-Hume -Conocimiento. Según Hume, todos los contenidos de nuestra mente se derivaban de la experiencia, que nos suministra percepciones, por lo que todos los contenidos de nuestra mente se reducirán a percepciones. Existen dos clases de percepciones: las impresiones, que son percepciones vivas y actuales que nos suministran los sentidos externos o nuestro estado anÃ−mico, y las ideas, que son percepciones débiles que son copias, recuerdos o impresiones. Existen ideas simples, derivadas de nuestras impresiones, e ideas complejas, fruto de la actividad de nuestra mente. Sin embargo, los hábitos adquiridos nos empujan a hacerlo según las leyes de asociación, que son tendencias o inclinaciones de nuestra mente que nos impulsan a construir otras ideas nuevas relacionadas entre sÃ−. Nuestra mente tiende a sobrepasar los lÃ−mites de la experiencia y a afirmar la existencia de fenómenos que no ha percibido. Hume distingue entre las ciencias que tratan de relaciones de ideas (ciencias formales), y las que se ocupan de cuestiones de hecho (ciencias de hecho). Nuestro hábito nos hace creer que en el futuro ocurrirán los hechos a los que estamos acostumbrados, pero nunca podremos tener la certeza de que sea asÃ−. Para Hume, el principio de causalidad en el que se basaban las ciencias de hechos carecÃ−a de fundamento. Admite la existencia de cierto nexo causal entre impresiones e ideas y entre unas ideas y otras, pero critica el valor objetivo del principio de causalidad. Las impresiones y las ideas constituyen el lÃ−mite de nuestros conocimientos, ya que no existe enlace alguno entre nuestros contenidos cognoscitivos y las cosas. Hume analiza si la idea de sustancia se deriva de la sensación o de la reflexión. Si se deriva de la sensación, nos serÃ−a dada por los sentidos, y si se derivara de la reflexión, deberÃ−a ser una pasión, un sentimiento o una emoción, pero estos no constituyen sustancias. La idea de sustancia es una colección de cualidades particulares unidas por la imaginación. Puesto que en nuestra mente no hay más que percepciones, para Hume resulta imposible formarnos una idea de algo distinto a nuestras impresiones e ideas. No sabemos qué hay más allá de ellas, asÃ− que no podemos saber qué son las cosas, y lo mismo sucede con nuestro cuerpo. Por lo tanto, si no poseemos impresión, tampoco podremos tener ideas. Nuestra creencia en la existencia de las cosas externas se debe a nuestra imaginación. No obstante, nuestra mente, al no poder imaginar la existencia independiente de dichas cualidades, supone, interfiere o deduce la existencia de ciertos objetos que las unifican y les proporcionan continuidad, coherencia y orden. Pero para Hume tal suposición resulta ilegÃ−tima porque nos hemos ido más allá de nuestras impresiones, asÃ− que resulta absurdo preguntarse por las cosas. El escepticismo de Hume consiste en un uso crÃ−tico y radical de la razón. Pone de manifiesto la debilidad de nuestros conocimientos y la enormidad de nuestra ignorancia. Es exclusivamente teórico, pues aunque la razón sea capaz de proporcionar una verdad absoluta, en la vida cotidiana mi propio sentido me basta para guiarme. -Moral. Para Hume, no existe ningún orden moral objetivo, ya que en los asuntos morales los sentimientos son más importantes que la razón. En consecuencia debemos buscar normas, principios y valores morales en nuestro 1 interior, examinar nuestra propia naturaleza para descubrir los sentimientos que rigen nuestra conducta. Esto se lleva a cabo mediante el método empÃ−rico (observación y análisis de las conductas humanas). En cuestiones morales la razón, el entendimiento y las facultades cognoscitivas son a menudo necesarias, pero no suficientes. En cambio, los sentimientos son siempre necesarios, pues constituyen la única fuente y fundamento de la moral. Mientras no conozcamos todas las circunstancias y elementos de un acto, podemos equivocarnos en nuestro juicio moral, pero una vez aclarada la situación, son los sentimientos los que establecen el juicio moral. Hume distinguió entre errores de hecho (cuando ignoramos los elementos y las circunstancias presentes en una acción) y errores de derecho (cuando determinados actos despiertan en nosotros sentimientos contrarios a los que deberÃ−an despertar). Pues bien, en estos sentimientos consisten todos los juicios o determinaciones morales. Según Hume, la naturaleza humana posee un carácter permanente e invariable. No podemos cambiar nuestros sentimientos, ya que tienden a ser universales. Según nuestra naturaleza, en los seres humanos predominan los sentimientos egoÃ−stas. Poseemos una fuerte tendencia a satisfacer nuestro propio interés, pero como nadie puede sentirse feliz rodeado de personas desgraciadas, el propio interés de cada uno empuja a trabajar por la felicidad del prójimo. Según esto, nos damos cuenta de los sentimientos que nuestra conducta despierta en los demás. Si nuestra conducta despierta sentimientos positivos, tendemos a reforzarla y a repetir los mismos actos. Si nuestra conducta despierta sentimiento negativos, procuramos corregirla. Vamos adaptando nuestros sentimientos a los sentimientos comunes, se trata de un sentimiento de felicidad y satisfacción por el bien propio y ajeno. 2