El teorema de Coase - Microeconomía con Excel

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Microeconomía – Prof. Eiras Roel – Alumno: Pablo D’Alesio Reg: 178.903
Introducción al Teorema de Coase
Datos extractados de Entrevista realizada a Ronald H Coase en junio de 1997. Traducido
del inglés por la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Copyright 2001 de Reason
Foundation, 3415 S. Sepulveda Blvd., Suite 400, Los Angeles, CA 90034. Traducción de
Hernán Alberro.
Cuando Ronald Coase recibió el Premio Nobel de Economía en 1991, muchos de sus colegas
quedaron atónitos. Ninguno podía recordar ni una ecuación, o un parámetro estimado, o una
correlación coeficiente, en ninguno de sus artículos. ¿Cómo pudo ser que un hombre que había
enseñado economía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago obtuviera un
premio tan preciado?
No fue la primera vez en su vida que Ronald Coase había sorprendido a la gente. Nacido en
Inglaterra en 1910, Coase utilizaba brazaletes en las piernas durante su juventud y fue enviado
a un colegio para chicos con problemas físicos. Estaba administrado, recuerda Coase, por la
misma organización que administraba al colegio para "defectuosos mentales", y había "cierto
entrecuzamiento en el plan de estudios". Coase se encontró (literalmente) en clases de tejido
de canastas, y no recibió ningún tipo de educación académica hasta los 10 años.
Incluso en la London School of Economics, Coase estuvo muy por las suyas. Eligió sólo
negocios y contabilidad -nada de economía- hasta un seminario con el Profesor Arnold Plant,
en sus últimos años de carrera. El curso -sin lecturas- planteaba una gran discusión acerca de
la mano invisible. Coase, entonces socialista, tomó a la idea de orden espontáneo en el
mercado, como pilar, y así comenzó su carrera como pensador económico creativo y
provocativo.
Nuevamente, de manera poco usual, viajó a Estados Unidos de América a principios de 1930
con una beca, y vagabundeó alrededor del corazón industrial investigando los métodos de
negocios de las empresas. ¿Cuál era el método científico de Coase? Preguntaba a los
empresarios por qué hacían lo que hacían. Una pregunta clave, por ejemplo, preguntaba por
qué las empresas elegían producir sus propios materiales (integración vertical), y por qué a
veces elegían utilizar el mercado (comprando a proveedores independientes). Quedó fascinado
por las respuestas, pero más aún por su cálculo astuto: los managers de las empresas sabían
de todos los malos negocios relevantes. En 1937, Coase publicó su artículo "La Naturaleza de
las Firmas", explicando la economía básica de las empresas. Se convirtió en uno de los
trabajos más influyentes en la historia de esta ciencia, dejando entrever la lógica oculta de
cómo las empresas buscan la eficiencia en un mundo complicado. El estudio fue vastamente
más sofisticado que los que estaban de moda en Estados Unidos en la década del 30, que
sostenían que la corporación era simplemente un accidente esperando a ser auto-destruído.
Nuevamente, en 1960, Coase reorganizó el estudio de Economía con su ensayo "El
problema del costo social". Analizaba qué sucedía cuando las acciones económicas
afectaban a terceros -por ejemplo, cuando una vía de tren contamina los granos de un
granjero. Antes de Coase, el análisis económico sostenía que la toma de decisiones
descentralizada - el mercado- en dichos casos probablemente fallaría en encontrar una
solución óptima, debido a que actores interesados en sí mismos (el dueño del ferrocarril)
no tomaría en cuenta el daño que realiza sobre otros. Esa idea tenía implicancias muy
amplias para la economía y proveía de justificaciones intelectuales a un amplio número
de intervenciones gubernamentales.
Coase, cuyo artículo de 1959 acerca de la Federal Communications Commission lo había
llevado a darse cuenta cómo los derechos de propiedad podían ser utilizados para las ondas
hertzianas, vio algo diferente: el problema en realidad partía de una definición incorrecta de
derechos legales. Descubrió que una vez que la propiedad estaba bien definida y era
fácilmente intercambiable, la solución eficiente aparecería. Irónicamente, la solución
social óptima aparecería sin importar quién fuera el dueño de la propiedad. Por ejemplo,
aún si el ferrocarril tuviera el derecho de contaminar, el granjero podría pagarle para que
no lo hiciera. El granjero (en realidad el cliente del granjero) pagaría siempre que el
beneficio de reducir la contaminación superara el costo creado por la polución. Por lo
tanto, siempre que alguien claramente poseía el derecho de contaminar: ¡Voilà!
¡Eficiencia Social! Esto se hizo famosamente conocido como el Teorema de Coase.
Quizás la contribución más importante al entendimiento de la economía no fueron sus libros.
Como editor de The Journal of Law and Economics de 1964 a 1982, Coase ejercitó una gran
influencia sobre el tipo de temas que los economistas deseaban investigar. Realizado dentro de
la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago, esta publicación está escrita por y para
economistas, pero economistas que trabajan en áreas que hasta hace poco eran el campo
exclusivo de abogados. El JLE bajo Coase fue implacablemente relevante, dedicado a la
exploración de los efectos reales de las políticas del momento. Esto remaba en contra de la
corriente de toda la profesión, que flotaba en una abstracción y formalismo cada vez mayores.
Debido a sus estándares de análisis rigurosos, así como a la demanda de realidad en los
pasquines de teorías económicas, el Journal llevó a cabo su propio cambio paradigmático en
las ciencias sociales. El último éxito de este destacado estudio hoy en día es aparente, debido
a que sus páginas estás desordenadas por los escritos de tantos premios Nobel de economía.
Sólo otra demostración Coaseana de que el mercado funciona, se podría decir.
¿Cómo le explicaría el Teorema de Coase a la gente?
Tiene que ver con la responsabilidad. Depende de que alguien sea responsable o no, de los
daños que pueda causar. En un régimen de cero costos de transacción, el resultado sería el
mismo. Ahora, uno puede extender eso y decir que no importa quién sea el dueño de qué; en
un sistema de propiedad privada, se daría el mismo resultado.
Tomemos el caso de una cueva recientemente descubierta. Si la ley dice que le pertenece al
dueño del lugar donde se encuentra la entrada a la misma o si le pertenece al hombre que la
descubre o si le pertenece al hombre que es dueño del terreno que se encuentra sobre la
cueva, será utilizada para plantar hongos, guardar archivos bancarios, o como un reservorio de
gas dependiendo de cuál de estos usos produzca un mayor valor. La ley de propiedad
determina quién es dueño de algo, pero el mercado determina cómo será utilizado. Me parece
tan obvio que no puedo entender el problema. Todo lo que dice el teorema es que la gente
utilizará los recursos de manera tal de que produzcan el mayor valor, eso es todo. Aún
considero que es un punto obvio.
Pero la gente de la Universidad de Chicago pensaba que era un error. Algunos pensaban que
debía borrar esta sección de mi artículo acerca de la FCC. La persona que más deseaba esto
era Reuben Kessel, un gran economista, pero estaba apoyado por Aaron Director y George
Stigler y otros de la Universidad. Yo sostuve que si se trataba de un error, era un error muy
interesante y que merecía seguir en su lugar. Y así fue.
Entonces George Stigler me invitó a un taller de trabajo en Chicago y yo presenté algo sobre
otro tema. Dije que me gustaría tener la oportunidad de discutir mi error. Aaron Director
organizó una reunión en su hogar. Allí se encontraban, Director, Milton Friedman, George
Stigler, Arnold Harberger, y John McGee -todos los grandes representantes de Chicago se
encontraban allí para hacerme cambiar de parecer. Me apreciaban, pero creían que estaba
equivocado. Expuse mi punto de vista y luego comenzaron las preguntas. Milton fue quien más
preguntas hizo. Recuerdo que en un momento Harberger me decía, "bueno, si no se puede
decir que el esquema de costo marginal cambia cuando hay un cambio en la confianza, puede
ejecutarlo sin dudar". Lo que quería decir era que si yo tenía razón, no había forma de
impedirme que llegara a mi conclusión. Y por supuesto era así. Le respondí, "¿Cuál es el
esquema de costos si la persona es responsable, y cuál es el esquema de costos si no es
responsable por los daños?" Es lo mismo. El costo de oportunidad no cambia.
Hubo muchas otras cuestiones también, pero el asunto decisivo era que este esquema no
cambiaba. Pensaron que si alguien era responsable sería diferente que si no lo era. Esta
reunión fue realmente agotadora, mantener un argumento con Milton Friedman es muy
extenuante. Pero cuando a la hora de discutir me di cuenta de que aún seguía bien parado,
supe que ganaría. Porque si Milton no podía ganarte en unos minutos, quería decir que podías
tener razón.
El caso más común para hablar del Teorema de Coase es la contaminación. Este tema
fue observado de manera diferente gracias a este teorema.
Debe ser visto de manera diferente, pero no entiendo porqué hizo falta el Teorema de
Coase. El problema de la contaminación siempre es visto como alguien que estuvo
haciendo algo malo que debe ser detenido. Para mi, la contaminación está haciendo algo
malo y algo bueno. La gente no contamina porque le guste contaminar. Lo hace porque
es más barato producir de esa manera. La manera más barata de producción es el lado
bueno, la pérdida de valor que tenés por contaminar es el lado malo. Hay que comparar
los dos. Esa es la forma de mirarlo. No es la manera en que lo mira la gente. Creen que la
mejor situación es alcanzar la contaminación cero.
La idea básica del Teorema de Coase es que el mercado es eficiente, que los
consumidores dirigirán los recursos hacia dónde estos recursos den el valor más alto.
En líneas generales, cuando se trabaja con empresas que funcionan en un sistema
competitivo, se puede asumir que actuarán en forma racional. ¿Por qué? Porque alguien en
una empresa que compra cosas a $10 y las vende a $8 no durará mucho. Creo que el mercado
impone una gran disciplina, y la disciplina del mercado nos permite asumir la racionalidad en
ese campo.
Veo que la gente, a veces, se comporta de manera que se destruye a sí misma y a sus
familiares, causa grandes penas, cuando se trata de políticas hacen lo mismo. Me quedó con la
postura de Frank Knight: en algunas áreas la racionalidad está forzada; en otras áreas está
débilmente forzada. Hay más irracionalidad en la familia o en el comportamiento del
consumidor que la que se puede encontrar en el comportamiento de empresas para realizar
sus compras.
Pero esto es muy contrario a la postura de Chicago. Habrá tenido varias discusiones con
George Stigler o Gary Becker o Richard Posner con respecto a este tema. Piensan que la
gente es racional en sus matrimonios, su honestidad, o su vida sexual, o en crímenes y todos
los contextos sociales de los que escribe Gary Becker.
Sí, cuando habla de contrario a Chicago quiere decir una postura no moderna de Chicago.
Porque Frank Knight era de Chicago, y crecí estudiando más a Knight que a muchos otros. Y
mi postura es bastante consistente con lo que él dice. No es consistente con lo que dice
George Stigler, Gary Becker y Richard Posner. Posner me condena porque no pienso que la
gente maximice la utilidad.
¿Entonces, no cree que si se duplica la pena por un crimen, veremos menos crímenes?
Bueno, sí. No digo que la gente sea completamente irracional. Digo que casi lo único que
podemos decir acerca del comportamiento de los consumidores es que si subís el precio de
algo, la gente va a demandar menos. Y que sabemos que si la gente comete menos
estupideces cuando el precio es alto por hacer estupideces. Las estupideces siguen la ley
universal de la demanda. Cuanto más alto el precio que hay que pagar por ser estúpido, menor
será el número de estupideces cometidas.
A pesar de que ahora es conocido como un economista de libre mercado, comenzó su carrera
intelectual siendo socialista. ¿Por qué y cuándo cambiaron sus ideas políticas?
Fueron cambiando en forma gradual. Lo más importante fue el trabajo que realicé acerca de la
economía de utilidades públicas en la London School of Economics. Estudié los resultados de
la operación municipal de las utilidades y los efectos de la nacionalización, particularmente en
el correo. Esto me trajo dudas sobre la nacionalización. No producía los resultados que la
gente decía. Mis ideas siempre estuvieron conducidas por investigaciones empíricas. Nunca
comencé -quizás por eso no soy libertario- con la idea de que el hombre tiene ciertos derechos.
Me pregunto "¿cuáles son los derechos que producen ciertos resultados?" Pienso en términos
de producción, la vida de las personas, el nivel de vida y demás. Siempre se trató de un tema
empírico. Descubrí que la operación municipal no funcionaba tan bien como decía la gente que
funcionaría, y la nacionalización tampoco.
Dijo que no era libertario. ¿Cómo se considera en términos políticos?
Realmente no sé. Nunca rechazo ninguna política sin antes analizar cuáles serán sus
resultados. Si alguien dice que habrá una regulación, no digo que la regulación será mala.
Veamos. Lo que descubrimos es que la mayoría de las regulaciones produce, o han producido
durante estos últimos tiempos, resultados negativos. Pero no me gustaría decir que toda
regulación tendrá este resultado porque uno puede pensar ejemplos en los que esto no
suceda.
¿Podría darnos un ejemplo de lo que considera como una buena regulación y un ejemplo de lo
que ve como una regulación no tan buena?
Esta es una pregunta muy interesante porque no puedo dar una respuesta. Cuando era editor
de The Journal of Law and Economics, publicamos una serie de estudios acerca de
regulaciones y sus efectos. Casi todos los estudios -quizás todos- sugerían que el resultado de
la regulación había sido malo, que los precios habían aumentado, que el producto estaba peor
adaptado a las necesidades de los consumidores, que si la regulación no hubiese existido. No
me gustaba aceptar ese punto de vista de que todas las regulaciones conllevarían esos
resultados. Entonces, ¿cuál fue mi explicación para los resultados que tuvimos? Sostuve que la
explicación más probable era que el gobierno opera en una escala tan masiva que ha
alcanzado el punto de lo que los economistas llaman ingreso marginal negativo. Cualquier cosa
adicional que haga, arruina todo. Pero no significa que si reducimos el tamaño del gobierno
considerablemente, no encontraremos que había ciertas actividades que hacía bien. Hasta que
achiquemos el tamaño del gobierno, no sabremos cuáles son.
¿Cuál sería un ejemplo de mala regulación?
No recuerdo una realmente buena. La regulación del transporte, la regulación de la agricultura la agricultura es A, dividir en zonas es Z. Vas de la a A a la Z, todas son malas. Hubo tantos
estudios, y el resultado era casi universal: los efectos eran malos.
¿Cuál era la idea de The Journal of Law and Economics?
Quería descubrir cuáles eran realmente los efectos de las regulaciones, para hacer estudios
empíricos para no tener discusiones tan generales. Quería saber qué efectos tenían las
diferentes reglas legales sobre el sistema económico.
¿No es alarmante que los economistas no dedicarán más tiempo haciendo este tipo de trabajo
antes de 1964?
Bueno, no me sorprende tanto. La economía se ha venido haciendo más y más abstracta, cada
vez menos relacionada con lo que sucede en el mundo real. En realidad, los economistas se
han dedicado a estudiar sistemas imaginarios, y no distinguen entre el sistema imaginario y el
mundo real. Eso es lo que la economía moderna fue y sigue siendo. Todo el prestigio va hacia
personas que producen los resultados más abstractos sobre un sistema económico que no
existe.
A fines de la década de 1950 comenzó a dar clases en la University of Virginia y a principios de
los 60 la administración de la universidad no estaba muy conforme con el trabajo que estaban
haciendo usted, Warren Nutter, James Buchanan y Gordon Tullock- cuatro de los economistas
más famosos e influyentes del período de postguerra, dos de los cuales (Coase y Buchanan)
obtendrían Premios Nobel. Sin embargo, University of Virginia no estaba feliz con lo que
sucedía en el departamento de economía.
Pensaban que el trabajo que hacíamos era desacreditante. Pensaban que éramos de extrema
derecha. Una vez mi mujer estaba en un cocktail y escuchó que me describían como alguien a
la derecha de John Birch Society. Había un gran antagonismo en los 50 y 60 para cualquiera
que viera una ventaja en el sistema de mercado o en un mercado no regulado o en un sistema
económico relativamente libre.
En 1991 obtuvo el Premio Nobel de Economía. ¿Cómo cambió eso su vida?
La hizo muy difícil. Ahora me lleva un día por semana leer mi correspondencia, y aún más
responderla. Significa una gran carga ganar el Nobel. Recibo cartas de todo el mundo. Gente
que me escribe, me manda material que han escrito, en busca de comentarios de mi parte.
¿Qué puedo hacer? Respondo cuando tengo una obligación especial -cuando conozco a la
persona o ella ha hecho algo por mí. Empresarios, profesores, periodistas, estudiantes -todos
me escriben. A veces recibo cartas de gente que sostiene que puede probar que el Teorema
de Coase está mal porque la Tierra desaparecerá en el año 2003 -cosa que, puedo decir,
puede ser verdad. Ha encontrado un error en el Teorema de Coase.
Es un hombre al que le gusta mirar los datos reales, por lo cual nos tomará unos años
chequear su teoría. ¿No desea haber recibido el premio antes?
Sí, porque podría haber manejado esta situación mucho mejor. A mi edad es muy difícil. Recibo
invitaciones para ir a cualquier parte. Generalmente las rechazo. Pero si fuera más joven y más
enérgico y demás, manejaría todo mucho mejor. Habría hecho muchas más cosas. Obtener el
Premio tan tarde significa que tengo muy poco tiempo, a pesar de que muchas investigaciones
se llevan a cabo influenciadas por el hecho de que yo haya ganado el premio Nobel. Anima a
otra gente que trabaja sobre el tema. Creo que ahora se está estudiando mucho más esta
cuestión porque el tema fue reconocido, y quiero ser parte de ello, pero no tengo mucho tiempo
para hacerlo.
¿Qué le llevó a estudiar la Federal Communications Commission?
Comenzó con mi estudio acerca de las utilidades públicas en Inglaterra. Estudié la British
Broadcasting Corporation, cómo se desarrolló y sus políticas, y escribí un libro llamado "British
Broadcasting: A Study in Monopoly" (1950). Allí explico cómo se convirtió en monopolio, cómo
fue justificado, cuáles fueron sus resultados. Se había convertido en un monopolio porque -y
esto es algo extraño- los telégrafos habían sido nacionalizados bajo el servicio postal. Un
telegrama era definido como un mensaje enviado en forma eléctrica. Por lo tanto, la
telecomunicación fue considerada un telegrama. Entonces, los poderes para controlar las
telecomunicaciones estaban en manos del correo. Estaban muy ansiosos de tener el
monopolio de las transmisiones. La gente de alguna de las empresas de la industria así lo
quería, y la gente que había visitado Estados Unidos o había oído acerca del caos de las
telecomunicaciones en América, por lo cual decidió que lo único que se podía hacer para salir
del caos era organizar un monopolio.
Demostré que todos los argumentos para un monopolio no eran válidos. Pero se estableció, y
luego se justificó aún más por la idea de que se necesitaba un monopolio para controlar la
programación, porque la competencia habría resultado en que la gente produjera programas
que, a pesar de ser populares, no debían ser transmitidos porque eran malos para la gente.
Entonces estudió la BBC y luego viajó a Estados Unidos y comenzó a interesarse en la FCC.
Sí, realmente fue la continuación de mi trabajo sobre las telecomunicaciones. Habiendo
estudiado lo que sucedió en Inglaterra, estaba desarrollando un estudio llamado "Political
Economy of Broadcasting". Mi estudio de la FCC fue un resultado natural.
¿Qué le sorprendió cuando estudió la Federal Communications Commission?
No creo que sorpresa sea la palabra correcta. Observé a la comisión para ver lo que sucedía y
descubrí que la FCC era extremadamente ineficiente, que las decisiones que tomaba no eran
fácilmente justificables, que muchas de las actividades en las que se comprometía eran una
pavada absoluta. Al principio, tenía ciertas dudas acerca del mercado puro para el uso de
espectros de frecuencias de radio, porque hay muchas cosas que podemos imaginar para las
cuales no podemos tener mercados porque los costos de transacción son muy altos. Pensé
que quizás los costos de transacción serían muy altos en este caso. Pero luego descubrí en la
temprana historia de las telecomunicaciones que los derechos de propiedad se estaban
estableciendo, y se me ocurrió que en absoluta libertad podrían haber resuelto el problema con
las señales de interferencia, que era el mayor problema del cual hablaban. El período del caos
en las telecomunicaciones apareció porque la gente no tenía una definición clara de los
derechos de propiedad. Por lo tanto me fue sencillo idear un mercado para este producto.
¿Alguna vez le interesó la tesis de Hayek acerca del camino de servidumbre?
Por su puesto que leí el libro. Conocía a Hayek y conocía la respuesta británica. En Inglaterra
fue un éxito, pero mucho menos que en los Estados Unidos, porque la tesis general era que el
socialismo llevaría inevitablemente a una sociedad totalitaria, un estado totalitario o la
supresión de las libertades en algunas áreas. En Gran Bretaña, una sociedad muy tolerante,
muy poca gente podía imaginarse que ése iba a ser el resultado. Recuerdo que Lionel Robbins
me decía que este era un muy buen libro desde el punto de vista continental. Simplemente no
era inglés. Una vez, luego de que me había instalado en Estados Unidos, mientras visitaba
Inglaterra me encontré con alguien a quien conocía. Charlamos unos minutos de manera muy
civilizada (había sido alumno mío), y luego cada uno fue para su lado. Esta persona era un
miembro prominente del partido comunista británico. Nunca podría pensar que él me habría
mandado a un Gulag. Si los comunistas hubieran llegado al poder, la vida sería mucho peor.
Pero que ese tipo de horrores sucederían en Inglaterra...
Obviamente los rusos se tomaron en serio al socialismo. Y en realidad, sufrieron una caída
mucho mayor de su sistema económico.
Llegaron mucho más cerca de la servidumbre, pero lo que detuvo al sistema no fue el hecho de
que las libertades humanas estaban siendo aplastadas, sino que no producían. Era un sistema
económico equivocado.
Escribió otro artículo muy influyente llamado "The Nature of the Firm" en 1937. ¿Puede
explicarnos lo que daba a conocer en ese artículo?
Descubrí que había algo que los economistas habían olvidado en sus análisis de la
competencia de mercado, es decir los costos de usar el mercado, algo que se hizo
conocido -a pesar de que no fui yo el que inventó el término- como costos de
transacción.
¿Dónde hay costos de transacción, no recibe automáticamente la mano invisible que inclina los
recursos hacia donde hacen mayor bien?
Eso es correcto. La gente adopta otras formas que esperan que produzcan el resultado
correcto. Cambian los contratos, teniendo en cuenta estos costos. Hacen muchas cosas. La
empresa misma es una respuesta a eso, pero muchos contratos también. Incluso la forma de
los mercados, lo que se puede comerciar: las reglas y regulaciones del submercado o
intercambios de producción son diseñados para reducir los costos de transacción. Ves estas
fotografías de la forma en que hacen las cosas: agitás tus manos y eso significa que querés
comprar medio millón de toneladas de algo para entregarlo en mayo a un precio acordado. Y
una persona agita sus manos, y el intercambio se realizó. No podrías hacer esto si no tuvieras
un enorme cuerpo de leyes o regulaciones para que la gente sepa qué es lo que están
haciendo cuando agitan sus manos. Sólo puede suceder rápidamente porque la ley se ha
desarrollado en este sentido -en este caso claramente es ley privada- para hacer que las
transacciones sean posibles. Tenés que poder hacer transacciones a costos menores que el
beneficio que vas a recibir. Cada vez que la gente reduce los costos de transacción, obtenés
beneficios extra. ¿Cómo es que lo hacemos? Eso es lo que me interesa explorar ahora, y por
supuesto, que otros exploren.
La gente está muy entusiasmada gracias a que las transacciones se hacen mucho más
eficientemente ahora mediante medios electrónicos y mejores sistemas de comunicación, que
nunca antes en la historia. ¿Está entusiasmado por estas innovaciones?
Sí, porque no las entiendo. La gente habla de aumentos en las mejoras tecnológicas, pero igual
de importantes son las mejoras en que la gente hace los contratos y los negocios. Si podés
bajar los costos ahí, podés tener mayor especialización y mayor producción. Entonces, eso es
lo que me interesa actualmente. Mejorando la forma en que funciona el mercado, se pueden
producir grandes beneficios, no porque desarrolle nuevas tecnologías, pero porque permite que
esta nueva tecnología sea utilizada. Sin la habilidad de hacer contratos eficientes, no se
pueden utilizar los nuevos medios. Y se está poniendo mucho esfuerzo, en este momento, en
la búsqueda de nuevas formas de resolver problemas, mayoritariamente los abogados.
Algunos dirían que simplemente se trata de transacción de papeles, que todos los esfuerzos de
los abogados son una pérdida de tiempo, un lío, una tortura a la sociedad. Usted tiene una
posición algo distinta.
Los abogados causan mucho mal, pero también hacen mucho bien. Y lo bueno es que son
negociadores expertos, y saben lo que es necesario en la ley para permitir que los negocios se
lleven adelante. Sus actividades están diseñadas, en realidad, para reducir los costos de
transacción. Algunos de ellos, sabemos, aumentan los costos de transacción. Pero en gran
escala, están comprometidos en la reducción de los costos de transacción. La gente habla de
la era de la información y cómo grandes números de personas se involucran en actividades de
información. Bueno, obtener información es una de las dificultades cuando estás en un
mercado. ¿Qué es lo que se está produciendo? ¿Cuáles son los precios de lo que se está
ofreciendo? Hay que aprender todas estas cosas. Podemos aprenderlas ahora con mucha
mayor facilidad que antes; no hay que buscar. Si alguna vez intentaste comprar algo, sabés
cuánto tiempo pasa hasta conseguirlo y obtenerlo.
El costo de búsqueda será mucho menor a medida que las tecnologías de información
reduzcan los costos de encontrar qué es lo que se ofrece y tome gente de todo el mundo y los
conecte.
Es cierto. No hay que necesariamente ir a Singapur u otro lugar para saber qué es lo que se
puede conseguir allí.
¿O sea que pensaría que nos estamos embarcando en una era dorada de crecimiento
económico?
Creo que puede ser. Ahora si arruinamos todo, es otro tema. Hay más formas de hacer mal las
cosas que de hacerlas bien. Pero realmente creo que ahora se puede ser optimista.
El Teorema de Coase
En 1960 Ronald H. Coase propuso un teorema que no solo sirvió para comprender con mayor
claridad el problema de los costes externos y sus posibles soluciones, sino que está
considerado el origen del moderno Análisis Económico del Derecho y le ha valido la concesión
del premio Nobel de 1991. Para comprenderlo conviene que lo dividamos en dos partes.
Si las transacciones pueden realizarse sin ningún coste y los derechos de apropiación
están claramente establecidos, sea cual sea la asignación inicial de esos derechos se
producirá una redistribución cuyo resultado será el de máxima eficiencia.
Derechos de apropiación es la traducción de la expresión inglesa "property rights" y tiene un
significado más general que "derechos de propiedad". Por ejemplo, si se autoriza a una
empresa a verter sus residuos a un río, no se le está concediendo un derecho de propiedad
sobre el río pero sí un derecho de apropiación.
Supongamos que una fábrica de papel vierte sus residuos en un río en el que, cauce abajo,
hay instalada una piscifactoría. Los procesos productivos de ambas empresas requieren la
utilización del río, pero una de ellas lo utilizará de forma más eficaz que la otra o, lo que es lo
mismo, el rendimiento del río será mayor en alguna de las dos empresas.
Como el vertido de residuos por la papelera impide la utilización del río por la piscifactoría, los
derechos de apropiación estarán claramente establecidos si no hay lagunas ni contradicciones
jurídicas, es decir, si una y solo una de las dos empresas es titular de los derechos.
Las cuatro situaciones posibles pueden ordenarse como se muestra en el cuadro siguiente.
ILUSTRACIÓN DEL TEOREMA DE COASE
El derecho lo tiene la:
piscifactoría
a
Situación 1
Eficiente
piscifactoría No requiere
transacción
La más
eficiente es la:
a
papelera
Situación 3
Ineficiente
La papelera
comprará el
derecho
papelera
a
Situación 2
Ineficiente
La papelera
venderá el
derecho
a
Situación 4
Eficiente
No requiere
transacción
En la situación 1ª la piscifactoría es la más eficiente en el uso del río, tiene derecho a recibir el
agua limpia, por lo que obligará a la papelera a cerrar o a que resuelva de otra forma el
problema de sus vertidos.
En la situación 4ª es la papelera la eficiente y la titular del derecho por lo que podrá continuar
con los vertidos.
Veamos más despacio la situación 2ª. El titular del derecho es la papelera. La piscifactoría
utiliza el río de forma más eficiente: su beneficio es de 10 mientras que el beneficio de la
papelera es 8. La piscifactoría comprará a la papelera su derecho por un precio entre 8 y 10.
Ambas empresas saldrán ganando con la transacción: la papelera obtendrá, sin producir, un
beneficio superior al que tenía antes de la transacción; la piscifactoría, que no tenía derecho al
uso del río y por lo tanto no podía conseguir al principio ningún beneficio, podrá llevar a cabo
su actividad quedándose con un beneficio positivo aunque menor que 2.
La situación 3ª es simétrica de la anterior. La papelera, al ser ahora la más eficiente, podrá
comprar a la piscifactoría su derecho sobre el río.
Resumiendo. Sea cual sea la asignación inicial del derecho, la empresa que funcionará
será la que lo utilice de forma más eficiente.
Si las transacciones implican costes que impiden la redistribución de derechos, habrá
sólo una asignación inicial de los mismos que permita la máxima eficiencia.
La compra de derechos ajenos, es decir, cualquier transacción económica, puede tener unos
costes tan elevados que absorban completamente los beneficios derivados del intercambio.
Supongamos que la papelera es más eficiente pero no tiene el derecho y que en vez de
negociar con una piscifactoría, tiene que ponerse de acuerdo con los pescadores de caña que
acostumbran a instalarse en las orillas de ese río. ¿Cómo podrá identificar a todos y cada uno
de los pescadores y ponerse de acuerdo con cada uno de ellos en la cuantía de la
indemnización? Siempre aparecerán nuevos individuos afirmando que tenían la intención de ir
a pescar a ese río y que por tanto quieren una indemnización. Siempre habrá alguno que,
consciente de que puede impedir por sí solo que la papelera entre en funcionamiento, pedirá
para sí una indemnización excesiva. En el ejemplo anterior suponíamos una diferencia entre
los beneficios de ambas empresas de 10 - 8 = 2. Si los costes de la transacción superan esa
diferencia el intercambio no podrá llevarse a cabo.
En el mundo real son desgraciadamente frecuentes las situaciones en las que la negociación
entre las partes no puede conducir a un resultado económicamente aceptable. Muchas
empresas contaminantes están perjudicando a un número de personas muy elevado y además
de una forma muy poco eficiente ya que la suma del valor de los perjuicios causados es muy
superior al ahorro que consiguen emitiendo sus contaminantes sin filtrarlos previamente. La
frecuencia de ese caso se debe tanto a la ausencia de criterios judiciales de eficacia en la
asignación de los derechos como a que los costes de la transacción necesaria para corregir
esas situaciones son terriblemente altos. Imagínese la cuenta de gastos que podría presentar
el tesorero de una "Asociación de damnificados por la Papelera": publicidad del proyecto para
identificación de los damnificados, elaboración de los estatutos de la asociación, inscripción en
el registro, elección de portavoces, negociaciones con la papelera, elaboración del contrato,
establecimiento de un sistema de vigilancia del cumplimiento del contrato, asesoramiento
jurídico en caso de incumplimiento. Obsérvese (por favor, abogados, sin alegrarse de ello) que
gran parte de esos gastos tienen una relación más o menos directa con los profesionales del
Derecho.
Del teorema de Coase se deduce que el Derecho tiene varias funciones de capital importancia
en la consecución de la eficiencia económica.
Primera. La eficiencia requiere en cualquier caso que los derechos estén establecidos con
claridad, sin lagunas ni contradicciones.
Segunda. Si los costes de transacción van a impedir los intercambios es posible establecer una
asignación inicial de derechos que garantice la máxima eficiencia. (La expresión "es posible" es
deliberadamente ambigua; también es posible utilizar otros criterios en la asignación de
derechos, por ejemplo, el criterio de equidad, aunque estén en contradicción con el de
eficiencia; sin embargo la eficiencia debe ser, al menos, considerada).
Tercera. El Derecho puede aumentar la eficiencia global del sistema reduciendo los costes de
transacción. Y los costes de transacción más altos derivan precisamente de la falta de
seguridad jurídica, de la necesidad de prevenir y desalentar el incumplimiento de los contratos.
En muchas ocasiones es posible un acuerdo contractual que beneficie a las partes contratantes
pero cuyo incumplimiento beneficiaría notablemente a una de ellas. Si el sistema jurídico no
ofrece garantías suficientes de que el quebrantamiento del contrato será detectado, perseguido
y penalizado a un coste bajo, en un plazo de tiempo corto y con mucha probabilidad, se estará
desalentando ese acuerdo.
Las externalidades
Además de la manipulación del precio por agentes con poder de mercado, hay otras razones
que impiden el funcionamiento de la competencia perfecta. En ocasiones una empresa tiene
capacidad para hacer recaer sobre otros parte de los costes de su proceso productivo. Otras
veces surgen dificultades para impedir que se beneficie de un bien el que no ha pagado por él.
En ambas situaciones el Derecho tiene un papel destacado en la explicación del origen y en las
posibles soluciones de los problemas.
Se llaman externalidades o efectos externos las consecuencias que tiene un proceso
productivo sobre los individuos o empresas ajenos a su industria. Si, por ejemplo, los
productores de aceite de girasol deciden aplicar a sus plantaciones un nuevo pesticida,
conseguirán así una mayor producción pero se pueden derivar de ello varios tipos de efectos
externos. Por una parte habrá efectos pecuniarios sobre otras industrias si sus productos
están relacionados; como sabemos, la mayor producción de aceite de girasol provocará la
disminución de su precio y desplazamientos en los mercados de aceite de oliva y de patatas
fritas, entre otros. Otras industrias sufrirán efectos tecnológicos, es decir, cambios en la
estructura de costes; los nuevos pesticidas serán arrastrados por la lluvia hasta los ríos
próximos a las plantaciones de girasol, causando mortandad entre los peces; las piscifactorías
instaladas en esos ríos verán muy reducida su producción por lo que aumentará su relación
costes/producto. Puede haber también efectos externos tecnológicos positivos: las
plantaciones de tomates próximas a las de girasol quedarán igualmente protegidas contra
algunos insectos consiguiendo así un aumento de la producción sin necesidad de aumentar los
factores.
La diferencia entre efectos externos tecnológicos y pecuniarios está por tanto en si hay o no
modificación en el proceso productivo, en la cantidad de factores que es necesario aplicar para
conseguir la misma producción final. En el caso de las patatas fritas, la cantidad de aceite
necesaria por cada kilo de patatas no se ha modificado, sólo su precio. Las piscifactorías, en
cambio, requerirán más trabajo o más depuradoras para conseguir mantener su producción de
truchas. También hay que considerar efectos tecnológicos externos los que provocan
modificaciones en los procesos de consumo, los que requieren que el consumidor adquiera
más bienes para obtener la misma utilidad.
Todos los procesos de producción o consumo que causan un impacto nocivo sobre el medio
ambiente tienen efectos externos negativos sobre otros agentes productores o consumidores.
La clasificación de esos efectos es desgraciadamente larga:
contaminación atmosférica por industrias, calefacciones, vehículos, aerosoles;
contaminación de aguas superficiales, subterráneas y marinas por focos industriales o
urbanos;
destrucción del suelo mediante deposición de residuos o alteración de la cubierta vegetal
provocando su erosión o empobrecimiento en nutrientes;
emisiones de ruido y vibraciones de baja frecuencia, de calor o de radiaciones ionizantes;
contaminación biológica por provocar la proliferación de virus o bacterias o por la introducción
de especies animales y vegetales exógenas que alteran las cadenas tróficas;
degradación del paisaje mediante urbanización incontrolada o modificación de parajes
vírgenes.
La consecuencia económica de los efectos externos es la disminución de la eficiencia en la
asignación de recursos: La producción de bienes con efectos externos negativos será superior
a la socialmente deseable y las producciones con efectos externos positivos serán
insuficientes. Cuando estudiamos el mercado de libre competencia vimos que en esas
condiciones las empresas producen la cantidad para la que se igualan el coste marginal y el
precio con lo que el beneficio para la empresa y la utilidad para el consumidor se hacían
máximas. Pero en las empresas con efectos externos se tiene en cuenta exclusivamente el
coste marginal privado, ignorando el coste marginal externo o social. Para que siguiese siendo
eficiente el sistema, el precio de los bienes con procesos productivos contaminantes tendría
que igualarse al coste marginal total, a la suma del coste marginal externo y el coste marginal
privado.
El objetivo por tanto, no es eliminar totalmente la contaminación. Reducir la contaminación
tiene un precio que será tanto más alto cuanta mayor pureza ambiental busquemos. Los
procesos de filtración de emisiones y depuración de aguas residuales están sometidos también
a las leyes de los rendimientos decrecientes que ya conocemos: eliminar el treinta por ciento
de las emisiones contaminantes de una industria puede ser relativamente barato, pero llegar a
eliminar el sesenta por ciento costará mucho más del doble. El criterio de eficiencia
económica requiere solo que en todos los procesos productivos se iguale el coste social y el
precio social; el criterio de equidad exige además que el coste de un proceso productivo sea
pagado solo por los que se benefician de él.
La solución más obvia consiste en la internalización de costes: hacer que cada industria se
encargue de la depuración o eliminación de sus propios residuos. Al repercutir el coste de la
depuración directamente sobre el precio de sus productos se consigue satisfacer los dos
criterios antes citados, el de equidad, porque pagarán sólo los que se benefician de esos
productos, y el de eficiencia, porque al aumentar el precio disminuirá la demanda y
consiguientemente la producción. Cuando la naturaleza del proceso productivo no permita la
depuración podría establecerse un impuesto sobre contaminantes o tasa ecológica por igual
cuantía al coste externo causado; el criterio de equidad requeriría en este caso que el impuesto
detraído se destinase a indemnizar precisamente a los perjudicados. El concepto de coste
externo, de coste social y el principio ecologista "el que contamina, paga" ya habían sido
enunciados por Pigou en 1927.
Pero esas soluciones son desgraciadamente muy difíciles de aplicar. ¿Cuántos inspectores se
necesitarían para revisar todas las industrias del país? ¿Cuántos técnicos tendrían que
dedicarse a estudiar los medios de reducir o depurar las emisiones? ¿Cuántos economistas
podrían calcular los costes de la contaminación y el precio de su depuración? ¿Cómo descubrir
quiénes son los damnificados y en qué cuantía?
Afortunadamente las sociedades avanzadas han encontrado en el movimiento ecologista un
excelente revulsivo. En los países industrializados de occidente, el desarrollo y divulgación de
una conciencia ética está creando una red ciudadana de inspección y denuncia que ha
permitido hasta ahora la corrección de un gran número de situaciones extremas. La
internacionalización del movimiento ecologista y sus espectaculares éxitos están consiguiendo
de forma cada vez más generalizada la reducción de costes externos y su repercusión directa
sobre los precios.
Antes de terminar con este asunto vamos a ver un posible método de disminución de
emisiones de contaminantes. Consiste en emitir unos "Bonos de contaminación" que autorizan
a las empresas que los poseen a contaminar el ambiente en una medida determinada. La
mayor parte de los bonos se distribuyen de forma gratuita entre las empresas existentes, en
proporción a sus necesidades según hayan sido acordadas por un comité de expertos. El resto
de los bonos son subastados por si alguna empresa tiene planes de aumentar su producción y
necesita contaminar más de lo previsto. Si, una vez agotados todos los bonos en poder del
Estado, alguna empresa necesita contaminar en mayor cantidad de lo que sus bonos le
permiten, podrá comprar bonos adicionales a otras empresas.
Las ventajas del sistema son: 1º Se internalizan los costes: el que contamina, paga. 2º La
cantidad total de contaminación en el Estado queda determinada por el número de bonos que
imprima el gobierno. 3º Se ejerce presión sobre las industrias para que reduzcan parte de su
contaminación ahorrándose así el tener que acudir a la subasta. 4º Como las empresas más
eficientes pueden comprar bonos extras a otras empresas es previsible que algunas empresas
poco eficientes cerrarán sus puertas conformándose con la venta de su derecho a contaminar.
5º Las nuevas empresas que se instalen en el Estado tendrán que adquirir bonos por el total de
la contaminación que necesiten producir experimentando por tanto una fuerte presión a favor
de las técnicas más limpias y ejerciendo a la vez presión sobre las empresas ya existentes
porque harán subir el precio de los bonos.
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