11001-0203-000-2011-00579-00

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado Ponente:
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
Bogotá, D.C., diecinueve (19) de diciembre de dos mil doce (2012).-
Ref. 11001-0203-000-2011-00579-00
Procede la Corte a resolver la demanda de exequátur
formulada por la señora AMELIA ACOSTA PEÑA respecto de la
sentencia 1329/2005-C de 22 de noviembre de 2005 proferida por
el Juzgado de Primera Instancia N° 5 de Zaragoza, España,
mediante la cual se declaró el divorcio del matrimonio civil
contraído por la demandante con el señor FERNANDO SOSA DE
LUQUE.
ANTECEDENTES
1.
Los
señores
AMELIA
ACOSTA
PEÑA
y
FERNANDO SOSA DE LUQUE contrajeron matrimonio civil en la
Notaría Cuarenta y Una de Bogotá.
2.
Mediante sentencia 1329/2005-C de 22 de
noviembre de 2005 proferida por el Juzgado de Primera Instancia
N° 5 de Zaragoza, España, se decretó “la disolución por CAUSA
DE DIVORCIO DEL MATRIMONIO (…) celebrado en Bogotá, el
día 4 de julio de 1996” (fls. 6 y 77).
3.
La demandante afirmó que de dicha unión
matrimonial no se procrearon hijos. Manifestó, asimismo, que con
el consentimiento del señor FERNANDO SOSA DE LUQUE
solicitó el divorcio ante el Juzgado de Primera Instancia N° 5 de
Zaragoza, actuación que culminó con la sentencia respecto de la
que se solicita homologación, la que se encuentra en firme como
da cuenta su propio texto.
4.
Señaló también la actora que la copia aportada
al proceso la expidió el Secretario Judicial José Antonio Laguardia
Hernando, cuya firma fue apostillada conforme al instructivo de
legislación de apostillas; que la firmeza de la sentencia fue
certificada por la Subdirectora General Adjunta de Cooperación
Jurídica Internacional del Ministerio de Justicia del Reino de
España, cuya firma también fue apostillada; y que a la solicitud de
convalidación le es aplicable el Convenio de 30 de mayo de 1908,
vigente en Colombia desde el 16 de abril de ese año, y el
Convenio de La Haya de 5 de octubre de 1961 aprobado por
Colombia mediante la Ley 455 de 1998 que suprime el requisito
de legalización diplomática y consular de los documentos públicos
originados en los países suscriptores del mismo.
EL TRÁMITE
Por auto de 26 de abril de 2011 se admitió la demanda
y se ordenó correr el traslado de rigor al Ministerio Público,
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autoridad que se pronunció para manifestar que no se oponía a la
petición.
Mediante providencia de 25 de noviembre de 2011 se
requirió a la parte demandante para que procediera a recaudar del
Ministerio de Estado o de Relaciones Exteriores de España, la
autenticación necesaria de la autoridad ministerial que había
certificado la ejecutoria de la sentencia para la que se pide el
exequátur.
Surtido el trámite de rigor, así como cumplida la orden
anterior, se procede a resolver la petición de exequátur.
CONSIDERACIONES
1.
La jurisdicción es una manifestación de la
soberanía del Estado en virtud de la cual éste se reserva la
función de administrar justicia dentro del respectivo territorio.
Con excepción de lo que regulan los tratados
internacionales sobre la materia, en línea de principio las
sentencias que profieren los jueces extranjeros no pueden tener
efectos en Colombia, a menos que se conceda autorización para
que puedan ser ejecutadas en el territorio nacional, con la fuerza
que tales convenios les concedan o, en su defecto, con la que se
reconozca en el Estado extranjero a los fallos que expidan los
jueces colombianos.
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Pues bien, para darle cabal aplicación a lo decidido
por
jueces
extranjeros,
las
legislaciones
procesales
han
consagrado el mecanismo del exequátur.
Para el caso colombiano (v. gr. sent. de 19 de
diciembre de 2011, Exp. 2008-01760-00), la jurisprudencia de
esta Sala ha señalado que “[c]onforme al artículo 693 del Código
de Procedimiento Civil, se aceptan con fuerza vinculante aquellas
sentencias o laudos pronunciados en un país extranjero en
procesos contenciosos, por vía de ‘reciprocidad diplomática’, esto
es, cuando cumplan con los requisitos establecidos en los
tratados existentes con él, o en su defecto, acudiendo a la
‘reciprocidad legislativa’, basada en la aceptación que allí se
reconozca a las acá proferidas.
“Así se ha reiterado por la jurisprudencia al exponer
que ‘…en primer lugar se atiende a las estipulaciones de los
tratados que tenga celebrados Colombia con el Estado de cuyos
tribunales emane la sentencia que se pretende ejecutar en el país.
Y en segundo lugar, a falta de derecho convencional, se acogen
las normas de la respectiva ley extranjera para darle a la
sentencia la misma fuerza concedida por esa ley a las proferidas
en Colombia…’ (G.J. t. LXXX, pág. 464, CLI, pág. 69, CLVIII, pág.
78 y CLXXVI, pág. 309 y referido en sentencia del 26 de enero de
2011 exp. 00499-00)”.
2.
En el caso que ocupa la atención de la Sala, se
evidencia que el matrimonio civil a que aluden las diligencias fue
celebrado en Colombia, ante el Notario Cuarenta y Uno del
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Círculo de Bogotá, oficina en la que igualmente se asentó el
respectivo registro civil. Con posterioridad los cónyuges, de
consuno, promovieron acción de divorcio ante el Juzgado de
Primera Instancia N° 5 de Zaragoza, España, autoridad judicial
que mediante sentencia 1329/2005-C de 22 de noviembre de
2005 accedió a lo pretendido, y aprobó el convenio realizado por
los interesados en el aspecto patrimonial.
3.
Entre la República de Colombia y el Reino de
España es evidente la aplicación del principio de la reciprocidad
diplomática en cuanto hace al reconocimiento mutuo de las
decisiones judiciales proferidas en cualquiera de estos Estados,
habida cuenta que al tenor de lo establecido en el artículo 1º del
Convenio sobre ejecución de sentencias civiles celebrado el 30 de
mayo de 1908, aprobado en Colombia mediante la Ley 7ª de
1909, “[l]as sentencias civiles pronunciadas por los Tribunales
comunes de una de las Altas Partes Contratantes serán ejecutadas
en la otra, siempre que reúnan los siguientes requisitos: Primero.
Que sean definitivas y que estén ejecutoriadas como en derecho se
necesitaría para ejecutarlas en el país que se hayan dictado;
Segundo. Que no se oponga á las leyes vigentes en el Estado en
que se solicite su ejecución”.
El artículo 2º del aludido Convenio, además, estableció
que la primera circunstancia a que hace referencia el anterior
artículo (la definitividad) se “comprobará por un certificado expedido
por el Ministerio de Gobierno ó de Gracia y Justicia, siendo la firma
de éstos legalizada por el correspondiente Ministro de Estado ó de
Relaciones Exteriores y la de éste á su vez por el Agente
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diplomático respectivo, acreditado en el lugar de legalización” (fl.
63).
En el caso que concita la atención de la Sala se
observa, en primer término, que el Ministerio de Justicia, a través
de la Subdirectora General Adjunta de Cooperación Jurídica
Internacional de España, certificó que la sentencia materia del
presente trámite “es firme, expidiendo el oportuno testimonio de la
misma para su inscripción en el Registro Civil correspondiente y
demás que procedan en España y Colombia”. La firma de la
aludida funcionaria no solo fue apostillada por el Ministerio de
Justicia español conforme lo previsto en el Convenio de La Haya
de 5 de octubre de 1961 (fl. 13), sino que también fue legalizada
por el Jefe de la Sección de Legalizaciones del Ministerio de
Justicia de ese país (fl. 85), cumpliendo con ello el rigor previsto
en el Convenio sobre ejecución de sentencias civiles de 1908.
4.
Ahora bien, en concreto para el caso que se
decide, es del caso recordar que la jurisprudencia de esta
Corporación ha aceptado que son susceptibles de homologarse en
Colombia los fallos que declaren en el exterior el divorcio del
matrimonio civil, comoquiera que en aplicación del artículo 1º de la
Ley 1ª de 1976 el domicilio en el extranjero de los cónyuges
determina que “esa ley extranjera -la del domicilio conyugal que allí
se tenga- es la reguladora de la procedencia, causa, procedimiento
y clase de divorcio” (sent. de 13 de octubre de 1999, Exp. 7298).
Observada la actuación aquí adelantada se advierte
que ninguno de los requisitos establecidos en la ley procesal
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colombiana merece reparo, pues la copia de la sentencia
extranjera que se adujo con la demanda de exequátur, como se
dijo, está revestida de las formalidades que llevan a concluir su
definitividad y su autenticidad; así mismo no versa sobre derechos
reales que recaigan sobre bienes que al inicio del proceso
estuvieren en territorio colombiano, ni se opone al ordenamiento
jurídico patrio. Además, es claro que el divorcio solicitado de
común acuerdo entre AMELIA ACOSTA PEÑA y FERNANDO
SOSA DE LUQUE no es un tema de competencia exclusiva de los
jueces nacionales, ni en el expediente obra elemento alguno que
lleve a considerar que en la actualidad se esté adelantando un
proceso similar en territorio colombiano.
5.
Puestas de esta manera las cosas, se impone
acceder a la petición formulada, en razón de lo cual se concederá
el exequátur solicitado para la sentencia de divorcio que por
mutuo acuerdo dictó una autoridad legítima en el exterior, cuyo
contenido guarda consonancia con el régimen matrimonial
regulado en la legislación colombiana.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley.
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RESUELVE
1.
CONCEDER
el
exequátur
a
la
sentencia
1329/2005-C de 22 de noviembre de 2005 proferida por el
Juzgado de Primera Instancia N° 5 de Zaragoza, España,
mediante la cual se decretó el divorcio por mutuo acuerdo del
matrimonio civil celebrado entre los señores AMELIA ACOSTA
PEÑA y FERNANDO SOSA DE LUQUE, el 4 de julio de 1996 en
la Notaría Cuarenta y Una de Bogotá.
2.
ORDENAR, para los efectos previstos en los
artículos 6º, 106 y 107 del Decreto 1260 de 1970, y de
conformidad con lo preceptuado en el artículo 13 del Decreto
1873 de 1971, la inscripción de esta providencia junto con la
sentencia reconocida, tanto en el folio correspondiente al registro
civil del matrimonio, como en el de nacimiento de la actora. Por
Secretaría líbrense las comunicaciones pertinentes.
3.
Sin costas en la actuación.
Notifíquese y cúmplase.
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
MARGARITA CABELLO BLANCO
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RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ
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