4 Enero 2015

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LA AGENDA AL DÍA
ENERO
Domingo 11.- (11:00 h).- Se Reanuda la Escuela Dominical.
Domingo 11 al 18- Semana de Oración y Ayuno en Colmenar y Manzanares.
Domingo 18.- (18:00 h.).- Culto de Compartir en Colmenar (Organiza: Eustasio)
FEBRERO
Domingo 1.- (17:00 h).- Asamblea General de Iglesia.
“Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus
amigos” (Job 42:10)
ORAR POR …
FÉLIX, marido de ÁGUEDA, por su recuperación;
Mª TERE, por su salud física y espiritual;
Familia ROJAS-TRUJILLO, que el Señor la consuele y fortalezca;
SALVADOR, por su ministerio y su salud;
AMANDA, para que nada le impida asistir a la Iglesia;
HERMANOS que NO tienen Trabajo;
Mª LUISA, en la Residencia de Ancianos, por su salud;
LENNY, por su salud espiritual y por sus hijos;
Familia Benyakov para que el Señor les provea un lugar donde
congregarse y puedan predicar el Evangelio;
GONZALO padre de ROCÍO, por su salud;
WALTER y NILA, padres de CAROLINA, por su salud;
TINA PANIAGUA, por su salud;
GIUSEPPE, su mujer y sus hijas, que el Señor los proteja y los guíe en
su ministerio.
Por la Iglesia Perseguida;
Que el Señor envíe Obreros a Su mies.
RECUERDA
QUEDAN CALENDARIOS DE TACO
“LA BUENA SEMILLA 2015”
Precio: 4€ Hablar con INÉS
Nuestra Página Web: http://www.iglesiaevangelicadecolmenar.org
e-mail: [email protected]
BOLETÍN
1ª IGLESIA CRISTIANA EVANGÉLICA
COLMENAR VIEJO
C. LA CUESTA, 6
4 ENERO 2015
TELÉFONOS
91 846 18 13
617 135 145
***************************
ACTIVIDADES
COLMENAR
DOMINGOS
11:00 H.
E. DOMINICAL
12:00 H.
C. PREDICACIÓN
MARTES
20:30 H.
ESTUDIO BIBLICO
ORACIÓN
MIÉRCOLES
11:30H.
PALABRAS DE
ESPERANZA
JUEVES
17:30 GRUPO NIÑOS
VIERNES
18:00AYUDA SOCIAL
SÁBADOS
18:00 GRUPO
ADOLESCENTES
20:30 G. JOVENES
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MANZANARES
C/. REAL, Nº 5
DOMINGOS
11:00 H.
E. DOMINICAL
12:00
C. PREDICACIÓN
MIERCOLES
20:30 H.
ESTUDIO BIBLICO
ORACIÓN
VIERNES
18:00 GRUPO NIÑOS
SÁBADO
19:00 G. JÓVENES
ENTIDAD RELIGIOSA 016012
“Con otras muchas palabras (Pedro) testificaba y les
exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación”
(Hechos 2:40)
“Nuestro Señor Jesucristo… se dio a sí mismo por nuestros
pecados para librarnos del presente siglo malo.” (Gálatas
1:3-4)
RUPTURA CON EL SISTEMA DEL MUNDO
Rentabilidad, competitividad y globalización son
palabras mayores en el mundo de los negocios. La
desenfrenada actividad, que se juzga inevitable en el
clima de fuerte competencia, no deja lugar a la reflexión
juiciosa y respetuosa de todos. Ciertamente, este afán
perjudica los valores fundamentales. Pero no importa –
parecen decir muchos -, hay que ir en el sentido de la
historia.
¿Es posible reaccionar? Si, pero no queriendo cambiar el
sistema del mundo, sino cambiando uno mismo. Ante
todo, la Biblia no da una solución general, sino una
individual, la que de hecho es una ruptura con las ideas
recibidas.
En lugar de calcar su vida de las modas del día, el
hombre debe dar prioridad a la búsqueda de la verdad,
una verdad que no puede venir de él. Es, pues,
necesariamente revelada, por que Dios habló y debemos
esforzarnos en su gracia para captar su mensaje. Es un
deber imperativo. ¿Cómo? Escuchando su Revelación, la
Palabra recibida con sumisión y oración.
Entonces la Palabra, al obrar en el corazón, produce esa
ruptura llamada conversión. Esa media vuelta nos
conduce a Jesucristo. Libera al creyente de la manera de
ver del mundo y le da paz, a pesar del mal. Y esta
relación vivida con el Señor guardará al creyente que está
en medio de ese mundo (Juan 17:14-15)
© Editorial La Buena Semilla, 1166 Perroy (Suiza)
NI TRES, NI REYES, NI MAGOS
El relato evangélico no especifica que los reyes
magos fueran tres. Mateo sólo escribe “unos
magos”, con lo cual deja abierta la puerta a la
especulación. Tampoco que fuesen reyes o que se
dedicasen a hacer magia, en el sentido moderno
del término que supone sacar conejos de una
chistera. Su número se dedujo sobre todo de los
presentes que ofrecieron -oro, incienso y mirrapero esto no resulta del todo concluyente para
determinar cuántos eran en realidad. De manera
que los populares personajes, Melchor, Gaspar y Baltasar, que reaparecen en
España escalando balcones la fría noche del cinco de enero, son pura invención
del folklore posterior. Una tradición -eso sí- que produce felicidad a los niños y a
todos aquellos que subsisten a expensas del consumismo exacerbado que
caracteriza nuestra sociedad.
Es curioso comprobar cómo el ser humano disfruta haciendo conjeturas
indemostrables. Trescientos años después de Cristo, la cantidad de los magos
que adoraron a Jesús variaba sin parar. Algunos afirmaban que sólo habían
sido dos. En los frescos rudimentarios de las catacumbas de Roma, durante el siglo
IV d.C., aparecen unas veces cuatro magos y otras hasta seis. La Iglesia siria y
armenia creía que lo lógico es que hubieran sido doce ya que ese era un número
singular en las Escrituras: el de las tribus de Israel y también el de los apóstoles.
Sin embargo, los coptos de Egipto estaban convencidos de que debieron ser
sesenta los magos de Oriente que se pusieron de acuerdo para buscar al rey de los
judíos. Ante semejante progresión aritmética de magos, tuvo que intervenir
Orígenes en la primera mitad del siglo tercero para centrar las cosas y
determinar que lo más sensato era quedarse sólo con tres, en base a los tres
regalos mencionados en el evangelio de Mateo.
Los nombres propios de estos tres personajes aparecieron por primera vez en
un mosaico bizantino del siglo VI d.C. localizado en la ciudad italiana de
Rávena. No se sabe quién se los inventó pero, desde luego, Baltasar, Melchor y
Gaspar no aparecen en la Biblia. Algunos dicen que quizás Baltasar podría ser una
europeización de Belsasar, el último rey del imperio babilónico. Pero lo cierto es
que la etimología de tales nombres no está clara. Tradiciones posteriores afirman
que se convirtieron en discípulos de Tomás; que se hicieron obispos y murieron
como mártires; que sus reliquias fueron llevadas a la ciudad alemana de Colonia,
donde aún hoy se conservarían en un relicario bizantino de la catedral. En fin,
leyenda sobre leyenda para construir un castillo de naipes sin fundamento alguno.
Por supuesto, tampoco fueron reyes. A alguien se le debió ocurrir que las
connotaciones paganas de unos magos que venían del Oriente dejaban mucho que
desear. ¡Cómo pretendían unos gentiles agoreros adorar al Niño! Tertuliano, en el
siglo III y basándose en una tradición anterior, fue el primero en decir que se
trataba de reyes sabios. Esta denominación les proporcionaba mayor prestigio, al
mismo tiempo que les alejaba del denostado mundo de la magia y la adivinación.
Sin embargo, el evangelio emplea expresamente al término “magos”. ¿Quiénes
eran tales magos en realidad? Muy probablemente se trataba de “sacerdotes”
pertenecientes a las tradiciones religiosas de origen medo-persa. Eran profesantes
del zoroastrismo cuyo oficio se podría comparar al de los levitas en Israel. Se
dedicaban al culto, a los ritos de esa religión y a la astrología. Actuaban de
mediadores entre la divinidad y los seres
humanos.
Hay una cita en el Antiguo Testamento que se
refiere expresamente a estos magos que vivían en
el reino babilónico de Belsasar. Fueron
contemporáneos de Daniel y también aspiraban a
interpretar sueños y presagios. Sin embargo, el
poder de sus predicciones resultó inferior al que
Dios le concedió a Daniel. Tuvo que ser la propia
reina quien advirtiera al rey: “En tu reino hay un
hombre en el cual mora el espíritu de los dioses
santos, y en los días de tu padre se halló en él luz
e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los
dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos
los magos, astrólogos, caldeos y adivinos” (Dn. 5:11). Resulta pues que el propio
Daniel, el cuarto de los profetas mayores de Israel, llegó a ser jefe de los magos o
sacerdotes del rey Nabucodonosor. Estos magos solía vestir de blanco y portaban
en la cabeza un gran turbante que les cubría también las mejillas. Adoraban a los
cuatro elementos fundamentales: aire, tierra, agua y fuego. Hoy diríamos que eran
unos ecologistas radicales ya que se oponían a toda forma de contaminación de
dichos elementos físicos. Según cuenta el historiador griego Heródoto, los
cadáveres no se quemaban para no contaminar el aire; tampoco se enterraban para
no contaminar la tierra; no se podían arrojar al mar ni quedar expuestos al aire por
la misma razón. Lo que se hacía con ellos era ofrecerlos a las alimañas sobre las
llamadas “torres del silencio”.
No es extraño pues que, como consecuencia de la proximidad geográfica, estos
sacerdotes hubieran oído hablar acerca de la esperanza de un Mesías
libertador que restauraría al pueblo hebreo. El judaísmo era una religión bien
conocida en todo Oriente, así como su anhelo tradicional de un soberano que
habría de reinar sobre todo el mundo. Por lo tanto, es comprensible que semejante
conocimiento, unido a la señal astronómica descubierta en el firmamento, fuera lo
que movilizara a estos astrólogos paganos en su viaje a Jerusalén.
La conclusión evangélica de tal historia es que aquellos misteriosos personajes
orientales, superando todas las diferencias culturales y demás dificultades, se
pusieron de acuerdo para localizar a Jesús. Encontraron la casa, vieron al niño
junto a su madre María, se postraron, lo adoraron y le ofrecieron sus presentes. De
la misma manera hoy, más de dos mil años después, todavía existen criaturas que
acuden a los pies de Cristo, lo descubren por primera vez en su vida y deciden
adorarlo eternamente. Postrarse para siempre ante su persona. Inclinar la vida
entera y consagrarla en señal de amor, aceptación y respeto. Esta es la verdadera
adoración que no cesará jamás. Toda la vida del cristiano está llamada a ser como
un continuo acto de adoración que no terminará con la muerte. Se trata de algo
para la eternidad, pues tiene al Creador del tiempo como su objeto fundamental.
De manera que no debemos dejar de adorar a Dios, a través de nuestra existencia
cotidiana, porque es así como él nos perfecciona. Es probable que, después de
todo, los Tres Reyes Magos ni fueran tres, ni reyes, ni tampoco practicasen la
magia. Sin embargo, acertaron al descubrir lo más maravilloso y real que el ser
humano puede llegar a conocer de manera personal: a Jesucristo, el Hijo del
Altísimo.
Antonio Cruz
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