Conclusiones de las comisiones de Trabajo

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CONCLUSIONES surgidas de las comisiones (ENDUC I)
En los días 13, 14 y 15 de septiembre se llevó a cabo en la localidad de Huerta Grande,
Provincia de Córdoba, el Primer Encuentro Nacional de Docentes Universitarios
Católicos, organizado por la Comisión de Pastoral Universitaria de la Conferencia
Episcopal Argentina. De las deliberaciones realizadas por las distintas comisiones de
trabajo reunidas, se aprobaron las siguientes conclusiones:
I. PASTORAL SUBJETIVA
1. Situación real
a) Valores:
En muchas Universidades se reconoce al profesor católico por su testimonio a
través del cumplimiento de su magisterio; por otra parte hay una labor positiva en el
trabajo común de ese profesor universitario con los alumnos.
En algunas Universidades se nota la labor de pastoral universitaria; en otras, no
confesionales, se goza de libertad de actuación.
b) Dificultades:
Muchos alumnos llegan a la Universidad con prejuicios respecto del catolicismo y
con una actitud escéptica y relativista. Se encuentran con una casa de estudios en
muchos casos de extrema politización, con orientación positivista y relativista
coincidente con la que los alumnos mismos traen respecto de lo religioso.
Muchos alumnos que vienen buscando un ámbito de recepción cristiano, suelen,
más de una vez, darse cuenta de la falta de testimonio de docentes católicos, lo cual les
genera una desconfianza no fácil de quitar.
También se divisan omisiones en la proyección de la cultura católica en la
sociedad, especialmente en aquellas problemáticas que llaman a la presencia.
La situación de los estudiantes es muchas veces de desarraigo y de una gran
desorientación, y la masificación estudiantil no contribuye a facilitar su orientación.
La pastoral universitaria no está presente en muchas universidades, o, al menos, no
se manifiesta su acción.
El personal no docente, como parte de la comunidad universitaria no se halla
excluido de las influencias del escepticismo y relativismo dominante y debe ser
incorporado al marco de la acción pastoral, como sujeto y como objeto de la misma.
2. Posibilidades y propuestas
Se ve la posibilidad de crear Centros de formación cristiana para alumnos y
docentes; y en la formación docente pareciera fundamental la filosofía y la teología y
dentro de ellas la antropología filosófica y la teológica, la ética general y la deontología
profesional; en la formación de los alumnos cabe que el profesor tenga siempre presente
la formación integral del alumno como persona.
Convendría institucionalizar asociaciones de docentes católicos y organizar cursos
de formación evangelizadora. En este punto, durante la reunión plenaria, varios
delegados no estuvieron de acuerdo en hacer una asociación de docentes universitarios
católicos por temor a generar un esquema organizativo cerrado que esterilice la acción
pastoral que debe realizarse.
Al docente católico le toca detectar las inquietudes espirituales de los alumnos y
aprovechar del mejor modo, en el caso de las universidades católicas, sus posibilidades
institucionales y, en el caso de las universidades estatales y de las de gestión privada no
confesional, la libertad de cátedra.
El alumno espera del docente católico y éste debe proponerse dar testimonio de
vida cristiana a través de la excelencia científica, de su capacidad de relación humana,
de diálogo, de servicio y de humildad, y de seguridad de principios y valores. Espera
también que sus inquietudes sean recogidas y resueltas con aportes valiosos de vida,
profesión y religiosidad.
Se proponen retiros espirituales para docentes y alumnos conjuntamente y
encuentros comunitarios, así como unir docencia y alumnado en todo diseño de
apostolado universitario.
Se propuso la realización de encuentros periódicos locales, regionales y nacionales
para promover el conocimiento mutuo y la unidad de acción en cada ámbito espacial.
3. Desafíos futuros
Impulsar un fuerte protagonismo de participación en las estructuras universitarias
de docentes y estudiantes católicos.
Lograr la presencia del docente católico como tal en la universidad.
Procurar la presencia del docente católico en los medios de comunicación, cuando
la Verdad y el Bien lo requieran y mostrar confianza en la Verdad y la libertad del
hombre de fe.
Fomentar la presencia del docente católico en la vida sacramental
Identificar, formar y respaldar a los que se avizoran como futuros dirigentes y
prepararlos para la investigación y la interdisciplinariedad informada por la visión
teológica.
Participar y colaborar con investigadores, dirigentes sociales y otras instituciones
cristianas en las soluciones de problemas sociales y socioeconómicos según la Doctrina
Social Cristiana.
Impulsar la tarea evangelizadora de ayudar a madurar humanamente al alumno,
acompañándolo en sus éxitos y dificultades, llamándolo a la reflexión, mostrándole
comprensión y firmeza de valores y, respecto de la relación con los colegas docentes,
mostrar a los alumnos la vida de fe, esperanza cristiana y amor para que puedan decir
"mirad como se aman", no siendo nunca competitivos unos con respecto a otros sino
potenciándose mutuamente.1
II. PASTORAL OBJETIVA
1. Fe y materia
La problemática sobre Creación, tiempo - espacio, evolución surge por un aparente
enfrentamiento entre la verdad de fe y las teorías científicas, al que han contribuido
posturas fundamentalistas, ateas y agnósticas. Los conflictos entre ciencia y fe se
originan en una mala interpretación de la doctrina o de la disciplina científica, y en
resabios del pasado, cuando posturas encontradas utilizaron la fe y la ciencia como
expresiones antagónicas. En la actualidad esas posturas están siendo superadas porque
se reconoce que ambas, ciencia y fe, están en la búsqueda de la Verdad.
La Verdad es una: no puede haber contradicción sino complementación entre la
verdad de la fe y la verdad científica.
Uno de las dificultades señaladas fue la falta de información de los docentes, no en
materia científica sino acerca de los estudios teológicos en sus modernas formulaciones.
Es imprescindible que los docentes católicos tengan la mejor información con respecto a
los textos actuales.
La naturaleza como recurso y como sustento de vida para todos los hombres
significa una innovación de la cultura que debe ser encarada como un gran desafío. Ese
desafío implica, asimismo, la problemática de las nuevas tecnologías que afectan en
forma directa al trabajo del hombre.
Estas innovaciones generan problemas ecológicos que inciden sobre la persona y
su relación con el medio ambiente. llevando al hombre, en general, a no considerar sus
necesidades y expectativas y afectando los elementos constitutivos de su existencia
personal y social.
Se nos impone, como docentes católicos universitarios, la responsabilidad de estar
atentos a los intereses que presionan para evitar el uso de opciones adecuadas a las
propuestas que utilizan al hombre, a la naturaleza, a la ecología y a la técnica en forma
negativa.
En cuanto a la posibilidad de tender a una formación integral del alumno, la
docencia y la investigación apuntan a iluminar en el campo específico de cada
disciplina, dentro de un contexto integral de búsqueda de la Verdad.
El docente requiere una buena capacitación en su área específica y en el aspecto
humanístico, instalando la reflexión antropológica que permita resolver los
interrogantes inéditos que se plantean por cuestiones éticas en las diversas disciplinas
del saber.
2. Fe y vida
I) Planteo del problema.
La evidencia científica y en particular los argumentos aportados por la genética,
reafirman que la vida humana existe desde el momento mismo de la fecundación, que
da origen al cigoto. En éste se encuentra el ser humano con toda la potencialidad de su
dotación genética y, por lo tanto, debe ser tratado con todo el respeto que merece la
dignidad de la persona humana.
Con referencia a la muerte se estuvo de acuerdo en que, en muchos casos, no se dan
las circunstancias que aseguren una muerte digna. Por el contrario, el contexto cultural
lleva a ignorar la muerte u oponerse indebidamente a ella mediante el encarnizamiento
terapéutico. No somos dueños de la vida y no se puede disponer arbitrariamente de ella.
No es facultad del médico ordenar la terminación de la vida y ni aún el mismo paciente
puede solicitar que se ponga fin a su existencia. No es aceptable la eutanasia activa o la
encubierta.
En cuanto al transplante de órganos, se afirmó que el mismo, con las condiciones
adecuadas, constituye un acto de solidaridad humana, que permite mejorar la calidad de
vida o prolongar la existencia de otros. Es, en sí mismo, una auténtica expresión de la
caridad cristiana.
Por otra parte, el mundo actual enfatiza la producción y el bienestar material, presta
poca atención a la promoción integral de la salud, la asistencia a los discapacitados, a
los problemas de la tercera edad, entre otros aspectos. Importa más el tener que el ser y
se desprecia la sabiduría de los ancianos.
II) Dificultades para la presencia de la Iglesia
1. Muchos católicos carecen de conocimientos, a nivel racional o científico, que les
permitan sostener su posición sobre estas cuestiones. Es importante, además de la
sustentación que nos da la Fe, apoyarla con los avances de la Ciencia, con la seguridad
que da estar en la verdad.
2. Los medios masivos de información habitualmente ofrecen la misma en forma parcial
y fuera de contexto. Es negativa, particularmente, la información que se difunde sobre
planificación familiar (contraconcepción), procreación asistida, etc. La cultura
hedonística de nuestros días no favorezca la cultura de la vida.
3. Los miembros del equipo de salud, en ciertos casos, no poseen una formación
humanística que favorezca el estar al servicio de la vida.
4. Se insiste exageradamente sobre los derechos individuales pero no se mencionan
suficientemente respecto al debido uso de la libertad y para señalar los valores
fundamentales de una cultura. La libertad, la justicia y la verdad son solidarias y no
deben separarse.
5. Se jerarquizan, por el contrario, los disvalores en la cultura post-moderna
(relativismo, escepticismo, materialismo, etc.).
6. No se esclarece adecuadamente el concepto de persona humana y su dignidad.
7. Se advierte, en algunos ambientes, una actitud hostil hacia los profesionales católicos
que en algunos casos llega a la discriminación y la segregación.
III) Posibilidades para la presencia de la Iglesia.
1. Surge la necesidad de formar grupos interdisciplinarios de formación y discusión,
constituidos por docentes, profesionales de la salud y alumnos, con capacidad de
proyectar su acción hacia la comunidad para tratar estos temas. Entre ellos se destaca la
necesidad de difundir la paternidad responsable y los métodos naturales de regular la
procreación.
2. Todo lugar puede ser apto para ejercer esta docencia: catequesis matrimonial,
homilías, cátedras universitarias y, en especial, los medios de comunicación social y el
uso de técnicas audiovisuales.
3. Las cuestiones de Bioética exigen ser consideradas con un enfoque trascendente y de
acuerdo a la dignidad de la persona humana. Tenemos que tomar una participación
activa en los ámbitos donde se debaten las mismas.
4. Se deben estimular en la comunidad actitudes solidarias hacia los que sufren
padecimientos o tienen minusvalías.
Como forma práctica se sugiere la formación en parroquias o comunidades de grupos de
apoyo para las familias que afrontan situaciones críticas con enfermos terminales.
Debemos cooperar para obtener una muerte digna en el seno de la familia, donde el
moribundo se sienta rodeado de los suyos y viva su propia muerte con la esperanza
cristiana.
5. Hay que promover la donación de órganos para posibilitar los transplantes,
apoyándonos en un acto de plena generosidad.
Sin embargo, la misma dignidad de la persona exige que se cumplan requisitos
inexcusables, como es respetar la voluntad y libertad del donante. Toda coacción, sea en
el ámbito de las leyes o fuera de él, es inaceptable.
6. La proclamación de la verdad con autenticidad, la promoción de la solidaridad, la
participación activa en la defensa de la dignidad de la persona humana y la propuesta de
los verdaderos valores, deben contraponerse al relativismo, al egoísmo, al hedonismo y
a otros disvalores de la sociedad actual.
Hay que fortalecer la conciencia del valor de la vida humana, desde su concepción hasta
la muerte, con la convicción de que cada ser humano es irrepetible e inviolable.
3. Fe y hombre
1.- Los docentes universitarios católicos advertimos que en la época actual una real
crisis de la cultura, que se traduce en la pérdida de valores, cuestión que afecta
profundamente a la vida universitaria en todos sus aspectos.
La visión religiosa es estructurante de la cultura y por lo tanto la crisis de religiosidad se
encuentra en el origen de la crisis cultural.
La Universidad es gestora de una cultura íntegra, tanto más humana cuanto más
cristiana, en la medida en que el Evangelio propone la jerarquización de valores
necesaria a la dignidad del hombre y a la convivencia social.
2.- En ese marco, la Universidad debe lograr la integración de todos los saberes:
precientífico, científico, filosófico y teológico frente a los reduccionismos cientificistas
de nuestro tiempo que tienden a valorar más la razón calculadora en desmedro de la
verdadera inteligencia, y que generan olvido en cuanto a la captación de lo esencial. En
tal sentido corresponde rescatar la validez de la intuición como forma de captación del
todo y de lo absoluto.
Se observa además una fractura en la integración del saber, debido a una escisión en el
problema epistemológico, por un lado, y los planteos filosóficos y teológicos por el
otro.
La comunidad universitaria implica el compromiso de todos en la búsqueda
desinteresada de la Verdad, abierta a la trascendencia. Es necesario que los docentes
laicos se formen tanto en la ciencia como en la Fe y que los teólogos y filósofos
conozcan las estructuras epistemológicas de las ciencias particulares.
3.- Además, la lógica debe volver a ser la propedéutica de todo saber, y la Ética debe ser
una propuesta transversal que a partir de la realidad nos permita el análisis científico y
la fundamentación metafísica y teológica. En esta materia debe corregirse la tendencia a
someter la norma objetiva y la recta conciencia a los sentimientos, en posturas
hedonistas, relativistas y subjetivistas, vinculando la libertad a la búsqueda de placer,
centrando la ética en la Verdad y la virtud.
4.- En el centro de los problemas actuales de la vida cultural se manifiesta el deterioro
de la función esencial de la Universidad, que perdió la finalidad de búsqueda
desinteresada de la Verdad por un sesgo profesionalista y utilitario que le impide ser
rectora de la cultura y la transforma en mera productora de títulos habilitantes.
La Universidad no puede renunciar a su permanente responsabilidad de formar en los
valores, como fundamento para la construcción de la Ciencia y de la Técnica y de
preparar al hombre para que pueda escoger con libertad ante las grandes opciones de la
vida, en actitud responsable y comprometida con su comunidad.
5.- En lo profundo de estos problemas se debate el concepto mismo de persona humana
y el valor de su identidad, como unidad sustancial e integrada de aspectos biológicos y
espirituales y no como disociaciones o reduccionismos que limitan la visión profunda
del hombre y de la vida. La formación universitaria debe ser asimismo completa e
integradora.
En esta formación es fundamental la reivindicación del estudio profundo de la historia.
La desaparición de la historia, característica de la post-modernidad, apunta al
desconocimiento de las raíces porque la historia nace de la .necesidad espiritual de
preservar la identidad. Por ello, parte de la cultura actual, alimentada en un pragmatismo
que deja de lado toda trascendencia y todo valor, rechaza la historia para romper con la
tradición judeo cristiana que ha forjado la cultura occidental.
Los universitarios católicos no son ajenos a la tensión entre identidad, pluralismo y
globalización. Pluralismo no debe ser pérdida de identidad sino exigencia de reafirmar
la propia y al mismo tiempo reconocer y respetar la ajena.
El diálogo, para el cual es necesario formarse intelectual y espiritualmente, consiste en
tratar siempre al otro como persona, buscando en él lo positivo y común antes que las
diferencias. La Iglesia, por su naturaleza, su doctrina y su pastoral está plenamente
abierta al diálogo, pero es necesario comenzar a vivirlo en nuestras propias
comunidades.
La globalización hace uso de realidades tecnológicas, como la informática y el
multimedio, en función de estrategias de poder, para producir un cambio cultural
profundo, que como todo avance tiene elementos positivos y negativos. La asimilación
y formación universitaria en estas tecnologías emergentes conlleva el desafío de
utilizarlas en función del paradigma que mantenga a la persona humana como centro y
medida de las cosas.
La docencia universitaria católica debe generar una inculturaccón en este cambio
tecnológico, capacitando a las personas para actuar libremente frente al mensaje
multimedio, formando comunicadores capaces de transmitir auténticos valores humanos
y utilizando los medios para evangelizar sin perder el necesario contacto personal.
6.- Un aspecto preocupante se manifiesta en las fuertes divergencias entre los valores de
la Doctrina Social de la Iglesia y las realidades económicas concretas, evidenciando un
problema de naturaleza ética más que técnica.
Los docentes universitarios católicos y sus Universidades deben comprometerse
ante las situaciones concretas de inequidad social y crear ámbitos para intensificar la
investigación que encuentre alternativas para hacer realidad el desarrollo humano
propuesto por la Doctrina Social de la Iglesia.
7.- En el plano de lo estético: es necesario el desarrollo de bases teóricas para el hacer y
el juicio crítico, desde la sabiduría cristiana y la naturaleza de la obra de arte. La
Universidad debe fortalecer la relación maestro/discípulo como el modo más perfecto
de lograr la capacidad de simbolizar el mundo espiritual del artista, y afirmar la causa
formal de la obra de arte: la belleza como trascendental del ser, la comunicación como
plenitud cristiana que se dona, el habitat construido como reflejo de un modo de vida y
el arte sacro como expresión de la alabanza al Creador.
8.- Desde lo político: urge que nuestras Universidades intensifiquen la investigación
sobre la realidad contemporánea y los procesos políticos actuales, colocándose a la
vanguardia del pensamiento científico y analizando entre otros temas el funcionamiento
del régimen federal, el papel de los partidos políticos, los proyectos legislativos de
trascendencia y las cuestiones ético-públicas en contra de la corrupción.
Los docentes universitarios católicos deben reafirmar la aplicación del principio de
subsidiaridad en todo aquello en que sea posible la actuación de entidades intermedias y
también que la responsabilidad del estado que como garante y gerente del Bien Común
no deje espacios vacíos institucionales o jurídicos, para hacer todo aquello que la
iniciativa privada no alcance a realizar. Esta visión de un estado social de derecho
garantiza un poder controlado, limitado y compartido para que los derechos naturales de
la persona humana sean respetados y sirvan para asegurar la justicia y solidaridad.
Mediante la incorporación del estudio de la Doctrina Social de la Iglesia debe
reafirmarse la razón legitimante del Bien Común y los principios de subsidariedad y
solidaridad, en lugar de la sobrevaloración de las relaciones de poder, como contenido
de la Ciencias Políticas.
9.- En suma, la Universidad y el propio diseño educativo en todo el mundo sufren la
crisis propia de la cultura actual. Los universitarios católicos debemos dejar de actuar
solo por reacción y adelantarnos a los desafíos del Tercer Milenio, sin ceder en la
búsqueda de la formación integral de la persona.
Debemos alentar la expresión de nuestra identidad católica, dejando de lado la actitud
de silencio ante los grandes temas en nuestro compromiso con Dios y los hombres.
Debemos rescatar nuestra función investigadora, docente y de vinculación como un
servicio a la comunidad y a la cultura.
La sociedad de hoy y del futuro va a demandar respuestas éticas. La Universidad,
informada por estos principios, está en condiciones de darlas.
10.- Se destacó como fundamental la necesidad de la oración en la vida del docente
universitario católico.
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