Primer tema

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2do Encuentro del Programa FIDA / MERCOSUR
Colonia del Sacramento - Uruguay
Hotel Casa del Sol
10 y 11 de mayo de 2012
Programa Regional del FIDA para el MERCOSUR
Soporte Institucional:
Centro Latinoamericano de Economía Humana
(CLAEH)
DOCUMENTO DE TRABAJO
Tema 1.
Mecanismos para la construcción y profundización del diálogo político sobre Agricultura
Familiar, Seguridad Alimentaria y Nutricional y Desarrollo Rural. Difusión de la experiencia
realizada en el MERCOSUR ampliado hacia otras regiones.
Los antecedentes
El Programa del FIDA para el MERCOSUR, surge como programa regional de apoyo a la
discusión, diseño y aplicación de políticas públicas de inversión para el desarrollo de los
territorios rurales y el combate a las causas que generan la pobreza rural en los mismos. Se
genera esta iniciativa a partir de la propuesta surgida del Seminario Internacional realizado
en Montevideo en 1997, por iniciativa del FIDA y el Gobierno del Uruguay, denominado
“Combate a la pobreza con reglas de mercado”. En dicho seminario participaron Ministros y
delegados de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Agricultura del MERCOSUR ampliado.
La convocatoria y realización de este seminario se apoyó en el convencimiento por parte del
FIDA que difícilmente se tendría éxito en el combate a la pobreza rural, exclusivamente a
través de “Proyectos”, es decir operaciones de préstamo acotadas en monto y objetivos,
localizadas en determinados territorios y comunidades (limitadas territorialmente), y
también acotadas temporalmente, pero adoleciendo de un marco claro de política pública,
perdurable en el tiempo, coherente con la política macroeconómica y comercial, con la
política de inversión pública y con las definiciones de desarrollo económico y social del país.
La alternativa planteada fue estimular el debate sobre las implicancias de ubicar a los
programas y proyectos en un contexto político explícito para que éstos fueran sus
instrumentos operativos, tanto de cooperación técnica para incrementar la dotación de
capital humano y social, como de cooperación financiera para incrementar el capital físico y
económico.
Otra dimensión analizada era la de la integración regional. Difícilmente las poblaciones
rurales podrían capitalizar los beneficios de la integración (si los había), en la medida que
no existieran políticas públicas destinadas a generar condiciones de desarrollo e inversión en
los territorios rurales y a reducir asimetrías entre y dentro de los países, y especialmente
entre los diferentes sectores de la población rural. Muy especialmente entre grandes y
medianos productores comerciales (posteriormente se les dio en llamar el agronegocio) y
pequeños productores familiares y sus comunidades. El comercio por sí solo no sería capaz
de redistribuir recursos a favor de los más pequeños y vulnerables.
Se recomendaba en ese momento a los Gobiernos del MERCOSUR, crear en este espacio
institucional y político de integración, una Unidad de Coordinación Regional (UCR) para
apoyar al diseño las políticas públicas que dieran marco y contexto a los proyectos de
financiamiento externo y cooperación para el desarrollo rural y el combate a las causas
generadoras de la pobreza rural. Esta UCR se instaló en Montevideo, en la sede del
MERCOSUR, en setiembre del año 2000 y comenzó a actuar en el año 2001, una vez que el
FIDA aprueba una primera donación a los Gobiernos del MERCOSUR ampliado, los cuales la
aceptan y resuelven su creación.
En el año 2001 se realiza el 1er. Encuentro de Colonia del Sacramento de la Unidad de
Coordinación Regional del Programa FIDA/MERCOSUR, con la participación de delegados
gubernamentales de los Ministerios de Agricultura de los cuatro gobiernos socios plenos del
MERCOSUR y delegados del FIDA, definiéndose las primeras orientaciones para la
intervención del Programa.
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Los primeros pasos fueron dados en el sentido de estimular el debate a nivel de las Oficinas
de Políticas Agrícolas de los Ministerios de Agricultura, sobre la necesidad de que primero
existieran y fueran explícitas en cuanto a sus objetivos, instrumentos y recursos de
inversión, un conjunto de políticas públicas focalizadas a atender las necesidades
económicas, sociales y de producción de las comunidades rurales y de los más pequeños
productores y asalariados rurales. Luego que existiendo las mismas, éstas pudieran ser
armonizadas y posteriormente articuladas dentro del MERCOSUR.
El debate establecido con las Oficinas de Política, fue sobre la pertinencia de que existiesen
políticas diferenciadas para la pequeña agricultura / producción (en ese momento aún no se
hablaba en la región - salvo en Brasil - de Agricultura Familiar). En la mayoría de los
casos no se consideraba necesario, pues la visión política dominante de aquel momento
miraba a la “agricultura” como un único sector económico en competencia internacional, en
una región con amplias ventajas comparativas para su desempeño competitivo en los
mercados internacionales. Con reglas de mercado claras los agentes económicos debían
adecuar sus inversiones, procesos de gestión económica y financiera, sus procesos
productivos y comerciales, y aprovechar las ventajas de la liberalización progresiva de los
mercados a partir de las teorías del “regionalismo abierto” de las cuales hacía parte el
MERCOSUR.
En una región exportadora neta de alimentos como el MERCOSUR, esta visión no reconocía
más que la existencia de “una sola agricultura” la que debía ser atendida con medidas de
política que potenciaran su competitividad natural y que mediante nuevas tecnologías y una
liberalización progresiva del comercio le permitieran expresar al máximo su potencialidad,
en el mercado internacional, especialmente en el mercado de la commodities. La población
rural pobre y la agricultura de subsistencia, de mercado local o aún de producción para el
mercado interno sin una posición exportadora, que no pudiese “subirse” a las nuevas
oportunidades de mercado, debía ser atendida con políticas compensatorias más de tipo
social que productivas o económicas / comerciales.
La agricultura familiar, la pequeña agricultura, la agricultura de subsistencia, los
trabajadores rurales sin tierras, los colonos o asentados, incapaces de abordar las
exigencias de los mercados de exportación o aún de los mercados nacionales, eran materia
de las inversiones en el plano social, de los ministerios de bienestar y/o desarrollo social y
no de los ministerios productivos como los de agricultura. Eran parte del gasto social y no
de la inversión económica. Las políticas para este sector eran claramente de tipo
compensatorias y los proyectos de financiamiento y/o cooperación externa que se gestaban
al amparo de estas definiciones, referían a la pequeña agricultura y los sectores rurales
vulnerables como un problema eterno que solo la inmigración hacia las áreas urbanas
resolvería. Mientras tanto los recursos (en gran medida) se dedicarían a mitigar las
consecuencias de la pobreza y no a combatir sus causas.
Existieron proyectos de financiamiento externo, de las agencias de cooperación
multilaterales, que buscaban compensar los diferentes puntos de partida de los AF en todos
los países de la región, con la visión de que aquellos que tuvieran la oportunidad de
incorporarse al mercado lo hicieran, y para los que no la tuvieran aplicar recursos buscando
que sufrieran lo menos posible los efectos de su marginación. Fueron muy notorios los
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proyectos de reconversión productiva e incluso de reconversión para salirse del sector de
actividad.
La pequeña y mediana agricultura, la agricultura familiar campesina o la agricultura familiar
como se le denominó finalmente en el MERCOSUR, a partir de la década de los 2000, fué
objeto, sujeto y parte de las políticas sociales compensatorias. Luego, con el devenir de
cambios en el escenario político regional y un persistente reclamo por parte de las
organizaciones sociales de la AF a nivel de cada país y en la región, se comenzó a revisar el
concepto a la luz de la notoria incompetencia de los instrumentos de compensación. Las
oficinas de política pública agropecuaria de los ministerios sectoriales - luego de un arduo
debate - fueron haciendo lugar a aceptar las notorias diferencias entre la agricultura
familiar y la comercial, su relación y vínculo con los mercados de factores, de capital,
insumos y productos, su relación diferencial con el comercio y con la tierra y el ambiente, y
pasó nuevamente a formar parte de los “activos” del desarrollo. En este proceso hizo
aparición la necesidad de políticas diferenciadas.
El MERCOSUR no obstante trataba los temas de la agricultura y el comercio en el SGT 8 y
otros grupos vinculados como el de normas técnicas, no obstante no existía un espacio que
reconociera la AF y su vinculación con el comercio. En el año 2003 los Ministerios de
Relaciones Exteriores y el de Desarrollo Agrario de Brasil, y la COPROFAM, convocan a un
encuentro regional sobre la AF y las negociaciones internacionales en la OMC y el
MERCOSUR. En dicho encuentro se establece un vínculo de trabajo y cooperación entre la
COPROFAM y el Programa FIDA/MERCOSUR. La COPROFAM venía reivindicando desde 1991
un espacio para la AF en el proceso de integración regional.
Ese mismo año FIDA/MERCOSUR y COPROFAM realizan un encuentro en la ciudad de
Montevideo, coincidente con la reunión del Consejo del Mercado Común (CMC) y la Cumbre
de Presidentes y se le presenta a los Cancilleres de los cuatros socios plenos la “Carta de
Montevideo” donde se propone a los gobiernos del bloque, la creación de un espacio de
diálogo político especializado y asesor de los órganos ejecutivos del MERCOSUR. Este
planteo es asumido por el Gobierno del Brasil, quien propone en la Argentina en junio de
2004 la creación de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF),
aprobándose ese mismo año. Ese mismo año en Brasilia la recientemente creada REAF
solicita al FIDA/MERCOSUR el apoyo financiero para consolidar este espacio y los servicios
de secretaría técnica de la misma.
El FIDA mantuvo y aumentó su apoyo y compromiso en los años subsiguientes a través de
este su programa regional para el MERCOSUR, consolidándose la REAF como un espacio de
diálogo político entre y dentro de las países del MERCOSUR ampliado, entre delegados de
los gobiernos y dirigentes de las organizaciones sociales representativas, muy
especialmente la COPROFAM, quién también redobló su compromiso político/gremial de
consolidar este espacio.
Los temas de la Agenda se fueron construyendo en conjunto desde las Secciones Nacionales
hacia la Reunión Regional y el reconocimiento y fortalecimiento institucional (dentro y fuera
del MERCOSUR) se fue dando a través de resultados medidos como recomendaciones al
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MERCOSUR a través del GMC y el CMC, y las políticas e instrumentos discutidos y
propuestos en la REAF adoptados también por los gobiernos.
En 2010 se resuelve por parte de los gobiernos crear el Fondo de la Agricultura Familiar del
MERCOSUR y a partir de allí comienza un proceso de transición donde el FIDA/MERCOSUR,
dejaría finalmente en diciembre de 2011 de tener la responsabilidad de financiar la REAF y
operar como Secretaría Técnica. La institucionalidad de la REAF consolidada y su
sostenibilidad financiera asegurada a través del FAF, obligan y estimulan al FIDA y al
FIDA/MERCOSUR a repensar un nuevo papel, que mantenga el apoyo decidido al diálogo
políticos sobre las políticas públicas diferenciadas para la AF, ampliando su foco a políticas
vinculadas y vinculantes con aquella como son las de desarrollo rural, seguridad alimentaria
y nutricional y mitigación y adaptación al cambio climático por parte de la AF.
La situación actual
Hubo proyectos de financiamiento externo y cooperación sin políticas públicas y esto generó
la necesidad de estimular el debate sobre la necesidad que éstas existieran fueran
sostenidas en el tiempo y dieran el marco a las intervenciones y los proyectos.
Doce años después hay políticas, hay voluntad de articularlas y armonizarlas en el bloque
regional, hay voluntad de invertir en potenciar la AF como una parte importantísima de la
solución a la pobreza y no gastar en ella como parte del problema, sino invertir en ella
porque es parte de la solución. Hay necesidad de continuar perseverando en la
institucionalización para hacer de las mismas (las políticas públicas diferenciadas para la AF)
y de la REAF una realidad persistente y resistente.
La garantía de que esto ocurra es el diálogo político maduro y equilibrado entre funcionarios
de los gobiernos y dirigentes de las organizaciones sociales representativas.
A pesar de los éxitos, recurrentemente en todos los países hemos vuelto en algún momento
durante estos últimos 10 u 8 años al debate sobre si la AF hace parte de las políticas
económicas, productivas, tecnológicas, comerciales, o hace parte del conjunto de políticas
sociales. Un nuevo ministro, secretario, funcionario, un cambio de enfoque político en un
gobierno, trae una vez sí y otra también este tema a la mesa del diálogo. Hay que encararlo
con madurez, argumentos y ejemplos, y con avances concretos en temas sensibles como el
comercio, compras públicas, inversiones, registros. También y sobre todo, un mayor y
mejor conocimiento de las peculiaridades y diversidad de situaciones que se dan en la
amplia categoría socio/económica que significa la AF, y las políticas e instrumentos
diferenciados dentro de los diferentes.
Este es el nuevo contexto post – consolidación de la REAF para el Programa
FIDA/MERCOSUR. Se manifiesta una vez más el compromiso institucional del FIDA con el
proceso y con sus impactos y resultados en la región, no solo a través de sus proyectos
(préstamos y donaciones), sino a través de una nueva donación para los actores sociales y
públicos del MERCOSUR, que se expresa con una nueva etapa de apoyo, con al menos
cuatro nuevos desafíos:
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(i)
(ii)
(iii)
(iv)
Refrescar la Agenda con nuevos temas;
Institucionalización de las políticas públicas diferenciadas para la AF, el desarrollo
rural y el combate a las causas que generan la pobreza rural;
Proyectar el modelo REAF hacia otras regiones;
Acercar a los ámbitos de la REAF que corresponda (plenarias regionales, grupos
temáticos y/o sesiones nacionales), experiencias de los Programas del FIDA en
ejecución en la región que aporten al debate de los temas de la agenda REAF.
En el enfoque generador de esta nueva fase, post – consolidación de la REAF para el
programa FIDA/MERCOSUR, se manifiesta a través del objetivo más general de sus
acciones, para coadyuvar a que el diálogo político sea equilibrado, democrático,
representativo, informado y responsable, buscando resultados que se concreten en acciones
o en políticas mejor orientadas o focalizadas. En esa medida éste ayudará a consolidar la
institucionalidad y los compromisos, no solo entre los países sino dentro de los mismos,
porque pone en un mismo nivel de información, discusión y para el diseño de las
estrategias, las políticas y sus instrumentos a los funcionarios de gobiernos y a los
dirigentes de las organizaciones sociales. Mejora el “ambiente” para la inversión pública y
para la ejecución de los proyectos, permite fortalecer a las organizaciones sociales
representativas, no solo de cúpula, sino también de base, a través de instrumentos e
intervenciones directas de los proyectos. Las organizaciones de base con el apoyo técnico y
financiero de los proyectos podrán operar en el marco de una política que les asigne
explícitamente el papel de proveedoras de servicios y/o interlocutoras con las autoridades
locales y nacionales. Mejora la calidad de la demanda desde la población rural y la AF. Las
necesidades se traducen en propuestas y éstas en recursos mejor orientados.
El escalamiento o la proyección del modelo diálogo político REAF, hacia otras
regiones
Como proyectar el diálogo hacia otras regiones:
(i)
(ii)
(iii)
(iv)
(v)
(vi)
(vii)
(viii)
conocer bien el proceso seguido en el MERCOSUR, sus fortalezas y sus debilidades.
Cómo se construye el diálogo político y cómo se lo mantiene vigente, con contenido
y resultados,
identificar en otras regiones a los interlocutores (funcionarios de los gobiernos y
dirigentes de las organizaciones), sus intereses y posicionamientos institucionales,
confirmar que existe una voluntad y una “cultura” de diálogo y cómo esta se
encauza,
identificar la institucionalidad que convocará al diálogo y el objetivo y resultado
esperado del mismo,
nivelar expectativas,
la forma del diálogo, la metodología, las reglas del juego, la convocatoria y la
participación democrática sin exclusiones, y los temas de agenda,
acuerdos preliminares sobre la agenda y como se aborda,
voluntad de la REAF y de los países que hacen parte de ella de promover el modelo
de diálogo político hacia otros países y regiones.
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Una premisa clara a esta altura del proceso seguido en los últimos 10 u 8 años es que el
modelo es de los países que hacen parte de la REAF. El FIDA no tiene condiciones de
apropiarse del mismo para su difusión, si no cuenta con la más comprometida participación
de los países para proyectar la experiencia, por lo que el escalamiento del modelo REAF
hacia potras regiones tiene que ser un emprendimiento conjunto entre la REAF y los países
que la integran y el FIDA.
El FIDA/MERCOSUR una vez más es una herramienta de esta alianza, ahora para proyectar
el modelo de diálogo sobre políticas públicas para la AF hacia Centroamérica, la Región
Andina y la Comunidad de Naciones del Sur del África. En los tres casos la REAF ya ha
tenido a lo largo de los últimos años instancias de intercambio, información cruzada y
manifestaciones de mutuo interés en profundizar en el proceso.
No obstante esta herramienta solo podrá actuar si se dan en forma conjunta las siguientes
condiciones:
(i)
(i)
(ii)
(iii)
(iv)
(v)
A la REAF (gobiernos y organizaciones representadas) le interese proyectar su
experiencia y su modelo hacia otras regiones, en el marco de una decisión
político / diplomática que es de cada uno de los países parte y es
consensuada en este ámbito del MERCOSUR. Esto es así porque el “modelo”
que se proyecta es propio de la REAF y fue creado por sus participantes y es a
éstos y solo a éstos a los que les pertenece la decisión de proyectarlo,
compartirlo y enriquecerlo con actores de otras regiones.
El Programa FIDA/MERCOSUR puede ser el vehículo técnico y financiero para
llegar a los diferentes países de las regiones mencionadas, en la medida que
exista la voluntad de los países parte de la REAF/MERCOSUR de proyectar el
modelo de diálogo sobre políticas públicas y especialmente construir una
Agenda de interés común.
En los países y/o en las regiones antes mencionadas habrá que identificar a
los actores del diálogo, conocer sus intereses, sus posiciones de partida, la
“cultura” de construir y participar juntos en el diseño y aplicación de políticas
públicas de inversión diferenciadas para la AF y donde estos actores ubican
los principales problemas y prioridades.
La experiencia muestra que solo a través de una agenda compartida es
posible avanzar en el “diálogo inter – regional”. En caso contrario los
encuentros (costosos en sí mismos), no generarán más que aproximaciones,
conocimiento, con más énfasis en las diferencias que en las similitudes y sin
llegar a trascender hacia una etapa de intercambio y/o cooperación concreta.
Los resultados son visibles y alcanzables sí y solo sí las acciones de
cooperación y los recursos quedan en manos soberanas de los países y sus
gobiernos que son los únicos que pueden dar continuidad y concreción al
diálogo inter – regional.
El Programa FIDA/MERCOSUR como herramienta técnica y financiera solo
puede apalancar los recursos de cooperación de los países involucrados según
la orientación que éstos les quieran dar a su aplicación, con los suyos propios
y/o los del FIDA, facilitar los encuentros, aportar metodología de trabajo para
éstos, difundir sus resultados mediante las técnicas de “gestión del
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conocimiento” y hacer una especie de “gerencia de seguimiento” de la
cooperación, en la medida que actúa en la preparación de la misma ex - ante,
luego durante la misma y finalmente procesa la información ex – post para
que los países y gobiernos involucrados hagan la evaluación que crean
pertinente.
La experiencia hasta el momento en relación a la proyección de la experiencia y
metodología para el diálogo político desde la REAF/MERCOSUR hacia otras regiones y países
podría resumirse como:
(A) Para proyectar la experiencia de la REAF a otros países fuera del MERCOSUR, como
ha sido el caso de Chile, Bolivia, Venezuela (países asociados o en proceso de
asociación al MERCOSUR), Perú, Ecuador, Centroamérica y países que integran la
comunidad de naciones del Sur del África, indica que no es suficiente contar con el
interés de algunos de los actores que habrán de participar del proceso de diálogo
político (Gobiernos y Organizaciones de AF) para mantenerlo vigente una vez
promovido el mismo.
(B) Con independencia del origen de la puesta en contacto entre la REAF y terceros
países en otras regiones; (i) por razones propias de su ámbito de actuación natural,
que puede calificarse como ineludibles/obligatorias, tales los casos de los miembros
asociados al MERCOUSR (Chile, Bolivia y Venezuela) en los que el acercamiento se
produce básicamente a partir de acciones directas de la propia REAF; (ii) por razones
ajenas a su ámbito de actuación natural, que pueden calificarse como
oportunidades/optativas, tales los casos de Centroamérica y el Sur del África, los
resultados sostenibles sólo se han alcanzado cuando se lograron encontrar los dos
actores necesarios interesados en conocer el proceso y comprometidos mutuamente
para desarrollar una experiencia de diálogo político propia y/o en vínculo con la
REAF.
(C) Es así que podría calificarse como exitoso lo sucedido con Chile, que convocado
desde los inicios por la REAF, encontró en todo momento eco en las autoridades de
Gobierno y en las organizaciones representativas de la AF, que se interesaron en
participar del proceso voluntariamente, y fueron encontrando según las
circunstancias diferentes formatos de funcionamiento a nivel nacional que le
permitieron integrarse como un par en las actividades de la REAF.
(D) En sentido contrario podría calificarse como un fracaso lo sucedido en los casos de
Bolivia y Venezuela, con los que la REAF realizó esfuerzos comparables (cuando no
mayores) a los realizados en el caso de Chile para involucrarlos a la REAF, y no logró
hacerlo más que transitoriamente en algunos momentos. Incluso en dichas
instancias puede decirse que respondió más a la voluntad y dedicación de algunos de
los actores institucionales y/o de las personas involucradas. En el caso de Bolivia el
motor del acercamiento fue el vínculo con el MERCOSUR que significaba la
participación activa de alguna organización de AF boliviana en la COPROFAM, que fue
el caso de la CIOEC, que trabajaba permanentemente para motivar a las autoridades
de gobierno a involucrarse. Esto se logró en algunos períodos, pero que se fue
perdiendo con los sucesivos cambios de responsables a nivel oficial, hasta llegar a
una situación de desconexión casi total.
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(E) En el caso de Venezuela el motor del acercamiento estuvo dado por el interés del
Gobierno de Venezuela en integrarse a la REAF durante el período en el que se
procesaba a nivel MERCOSUR la posible integración plena del país al bloque. Una vez
que dicho proceso se enlenteció, el interés decayó y la situación llego también a un
grado de desconexión total.
(F) Los casos de Perú y Ecuador en la Región Andina, vale mencionarlos porque fueron
acercamientos preliminares que se gestaron por diferentes vías (en Perú fue la
COPROFAM que incidió a partir de las Organizaciones de AF peruanas que la integran
para invitar a sus representantes y a autoridades de Gobierno sectoriales a participar
de la REAF; en Ecuador fueron autoridades de Gobierno que se mostraron
interesadas y tomaron contacto con la Secretaría de la REAF y con algunos
referentes de los Gobiernos, e incluso con FIDA), pero en ninguno de los casos las
acciones desarrolladas fueron suficiente para sostener el proceso.
(G) Finalmente las experiencias en Centroamérica y en la Comunidad de Naciones del
Sur del África, en las que autoridades de Gobierno y representantes de
organizaciones de AF tomaron conocimiento de la realidad de la REAF en diferentes
instancias (ya sea porque una delegación de la propia REAF los visitó, porque sus
delegaciones asistieron a reuniones de la REAF en la región, y/o porque participaron
de eventos paralelos como el Foro Mundial Campesino en el que se presentó más de
una vez la experiencia del MERCOSUR), pueden calificarse como parcialmente
exitosas porque los canales de comunicación a nivel REAF o a nivel de Delegaciones
de países permanecen relativamente abiertos, pero también pueden calificarse como
parcialmente no exitosas ya que no fue posible acordar una agenda de trabajo
común a mediano plazo entre las partes y no aparecen con claridad los motivos para
realizar nuevos encuentros.
Finalmente, el análisis de las experiencias reseñadas sugiere que las posibilidades de
difusión de la experiencia de la REAF a nivel de otros países/regiones, requiere en nuestra
opinión, de:
Una clara identificación de actores de gobierno y representantes de organizaciones
de AF interesadas en el diálogo político en terceros países/regiones, que vean en la
herramienta una oportunidad de mejora para hacer más fructífero su
relacionamiento.
El reconocimiento mutuo de ambas partes como actores indispensables de cualquier
proceso de diálogo político a nivel interno, y con la REAF, para analizar la pertinencia
de una agenda de trabajo conjunto.
El estudio previo de los temas de política para el sector de la AF que están pautando
la agenda de los que van a relacionarse (los terceros y la propia REAF) para definir
un plan de trabajo que permita encontrar a la brevedad posible puntos de interés
compartidos que den sostenibilidad a proceso.
La decisión expresa de la REAF del interés por abordar la relación cómo una cuestión
regional, lo cual supone que los Delegaciones Nacionales los acuerden previamente y
los Coordinadores Nacionales tengan el respaldo necesarios de sus Cancillerías para
abordar formalmente el relacionamiento con terceros.
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Para que los actores sociales que tengan vínculos con sus pares en terceros
países/regiones la COPROFAM, es también una herramienta de apoyo y soporte a
este proceso, en la medida que estén debidamente informados del mismo, entre
otras cosas aportando temas para la AGENDA común.
Unidad de Coordinación Regional del Programa FIDA/MERCOSUR
Colonia del Sacramento, mayo de 2012.
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