Israel tomó como ejemplo la guerra de Kosovo

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Israel tomó como ejemplo la guerra de
Kosovo
El primer ministro Olmert se defendió con alusiones a
los Balcanes de las críticas por las muertes de civiles en
Líbano
Internacional - 24/08/2006 17:57:00 | Seymour Hersh
Fuente: El País
En las primeras discusiones con funcionarios
estadounidenses, según me han contado el experto en
Oriente Próximo y el asesor del Gobierno, los israelíes
citaban repetidamente la guerra de Kosovo como ejemplo
de lo que querían conseguir. Las fuerzas de la OTAN al
mando del general estadounidense Wesley Clark
Mujeres libanesas portan bombardearon y ametrallaron en operaciones metódicas no
retratos de sus familiares sólo objetivos militares, sino túneles, puentes y carreteras,
muertos durante la guerra, en Kosovo y otros lugares de Serbia, durante 78 días, hasta
en una ceremonia fúnebre que obligaron a las tropas serbias a retirarse de la región.
en la localidad sureña de "Israel estudió la guerra de Kosovo como modelo", dice el
asesor del Gobierno. "Los israelíes dijeron a Condi Rice
Srifa. (REUTERS)
[secretaria de Estado]: 'Ustedes lo hicieron en 70 días;
nosotros necesitamos la mitad, 35".
Como es natural, hay grandes diferencias entre Líbano y Kosovo. A Clark, que se retiró
del Ejército en 2000 e intentó, sin éxito, ser candidato demócrata a la presidencia en
2004, le molesta la analogía: "Si es verdad que la campaña israelí está basada en la
estrategia estadounidense en Kosovo, entonces se equivocan. Nuestro objetivo era
emplear la fuerza para obtener un resultado diplomático, no matar a nadie". En un libro
publicado en 2001, Waging modern war, Clark decía que la amenaza de una posible
invasión terrestre y los bombardeos fueron las dos cosas que obligaron a los serbios a
poner fin a la guerra. "De acuerdo con mi experiencia -me dice-, al final, las campañas
aéreas tienen que estar respaldadas por la voluntad y la capacidad de culminar la tarea
sobre el terreno".
Varios funcionarios y periodistas israelíes se han referido públicamente a Kosovo desde
que comenzó la guerra. El 6 de agosto, el primer ministro, Ehud Olmert, ante la condena
europea de las muertes entre la población civil libanesa, dijo: "¿Qué les da derecho a
sermonear a Israel? Los países europeos atacaron Kosovo y mataron a 10.000 civiles.
¡Diez mil! Y ninguno de sus países había tenido que padecer antes un solo cohete. No
digo que estuviera mal intervenir en Kosovo. Pero, por favor, que no nos sermoneen
sobre la forma de tratar a los civiles". (Según los cálculos de Human Rights Watch, el
número de civiles muertos por los bombardeos de la OTAN fue de 500; el Gobierno
yugoslavo habló de entre 1.200 y 5.000).
La oficina del vicepresidente [de EE UU] Dick Cheney apoyó el plan, y también lo hizo
Elliott Abrams, un viceconsejero de seguridad nacional, según cuentan varios
funcionarios en activo y retirados (un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional
niega que Abrams lo apoyara). Creían que Israel debía actuar rápidamente en su guerra
aérea contra Hezbolá. Según explica un ex funcionario de los servicios de espionaje:
"Dijimos a los israelíes: 'Si tenéis que atacar, os apoyaremos hasta el final. Pero nos
parece que deberíais hacerlo cuanto antes; cuanto más esperéis, menos tiempo
tendremos para evaluar los resultados y hacer planes respecto a Irán antes de que Bush
termine su mandato".
El argumento de Cheney, según el antiguo alto cargo de los servicios de espionaje: "¿Y
si los israelíes llevan a cabo antes su parte de la tarea y lo consiguen? Sería magnífico.
Podemos aprender qué hacer en Irán observando lo que hagan los israelíes en Líbano".
El asesor del Pentágono me cuenta que la Casa Blanca está cometiendo con el manejo
de las informaciones sobre Hezbolá e Irán los mismos errores que cometió en 2002 y
principios de 2003, cuando acumulaba argumentos para demostrar que Irak tenía armas
de destrucción masiva. "La gran queja de los servicios de información en la actualidad
es que todos los datos importantes se envían directamente arriba -por insistencia de la
Casa Blanca- y se analizan muy poco o nada", dice. "Es una política horrible que viola
todas las normas de la Agencia de Seguridad Nacional, y, si alguien protesta, se queda
fuera. Cheney ha tenido mucho que ver en esto".
El objetivo a largo plazo de la Administración era ayudar a establecer una coalición
árabe suní -con países como Arabia Saudí, Jordania y Egipto- que colaborara con
Estados Unidos y Europa para presionar a los mulás chiíes que gobiernan en Irán. "Sin
embargo, el plan se basaba en la tesis de que Israel iba a vencer a Hezbolá, no salir
derrotado", matiza el asesor vinculado a Israel.
Algunos funcionarios de la oficina de Cheney y el Consejo de Seguridad Nacional
estaban convencidos, por conversaciones privadas, de que dichos países moderarían sus
críticas a Israel y culparían a Hezbolá de haber creado la crisis que había causado la
guerra. Aunque al principio lo hicieron, variaron su posición tras las protestas de sus
respectivas poblaciones por los bombardeos israelíes.
La Casa Blanca se sintió claramente decepcionada cuando, a finales del mes pasado, el
príncipe Saud al Faisal, ministro saudí de Exteriores, fue a Washington y, en una
reunión con Bush, le pidió que interviniera inmediatamente para acabar la guerra. The
Washington Post informó de que Estados Unidos confiaba en contar con los Estados
árabes moderados "en un esfuerzo para presionar a Siria e Irán y obligarles a controlar a
Hezbolá, pero la gestión saudí... pareció enturbiar esa iniciativa".
Este artículo fue publicado originalmente en The New Yorker. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. © 2006 Seymour
Hersh.
Fecha Original:21/08/2006 17:56:35
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