4 LA ARQUITECTURA Y EL ESTADO DEL ARTE. Si el acuerdo, la intensificación y la superación de la realidad, han hecho énfasis en la vida misma, ello no significa renunciar a la intensificación del objeto arquitectónico en cuanto tal. Frente a una historia de la arquitectura que ha insistido demasiado en la componente formal del objeto arquitectónico, proponemos un cambio de énfasis pero en ningún caso la suspensión de esta dimensión artística de la disciplina. Lo que proponemos es desplazar nuestra atención desde una arquitectura vista como hecho formal (juzgando la coherencia de la sintaxis interna del objeto), a una fundada en los hechos arquitectónicos (verificando las situaciones que el objeto es capaz de articular). De lo que se trata es de dejar de ver las propiedades formales de la forma y empezar a ver lo que se podría llamar sus propiedades vitales. Mucho de lo que estamos haciendo, no es más que estar cambiando nuestro estilo de pensamiento Ludwig Wittgenstein. La arquitectura es un arte; sus objetos tienen autonomía artística. Sus problemas nacen tanto de las circunstancias como de las leyes internas de la disciplina. Cada obra de arquitectura es de hecho un comentario al arte, al estado del arte, que busca mantener el paso ganado1 y eventualmente modificar y superar ese estado de cosas. Hay que ser absolutamente modernos, sentencia Rimbaud. Siempre lo mismo pero nunca igual. Godofredo Iommi. Ese cada vez con que se ha de afrontar el problema de la forma de un objeto arquitectónico, debate radicalmente tanto su propia configuración como la de la historia de la arquitectura. Porque si bien el arte no progresa, las artes se desarrollan y cambian. Trabajo del arquitecto es saber ubicarse en su época, sentir el espíritu de los tiempos, disolver la nostalgia, evitar el ridículo del anacronismo, esquivar tanto las convenciones como las modas y novedades de decorador. La pregunta por la forma requiere la capacidad de construcción de un presente absoluto. Esa forma no es algo distinto del fondo del problema arquitectónico. Escribe Nietzche: 1 Una expresión del poeta Godofredo Iommi. Uno es artista a costo de considerar eso que todos los no artistas llaman ‘forma’ como ‘contenido’, como la materia misma. Por decir lo menos, fondo y forma son problemáticos. LA FORMA Y LA CONSTRUCCIÓN; LA EXQUISITEZ DE LA INSISTENCIA La intensificación de la forma podría entenderse como una intensificación del objeto arquitectónico en su dimensión material. En estricto rigor, el Partenón no es más (ni menos) que una refinada y perfeccionada transposición a piedra de un sistema constructivo originalmente pensado en madera. Toda su densidad arquitectónica podría en última instancia ser reducida a la capacidad de haber encontrado en la lentitud propia de las mutaciones, la forma adecuada a la lógica de la piedra. La arquitectura puede ser vista como una forma de intensificación de la construcción; una intensificación que tiene la virtud de hacer llegar la construcción a la esfera del arte. Si Ezra Pound afirma que poesía es la lengua cargada de sentido en el más alto grado posible, la lengua intensificada, y Auguste Perret plantea que la arquitectura e la poesía de la construcción, podríamos proponer que la arquitectura es la construcción cargada de sentido en el más alto grado posible, la construcción intensificada. LA VITALIDAD DE LA FORMA; LA FÍSICA HECHA CARNE. Una segunda forma de intensificación de la forma del objeto arquitectónico tiene que ver con la forma misma. En el interior del edificio de la Cooperativa Eléctrica de Chillán, un espacio de doble altura es a la vez sostenido y ocupado por un conjunto de columnas configuradas a partir del encuentro de dos conos. Una rampa y una escalera permiten recorrerlo verticalmente; el descanso de la rampa da origen a un volumen independiente suspendido delante de la fachada sur; la escalera, un prisma elegantemente flectado, asciende hasta la terraza superior habitada por chimeneas y lucernarios. Todos ellos constituyen volúmenes independientes, elementales como los denominará Borchers siguiendo la idea de hecho atómico expuesta por Wittgenstein en su Tractatus. Los hechos arquitectónicos se identifican aquí con estos proyectos elementales, que intensifican la volumetría de la obra en busca de ese estado de física hecha carne que Borchers atribuía a la arquitectura.