Español de América RASGOS GENERALES Hispanoamérica es un mosaico dialectal, pero estamos todavía lejos de una descripción pormenorizada de las piezas que lo componen. Existen intentos de deslindar zonas dialectales americanas, pero lo que se ha hecho hasta ahora suele ser poco convincente. El viejo trabajo de Henríquez Ureña, P. (1921): “Observaciones sobre el español de América”, en RFE, 8, pp. 364-379, aunque muy criticado por todos, sigue en pie, aunque sus bases indigenistas no puedan mantenerse. Los trabajos de los que han intervenido en el tema pueden verse en Moreno Fernández (1993). No obstante, los casi siempre endebles planteamientos teóricos, y los insuficientes datos que es posible reunir hoy día terminan por desautorizar estos trabajos. El esperado Atlas Lingüistico de Hispanoamérica puede ayudar a describir este complejo. A éste habrá que unir los atlas de dominios menores: México, Costa Rica, Ecuador, Uruguay, Argentina. Con todos ellos y los datos que aporten parece seguro que pronto podremos establecer las zonas dialectales de América. Además, debemos destacar los proyectos lexicográficos en curso: “Proyecto de Augsburgo” (Haensch y Werner), VARILEX (desde Tokio, aunque éste con un carácter exclusivamente urbano), en este intento de descripción del español de América, y el Gran diccionario de Americanismos, elaborado por la Asociación de Academias de la Lengua española. Igualmente, se está elaborando el estudio sobre El léxico de la norma culta de las grandes ciudades del mundo hispánico. En esta investigación se presentará el léxico obtenido en entrevistas en grandes ciudades hispanoamericanas y españolas, con múltiples clasificaciones estadísticas y varios estudios. Como vemos, existe una preeminencia en los estudios léxicos por encima de los fonéticos y los morfosintácticos. Mientras tanto, podemos decir que, excepto los casos de influencias de lenguas indígenas, no hay un solo fenómeno del español americano (con excepción del voseo) que no tenga vida en el español peninsular o insular. FONÉTICA VOCALISMO ● Pérdida de las vocales átonas, fenómeno especialmente vivo en el altiplano mejicano, aunque también se produce en otras zonas (sierras de Ecuador, Perú, Bolivia y Bogotá): orita, oritita ‘ahora, ahorita’, /viejsíto/ ‘viejecito’, splaticaba ‘se platicaba’. ● En el español de México, esta pérdida llega, en muchos casos, a la vocal tónica, aunque sin la frecuencia ni intensidad que en las átonas: /kjénsbeké/ ‘quién sabe qué’. Este fenómeno se produce entre toda clase de hablantes, sin que exista la menor conciencia lingüística contraria. ● Paso de e átona a i: vistido, visino, lisión, siguro, sigún. Se atestiguan desde Nuevo Méjico a la Patagonia. ● El cambio de e en hiato a i, cambio que en muchos lugares alcanza el habla culta: tiatro, pasiar, rial. ● Cambio opuesto al anterior, es decir, i protónica a e: copeo (‘copio’), melitar, cevil, escrebir, vesita. ● Paso de o protónica a u: cuete ‘cohete’, gurrión ‘gorrión’. ● Cambio opuesto al anterior, es decir, u protónica a o: josticia, chobasco. ● Abertura total de la e en el diptongo /ei/, hasta sonar /ai/: asaite, sais, raina. ● El fenómeno opuesto al anterior: /ai/ > /ei/: méiz ‘maiz’, beile ‘baile’. ● Diptongación excesiva: priesa, dientista, o falta de diptongación: quebras ‘quiebras’, apreta ‘aprieta’. ● Cambios acentuales: a) acentuación vulgar: cáido, bául, máistro; b) acentuación culta: austríaco, cardíaco. Todos estos fenómenos fonéticos son conocidos del español popular, vulgar y rural de la Península, y algunos de ellos han tenido frecuente y digno empleo en la literatura preclásica y clásica. CONSONANTISMO ● Caida de la -d- intervocálica desaparece en casi toda el habla hispana. En América ocurre como en España, pero no es general y lucha con restauraciones escolares. Sobre todo se mantiene en el altiplano mejicano, pero coexiste con la pérdida, muy mitigada. La -d final, desaparecida también en la Península, en el habla popular, ha caído también en América. Esta tendencia ya aparece documentada en el viejo castellano. ● Reducción de los grupos cultos de consonantes: corrución, indino, ilesia ‘iglesia’. Vocalización del grupo -ct-: aspeito, defeito, doutor. ● La ch ha sido registrada como fricativa en Nuevo Méjico, es decir, como la de muchas regiones andaluzas. Dicha tendencia es muy perceptible en Cuba, y algo menos en Santo Domingo. Sin embargo, lo corriente es la articulación africada española. ● En la altiplanicie mejicana, y algo en Perú, se oye la h- aspirada procedente de F- latina. Se ha documentado en todo el continente. ● La -r final de grupo o se pierde o se confunde con –l: comé, llegá, caldo-cardo. “Niño: zordao, barcón y mardita sea tu arma ze escriben con ele”. Cuelpo, saltén. ● La /s/ es, en general, más parecida a la variante predorsal andaluza que a la apical cóncava castellana, aunque hay multitud de matices, entre los que parece dominar una /s/ plana, coronal. Dentro de estos tipos de articulación se produce el seseo americano, general en todo el territorio. ● La -/s/ final se aspira en prácticamente toda Hispanoamérica, excepto en la meseta de Méjico, el Perú y algunas regiones andinas. ● Se han registrado casos de ceceo en algunos lugares: Puerto Rico, Colombia, El Salvador, Nicaragua y Argentina, aunque como hemos dicho, lo que predomina es la pronunciación seseante. ● Yeísmo. Confusión entre -ll- y -y-. Muy extendido. MORFOSINTAXIS Como hemos dicho, los estudios morfosintácticos no son tan abundantes. Quizá, uno de los casos de mayor significación sea el del uso de formas verbales como canté/he cantado, que prometen ser de mucho rendimiento. Parece que los estudios indican que existen dos amplias zonas: la que se une a los comportamientos verbales de los dialectos españoles más conservadores (toda la zona andina) y el resto del continente, que a semejanza de Canarias y de Andalucía neutraliza estas oposiciones a favor de las formas simples con suma frecuencia. De nuevo tenemos aquí la realidad del concepto de “español atlántico” [Abad, F. (1991): “Historiografía del concepto de ‘español atlántico’”, en Actas del III Congreso Internacional del español de América, vol. I, Valladolid, Junta de Castilla y León, pp. 155-164]. Otros fenómenos gramaticales que deben estudiarse a fondo: ● Supuesta regresión del ciertos usos de subjuntivo. ● Abundancia notable de perífrasis verbales. ● El español americano, más que el peninsular, tiende a formar adjetivos o nombres femeninos que no tienen distinción genérica: huéspeda, parienta, estudianta, o bien al contrario: pianisto, bromisto, hipócrito. Es una tendencia moderna, innovadora. ● Otra tendencia moderna es el uso de adjetivos adverbializados: cantar lindo; almorzar feo. ● Uso de los posesivos. El pospuesto (hijo mío), se suele anteponer: mira, mi hijo; hasta luego, mis amigos. Es frecuente también la sustitución del posesivo por el personal con preposición: es idea de nosotros; es la compañera de él. ● Mayor uso del pretérito indefinido frente al del perfecto, que es más restringido. ● Ausencia de leísmo y laísmo. El primero (para masculino singular) es general y aceptado en todos los niveles en España. El segundo está menos difundido y no es aceptado. Con raras excepciones, ninguno de los dos fenómenos se da en América. El Voseo El voseo no es otra cosa que un rígido arcaísmo, ya que la lengua antigua usaba vos como tratamiento de nobleza y distinción. En cambio, la forma tú se usaba para dirigirse a personas de rango inferior. Esta valoración de los pronombres todavía estaba vigente a comienzos del XVI. A lo largo de este siglo se produjo un fuerte desgaste de vos, que descendió de su condición hidalga a una nueva, vulgar. Como compensación, tú pasó a ocupar su lugar, sobre todo en la vida familiar, mientras que en la pública se generalizó vuestra merced, origen de usted. Lo cierto es que tú fue dignificado por la lengua de España después de la conquista y colonización de América. Allí, solamente fue mantenido y propagado en las cortes virreinales, Méjico y Lima, y en las comarcas por ellas influidas. En el habla popular de gran parte de América, aunque con importantes excepciones (más de la tercera parte de la población americana lo ignora) se sustituye el pronombre de segunda persona de singular (tú), olvidado, por el pronombre de segunda persona de plural (vos). Las clases cultas emplean tú y usted, pero en toda clase de hablantes y en toda América, ustedes es el plural único de tú, vos, usted. Lo que se conoce como voseo es el uso de vos para la segunda persona del singular. En algunas zonas (p.e. Argentina) tuteo, tutearse, equivale a ‘tratarse de vos’, es decir, ‘no de usted’. Por lo que se refiere a la conjugación, aparecen combinaciones de las formas del plural con las del singular, confusiones debidas al uso del tú y a la lucha entre los dos tratamientos. Las formas verbales del voseo pueden resumirse en este esquema: A. vos cantáis, teméis, reís. Identificación con las normales de plural del castellano medio. B. Vos cantáis, temís, reís. Sierra de Ecuador, sur del Perú, Chile. C. Vos cantás, temés, reís. Sur de Méjico y Centroamérica, Colombia, Venezuela, costas de Ecuador, Paraguay, Argentina pampeana y guaraní, Uruguay). D. Vos cantas, temes, ríes. Santiago del Estero. Este fenómeno hoy día sigue pujante en algunas zonas (en la región rioplatense, tanto en las ciudades como en los campos), en otros lucha con el tuteo a la española, y en otros ha desaparecido. LÉXICO En este campo, muy estudiado, es en el que más diferencias existen. Como característica principal podemos decir que existe una mayor fidelidad andaluza y americana al vocabulario clásico de nuestra lengua, por lo que abundan los arcaísmos: Acalenturado (‘febril’); acuerdo (‘reunión’); alfarnate (‘desvergonzado’); amargoso (‘amargo’); bravo (‘enojado’); catar (‘mirar’); lindo (‘bonito’); pararse (‘ponerse de pie’); pollera (‘falda de la mujer’). Es importante también la influencia de los indigenismos en la formación del léxico hispanoamericano (canoa, piragua, cacique, tabaco, batata, caníbal, sabana, tiburón, hamaca, maíz, caoba, huracán, cacao, chocolate, tomate). Como vemos, muchas de éstas son palabras que han pasado al español general. Existe además un gran fondo de voces dialectales del occidente peninsular, debido (Zamora Vicente (1989): 429) a la gran cantidad de emigrantes leoneses, extremeños, gallegos y portugueses que llegaron a América hasta finales del siglo XVI: andancio (‘epidemia’); carozo (‘hueso de algunas frutas’); chifle (‘cuerno’); piquinino (‘chiquillo’), renco (‘cojo’). La lexicografía, disciplina encargada de registrar las voces de una lengua, tiene una larga tradición en América. Se remonta al siglo XVI, cuando proliferan los vocabularios de lenguas indígenas, o de éstas y el español. La mayoría de estos diccionarios no trata de incorporar todo el léxico de América ni de una región particular, sino que expresa aspectos especiales de la lengua. Sólo muy recientemente se han empezado a publicar diccionarios generales. También tienen mucho éxito los diccionarios descriptivos que intentan caracterizar el léxico de una región o de toda América: diccionarios de regionalismos y americanismos. Un ejemplo de este tipo de obra: G. Haensch/R. Verner. (dir.) (1993-1994): Nuevo diccionario de americanismos. 3 vol. publicados: I: Nuevo diccionario de colombianismos. II: Nuevo diccionario de argentinismos. III: Nuevo diccionario de uruguayismos. EL ELEMENTO INDÍGENA En cuanto al influjo indígena, a veces sustratístico y otras adstratístico, en necesario diferenciar dos fenómenos muy diferenciados: a) La influencia de la lengua indígena materna en el español de hablantes bilingües, cuyo dominio de la lengua aprendida no alcanza niveles satisfactorios de competencia. Aquí no se puede hablar de influencia indígena en el español americano, ya que dicho influjo se limita a casos de transgresiones gramaticales del español, debido sobre todo a procesos imperfectos de aprendizaje. b) El influjo de lo indígena en hablantes monolingües de español de las diversas comunidades de habla. Aquí sí que estamos en presencia de una auténtica influencia lingüística de una lengua sobre otra. En estos casos, el continente americano presenta una gradación muy diversa, ya que existen zonas donde la influencia es mucho mayor que en otras. Los españoles encontraron a su llegada un territorio desconocido, poblado por gentes que hablaban una infinidad de idiomas extraños, en un medio asombroso y también extraño. En un primer momento, esa realidad (plantas, accidentes geográficos, útiles, etc.) fue nombrada con voces españolas que designaban elementos parecidos. No obstante, con el tiempo, las palabras o giros españoles se fueron sustituyendo por las voces nativas. Estas lenguas (más de 123 familias de idiomas) eran innumerables, pero las que han dejado huella en el español de América son: ● Arahuaco, hoy desaparecido, que se hablaba en las Antillas. ● El caribe, hablado en las Antillas del sur, Venezuela y Guayanas. ● El náhuatl, la más extendida dentro del imperio mejicano. ● El quechua, hablado en el Perú, y propagado por los incas a lo largo de los Andes. ● El araucano o mapuche, en el sur de Chile. ● El guaraní, hablado en las cuencas del Paraguay y del Paraná, y en Brasil. La valoración del influjo indígena sobre el español ha tenido muchas interpretaciones: Para algunos, como Rodolfo Lenz, dicha influencia ha sido enorme, sobre todo en la pronunciación. Sin embargo, cuanto más se conoce la variedad dialectal de España y América esta tesis pierde fuerza, y hoy día se considera que el influjo indígena en el español de América es mínimo. No obstante, en algunas circunstancias y casos, el influjo del sustrato indígena está vivo y palpable, sobre todo en las poblaciones bilingües, pero sin alterar gravemente en ningún caso la estructura del español. Se ha señalado que quizá en las diversas manifestaciones de la entonación sea fácil encontrar huellas de las entonaciones indígenas, además de en las alteraciones del ritmo. Por lo que se refiere a casos de substrato morfológico y sintáctico, éstos son muy pocos. Lenz, a pesar de su afán indigenista, no pudo señalar ninguno. Cuervo señaló la posposición del posesivo quechua –y a voces españolas con valor afectivo: viday ‘vida mía’. Igualmente el sufijo quechua –la para indicar cariño: vidala. Otros son el sufijo náhuatl –éca (azteca, yucateca, guatemalteco) procedente de –ecatl. Evidentemente, donde la huella indígena es más importante es en el léxico. La fuente más antigua es el arahuaco de las Antillas, primer territorio con el que se tuvo contacto. La primera voz indígena aceptada y difundida es canoa. Voces arahuacas: tabaco (designaba no la planta, sino el instrumento donde se fumaba), batata. Otras voces antillanas: caníbal, sabana (‘llanura’), enaguas, tiburón, yuca, huracán, hamaca, maíz, caoba, guayaba, iguana. Voces del náhuatl: aguacate, cacao, chocolate, tomate, cacahuete, chicle, hule, petaca, petate, tiza. Quechua: cóndor, alpaca, vicuña, puma, llama, guano, mate, pampa, papa ‘patata’. Guaraní: tapir, tapioca, ñandú, jaguar, tucán. Mapuche o araucano: gaucho, poncho. 1.8. Murciano Desde la perspectiva de la dialectología contemporánea es un dialecto de transición, y ello es válido tanto para sus orígenes y desarrollo inicial, como para lo que en la actualidad queda de auténtico. Esta variedad, históricamente, es el resultado del acrisolamiento de elementos castellanos, catalanes y aragoneses, sobre una base latina meridional, fuertemente modificada por el árabe y el mozárabe, todo ello hasta 1305, fecha en la que el reino de Murcia queda definitivamente unido a Castilla, y pasa a formar parte de ese gran grupo de variantes diatópicas del castellano. Hoy resulta más exacto definirlo como español hablado en Murcia, y no como dialecto murciano. Por otro lado, el término panocho se refiere a su caricatura burlesca basada en la variedad de los habitantes de la huerta murciana. En la actualidad el valenciano por el este y el andaluz por el oeste dejan sentir su peso sobre el habla viva. Algunos movimientos migratorios intrapeninsulares, así como el carácter fronterizo de algunas de sus comarcas, han hecho que no pierda su carácter de encrucijada, de punto de encuentro de diversas tendencias, algunas veces dispares (Andalucía, Castilla, Cataluña…). Hoy día no resulta difícil identificar cada una de estas tendencias, que han dado lugar a una fuerte comarcalización interna. Podemos identificar hasta siete subzonas dialectales, aunque algunas de ellas quedan fuera de los límites administrativos actuales. De este modo podemos decir que se denomina murciano al habla de la provincia de Murcia, parte de la de Alicante y parte de la de Albacete. De todos modos podemos facilitar una serie de rasgos comunes a prácticamente todas las hablas murcianas, teniendo en cuenta que no son generales ni aparecen siempre con la misma intensidad. FONÉTICA VOCALISMO Las variaciones que se presentan aquí no son exclusivas, ya que las comparten todas las hablas meridionales. Por otro lado, se produce una baja consideración sociolingüística de quienes las usan, al lado del empleo de vulgarismos muy extendidos por el mundo hispánico (tiniente, espital). Como influencia del mozárabe debemos aducir la no diptongación de las vocales ni en la zona costera ni en el norte, aunque ya totalmente este fenómeno esté totalmente borrado y sustituido por el habla de los repobladores. Por otro lado, la abertura del primer elemento del diptongo /ei/ (azaite) lo une a las variedades meridionales. CONSONANTISMO ● Rasgo de mozarabismo es la f- inicial que se conserva aún en algunos topónimos: Fontanar, Fontanilla, El Fenazar. La vinculación fonética de las hablas murcianas con las andaluzas es evidente en los siguientes rasgos: ● Grado cero de /-s/ implosiva. ● La -/s/ final se aspira corrientemente en el habla popular. En el campo de Cartagena la pérdida de -/s/ final ha provocado la transformación del timbre vocálico, de manera muy cercana a la andaluza. ● Igualmente, el seseo se produce en una zona que tiene Cartagena como centro. Dicho seseo es con /s/ coronal o predorsal, como la andaluza, aunque existe un ceceo valenciano, con la /s/ ápico-alveolar castellana. ● Trueque -/r/, -/l/ en la misma posición. ● Relajación de sonoras: caeza, tuillo, bebía, sábao, etc. Podemos ver la ascendencia aragonesa o catalana en algunos aspectos fonéticos del habla moderna: ● Consonante sorda intervocálica conservada en algunas voces: cocote, acachar, pecatero. ● El grupo -ly- se reconoce en el estado no castellano de /ll/: gorgollo < CURCULIUM. ● Conservación del grupo -ns-: ansa. ● Palatalización de l- en multitud de ocasiones: llampear ‘relampaguear’, llampo ‘relámpago’, llegua, lletra. ● Algún caso de conservación de los grupos iniciales pl-, cl-, fl-: flamarada. Otros rasgos: ● Las ciudades son yeístas, y de ellas va irradiando la identificación a las zonas rurales, que presentan el predominio de la distinción /ll/ lateral y /y/ mediopalatal. LÉXICO Debido al “ocaso de la vida tradicional”, al desaparecer el objeto o la costumbre desaparece buena parte del vocabulario tradicional, parte del cual es casi exclusivo de las hablas murcianas (seda, barraca, palmera datilera, riego…). Algunas de estas voces son hoy piezas de museo. En cuanto a las influencias, tras la castellana, parece haber sido la aragonesa la más importante. 1.9. Canario Frente a la situación de hace unos años, en los que la desidia y el desinterés hacían que no se conociera a fondo esta variedad, hoy día contamos con valiosos estudios, bibliografías y diccionarios del español de Canarias. Manuel Alvar opina que las hablas de Canarias no son un dialecto, puesto que ni uno sólo de sus rasgos fonéticos es privativamente suyo. Su léxico tampoco se diferencia de los otros hispánicos como para plantearse la independencia idiomática, ni su sintaxis y su morfología son exclusivas. Pertenecen a las hablas hispánicas meridionales, en las que cabrían el extremeño del sur, el andaluz, el murciano y el español de América. Otras veces se ha hablado de español atlántico para evitar confusiones geográficas. El español de Canarias es una lengua de colonización que desplazó a las lenguas indígenas prehispánicas, de tal manera que la influencia de éstas ha quedado reducida al léxico. Lo importante es establecer qué español se llevó a las islas y cómo se adaptó a la nueva realidad. Cuando se ha tratado de caracterizar el español canario se ha insistido en su arcaísmo, incluso se ha llegado a decir que su carácter periférico ha motivado su estancamiento, sin evolucionar. Sin embargo, Canarias no ha sido nunca una zona periférica, sino centro, eslabón intermedio que unía las periferias peninsular y americana. Por otro lado, lo que se suele llamar arcaísmos no lo son. Son regionalismos, vulgarismos o dialectalismos. El español de Canarias no es un fósil de quinientos años, sino una realidad viva. Igualmente es falso que canario y judeo-español conserven un arcaísmo común. Los judíos se insertan en comunidades lingüísticas vivas y en ellas los serfardíes son minorías que viven al margen, defendiendo su lengua, que no quieren perder. Es decir, quedan aislados, sin contacto con la metrópoli, por lo que el judeo-español se ha ido agotando durante siglos y hoy está exhausto. Por tanto, podemos decir que el español de Canarias es otra más de las variedades regionales de esa entidad universal que se llama español. Alvar recalca la influencia de Sevilla en Canarias, no sólo lingüísticamente, sino también desde el punto de vista social (ciudades, costumbres, legislación). La norma sevillana, opuesta a la de Castilla, irradiará hacia Granada, las Canarias y hacia América. Esta influencia se debe a cierto prestigio cultural, económico y social que permitió trasvasar las innovaciones sevillanas desde su origen local hasta las áreas más dilatadas. En las Islas existe un castellano trasplantado, pero con peculiaridades sevillanas. FONÉTICA VOCALISMO ● Las vocales acentuadas son extremadamente largas, hecho que afecta a todos los grupos y a todos los niveles sociales: ée ‘el’, see ‘ser’, mujée ‘mujer’, comparáa ‘comparar’, etc. Afecta a la vocal acentuada cualquiera que sea su posición. Este fenómeno también es conocido en andaluz y en el español americano. ● Cierre de la -o de manera casi sistemática: cochinu. Normalmente en hablantes de niveles sociales inferiores. CONSONANTISMO ● Pérdida de -d-, aunque tenemos un tratamiento polimórfico: pérdida o conservación en todas las islas, aunque en las hablas populares predomina la pérdida. ● La /s/ es predorsal, fricativa, sorda, y se aspira como en Andalucía. En posición final puede realizarse como –/h/ o como /Ø/ (cero fonético). El seseo es general en las islas. ● Ante palabra empezada por vocal, esta -/s/ puede enlazarse como /h/ (lah ora) o como /s/ (las-ora). Como en andaluz, la /s/ ante consonante sorda se aspira e incluso se asimila a la consonante siguiente: /eppého/ ‘espejo’, /deccárso/ ‘descalzo’. ● Situación especial es la de la isla de Hierro, donde se mantiene la /s/ implosiva en posición final absoluta. ● En posición final absoluta, la -n puede articularse como velar. No obstante, cuando la palabra siguiente comienza por vocal recupera su carácter alveolar. ● En Las Palmas se tiene por peculiares nasalizaciones como el cafén, lan don ‘las dos’, mitán del año. ● La distinción ll/y es un fenómeno rural y no urbano. No obstante distinción y no distinción no son fenómenos totalmente deslindados, sino que muchas veces se manifiestan entreverados. Además, la pronunciación de la /y/ es muy abierta y vocalizada. ● La ch, aparte de realizaciones como la castellana, es muy adherente (mantiene tensa su parte oclusiva). Se da también en zonas canarias de América (Puerto Rico, Costa de Venezuela), y es totalmente distinta a la castellana, aunque no forma un fonema nuevo. ● La [h-] inicial (aspiración), procedente de una F- latina, presenta casos de polimorfismo en un mismo hablante [hoyo] / [oyo], aunque no siempre la conservación de h-sea propia de un determinado grado de cultura, parece que la conservación puede ser propia en cierto ruralismo. Igualmente, en posición intervocálica, se aspira la [x] castellana, aunque aquí se realiza como sonora. ● Igualación de –r y –l implosivas. MORFOLOGÍA ● Cambios de género: el ubre, el costumbre, la puh, la tihne. ● En ocasiones se dota de terminación femenina a los sustantivos que tienen este género gramatical: la chincha, la liendra. ● Debido a la repercusión del pronombre le, encontramos losotros por nosotros y los por nos. Sociológicamente es rasgo de gentes que tienen escasa cultura. ● Como en andaluz occidental y en el español de América, no existe vosotros, sustituido por ustedes. LÉXICO En el habla viva son muy escasos los guanchismos. Más abundantes son los portuguesismos. Hay, lógicamente, andalucismos y americanismos, y evidentemente, por razones de geografía, la terminología marinera es variada y compleja. 1.10. Judeoespañol INTRODUCCIÓN Lo que se sabe hoy de la lengua sefardí procede en buena parte de la bibliografía de Wagner (a comienzos de siglo) y Crew (a mediados). Como en otras comunidades judías hasta la era moderna, entre los hispanojudíos de la España medieval (convencionalmente “Sefarad 1”), el conocimiento activo del hebreo estaba limitado a la minoría que había seguido estudios rabínicos. El resto tenía un conocimiento elemental del hebreo (lo leían para rezar, pero no lo entendían) por lo que la población judía empleaba la lengua del país para comunicarse con los cristianos y también entre sí. Sin embargo, los textos sefardíes castizos han llegado a nosotros en aljamía, con letras del alfabeto hebreo o alefato. Esto no es extraño, ya que el sistema tradicional de educación judío imponía el conocimiento de la letra escrita. Esta grafía aljamiada hebraica da a estos textos una apariencia falsa de estar escritos en lengua judía, pero pueden ser descifrados por cualquiera que conozca el valor fonético de los grafemas hebraicos y algunas reglas. Por lo que se refiere a los acontecimientos históricos, los judíos salieron de España hace entre seis y casi cuatro siglos: desde las primeras emigraciones a raíz de los disturbios antijudíos de 1391, hasta ya entrado el XVII, cuando salieron los últimos criptojudíos o marranos. La lengua de estos últimos, salidos de España hasta más de un siglo después de la expulsión de 1492, era ya el español moderno, frente a la lengua de los sefardíes salidos de España como judíos, que era el español preclásico en sus distintas modalidades peninsulares. En la salida siguieron rumbos diferentes: Portugal, sur de Francia, norte de África, noroeste de Europa, América del Norte y Central. La mayoría de los expulsados se dirigió hacia el este. Bajo los sultanes hallaron los sefardíes refugio y una favorable acogida, debido a su condición de occidentales y no cristianos. Los asentamientos más importantes fueron Constantinopla, Salónica y Esmirna, pero en general se asentaron en las actuales Turquía, Grecia, Albania, Bulgaria, exYugoslavia y sur de Rumanía (zona conocida como “Sefarad 2”). Para entender el mantenimiento extraterritorial de la lengua hispana por parte de los sefardíes hay que tener en cuenta el carácter descentralizado del poder del Impero otomano en tiempos de su instalación, que permitía el mantenimiento de las señas de identidad de cada comunidad. Eso permitió por ejemplo conservar a los búlgaros su lengua eslava, a los griegos su lengua helénica y a unos y otros su religión cristiana ortodoxa. De este modo, los sefardíes conservaron como seña de identidad su religión judía y su lengua hispana, no como se ha dicho por fidelidad a sus raíces o por amor a la “madrastra” patria España, como se ha dicho, sino por fidelidad a sí mismos o por amor “propio” (prueba de ello son las denominaciones judió o jidió ‘judío’, judesmo ‘judaísmo’, que han dado a su lengua). Sin embargo, cuando el cambio de las circunstancias históricas hizo necesaria una firme voluntad para mantener su lengua, fue entonces cuando se inició su decadencia. En el siglo XIX desaparecen las circunstancias político-culturales que habían favorecido la conservación del judeoespañol (reformas políticas, sociales, docentes, independencia de las naciones balcánicas, estado centralista...), con lo que comienza el declive. Podemos decir que el antes cerrado mundo sefardí se abre a la cultura europea en general y a la francesa en particular, de modo que esta cultura va a influir decisivamente en la literatura y lengua sefardí. Se produce una pérdida de consideración de los sefardíes por su propia lengua, al estimar que la lengua de cultura era la que se les enseñaba en las escuelas francesas. De este modo, el judeoespañol queda relegado al nivel doméstico y al uso de las gentes no instruidas. Su desaparición era sólo cuestión de tiempo. Además, hay que tener en cuenta la continua corriente migratoria que desde finales del siglo pasado va menguando la población sefardí de las antiguas zonas de residencia, con la consiguiente aculturación de los emigrantes en sus nuevos países de Europa y América. Destacan los nuevos núcleos de Estados Unidos e Israel (“Sefarad 3”), en los que a lo sumo, existían redes sociales débiles que tienen la lengua como unión, pero estas redes fueron diluyéndose, disminuyendo el número de hablantes. El golpe final fue la deportación y exterminio de sefardíes de Salónica y otras áreas balcánicas durante la ocupación nazi. Hoy día es casi imposible cuantificar la comunidad sefardófona. Lo único que sabemos es que los hablantes son hoy considerablemente menos que antes de que se produjeran los cambios históricos y sociales mencionados. Quedan algunos ¿miles / cientos? en Estambul, está agotado el núcleo de Sofía y Sarajevo, y de los antaño numerosos en Estados Unidos e Israel, muchos han pasado al inglés y al hebreo israelí. De los establecidos en España y en Hispanoamérica se han diluido en la lengua común, aunque en su español puedan percibirse algunos rasgos sefardíes. En general, podemos decir que en varios países de Sefarad 2 y Sefarad 3, y casi en cualquier lugar del mundo, quedan individuos que tuvieron el sefardí como lengua materna. Son en su totalidad mayores de sesenta años. Hablantes de judeoespañol que no conozcan otra lengua no se sabe si quedará alguno, y poquísimos serán los que tengan la sefardí como lengua primera. No obstante, en los últimos años han surgido en algunos países (Estados Unidos, Turquía, Francia, Israel) grupos a favor del mantenimiento de la lengua sefardí, en encuentros, talleres, cursos y mediante publicaciones, pero son grupos poco numerosos y con conocimientos limitados de la lengua. LA LENGUA La base histórica del judeoespañol es ciertamente el español preclásico, y su sistema fonológico es bastante similar al de aquel, pero el judeoespañol no es el español preclásico, ya que contra lo que siempre se dice, esta lengua ha evolucionado, es una lengua viva. Su cambio no ha sido menor que el del español, pero diferente. Además, hay que desterrar la idea de que dichos cambios se deben al contacto con otras lenguas. Los cambios comienzan en una época temprana. Ya Bernardo de Aldrete (1614) percibía las diferencias entre el español de los judíos que se fueron de España. A veces, su evolución sigue la tendencia española. Según la teoría de Wagner, que es la que ha prevalecido en la bibliografía al uso, las diferencias entre las variedades dialectales del judeoespañol se explicarían por el origen castellano de los sefardíes de la zona sudoriental de la zona turcobalcánica, frente al leonés o aragonés de los de la zona noroccidental. No obstante, más tarde se ha establecido que independientemente del origen de los emigrados, a las pocas décadas ya se había establecido una koiné en la que predominaban los rasgos del castellano meridional, y que las diferencias dialectales son mucho más tardías por desarrollos divergentes y por influencia de las diferentes lenguas de contacto. Si un solo rasgo hubiera de elegirse como caracterizador del sefardí, y más del tardío, sería su anárquico polimorfismo, en el que no es raro encontrar un fenómeno y su opuesto. No obstante, hay que señalar que existen toda una serie de cambios (fonéticos, léxicos, morfológica, sintáctica, fraseológica) que aleja la lengua sefardí moderna de los siglos XIX y XX de la clásica de los siglos XVIII y XIX. Como veremos, en la lengua clásica hay una influencia hebrea subyacente, debida a las traducciones de la Biblia y de otros nexos sagrados hebreos, para las que se usaba un sistema de traducción que buscaba “trasladar” la sacralidad de la fuente mediante la imitación en la lengua de destino de rasgos morfológicos, semánticos, y sobre todo sintácticos de la lengua de origen Muchos investigadores afirman que esta técnica de traducción produce una “lengua calco”, litúrgica, escolástica y netamente diferenciada de la vernácula (denominada judesmo). A esa lengua litúrgica se le da el nombre de ladino, aunque muy a menudo con este término nos referimos a la totalidad de la lengua sefardí. FONÉTICA VOCALISMO ● Un ejemplo de esa evolución similar entre judeoespañol y español es el caso del diptongo /ue/: güérfana. En posición inicial encontramos el reforzamiento de la articulación consonántica del diptongo, algo que se produce en español no normativo (güevo, güerta) y que se ha hecho normativo en sefardí. Este reforzamiento articulatorio va más allá en su desarrollo y se extiende a inicial de sílaba interior: tugüerto ‘tuerto’, jugüeves ‘jueves’, digüele / dugüele ‘duele’, atcuendo ‘atuendo’. Esto significa que en el desarrollo fonético interno el sefardí ha llegado a soluciones más avanzadas que el castellano, algo que contradice la idea del sefardí como un dialecto marginal y conservador. ● Podemos encontrar una y antihiática en oyido ‘oído’ ● La diptongación ofrece irregularidades como rogo, queres, preto, adientro, pueder. CONSONANTISMO ● Su sistema fonológico ha eliminado, como el andaluz, el canario y el español de América, los fonemas ápico alveolares /s/ y /z/ (falta símbolo fonético) (s-, -ss-, y –s-, en la grafía del español antiguo), extendiendo en su lugar los dentales procedentes de /s/ y /z/ (con símbolo de africada) (c, ç y z en la escritura antigua): deçeo ‘deseo’, no te çierbas ‘no te sirvas’. La antigüedad de la desaparición de las alveolares está documentada en 1547. Sin embargo, a diferencia del español atlántico, conserva la oposición entre sorda y sonora, de modo que /s/ (con símbolo de africada) y /s/ (con símbolo de apical) han confluido en una /s/ (con símbolo africado) predorso-dental sorda como la andaluza, mientras que la /z/ (africada) y /z/ (apical) se han fundido en la correspondiente predorso-dental sonora /z/ (símbolo africado). En los Balcanes y Asia Menor quedan restos de /z/ africada primitiva (/onze/, ant. onze ‘once’; /dozena/, ant. dozena; /pozu/, ant. y mod. pozo) y en algunos lugares se palataliza: [dóge], [pógo] (con símbolo de fricativa). En algunas partes también se palataliza la /s/ implosiva, como en el castellano de los siglos XV y XVI: /moska/, /piskadu/,(con símbolo de fricativa). ● Los fonemas /s/ y /z/ fricativos (escritos x y g, j respectivamente en la lengua antigua) mantienen su originaria articulación palatal, que es sorda en /brusa/, /diso/, y sonora en /hizo/, /zugar/. En principio de palabra o tras /n/ se produce en algunos lugares la articulación africada: [gwégu], [gentíl],[ángel], [spónga]. ● En oriente perdura la distinción entre /b/ oclusiva y /v/ fricativa. ● La F- vacila entre el mantenimiento (/ferir/), la aspiración (/kehazer/, /hermozu/) y la pérdida (/izo/, /ermozu/). ● En los grupos romances subsiste la labial implosiva como en el español del siglo XV: bivda ‘viuda’, sivdad ‘ciudad’. ● Se han generalizado rasgos de dialectos españoles, como el grupo /mb/ (palombica) o las vocales finales /i/, /u/ (árbolis, entonsis, piliscus ‘pellizcos’). ● En judeo-español también hay innovaciones: ya hemos vistos su tipo especial de seseo, probablemente iniciado en España. Igual debió de ocurrir con el yeísmo: eya, yevar. ● Frente a la y antihiática, y como muestra del anárquico polimorfismo que hemos mencionado, tenemos el “hieísmo” o articulación extremadamente abierta de la /y/ resultante del yeísmo, que puede llegar a desaparecer en casos como maravía, cuchío, kastío, amaría, gaína. ● En principio de palabra, la /s/ genera una /f/ o /h/ aspirada ante el diptongo /ué/: suegra, zueco, sueño se convierten en esfuegra o isfuegra, esfueco o isfueco, esfueño o ishueño. ● La /n/ inicial tiende a cambiarse en /m/: mosotros, mos, muebo ‘nuevo. MORFOSINTAXIS regulariza -í- en las primeras personas del pretérito simple de los verbos en – ar. En plural, formas como quedimos ‘quedamos’ podría considerarse como un estadio más avanzado en la debilitación vocálica que en el castellano aparece ocasionalmente en vulgarismos meridionales como queemos ‘quedamos’. ● En los textos del siglo XVI todavía encontramos canté, pero ya en el XVIII se ha generalizado cantí. ● Es notable el arcaísmo en las formas gramaticales. Persisten só, estó, vó, dó y las terminaciones querés, sos, amá ‘amad’. ● Se desconocen vuestra merced y usted como forma de tratamiento de respeto. Se usan vos en Marruecos y él, ella, en Oriente. ● Por lo que se refiere a la sintaxis, como hemos dicho, debido a la traducción de las obras religiosas hebreas se produce una clara influencia del hebreo en judeoespañol: ● Se -Objeto directo inanimado determinado por artículo introducido con la preposición ‘a’: “creó el Dio alos cielos y ala tierra” -Verbo cupulativo ser con significación existencial de ‘haber’ y frecuentemente omitido: “sea luz y fue luz”. “Y la tierra era vagua y vazía y escuridad ( ) sovre faces de abismo”. ● Hay aglutinación del imperativo con el pronombre: quitalde, traílde. LÉXICO Los préstamos de otras lenguas son abundantes: del hebreo en todas las épocas (garón ‘garganta’ de donde garonudo ‘tragón’, mehamad ‘a causa de, puesto que’); en la época clásica del turco y otras lenguas balcánicas en oriente y del árabe marroquí en la zona del Estrecho. En el último siglo y medio es muy importante la influencia del francés, y en las últimas décadas, la del inglés, del hebreo israelí y de nuevo, del español. En la época moderna, la lengua sefardí sufre una transformación profunda. Palabras hispánicas del fondo tradicional (cumplir, golpe, pertenecer) se sustituyen por su paralelas románicas más o menos “sefardizadas” (acomplir, colpo, apartenir). No obstante subsisten muchas palabras anticuadas en España: agora, amatar ‘apagar’, güerco ‘diablo’ (ant. huerco), kamareta ‘habitación’, adobar ‘preparar’.