razones más importantes para
el ingreso de jóvenes centroamericanos a las maras.
Las causas del fenómeno de las maras identificadas en
estos estudios para El Salvador, Guatemala y Honduras son múltiples y coinciden con otros estudios internacionales sobre delincuencia juvenil (Fundación
Arias 2006; World Bank 2008). Como en otros países,
la desigualad social, el desempleo, la desintegración
social y la falta de perspectivas económicas, son las
razones socio-económicas centrales para entrar a la
mara (véase por ejemplo Rodgers/Muggah/Stevenson
2009). La desintegración familiar es una razón socioestructural, la violencia experimentada en instituciones de socialización (familia, escuela, grupos de iguales) es una razón socio-psicológica para aliarse con
grupos firmes, defendibles y (aparentemente) dignos
de confianza (véase por ejemplo Brenneman 2012).
La falta de programas locales se menciona como una
razón política y la cantidad y calidad de la violencia
en los países centroamericanos en general, es con-
En resumen, si bien el modelo hace énfasis en el origen de las maras como un factor importante en la explicación del fenómeno, el contexto nacional resulta
determinante para explicar las diferencias que las
maras presentan. No obstante las maras son formalmente las mismas y comparten algunas prácticas pandilleras, su acción delictiva y su nivel de impacto en la
sociedad varía en El Salvador, Honduras y Guatemala.
Ingreso de los jóvenes a las maras
El modelo de la violencia pandillera también pone
12 Para la discusión y crítica a estas perspectivas véase Huhn/Oettler 2006; Huhn/Oettler/Peetz 2010; Huhn/Peetz 2010; Peetz 2012; Rodgers/Muggah/
Stevenson 2009.
23
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
siderada una razón sociológica contextual, que baja
la barrera psicológica y aumenta la vulnerabilidad de
los jóvenes.
solos no explican la expansión del fenómeno durante las últimas décadas.
Cantidad de mareros y naturaleza de la violencia
de las maras
En este contexto, una variable contextual es finalmente la rápida y poco planificada urbanización que
lleva a la aparición de barrios donde se concentran
los factores socio-económicos mencionados. En estos
barrios la decisión de ingresar a la mara en muchos
casos no es libre, ya que los jóvenes están bajo presión incluso con riesgo de su propia vida. Aquí la presión directa de maras existentes juega un papel adicional, ya que su presencia aumenta la presión que
experimentan niños y adolescentes a nivel individual.
El modelo la violencia pandillera se complementa con los análisis que se enfocan en las dinámicas
violentas y criminales de dichos grupos, así como un
intento por cuantificar a sus miembros. El reporte
sobre el crimen y el desarrollo en Centroamérica del
UNODC (2007: 60), discute las diferencias en los datos respecto al número de integrantes de las maras,
lo cual desvela un problema fundamental: la cantidad
de mareros mencionada por diferentes fuentes varía
entre casi 70,000 y 500,000 miembros en el istmo.
Este espectro tan grande muestra sobre todo el desconocimiento de la dimensión cuantitativa del fenómeno. El carácter clandestino e ilegal de las maras
hace imposible la estimación de la cantidad. Además,
la pertenencia a la mara no es un contrato formal
(como la membresía en una asociación formal). Por
eso en realidad ni los mismos mareros pudieron determinar el número de miembros más allá del número local y personalmente conocido. Este hecho hace
imposible la estimación científica de la cantidad de
mareros, pero deja espacio para especulaciones muy
diferentes.
Desde la perspectiva político-social, los factores anteriormente mencionados están directamente relacionados con el hecho de que los jóvenes en Centroamérica no experimentan aspectos clave de la
integración social y laboral.13 El reporte Estado de la
Región (2011: 389) establece que “en Centroamérica
el desempleo afecta con mayor intensidad a la fuerza
laboral joven”. Según este reporte los jóvenes son el
grupo más afectado por la pobreza, motivada por la
fuerte desintegración social y económica.
Adicionalmente y no en última instancia, algunas investigaciones han identificado que en Centroamérica
la falta de reconocimiento a los jóvenes en general es
un problema socio-emocional muy grave. En el ámbito del discurso público dominante sobre la violencia
juvenil, se puede observar una alta hostilidad hacia
los jóvenes. La generación entera frecuentemente
está bajo sospecha de ser violenta, delincuente y de
ser miembro o simpatizante de maras. Esta estigmatización se traduce en una condena general por el
sólo hecho de ser miembro de la misma generación
y afecta gravemente la autoestima y la autoconciencia
de los adolescentes (Huhn 2011; Oettler 2011).
Por otro lado, la violencia relacionada con las maras
puede abordarse desde explicaciones causales de la
violencia criminal, como de los factores de oportunidad o de refuerzo de la acción violenta (Zinecker
2007a, 2007b y 2008).
Sin embargo, es necesario primero establecer criterios sobre la violencia en general y sus expresiones
concretas, como es el caso de la violencia criminal,
para así analizar el contexto de violencia en cual se
enmarca el fenómeno de las maras y pandillas. En
primer lugar, contrario a la tendencia pública de asociar las maras con la criminalidad organizada transnacional,14 estudios empíricos y de caso prueban que
éstas normalmente están involucradas en criminalidad no organizada y fundamentalmente local (véase
por ejemplo Rodgers/Muggah/Stevenson 2009).
Identificar los factores que explican el ingreso a las
maras, ha conducido a definir lo que se conoce como
los factores de riesgo. Este modelo es uno de los
principales insumos para la definición de las acciones
tomadas por los programas estatales e internacionales de reducción de la violencia juvenil. Ahora bien,
los factores de riesgo del ingreso a las maras por sí
13 Sobre los niveles y elementos de integración social ver Anhut/Heitmeyer 2005.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
24
Segundo, se ha observado que algunos actores políticos y medios de comunicación, de manera precipitada y sin pruebas, culpan a los mareros de la mayoría
de crímenes cometidos (véase por ejemplo Huhn/
Oettler 2006; Huhn/Oettler/Peetz 2010; Peetz 2012).
Por estas razones, es necesario profundizar en la naturaleza de la violencia criminal por un lado, y buscar
las diferencias respecto de la naturaleza del fenómeno de las maras, por el otro.
ejecuciones extralegales etc.– contribuyeron parcialmente al aumento de la violencia de los mareros
como reacción de defensa. Esto ha sido denominado sociológicamente como “ciclos de escalada” (ver
también Rodgers 2009; Hume 2007 Aguilera 2008;
Aguilar 2006).15
Otra explicación, propuesta por el modelo de la violencia pandillera, es que la violencia de las maras está
ligada al involucramiento de mareros en estructuras
violentas –como el tráfico de drogas–. Sociológicamente, esto tiene que ver con el ambiente criminal,
donde se originan y reproducen las maras. Por un
lado, el factor económico y estructural ha transformado una violencia más afectiva y ritualizada, en una
violencia intencional para ejecutar y proteger negocios ilegales. Por otro lado, este factor ha externalizado la violencia desde una violencia entre pandilleros
enemigos, a una violencia contra otras personas y
grupos (Ribando 2011).
No se conoce a cabalidad la verdadera cantidad de
crímenes cometidos por las maras en la región. Esto
no significa negar que las maras actúen violentamente y de forma extensiva. Por ejemplo, el 25 por ciento
de los mareros entrevistados en el estudio de Santacruz/Concha-Eastman (2001), admitieron haber matado a una persona durante el último año.
Como se mencionó anteriormente, la génesis de las
maras es un factor fundamental que explica la conducta violenta y extensiva de este fenómeno. Otras
explicaciones causales buscan complementar lo anterior basándose en argumentos de tipo socio-psicológico, individual. Estas explicaciones tienen que
ver con las experiencias de niños y adolescentes en
un ambiente generalizado de violencia y con experiencias individuales de violencia en la familia o en la
escuela. La precaria situación del sistema carcelario
en El Salvador, Guatemala y Honduras es uno de los
principales ejemplos de esta situación. Grandes cantidades de jóvenes mareros sin perspectivas de futuro,
cumplen largas condenas en precarias y muy violentas condiciones. La situación actual de las prisiones
se puede denominar como “escuelas de violencia”
(ver estudio en profundidad de IUDOP: 2010).
De los estudios consultados es posible identificar
que el fácil acceso a armas de fuego es un factor de
riesgo de la violencia de las maras, más no una causa
de la misma. Esto es importante subrayarlo ya que la
asociación entre la alta disponibilidad de armas y violencia pandillera puede dar lugar a interpretaciones
erradas, ya que las armas de fuego son en realidad un
mecanismo que refuerza o facilita la violencia entre
las personas y en especial entre las maras, pero no
es su causa. Las armas de fuego obviamente son la
herramienta principal de muchos delitos violentos
de mareros y facilitan la violencia criminal. Sin embargo, la sola disponibilidad de un arma de fuego no
conduce automáticamente a actos violentos. Eso se
puede observar al comparar El Salvador, Guatemala
y Honduras por un lado y Nicaragua por el otro. La
cantidad de armas de fuego es muy alta en los cuatros
países pero el uso de armas de fuego es mucho más
reducido en Nicaragua.
Complementariamente, desde una perspectiva más
sociológica y politológica, el modelo aborda la violencia de las maras como reacción a la “guerra contra
las maras” de los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras desde los años 2000 (Huhn/Oettler
2006; Huhn/Oettler/Peetz 2010; Huhn/Peetz 2010).
Cuando los gobiernos de los tres países iniciaron
una lucha militarizada y altamente violenta contra
mareros –con redadas, encarcelamientos masivos,
En resumen, las diferentes disciplinas de las ciencias
sociales están de acuerdo en que no se puede explicar la violencia relacionada a las maras en Centroamérica con un solo factor decisivo. Los diversos fac-
14 Buena parte de este tipo de argumentos tiene como base una ambigua definición del concepto crimen organizado. Ver sección sobre crimen
organizado y narcoactividad en este documento.
15 Estos autores identifican que la violencia asociada a las maras ha transitado por diferentes estadios en los cuales es posible observar una tendencia
al aumento, como reacción a cambios ocurridos tanto en la naturaleza de las políticas de seguridad, como también en el aumento de los fenómenos
ligados a la criminalidad organizada y, de manera más general, a la precarización de los contextos socio-económicos.
25
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
tores causales y de oportunidades mencionadas, más bien se amplifican en un panorama general que promueve
la violencia en la región.
Tabla 8: Principales explicaciones al fenómeno de las maras
Tema central de la
explicación
Historia de las maras
Cantidad de mareros y
afluencia a las maras
Factor explicativo
-Migración de jóvenes
centroamericanos a EEUU
en los años 70 y 80.
-Migración forzada
(deportación) de
pandilleros desde EEUU a
Centroamérica.
-Desigualdad social
-Desintegración social
(desempleo, falta de
perspectivas y falta de
reconocimiento)
-Desintegración familiar
-Violencia experimentada
-Violencia en general
-Falta de programas para
el fortalecimiento de
jóvenes
Valor explicativo
Explicación de la transformación que
va de grupos de jóvenes a pandillas y
maras en Centroamérica.
Estos factores se suman a una falta
de perspectivas reales y percibidas,
a un rechazo real y percibido,
una búsqueda de peer groups y
una solidaridad entre victimas de
desintegración y violencia.
El clima de violencia en general y
la falta de perspectivas reducen la
barrera psicológica de aliarse con
grupos estigmatizados, violentos e
ilegales.
Perspectiva científica
Historia
Sociología, psicología
social, ciencia
política
-Actitud violenta y criminal
de las pandillas juveniles
en Los Ángeles
-Violencia experimentada
Naturaleza de la
(individualmente en
violencia de las maras I familias o prisiones y
estructuralmente en el
contexto de la mano dura)
-Nexos con estructuras
criminales violentas (como
tráfico de drogas)
-Explica que las maras se formaron
en un clima violento; se puede resumir
con la frase “la violencia genera más
violencia”.
-Transformación de violencia afectiva
Historia, psicología,
y ritualizada a violencia intencional
sociología, ciencia
para ejecutar y proteger negocios
política
ilegales.
-Externalización de la violencia que va
desde una violencia entre pandilleros
enemigos a violencia contra otras
personas y grupos.
Naturaleza de la
violencia de las maras
II
Armas de fuego facilitan la ejecución
de violencia letal y bajan la barrera
psicológica.
-Armas de fuego
-Abuso de drogas
Ciencia política,
psicología, medicina
3.4. El modelo de la criminalidad organizada
El crimen organizado y en específico el tráfico de drogas, es considerado como una de las principales causas del
incremento de la violencia criminal en la región. Las investigaciones muestran que la criminalidad organizada,
estimula actividades violentas regularmente ligadas al sicariato, al control de mercados ilegales, como la venta
de droga al menudeo, las actividades paralelas de los grupos de seguridad de los narcotraficantes, la defensa de
territorios y las venganzas y ajustes de cuentas entre grupos criminales y agentes del Estado. En ese sentido, el
efecto del crimen organizado en la violencia criminal radica, en que la actividad criminal organizada requiere una
serie de condiciones y una infraestructura ligada al uso de la violencia. Si bien la violencia en el mundo del crimen
organizado suele ser controlada, las actividades paralelas de los grupos violentos vinculados al crimen organizado
no lo son. De ahí que se argumente que el escenario ideal para los negocios del crimen organizado, descarta el
uso de la violencia, la cual constituye un recurso último y extremo. No obstante, los agentes violentos del crimen
organizado poseen amplios márgenes de independencia lo cual puede, en determinadas situaciones, estimular el
uso de la violencia criminal. Por otro lado, los mercados ilegales se regulan ya sea a través de pactos entre grupos
criminales, o bien a través de la violencia.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
26
No obstante el argumento dominante en los medios
de comunicación y en la agenda política de seguridad gira en torno al crimen organizado como principal factor en la producción de violencia criminal,
el modelo que investiga las dinámicas del crimen
organizado y con ello los mecanismos a través de
los cuales se ejerce y expande la violencia, está aún
poco desarrollado. Pese a eso, en el discurso público
el narcotráfico ha pasado a ser, junto con el crimen
organizado en general, una de las principales causas
asociadas a una diversidad de problemas como la corrupción, la ingobernabilidad y la falta de legitimidad
de algunas autoridades públicas. Adicionalmente, el
tema ha sido fundamentalmente abordado desde la
perspectiva internacional lo cual ha tendido a dejar a
un lado los aspectos locales y nacionales que hacen
posible las conexiones internacionales.
no se ha logrado determinar con claridad; el narcotráfico ha pasado a ser la expresión más concreta. Sin
embargo, el fenómeno se observa mayormente desde
la perspectiva internacional y con énfasis en el nivel
operativo y violento del tráfico de drogas. Son pocos
los estudios que existen en materia de narcotráfico,
en donde se da importancia a las redes locales y nacionales que están vinculadas a otro tipo de delitos
organizados (Méndez 2010; Insight 2011).17
En segundo lugar, la mayoría de estudios se ha centrado solamente en los actores violentos o intermediarios del crimen organizado y narcotráfico. Si bien
estos estudios dan cuenta de la existencia de redes
criminales en la región, aún no existe un estudio sistemático sobre las causas de su surgimiento, fortalecimiento y su función en la sociedad y la política
(Dudley 2010). Recientemente ha incrementado el
interés por descifrar el funcionamiento de actividades asociadas al crimen organizado tales como el
lavado de dinero y otros activos y sus impactos en
la seguridad regional (laRED 2011 y 2012). Si bien
estos estudios se ubican en un campo aún no investigado en profundidad, sus aportes son descriptivos
y orientados a la recomendación de medidas y acciones concretas.
El modelo de análisis del crimen organizado, como
causa importante de la violencia criminal en la región, requiere establecer una serie de supuestos conceptuales básicos. En primer lugar, el concepto de
crimen organizado tiene limitaciones para la investigación académica. El concepto surgió de un conjunto
de leyes y programas de seguridad específicos para
una región en particular, para un tipo de organización determinada y en un tiempo en el pasado. Esto
significa que el concepto fue creado para abarcar una
realidad muy específica y desde allí se ha tratado de
ampliar y ajustar a necesidades de otros contextos y
otros tiempos. Al final, la versión normativa de los
organismos internacionales es la que domina la agenda pública y política y la mayoría de investigaciones
sobre el tema. Esto hace difícil captar las múltiples
dimensiones sociológicas y políticas del fenómeno
(von Lampe 2001).16
Otra característica de los estudios sobre crimen organizado y narcotráfico, es que conciben el problema
como algo reciente en la región centroamericana. Solamente un estudio ha logrado recopilar la existencia
de estas actividades, incluso antes de los conflictos
armados internos, en donde agencias de seguridad
de los Estados Unidos tuvieron una importante función en la expansión de las redes del narcotráfico
(Scott and Marshall 1998).
Finalmente, se puede resumir diciendo, que el narcotráfico y el crimen organizado son concebidos como
algo ajeno y externo al Estado. Esto se debe, en gran
medida, a que insistentemente se analizan estos temas desde la perspectiva de riesgos y amenazas, propias de los estudios clásicos de seguridad y defensa.18
Esta interpretación es ampliamente difundida y su-
En Centroamérica predomina el uso de un concepto
normativo de crimen organizado, promovido fundamentalmente por organismos internacionales. Esto
ha significado que las leyes internas del país adopten
dicha perspectiva, lo que produce problemas al momento de diseñar políticas de seguridad. La naturaleza regional del crimen organizado en Centroamérica
16 La naturaleza del concepto de crimen organizado, sus límites, sus posibilidades analíticas y las formas de su estudio han sido temas de interés
para muchos autores. Von Lampe analizó el concepto desde la perspectiva de los discursos sobre crimen organizado en Europa y los Estados Unidos y
Federico Varese (2010) comparó más de cien definiciones diferentes del concepto para determinar las diferentes posibilidades de su estudio.
17 Estos estudios aportan importante información empírica sobre la forma de operación de las redes criminales en la región. Sobre todo, estos
estudios reflejan una imagen del crimen organizado más acertada al contexto nacional y local.
18 Ver el estudio más reciente en esta dirección UNODC 2012.
27
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
pone que el Estado es sistemáticamente penetrado o
cooptado por redes criminales. El problema de este
tipo de interpretación es que asume la existencia de
una situación previa, en la cual el Estado estuvo libre
de dicha amenaza y que es hasta ahora que sufre la
agresión de los grupos criminales.
sin embargo, el problema se incrementa cuando se
diseña un abordaje político sobre problemas que son
fundamentalmente sociales.
El modelo del crimen organizado como factor de la
criminalidad violenta en la región, distingue entre la
violencia generada por las confrontaciones entre grupos de criminales, la violencia producida por otros
negocios criminales y la violencia producida por los
mercados ilegales (venta de drogas al menudeo, tráfico de armas, entre otros). También se puede diferenciar de la violencia producida por luchas de poder
contra competidores, o bien contra operadores de
justicia, políticos, defensores de derechos humanos,
periodistas, etc. (Argueta 2013a). Estas diferencias
son analíticas y persiguen determinar los alcances
reales del crimen organizado, sobre el fenómeno de
la violencia criminal. Sin embargo, no existen datos
fiables basados en investigaciones criminales y de
justicia.
Si bien no existe un estudio histórico sobre las relaciones Estado-grupos criminales, es posible identificar ciertos patrones institucionales que han hecho
posible el nexo político-criminal de manera continua,
pero con diferentes intensidades en la región centroamericana. Por otro lado, no existen datos fiables
sobre la naturaleza no violenta del crimen organizado, es decir, todo aquello que esta relacionado con la
política, el sector privado y financiero, tanto nacional
como internacionalmente. Al final, se explica poco y
se describe mucho, lo cual indica la necesidad de investigación en profundidad sobre estos temas.
Hasta aquí, la mayoría de informes de organizaciones internacionales enfatiza como factores de riesgo
específicos en la región, la ubicación geográfica (el
puente en la ruta de las drogas), los legados de los
conflictos armados y la debilidad institucional como
principales factores del aumento de la narcoactividad
(UNODC 2007, 2012). Además, el aumento de la actividad de las organizaciones criminales se considera
un efecto de las políticas anti-drogas implementadas
en Colombia y México (Brombacher/Maihold 2009).
No obstante, se sabe poco acerca de cómo el crimen
organizado nutre la actividad criminal violenta. Sobre
este punto es necesario partir de la existencia de diferencias entre los países centroamericanos, así como
diferentes niveles de operación del crimen organizado que nutren la actividad criminal violenta (Argueta
2013a).
3.5. El modelo de las respuestas sociales y del Estado a la criminalidad
violenta
Para las ciencias sociales, analizar las acciones del Estado y de la sociedad frente a la criminalidad es tan
importante, como tratar de explicar el fenómeno en
sí. Así, este modelo trata de responder a preguntas
relacionadas con los efectos de las políticas de seguridad y de las acciones colectivas organizadas o no,
de la sociedad en general, ¿hasta qué punto la respuesta a la criminalidad es parte de los factores que
la aumentan? Las respuestas del Estado son, por lo
regular, institucionalizadas y bajo la forma de programas y políticas de seguridad. Desde la sociedad, las
respuestas pueden estar influidas por las acciones del
Estado que motiva o delega funciones de seguridad,
o bien, por respuestas que obedecen a aprendizajes
históricos relacionados con el control social, la vigilancia y la seguridad.
Una de las principales consecuencias de la falta de
estudios en profundidad y del amplio uso político
del concepto de crimen organizado en la región, es
que grupos y fenómenos sociales tales como migrantes, pandillas e incluso protestas sociales, se asocian
con la criminalidad organizada lo cual ha generado
la elaboración de políticas de seguridad, que son altamente cuestionadas. No existen datos válidos para
asegurar vínculos generalizables del crimen organizado con estos grupos sociales. Esto no excluye que de
manera particular e individual esto pueda suceder,
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Desde mediados de los años noventa es posible identificar sobre todo tres expresiones, directas e indirectas, de la acción del Estado y de otros actores en relación al combate a la criminalidad. En primer lugar,
la implementación de lo que se ha conocido como
policía comunitaria (community policing). En segundo lugar, la proliferación de las compañías de segu-
28
ridad privada. En tercer lugar, la implementación de
las políticas conocidas como “mano dura” y el uso de
los militares en la seguridad pública.
rrios y comunidades donde están destacados. Esto ha
derivado en una implementación superficial de los
modelos que satisfacen demandas institucionales e
internacionales, pero que no es apropiada ni interiorizada por los agentes de policía (Savenije 2010).
El modelo plantea que si bien se puede diferenciar
entre aquellas acciones que emanan del Estado y
aquellas que son producto de la sociedad en su conjunto, ambas dimensiones están directamente relacionadas entre si.
Guatemala es el caso que muestra la mayor cantidad
de actos violentos producidos por algunas organizaciones vecinales y comunitarias de seguridad. Algunas
de las conocidas Juntas Locales de Seguridad han estado vinculadas en acciones violentas, que van desde
patrullajes con armas de fuego, registro de personas
y vehículos, cierre de calles, persecución y captura de
presuntos delincuentes, hasta extremos como juicios
sumarios y linchamientos (Argueta 2013b).
Los modelos de policía comunitaria
Desde esta perspectiva se analiza la forma y los efectos de la participación de la ciudadanía en programas
de seguridad. Los modelos de policía comunitaria
fueron introducidos durante los años noventa en las
instituciones policiales y en la sociedad civil, a través
de programas apoyados por organizaciones internacionales en el contexto de la reforma al sector seguridad. Estos modelos fueron inspirados por experiencias anteriores en Inglaterra, los Estados Unidos y
otros países. En términos generales y entre una gran
variedad de versiones, el modelo propuso que la policía debía acercarse a la ciudadanía, la cual tomaría
parte activa en la prevención y la seguridad a través
de la organización vecinal y comunitaria. De esta relación y cambio de actitudes debía surgir un trabajo
conjunto y coordinado (Frühling 2003; MacDonald
2002; Shaefer 2008). Estos modelos fueron diseñados a partir de experiencias definidas como exitosas
en esos países. El problema surgió cuando el contexto político, social e institucional de la región produjo
la readaptación de los modelos y generó reacciones
contrarias a las esperadas. Estudios en profundidad
demuestran que la organización vecinal en algunas
regiones se tornó en vigilancia, aumentó los estigmas
sobre la juventud y los sectores marginales, además
que reforzó el discurso dominante sobre la criminalidad lo cual, al final, aumentó la sensación de miedo y
encierro (Huhn 2011, 2012; Argueta 2013b; Savenije
2010).19
En concreto, los estudios muestran que la adopción
de modelos de policía comunitaria y de prevención,
ha sido confrontada por un entorno institucional y
social portador de dinámicas de acción colectiva, que
con facilidad ha derivado en algunos casos en acciones contrarias a los objetivos iniciales de los programas. Así, la contextualización de tales programas es
fundamental para su desarrollo posterior. Justamente
una de las características que domina este campo de
estudio, es la ausencia de investigación sistemática
que sirva de base para la implementación o redireccionamiento de tales programas.
Hasta aquí, el modelo de las respuestas del Estado
y de la sociedad a la criminalidad violenta, ha determinado dos vertientes en relación a los programas
de policía comunitaria. Como se mencionó, existen
quienes defienden el modelo por considerarlo la solución a los problemas de seguridad, dado que las
instituciones policiales no son capaces por sí solas de
generar las condiciones necesarias de seguridad. Esto
implica una visión estrecha de la seguridad, en donde
se entiende que la policía es la institución central de
la misma. Por el contrario, visiones más integrales de
la seguridad, involucran en la generación de las condiciones de seguridad a otras instituciones del Estado, más allá de la policía. Por otro lado, están quienes
argumentan que involucrar a la población en tareas
de seguridad, solamente aumenta el riesgo de violencia, estigmatización y persecución lo cual, al final de
De igual manera, para algunos autores como Savenije (2010) esta situación se puede explicar desde el
punto de vista de ellos. Para muchos de los agentes
de policía, los modelos han resultado ajenos a la
cotidianidad violenta que deben enfrentar en los ba-
19 Los estudios realizados por estos autores buscan explicar el tema de la participación ciudadana desde una perspectiva apegada al contexto y la
naturaleza de las instituciones y la historia de los países. Esto produce resultados muy diferentes respecto de las visiones normativas que se limitan a
la idealización del modelo sin contrastarlo con la realidad de la región.
29
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
cuentas, incrementa el uso de la violencia y tiende a
promover actividades criminales, que con facilidad se
salen del control del Estado y de la misma sociedad.
está claro, que incluso en países con bajos índices
de criminalidad, la seguridad privada está presente
y contribuye al aumento de la percepción del miedo
(Huhn 2012). Es necesario recordar que la seguridad
privada funciona dentro de la lógica del mercado, la
cual se aleja de un interés o capacidad real de prevenir o reducir la criminalidad. Al contrario, dado que
la seguridad privada ha proliferado en un contexto
de ausencia de regulaciones y controles, existe una
alta probabilidad que algunas empresas de seguridad estén vinculadas con redes criminales (Argueta
2013c).
La seguridad privada
La proliferación de empresas de seguridad privada es
otro factor que llama la atención de las ciencias sociales en la región, debido a que si bien en su mayoría
son una actividad comercial, la forma en que éstas se
reproducen en la sociedad y en la política, las convierte un problema social con implicaciones directas
en la situación de criminalidad violenta. Las ciencias
sociales están de acuerdo en que el crecimiento descontrolado de la seguridad privada es un problema
para las sociedades democráticas. Mientras la sociedad aumenta el uso de guardias privados de seguridad, para reducir o prevenir la violencia, aumenta
también la cantidad de actores que potencialmente
pueden actuar violentamente. Además, el tema de la
seguridad privada tiene que ser discutido críticamente, debido fundamentalmente a sus implicaciones en
el monopolio estatal del uso de la violencia y la gobernabilidad.
La pregunta entonces para este modelo es ¿hasta qué
punto la seguridad privada es parte de la solución o
parte del problema de criminalidad violenta en Centroamérica? Los análisis van desde los marcos institucionales de control y las regulaciones sobre la actividad de las empresas de seguridad, las raíces políticas
y criminales de las mismas, hasta llegar a los nexos
que éstas establecen con grupos criminales.
La “mano dura”, la “mano amiga”, la tregua
El modelo de estudio de las respuestas del Estado
y de la sociedad, también se preocupa de los efectos que las políticas de seguridad tienen tanto en el
problema de la criminalidad, como en la sociedad en
general. Si bien es el gobierno quien genera las políticas de seguridad, éstas tienen efectos sociales tanto
en el fenómeno en sí, como en las prácticas colectivas
e institucionales.
Hasta la fecha existen pocos estudios en profundidad sobre este fenómeno, no solo a nivel de la región
sino en general en el continente. Se cuenta solamente con algunos reportes descriptivos de la situación
en la región, que muestran el acelerado crecimiento
de dicho sector durante las dos últimas décadas (Fundación Arias 2003).
Las políticas de “mano dura” y el uso de los militares en la seguridad pública son dos de las principales manifestaciones del paradigma del combate a la
criminalidad, a través de la ley y el orden. Las primeras expresiones de la “mano dura” como política
de seguridad surgieron en El Salvador alrededor del
año 2003, cuando se empezó a actuar con el criterio
de cero tolerancia a las maras. Esto incluyó redadas,
encarcelamientos masivos, persecución de la juventud en barrios marginales, entre otros operativos de
seguridad. Estas políticas fueron progresivas y fueron
replicadas con mayor y menor intensidad en Honduras y Guatemala, con el “Plan Escoba” por ejemplo.
La idea principal de la mano dura era combatir las
maras con fuerza y violencia masiva, para deshacerse
del fenómeno en poco tiempo.
No obstante la seguridad privada es un fenómeno
presente en toda la región, un estudio en profundidad del problema en Guatemala muestra que, en
primer lugar, no existe una relación directa entre el
aumento de la criminalidad y el aumento de la seguridad privada. En segundo lugar, los factores que
explican este fenómeno están ligados a la trayectoria
histórica de las instituciones públicas. Existe un desplazamiento continuo de las funciones estatales de
seguridad pública hacia el ámbito privado. Este es un
proceso que inició mucho antes de la ola de criminalidad de los años noventa y ha sido reforzado por los
cambios políticos en el país (Argueta 2013c).
Este tipo de estudios en profundidad muestran que
los contextos socio-políticos son fundamentales para
la explicación de este tipo de fenómeno. Sin embargo
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
30
Las críticas han sido abundantes, sobre todo por el
hecho de que se puso de manifiesto su poca efectividad en materia de combate al crimen. Al contrario,
se han evidenciado sus efectos inversos, entre otros,
sofisticación de las estructuras delictivas, estigmatización de la juventud, saturación del sistema de justicia y, en general, aumento de la criminalidad (Peetz
2012; Aguilera 2008; Hume 2007; Aguilar 2006; Cruz
2006; de la Torre/Martín Alvarez 2011). Diferentes
autores de una antología sobre las maras en Centroamérica (Bruneau/Dammert/Skinner 2011) publicado
en 2011, están de acuerdo por ejemplo en que todos
los esfuerzos en el marco de la mano dura en Centroamérica, fracasaron de manera contundente.
los pactos fueron saliendo a luz e incluían bajar los
homicidios a cambio de una serie de mejoras en la
situación de los presidios de máxima seguridad. La
tasa de homicidio disminuyó notablemente a partir
del marzo 2012, después que se mejoraron las condiciones de detención de algunos mareros influyentes
y que se empezaron a establecer municipios denominados “libres de violencia” a partir de enero 2013,
que eran zonas con alta presencia de mareros, donde
las maras prometieron no cometer homicidios. Hasta
la fecha son once los municipios que participan de
un proceso que ha evolucionado, pese a una gran
diversidad de ambivalencias. Si bien hay aún aspectos
del proceso que no están claros y momentos en que
los homicidios han aumentado levemente, no se ha
vuelto a los niveles de homicidio conocidos antes de
la tregua en 2012. El tema de las extorsiones sigue estando fuera de las negociaciones, ya que constituye el
sustento económico de los grupos pandilleros. Este
proceso es polémico y aún no esta debidamente estudiado, por lo que es difícil determinar el rumbo del
mismo, así como sus efectos de mediano y largo plazo en la sociedad salvadoreña. No obstante, el proceso en El Salvador se ha expandido hacia el resto de
países del Triángulo Norte centroamericano. Desde
mayo de 2013, las maras de Honduras acordaron una
tregua también y en Guatemala en la actualidad hay
intentos de discutir una tregua. Es de esperarse que
si bien se habla de maras en los tres países, se tenga
en cuenta las enormes diferencias contextuales y del
fenómeno en sí, que podrían afectar la naturaleza de
este tipo de negociaciones y generar consecuencias
inesperadas e impredecibles.
No solo las ciencias sociales constataron la ineficacia
de la mano dura, sino también los gobiernos centroamericanos. A la luz de la incapacidad de la mano
dura y de las fuertes críticas de académicos y de la
sociedad civil, en la mitad de la primera década del siglo XXI los gobiernos centroamericanos modificaron
la mano dura bajo el tópico “mano amiga”. Básicamente las medidas represivas eran complementadas
por posibilidades de desmovilización de mareros y
por programas de rehabilitación.20 Las ciencias sociales tienen opiniones divididas sobre los esfuerzos en
el marco de la “mano amiga”. En general se apoyan
en el discernimiento de que la represión sola no tiene efectos positivos, sino más bien empeora el problema e infringe las normas del estado de derecho
y de la democracia al mismo tiempo. No obstante,
varios estudios mostraron que hasta ahora los gobiernos todavía confían en la represión y que los elementos preventivos y de rehabilitación, más bien se aplican con poco entusiasmo (véase por ejemplo Rocha
2007; Hume 2007).
La opción de una “negociación” entre gobiernos y
mareros con el fin de reducir la criminalidad y la violencia, es un camino tan nuevo que las ciencias sociales aun no pueden evaluar los pros y los contras, especialmente careciendo de pruebas empíricas. Hasta
ahora el debate sobre las treguas era debatido sobre
todo en la prensa. Steven Dudley y Elyssa Pachico
(2013) publicaron un primer artículo académico en
el año 2013, así como Teresa Whitfield (2013) y Ana
Glenda Tager e Isabel Aguilar (2013). Estos textos recuperan la historia de la tregua y reseñan argumentos
a favor y en contra. Dudley y Pachico mencionan la
disminución de las tasas de homicidio, el experimen-
En el año 2012 el gobierno de El Salvador implementó una nueva medida contra la violencia de las maras,
que se puede caracterizar como un enfoque radicalmente diferente. En marzo 2012 la mara Salvatrucha
y la mara 18 acordaron una tregua en El Salvador,
que fue impulsada en los meses anteriores a través de
facilitadores, apoyados no oficialmente por el gobierno salvadoreño. El contenido de la tregua fue motivo de debate, dado que no fue un proceso público
y transparente desde su inicio. Sin embargo, debido
a la presión de la prensa y otros sectores sociales,
20 Rodgers/Muggah/Stevenson (2009) ofrecen un resumen de las distintas medidas en el marco de la “mano amiga”.
31
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
to de confianza recíproca y el enfoque no represivo
como puntos positivos de la tregua. Como puntos
negativos se mencionan entre otras, que la tregua es
una forma de negociación del gobierno con una organización criminal. Eso implica primeramente, que
se admiten ventajas a mareros como actores criminales por no usar violencia. Con eso los gobiernos se
exponen a un chantaje, en donde los criminales pueden establecer las normas. Además los autores dudan
que otras formas de criminalidad, como por ejemplo
extorsiones, disminuyan. Las extorsiones son una de
las fuentes de ingreso para los mareros y hasta ahora
todos los observadores de la tregua critican, que los
gobiernos no pueden ofrecer empleos como alternativa al crimen.
han tenido que ser cuestionados a la luz de lo que la
tregua muestra: una alta participación de las maras
en los homicidios en el país y una alta capacidad de
organización, dado que la tregua se ha sostenido únicamente por la voluntad política, que los líderes de
ambas maras han demostrado.
En el futuro, las ciencias sociales tienen que analizar
la opción de una tregua bajo diferentes perspectivas.
Una pregunta que aún no se puede responder, es si
una tregua disminuye la violencia y la criminalidad
en el mediano y largo plazo. Además, se debe esperar para poder observar cómo la tregua cambia las
estructuras de las maras y la cantidad de mareros.
Finalmente, las ciencias sociales tienen que analizar
las consecuencias jurídicas y políticas de una tregua,
que incluye el peligro de una desigualdad jurídica,
grave problema para el estado de derecho. No obstante, más allá de las dudas existentes, la idea de una
solución basada en el diálogo, en lugar de represión
y violencia estatal, representa un ensayo nuevo e innovador para disminuir la violencia y la criminalidad
en Centroamérica.
Este último punto refiere a otra faceta crítica. Si los
gobiernos gratifican a mareros con empleos y con
otros privilegios para que ellos no actúen a través
de la violencia y el crimen, se desfavorece a aquellos
jóvenes que no actuaron criminalmente desde el
principio. Si los gobiernos por otro lado no ofrecen
privilegios y fuentes de ingreso legal a los mareros, se
arriesgan la existencia de la tregua y de sus ventajas.
Respectivamente, muchos observadores dudan o por
lo menos temen, que la tregua podría ser de poca
duración y termine cuando los mareros reconozcan
que los gobiernos no pueden cumplir sus demandas.
Contrario a estas perspectivas, para Tager y Aguilar
(2013) la tregua no puede ser vista como una solución al problema, sino como una oportunidad para
impulsar procesos participativos de cambio en el
mediano plazo, orientados a la construcción de paz
en entornos violentos. La oportunidad radica en la
voluntad de reducir los homicidios por parte de las
maras, lo cual es una condición necesaria, aunque no
suficiente, para generar un cambio de actitud frente
al problema en todos los sectores sociales, no solamente en los pandilleros. De igual manera, este estudio señala la importancia de la tregua como oportunidad para conocer a fondo la naturaleza de las maras
y cuestionar postulados que han dominado las explicaciones sobre las mismas y que, muchas veces, se
han basado en información externa a las maras. Dos
aspectos se destacan, en primer lugar, la idea que las
maras no tenían una participación significativa en los
homicidios en el país. En segundo lugar, que las maras no tenían una estructura capaz de controlar sus
acciones. De acuerdo a las autoras, ambos aspectos
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
El uso de los militares en seguridad pública
Dentro de este contexto, el uso extensivo del Ejército
en la seguridad pública cobra cada vez más relevancia. En El Salvador, Honduras y Guatemala se puede
observar el creciente despliegue de fuerzas militares
en las calles de los principales centros urbanos y en
especial, en las áreas marginales de los países. Lamentablemente no existe aún ningún estudio que aborde
sistemáticamente el tema del uso del Ejército en la
seguridad pública en la región. El patrón operativo
es similar en los tres países, es decir, patrullajes conjuntos con agentes de las policías nacionales. Ahora
bien, en cada país se diferencia el nivel de control
político que los militares han ido adquiriendo sobre
las instituciones de seguridad, anteriormente controladas por civiles y, viceversa, cada Estado alcanzó
diferentes niveles de control sobre la institución armada, después de los procesos de reforma al sector
seguridad.
Al mismo tiempo, en cada país el efecto social del
uso de los militares es diferente. Esto depende en
gran medida del pasado reciente y de la forma en que
los procesos de reforma al sector seguridad fueron
llevados a cabo. Lo cierto es que el uso de los milita-
32
res en la seguridad pública implica diversos riesgos,
entre ellos, los excesos que el tipo de entrenamiento
militar puede producir en acciones de seguridad, en
donde están involucrados civiles y donde los entornos son urbanos y densamente poblados; otro aspecto importante es que el uso extensivo del Ejército
resta legitimidad a los esfuerzos por fortalecer la institución policial civil, debilitando de esta manera un
importante aspecto del proceso de democratización
de la región.
Criminalidad y violencia en primera instancia, son
conceptos colectivos generados por sucesos muy
diferentes. Las ciencias de la comunicación y la teoría de la construcción social de la realidad (Berger/
Luckmann 1969), reconocen que los actores sociales construyen una versión dominante de la realidad
por medio de la comunicación. De ahí que, como se
mencionó anteriormente, predomine el uso del término “violencia” para referir una gama muy amplia
y diferente de acciones. Es común que los medios
de comunicación usen de manera indistinta términos
que en la realidad tienen diferentes causas, efectos y
características. Esto no solo produce una visión confusa sobre lo que está pasando, sino que al mismo
tiempo construye una idea sobre el fenómeno que
termina por ser dominante en la opinión pública, en
la sociedad y en los actores políticos.
Los análisis que se hacen desde esta perspectiva buscan no solo determinar los alcances políticos e institucionales del uso de los militares en seguridad, sino
también su efectividad en términos de reducción y
prevención del crimen. Por otro lado, se busca determinar cuáles son los mecanismos de control y fiscalización de esa política de seguridad, así como las
condiciones que ameritan o no usar a los militares en
dichas tareas.
El modelo postula que sobre el tema de la violencia y
de la criminalidad se puede aclarar, en primer lugar,
la relación no lineal de la violencia física y la problematización del tema, por ejemplo: el gráfico 2 mostró las tasas de homicidio en El Salvador, Guatemala,
Honduras y Nicaragua, como la forma más fuerte de
violencia y como el patrón más citado en el discurso
público y político, para justificar la importancia del
tema como problema. Ahora bien, en la discusión
pública es usual decir que estas cifras automáticamente convierten el tema en un problema grande y
creciente, correspondiente con la gravedad empírica
del fenómeno, es decir, lo que los datos muestran.
3.6. El modelo del discurso público
de la seguridad y criminalidad
Este modelo persigue determinar la forma y los efectos que tienen la construcción de la criminalidad y la
violencia, como problema social. El modelo acentúa
la importancia de los discursos públicos en el tema
de la violencia. Esta perspectiva se nutre de las ciencias de la comunicación, una perspectiva socio-constructivista y la teoría sociológica de la delincuencia
europea y estadounidense, que antes no se usaba en
investigaciones sobre violencia en Centroamérica.
No obstante, una vista a la percepción de la violencia como problema, muestra que en gran medida la
problematización depende de otros factores. La tabla
9 muestra la cantidad de personas, que a la pregunta
de la encuesta anual del Latinobarómetro sobre “cuál
es el problema más grande del país”, respondieron
que era la violencia.
El punto de partida es que la existencia sola de la violencia tanto a nivel general como a nivel de violencia
criminal, no explica el por qué, en qué forma y con
qué consecuencias el fenómeno se convierte en un
problema social y qué actores sociales toman parte
en esta construcción.21 Los estudios no niegan la existencia física de la violencia ni su problemática general. No obstante, desde un punto de vista científico,
la fórmula pública y política dominante de que “la
violencia es un problema porque es un problema”,
es una fórmula tautológica insatisfactoria, es decir, se
explica a sí misma sin dar argumentos válidos.
21 Como ejemplo de un problema social, que no llevó automáticamente a una problematización, se puede mencionar el cambio climático. Científicos
han advertido de los efectos fundamentales del cambio climático hace décadas y si sus previsiones son ciertas, los efectos van a ser fundamentales
para la vida de la mayoría de la humanidad. No obstante, este hecho normalmente causa mucho menos miedo y preocupación. Es decir, un peligro no
genera automáticamente preocupación.
33
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
Tabla 9: Problema más importante del país
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
El Salvador
26%
40%
32%
19%
32%
44%
40%
Guatemala
39%
36%
38%
24%
13%
35%
30%
Honduras
23%
26%
22%
22%
1% (S.D.)
25%
30%
Nicaragua
2%
1%
2%
1%
0%
1%
3%
Fuentes: 2005: Corporación Latinobarómetro (2005): Informe 2005, p. 71; 2006: Corporación Latinobarómetro (2006): Informe 2006, p.
40; 2007: Corporación Latinobarómetro (2007): Informe 2007, p. 21; 2008: Corporación Latinobarómetro (2008): Informe 2008, p. 24;
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Corporación Latinobarómetro (2011): Informe 2011, p. 65.
No existe sintonía entre la criminalidad y el discurso
sobre la criminalidad como problema social. El impacto que un hecho violento tiene, depende del contexto social y político en donde éste ocurre. En sociedades en donde la repetición de hechos delictivos
es baja, pero estos son amplificados por los medios
de comunicación, es muy probable que la percepción
de inseguridad aumente de manera desproporcional
a los hechos reales. Esta es la base sobre la cual se
argumenta que la seguridad es un problema de percepciones.
falsas de acusaciones contra ciertos grupos sociales,
como los adolescentes de estratos pobres o los migrantes. Así mismo, los estudios dentro de este modelo indican que algunos actores políticos y sociales
poderosos, aprovechan las opiniones dominantes
sobre la violencia, independientemente de que éstas
sean correctas o falsas, para usos electorales o de difamación.
Finalmente, las investigaciones prueban que la base
sobre la cual se definen las políticas represivas son
más de carácter discursivo que empírico, es decir, la
decisión política de implementarlas responde por lo
regular, a la presión pública que existe sobre el fenómeno más que a la naturaleza y alcances reales de
los problemas de criminalidad (Huhn/Oettler 2006;
Huhn/Oettler/Peetz 2006a, 2006b, Huhn/Oettler/
Peetz 2010; Huhn/Peetz 2010, Peetz 2011, 2012).22
Basadas en fuentes de los medios de comunicación o
del campo político, algunas investigaciones han demostrado la forma en que se maximizó el problema
de la violencia y, simultáneamente, la forma discursiva en que los medios de comunicación y los actores
políticos construyeron explicaciones aparentemente
lógicas, que no correspondían con los datos científicos y empíricos. Estas investigaciones han demostrado la forma en que los medios de comunicación y actores políticos, concibieron grupos sociales como las
maras y las pandillas juveniles, así como los “pobres”
y los “migrantes” como estereotipos de los actores
de violencia. Esto se hizo a partir de una serie de clichés y prejuicios que se repitieron sistemáticamente,
hasta transformarse en un argumento “válido” en el
discurso público.
Sobre esta base es posible también criticar la problemática tendencia del “governing through crime”
(Simon 2007) en Centroamérica y con ello la amenaza a la democracia, no por la violencia en sí, sino
por los discursos dominantes sobre el tema y sus
consecuencias en términos de programas y políticas
de seguridad represivas que, al contrario, tienden a
incrementar el riesgo de acciones violentas contra
la criminalidad, además de otros problemas de tipo
social.
Otro aspecto analizado por este modelo es que los
discursos sobre violencia y criminalidad se traducen
en leyes y programas políticos y de seguridad. La relevancia de esto radica en que a través del análisis
del discurso, se ayuda a analizar y criticar tendencias
22 A través de un extenso trabajo de investigación en Centroamérica, estos autores aplicaron métodos de análisis del discurso para determinar la
forma e impactos que el discurso dominante sobre violencia tiene en la sociedad, en los actores políticos, en las leyes existentes y en los programas
de seguridad.
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
34
embargo, éstas terminan siendo complementarias
a los cinco modelos aquí presentados. Tal como se
insistió a lo largo del documento, los modelos no
persiguen producir respuestas totales o finales a los
problemas. Los modelos son ventanas de análisis de
aspectos particulares de un fenómeno general, como
lo es la criminalidad en Centroamérica.
4. REFLEXIÓN FINAL
Este documento ha presentado de manera general
dos aspectos sustanciales del análisis de la criminalidad violenta en Centroamérica, como son la disponibilidad de datos estadísticos y los principales modelos académicos para el estudio de la criminalidad violenta en la región. La combinación crítica y reflexiva
de los contenidos aquí plasmados, servirá como un
conjunto de herramientas analíticas para posteriores
discusiones sobre el tema de la criminalidad violenta.
En materia de prevención, tanto la disponibilidad de
un criterio sustentado para el análisis de las estadísticas, como también la disponibilidad de reflexiones
sistemáticas sobre los problemas, son de vital importancia.
La criminalidad violenta tiene múltiples causas y requiere de una gran diversidad de enfoques para su
comprensión. Al mismo tiempo, lamentablemente la
violencia criminal es uno de los fenómenos que más
se presta para malas interpretaciones o bien instrumentalizaciones. Las causas de la violencia criminal
son aún un campo en exploración en la región y
requieren el trabajo conjunto de instituciones públicas, sociedad civil, comunidad, sector académico
y organismos internacionales. Solamente ese trabajo
interactivo e integral, podrá dar dimensión real a la
complejidad que rodea el problema de la criminalidad violenta y en especial, proponer acciones colectivas e institucionales para hacerle frente.
Los modelos aquí planteados han sido seleccionados
a partir de los elementos explicativos que aportan al
debate sobre la criminalidad y la violencia en la región. Existen otras opciones igualmente válidas, sin
35
Sistematización Modelos explicativos de la violencia en
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua
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Sobre los Autores
Otto Argueta, Dr. Phil, historiador, era investigador asociado del GIGA Instituto de Estudios Latinoamericanos,
Hamburgo, Alemania. Actualmente se desempeña como Learning and Policy Focal Point de Interpeace para América Latina.
Sebastian Huhn, Dr. Phil, historiador y politólogo, es investigador en el Institute for Interdisciplinary Research on
Conflict and Violence de la Universidad de Bielefeld, Alemania.
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