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Hidroeléctricas en la Amazonía y dos graves
delitos de la Justicia: omisión e indulgencia
En el día internacional de los Derechos Humanos exigimos que se haga JUSTICIA YA en los
casos de Belo Monte, Teles Pires y Tapajós
Publicado el 8 de diciembre de 2013
Omisión: Falta de acción en el cumplimiento del deber
Negligencia: Tolerancia con lo que es ilícito o prohibido
“Nosotros, indígenas Juruna de la comunidad Paquiçamba, estamos preocupados por la
construcción de la hidroeléctrica Belo Monte, porque quedaremos sin medios de transporte,
pues el lugar donde vivimos será perjudicado, porque el agua del río disminuirá, igual que la
caza, van a aumentar las plagas de mosquitos con la baja del Río, aumentando la malaria.
También la selva va a resentirse mucho con el problema de la sequía y con el cambio del curso
de los ríos y arroyos (…)”
Fragmento de la carta enviada al MPF, Altamira, 2000
El 15 de mayo de 2001, el Ministerio Público Federal (MPF) de Pará presentó la primera Acción
Civil Pública (ACP) contra la represa hidroeléctrica Belo Monte en respuesta a una carta de los
indígenas Juruna, en la cual relataban su extrema preocupación por los rumores de que el
gobierno federal retomaría el mega proyecto de represamiento del río Xingú en la región de
Altamira, Pará.
Más de 13 años después, la población del Xingú está experimentando el hecho de cómo sus
peores pesadillas se convierten en una realidad. Las sombrías predicciones de la primera ACP
del MPF también van concretándose, y hoy ya son 20 las acciones interpuestas por este órgano
por las innumerables violaciones de la legislación ambiental y los derechos humanos de pueblos
indígenas, ribereños, pescadores, agricultores y habitantes de las ciudades impactadas por la
represa, consagrados en la Constitución Federal y en tratados internacionales de los cuales Brasil
es parte.
Belo Monte, cuyos sitios de obras siguen expandiéndose en lo que antes era territorio de los
pueblos del Xingú, se ha convertido en un símbolo nacional e internacional de una locura
pública-privada de desarrollismo que destruyó todo lo que estaba en su camino bajo el supuesto
de crecimiento económico. Supuesto, pues el crecimiento de un 4% a 5% del PIB con el cual se
alardeaba, y el que orientó el Plan Decenal de Energía en el 2012, en 2013 bajó a 2,5%, y de
acuerdo con los pronósticos de agencias especializadas, en 2014 debe ser aún menor.
Hoy 10 de diciembre, en el que se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, es
esencial que la cuenta de los crímenes cometidos por el gobierno federal y sus socios privados
en Belo Monte sean presentados de nuevo al país. Especialmente, es esencial que se tenga
claridad de que gran parte de estos han sido documentados, analizados y denunciados ante la
justicia, que silenciosa e indulgentemente, ha permitido que sigan en la impunidad, se repitan y
profundicen una y otra vez.
Si solo tomamos las últimas acciones civiles públicas del MPF iniciadas entre finales del 2012 y
la actualidad, se observan absurdas actuaciones por el Consorcio Norte Energia S.A. (NESA,
liderado por el Grupo Eletrobrás) como el incumplimiento del 40% de las condiciones del
licenciamiento ambiental del proyecto; información falsa del empresario a Ibama; error en la
medición de la cota 100, debajo de la cual habrá inundación de área urbana de Altamira, y
ausencia de registro de los afectados; violaciones de la licencia ambiental y un nuevo
incumplimiento de los condiciones; negativa del empresario de cumplir su obligación de comprar
tierras para los pueblos indígenas Juruna de la aldea Buena Vista, con daños graves,
desintegración y riesgo para la supervivencia de la comunidad; impactos sobre los indígenas
Xikrin habitantes del río Bacajá; irregularidades en las obras de reasentamiento de los habitantes
de Altamira que serán afectados por las inundaciones, modificación de los proyectos originales
sin consentimiento de los afectados; violación de las construcciones del código de obras de la
ciudad, y muchas más.
Varias acciones obtuvieron medidas preventivas favorables que fueron posteriormente revocadas
sin hacer un análisis de mérito, a través de la aplicación de la Suspensão de Segurança,
instrumento creado por la dictadura militar y generosamente aplicado por presidentes del
Tribunal Regional Federal de la primera Región (TRF1). La mayoría de las acciones están
esperando en los cajones para ser falladas en primera instancia, y otras tantas por el TRF1.
Una acción en especial, presentada por el MPF en 2006 y que exige al Estado el respeto de la
Constitución en relación con el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados en casos de
proyectos que impacten sus tierras (audiencias indígenas, artículo 231 de la CF), aún se
encuentra pendiente de ser fallada por el Supremo Tribunal Federal. También, en noviembre de
2012, el Movimiento Xingú Vivo y sus aliados solicitaron a la presidencia del STF una audiencia
sobre el caso, solicitud reforzada en abril de 2013 por el obispo de la Prelatura del Xingú, Don
Erwin Kräutler, y nuevamente presentada ante el Supremo por Xingú Vivo y sus socios el 4 de
diciembre del presente año.
Decenas de otras acciones de agricultores, pescadores, ribereños y habitantes de Altamira siguen
suspendidas en la subsección judicial de la ciudad, mientras se acumulan historias de vida
destrozadas, miserias y sufrimientos. Lejos de condolecerse con esta situación, para reprimir las
protestas de los afectados y de los operarios de la represa, el gobierno federal envió la Fuerza
Nacional de Seguridad a Belo Monte, que actualmente actúa como guardia privada de los
empresarios de la hidroeléctrica.
Un modus operandi similar ha sido adoptado por los complejos hidroeléctricos de la cuenca del
Tapajós, donde se prevé la construcción de tres grandes represas en éste río y sus afluentes,
cuatro represas en el río Jamanxim, cinco en Teles Pires, y 17 en Juruena (además de 80
pequeñas centrales hidroeléctricas (PCHs) en colisión directa con tierras indígenas, territorios
ribereños y unidades conservación).
La ofensiva del gobierno federal que evidencian los proyectos de la cuenca del Tapajós van en la
misma dirección de Belo Monte: decisiones políticas sin consultar a los pueblos indígenas y sin
análisis de los impactos acumulativos, violando la legislación brasilera y normas internacionales,
incluyendo la Constitución y el Convenio 169 de la OIT; los abusos y presión sobre los órganos
de licenciamiento (FUNAI, IBAMA, IPHAN); y la represión e intentos de cooptación de los
movimientos de resistencia, especialmente los Munduruku y Kayabi.
La hidroeléctrica Teles Pires que se encuentra en construcción en el río del mismo nombre, fue
objeto de dos ACP del MPF, alegando graves violaciones a derechos y fallas en el Estudio de
Componente Indígena. En septiembre de este año el TRF1 decidió paralizar las obras, sin
embargo, una vez más y a pedido de la Abogacía General de la Unión AGU, el presidente del
STF aplicó la Suspensão de Segurança, aduciendo “daño grave al orden económico”, y
permitiendo retomar las obras en detrimento de los derechos humanos fundamentales.
También en el río Teles Pires, el sector eléctrico propuso la construcción de la represa
hidroeléctrica São Manoel, que quedaría a pocos metros del límite de la tierra indígena Kayabi.
Con la licencia suspendida temporalmente en 2011 tras las protestas de los indígenas
Munduruku, Kayabi e Apiaká, el proyecto fue retomado después de fuertes presiones sobre el
poder judicial, el Ibama y la Funai por parte de la Empresa de Investigación Energética (EPE).
De acuerdo con el Estudio de Componente Indígena (incompleto), los impactos de la represa
sobre los pueblos indígenas son tan graves que la vuelven inviable, posición sostenida por la
Funai hasta noviembre de este año. Extrañamente, sin resolver los problemas señalados por sus
técnicos, el 27 de noviembre la presidencia de ésta entidad cambió de posición a través de un
oficio ambiguo dirigido al Ibama. Dos días después, salió la Licencia Previa del proyecto para
ser licitada por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL) el 13 de diciembre.
Ahora en el río Tapajós, el gobierno creó una nueva operación de guerra para viabilizar los
estudios de las represas São Luiz do Tapajós y Jatobá. Así, como en Belo Monte, envió a la
región su brazo armado, la Fuerza Nacional de Seguridad, con el fin de controlar la resistencia de
los Munduruku que no aceptan el proyecto sobre el que nunca fueron consultados y que afecta
directamente sus territorios y modos de vida.
Paralelamente, el gobierno federal disminuyó inconstitucionalmente, por medio de una Medida
Provisional, más de 75 mil hectáreas de cinco Unidades de Conservación para permitir la
construcción de las represas de São Luis do Tapajós y Jatobá. La Acción Directa de
Inconstitucionalidad (ADI) de la Procuraduría General de la República relacionada con estos
crímenes, permanece sin ser examinada por la justicia ni el STF desde febrero de 2012.
Finalmente, cabe resaltar que la construcción de las hidroeléctricas de la Amazonía han sido
beneficiarias de generosos financiamientos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social
(BNDES) y otros bancos públicos, que utilizan el dinero de los contribuyentes brasileños, sin un
mínimo de transparencia sobre criterios de análisis de riesgo y de la viabilidad socioambiental y
económica y del riesgo de los proyectos, ni mecanismos efectivos para garantizar el respeto de los
derechos de las poblaciones afectadas y otras obligaciones socioambientales de los empresarios,
teniendo además una baja aplicación de sanciones por el Ibama (autoridad ambiental).
Solicitudes
Por todo lo anterior, consideramos una vergüenza y un desafío ante el mundo que estemos siendo
obligados a vivir estos ataques a los derechos humanos, la dignidad de la persona humana y las
instituciones democráticas, haciéndonos revivir el periodo sombrío de la dictadura militar.
Exhortamos al país a unirse para exigir JUSTICIA YA para los afectados de Belo Monte y los
proyectos de la cuenca del Tapajós. Exigimos:
- Que todas las instancias de la Justicia cumplan su papel y juzguen con celeridad e idoneidad el
fondo de todas las acciones relativas a los proyectos hidroeléctricos en la Amazonía, subsanando
los incumplimientos de la Constitución, la legislación ambiental y el Convenio 169 de la OIT.
- Específicamente en relación con Belo Monte, que el STF juzgue el mérito de la ACP sobre las
audiencias indígenas y garantice su derecho constitucional de consulta por parte del Congreso
Nacional.
- Lo mismo debe aplicarse a los proyectos hidroeléctricos del río Tapajós, Teles Pires y Juruena:
que los indígenas sean consultados con poder de veto, sobre la construcción de las
hidroeléctricas planeadas.
- En relación con la represa São Manoel, que sea retirada de la licitación de energía A-5 de
13/12/2013 y el proceso de licenciamiento sea cancelado hasta la decisión de las acciones del
MPF. Y, en especial, que no se lleve a cabo ninguna acción para la implementación de las
represas antes de la realización de la consulta a los pueblos Kayabi, Munduruku y Apiaká.
- En relación con la represa Teles Pires, que la Suspensão de Segurança del presidente en
ejercicio que permitió retomar las obras sea revisada por el Supremo.
- Que el STF juzgue la Acción Directa de Inconstitucionalidad 4717 sobre la desafectación ilegal
de las Unidades de Conservación de la cuenta del Tapajós.
- Que sea erradicada definitivamente del ordenamiento jurídico nacional la legislación sobre
Suspensão de Segurança.
- Que sea decretada una moratoria al licenciamiento y construcción de represas en la región
amazónica, hasta que se lleven a cabo estudios sobre los impactos acumulativos en el nivel de la
cuenca hidrográfica, y los procedimientos de consulta y consentimiento libre, previo, e
informado conforme a la Constitución brasilera y el Convenio 169 de la OIT.
BELO MONTE, JUSTICIA YA! TELES PIRES, JUSTICIA
YA! TAPAJÓS, JUSTICIA YA!
Altamira, Alta Floresta e Itaituba, 10 de diciembre de 2013
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