Iglesias medievales

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Trabajo de Historia
La Iglesia Medieval
Introducción
Se considera que la edad media fue un periodo de estancamiento cultural, ubicado cronológicamente entre la
gloria de la antigüedad clásica y el renacimiento. La investigación actual tiende, no obstante, a reconocer este
periodo como uno más de los que constituyen la evolución histórica europea, con sus propios procesos críticos
y de desarrollo..
La iglesia católica apostólica romana, denominación de la iglesia cristiana de mayor importancia e
implantación en el mundo, es el tema el cual a continuación me dedicaré a tratar. En cuestiones de fe, sus
componentes reconocen la autoridad suprema del obispo de Roma, el papa. La palabra católico se utiliza para
designar a esta Iglesia desde su periodo más temprano, cuando era la única cristiana. Gracias a una sucesión
episcopal ininterrumpida desde san Pedro hasta nuestros días, la Iglesia católica apostólica romana se
considera a sí misma la única heredera legítima de la misión que Jesucristo encomendó a los doce apóstoles
así como de los poderes que les otorgó. Ha ejercido una profunda influencia en la cultura europea y en la
difusión de los valores de ésta en otras culturas. Tiene gran importancia numérica en Europa y América
Latina, aunque también es considerable su influencia en otras partes del mundo. Al comenzar la década de
1990, el número de sus seguidores era de 995,8 millones (un 18,8% de la población mundial).
Dado el énfasis que la doctrina católica pone en la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, la teología
católica se ha ocupado más de los estudios eclesiásticos que la teología de otros credos cristianos. Para
corregir una concepción demasiado jurídica de la Iglesia, el Concilio Vaticano II denominó misterio a esta
presencia y favoreció expresiones como pueblo de Dios para describirlo. Una creencia fundamental de la
Iglesia católica a lo largo de todos los tiempos es que el amor y la gracia divina sólo pueden ser transmitidos
al mundo a través de la Iglesia.
Desarrollo
La iglesia católica fue el más poderoso pilar de la sociedad en la época medieval. Tuvo una ingerencia
ilimitada en todos los órdenes de la vida, de tal modo que ninguna actividad escapó a su fiscalización.
Diversas circunstancias explican esta extraordinaria influencia eclesiástica.
1− La unidad y la universalidad de la fe, que caracterizaron a la vida medieval. Ninguna religión disputó, en
efecto, al catolicismo durante la edad media el gobierno de las almas en la Europa occidental.
2− El predominio cultural del clero. Este constituyó en la edad media la única clase letrada. El campesino, por
lo agobiador de su trabajo, y los nobles, por su incuria para la vida del espíritu, fueron ignorantes. Ser laico
era estar al margen del saber.
3− La íntima conexión entre la iglesia y el poder civil. La iglesia no sólo tuvo a su alcance medios de acción
espirituales, sino también la fuerza material ejercida por el estado o el brazo secular, como entonces se decía.
4− Su organización. La iglesia poseía una severa disciplina, una administración bien regulada y una jerarquía
rigurosa, que le aseguraron un firme y eficaz gobierno.
Organización de la iglesia
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La iglesia constituía, en realidad, una especie de estado más poderoso y rico que cualquier estado europeo.
Tenía su jefe: el papa; su capital: Roma; su lenguaje: el latín; sus funcionarios: los clérigos seculares; sus
milicias espirituales: los monjes; sus recursos financieros especiales: los diezmos pagados por los fieles, y sus
propios tribunales de justicia que fallaban de acuerdo con las leyes eclesiásticas. La organización de la iglesia
era centralizada en una estricta jerarquía. En la cúspide se hallaba el papa, cabeza de la organización, que en
su calidad de sucesor de San Pedro, ejercía desde Roma su autoridad, asesorándose a veces con los concilios,
asambleas integradas por los altos dignatarios católicos.
Los sacerdotes, arzobispos, obispos, párrocos, constituían el clero secular así llamado porque sus integrantes
no vivían retraídos como los monjes sino que actuaban en la sociedad o mundo. Las parroquias o pequeños
distritos estaban bajo la dirección de un sacerdote. Un grupo de párrocos integraban una diócesis,
circunscripción superior gobernada por un obispo, y, a su vez, la reunión de diócesis formaba una provincia
eclesiástica o arquidiócesis regida por la autoridad de un arzobispo. Los obispos administraban justicia en
nombre de la iglesia. Los tribunales eclesiásticos ejercieron una acción importante, pues intervenían en todos
los asuntos que directa o indirectamente se vincularan con la iglesia: brujerías, herejías, sacrilegios, etc.
Los monjes pertenecían al clero regular, llevaban una vida de retraimiento, entregados a la meditación y a las
plegarias ajustando todos sus actos al imperio de una regla. Los monjes no intervenían en las actividades
religiosas de la iglesia, pero su influencia fue muy grande. La vida solitaria de los monjes era practicada
individualmente, o en comunidades u órdenes. Se les llamaba ermitaños a los monjes que vivían enteramente
solos, aislados en chozas o grutas encontradas en lugares apartados. Y se les llama cenobitas a los monjes que
vivían en comunidad.
Importancia de la iglesia
La única institución europea con carácter universal fue la Iglesia, pero incluso en ella se había producido una
fragmentación de la autoridad. Todo el poder en el seno de la jerarquía eclesiástica estaba en las manos de los
obispos de cada región. El papa tenía una cierta preeminencia basada en el hecho de ser sucesor de san Pedro,
a quien Cristo le había otorgado la máxima autoridad eclesiástica. No obstante, la elaborada maquinaria del
gobierno eclesiástico y la idea de una Iglesia encabezada por el papa no se desarrollarían hasta pasados 500
años. La Iglesia se veía a sí misma como una comunidad espiritual de creyentes cristianos, exiliados del reino
de Dios, que aguardaba en un mundo hostil el día de la salvación. Los miembros más destacados de esta
comunidad se hallaban en los monasterios, diseminados por toda Europa y alejados de la jerarquía
eclesiástica.
En el seno de la Iglesia hubo tendencias que aspiraban a unificar los rituales, el calendario y las reglas
monásticas, opuestas a la desintegración y al desarrollo local. Al lado de estas medidas administrativas se
conservaba la tradición cultural del Imperio romano. En el siglo IX, la llegada al poder de la dinastía
Carolingia supuso el inicio de una nueva unidad europea basada en el legado romano, puesto que el poder
político del emperador Carlomagno dependió de reformas administrativas en las que utilizó materiales,
métodos y objetivos del extinto mundo romano.
La caída del Imperio romano de occidente y la incorporación de los pueblos germánicos a la Iglesia tuvieron
un gran impacto en todos los aspectos de la vida religiosa general, incluida una disminución del poder
episcopal entre los siglos VII y XI. Bajo la dirección de un Papado reformado a finales del siglo XI se
restauraron los derechos episcopales en medio de la amarga Querella de las Investiduras que los papas
sostuvieron frente a varios emperadores. Como resultado de esto, el Papado emergió como el dirigente
reconocido de la Iglesia de occidente. El papa disponía además de una curia cada vez más centralizadora y
eficiente. El Derecho canónico fue revitalizado y puesto en práctica, enfatizando el papel del pontífice en el
gobierno de la Iglesia. Estas transformaciones, sumadas a las Cruzadas, hicieron que la reconciliación con la
Iglesia oriental, después del Gran Cisma de Occidente (1054), fuera más difícil.
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Conclusión
Junto al cisma y al ambiente general de degradación, que se hacía cada día más evidente en el seno de la
Iglesia, la herejía constituía en esta época un factor más de división. La Iglesia estaba demostrando que sus
preocupaciones se dirigían más hacia los aspectos políticos y relacionados con el poder temporal que hacia la
siempre necesaria actualización y predicación de su doctrina, con lo que la proliferación de grupos de
iluminados era constante, pese a la represión que se ejercía contra ellos. Por otra parte, el pueblo observaba la
degradación de las costumbres que imperaba entre buena parte del clero, mientras que en las clases más
cultivadas y entre algunos miembros de las órdenes religiosas más inquietos intelectualmente, se extendía un
sentimiento de frustración, inevitable si consideramos que ese mismo clero cuya médula estaba corrompida
por la impiedad y por el ansia de bienes materiales era el que seguía manteniendo la interdicción a los fieles
para que éstos pudieran acceder al conocimiento personal de la doctrina cristiana, como siempre ha sostenido
la Iglesia católica. El magisterio de una Iglesia corrompida seguía imponiéndose a aquéllos que se desviaban
de su doctrina. Todo esto tenía necesariamente que llegar a una situación como la que protagonizó el alemán
Martín Lutero, que lleva su Reforma allí donde reformadores anteriores, como Wycliff o Huss, no habían sido
capaces de llegar. No hay que olvidar tampoco a otros reformadores contemporáneos de Lutero, como
Calvino o Zwinglio. La reforma luterana será, sin embargo, la única que realmente provoque una división de
Europa entre los países que permanecerán fieles a la figura del Papa y aquellos otros que, al compás de la
frase Cuius regio, eius religio, adoptarán como propia la recién nacida Iglesia Evangélica.
Imágenes
Esta imagen nos permite imaginar Esta imagen es la apariencia del
cómo trabajaban los monjes Papa Gregorio VII, según una
copistas del siglo VIII. miniatura del siglo IX.
Imagen de una iglesia medieval Imagen de una ciudad medieval, donde
sobre sale la torre de una iglesia
Bibliografía
3
• http://icarito.latercera.cl/icarito/2001/825/pag8.htm
• Enciclopedia universal Microsoft
• Enciclopedia universal encarta 2002
• Historia universal Secco Ellauri, páginas 345−355
• Gran enciclopedia Larousse, tomo 4, página 64
4
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