Relación Europa−Estados Unidos I.−Introducción Es bien sabido que la ahora hiperpotencia ha tenido un papel determinante tanto en el avance y desarrollo como en la perdición de diversas regiones, debido a su conocida política intervencionista. Europa no es la excepción a esta determinación, siendo la relación entre ambos vital para la visión del mundo como la tenemos hoy: un mundo multipolar (para los partidarios del paneuropeísmo) y unipolar, pero con alianzas estratégicas y determinantes para los norteamericanos. Éste es el panorama que tenemos hoy de la relación euro−americana, pero no ha sido el mismo siempre, ha variado en gran medida en la historia. Podemos hablar del inicio real de la relación transatlántica como la conocemos hoy con el fin de la 2ª gran guerra. A partir del final de la 1ª Guerra Mundial, Estados Unidos decide apartarse un poco de los asuntos europeos debido a la crisis de los años veinte y treinta; no es sino hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que los Norteamericanos se interesan en la crisis que vivía la Europa de los 40's y 50's, sin ser de una manera 100% caritativa, desde luego. II.− El Plan Marshall El Programa de Recuperación Europea (ERP por sus siglas en inglés), mejor conocido como Plan Marshall, pagó buena parte de la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial; pero también hizo posible que se extendiera y afianzara la influencia económica, política y cultural de los Estados Unidos en el mundo occidental. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Europa se encontraba en una situación desesperada. La producción económica se había reducido a sólo el veinte por ciento de lo que fuera antes de la contienda. La mayoría de los países estaban en bancarrota. Los bombardeos habían destruido ciudades enteras y sistemas de transporte. Enormes masas de refugiados y de personas desplazadas se movían por el continente, y una aguda escasez de alimentos azotaba a la población. A la crisis material había que sumar la sensación de crisis espiritual. El efecto de desaliento se incrementaba cada día con la información que afloraba de crímenes de guerra, especialmente por las atrocidades cometidas en los campos de concentración nazis. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con José Stalin al mando, se abocó a recuperar su economía de los estragos de la guerra y a mostrar al mundo su capacidad de organización social. Así, aunque casi la mitad de la industria soviética se localizaba en la zona que estuvo ocupada por los alemanes, hacia 1948 la URSS logró recuperar el nivel de producción de la anteguerra, e incluso logró superarlo. Gracias a esto comenzó a imponer su dominio político sobre la Europa oriental. En este escenario el principal motivo de preocupación de Estados Unidos era la nueva amenaza que significaba la Unión Soviética. Por eso el primer objetivo de la política exterior norteamericana fue la contención de la expansión socialista. En marzo de 1947 el gobierno norteamericano se encargó, sustituyendo a Gran Bretaña, de oponerse al comunismo en Grecia y Turquía: el presidente Harry Truman describió su política como apoyo a los pueblos libres que se resisten a verse sojuzgados por minorías armadas o presiones exteriores. Pero también preocupaba a los dirigentes de Estados Unidos que si la economía europea se desplomaba, la economía norteamericana caería en picada. Los estadounidenses no podían vender nada a una Europa en quiebra. Así, en junio del mismo año, el secretario de Estado George Marshall anunció el plan destinado a aportar sumas considerables a la economía europea, con el fin de restaurar la prosperidad y reducir las oportunidades políticas del comunismo en Europa occidental 1 En un principio, el congreso norteamericano se opuso al plan alegando su alto costo para la economía, pero lo que decidió el asunto fue el golpe comunista en Checoslovaquia en marzo de 1948, junto con las nuevas demandas de Rusia a Finlandia y el temor a un triunfo comunista en las próximas elecciones italianas. El inminente avance del comunismo logró lo que el argumento económico o humanista no lograron. El 2 de abril de 1948 el Congreso aprobó la Ley de Recuperación Europea, que en un principio se planteó hasta por 17 mil millones de dólares. A diferencia de las ayudas anteriores, que formaban parte de una diplomacia económica agresiva, el plan Marshall adoptó la forma de donaciones (90%) más que de créditos (10%). Es así como por fin se implementa el Plan Marshall en el subcontinente europeo, haciéndosele gran promoción mediática, que hacía ver a los europeos cómo era que tenían que vivir, reflejándoles con el american way of life la forma en que una comunidad exitosa debía desempeñarse en la vida cotidiana: un empleo bien remunerado, teniendo un ama de casa en el hogar y cientos de aparatos y posesiones que hacían ver a los demás el carácter de su éxito. Como resultado de la intensa promoción del Plan Marshall, éste alcanzó poco más del 50% de aprobación entre la población europea; es decir unos 40 millones de personas. Sin embargo, también encontró oposición especialmente en Francia, donde los grupos socialistas denunciaban los motivos de imperialismo ideológico y económico que acompañaban al Plan Marshall. En el plano geopolítico, el Plan Marshall sirvió para ahondar la división entre los países capitalistas y los comunistas, lo que dio origen al periodo de tensiones conocido como Guerra Fría (1948−1989). En los años cincuenta existía una competencia real entre las economías europeas del Este y del Oeste. Al principio el Congreso estipuló que ni un centavo de la ayuda del Plan se utilizaría con propósitos militares. Sin embargo, en menos de tres años, parte de la ayuda económica se distribuiría de tal manera que contribuiría a las defensas occidentales. Simultáneamente se desarrollaron dos sistemas de seguridad en competencia: la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) en 1949 y el Pacto de Varsovia en 1955. La primera organización representaba un compromiso político de los estadounidenses con los europeos occidentales, que incluía transferencias financieras masivas, una diplomacia y planificación transatlántica permanente, y la promesa de acudir en ayuda de las democracias occidentales si las atacaban. El Pacto de Varsovia se integró por los principales países de Europa central y era encabezado por la URSS. La intervención norteamericana fue determinante para la división territorial e ideológica de la Europa de la posguerra. Gracias al desarrollo que logró durante y después de la guerra, Estados Unidos se convirtió en la economía más fuerte del planeta y en uno de los polos de poder mundial, sustituyendo a Gran Bretaña en su papel del gendarme mundial. El Plan Marshall, que en un principio tuvo la oposición de los aislacionistas norteamericanos, resultó ser el mejor canal para que los norteamericanos expandieran su economía, sus metas políticas y su visión del mundo. En síntesis, el dinero invertido en el Programa de Reconstrucción Europea probó ser un excelente negocio cuyos frutos trascendieron el beneficio económico. Estados Unidos ayudó a Europa con un interés estratégico de por medio. Así se favorecieron los países europeos que recibieron el apoyo económico y se beneficiaron los estadounidenses, con el plusvalor de que reforzaron su imagen de salvadores humanitarios. Aprendida esta lección, los Estados Unidos incorporaron a su actividad internacional la posibilidad de influir sobre los asuntos políticos de otros países a través de formas que no son abiertamente intervencionistas y que se proponen como ayuda económicos, humanitarios o políticos. La historia de las relaciones internacionales de Estados Unidos ha enseñado a sus dirigentes que un buen plan de ayuda económica puede ser retribuido con creces. III.− Relacion Estados Unidos−Unión Europea Cuando Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, asumió un papel importante en Europa occidental, 2 sus responsables de política exterior decidieron estimular el proceso de la unidad europea. Les pareció que fortalecería la capacidad de Europa occidental de resistir las presiones soviéticas y ofrecerse apoyo mutuo contra los grandes partidos comunistas de Francia e Italia y las tendencias a la neutralidad que aparecían en la opinión pública. Además, los sectores financiero e industrial de EU pensaron que sus inversiones en Europa podían administrarse mejor en un mercado más amplio y con normas comunes. El capitalismo estadounidense de los años 40 y 50 era distinto de la versión actual. Se apoyaba en un compromiso de clases entre los grandes sindicatos y los empresarios. Sus representantes en política exterior tenían una opinión más favorable del estado de bienestar europeo que sus descendientes actuales. La necesidad de consolidar el apoyo de Europa a la coalición anticomunista liderada por EU era lo principal. El resultado fue una alianza peculiar. Los progenitores de la Unión Europea fueron tres políticos católicos conservadores, que en la Primera Guerra Mundial habían sido ciudadanos de las potencias centrales: Adenauer, De Gasperi y Schumann. Tras la Segunda Guerra Mundial hicieron causa común con EU, que representaba un modelo distinto de civilización (más protestante y abierta culturalmente). Eisenhower, durante su presidencia de 1953 a 1961, dejó intacto el legado del New Deal, pese a que su gobierno estaba completamente en manos del capital. Y fue él quien, al ayudar y dar legitimidad al régimen de Franco, incorporó España a una alianza tácita con Europa. El entusiasmo inicial de EU por la unificación europea se fue mitigando y acabó convirtiéndose en un escepticismo resentido. Una de las razones fue la autonomía, cada vez mayor, de los países europeos. La Ostpolitik alemana, la negativa a aliarse con EU en contra de la República Popular China y a enviar tropas a Vietnam, o las diferencias a propósito de Israel, fueron elementos importantes. Pero el factor principal fue la vuelta de Europa a la prosperidad y la consolidación de un modelo social cada vez más distinto al de EU. Hoy, EU considera a la UE como un rival económico. Sus ideólogos (con la excepción de los sindicatos y el ala izquierda del Partido Demócrata) critican el estado de bienestar europeo, que podría servir de modelo alternativo, incluso para los ciudadanos estadounidenses. Y, sobre todo, lo que más temen las clases dirigentes de EU es la independencia geopolítica de Europa. Para Estados Unidos, la Europa en construcción es tanto un aliado que comparte los mismos valores como un competidor tecnológico y comercial. La declaración transatlántica firmada el 20 de noviembre de 1990 entre Estados Unidos y la Comunidad Europea y sus Estados miembros consagra el apoyo político que Washington aporta tradicionalmente a la existencia de un aliado europeo democrático y estable. La alianza política y estratégica que une a numerosos países de la Unión y a Estados Unidos en el marco de la Alianza Atlántica ha contribuido a relativizar el alcance de los conflictos comerciales que han tenido lugar en relación con los productos agrarios, el acero o la aeronáutica. En el marco del nuevo programa trasatlántico adoptado en diciembre de 1995, se organizaron dos cumbres entre la Unión Europea y Estados Unidos para discutir los distintos ámbitos de cooperación. IV.− Conflictos de antaño y actuales: relación inminente. Como ya se mencionó anteriormente, Estados Unidos ha tenido una injerencia importante en los asuntos europeos, esto siempre a su conveniencia. En resumidas cuentas, cada conflicto que ha sido determinante en la vida europea y que pone en peligro algún aspecto del interés norteamericano (llámense energéticos, territorio, comercio o en mayor medida los que pongan en riesgo su esfera de influencia) se ha visto influenciado de cierta manera por políticas, ideas ó más recientemente por los ejércitos norteamericanos. Varios y muy claros han sido los ejemplos de esto; entre otros y en orden mas o menos cronológico se pueden destacar los siguientes • Los apoyos (económicos y militares) que ofreció Estados Unidos a las dictaduras Española, Portuguesa y las Griegas en los 70's, con diversos fines geopolíticos como La apertura de estos países mediterráneos, en los años setenta, no fue únicamente política: en lo económico, se preparaba su 3 entrada a la CEE, y con ello, ésta busca desplazar los intereses estadounidenses • El obstáculo que significó EE.UU. para la unidad política y militar de Europa Occidental, que hizo que la Comunidad de Estados Europeos nunca haya podido dotarse de un brazo armado propio y efectivo (la Comunidad Europea de Defensa fracasó, la Unión de Europa occidental no tuvo un papel determinante). • El veto del presidente Reagan en los años 80 sobre el proyecto del gasoducto transiberiano que llevaría gas natural ruso a Europa Occidental • Intervención de Bush padre y Clinton en los conflictos de los Balcanes−la antigua Yugoslavia (Croacia y Bosnia−Herzagovina 1991−1995), la intervención en Albania (1997) y luego la guerra en Kosovo (Yugoslavia, 1999) Imponiendo a estos últimos la intervención de la OTAN y la postrera ocupación, con frecuencia contra los intentos mediadores de varios países europeos. • "Alianza" con Europa para la pacificación palestino−israelí. • Y siendo el más reciente, las diferentes posiciones que han tomado los distintos países europeos en cuanto a la decisión norteamericana de ocupada en un principio Afganistán, y posteriormente Irak. Por un lado Gran Bretaña y España mostraron apoyo incondicional a los Estados Unidos, mientras que Francia y Alemania mostraron un repudio total, destacando el carácter unilateral de la decisión. Marcos Cueva Perús; "La Europa del siglo veinte" en: "Europa en transformación, procesos políticos económicos y sociales" p114 Plaza y Valdés Editores Ibidem p115 Ibidem p124 Bibliografía ♦ Chanona Burguete, Alejandro/Domínguez Rivera, Roberto (coordinadores): "Europa en transformación, procesos políticos económicos y sociales" Plaza y Valdés Editores, México, 2000 ♦ Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, 1914−1991, Barcelona, Crítica, 2002 ♦ El Plan Marshall y la OTAN en http://www.artehistoria.com 4